Hay rumores sobre…
...un hombre con las alas arrancadas que una vez intentó seducir a un elegante gigante y fue rechazado... ¡Pobrecito!
[Aventura] Limpieza profunda [T4]
Atlas
Nowhere | Fénix
Sí, parecía que había quorum en cuanto a que lo más indicado era ponernos en marcha cuanto antes. Darles tiempo era la peor de las opciones y allí había un gyojin que podría explotar o deflagrarse espontáneamente en caso de tener que esperar un solo segundo. La primera parte de la misión no había estado desprovista de peligro y, sobre todo, de una tensión constante por la necesidad de salvar a un número indeterminado de personas. Habíamos tenido que negociar con un sinvergüenza que escondía un as bajo la manga —y qué as— para luego descubrir que tenía incluso más personas cautivas. El número no estaba definido, pero sólo de imaginarme a saber a cuántos en condiciones similares a los gyojins que ya habíamos liberado se me ponía la piel de gallina.

Los demás comenzaron a abandonar la embarcación y yo, absorto en mis pensamientos, me quedé el último. Fue apenas un segundo, por lo que no llegué a perderles de vista. Y menos mal, porque desde nuestra llegada la neblina se había ido condensando hasta formar una espesa bruma que apenas permitía ver más allá de unos cinco metros. Por desgracia, tal vez esa naturaleza dispersa mía provocaba que de vez en cuando no estuviese del todo atento a lo que tenía entre manos. Que era propenso a perderme, vaya, así que tendría que tener cuidado. Ya me había costado bastante encontrar el camino de vuelta hacía unas horas al sobrevolar los cielos —no lo había encontrado; había dado con el punto de encuentro por casualidad—.

Deambulamos unos diez minutos por una senda flanqueada por árboles de todas las formas y tamaños. La bruma difuminaba sus siluetas, que al mismo tiempo eran agitadas con furia por el viento que soplaba sin cesar. El sonido de la hojarasca al estremecerse y las ramas al chocar entre sí parecía querer comunicarse con nosotros, expulsarnos de la isla, pero teníamos algo importante de hacer. Caminaba cerca de los demás, un par de pasos por detrás pero siempre teniéndoles a la vista y al alcance de la mano. Liderar la expedición estaba más que descartado y no quería perderme.

Finalmente nos detuvimos en una encrucijada de la que nacían otros cuatro senderos. Hacia dónde iban era algo que no podíamos distinguir por culpa de la nula visibilidad, pero si algo estaba claro era que nos tendríamos que separar para cubrir todo el terreno. Siguiendo la idea de Octojin, saqué mi Den Den Mushi del bolsillo e intenté ponerme en contacto con todos y cada uno de mis compañeros. Nada nos aseguraba que en ese momento fuese a funcionar y que, más tarde, las condiciones climáticas no fuesen a influir de algún modo extraño que impidiese la comunicación, pero comprobarlo era mandatorio.

Una vez las pruebas estuvieron hechas, alcé la cabeza y miré los tres caminos. Octojin ya se había posicionado en el de la izquierda. Por mi parte, di algunos pasos hacia delante y me situé en el de en medio, volteándome a continuación hacia mis compañeros para ver quién me acompañaría. Al  menos esperaba que tuviese un aceptable sentido de la orientación. Por mi parte, llevaba conmigo un dial de luz que podría sernos de utilidad en caso de que la oscuridad o la densa niebla se volviesen incluso más agresivas.

—Ya sabéis que no es raro que se me olviden las cosas —dije en voz alta—, pero si en algún momento estamos muy mal recordad que tengo esto. —Mostré el dial antes de guardarlo de nuevo en un lugar seguro—. Eso y las llamas, claro.

Mientras hablaba, respiré hondo y dejé que mi voluntad se desplegase por la zona. La cantidad de vida que había allí era bastante imponente. Algunos seres se movían por debajo de nuestra posición y otros en los alrededores. Con tanto aura en movimiento era difícil percibir demasiado acerca de ninguna de ellas. Para hacerlo tal vez me tendría que centrar algo más en cada una de ellas, pero no era el momento. Simplemente pretendía conformar una barrera, un aviso, algo que nos sirviese de protección más allá de nuestros ojos y oídos, afectados por la situación ambiental, para ponernos sobre aviso en caso de que apareciese alguna amenaza.
Percepción III
KENB601
KENBUNSHOKU
Haki intermedio
Tier 6
9/10/2024
9
Costo de Haki por Turno
2
Enfriamiento
Permite al usuario percibir con precisión la presencia de otros seres vivos en un área, siendo capaz de apreciar las emociones que exterioricen y de forma superficial las hostilidades que realmente tienen. Así como estimar de forma general quién es alguien más fuerte o más débil que él. Si lo activa puede anticiparse a un ataque obteniendo para ello un bono de +10 [Reflejos].
Área: [VOLx15] metros | +10 [REF]


Resumen
Estado
#11
Ray
Kuroi Ya
La tormenta había amainado, pero aún así su expedición aérea nocturna no estuvo ni mucho menos exenta de complicaciones. El viento le zarandeó más de una vez, resultando en varias de esas ocasiones considerablemente peligroso y estando cerca de desequilibrarle lo suficiente para que peligrase su posición.

Pudo ver multitud de árboles de diferentes alturas a lo lejos, en lo que parecía un bosque. No veía mucho más, pues la densa niebla impedía que los ojos llegasen mucho más allá de unos escasos metros, al menos en lo que al detalle se refería. Sin embargo su Haki le dio mucha más información. En la isla había unas cincuenta o sesenta presencias, distribuidas por todo el islote, y no siendo ninguna de ellas equiparable en poder a la suya o las de la mayoría de sus compañeros. Y para su sorpresa, localizó también un grupo de auras que parecían estar bajo tierra en dirección oeste, lo que traducía que el peñón tenía con casi total seguridad un sistema de cuevas abiertas por el mar bajo el suelo.

Viendo que las condiciones climatológicas no eran nada halagüeñas y que continuar volando podía suponer un enorme riesgo, el joven marine aterrizó cerca de la entrada del bosque. Desde allí llamó a sus compañeros, que se habían quedado en el barco, con intención de avisarles de lo descubierto. Llamaría la primera a Camille, que solía ser la más cabal de todos, y si no cogía iría llamando de uno en uno hasta que uno de ellos le respondiera. Una vez tuviera a alguno de sus amigos al otro lado de la línea le contaría lo que había averiguado:

- En total parece haber unas cincuenta o sesenta personas en toda la isla, incluyendo algunas bajo tierra. Da la sensación de que hay alguna especie de red de cavernas bajo el suelo, es posible que tengan a los esclavos allí encarcelados. Delante de mi posición hay un bosque, y hay que adentrarse en él para seguir avanzando. Os espero aquí.

Mientras sus compañeros llegaban el peliblanco comenzó a analizar en detalle con su Haki el islote en el que se encontraban, prestando más atención a las distintas voces que en él podía percibir y en lo que emanaba cada una de ellas, así como en su localización. Aguzó también sus antenas, buscando percibir algún estímulo que escapara al Haki y a sus sentidos humanos. Al fin y al cabo tenía la ventaja de poseer un órgano sensorial extra con el que nadie más contaba, y era su deber aprovecharlo en situaciones como aquella.

Cuando todos ellos llegaron comenzaron a caminar por el interior del bosque, bajo las copas de los árboles que les cubrían algo más del viento y del resto de inclemencias del tiempo. Finalmente llegaron a una intersección con tres posibles caminos. Uno llevaba hacia el norte, otro al oeste y el tercero hacia el suroeste. El joven de cabellos plateados se mostró de acuerdo con la propuesta de Octojin de dividirse en tres grupos, dos de ellos de dos personas y un tercero con Alexandra y dos más para proteger a la nueva recluta, y mantenerse comunicados en todo momento. Atlas comprobó que los Den Den Mushi de todos ellos funcionaran correctamente antes de dividirse.

El tiburón se colocó en el inicio del sendero dirigido hacia el suroeste. Eso parecía una buena idea, pues dada la posición de las auras que había sentido en las cuevas bajo la isla era probable que fuera ese camino el que guiara hacia ellos, y allí las habilidades acuáticas del gyojin podían ser de enorme utilidad. Atlas eligió el camino del oeste, el del medio. Ray, por su parte, consciente de que si había que pelear una pequeña cueva no era el mejor escenario para alguien con su movilidad y su capacidad de vuelo, decidió colocarse a la entrada del camino norte.

- Diría que Camille, Taka y Masao se distribuyan uno en cada equipo y que Alexandra vaya o bien con Atlas por sus habilidades curativas o bien donde esté Octojin o Camille, que son los que mejor pueden cubrirla en caso necesario. ¿Qué opináis?

Resumen
#12
Camille Montpellier
El Bastión de Rostock
El viaje parecía haber transcurrido sin incidentes para el resto de la tripulación, lo que le proporcionó a Camille algo de alivio. Navegar a través de temporales como aquel no era peligroso únicamente para quienes operaban en cubierta, sino también para la tripulación que se guarecía en el interior del navío. Después de todo, cada sacudida podía provocar el desplazamiento de multitud de objetos y mobiliario que podían volverse potencialmente peligrosos, más cuanto mayor fuera la brusquedad del movimiento. Sin embargo, más allá de alguna que otra magulladura, todos parecían estar bastante enteros.

Hubo unanimidad en cuanto a qué decisión tomar: apurarían la marcha y aprovecharían el amparo que la noche y la tormenta les proporcionaban para realizar la incursión del islote. Todos se dispusieron a realizar los últimos preparativos, durante los que Masao les hizo entrega de algunos víveres por si aquel asunto se extendía en el tiempo.

—Gracias —le dijo mientras se guardaba su parte, negando después tras su sugerencia—. En otras circunstancias sí que sería aconsejable dejar el barco en algún sitio mejor resguardado. El problema es que el temporal reduce considerablemente la visibilidad y no conocemos bien este islote. Podríamos perder mucho tiempo intentando buscar una cala más segura y discreta... o directamente estrellarnos. Podría intentarse pero creo que es más prudente que no nos la juguemos. Además, nada nos asegura que otras zonas no estén ya ocupadas.

Tras las últimas comprobaciones y asegurarse de que llevaban todo lo necesario, emprenderían la marcha hacia el bosque interior. Sus ropas estaban aún mojadas, lo que hacía que la sensación térmica fuera inferior a la real. Por suerte, si bien Camille contaba con una tolerancia al calor ridículamente baja, le pasaba todo lo contrario en lo que respectaba al frío: hacían falta temperaturas extremadamente bajas para que siquiera llegara a inmutarse. Es más, casi hasta se sentía cómoda con el frío. Aun así, se aseguró de abrigarse como pudo con la chaqueta de alférez para evitar que aquel problema empeorase. En caso de funcionar la transmisión de los den den mushi, atendería la llamada de Ray y escucharía con atención cuanto les fuera a decir, transmitiéndole toda la información al resto de sus compañeros. Si no, terminarían reuniéndose en las lindes del bosque y avanzando bajo el amparo de la arboleda.

Para Camille, que no contaba con capacidades extrasensoriales como podrían ser las antenas de Ray; el olfato de Octojin; la visión de ave de Atlas o el uso del kenbunshoku; su mejor baza era la vista. Tenía el ojo agudo, pero ese día no sentía que fuera a poder sacarle mucha utilidad. Se había instaurado una densa niebla que no dejaba ver más allá de unos pocos metros por delante, de modo que debían confiar en las capacidades de sus compañeros para sentir las presencias que les rodeasen. Solo si querían estar preparados ante una posible emboscada, claro. Otra cosa no, pero las condiciones eran las idóneas para ello.

Tras un rato caminando, terminaron por llegar a una encrucijada: tres caminos se alejaban los unos de los otros serpenteando en diferentes direcciones: norte, oeste y suroeste. Como si de una película de terror se tratase, parecía que aquella isla quería incitarles a separarse en grupos más pequeños. ¿Quién sería la animadora tonta en su caso?

—Salvo que queramos arriesgarnos a perder mucho tiempo, creo que separarnos es la mejor opción —coincidió con Octo, al igual que sus compañeros aparentemente. Se quedó observando los diversos caminos que cogían y asintió ante los comentarios de Ray y Atlas al tiempo que se acercaba a este último para tomar el camino central—. Subo la apuesta. Alexandra es pequeña, así que además de estar a salvo con las curaciones de nuestro pollito de fuego y con mi protección, puede sernos de utilidad para escurrirse por donde nosotros no podamos.

No se trataba solo de un reparto de fuerzas, sino también de una distribución de capacidades. Atlas volaba y tenía kenbunshoku, mientras que ella era como una mole capaz de deshacerse de cualquier obstáculo. Sin embargo, si debían acceder por alguna zona estrecha, nadar o precisaban de algo de agilidad, Alexandra sería su as bajo la manga.

Una vez todos tomasen sus decisiones, ayudaría a comprobar que los den den mushi estuvieran operativos y emprendería la marcha por su camino: rumbo al oeste por el camino central.

Resumen
#13
Alexandra
Alex
Aún con el abrigo Alexandra se estaba congelando. No podía evitar que le castañearan los dientes y el haberse quedado en la cubierta del barco le estaba pasando factura. Observó como sus compañeros salían ilesos y no pudo evitar sentirse un poco aliviada, aunque les conocía desde hacía unas horas no deseaba que les pasara nada malo. 

Se sintió aliviada al ver que todos coincidían con ir a buscar a los esclavistas, aunque la idea de quedarse durante una noche al resguardo del viento y el frío cada vez le parecía mas tentadora. Alex no llevaba muchas provisiones encima, no le había dado tiempo a asentarse en la Marina, así que lo único con lo que contaba era su arma y su uniforme. Observó como todos sus compañeros se organizaban con eficiencia, al ser ella la nueva y tener el rango más bajo decidió que la decisiones las tomarán los demás y que ellos se encargaran del plan, no fuera a ser que les llevara por el camino incorrecto. 

Después de decidir lo que harían se adentraron en el bosque. La chica estaba tan concentrada buscando enemigos entre la densa arboleda y la niebla que ni se dio cuenta que Octojin se había colocado a su lado. Cuando el escuálido habló Alex no pudo evitar dar un bote del susto. 

—Fueron unos días bastante ajeteadros, la verdad— Casi se estaba partiendo el cuello intentando mirarle a la cara— Camille me recibió el primer día y me enseñó un poco las instalaciones. El segundo fui a hacer las compras con Masao. La verdad es que los dos fueron bastante amables conmigo. 

La tensión que la semi-gyojin sentía se fue desvaneciendo, le estaba viniendo bien hablar las cosas y distraerse del ambiente. Si no hubiera sido por esa conversación quizás estaría subiendose por los arboles de los nervios. 

—La verdad es que me quedé sin dinero el primer día en Loguetown— prosiguió, rascándose la nuca— Había unos tendederos que decían que si no vendían lo que tenían en la tienda les echarían y les compré todo lo que pude. Aunque eran tres diferentes, ¿Tenéis un mercado un poco abusivo, no?

Poco a poco le fue contando como había sido su estancia en la base de la marina y escuchó lo que Octojin le decía con interés. 

Al final llegaron a una encrucijada, a Alex no le gustaba separarse pero quizás fuera la mejor opción para cubrir más terreno. Además, todos eran mucho más fuertes que ella, seguro que no tenían problemas en defenderse. No le pareció mala idea que ella fuera asignada al grupo de tres, tampoco quería ser una carga para los demás así que cuando Camille sugirió que fuera en su grupo Alex asintió. 

—Es verdad que en el barco de mi abuelo me dedicaba a hacer las tareas que nadie más podía realizar por su tamaño— Viendo que era la mas pequeña de todos, y con diferencia, pensó que podría ser de utilidad— Se me da bien esconderme y recabar información.

Alex dio unos pasos adelante y se colocó al lado de Camille y Atlas en el camino de el medio. 

resumen
#14
Takahiro
La saeta verde
Antes de tan siquiera abrir los ojos, Takahiro tembló durante un breve instante, en el que su escaso bello corporal se erizó. La húmeda y fría brisa nocturna embistió sin piedad al habitante de Nanohana, que estaba más acostumbrado a los climas cálidos que los fríos, calándose hasta los huesos y haciéndole sentir bastante incómodo. ¿En qué momento había entrado el invierno? Era una pregunta que azotó su cabeza durante un breve instante. Estaban en verano y que hiciera esa temperatura tan baja era algo con lo que no había contado. Sin embargo, tendría que aguantarse y apechugar con ello, ya que sus ropajes no estaban preparados para el frío.

Puedo algo más de medio centenar de seres vivos en un radio de apenas ochocientos metros si los cálculos no me fallan —dijo Takahiro, tratando de mirar a todos sus compañeros al mismo tiempo—. Lo más curioso de todo es que detecto que hay indicios de presencias que se encuentran bajo nuestros pies en la sección más oriental de la isla desde este punto —aclaró—. Y eso no termina de gustar del todo.

A Takahiro le desagradaba la idea de tener que meterse en un lugar subterráneo, pero si la misión le mandaba por aquel camino no podía echarse atrás. No es que tuviera claustrofobia o le diera miedo los sitios cerrados, sino que no le gustaba adentrarse en un posible laberinto creado por la misma naturaleza. Había escuchado infinidad de historias de aventureros que se perdían entre los larguísimos caminos de cuevas dentro de montañas, personas a las que no se les volvía a ver. Entretanto, siguiendo la buena idea que había tenido el héroes de las profundidades, también conocido como Octojin, Takahiro decidió probar el den den musho para asegurarse de que funcionara. Al mismo tiempo, les enseñó a sus compañeros sus nuevas dos adquisiciones: un den den mushi capaz de interceptar conversaciones y otro que servía de sistema de vigilancia.

Me he agenciado esto —les dijo, enseñándoles cada uno—. Si nos acercamos a algún punto que haya personas, podríamos usarlo para tratar de interceptar cualquier tipo de conversación que tengan entre ellos o Ray podría lanzar el de vigilancia en cualquier punto que queramos tener controlado sin que le vean.

Después de un rato caminando, el grupo volvió a encontrarse —en algún punto, ya sea por den den msuhi o frente a frente, Ray y Takahiro llegarían a la misma conclusión sobre la cantidad de personas que hay en la isla—, pero encontraron un pequeño inconveniente: el camino se trifurcaba. Tres senderos distintos que iban a llevarlos a lugares completamente opuestos.

La unión hace la fuerza —comentó Takahiro ante la idea de separarse—. Pero creo que vamos sobrados, así que por mí no hay problema —dijo, para luego escuchar a la Oni—. En ese caso yo voy con Octo. En caso de enfrentamiento directo creo que podemos compensarnos bien, y nunca se sabe si tendremos que tratar hundir otro barco —bromeó, sonriéndole al gyojin y colocándose mirándose al sendero de la izquierda.

Una vez todos estuvieron de acuerdo, el peliverde emprendería el camino junto a su amigo Octojin. No sabía que iba a encontrarse de frente, más continuaría con su poder de la observación activado por lo que pudiera ocurrir.

Resumen

Números
#15
Masao Toduro
El niño de los lloros
Ni un gracias ni unas buenas tardes ni nada, yo sería el analfabeto, pero aquella panda eran unos maleducados, salvo Camile, había que joderse que la única que hubiera agradecido los petates fuese el demonio en persona, bueno “la demonia”.

Fuese como fuese, no se lo tuvo muy en cuenta, y cargo con el resto de las raciones a la espalda. El grupo descendió introduciéndose en aquella especie de jungla con aquella neblina tan densa, le recordaba a ese documental donde un ser aún más feo que Octo, pero con un peinado de trenzas muy chulo, se iba dedicando a matar a un grupo de marines que iban a buscarlo a la selva, menos mal que había un tío duro y fuerte rollo culturista que le pudo hacer frente, si algún día conocía al marine, le pediría su rutina de ejercicios.

Fuera como fuese, la verdad es que la noche no invitaba demasiado, pero lamentablemente la misión tenía que transcurrir así. Ray se había adelantado a explorar al parecer y el grupo andaba discutiendo sobre la gente que había detectado en la isla, yo no terminaba de entender como funcionaba aquello, pero había escuchado leyendas de que algunas adivinas, o brujas como yo las consideraba, utilizaban esta clase de poderes exóticos a la hora de predecir el futuro con sus cartas de tarot. En mi experiencia era que poderes así solo podían venir del mismísimo "Cristo Rey", por lo que tampoco había dado mucha credibilidad a tales historias tan heréticas como aquellas. Bueno, tal vez cristo mismo si tuviera un poder como este, después de todo en la última cena sabía que lo iban a traicionar. En fin, ya consultaría estas dudas con Anselmo, su párroco de confianza en Loguetown, el cual había estado dispersando sus dudas clericales y ayudándole con eso de empezar a ir leyendo algunos libros sencillos con dibujitos, yo los prefería así, porque luego me enteraba mejor, seguro que tenía una parabola de esas donde lo explicaba bien.
 
Cuando quiso darse cuenta el grupo había llegado a una encrucijada, Ray nos puso un poco al tanto de la situación, mientras el grupo iba dando sus diferentes puntos de vista, terminando por decidir como repartirse. Al final pareció que le iba tocarle irse con el albino, el cual ahora parecía a una cucaracha gigante, como el villano de aquella temporada en artistas marciales z, por fortuna para mi el pijo era buen chaval a pesar de haber consumido aquellos frutos del diablo.

—Pues me toca contigo jefe— dijo tratando de escrutar la expresión del albino —Anteh de que os deis el piro, que cada grupo lleve las provisiones azín, que puede que a nosotros no nos haga falta, pero lo mismo para los cautivos, agradesen algo que llevarse al buche— comentó mientras daba las provisiones a Camile y a Octo, que al ser los tipejos más grandes serían los que menos problemas tendrían.

Los grupos habían quedado equilibrados, por lo que marchó acompañando a la abeja maya, procurando seguir sus instrucciones por si él prefería adelantarse unos metros de forma sigilosa o si sus antenas o sexto sentido le advertían de algo. Él, por su parte, tendría en los clásicos, como era su vista aguda y su oído fino entrenado a base de escuchar flamenquito.

—Yo ya no puedo aguntarmeeeeeeh... Y vivir de esta maneraaaaaaaaa— arrancó a canturrear en voz baja mientras daba palmas, para amenizar el viaje hasta que llegarán el momento de las castañas, ahí lo mismo Ray agradecía contar con su hostia consagrada de su mano.

Masao de la jungla
#16
Lemon Stone
MVP
Separarse ha sido una buena decisión pues, de esta manera, pueden abarcar una mayor superficie de exploración y estar atento frente a más peligros. Eso sí, debo advertirles de que ninguno de los caminos es sencillo por las condiciones atmosféricas que enfrentan.
 
GRUPO NORTE:
 
Se separan del grupo y deciden avanzar por el sendero norte. De inmediato, notan una abrupta pendiente que, debido a sus condiciones físicas sobrehumanas, poco y nada los cansa. El camino está en mal estado, lleno de lodo y con un montón de grietas que varían entre los pocos centímetros hasta los dos o tres metros. Tengan cuidado de dónde y cómo pisan. Posiblemente, de no ser porque ambos son increíblemente ágiles, habrían tropezado y se habrían esquinzado un tobillo.
 
Como es de esperar, avanzan por un camino oscuro y de escasa visibilidad. Luego de una caminata sospechosamente tranquila de veinte minutos llegan a una meseta amplia. En el horizonte pueden ver la silueta de una muralla de unos diez metros. Si deciden acercarse (intuyo que lo harán) descubrirán unas ruinas hechas completamente de piedras, donde el olor de la tierra mojada se confunde con el reconocible aroma de la madera quemada. La entrada a las ruinas está a poco más de diez metros del término del sendero y los conduce a un pasillo largo y delgado, cuyo final es imposible de ver.
Contenido Oculto
 
¿Qué es lo que harán?
 
GRUPO CENTRAL:
 
Que nadie lea esto más que ustedes, pero son mis favoritos. No lo digo por Camille ni por Atlas, sino porque han decidido adoptar a la todopoderosa Alexandra. ¿Es que ninguno de ustedes piensa en darle un buen abrigo? ¡La pobre se nos está congelando! En fin, ya solucionarán este problema.
 
El sendero, oscuro y completamente húmedo, está en mal estado. El lodo ensucia sus botas y dificulta el avance, pero esto no les impide continuar hacia delante. Notan una ligera pendiente, pero nada preocupante. Luego de unos veinte o treinta minutos de caminata consiguen llegar a un espacio amplio y relativamente plano, rodeado de grandes árboles. En dirección al oeste, pueden observar una gigantesca muralla que se pierde en la bruma. Si alguno tiene dudas, es un escarpe completamente vertical con peñascos salientes. Además, pueden ver árboles caídos y un montón de rocas de todos los tamaños desparramados por todos sitios, pero se concentran notoriamente en las faldas del escarpe.
Contenido Oculto
 
Aparentemente han llegado a un callejón sin salida, así que puede que sea buena idea devolverse o explorar detalladamente el lugar en el que se encuentran. Las decisiones disruptivas y creativas son bien aceptadas por este humilde Narrador.
 
GRUPO SUR:
 
Algo me dice que ustedes dos serán los más complicados, así que no habrá piedad.
 
El grupo de demoledores avanza por el sendero suroeste. Está en mal estado producto de la tormenta, con un montón de grietas que varían entre los pocos centímetros hasta los dos o tres metros, pero en general no supone ningún problema para ustedes. Están rodeados de árboles, el viento ululando entre las hojas y recordando el silbido de una bestia salvaje. De inmediato notan que el camino desciende con una pendiente negativa más o menos inclinada. El suelo está lleno de lodo, que ensucia sus botas y amenaza con hacerlos caer, pero como tienen capacidades físicas sobrehumanas asumiremos que no van borrachos y nadie se ha caído.
 
Luego de unos veinte o treinta minutos consiguen llegar a un aparente callejón sin salida. Han llegado a un espacio completamente plano, mojado y con rocas de todos los tamaños desparramadas por todo el lugar. Tanto hacia el norte como hacia el oeste notarán una gigantesca muralla de roca que se pierde en la bruma y, si se fijan bien, verán un montón de piedras en las faldas de este escarpe.
 
¿Qué opciones tienen…? Bueno, podrían dar la media vuelta y regresar a la trifurcación; puede que sea sensato tomar otro sendero. O también pueden explorar a fondo antes de rechazar el camino que han tomado. ¿Un consejo? Abran bien los ojos, puede que encuentren algo.
#17
Octojin
El terror blanco
Parecía que la decisión de separarse había surtido efecto. Habían formado rápido tres grupos. Por un lado, el tiburón y el espadachín sin akuma irían hacia el norte. Por otro, el grupo de tres iría al medio, y serían la oni, el fénix y la nueva. Y, finalmente, la abeja y el reparte estampitas. Sin duda la división había sido bastante acorde a los poderes y habilidades de cada uno de los componentes de la brigada.

Octojin avanzaba al lado de Takahiro con una sonrisa en el rostro. La verdad es que, en aquella misión, estaba bastante feliz de contar con él, como en las anteriores. Formaban un buen equipo, y al tiburón le divertía bastante ese salero que demostraba de vez en cuando, así que todo parecía ir encaminado a pasarlo bien, al menos hasta que llegara la acción. No le vendría nada mal un poco de relajación.

—¡Qué bien, Taka! Hace tiempo que no formábamos equipo los dos. Esto va a ser increíble, lo presiento —dijo, sonriendo con su típica confianza.

La pendiente descendía a medida que avanzaban, obligándolos a tomar cada paso con precaución. Los árboles se mecían con el viento, y el sonido de las hojas agitándose creaba una atmósfera extraña y desorientadora. De repente, una ráfaga más fuerte hizo que ambos se detuvieran y miraran alrededor, en alerta.

—Esta tormenta ha dejado todo peor de lo que imaginé —murmuró Octojin, mientras trataba de avanzar sin resbalar.

Tras un rato que pareció una eternidad, finalmente llegaron a una especie de claro. Octojin y Takahiro se detuvieron, observando su alrededor. Aquel espacio plano estaba completamente cubierto de lodo y rocas de todos los tamaños, desparramadas como si un terremoto las hubiera lanzado desde alguna edificación cercana. La pared de roca era tan alta que se perdía en la niebla, dando la impresión de que aquel era un callejón sin salida.

—Este sitio es una trampa —murmuró Octojin, observando la muralla y las rocas a su alrededor. Algo no terminaba de cuadrarle.

Sin embargo, no se daba por vencido. Sabía que en lugares como aquel, donde la naturaleza parecía haber tomado el control de todo, siempre había una manera de abrirse paso. Decidido a no regresar a la trifurcación sin haber explorado a fondo, tomó el Den Den Mushi que llevaba consigo y estableció comunicación con el resto de la brigada.

—Aquí Octojin. Taka y yo hemos llegado a lo que parece un claro, con una muralla de roca que nos imposibilita avanzar, en teoría. Está todo lleno de piedras, pero aún no hemos encontrado nada que parezca una entrada o un camino. Vamos a investigar más antes de decidir si volvemos. Cualquier cosa, mantengamos el contacto —informó, con la idea de que todos aceptaran ese requerimiento.

El tiburón propuso mover algunas piedras. No se quedaría satisfecho con retroceder sin antes explorar cada rincón del lugar, y compartía su inquietud visiblemente con el humano.

A medida que ambos inspeccionaban el claro, Octojin notó que algunas de las piedras parecían colocadas de una forma extraña, como si alguien o algo hubiera intentado ocultar algo. Se agachó y comenzó a retirar algunas de las rocas con cuidado, esperando descubrir alguna señal que indicara un camino oculto o una entrada. La niebla era tan densa que cualquier detalle podía pasar desapercibido si no lo miraban con atención, pero Octojin tenía la esperanza de que aquel esfuerzo diera frutos.

—Oye, Taka, ¿crees que alguien más estuvo aquí antes que nosotros? Este lugar está lleno de lodo y rocas, pero algunas de estas parecen… fuera de lugar, ¿no te parece? —comentó, mientras movía otra piedra a un lado.

Era posible que aquello les llevase a alguna entrada escondida, o quizá a una trampa. Pero para ello debían explorar. En caso contrario, jamás sabrían a qué se enfrentaban realmente. Las piedras pesaban bastante, pero no lo suficiente como para evitar que el tiburón las moviese de un lado a otro, como si de un perro buscando su hueso enterrado se tratase.

El escualo estaba decidido a encontrar una salida o alguna pista que los llevara más cerca de resolver el misterio de aquella isla. Mientras continuaban moviendo algunas piedras, el gyojin no pudo evitar pensar en sus compañeros de la brigada y en lo que podrían estar encontrando en sus propios senderos. Sabía que todos ellos eran fuertes y estaban más que capacitados para enfrentarse a cualquier obstáculo, pero aun así, no podía evitar la preocupación de que algo pudiera salir mal en aquel terreno incierto y traicionero. Al menos sabía, o quería creer, que ante cualquier peligro, se comunicarían con ellos.

Finalmente, tras mover varias piedras y no encontrar nada que indicara un camino, Octojin suspiró y miró hacia la muralla. La roca era sólida y alta, y estaba claro que escalarla sería una tarea titánica, incluso para él. Golpeó un par de veces por cada zona de la muralla, intentando ver si alguna zona estaba hueca, e instó a Takahiro a hacer lo mismo, si es que no estaba probando cualquier otra cosa.

—Pues no sé qué decirte, parece que aquí no hay mucho más. Pero aún queda la opción de escalar o… buscar otro camino desde abajo —murmuró Octojin, mirando de nuevo hacia la muralla—. Quizás podamos encontrar alguna abertura si seguimos explorando hacia los bordes.

Ambos continuaron inspeccionando los límites del claro, aún con la esperanza de encontrar algo que justificara el esfuerzo de aquella exploración. Octojin confiaba en que, tarde o temprano, el lugar cedería alguna pista que revelara su verdadero propósito o al menos les diera una dirección clara.

Mientras la neblina continuaba rodeándolos, el gyojin y su compañero no dejaban de buscar con tenacidad. ¿Encontrarían algo entre tanta oscuridad?

resumen
#18
Atlas
Nowhere | Fénix
No nos dejábamos nada, ¿no? Tenía la sensación de que algo se quedaba en el tintero, pero habíamos comprobado que llevábamos todas nuestras pertenencias con nosotros y que los comunicadores funcionaban a la perfección. Siempre estábamos expuestos a que en algún momento apareciese alguna interferencia que diese al traste con todo, pero eso estaba fuera de nuestro control.

De cualquier modo, ya que la bombilla no se me encendía solo podía continuar por el sendero que mis compañeras y yo habíamos escogido. El ambiente y el entorno invitaban a cualquier cosa menos a recorrer esos tétricos caminos, pero no estábamos allí por gusto. Detrás de alguno de ellos —o de todos— debían encontrarse los hermanos de sangre de Octojin, como a él le gustaba llamarles. Sabía que el tiburón estaba pasándolo especialmente mal en aquella misión y era el momento perfecto para demostrarle que no se había equivocado al unirse a la Marina. No podía permitir que mis torpes e inconscientes palabras del pasado coincidieran con mis actos, por lo que estaba dispuesto a caminar por la bruma hasta donde fuese necesario.

Recorrimos un sendero aparentemente ascendente, aunque nada que dificultase la marcha. No obstante, lo que sí hizo del trayecto de media hora algo tremendamente pesado fue el lamentable estado en el que se encontraba el suelo que pisábamos. Si en algún momento había habido piedras o algún otro elemento que dotase a la ruta de un mínimo de solidez o estabilidad, había desaparecido. En su lugar, la madre naturaleza se había impuesto —como siempre y en todos los ámbitos, sólo era cuestión de tiempo— y el barro húmedo se empeñaba por expulsarnos de la vereda. El calzado se hundía a cada paso, obligándonos a extraerlo con cuidado de no resbalar, que era un peligro sobreañadido. La sensación era como si hasta la mismísima tierra nos quisiese echar de allí, pero eso no iba a pasar.

—Tened cuidado. Apenas se ve nada en los alrededores y un resbalón o un traspiés mal dados podrían meternos en un buen lío —anuncié en voz alta, pero procurando no gritar. Uno nunca sabía quién o qué podía estar escuchando, al acecho esperando el momento indicado. De hecho, al separarnos de los demás me había planteado la posibilidad de prender mi cuerpo en llamas para intentar iluminar un poco mejor la zona, pero finalmente había desestimado esa posibilidad. Hasta que no tuviese claro que hacerlo no nos convertiría en blancos fáciles intentaría mantener ese as bajo la manga. Asimismo, caminaba por detrás de Camille y procurando no perderla de vista para no perderme entre tanta nada.

Mientras la humedad del ambiente seguía apelmazando mi pelo y provocándome la desagradable sensación de estar envuelto en algo mojado, finalmente alcanzamos un área algo más llana y lisa: una suerte de explanada. Los árboles eran los principales pobladores de la misma, así como una escarpada pared de roca que se erguía en la zona oeste sin ser posible divisar el punto más alto.

—Maldita niebla —musité en voz baja pero en un tono perfectamente audible por mis compañeras—. ¿Se puede saber qué hace todo esto por aquí tirado?

Mientras hablaba me dispuse a observar de cerca todos los restos de roca y árboles que yacían a los pies del escarpe. Daba la sensación de haber chocado violentamente contra el suelo, aunque bien podía ser solo una impresión mía. Desde luego, estaba lejos de ser un experto en piedras y árboles arrojados desde algún lugar desconocido, si es que se podía ser experto en eso... Pero, suponiendo que así fuese, ¿cómo demonios se habían podido caer en semejante cantidad? ¿Acaso los habían lanzado? ¿Qué o quién podría haberlo hecho?

Observé minuciosamente rocas y árboles, así como los alrededores de los mismos, en busca de cualquier cosa que me pudiese dar una pista. Una vez hube terminado, esperé a que Alexandra y Camille hubiesen hecho lo propio para informarles de mis hallazgos —en caso de haber alguno, claro—. En caso de que ninguno de los tres hubiese encontrado la más mínima pista o descubrimiento potencialmente útil, les propondría investigar qué había en lo alto de la montaña, pared o lo que demonios fuera. Sólo tendría que asumir mi forma completa, dejar que Alex se subiera en mi espalda y transportar a Camille aferrada por los hombros. Ascendería con cuidado, lo suficientemente cerca de la pared para que la densa niebla no la hiciese desaparecer de mi campo de visión, pero bastante lejos como para que una potencial roca que se desprendiese no se topase directamente con mi cabeza. Además, conforme fuese volando me esforzaría por identificar cualquier presencia sospechosa.
Percepción III
KENB601
KENBUNSHOKU
Haki intermedio
Tier 6
9/10/2024
9
Costo de Haki por Turno
2
Enfriamiento
Permite al usuario percibir con precisión la presencia de otros seres vivos en un área, siendo capaz de apreciar las emociones que exterioricen y de forma superficial las hostilidades que realmente tienen. Así como estimar de forma general quién es alguien más fuerte o más débil que él. Si lo activa puede anticiparse a un ataque obteniendo para ello un bono de +10 [Reflejos].
Área: [VOLx15] metros | +10 [REF]

Resumen
Estado
Contaje Virtudes y Defectos

#19
Alexandra
Alex
El trayecto habría sido más fácil si no se estuviera congelando. Estaban siguiendo una leve cuesta y la niebla no permitía que Alexandra viera a más de dos pasos por delante de ella, si no fuera por su oído probablemente se habría quedado atrás y perdido, ya que aunque Camille y Atlas iban a paso lento los dos eran mucho más altos que la Hafugyo así que un paso suyo equivalía a dos del chico y tres o cuatro de la Oni, aunque a medida que iban caminando les iba prestando menos atención a ellos y más al suelo que tenía delante. 

La humedad nunca había sido un problema para ella pero si lo era el terreno, cada vez que avanzaba se le hundía el pie hasta el tobillo y estaba empezando a notar el cansancio. Entre el viaje en barco y el caminito Alex se estaba empezando a arrepentir de aquel viaje. Quizás aún no estaba preparada para misiones de tal envergadura. Sacudió la cabeza, no era momento de ponerse a pensar en esas cosas. Habían personas secuestradas que necesitaban su ayuda y si tenía que desmayarse cuatro veces durante el camino para ponerles a salvo, lo haría. 

Estaba tan concentrada intentando no resbalarse que no escuchó como Camille se acercaba a ella y cuando notó un peso sobre los hombros dio un pequeño saltito del susto. La oni le había dado su abrigo de Alférez y Alex soltó un suspirito de alivio al notar como su cuerpo iba entrando en calor. Aunque... 

—¿Tu no la necesitas?—La preocupación era latente en su tono de voz — Al fin y al cabo has estado fuera y yo ya tengo mi chaqueta...

Intentó que no se le notara el alivio en la voz, al sacarle varios metros de altura el abrigo era igual de largo que ella, o incluso más, lo que le daba un aspecto bastante cómico ya que sus manos se perdían entre las mangas y al abrochársela la cubría por completo dejando solo su cabeza al descubierto. Aunque poco le importaba eso, ahora mismo Alex agradecía cualquier mínima cosa que le hiciera entrar en calor.   

Después de lo que le pareció una eternidad los tres llegaron a una especie de claro, el cual estaba rodeado de arboles y donde se podía vislumbra una especie de muralla al oeste. 

—Quizás encontremos algo de utilidad— comentó Alexandra mientras investigaba la zona que tenía mas cercana. 

Sin duda era un camino sin salida y aunque ella era bastante ágil no podría escalar esa muralla sin ayuda, así que se dirigió a ella y empezó a buscar, usando sus manos y su vista. Quizás había algún agujero lo suficientemente pequeño para colarse.

resumen
#20


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