Alguien dijo una vez...
Rizzo, el Bardo
No es que cante mal, es que no saben escuchar.
[Autonarrada] [Autonarrada] Aprendiendo a Sobrevivir
Qazan
Qazan
- Primero voy a enseñarte cómo puedes ganarte la vida con tus propias manos-. Dijo con toda la intención de querer darme una vida lo más honrada posible. -Aunque antes que eso lo que necesitas es un nombre-. En eso tenía toda la razón del mundo, por no recordar no recordaba ni siquiera la primera letra de este. Y de alguna manera tendrían que poder dirigirse a mí otras personas. -Sabes qué chico a mi padre lo llamaban Qazan en nuestra cultura significa el que está en la cima-. No sé si fue el cariño que le había cogido en tampoco tiempo, pero que me contase algo tan personal hizo que para mí se transformase en mi padre adoptivo.

-Deberíamos honrar su memoria, es un buen nombre-. Dicho aquello por fin tenía un nombre, no tenía ni idea de cuál era mi nombre real, pero de decir que Qazan sonaba increíble. -Bien, pues ahora voy a enseñarte el antiguo negocio familiar-. Salimos de la cabaña y nos fuimos acercando a la orilla de la playa. Una vez el agua empezó a tocar nuestras aletas, trató de explicarme parte de la cultura que yo aún desconocía.

-No sé muy bien por qué nuestro mundo está dividido en islas solo sé que esto ha conllevado a muchas batallas navales en altamar. - A mi padre y a mí nunca nos importó quienes habían ganado o perdido aquellas guerras, solo nos importaba los tesoro que podíamos extraer de los barcos hundidos-. Mientras decía aquellas palabras, yo solo podía hacer más que ilusionarme. Me parecía como un cuento de hadas, aunque por otro lado también un poco aprovechado. Fue en ese momento, mientras estábamos en la playa, que se acercó una humana a Fugu para hacerle una petición. -Necesito tu ayuda. El barco pesquero de mi marido se hundió con él y necesito enterrarle como se merece-. Yo quedé en shock, no me esperaba que a Fugu le hiciesen ese tipo de peticiones. A groso modo lo que la mujer nos estaba pidiendo era que rescatásemos un cadáver del fondo del mar, no sabía hasta qué. Punto a Fugu le había sentado bien aquello, sí que es verdad que con él apenas había pasado unos cuantos meses y prácticamente todo lo que sabía del mundo hasta ahora era gracias a él, entre sus enseñanzas, siempre me había advertido, que no hay nada más sagrado en este mundo que mantener el mar y los océanos, lo más intactos  y pulcros posible. Para ambos el agua representaba la esencia de la vida y por ello se me hacía raro que tanto él, como su padre se dedicasen a remover el fondo marino.

-No te preocupes Kala, haré todo lo posible por recuperar su cuerpo, aunque he de advertirte que según como se encuentre, no podré sacarle-. Claramente Fugu hacía alusión al posible estado del cadáver del marido, la mujer asintió. Supongo que se había recurrido a su particular servicio, no era tanto por darle un buen entierro a su marido, sino más bien su manera de poder pasar, página y rehacer su vida. Creo que Fugu en cierto modo, también se había dado cuenta. - Te pagaré lo que sea necesario-. Dijo la mujer aferrándose a cada atisbo de esperanza. -No tienes que pagar nada, saco cosas del mar para ganarme la vida, pero en este caso no hay dinero de por medio si el dolor de una mujer enviudada-. Tras aquellas palabras Fugu comenzó a caminar hacia el agua, por mi parte, le seguía aquello se había tornado muy intenso, lo que en un principio iba a ser enseñarme el oficio familiar se había convertido en una misión de salvamento, donde lo único que habían juego era el orgullo y el honor de mi padre adoptivo. 

El agua no tardó mucho en llegarnos hasta el cuello, mi padre se sumergió directamente, sin embargo no terminaba de entender cómo se suponía que vamos a sacar un cadáver del fondo del mar, quiero decir, no es como si pudiéramos respirar debajo del agua no? -¿Qué haces chico? cala espera que volvamos pronto con los restos de su marido venga mueve el culo-. Comprendía perfectamente la situación, pero no sé qué pretendía metiéndonos caminando al agua. -¿Y cómo pretendes que respire bajo el agua acaso tú puedes hacerlo? -. Aquella pregunta, dejó de piedra a Fugu que a los pocos segundos de silencio estalló en risa. 

-Perdona perdona no me acordaba que habías perdido la memoria, deja que te explique-. Dijo al ver mi cara y que no me estaba haciendo gracia que se ríese de mí de aquella manera. - A ver chico cuando has visto aquella mujer ¿En que te has fijado? ¿Has visto algo que nos diferenciase? -. Ahora que lo decía sí que es verdad que la piel de aquella mujer era muy rosada en cambio la de mi padre era grisácea y la mía directamente era blanca y negra. -Pues veamos su piel, parece mucho más cálida que la nuestra bueno, eso es que tú y yo estamos calvos-. Padre no pudo evitar echarse a reír a pura carcajada. -Bueno chico no vas muy desencaminado. Nosotros tenemos branquias, un órgano que nos permite respirar bajo el agua. Porque espero que te hayas dado cuenta de una vez que nosotros los Gyojin provenimos de la evolución de especies marinas-. Todo aquello me estaba sonando muy raro, al menos hasta que me lleve las manos al cuello y ahí de verdad fui consciente de todas las diferencias que tenemos los Gyojin de los humanos.

-Vale, comprendo que somos criaturas diferentes, pero ¿Cómo hago para elegir cuando respirar por las branquias?-. Comprendía perfectamente la clase de biología e historia. Éramos dos razas diferentes y por lo visto nuestro medio natural era el agua, así como ellos gobernaban en la tierra, nosotros lo hacíamos desde las profundidades marinas. -No tienes que hacer nada especial simplemente sumérgete y respira como lo has hecho siempre con toda normalidad-. Decirlo, era más fácil que hacerlo al fin, y al cabo no es como que pudiese engañar a mi cerebro de buenas a primeras. -Tranquilo si veo que corres peligro yo te saco del agua-. No me he terminado de fiar pero tenía que intentarlo, Aunque con el cuerpo sobresaliendo por encima del agua, zambullí la cabeza y reuniendo todo el valor posible traté de respirar.

Para mi sorpresa, era algo que podía hacer de manera muy natural, es más, no solo podía respirar bajo el agua si no que también podía hablar, aquello era toda una novedad para mí y con la emoción del momento casi por instinto propio comencé a nadar y a sumergirse por toda la zona de la playa. -Hey chico para ser tan grande eres muy veloz-. Dijo Fugu también muy sorprendido por lo rápido que me había adaptado al agua. -Bien, pues ahora vayamos a buscar el bote pesquero enfondado-. Continuó mientras ponía rumbo a la búsqueda de la pequeña embarcación.

Kala nos había dado indicaciones sobre dónde localizar la zona donde su marido solía salir a pescar, así que nos pusimos manos a la obra. La zona que nos describió se encontraba hacia el oeste, cerca de un pequeño acantilado que hacía las veces de defensa natural para los bancos de peces, ya que era una zona a la que era muy complicado acceder desde tierra. Le sugerí a mi padre ir hacia el acantilado, bordeando la isla por el agua, de esta manera tan egoísta, yo podría aprender a desenvolverme mejor bajo el agua y de paso empezar a descubrir el fondo del mar, igual llamarlo fondo marino era muy presuntuoso, pero para mí era todo un mundo nuevo por descubrir y aunque no hubiese demasiada profundidad era lo suficiente para que yo me sintiese como pez en el agua, una sensación de libertad que estaba experimentando por primera vez en mi vida.

Habíamos alcanzado ya la zona del naufragio, para sorpresa de ambos, toda la zona que nos había indicado Kala estaba invadida por un banco de peces bastante considerable. Parecía que nos estaban indicando la zona exacta donde encontrar el bote pesquero. -Bien chico, hora de trabajar-. Dijo Fugu mientras cogía una gran bocanada de aire, manteniendola un instante, para luego soltar todo el aire a la vez que se dejaba hundir hacia las profundidades. El banco de peces giraba sobre sí mismo, formando una espiral cada vez más estrecha a medida que Fugu se hundía en el agua, por mi parte traté sencillamente de seguir la estela de mi padre adoptivo a medida que éste se iba zambullendo cada vez profundo. 

A cada metro que descendíamos el banco de peces se hacía más ligero, el número de integrantes disminuía dando la sensación de embudo. Nada más terminar de atravesar el banco de peces lo encontramos, el bote del marido de Kala, ¿Y cómo lo sabíamos? Sencillo, en la popa se encontraba escrito el nombre de Kala. Para muchos marineros y pescadores, bautizar el navío con el nombre una mujer era un ritual para atraer la buena suerte, aunque en este caso y por desgracia, no sucedió tan así. -No avances más, veamos primero el estado en que se encuentra el bote por fuera-. Dijo Fugu, casi parecía que esto lo hacía a diario o algo por el estilo. -¿Como sabes que primero deberíamos comprobar el bote? ¿Porqué no simplemente entramos y rescatamos el cadaver?-. Le insistí. Tal y como yo lo veía en ese momento, cuanto antes sacásemos al marido de Kala de aquel ataúd enfondado, en mejor estado se encontraría al momento de presentárselo a la viuda.
#1


Salto de foro:


Usuarios navegando en este tema: 3 invitado(s)