Aspirante
345 Reputación
Perfil
238.800.448
1179 / 1179
855 / 855
475 / 475
Asradi
Völva
03-02-2025, 03:04 PM
14 de Invierno del 724
Parecía que su llegada a Skjoldheim era una especie de llamado a los nuevos cambios. La llegada al hogar, la partida de otros lugares y el reencuentro con otra gente que hacía tiempo que no veía. En cuanto a ésto último, parecía añadirse una página más a su diario de viajes. Solo había conocido a Silver en un par de ocasiones y el pirata era bastante peculiar en cierto sentido. No le caía mal, al contrario, porque Asradi reconocía que los negocios que había tenido con él habían sido bastante provechosos para ambas partes. Ella, al fin y al cabo, también había salido beneficiada.
Y ahí estaba, en una taberna en las cercanías del puerto donde algunos barcos permanecían anclados y otros más pequeños, pesqueros, salían a faenar a pesar del frío ambiente que recorría el lugar esa mañana. Por eso ella se había refugiado al calor de la taberna, en una mesa apartada pero desde donde podía ver, por el ángulo, todo lo que acontecía en el resto del salón. La música era agradable y el aroma de la comida especiada le abría el apetito. Tenía el material bien resguardado entre sus cosas. Había venido a comerciar y, probablemente, a tener también una charla con un viejo conocido. No estaba segura, de todas maneras, si vendría él solo o acompañado.
Skjoldheim siempre reunía a las almas festivas y aventureras, al fin y al cabo.
Asradi pidió una jarra de la hidromiel más especiada que tuviesen, y estuvo disfrutándola poco a poco mientras sus ojos se iban posando en los que entraban y salían de la taberna, a modo de distracción. De nostalgia también. Hacía años que no volvía a las frías tierras del North Blue, a Skjoldheim y al Jörmungandr Fjord, pero ya se había encontrado con algunos viejos conocidos que había dejado atrás. Ver a Torfi había sido como una bocanada de aire fresco para ella y un alivio para su corazón. Mientras esperaba y rememoraba aquello, sonrió de manera queda. Iba ataviada con un grueso mantón hecho de pieles que cubría parcialmente su cuerpo, pero que dejaba a la vista su cola de sirena. Nunca había sentido, en Skjoldheim, que tuviese que ocultar lo que realmente era, pues generalmente siempre había sido bienvenida en la superficie nórdica. Eran parte de la cultura, al menos en algunos lugares. Llevaba, por igual, el cabello trenzado cayendo por uno de sus hombros, y algunas plumas de cuervo complementando el tocado. Había dejado atrás las vaporosas prendas del East Blue para arrebujarse en las típicas de su pueblo, a las que ella estaba habituada.
Ahora, solo faltaba que el bizarro capitán Silver apareciese. ¿Sería el inicio de un negocio todavía más prometedor entre ellos?
— Espero que no le haya pillado alguna tormenta. — Murmuró para sí, mientras contemplaba, ahora, a través de la ventana cercana.
Nota
Temita para oficializar alianza entre Asradi y los Pirate Bizarre Adventures. Aunque inicialmente en el post solo Silver ha sido nombrado, porque es a quien ella conoce, cualquier miembro de la tripulación es bienvenido a unirse a este temita de chill y jolgorio.
115.717.501
1211 / 1211
743 / 743
525 / 525
Marvolath
-
07-02-2025, 01:13 AM
El capitán y la tripulación habían salido. No sabía a dónde ni a qué, ni falta que le hacía: no le necesitaban para lo que quisiera que fueran a hacer, y eso significaba que podía quedarse a bordo del barco, trabajando. Hacer inventario y limpiar no eran tareas que uno llamaría interesantes, pero era mejor que enfrentarse al frío helado que atacaba fuera. Sí le dijeron, al menos, que a la noche quedarían en la taberna con una vieja conocida.
Ya era de noche cuando una pequeña figura entro tan rápido como el entumecido cuerpo le permitía, tan cubierto de abrigos y nieve que apenas se distinguían unos ojos. Se movía inquieto, como a saltitos, dejando pequeños montoncitos de nieve cerca de la entrada mientras se frotaba intentando entrar en calor. La piel sintética que había diseñado para protegerse del frío trabajaba al máximo de sus capacidades, pero para alguien más habituado al desierto que a la nieve, aquella tormenta era un infierno.
- Paarece qque aún nno han lle-llegado - musitó entre tiritones y castañeo de dientes - . Ya podrían habber reservado un lugar junto al fuego.
Usando un taburete como escalera pidió algo en la barra. Caliente y fuerte, a ser posible. Y desde las alturas escudriñó el lugar, buscando al menos a aquella persona con la que se suponía iban a quedar. Las indicaciones no habían sido del todo precisas -o quizá sí, tenía que admitir que estaba más centrado en un nuevo diseño que en escucharles-, pero si alguien de aquella abarrotada taberna encajaba era la dama (o damita, para los estándares de la gente grande) de la mesa resguardada. "Como en los cuentos" pensó.
Unas esquivas, disculpes, y "PERO QUÉ?!"s más tarde se presentó, con una ligera reverencia cortés.
- Bbuenos días - se estremeció, tratando de expulsar los restos del frío de su cuerpo - . Disculpe la intromisión, pero ¿no estará usted esperando a un... caballero de lengua plateada?
No sería la mejor referencia, pero sería mejor que decir el nombre del pirata más buscado en una taberna llena. Y si aquella mujer conocía a Silver, de seguro reconocería esa faceta.
Resumen
Marvolath pasa el día separado de la tripulación, con sus quehaceres, aunque quedando en reunirse en la taberna para conocer a alguien. Llega el primero, muerto de frío, y prueba suerte con quien parece encajar con la descripción.
Aspirante
345 Reputación
Perfil
238.800.448
1179 / 1179
855 / 855
475 / 475
Asradi
Völva
08-02-2025, 07:34 PM
(Última modificación: 08-02-2025, 07:35 PM por Asradi.)
Las luces del norte se vislumbraban desde la ventana en el momento en el que comenzó a hacerse de noche. Asradi había estado esperando ahí tranquilamente, bebiendo y picoteando alguna cosa mientras el hombre con el que tenía que encontrarse todavía no llegaba. Pero no tenía prisa, aunque también era verdad que estaba ligeramente preocupada. De todas maneras, si pensaba bien también en quíen se trataba, no le sorprendía en demasía. A lo mejor se entretuvo con alguna otra cosa. Por mientras, ella también se había entretenido en alguna que otra charla frugal hasta que, en un momento dado, la puerta de la taberna se abrió. Asradi apenas se fijó, pues sería un cliente más. La tormenta arreciaba con fuerza, ahora, en el exterior y el interior ofrecía refugio y calidez. Algo de fresco entró al lugar hasta que, de nuevo, las puertas fueron cerradas.
— Al menos la noche es bastante clara. — Musitó para sí al volver su atención, temporalmente, hacia el exterior y a través de la ventana. Agitó suavemente la cola, como quien balancea las piernas en un taburete que le es bastante más alto, entretenida.
Y estuvo así un rato hasta que escuchó ruiditos cerca suyo. Cuando giró el rostro, la sirena no vió a nadie. Pero cuando escuchó un tartamudeo evidenciado por el frío, tuvo que descender la mirada hasta que se encontró con una criatura que debía rondar el metro de estatura. Parecía un niño pero... claramente no lo era. Sobre todo a juzgar por el tono caballeroso en el que se expresaba.
Una sonrisa suave terminó por aparecer en los labios de la pelinegra cuando el varón de pequeña estatura preguntó si estaba esperando a un “caballero de lengua plateada”. Parecía que aquel hombre le conocía. ¿Para bien o para mal?
— Hay muchos hombres de lengua afilada. Pero plateada... — Apoyó la mano en la mejilla y el codo sobre el borde de la mesa. — Entiendo que usted le conoce bastante bien, así que es probable que estemos hablando del mismo. Si tiene buenas intenciones, acompáñeme, le invito a comida y a bebida caliente.
Podía notar, y ver, el tembleque suave del kobito debido al frío que, seguramente, todavía tenía.
— El tiempo está terrible fuera, y no todos están habituados a este clima. Me llamo Asradi. — Se presentó, con un deje de la misma cortesía.
213.802.500
1171 / 1171
482 / 482
250 / 250
Balagus
-
10-02-2025, 03:24 AM
- Maldita sea. Se me ha hecho muy tarde. -
Balagus jadeaba con esfuerzo, mientras cargaba el cadáver de un enorme oso a cuestas, tan grande como él mismo, y eso no era poca cosa. Unas horas antes, el oni había decidido echar un vistazo a la taberna donde su capitán les informó que tendría lugar el encuentro, invitándoles a ir si así les parecía. Allí, y tras un par de hidromieles, retó al posadero a cazar a la criatura de las proximidades más grande y peligrosa que pudiera encontrar, traerla, limpiarla y cocinarla. Esa criatura había resultado ser el oso con el que cargaba, al cual había eliminado limpiamente, a pesar de las múltiples marcas de garras sobre su piel y del retraso sufrido.
El aliento se condensaba en vaho blanco apenas le salía de la boca, sus pies dejaban grandes surcos en la nieve al avanzar, ensanchados por el cuerpo de la bestia al ser arrastrada. Aun así, el contramaestre seguía resistiendo ferozmente el frío glacial, que no había hecho más que empeorar con la caída de la noche. El avance, lento y trabajoso, mantenía ocupada su mente, y sólo necesitaba imaginarse la cara de sorpresa del tabernero cuando viera el resultado de su apuesta para espolearse y continuar sin desfallecer.
El edificio, apenas reconocible más que por sus brillantes ventanas en medio de la noche, no tardó en perfilarse, y Balagus pudo ver una pequeña figura familiar, enterrada en pieles y abrigos, adentrarse en la taberna antes que él. Esbozó media sonrisa, y reanudó su camino, avanzando cada vez más rápido a medida que el espesor de la nieve en el suelo se reducía.
Abrió la puerta con fuerza, haciendo el silencio en su interior, salvo por sus cansados jadeos. Tras escanear la estancia con su severa mirada, todos los parroquianos volvieron a sus bebidas y conversaciones, no sin algún que otro comentario disimulado y dedos índices apuntando al oso con el que el oni cargaba. Estrujándose como buenamente pudo por la puerta, y pasando a la bestia muerta por ella también, entró en el lugar, dejando que fueran los demás quienes le abrieran paso.
Con su altura aventajada, no tardó en dar con una joven que, a todas luces, no debía ser de por allí, acompañada del estimado doctor. Con pasos pesados, se acercó a ellos y dejó su pieza sobre la propia barra, dándole un descanso a sus agarrotados hombros y espalda.
- Entiendo que eres la persona con quien se iba a reunir Silver, ¿verdad? – Preguntó directamente a Asradi, sin tomarse ninguna formalidad. – Mierda… podía darnos descripciones para variar. Soy Balagus, contramaestre y viejo amigo de Silver. Y, por lo que veo, él no ha aparecido todavía. Debería de dejar de hacerle eso a las mujeres. – En aquel momento, vio aparecer al tabernero, completamente sorprendido por la bestia que el oni había cazado. – Dadme un momento, voy a llevarle esto al dueño de este sitio, y voy a enseñarle una o dos cosas de cocina. No te preocupes, Marvolath: voy a quitarte este frío con un buen estofado de oso, ya verás.
Resumen
Balagus ha traído un oso recién cazado a la taberna, a raíz de una apuesta realizada previamente con el dueño, y ha encontrado a Asradi y a Marvolath. Tras saludar y presentarse, marcha con el oso muerto hacia la cocina para preparar algo rico con dicho animal.
115.717.501
1211 / 1211
743 / 743
525 / 525
Marvolath
-
10-02-2025, 04:46 PM
La dama asintió, dando fin a la breve búsqueda de Marvolath. Se bajó la capucha, dejando al descubierto un pelo revuelto por el continuo roce, y la bufanda, mostrando la cara pálida con mejillas ligeramente sonrosadas por el frío.
- Marvolath - respondió sin atreverse a alzar la voz, con una sonrisa amable y un torpe asentimiento que podría entenderse como una ligera reverencia -. Acepto encantado, especialmente si es caliente. Pero tendrá que permitirme invitar a la siguiente. Con su permiso.
Y se subió a una de las sillas. Como era costumbre, los pies quedaban colgando a un palmo del suelo y media cara quedaba bajo la mesa. Probó a sentarse sobre las piernas, a la manera que había visto a menudo en el East blue. Aquello solucionaba el colgar de las piernas y la escasa visión, pero la dureza y forma de la silla hicieron que pronto le doliesen las piernas, prefiriendo volver a la postura tradicional. Consciente de la impresión que estaba dando, carraspeó antes de responder con su natural indiferencia.
- Sin duda es un clima duro el que tienen aquí. Me recuerda al desierto de Kalab, aunque en frío, claro. Quizá hubiese aguantado mejor hace unos meses, pero me temo que el tiempo pasado estudiando ha hecho mella - se estremeció con un escalofrío, producto de una ráfaga fría, que remedió ajustándose mejor el abrigo -. Siempre me ha sorprendido la capacidad de adaptarse y sobrevivir en entornos tan duros. Y la obstinación para hacerlo, dicho sea.
Fue entonces cuando llegó Balagus. Un rápido vistazo a la presa y a las heridas - nada que requiera intervención - le bastó para entender en qué se había entretenido cocinero. La promesa de comida caliente y abundante fue suficiente para hacerle olvidar el retraso, y tarareó una melodía, algo simple y repetitiva, pero alegre.
- Estoy impaciente por ver qué Rey del mar ha cazado el capitán para llegar tan tarde - bromeó, de buen humor -. Y hablando del mentado... ¿Cómo tuvo la... fortuna de conocerle?
Aspirante
345 Reputación
Perfil
238.800.448
1179 / 1179
855 / 855
475 / 475
Asradi
Völva
11-02-2025, 06:02 PM
— Un placer, Marvolath. — Respondió la pelinegra cuando el hombrecito pequeño se presentó. Era la primera vez que veía una criatura, humanoide, de ese tamaño. Aunque conocía a los woko, pero eran híbridos con sirena o con gyojin. Y Marvolath no parecía tener ningún rasgo de ese estilo, aunque quizás era demasiado pronto para juzgar al respecto.
Tampoco iba a preguntarle, por tener deferencia hacia él.
— Claro, no hay ningún problema. Y puede tutearme, si le es más cómodo. — En realidad, solía ser bastante cercana cuando había gente que era de confianza con respecto a en quien ella confiaba. En este caso, Silver, a pesar de que ese bribón todavía no se dignase a aparecer.
Mientras Marvolath elegía como acomodarse en la silla, Asradi sí pudo ver la dificultad para estar cómodo y a la altura debido a su pequeño tamaño. Claro que no quería que estuviese incómodo mientras hablaban o esperaban a Silver, así que hizo un gesto con la mano, una mirada breve que uno de los camareros entendió. Y que, acto seguido, se aproximó con un par de gruesas pieles de algún animal y las acomodó en la silla de Marvolath a modo de cojín, para que pudiese estar o bien más alto si se sentaba de manera normal. O si decidía estar de rodillas, que tuviese un apoyo un poco más blando, cálido y confortable.
Asradi le sonrió suave y simplemente con esto.
— Entonces nos pasaría al revés. Yo estoy habituada a estes climas, nací justo aquí, en el North Blue. Llevo muy mal los lugares demasiado calurosos, aunque nunca he visto un desierto. — Confesó, con un aire curioso mientras permanecía atenta al kobito. — Creo que iré pidiendo las...
Y Asradi se calló, sin más, cuando de repente la puerta de la taberna se abrió casi de un portazo. La mirada celeste de la sirena se dirigió hacia dicho lugar y lo primero que vió al entrar fue un... ¿Eso era un oso? Vale, sí y no. Era un oso muerto que estaba siendo cargado por un grandullón de porte intimidante. Por inercia, Asradi le escaneó con la mirada, como si intentase dilucidar si venía en son de paz o en busca de bronca. Aunque, en ocasiones, eran los más tirillas los que quería gresca.
La sirena se acomodó y siguió con la mirada al oni, viendo como dejaba el oso que, al parecer, había cazado, sobre la barra. O sobre gran parte de ella. Y luego de las miradas que la mayoría de los lugareños pusieron sobre el recién llegado, éstes regresaron de nuevo a sus propios asuntos.
— Entiende bien, soy Asradi. — Se presentó, esta vez, a Balagus, dirigiéndole una sonrisa afable y calmada. Si era camarada de Silver, entonces estaba más tranquila. Al parecer iban llegando más y más y el mentado capitán todavía estaba en fase desaparecida. — Es probable que se haya entretenido, no tengo prisa tampoco. — No parecía ofendida o afectada al respecto. Luego, se dirigió abiertamente a Balagus. — Dígale al cocinero que guarde las pieles. Podéis aprovecharlas para confeccionar alguna capa o abrigo. La piel de oso es muy abrigada y codiciada en este lugar y con este clima.
Fue lo que les aconsejó. Acto seguido, llamó al tabernero y, desde su lugar, pidió tres jarras grandes de hidromiel caliente.
— Una bebida cálida para confortar el cuerpo, antes de una buena comilona. Ayudará a abrir todavía más el apetito. Y a entrar en calor. — Le guiñó un ojo, ligeramente, a Marvolath por ello. — Esta ronda corre de mi cuenta, entonces. — Incluida la bebida de Balagus, claramente.
Cuando el kobito, ahora, le preguntó directamente que cómo había conocido a Silver, la sirena se acomodó un poco en el respaldo. Aunque tuvo un momento que no pudo evitar admirar a Balagus en silencio. La verdad es que el oni imponía bastante.
— Mayoritariamente por negocios, a decir verdad. — No mentía. La relación con Silver había comenzado de esa manera. — Y, después, tuvimos un encuentro en Goat hace ya un tiempo. Pero, ahora que no está delante... — Se le formó un gesto pícaro y divertido. — ¿Qué podéis contarme de él? Sé que es buena gente, eso es innegable. — Añadió.
213.802.500
1171 / 1171
482 / 482
250 / 250
Balagus
-
12-02-2025, 12:46 AM
Arrastrando el cadáver del animal hacia la cocina, Balagus emitió un grave gruñido de afirmación ante la propuesta de Asradi de separar la piel del oso para confeccionar prendas de abrigo con ella. Aquello era algo que debería hacer Dharkel, por supuesto, pero tampoco tenía por qué revelarle aquel detalle a sirena a la que acaban de conocer. “Mucho he revelado ya” se recordó a sí mismo.
Entrando a la cocina, tuvo que enfrentarse a la reticencia del propio cocinero, un norteño corpulento y fornido, de barbas y bigotes tupidos y trenzados, a permanecer allí. El oni discutió con él acaloradamente, aparentemente sin llegar a las manos, vociferándose el uno al otro que no sabrían cómo despellejar y cocinar a aquella bestia ni aunque ella misma les hubiese parido. Además, un nuevo foco de conflicto no tardó en estallar: qué hacer con la carne que no se usara aquella noche. Balagus, por supuesto, defendía que, al haber cazado al animal, debería ser él quien se lo llevara a su barco, pero el cocinero se negaba a dejar salir de allí ni una pizca de la carne del oso.
Tras varios minutos de airada discusión, algún puñetazo ocasional, y un hacha carnicera cortando el aire en dos ocasiones, ambos llegaron, con la mediación del dueño del local, al mutuo acuerdo de que Balagus desollaría y despiezaría al animal, y que cocinaría un puchero mientras el cocinero local preparaba otro, y serían los parroquianos quienes decidieran el mejor resultado. Acordaron también que el oni se llevaría las pieles y las partes menos jugosas y aprovechables del animal, mientras que el tabernero tomaría lo mejor de las sobras y lo guardaría en sus almacenes.
Las jarras de hidromiel, ya bastante demoradas, salieron apenas el guerrero hubo empezado a separar piel de carne, por lo que este aprovechó un momento de descuido del tabernero para tomar la que le correspondía, bebiéndola de un trago. Trabajaba con rapidez y habilidad, habiéndose calentado con el fuego de la discusión y la hidromiel, y apenas tardó un rato más en tener lista una buena selección de pedazos de carne que echar a un burbujeante puchero, junto a una variada y abundante selección de hierbas y tubérculos locales, cuyos fuertes sabores pudo comprobar antes de aplicar.
El estofado estaba en marcha, y tardaría en requerir de su atención de nuevo, por lo que regresó con Asradi y Marvolath. Sin duda, les habría dado tiempo a hablar largo y tendido en su ausencia.
- Está buena la bebida que manejan por aquí. Tengo que aprender a prepararla yo también. ¡Tabernero, sírvenos otra, maldita sea! -
115.717.501
1211 / 1211
743 / 743
525 / 525
Marvolath
-
14-02-2025, 09:23 PM
La petición de las pieles para alzarlo en la silla lo pilló tan de sorpresa que no pudo reaccionar hasta que el trabajador que le colocó el improvisado cojín se retiró mal disimulando la sonrisa. E incluso entonces no supo como reaccionar. Ya estaba acostumbrado a desenvolverse en un mundo hecho para gente mucho más grande que él, y tanto valerse de su tamaño como responder a los que lo subestimaban. Pero aquellas raras ocasiones donde alguien se mostraba amable lo confundían: por un lado, no terminaba de estar seguro de si era amabilidad o condescendencia; por otro, no sabía si sentirse agradecido por la buena intención o herido por ser tratado como un niño. Un poco de todo, supongo.
Por suerte las jarras llegaron pronto, distrayendo la atención de aquel incómodo dilema. Dispuesto a dejarlo correr, asumiendo buena intención, alzó la jarra -grande como su cabeza- en señal de brindis, antes de dar un largo trago. El calor de la bebida sumado al ardor del alcohol en la garganta fue tan reconfortante como una manta y una chimenea, y aunque sabía que el alcohol sólo provocaba una falsa sensación de calor -pues realmente ayudaba a enfriar el cuerpo- no puedo evitar acabar la mitad de una vez.
- En Goat... - respondió, pensativo, a la escueta historia sobre cómo conoció al capitán - . Recuerdo la parada que hicimos allí, hacia el final del verano. En esa etapa estaba enfrascado en mis investigaciones, y pasé varias semanas sin desembarcar.
Repitió el trago, esta vez más corto, ya saciado y en calor.
- Silver es... complicado. O complejo, más bien. Llevo con él desde comienzos del verano, y estoy seguro de que apenas conozco la superficie. Le gusta tener las cosas controladas, pero a la vez, dejarlas al azar. Hace planes, pero es demasiado impulsivo para seguirlos - dudó un momento, pensando en qué más sabía - . Sí, podrías decir que es buena gente, suele tener buen carácter. Pero de mecha corta, si ust.. si me entiendes, con algunos temas. Y diría que no es de los que olvidan una afrenta.
Fue quedando sumido en recuerdos, algunos más oscuros que otros, de su experiencia con el capitán y su tripulación, a medida que los rememoraba al hablar de Silver. Por ello, cuando Balagus apareció dejando caer la pesada bandeja de comida no pudo evitar sobresaltarse. Y sonreír, ante la visión de tanta comida. Y, esta vez sí, se calentaría realmente. Se sirvió una buena ración, empezó a engullir con el hambre del que no ha comido en todo el día - "Tendría que inventar algo para no tener que comer" -, y con unos gestos (o aspavientos) pidió una nueva ronda de bebidas.
Impuntual. El capitán también era impuntual, visto lo visto.
Resumen
Marvolath no está seguro de como reaccionar a la atención de los cojines, agradecido y herido a partes iguales. Decide dejarlo correr y brindar con Asradi. Comparte algunas impresiones sobre Silver, hasta que llega la comida y comienza a engullir.
Aspirante
345 Reputación
Perfil
238.800.448
1179 / 1179
855 / 855
475 / 475
Asradi
Völva
15-02-2025, 12:55 PM
La mirada de Asradi se posó en la cocina o, más bien, en dirección a esta en cuando comenzó el griterio, alguna que otra amenaza, gruñidos, ¿eso era un hacha carnicera volando? La sirena parpadeó un par de veces. Estaba ya habituada a ese tipo de comportamientos, sobre todo en esas tierras, por lo que aquello le hizo sonreír de manera suave. Estaba en casa, al fin y al cabo. Mientras todo eso sucedía en el interior de la cocina, volvió a prestarle atención a Marvolath, puesto que Balagus todavía no había regresado como tal.
— En Goat solo conocí a Silver, efectivamente. Entiendo que ya estabais viajando con él por ese entonces. — Dió un comedido sorbo a su bebida caliente. La hidromiel bajó, reconfortante, por su garganta, así como el fuerte sabor de las especias le dió un chute de buen humor. Tras relamerse los labios apenas y dejar luego la jarra sobre la mesa, sonrió de forma entretenida. — A pesar de llevar con él solo desde comienzos del verano... — Mencionó, después de que Marvolath hiciese su descripción, haciéndola reír de manera suave. — … Parece que le conoces bastante bien.
Al menos la superficie, por así decirlo. Asradi dió otro largo trago y antes de que pudiese continuar, la enorme presencia de Balagus hizo acto de aparición con tamaña bandeja de carne y estofado. Los ojos de la sirena parpadearon, primero con curiosidad y admiración. Y luego con hambre. ¡Dioses, eso se veía divino! Calentito, jugoso y hasta tal punto que ya se le estaba haciendo la boca agua.
Balagus no tardó en pedir otra ronda de bebida (ella aún no se había terminado la primera jarra), cuando Marvolath se sirvió sin pena alguna. Hacía frío y era normal. Ella también estaba hambrienta, así que hizo lo mismo.
— Tiene una pinta estupenda. No todos son capaces de guisar así la carne de oso. — La cual, generalmente, solía ser bastante dura al ser un animal fornido y tan grande. — En cuanto a la receta de la bebida, quizás puedas sonsacársela al tabernero. — Le guiñó un ojo al enorme oni, teniendo en cuenta la bronca que parecían haber tenido el cocinero y él con el tema del oso en sí.
Con ello, Asradi se sirvió un copioso plato de estofado, visto las cantidades enormes que había ahí. Era curioso porque, con lo menuda que parecía ser, comía precisamente como un tiburón. O un oso. Y justo Marvolath hizo aspavientos para pedir otra ronda de bebidas. La sirena se rió ligeramente. Iban a terminar emborrachándose todos (ella tenía bastante aguante), antes de que Silver llegase.
— Y retomando el tema de conversación. En cuanto a Silver simplemente pienso que es como una entidad caótica. — No lo conocía tanto como ellos, por supuesto, así que esa era la impresión que a ella le daba. — Tiene sus planes y no los termina de planear de todo, como si los dejase un poco al destino. No me sorprendería si alguno le hubiese estallado en la cara en alguna ocasión.
Sonrió abiertamente.
— Pero no por ello considero que sea mala persona. Me parece que, para ser pirata, tiene un corazón bastante revolucionario. — Comentó, dando un primer bocado al estofado. Cuando lo hizo, masticó y luego pasó dicho bocado, los ojos de Asradi se posaron abiertamente en la comida. Parpadeó un par de veces y luego miró a Balagus, y luego al estofado. — ¡ESTO ESTÁ DE MUERTE! — No tenía palabras para describir la jugosidad de la carne y la salsa espesa y potente que le acompañaba.
213.802.500
1171 / 1171
482 / 482
250 / 250
Balagus
-
15-02-2025, 03:26 PM
- Espero no tener que cazarle otro de estos para negociar. – Respondió Balagus rápidamente a la sugerencia de Asradi respecto a la bebida. El paladar del oni había empezado a captar ya algunos ingredientes y procesos de la misma a través de sus sabores y matices, por lo que siempre podría improvisar en caso de no conseguir lo que necesitaba. – Y bueno, sólo puedo decir que quienes me enseñaron a cocinar solían preparar animales y bestias de este tamaño y fuerza, cuando no más, como plato común. –
Aunque nunca lo reconocería, ver cómo otras personas se servían y devoraban sus platos con avidez y con el gusto desbordándoles por los ojos, ofrecía al taciturno oni de gesto serio un calor que ninguna bebida alcohólica podría proporcionarle nunca. La palpable sinceridad en la reacción de la sirena al probar la comida avivó más aquella llama interior que atemperaba su espíritu y acallaba a sus fantasmas, y de paso, también ahuyentó buena parte de los recelos que guardaba hacia ella, al menos de momento.
- Entonces parece que un chorro de esa bebida de por aquí, ese… ¿hidromiel?, en el puchero hace maravillas. Al menos, siempre que sea del más fuerte que tengan por aquí. – Tomando su nueva jarra, prácticamente la vació de un trago largo, y luego se sirvió de su propia comida hundiendo directamente un cuenco de madera en el estofado. – Y sobre el capitán… bueno, no le conocéis lo suficiente aún, me temo. ¿Planes? ¿Él? Hace bien en haceros creer que los traza y los piensa. Pero hace mucho que dejé de creer en esa idea. No, él va de un sitio para otro, zarandeado por sus corazonadas e impulsividad, como un hueso es zarandeado por el cachorro de lobo que juega; y entonces trabaja e improvisa sobre el terreno. Tiene un don, eso sí, para encontrar siempre algo de lo que sacar partido, o beneficio, allá donde vaya. -
Tomó un par de tragos del estofado con el cuenco, bebiéndolo casi como si fuera una sopa espesa con tropezones muy grandes. Se permitió unos momentos para admirar su trabajo en silencio: efectivamente, le había sacado aquel frío congelador de los músculos, y la grasa aislante del animal se había mezclado con las recias hebras de carne, así como espesado el caldo, volviéndolo todo más jugoso y adhiriendo mejor las especias a los trozos y a los tubérculos. Le había salido un plato indecentemente bueno para haber sido cazado unas horas atrás.
- No es un mal tipo, pero a veces me sigo preguntando cómo demonios me convenció para que le siguiera, y por qué sigo con él. De alguna manera… siempre encuentra la manera de convencerme, de sacar esa versión de él que me hizo quedarme en un primer momento. Sólo desearía que dejara de enterrarla bajo tanta palabrería y tanta actuación. -
|