Alguien dijo una vez...
Iro
Luego os escribo que ahora no os puedo escribir.
¿Piratas? ¿En Rostock? ¡Espero que Pidan Algo Más Que Agua!
Jun Gunslinger
Nagaredama
La idea de ganar 100 mil berries de un golpe la mantenía centrada y de buen humor. Sin embargo, las interacciones entre Chrome y Strange -o mejor dicho, Dr. Bonez- no pasaron desapercibidas para ella. Al final, descubrió que esos dos sujetos tampoco se conocían, y que aquel encuentro se había dado de forma meramente afortunada y casual. Eso la relajó.

Jun sonrió, con los brazos cruzados y el pecho inflado de orgullo ante las flores que Bonez le lanzaba. La realidad es que la muchacha no había hecho más que caerse de la silla y protegerse, como pudo, de la mesa que se le fue encima con vasos, botellas, cartas y toda la cosa. Sin embargo, si la Gunslinger hubiese teniendo real intención de defenderse, aquel sujeto no habría salido de la taberna caminando... si no, con las patas para adelante y un tiro en la frente. Pero Jun no quería problemas, es decir, no quería graves problemas. Los altercados y travesuras comunes eran cosa de todos los días.

De pronto la cara le cambió y levantó una ceja cuando el joven de la piel grisácea hizo presentación formal. "Baltazar Bones", "Isla Fantasmagoria", repitió Jun para sus adentros. "Niño maldito". Aunque todo lo que el muchacho de las cartas decía sonaba tétrico, y cada palabras hacia eco en la mente de Jun como una advertencia, algo en ellas le atraía más de lo que estaba dispuesta a admitir. La peliazul era como un gato, un gato desconfiado y a la vez muy muy curioso. Eso la animó a conversar.

Isla Fantasmagoria, ¿eh? —comentó, con una sonrisa burlona mientras hacía una pausa para darle un buen mordisco a su hamburguesa, que chorreaba de aceite y aderezo. La comida, aunque la distrajo momentáneamente, no le quitó las ganas de adentrarse más en esa conversación extraña. Sin mucho cuidado se limpió la boca con el dorso de la mano, y con la boca llena añadió—. Suena como el sitio perfecto para encontrar problemas. Y tú... ¿Maldito, dices? —repitió, claramente interesada, mientras sus amatistas destellaban un brillo astuto—. Me pregunto qué habrá pasado para que te ganes ese apodo.

Sin embargo, antes de que Bonez pudiera responder a los comentarios de Jun, Vesper intervino con su propia presentación, brindando su nombre completo. La Gunslinger rodó los ojos ligeramente, sin poder evitarlo. Dr. Chrome. Era como estar en una reunión de doctores con especialidades tan raras como sus apariencias. Ella podía ser la Doctora Jun, especialista en explosivos. ¿Cómo sonaba eso?

Vio a Bonez excusarse y sacar un cigarrillo, el que encendió con el fuego que brotaba de un anillo que llevaba en la mano derecha. Amablemente ofreció un tabaco a los demás, pero tanto Jun como Vesper lo rechazaron.

El Doc y el Niño Maldito, vaya compañía la mía —pensó Jun, antes de sonreír de nuevo, esta vez con una mueca de desafío en sus labios. Con un movimiento ágil, se inclinó hacia la mesa, dejando su hamburguesa a un lado y levantó sus cartas, lanzando una mirada rápida antes de ocultar su expresión tras una máscara de indiferencia. Después, alzó el mentón, para hablar en dirección a Chrome. 

Así que... ¿Hay un animal que asesina a las personas que vagan por la noche?— Jun se había quedado interesada en las palabras de Vesper—. ¿Qué sabe de eso, Doc?

La muchacha se echó hacia atrás en la silla, sin perder su postura desafiante, y sonrió con desdén. Sus cartas eran definitivamente una mierda. Las arrojó sobre la mesa, enseñando lo que tenía, y comparó con lo de Vesper, esperando que Bonez revelara lo suyo también.

Debo decir que si alguien aquí tiene el descaro de intentar deshacerse de mí con truquitos baratos —murmuró, con un susurro afilado— lo lamentará. —Jun jugaba con las palabras acompañándolas de una sonrisa feroz que dejaba claro que no estaba dispuesta a perder con engaños. Por desgracia ya no podría hacer trampa, como en el juego anterior, porque sus trucos habían sido desbaratados. Ahora tenía que valerse de pura habilidad.
#11
Baltazar Bonez
Dr.Bonez
Bonez intentaba actuar como si mirara sus cartas y jugar aquella mano cuando en realidad analizaban a aquellos dos piratas que se encontraban frente a el. Desde el salvaje Doc con sonrisa maliciosa  y aquella chica que habia mostrado bastante agallas al pelear con ese gigante. Dos personas interesantes para conocer en una noche de poker, pensaba para si mismo mientras esbozada una sonrisa maliciosa junto a sus brilla tes ojos rojos el maestro de las cartas. No sabía que hacian ellos dos ahí en ese momento, pero fuera coincidencia o azares del destino, tenía un buen presentimiento  sobre ellos.

Al escuchar acerca de aquel animal que aparecía por las noches en kilombo de parte de Dr.Hiena, Bonez no evitar soltar una risotada vivaz.

Ewawawaaaa!! Ahora que lo dice doc, también he escuchado sobre esa bestia, al parecer devoro a uno de los subcapitanes de un grupo pirata al que le.debia dinero, así que me saco un peso de encima ewaa. Dice con ese aire maligno de su piel negra y ojos rojos, mientras que movía las cartas por sus dedos con agilidad sonriendole a Jun al mismo tiempo que responde a Vesper.

"Niño Maldito, es lo que me toco ser. Valiente niño soldado sin tierra ni pasado." 

Decía ocultando un tono de tristeza cuando repitió aquella frase que usaban contra el por haber sido maldecido. De la nada vuelve a sonreír antes de escuchar a Vesper. "Extraños" somos los tres en esta mesa Dr.Vesper, eso es lo que hace ese encuentro interesante ewah~  


Depues de decir eso se gira hacia Jun alzando un poco su sombrero negro de pluma roja. 

Lo siento cariño, pero parece que esta vez  el buen Bonez se queda con la suerte. Dice mostrando sus cartas teniendo un full de Quina y As. 

¡Jackpot! Dijo riendo de manera honesta al ver a Vesper enojarse. Llevándose las monedas del pozo y lanzaba una al aire con gran destreza.

¿Listos para el round 2 muchachos.?
#12
Vesper Chrome
Medical Fortress
—¿Isla fantasmagoría? — Pregunté interrumpiendo a bonez mientras hablaba, para posteriormente simplemente hacer silencio y esperar que este terminara de hablar acerca de esas cosas, verdaderamente me daba algo de intriga, haberme encontrado con estos dos especímenes en este sitio, a tan solo días de marcharme de kilombo. Conforme el chico hacia silencio y era la muchacha quien comenzaba hablar como aquella niña curiosa que quizás hubiera sido mi niña si no hubiera pasado aquel incidente.  


—Suelen pasar desastres en las noches, piratas, bandidos, delincuentes desaparecen o simplemente aparecen muertos en algún punto de la ciudad, dicen que es un animal, pero muchachos, si ustedes no han escuchado hablar de eso, lo mejor es que yo mismo no lleve el tema a nuestra mesa de juegos. — Comenté tratando de evitar los pensamientos o preguntas innecesarias acerca de esos incidentes, porque claramente los cometo yo de vez en cuando, pero no es momento para asustar a nadie con mi pasado atormentado.   Las cartas de esta muchacha no eran más que una basura, igual que las mías, era evidente que esta ronda la ganaba el extraño hombre de tez grisácea.  Pero a ver, que todo buen apostador que se respete no dejaría que un juego acabase en solo una ronda, así que al ver las cartas del hombre a mi lado di dos golpes fuertes a la mesa con mis dedos antes de hablar. —Doble o nada muchachos, ¿Que dicen? ¿O acaso tienen miedo? —  Quizás el haber estado bebiendo hace unas horas comienza hacer efecto en mí, pero qué más da, lo importante aquí es divertirse cuanto pueda, si no, ¿De qué sirve ser un pirata? . 


—Tssk! Como si alguien quisiera engañar a una niña. — Dije burlándome de la Gunslinger que se encontraba frente a mí. En eso escuche a Bonez hablar nuevamente, se referia a una de las tripulaciones piratas de poca monta que se estaban asentando en la isla pero que al final tras la muerte del subcapitan decidieron marcharse, lo recordaba perfectamente.  —¿No te estarás refiriendo a Gancho de Hierro McGee o si Strange? — Pregunté con una sonrisa maligna en mi rostro, y en caso de que haya sido ese, al menos habia asesinado a un tipo que amenazaba a alguien tan interesante como este niño maldito que tengo delante de mí.  


— Buena jugada muchachos, es tu turno de ganar Strange, pero como dije, vamos a una segunda ronda, doble o nada, al final es beber, jugar y salir tan pedos de este bar que al final no podamos ni mantenernos de pie. — Dije con una sonrisa malévola antes de reírme a carcajada. —Doctohohoho. — Delante de todos, los que ya me conocen saben que realmente comenzaba a emocionarme por el juego, el alcohol y la buena compañía de la noche. A veces lo ideal simplemente es escapar de la realidad en un juego de cartas, en una ida a la playa, o en una simple pelea y hablando de esto último, aquel estúpido hombre habia entrado por la puerta con un grupo de idiotas como el, o incluso puede que más, y parecían dirigirse bastante enojados hacia nuestra mesa.  


Al parecer al ser tantos, pudieron noquear o al menos golpear fuertemente a los guardias de fuera del local, pero estaba bien, los que se encontraban dentro miraron hacia mí, pero con un gesto de mis manos les indique el no moverse de sus sitios, si en verdad estos tipos intentaban interrumpir nuestro juego de carta, tocara comer carne podría el día de hoy.  


—Maldita niña. — Se escuchó al hombre hablar acercándose. — Devuélveme el dinero que me robaste o te va a ir muy mal esta noche. — Una sonrisa maquiavélica se formó en mi rostro al escuchar estas palabras, pero no habia razón para atacarle si este no hacia un movimiento primero, al final de cuentas si lo mato, alegaré que fue en defensa propia. Miré a Jun durante unos segundos, esperando cualquier reacción de la muchacha, y sobre todo podía observar la sonrisa que se pintaba en la cara de Strange, y es cuando supe que este hombre me caería demasiado bien.
#13
Jun Gunslinger
Nagaredama
No me llames cariño —advirtió Jun a Bones, lanzándole una mirada de muerte antes de volver a perder el rostro detrás de aquella enorme hamburguesa. La carne jugosa y el pan se desbordaban entre sus dedos y, mientras devoraba, con la boca llena de comida -aunque probablemente el muchacho no le entendiera una sola palabra-, redobló:—. Tengo nombre, y ya te lo he dicho.

Vesper no se tardaría nada en proponer una segunda ronda, buscando la revancha, y apoyando la idea Jun levantó la mano en un gesto automático, dando la señal de asentimiento, mientras se debatía silenciosamente entre respirar o tragar. Luego se limpió las palmas frotándolas entre sí, y le dio un buen sorbo a su bebida para ayudar a bajar la comida.

Venga, otra ronda. Adelante, Doc. Baraja —dijo, cuando pudo hablar.

Peeero Jun no tenía un minuto de paz ni aunque lo buscara, y aquel sujeto con el que había discutido momentos antes regresaba al interior de la taberna, acompañado por otros hombres. El grupo se acercó rápidamente y con actitud prepotente hasta la mesa de tres.

Maldita niña. Devuélveme el dinero que me robaste o te va a ir muy mal esta noche.

Ante aquella venenosa amenaza, Jun levantó una ceja y torció los labios con notorio fastidio. Era escasa su paciencia, como la mecha de una bomba. Luego rodó sutilmente los ojos hacia sus compañeros de juego; Los dos esbozarían sonrisas astutas, lo que le hizo pensar que no era momento de achicarse, y que no lo haría jamás, delante de ningún hombre. Tenía que demostrar que no era una niña indefensa.

Soltando un corto suspiro, Jun dejó caer la mirada hacia la mesa, como si se estuviera preguntando si realmente valía la pena involucrarse en otro quilombo. La hamburguesa, las cartas, el sake, los berries... todo pasó rápidamente a segundo plano. El juego, la bebida, el ruido de la taberna, las risas de las mesas cercanas, incluso la música de la cantina, todo se desvaneció.

La peliazul deslizó la diestra hasta su cintura. No hubo duda en su mente. Sin miedo, sin vacilación, desenfundó el pistolón y extendió el brazo hacia aquel sujeto, apuntandole directamente a la cabeza. Se escuchó el sonido metálico al momento de quitar el seguro del arma, antes de que ella hablara:

Parece que quieres perder algo más que dinero, viejo roñoso —murmuró, con aparente calma, manteniendo su postura desparramada en el asiento. Solo su brazo derecho permanecía bien firme, respaldado por la precisión de su mirada afilada—. ¿Por qué no te vas a joder a otro sitio? ¿No ves que estoy ocupada? Ya no tengo más tiempo para ti, así que retirate si no quieres recibir una dosis de anestesia permanente.

Su índice rozó suavemente el gatillo, como un recordatorio de que estaba más que dispuesta a convertir sus palabras en realidad. Jun no era una niña indefensa, ni de cerca. 

Pronto, descubriría que sus compañeros tampoco.
#14


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