¿Sabías que…?
... un concepto de isla Yotsuba está inspirado en los juegos de Pokemon de tercera generación.
[Misión de temporada] El Gato y el Ratón - Grupo A
Tofun
El Largo
Conseguí derribar al primer enemigo, pero en ese instante me vi envuelto en una nube de humo negro. "Maldito Ubben", pensé mientras salía disparado hacia mi siguiente objetivo. Derribé a otro sin darme cuenta de que acababa de lanzar por los aires a la jefa de aquel grupo de mercenarios. Miré a mi alrededor: Umibozu, la calamidad, combatía con soltura contra los tipos del traje, aunque era evidente que había tenido que repartir una cantidad considerable de golpes. El grandullón había entrado reventando barrotes, prácticamente tumbado la presa él solo, y ahora tenía que lidiar con esos mosquitos que no paraban de caerle encima.

¡Cuervo! ¡Échale un cable al grandullón! — Grité con fuerza mientras seguía ojeando la zona.

Los enemigos estaban heridos; Percival, quien ahora blandía un arco, había actuado con la precisión de un cirujano, dejando fuera de juego a otro. El único que seguía en apuros era el novato, y aunque le ponía ganas, se notaba que su falta de experiencia lo estaba dejando en una posición frágil.

¡Hip!

En medio del caos, no pude evitar reflexionar brevemente: si hubiesen reparado la presa después de soltar el agua, quizá habría sido útil para la gente de Oykot. Si liberábamos a la ciudad de las garras de los corruptos, la presa podría convertirse en un punto clave para su economía. Miré de reojo esos extraños dispositivos acuáticos que flotaban cerca. ¿Cómo algo tan pequeño podría ser útil? Aunque, bueno, mírame a mí, está claro que el tamaño no siempre importa. Jejeje.

Volví a centrarme; era momento de ayudar al novato. Saqué el Den Den Mushi mientras comenzaba a correr hacia su posición, dándole un poco de espacio. Era su oportunidad para brillar, y no iba a ser yo quien le robara el mérito.

— Chaqueta Metálica y Gigante Borracho, ¿cómo va todo por allí? Nosotros casi hemos acabado. — Hice un rápido cambio de frecuencia.— Grupo Zoológico, ¿Cómo vais? El Grupo A se prepara para avanzar.

Con un salto calculado, busqué el ángulo muerto del enemigo que combatía nuestro Mochuelo. Dos golpes rápidos: uno al hígado por la espalda y otro al lateral de la cabeza. PAM PAM. Me quedé junto al novato por si hacía falta rematar la faena, pero, viendo el estado de sus aliados, esperaba una rendición inminente.

— ¡UMIBOZU! ¡Es momento de avanzar! ¡¿Nos llevas?!

Le grité para que el titán se percatara de la situación. Habíamos terminado en la presa y era hora de continuar. ¿Hacia dónde? Eso dependía un poco del feedback del resto de los grupos. ¿Alguien necesitaba ayuda? ¿Era esa ayuda urgente? ¿Estaba todo el mundo bien? Según lo que dijeran, sabríamos si debíamos dirigirnos al castillo para el asalto final.

Sonreí al pensar en el grupo que habíamos formado. No pude evitar recordar el día en que salí de la cárcel y me reencontré con los “piezas”. Me hablaron de esta revolución como si fuese una anécdota más. No es que no tuviera fe en ellos, pero nunca imaginé que esto se pondría tan serio y eficiente. El reclutamiento de Ragnir y su equipo, Umibozu, la boda, ganarme a la gente de Oykot, y el reencuentro con los otros grupos revolucionarios. Todos esos recuerdos se amontonaban en mi cabeza y me hacían sentir orgulloso.

Si la calamidad me lo permitía, me subiría a su hombro izquierdo, usándolo como medio de transporte.

¿Estás bien, compañero? — Le preguntaría si la situación estaba bajo control.

Información de Tofun

Resumen
#31
Umibozu
El Naufragio

La valentía de aquellos tipos se vio completamente aplastada por mi furia, al menos la de uno de ellos. Los otros dos si bien recibieron parte del golpe, consiguieron esquivar el placaje con una suerte de pirueta para aumentar la distancia entre los flancos y el centro. El pobre diablo al que había fijado como objetivo también lo intentó, pero el resultado fue ser arrollado por un coloso marino y derribado. Empezaba a sentir la respiración agitada y los músculos tensos. La adrenalina conseguía mantenerme alerta y atento, pero no eliminaba los primeros síntomas de cansancio. Todavía me quedaba fuelle para rato, pero de continuar con aquella intensidad de movimientos y daños terminaría cayendo más pronto que tarde. No era sencillo aguantar el tipo contra varios enemigos, pero por suerte para mí mi tamaño jugaba en mi favor y mis capacidades físicas también ayudaban. Había conseguido atravesar la barrera ficticia que me separaba de la presa y, por tanto, de la huida y libertad. Nada más llegar al otro lado de la línea invisible que formaban entre los tres, me giré para no perder de vista a los otros dos. Ignoraba si también había conseguido derribar a los otros dos con la embestida, pero más valía ser precavido. Como había supuesto, esos dos no se daban por vencido y ya venían de nuevo a la carga como un par de rémoras hambrientas. Traté de seguir a ambos con la mirada, pero cada uno venía por un flanco distinto, dificultando una defensa contra ambos. Tensé los músculos para encajar los golpes que me venían y evitar perder estabilidad.

-¡UMI TAXI EXPRESS-LURK! – rugí para que me escucharan el resto de aliados cercanos. Estaba colocado a cuatro patas para aumentar la superficie útil y poder llevar a más gente. Los radios de la espalda servirían como agarres para que nadie se cayera al suelo en cuanto iniciara la carrera. Ya habíamos derribado la presa y el agua circulaba hacia la ciudad que gracias a la modificación del cauce impediría que llegaran los refuerzos al castillo. Nuestro trabajo allí estaba terminado y ahora teníamos la oportunidad de escapar más o menos ilesos. Aunque no lo sabía debido a que mi combate había requerido de toda mi atención, yo parecía haber sido, sino el único herido, si el que estaba saliendo peor parado de nuestras contiendas. Del lado revolucionario se entiende. No quisiera estar en las escamas del pobre diablo al que había dejado como a un lenguado – Estaría bien que me cubrierais ahora vosotros-lurk – añadí unos segundos después tras haber dado tiempo para que todos montaran antes de iniciar la retirada - ¡Largo-lurk! ¿Dónde vamos-lurk?

Corrí en dirección a dónde el tontatta me indicara, o en si no decía nada hacia el castillo, sin preocuparme demasiado por los pasajeros que llevaba en mi espalda. No las tenía todas conmigo de que alguno no se cayera, pero creía firmemente que cada uno debía lidiar con sus problemas y el mío en ese momento era escapar con aquellos tipos a mi espalda y no caer por algún ataque y abrirme camino a pura embestida.
Resumen

Aclaraciones

Inventario

VyD

Daños recibidos y Estadísticas


#32
Alistair
Mochuelo
Stats

Virtudes+Defectos & Conteo


La sensación del metal atravesando la carne, y toda la resistencia que el cuerpo de un ser vivo imponía, era algo a lo que jamás iba a acabar de acostumbrarse. Como alguien que gustaba de investigar maneras de sanar, causar dolor difícilmente reversible por algo más que una competencia sana o un accidente era algo que iba completamente en contra de sus ideales. Pero, en la otra cara de la moneda, entendía perfectamente que el pacifismo indeleble era solo la opción que tomaba un cobarde indeciso e incapaz de ejercer un cambio en su mundo más que por medio de las acciones de otros. Esencialmente, era el que se quedaba cómodo en la seguridad de su hogar mientras que el resto se dejaba la vida y la sanidad mental dando sudor y sangre por la causa. 

El primer golpe, exitoso, consiguió atravesar el hombro de su contrario y arrastrarlo consigo con el impulso residual, teniendo el más que bienvenido efecto secundario de haberle estampado de cara contra la misma tubería que antes usaba como una cobertura. Más que ideal, y de bono un guantazo a la boca, poco más podía pedir en esa situación.

El segundo golpe en cambio colisionó con el acero del enemigo, un sonido acompañado de vibración que reverberó por su cuerpo durante los instantes que lo recorrió, recordándole que quien estaba frente a él se jugaba no solo su trabajo sino su vida. Una pelea más de animales salvajes que no se detendría en tanto uno de los dos lados no se rindiera. 

La hostilidad del enemigo se encontraría de cara con acción defensiva, pero lejos de mover su cuerpo buscando contrarrestar los proyectiles con cualquiera de sus posibles métodos, su plan fue lejos de ortodoxo; una apuesta si prefería llamarlo así. La característica emblemática de su raza, la llama Lunarian, estalló incandescente a la vida con el rugido de una llama, formándose una esfera poco definida tras su espalda que irradiaba un agradable calor. Incapaz de herir directamente, pero perfectamente capaz de convertir un Lunarian ágil a uno resistente.

Las dos primeras balas del tirador, aunque podían encontrarse con la tela que adornaba al chico y arrancarla sin esfuerzo, verían la imposibilidad de la misma acción contra la piel y carne del Lunarian, rebotando cual agua sobre sus plumas de ébano. Eso si, no se irían sin antes dejar un escozor horrendamente incómodo. — ¡AGH! Esto me pasa por intentar hacerme el duro. — Batalló contra las ganas de frotarse las zonas, tal cual haría otro con un estornudo a punto de salir. No es que fuese particularmente experimentado mitigando balas con el cuerpo o el rostro, no. El acero por delante siempre. 

El tercer disparo, por otro lado, no era uno con el que pudiera limitarse a hacerse el chulo recibiendo tiros con la cara. No, los movimientos exagerados casi dramáticos del contrario decoraban el tiro como algo mucho mas especial, y por descarte mucho mas peligroso que los otros dos. Contestaría su intención con idéntico sentimiento. Con su arma en mano, el chico revolucionario haría un esfuerzo por recibirla con uno de los costados de su espada sin chocarla directamente, guiándola gentil hacia la izquierda de su trayectoria original -desde el POV del tirador, para Alistair hacia la derecha- con el fin de que ésta pasara de largo sin tocarlo. Una maniobra que le pasaría factura cuando la inercia del proyectil le superara por poco, y consiguiera rozarle el hombro, provocando una herida menor. La queja por reflejo fue fácil de notar, frunciendo su ceño y apretando los dientes ante la sensación 

Flujo Metálico
esp102
ESPADACHíN
Defensiva Activa
Tier 1
18/9/2024
15
Costo de Energía
1
Enfriamiento
Usando su arma el usuario trazara unos movimientos rápidos buscando desviar las ofensivas en su contra, mitigando parte de su daño. En el caso de que la ofensiva sea utilizando proyectiles y se Mitige todo el daño, el usuario podra desviar dicha ofensiva hacia un nuevo objetivo dentro del alcance restante de la ofensiva y recibiendo el nuevo objetivo todo el daño.
Defensa Pasiva + [FUEx2] de Daño Mitigado


Hora de responder. Posicionó su arma por debajo de su cintura, su filo mirando hacia abajo y su punta hacia atrás en dirección al suelo, paralela a la funda montada en su cintura, en preparación para un movimiento tan rápido como pudiera invocar en el momento. Una imitación cruda de la postura que usaría un espadachín en el inicio de un duelo, restando los puntos de estilo del desenvaine inhumanamente veloz al momento del primer movimiento. 

Y justo cuando el espadachín estuvo a punto de realizar el primer movimiento, notó la llegada de uno de sus aliados, algo que le hizo abrir los ojos de golpe en sorpresa. Pequeño de cuerpo pero con poderosos derechazos, intuyó que la presencia del Tontatta era la de una mano aliada que le permitiría lidiar con el problema frente a él. Con algo de esfuerzo y suerte, el enfrentamiento acabaría en ese preciso instante. Una sonrisa desafiante se dibujó en su rostro, mientras seguía el tempo de Tofun para coordinar la ofensiva del maestro de brebajes con la propia para encerrar al oponente atacándolo a dos flancos. 

Un corte ascendente que procuraría hacer al filo de la katana entrar en contacto con el pecho del tirador a la altura del diafragma, ligeramente desviado en trayectoria hacia su propia derecha, y finalizar el corte en el mismo hombro el cual su acero ya había atravesado anteriormente, intentando conectar ambas heridas. 

Desenfunde Rápido
sam301
SAMURAI
Utilidad Activa
Tier 3
1/10/2024
36
Costo de Energía
1
Enfriamiento
Tomando la empuñadura de su arma sin desenfundar o posicionando en la misma pose aunque este desenfundada. El usuario tomará una postura muy habitual para iniciar un duelo de espadachines para concentrar sus fuerzas en un primer movimiento ofensivo, ya sea un básico o una tecnica, junto al veloz desenfunde del arma obteniendo un incremento de [Destreza] y de daño a una ofensiva que se ejecute junto a esta postura.
+5 [Destreza] y +25 de [Daño]

Cizaña
esp101
ESPADACHíN
Ofensiva Activa
Tier 1
18/9/2024
22
Costo de Energía
1
Enfriamiento
Se trata de un simple pero rápido tajo con el arma buscando encajar un corte con la mayor profundidad posible, causando +10 de daño de [Colisión].
Golpe Basico + [FUEx2] de [Daño cortante]


No se detendría ahí; inmediatamente tras finalizar el primer corte, cambiaría de manera súbita la dirección con nuevo ataque. Primero, el dorso romo de la katana descendería sobre la cabeza del tirador, buscando conectar un golpe en su sien que profundizara el aturdimiento ocasionado por el impacto previo con la tubería. Finalmente, con una torción algo forzosa de sus muñecas, ubicaría la katana en horizontal para propinar un último golpe transversal pero superficial en el músculo abdominal del hombre.

Si esto fuera suficiente para hacer caer a la víctima de tal sarta de ataques, con un único movimiento circular limpiaría la sangre en su katana arrojándola al suelo, y procedería a guardarla en su funda nuevamente. — ¡Gracias por eso! Lo necesitaba, has llegado en el momento perfecto. — Un agradecimiento sincero para el Tontatta, que ciertamente habría acortado una considerable parte de su trabajo. 

La llamada del gigante, clara y fuerte, dejó claro el siguiente paso a seguir que Alistair no haría esperar. De un salto montaría en la espalda de Umibozu -alzando vuelo en caso de quedarse corto-, suavizando su caída con un par de aleteos de sus alas para que fuese prácticamente imperceptible para el coloso que ya bastante había hecho.

Por supuesto que ayudaría a cubrirle la espalda durante el escape, asintiendo para expresarlo explícitamente, pero antes... Ver las heridas de Umi le dió una idea un poco improvisada, con una eficacia que desconocía, pero que en cualquier caso solo podía acabar en nada o en un pequeño beneficio. — ¡Umi! ¿Me das permiso de intentar algo contigo? A ver si los libros de medicina se han pagado solos o no. — ¿Al qué se refería? Un tratamiento médico, por supuesto. Aunque sin sus materiales a la mano, estaba bastante limitado.

Si el kaiju le daba visto bueno, calentaría las manos con estiramientos e iniciaría. — La anatomía de las razas marinas no es mi fuerte, así que tenme paciencia si tardo un poco en encontrar el punto correcto. — Hablaba de sus vasos sanguineos. Tras colocar sus puños contra la gruesa piel del Wotan, empezaría a aplicar la cantidad idónea de presión en la zona y a moverlas de manera coordinaba hacia arriba y repetir el movimiento, deteniéndose solo para reubicar sus puños, como de dos rodillos de masaje se tratara, guiándose por la sensación de cada latido y el consecuente paso de sangre bajo la dermis. Una vez diera con la zona perfecta, el movimiento repetitivo sobre una de sus arterias estimularía su circulación a los tejidos blandos, transportando plaquetas a las heridas para que pudieran coagular y detener cualquier hemorragia subyacente, así como administrar mas oxigeno en las zonas prioritarias para el Wotan, traduciéndose en un aumento de su energía.

Resumen


Resumen bélico + Mates
#33
Ubben Sangrenegra
Loki
El bribón de ojos dorados observó con una mezcla de frialdad y satisfacción cómo su aguja impactaba justo en el lugar deseado. El pobre infeliz que recibió el golpe cayó al suelo casi de inmediato, su cuerpo sacudido por espasmos antes de quedar completamente fuera de combate. La escena era cruda, pero a la vez fascinante para el peliblanco, que no pudo evitar sentir una pizca de orgullo por la precisión de su ataque. El desgraciado yacía inconsciente en el suelo, indefenso, y aunque a otros podría causarles algún remordimiento, para Ubben era simplemente un recordatorio de que la cadena alimenticia está ahí y si no eres el Apex, eres comida. Después de todo, él nunca había sido alguien que se entregara al combate de forma voluntaria. Luchar por una causa noble no era más que una fachada, un disfraz conveniente que utilizaba para ganar poder dentro de una facción que, casualmente, era enemiga directa de su verdadero enemigo... la marina y el gobierno mundial. Todo lo que hacía tenía un propósito mayor, y este enfrentamiento no era la excepción.

¡Mierda!— gritó el peliblanco con furia, mientras comenzaba a girarse en dirección a Umibozu, siguiendo las instrucciones de Tofun, instante del rugido ensordecedor de un disparo que resonó en el aire, y un punzante dolor que atravesó su hombro izquierdo. El impacto lo hizo tambalearse por un segundo, y su mente tardó un instante en procesar lo que había ocurrido. Su piel ardía alrededor de la herida, y la bala, disparada por el primer enemigo que había golpeado antes, había encontrado su objetivo. El dolor comenzó a extenderse, pero lo que más lo irritaba era que no había anticipado ese ataque. Su sangre hervía de rabia, y una parte más oscura de su ser empezaba a brotar, igual que la sangre que fluía desde el orificio que la bala había dejado en su hombro. Se llevó la mano a la herida, presionando con fuerza mientras sentía cómo su visión se tornaba más agresiva, más despiadada.

Agradece que hoy no tengo tiempo— murmuró con desprecio y su voz cargada de una ira apenas contenida —te habría mostrado que hay destinos peores que la muerte...— Las palabras salieron entre dientes, cargadas de veneno, mientras sus dorados ojos relucían con un brillo casi diabólico. Apretando su hombro con la mano ensangrentada, Ubben giró sobre sus talones y comenzó a correr en dirección a Umibozu, decidido a no perder más tiempo con aquel insecto. Los quince metros de caída desde la pasarela hasta el suelo a primera vista podrían haberle preocupado, pero para alguien como Ubben, que ya había sobrevivido caídas desde alturas similares, esto no era más que una molestia menor. Recordaba bien cómo había caído de casi doce metros en una ocasión anterior sin apenas un rasguño, así que esos pocos metros adicionales no deberían suponer una amenaza seria. Sin embargo, no era idiota, y sabía que si podía reducir el impacto de la caída, debía hacerlo. Y qué mejor forma de hacerlo que usar a su mismo compañero para amortiguar el descenso.

Sin dudarlo ni un segundo, Ubben saltó desde la pasarela, sus ojos clavados en la robusta figura de su compañero gyojin, calculando la distancia mientras el viento golpeaba su rostro. Apuntó a caer en la espalda de Umibozu, rogando internamente haber hecho bien sus cálculos, porque si fallaba, el impacto sería mucho más que solo doloroso... sería vergonzoso... —¡Umi! ¡Caigo en tu espalda!— gritó con fuerza justo en el momento en que sus pies abandonaron la plataforma. Sabía que necesitaba advertir a su compañero para no pillarlo desprevenido. Si su aterrizaje era exitoso y lograba caer sobre la espalda del gyojin, o incluso si terminaba estrellándose contra el suelo, no perdería la oportunidad de romper el hielo con su habitual descaro.

 —Hola, guapo, ¿te molesta si te pido un aventón?—  diría con una sonrisa irónica en los labios, ignorando completamente el dolor de su hombro y la gravedad de la situación. A su alrededor, los enemigos, aunque aún presentes, ya no representaban una amenaza considerable. La mayoría estaban lo suficientemente heridos como para no preocuparse por ellos en ese momento. La batalla no estaba ganada del todo, pero el peliblanco sabía que era cuestión de tiempo. —Si me acercas al grupo de Musculitos, Sashimi y Patapalo, te lo agradecería— añadió con tono desenfadado, haciendo referencia a sus compañeros del grupo B.


Resumen
Relevantes
#34
Percival Höllenstern
-
El sol apenas ha comenzado a trepar sobre el horizonte, llenando el cielo con esa luz anaranjada y suave que anuncia el amanecer. Los tejados de la ciudad empiezan a reflejar los primeros rayos del día, pero aún se respira la quietud de las primeras horas de la mañana. Respiro profundamente mientras desenvuelvo una flecha más del carcaj que llevo a la espalda. El aire fresco de la mañana acaricia mi rostro y mis manos, despejando lo que queda de la fatiga de la noche.

Desde mi posición elevada, tengo una vista perfecta del canal abajo, donde un buzo se desplaza, apenas visible entre las sombras que aún quedan de la noche. Es la presa perfecta, completamente ajeno a la amenaza que lo acecha desde las alturas. La tensión del arco se siente natural en mis manos, como una extensión de mi propio cuerpo. Me concentro, dejando que el sonido del viento y el murmullo de la ciudad aún adormecida se desvanezcan. El silencio se apodera de mí mientras ajusto la mira.
Un leve chasquido rompe el aire cuando suelto la cuerda. La flecha corta la distancia con precisión letal, impactando en el buzo, enterrándose profundamente en su pecho. El golpe es limpio, no hace falta comprobar nada más. El cuerpo cae con el peso de la muerte.

Frunzo el ceño al ver como a la distancia, el mochuelo, el novato de la Armada Revolucionaria se elevaba por medio de sus dos alas mientras porta a un pequeño tontatta malhumorado.
Reconozco al instante al tontatta: Tofun, un personaje tan peculiar como absurdo. La escena es tan disparatada que por un momento me detengo, entre la incredulidad y la diversión.

Tofun. Ese diminuto desgraciado tiene fama de gran bebedor, pero ¿volando? Eso es nuevo.
No puede ser… —murmuro, sin poder evitar una sonrisa.

Termino de guardar el arco a mi espalda, asegurándome de que no se caiga mientras observo la extraña escena. Entonces, algo más llama mi atención. A lo lejos, más allá del tontatta volador y su carga moribunda, veo una figura colosal moviéndose hacia ellos. Es un gyojin, y no cualquier gyojin. Parece que este era Umibozu. Su nombre resuena en mi mente como una advertencia, y cuando lo veo, es fácil entender por qué. El gigante tiene una apariencia grotesca, casi de pesadilla. Su piel oscura y escamosa brilla débilmente bajo la luz del amanecer, mientras sus ojos hundidos y su boca plagada de dientes afilados le dan un aire monstruoso. Su rostro recuerda al de un pez abisal, una criatura sacada de las profundidades más oscuras del océano.

Umibozu no está aquí para pasear. No me sorprendería si estuviera esperando convertir al tontatta y del pequeño halcón en un desayuno improvisado de no ser porque conocía sus vinculaciones con la Armada Revolucionaria.

Veo a Allistair, el hombre alado que lleva a Tofun, el pequeño tontatta borracho, sujetándolo con una mano mientras vuelan erráticamente. Allistair, con sus alas extendidas y sus movimientos calculados, intenta maniobrar hacia una gigantesca figura que se desplaza sobre el agua. Umibozu.

No puedo evitar esbozar una sonrisa de incredulidad. Estos tres, en toda su ridícula gloria, han hecho equipo para algo más grande. Sé que no son mis enemigos, pero la idea de dejar que se vayan volando hacia el horizonte sobre ese monstruo marino no me entusiasma. No, ahora que tengo un interés particular en lo que están haciendo.
Ajusto el arco a mi espalda y me inclino hacia adelante. Mi cuerda con gancho cuelga de mi cinturón, preparada para ser usada. Necesito moverme rápido si quiero alcanzarlos, y saltar entre los tejados es lo único que me permitirá mantenerme a la par de esos locos.

Respiro hondo, mis músculos se tensan, y doy el primer salto. Mis pies tocan el siguiente techo sin hacer ruido, mis piernas absorbiendo el impacto con precisión. No hay margen para el error; si resbalo, pierdo la ventaja. Al frente, Allistair ya se aproxima a Umibozu con Tofun todavía riendo como un borracho empedernido. Me muevo, impulsándome con velocidad y elegancia entre los edificios, usando las sombras que aún quedan como mi cobertura. Necesito un ángulo para lanzar mi cuerda.

Miro a Umibozu nuevamente, su espalda ancha y escamosa se mueve despacio por el canal, y a lo lejos, Allistair y Tofun parecen estar a punto de aterrizar sobre él. Están usando al gyojin como transporte, probablemente para moverse con discreción. Pero si creen que me van a dejar atrás tan fácilmente, están muy equivocados.
Doy otro salto, esta vez más largo, aterrizando en una cornisa baja. El viento de la mañana me da en la cara, despejándome la mente. A medida que avanzo, los sonidos de la ciudad que despierta comienzan a mezclarse con el chapoteo del agua y los murmullos distantes de las pocas personas que ya están en las calles. El tiempo es crucial.

Mis dedos se cierran firmemente sobre la cuerda con gancho. El peso del metal frío en mi mano me recuerda que este es mi momento. Encuentro el tejado adecuado, uno que me ofrece una vista clara y una posición lo suficientemente alta para lanzar mi cuerda. Allistair y Tofun ya están descendiendo hacia Umibozu, pero si soy rápido, puedo unirme a ellos.

Con un movimiento rápido, giro la cuerda sobre mi cabeza y lanzo el gancho hacia adelante. La cuerda silba en el aire antes de engancharse firmemente en una estructura en la espalda de Umibozu. Sonrío para mis adentros, el tiro fue perfecto. Me aseguro de que la cuerda esté bien sujeta, agarro con firmeza y me lanzo al vacío.
La cuerda se tensa, y el viento me azota mientras me balanceo hacia adelante, los tejados quedan atrás y el agua debajo de mí se extiende como un espejo reluciente. Mi cuerpo se siente ligero, flotando por un momento antes de que la gravedad me empuje hacia el gigantesco gyojin. Al acercarme, veo cómo Allistair y Tofun aterrizan con gracia en la espalda del monstruo, con Tofun tambaleándose un poco antes de dejarse caer de espaldas, todavía aferrado a su cogorza.

Suelto la cuerda en el momento preciso, dejándome caer en la grupa de Umibozu con cierta precisión pero sin tener del todas conmigo por el propio viento. Aterrizo forzadamente en cuclillas, sintiendo la rugosidad de las escamas del gyojin bajo mis manos. Su piel es fría y viscosa, como el fondo del océano mismo. Me mantengo agachado por un momento, observando a mis compañeros de viaje improvisados.

¿Qué, no está tan mal, no? Impresionaos o algo...— dije al tiempo que torciendo un poco la boca, hice chascar la lengua contra el paladar y me cruzaba de brazos. — Al menos no estoy tan hecho mierda como este— dije con una ligera risa, señalando al hombre de pelo cano, cuya cara se resguardaba tras un tricornio mientras sonaba un ligero crujido de dedos, fruto de la oposición de mis dedos con el pulgar.

¿Qué hay polluelo y compañía? — dije entonces abriéndome de brazos en pose dubitativa y poniéndome en cuclillas sobre la bestia que se encontraba a mis pies, en una postura totalmente pandillera, mirando al Lunarian con cierto gesto de condescendencia.

La divertida hora de las Mates

Resumen

Virtudes y Defectos y Bónus

Armas e Inventario
#35
Atlas
Nowhere | Fénix
Todo va viento en popa para los revolucionarios encargados de derribar la presa que mantenía en funcionamiento la central hidroeléctrica del Reino de Oykot. Tanto es así que, con las fuerzas locales derrotadas y el Escuadrón Barracuda descabezado y con sus integrantes en horas bajas, os disponéis a continuar con el plan e incorporaros al resto de fuerzas de la liberación que operan en el resto de la isla.

Tofun, no tienes ningún problema para aproximarte al enemigo de Alistair y darle una buena ayuda al muchacho. Como comprenderás, concentrado como está en él y después del golpe que se ha llevado contra la tubería, no espera que nadie aparezca para darle una tunda y volver a irse. De cualquier modo, si ni siquiera Diana fue capaz de responder en modo alguno a tu ofensiva, imagínate lo lejos que está ese pobre diablo de ser capaz de hacerlo.

Por otro lado, parece que el gran gyojin por fin ha zanjado los asuntos que tenía con los curiosos buzos —o al menos ha decidido dejarlos atrás— y no encuentras dificultad ni impedimento alguno para encaramarte a su hombro y seguir la corriente rumbo a vuestro próximo objetivo.

Umibozu, encajas como un campeón las acometidas de tus adversarios, que, si ya de por sí no eran demasiado capaces de herirte demasiado, con el agotamiento y las heridas fruto de un combate con alguien como tú están lejos de producirte un daño serio. Es entonces cuando ves que, justo frente a ti, ambos se desploman a escasos metros del que ya estaba en el suelo. Un último ataque a la desesperada era todo lo que tenían para intentar derribar al coloso que ha tirado por tierra la monumental presa que les habían encargado proteger. En el proceso de partida, tus compañeros se van subiendo a tu espalda y os disponéis a incorporaros al resto de fuerzas de la Revolución presentes en Oykot.

Alistair, frente a tus ojos, una centella sin demasiado sentido llamada Tofun hace acto de presencia y, con una velocidad pasmosa a la que tu oponente no puede reaccionar, le da dos soberanos golpes que provocan que se le caiga el arma, salga volando y choque con una tubería diferente a la que tú le habías lanzado antes. Es justo ese momento el que aprovechar para, tú también, abalanzarte sobre él y propinarle un nuevo corte, así como dos golpes más con la zona roma de tu espada. El tipo queda en el suelo, aturdido pero aún consciente e intentando recuperar el arma que se le ha arrebatado sin demasiado éxito. Por tu parte, nada te impide alzar el vuelo y colocarte junto a tus compañeros sobre Umibozu para recorrer el cauce del río generado del desborde de la presa.

Ubben, tampoco tienes problema alguno en aterrizar sobre la espalda de vuestro compañero que, de paso, se acaba de convertir en vuestro medio de transporte. Un barquito pintoresco y de lo más coqueto, creo que en eso vamos a estar todos de acuerdo. Bueno, a lo mejor ese desgraciado que te ha disparado a traición no lo ve con los mismos ojos, pero que le den por culo. Esa más que dudosa satisfacción que se puede haber llevado al atinarte no es más que un espejismo. Él y el resto de sus compañeros han fracasado estrepitosamente en su misión, a la vista está. De hecho, si te diese por darte la vuelta podrías ver su frustración encarnada en forma de repetidos golpes a la pasarela en la que sigue tumbado.

Percival, tras observar todo desde tu privilegiada posición te decides a unirte a los demás a lomos de Umibozu para continuar con la misión que tenéis entre manos. Sí, habéis hecho una excelente labor en la presa y, según podéis intuir, el resto tampoco haber tenido un mal desempeño en sus partes del plan. Quizás la liberación esté un poco más cerca de la gente de Oykot. A lo mejor los balleneros al fin van a poder disfrutar de la justicia y el reconocimiento que históricamente les ha sido negado una y otra vez, ¿no?

Esto es algo que sólo vuestros siguientes pasos podrán terminar de decidir.

Off

#36
Atlas
Nowhere | Fénix
Pues bueno, me paso a ir dejando en esta parte de la misión las valoraciones pertinentes de cada uno de vosotros. Vaya por delante que esto sólo hace referencia a esta parte en concreto del plan y las notas están subordinadas a cómo se termine de desarrollar todo en el Reino de Oykot —que ya os vale la que estáis formando—. También habría que decir que las consecuencias finales a nivel de lore, repercusión y todo eso se harán públicas una vez todo haya concluido. Del mismo modo, a la media obtenida por estas rondas habrá que añadirle las puntuaciones obtenidas en los lugares a los que habéis ido como refuerzo después de derribar la presa, así que no son notas definitivas.

De cara a la valoración he tenido en cuenta el planteamiento inicial de la misión, que ha sido excelente en su mayoría, calidad del rol y escritura, estrategias desarrolladas para conseguir echar abajo la presa, asunción de daños, respeto a la psique planteada por vosotros acerca de vuestros personajes en las fichas, etc. Nada que no os podáis imaginar, vaya. Dicho esto, como podréis imaginar habéis cumplido esta parte de la misión con ÉXITO, así que allá vamos:

[Imagen: VzdKHVJ.png]

Nota: para cualquier duda, queja, comentario o soborno de cara a futuras narraciones me podéis encontrar en Discord. Adem.as, si tenéis tiempo y os apetece, claro, si tenéis algún consejo que dar o algo que comentar modo feedback estaré tremendamente agradecido de leerlo. ¡Nos vemos en los mares!
#37


Salto de foro:


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