¿Sabías que…?
...oficialmente el aniversario del manga One Piece es el 22 de Julio, dado que ese día en el año 1997 fue cuando se publico el primer capitulo.
[Diario] Misión ¿accidentada?
Eric Duncan
2503
Pasado, año 722
Loguetown

El viento soplaba con fuerza ese día en Loguetown, podría volar con un poco de esfuerzo en caso de necesitar escapar, pero sin duda no era muy recomendable hacerlo visto lo visto. Me encontraba infiltrado entre la multitud fumando un cigarillo, intentando disimular mi objetivo principal y pareciendo una persona ocultándose del viento para poder fumar tranquilo en esa posición, pero mi misión era clara: infiltrarme en una base enemiga, robar documentos cruciales y regresar sin ser detectado. Por si acaso llevaba mis pistolas guardadas listo para cualquier cosa que pudiera salir mal, pero no podía fallar esta vez.

Había pasado semanas preparándome para este momento. Conocía la ruta, había estudiado las guardias y sabía que a esa hora era cuando tenía más posibilidades de completarla con éxito. Mientras me movía entre las calles adoquinadas se escuchaba el barullo de fondo de las fiestas locales y en donde me tenía que infiltrar parecía la base de algún mafioso de la zona. La misión no decía mucho sobre mi objetivo, por lo que no era mi deber preguntarlo, sólo hacer mi tarea. Era el momento perfecto puesto que el jefe y todo su séquito habían ido a las fiestas y habían dejado a unos pocos de guardia.

Ya era de noche cuando llegué a la base enemiga, noté que la luz de las antorchas parpadeaban de vez en cuando intentando iluminar todo lo posible la zona sin mucho éxito. Me agaché detrás de unas cajas apiladas y esperé. Un par de guardias pasaron cerca, su conversación apenas me interesaban puesto que se quejaban de no poder estar en la fiesta, pero aun así, estaba ahí para cumplir mi misión, no para socializar.

Una vez que la ruta estaba despejada, me avancé hacia la entrada. El primer obstáculo era una puerta con una cerradura bastante mediocre, pero confié en mis habilidades. Apliqué una técnica de apertura que había aprendido en la academia usando unas ganzúas y con un par de movimientos hábiles, logré abrir el primer candado de la puerta y entré en la sala.

La base a esas horas era sombría y silenciosa. Sabía que cada segundo contaba por lo que avancé sigilosamente, evitando cualquier ruido que pudiera delatar mi presencia. Me moví lo más rápido posible por los pasillos con el máximo silencio que podía hacer, hasta que encontré una puerta que parecía prometer lo que había venido a buscar.

- Los documentos deberían estar en esta sala - pensé mientras mi corazón latía con fuerza del esfuerzo. Miré a través del agujero de la puerta y la sala parecía vacía, así que giré el picaporte y al ver que estaba abierta la puerta entré en la sala y me encontré ante un escritorio desordenado. Papeles esparcidos por todos lados bajo la pobre  luz de una lámpara de vela que parpadeaba con cada movimiento que hacía. Tuvieron que dejarla encendida antes de marcharse pensando que le quedaría menos de media hora para apagarse por si misma. Comencé a buscar como un loco, intercambiando un vistazo entre varios archivos. Finalmente, encontré lo que necesitaba: un sobre que parecía contener información estratégica sobre nuestras operaciones. Lo guardé entre mi ropa, pero justo cuando iba a girar hacia la puerta vi algo que no me esperaba.

Al lado del escritorio, casi escondido entre todo el desastre, había un cofre ornamentado. Mientras la voz de la razón me advertía que no perdiera más tiempo, mi instinto me decía que tenía que ver que había en ese cofre, después de todo si lo importante de la misión estaba tan expuesto qué tendrían que tener como para guardarlo en un cofre tan escondido. Me acerqué y al abrirlo dentro había una fruta un tanto peculiar. Sabía lo que era: una akuma no mi. Mis conocimientos sobre estas frutas eran muy limitados y no identificaba esta en concreto, pero sabía que todas las frutas tenían poderes y que estando en malas manos podrían ser muy peligrosas.

Empecé a pensar como un loco. ¿Debería llevármela? ¿Debería dejarla? y, lo más inquietante, ¿debería comérmela sin saber qué tipo de poder otorgaba?. Si la dejaba, corría el riesgo de que cayera en manos equivocadas, pero si me la llevaba, podría ser una ventaja crucial para nosotros en el futuro.

Escuché pasos acercándose y me quedé quieto por un instante. Debía decidir rápido. Sin pensarlo dos veces, agarré la fruta, la guardé en mi bolsillo y me dirigí hacia la puerta. Me aseguré de que el sobre estuviera seguro bajo mi abrigo. El sonido de los pasos se hacía más fuerte. Ya no podía quedarme allí más tiempo.

Una vez los pasos pasaron de largo salí de la sala recordando el camino de vuelta. Cada vez que escuchaba un ruido, mi cuerpo se tensaba y mi mano se iba a la funda de la pistola preparado para actuar. Iba a salir de allí si o sí, pero el problema era con cuanta facilidad, y entre el sobre y la fruta el riesgo de fracasar esta misión era mucho mayor de lo esperado.

Conseguí salir y rápidamente me aventuré a través de las calles para que en caso de que alguien me hubiera visto me pudiera perder de vista. La multitud en Logue Town se movía con indiferencia por la fiesta, pero sabía que cada persona podría ser un enemigo infiltrado en esa multitud desde que se dieran cuenta de lo que había hecho. Finalmente, encontré un lugar seguro donde pude respirar tranquilamente y volver a encenderme otro cigarrillo. Allí saqué la fruta y la observé detenidamente con el cigarrillo en la boca.

- ¿Vale la pena? - murmuré para mí mismo. Algo así podría valer millones en el mercado negro, o más dependiendo de que identifiquen cuál es y resulte que sea super poderosa o algo así. Algunos hablaban de poderes increíbles, ser hielo, fuego, provocar terremotos con solo pensarlo... Pero no podía dejarla, no podía arriesgarme a que mi enemigo la utilizara, o la usábamos nosotros o mejor que nadie la use, pero tenía entendido que romper la fruta o que el usuario se muera significaría que la fruta volvía a aparecer en otro lado así que lo mejor sería que alguien de nosotros la tuviera.

Con un último vistazo a mi entorno y sin saber muy bien porqué, llevé la fruta a mis labios. La textura era extraña, y al morderla, un sabor amargo pero al mismo tiempo ligeramente dulce llenó mi boca. Noté un leve estremecimiento en mi cuerpo como si algo estuviera cambiando dentro de mí.
#1


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