¿Sabías que…?
... Robin y Ussop son los encargados de cortarles el pelo a su tripulación, ya que después de todo, es algo que alguien debe hacer.
Tema cerrado 
Partida con firma de despedida [Tier1]
Juri Han
Vega




Base G-23
00:00AM





La luna llena iluminaba la Isla Kilombo con una luz plateada, perfecta para la misión que Juri y Jun habían planeado. Desde la sombra de una palmera alta, Juri observaba la imponente Base G-23 de la Marina. Conocía bien los rincones de la isla despues de tanto vivir alli, sobretodo considerando que tuvo que sobrevivir incluso en las calles, y aquella noche, su objetivo era dejar una marca inolvidable antes de partir en busca del One Piece. Vestida con ropa oscura y su característica sonrisa audaz en el rostro, Juri evaluaba las patrullas de los marines. Era importante calcular sus movimientos para evitar ser vista. Con la agilidad de una felina, se deslizó por el borde del bosque, acercándose cada vez más a la base. Cada paso que daba, su corazón latía con más fuerza, pero no eran nervios sino entusiasmo.

Llegó a la cerca perimetral de la base y se escondió detrás de un barril. Desde allí, pudo ver las casetas de vigilancia y los almacenes donde guardaban las provisiones. "Perfecto", pensó. Su plan requería pintura, brochas, cuerdas, y una buena dosis de locura, ambas jovenes cumplian con esta ultima con creces. Ya había investigado y sabía que dentro del almacén había todo lo necesario para su cometido, pues este plan lo habia pensado incluso antes de haber abandonado la isla. Juri se aseguró de que no hubiera marines cerca antes de saltar la cerca con una gracia increíble. Se pegó a las sombras y avanzó en dirección al almacén. Al llegar a la puerta trasera, utilizó un pequeño gancho que había aprendido a manejar en el circo para abrir la cerradura. En el interior, el lugar estaba oscuro y silencioso. Utilizó una pequeña linterna para encontrar lo que necesitaba: varias latas de pintura, pinceles de distintos tamaños, y un par de bolsas para llevar todo.

Cargada con su botín, salió del almacén y volvió a escabullirse hasta la cerca. Antes de saltar de vuelta, observó la base una última vez, memorizando la disposición de los edificios y las rutas de patrulla. Sabía que necesitaría esa información para la siguiente fase del plan. Con una sonrisa de satisfacción, regresó al punto de encuentro donde Jun la esperaría. Depositó las bolsas en el suelo como quien vuelve de hacer las compras y aún con la adrenalina en su sistema le dijo: — Tenemos todo lo que necesitamos. Esta noche, la Base G-23 se va a acordar de nosotras para siempre. — La emoción que cargaba era palpable en el aire, incluso se le escapaba algunas risillas entre medio que tenia que aguantarse.
#1
Jun Gunslinger
Nagaredama
En los alrededores de la Base G-23 de la Marina, dos figuras femeninas planeaban una última travesura, ocultándose en el resguardo que ofrecían las sombras. El manto de la noche había arropado a la isla con oscuridad y quietud, y la mayoría de sus habitantes ya se encontraban descansando en la tranquilidad de sus hogares, ignorantes de que el caos se gestaba a la vuelta de la esquina.

Según lo planeado unas cuantas horas antes, Juri debía escabullirse con éxito en los almacenes de la base de la Marina, mientras que Jun esperaría y vigilaría en el acordado punto de encuentro, atenta a cualquier situación o movimiento que cambiara o les complicara las cosas. Por si acaso, llevaba consigo su pistolón, aunque esperaba no tener que usarlo para no llamar la atención... al menos de momento.

Esa era una noche muy especial. Después de adjudicarse una última travesura con nombre y apellido, ambas jóvenes partirían dejando atrás aquella aburrida roca flotante, determinadas a emprender en conjunto una aventura emocionante.

Cuando Juri regresó, cargada de bolsas, Jun se agachó y las revisó superficialmente para ver que objetos había conseguido. Conforme con todo lo obtenido, sonrío ampliamente y con emoción, y desde el suelo dedicó una mirada confiada a su amiga:

Muy bien, ¡hagámoslo!

De una forma similar había comenzado tiempo atrás la inusual amistad entre ellas dos, hallando en la otra una compañera perfecta para protagonizar travesuras y desafíos. Jun planeaba robos audaces, explosiones y otros actos de vandalismo, y Juri complementaba aquellas maliciosas aventuras perfectamente con su ingenio y habilidades, disfrutando ambas del caos que dejaban a su paso. Compartían el deseo de romper las reglas y desafiar todo orden establecido, y aunque sus métodos eran más que cuestionables y de moralidad dudosa, nadie podía negar que tenían un gran talento para lo que les gustaba hacer: Quilombo. 
#2
Juri Han
Vega
Juri sonrió al ver la aprobación y emoción en los ojos de Jun. El brillo de la picardía se reflejaba en ambas, una chispa que no se apagaba fácilmente en ellas. Con las bolsas bien aseguradas, se preparó para la siguiente fase de su plan. — De acuerdo, vamos a enseñarle a estos marines lo que es el arte de verdad. —Murmuró Juri, con una sonrisa traviesa. Se agachó, revisando las latas de pintura y los pinceles una vez más, asegurándose de que todo estuviera listo. Tomó una de las bolsas y se la colgó al hombro, sintiendo la adrenalina correr por sus venas. Estaba lista. — Primero, debemos mantenernos en las sombras y evitar las patrullas. La mayoría de los guardias están concentrados en el lado oeste, así que nos dirigiremos al este. Hay un muro perfecto para pintar cerca de la entrada principal. — Se movió con sigilo, guiando a Jun por el camino que había memorizado. A cada paso, sus sentidos estaban alerta, escuchando el más mínimo sonido que pudiera indicar la presencia de un guardia. La noche era su aliada, y la luna llena les proporcionaba la luz suficiente para moverse sin problemas sin ser descubiertas por algún recluta marine que patrullaba por allí.

Al llegar al muro que había mencionado, Juri dejó las bolsas en el suelo y sacó una lata de pintura y la cuerda. Sujeto la cuerda a un gancho y la lanzo hacia el techo del edificio enganchandola contra el borde del mismo, acto seguido se sujeto la cuerda alrededor de su cintura y ahora ya estaba lista para desplazarse por la pared. Con un rápido movimiento de muñeca agito la lata de pintura y finalmente la abrio. Era el momento de dejar su marca. — Jun, tú vigila por aquí mientras yo empiezo. Necesitamos que esta sea la mejor despedida de la historia — Dijo Juri, concentrándose en la pared en blanco frente a ella, quien seria la que empiece con la obra de arte. Con una precisión y creatividad nacida de años de vivir en el circo y de sus aventuras en la isla, comenzó a trazar líneas y formas. Su firma, una combinación de su nombre y un símbolo de pirata que representaba su calavera con sus caracteristicas coletas, fue lo primero en aparecer. Luego, añadió algunos dibujos: unas calaveras extras con un sombrero de pirata, un barco navegando en mares tormentosos, y por supuesto, un mensaje claro para la Marina: "¡Nos veremos en los mares, HIJOS DE PUTA!"

El sonido del pincel deslizandose de un extremo al otro inundaba el entorno, y Juri trabajaba rápido, su corazón latia con fuerza mientras la pintura cubría la pared. Cada trazo era un desafío a la marina, una promesa de que no serían olvidadas. La obra de arte tomaba forma, caótica y hermosa, una representación perfecta de su espíritu indomable. Cuando terminó, se apartó para admirar su trabajo, su sonrisa era más amplia que nunca. — Te toca, Jun. Esto es solo el comienzo, vigilare mientras tanto. — Le dijo mientras se quitaba la cuerda que la sostenia alrededor de la cintura y se lo pasaba a su amiga.
#3
Gautama D. Lovecraft
-
Personaje


Los turnos de noche eran bien conocidos por todos los reclutas y soldados rasos, por ser una manera de iniciarse y comenzar a experimentar las verdaderas sensaciones de una guardia. Todos pasaban por ello, tras un respectivo horario en el que se clasificaban por horas y por días, los nombres de los compañeros en el cuerpo se distribuían por una cuadrícula para organizar dichos turnos, además de la función. Ya fuera de patrulla o vigilancia, la tarea durante esas horas se tornaba algo espesa, ya que la presencia de la marina en la isla era bastante notable, y los niveles de delincuencia eran bajos.

Mi turno de esta noche despejada y sin nubes se resumía en permanecer en una caseta de acceso, simplemente, para dar aviso de si entraba alguna mercancía con permiso y dejarla pasar. La caseta, era un habitáculo de 3x3 metros, con un escritorio, dos sillas, un pequeño den den mushi para comunicarse con central, una máquina de café estropeada y un compañero recluta, que si yo hablaba poco, él lo hacía menos todavía. Poco había allí para distraerse o mantenerte haciendo algo más allá de vigilar el paso, pero alguien lo tenía que hacer al fin y al cabo.

- PERO PERO PERO PERO.... PERO PERO PERO PERO... -

El den den mushi resonó haciendo que el silencioso compañero se exaltase del susto dentro del silencio de la noche, con el ceño fruncido, alcanzó el comunicador y lo descolgó para recibir la llamada entrante desde la concha de este, y tras ello, una voz resonaría dentro de la cabina.

- Puesto número 13 ¿me reciben? Se precisa inspección en la Zona Este cerca de las afueras del muro interior, hemos detectado 2 intrusos y se dirigen hacia allí, localicen y retengan a los 2 desconocidos, tenemos monitoreados y vamos a cerrar los accesos exteriores... pero repito, localicen y retengan tan solo, enviaremos a un par de patrullas para dar apoyo. -

La voz de cualquiera que estuviera al otro lado cesó, y con el temple de la responsabilidad que tenía sobre mí, decidí dar un paso al frente e ir hacia la zona. Con una mano, detuve el levantamiento de la silla del compañero, y con la otra, me toqué el pecho, con tal de darle a entender que iría yo a revisar la zona tras la instrucción. No me hizo falta mediar palabra, y el recluta tan solo se limitó a asentir con la cabeza, al fin y al cabo, alguien debía de quedarse en la cabina.
Contenido Oculto

Por suerte, y para desgracia de quién sea que estuviera dentro de la base, la luna llena iluminaba sutilmente cada superficie que se expusiera directamente a ella, por lo que las condiciones de luminosidad estaban a mi favor. El silencio de la noche también era un útil aliado, de camino mientras peinaba la zona y agudizaba la vista, estuve pendiente de cualquier sonido sospechoso o anómalo. Con cautela, tenía también que evitar ser descubierto, o al menos avanzar seguro, ya que, pese a que mi labor allí no era sustancialmente relevante, era la unidad de choque ante una posible acometida antes de que viniera el resto, por ello, velar por mi integridad era casi una obligación.

Unos momentos después, tras seguir bordeando el muro interior de la parte este, y casi cerca de la entrada principal, vi a unos 20mts 2 siluetas perfectamente, sin duda eran los intrusos. El contorno de sus cuerpos dejaba ver perfectamente su fisionomía, así como ciertos rasgos como coletas. Probablemente, eran 2 jóvenes, 1 de ellas en el suelo frente a la otra, que estaba amarrada a algo en el límite de la pared haciendo algo que no definía con claridad.

- ¡ALTOOO! -

Grité. Para estar bajo un voto de silencio, mi voz retumbó en la tranquilidad de la noche con una autoridad innata. La intención de eso, era principalmente llamarles la atención, poner en alerta a los den den mushi de monitoreo que estuvieran por las cercanías y a las patrullas de la parte oeste. Mi posición se presentaba erguida y firme, con los brazos cruzados y distanciado a 20 metros de las intrusas. ¿Qué tramarían allí?, ¿qué intenciones llevaban?, ¿estarían armadas?, de estarlo, cualquier sonido provocado por armas de fuego pondría en alerta a gran parte de la base, por lo que sería muy necio pensar en disparar.
Contenido Oculto

De una forma u otra, deberían de estar bien preparadas con un plan firme para escapar de allí, ya que los accesos más exteriores iban a cerrarse inminentemente y las patrullas irían para revisar. La ayuda de los den den mushi de monitoreo, y la luz de la luna llena junto a la propia luz de la base fueron fundamentales al menos para saber que había gente intrusa, el resto ya era cuestión de los efectivos de la marina. Y ahí estaba yo.

off
#4
Crispin
Cachivaches
Crispin paseaba tranquilamente por el puerto de Rostock en una noche iluminada por la luna. Sus gafas de sol le daban un toque peculiar en la oscuridad, pero eran su accesorio favorito. Mientras tarareaba una melodía alegre, se detuvo al escuchar unas risas y murmullos cerca de las murallas de la base de la Marina. Intrigado, decidió investigar.
Con pasos sigilosos, se acercó y vio a dos figuras dibujando grafitis en la muralla. Sin poder contener su curiosidad, Crispin se quedó observando, moviendo sus pinzas con interés.
―¡Vaya! ¡Eso es un buen trabajo!― exclamó sin pensar.
Las dos figuras se giraron rápidamente. Crispin se rascó la cabeza con una de sus pinzas, sintiéndose un poco fuera de lugar. De repente, la puerta de la base de la Marina se abrió de golpe, y un marine viejo salió corriendo, claramente enfadado. Crispin se quedó congelado, sin saber qué hacer.
―¡Esto se va a poner feo!― murmuró para sí mismo, dándose la vuelta y corriendo en dirección opuesta.
Las pinzas de Crispin resonaban en el suelo empedrado mientras huía. A su alrededor, podía escuchar el ruido de la persecución, pero no se atrevió a mirar atrás. Zigzagueó entre callejones y se deslizó detrás de unos barriles, intentando no llamar la atención.
―¿Cómo siempre termino en estas situaciones?― pensó mientras trataba de recuperar el aliento.
Decidió esperar unos minutos antes de moverse de nuevo. La adrenalina aún corría por su cuerpo mientras miraba con cautela a su alrededor. Cuando todo pareció calmarse, se deslizó fuera de su escondite y siguió su camino, esta vez con más cuidado de no cruzarse con más problemas.
―Necesito un café... o tal vez un buen escondite hasta que todo esto pase― se dijo, sonriendo ante su propia ocurrencia.
Caminando hacia una taberna cercana, Crispin no pudo evitar reírse de lo sucedido. Aunque la noche había tomado un giro inesperado, sabía que al menos tendría una historia divertida que contar. Ajustándose las gafas de sol, decidió que tal vez la próxima vez sería mejor quedarse en casa... o tal vez no.
Con una risa suave y una mirada llena de determinación, Crispin se adentró en la taberna, listo para cualquier cosa que la noche aún pudiera ofrecerle.
Crispin
Personaje
#5
Jun Gunslinger
Nagaredama
Personaje

Jun avanzó sigilosamente, siguiendo los pasos de su amiga con cautela. No tenía miedo. Más bien la poseían el entusiasmo y la impaciencia, la adrenalina corriendo con efervescencia bajo la piel. Estar con Juri una vez más, saberse embarcadas en una nueva aventura y haciendo de las suyas, era lo que le emocionaba. Su corazón latía fuerte bajo la promesa de libertad y rebeldía.

Al encontrar un muro que parecía estar aburridísimo y esperando por recibir su toque creativo, la de cabello oscuro y actitud audaz sería la primera en arriesgarse a desplegar su arte vandálico. Se preparó para trepar la pared y amarró una soga a su cintura, mientras la peliazul se posicionaba en la base, haciéndole de campana. Sabía que debía mantenerse alerta para evitar ser interceptadas por cualquier guardia que pudiese estar patrullando la zona.

Juri trabajó bastante rápido y con habilidad, y dejó plasmado en aquella pared un mensaje claro y conciso. Jun lo admiró desde abajo con una inmensa sonrisa, al momento que su amiga descendió y se dispuso a liberarse del amarre.

Brutal. Me toca —Fue todo lo que dijo, antes de tomar su turno.

Jun, aunque no era tan talentosa como Juri cuando se traba de pintar, se sentía igualmente emocionada y con ganas de bardear. Su arte era más tosco, menos pulido; tenía un aire infantil y caótico que, de algún modo, reflejaba fielmente su personalidad. La joven se amarró la soga a la cintura y empezó a escalar la pared, buscando un espacio en blanco donde pudiera dejar su huella.

En principio, las chicas no serían percibidas a menos que llamaran demasiado la atención. Y para eso, Jun era especial. Lejos de ocultar sus murmullos y risas por lo bajo, estaba haciendo ruido suficiente como para que alguien cercano al lugar pudiera percatarse de la intrusión. Y así sería...

Vaya talento, Jun

Mientras Jun desamarraba la soga, habiendo ya finalizado su precioso grafiti de niño de cinco años, un grito de alto resonó en la oscuridad atrapando a ambas jóvenes en un instante de sorpresa. Habían sido descubiertas en su travesura por un soldado de la marina. A la distancia lo pudieron ver claramente, su calva brillando bajo la luz plateada de la luna.

Ups— la peliazul se encogió de hombros, esbozando una sonrisa traviesa.

A partir de aquel instante, las opciones se redujeron a dos: huir tan rápido como las piernas lo permitiesen, o enfrentarse a los marines. Jun, ni lerda ni perezosa, desenfundó su pistolón y lo apuntó hacia el soldado.

Viejo, si fuera tu no me acercaría más —Le dijo, sosteniendo el arma con brazo firme y quitándole el seguro—. Salgamos de aquí, Juri.

El aire se cargó de tensión, pero más allá del riesgo había una chispa de emoción que brillaba en los ojos púrpura de la Gunslinger. No había nada por que temer. La noche era su aliada, y las posibilidades de escape eran infinitas. Al menos eso creía ella.
#6
Gautama D. Lovecraft
-
El deber era algo que regía a toda persona en un cometido que quisiera mantener o alcanzar, sostener la responsabilidad que tenemos para y con todos los seres de este mundo, es uno de los rasgos que en esencia nos diferencian unos de otros. Hay para quienes, que esa responsabilidad no tiene una importancia vital para consigo mismo, pero sin embargo, para otros, es una forma de vida que llevamos practicando desde que tenemos uso de conciencia.

Y así fue como, tras todas las decisiones que había tomado desde que la conciencia obró al hombre que hoy se alzaba inquebrantable en la noche, me disponía a salvaguardar la integridad de la base, contra cualquiera que fueran las intenciones de las asaltantes. Tenía asegurado que mi grito llamaría a las patrullas cercanas, por lo que siguiendo mi código, tan solo tenía que ganar tiempo y retener a las supuestas intrusas, sin la necesidad de que nadie ahí tuviera que resultar desgraciadamente herido.

Obviamente se alertaron y, por motivos que desconocía, una de ellas caería de manera súbita al suelo justo en el momento en el que su acompañante se disponía a amenazarme con lo que parecía ser un arma de fuego. Quizá me puso en jaque con ella, pero su decisión traía más inconvenientes que ventajas, no obstante, ver que una de las 2 caía al suelo, hizo que me dispusiera a aprovechar el momento, sin dudar.

Mis fibrosas piernas se impulsaron al frente cargando contra el dúo, el desconcierto debería de apoderarse de la que aún se mantenía erguida ¿Por qué cayó su acompañante?, debió de preguntarse en los momentos previos tras ese inesperado desfallecimiento. Tras recorrer la distancia me situaría frente a ella y, con la intención de incapacitar su mano para que no accionase el arma, agarré su muñeca derecha y tracé un riguroso desvío en una diagonal ascendente, que a continuación trazaría una media luna en sentido inverso, con la finalidad de quedarla doblegada con su brazo hacia atrás y alzado.

Agarre Tenaza
COM201
COMBATIENTE
Defensiva
Tier 2
25
Costo de Energía
18
Costo de Energía por Turno
1
Enfriamiento
Combatiente II 5 Fuerza 5 Resistencia
Uniendo todos los dedos, a excepción del pulgar, que se mantendrá en una posición enfrentada a los demás creando una forma de pinza con la mano, el usuario trazara un [Agarre] sobre una extremidad de su víctima con una considerable fuerza, impidiéndole usar dicha extremidad o alejarse.

- Quieta -

Le dije con criterio, sosteniendo su muñeca con severidad, teniéndola bocabajo frente a mí y con el arma inutilizada, que caería sin remedio al quedar la mano inutilizada por la pinza de mis dedos sobre la articulación. Sin descuidar el agarre, eché un vistazo a su acompañante, pero esta no se movía. Podía existir la posibilidad de que fuera una trampa para confiarme, pero comprobé que por el motivo que fuera, la otra chica no se movía en absoluto.

Pude darme cuenta de que eran tan solo 2 muchachas, y miré a la fachada, la cual tenía garabatos y dibujos algo obscenos. Sin embargo, eran tan solo 2 niñas que, por el motivo que fuera, habían decido hacer una fea jugarreta allí dentro, sin más, o al menos eso era lo que a primera vista podía suponer.

Los pasos de la patrulla se fueron haciendo más presentes en el silencio de la noche. El chasquido de los botines contra el suelo cobraba más intensidad a un ritmo rápido, podía escuchar y suponer que venían a la carrera para comprobar que era lo que estaba sucediendo allí. Aunque creía que tuviera la situación controlada, no bajaría la guardia, mostrando la firmeza y la benevolencia que intentaba transmitir hacia la apresada. ¿Por qué se meterían allí tan descuidadamente?

off
#7
Jun Gunslinger
Nagaredama
Lo único que Jun escuchó tras sus palabras fue un golpe seco contra el suelo, a sus espaldas. Desconcertada, giró apenas la cabeza, asegurándose de no bajar la guardia ante aquel marine que la tenía a merced, manteniendo su cuerpo tenso y lista para reaccionar en cualquier momento. Sin embargo, su atención se desvió rápidamente hacia el frío pavimento, donde ahora yacía su amiga. El leve brillo de la luna iluminaba el rostro de Juri. Sus ojos cerrados y la piel pálida, como si la vida se hubiera esfumado de ella.

¿Juri?

¿Estaba actuando?

Ese momento de desconcertante distracción fue el que el soldado aprovechó para acercarse rápidamente a Jun y doblegarla, sin darle oportunidad de reaccionar o defenderse. Su brazo se torció y en consecuencia la joven soltó un sonoro quejido. Sostener el arma se volvió imposible y la misma cayó al suelo ante la mirada impotente y cargada de confusión de la hafugyo. La palabra "quieta" resonó en sus oídos como un eco, y para sus adentros se debatió entre la rabia y el temor. El plan que había elaborado y la seguridad que sentía se desvanecieron en un mismo instante, con la caída repentina de su amiga. 

¡No! ¡Suéltame! —chilló, revolviéndose bajo el agarre firme de aquel hombre. Seguramente el contacto con su piel áspera le haría algún daño, pero de ninguna manera sería suficiente como para detenerle—. ¡¿Juri qué haces?! ¡Levántate! Deja de jugar, ¡Levántate!

Un escalofrío recorrió su espalda al darse cuenta de que no podía percibir ningún movimiento en el cuerpo de su amiga. La imagen de la joven tendida en el suelo, inerte, rápidamente la llenó de pánico. No comprendía lo que estaba sucediendo. ¿Qué había salido mal? ¿Por qué Juri se desmayó? ¿Fue culpa, quizás, del alcohol que habían ingerido antes de la intrusión? A lo mejor inhalar los vapores de la pintura le hizo daño... o tal vez aquel marine realizó algún movimiento que ninguna de las dos pudo percibir. Hipótesis había muchas, pero respuestas concretas ninguna.

Suéltame, viejo ¡Así no se trata a las mujeres! —rugió, mientras se retorcía como caracol con sal— ¡Me estás lastimando! ¡Suéltame, maldición! ¡Ella necesita ayuda!

Nada de lo que Jun vociferara serviría de algo. Tampoco valía la pena resistirse, pues no tenía la fuerza suficiente para liberarse. La peliazul se sentía vulnerable y expuesta, mas su afilada visión trató de buscar desesperadamente una salida que pareciera posible. 

Una salida que no encontraría.

¡Juri! —volvió a gritar, esta vez con más fuerza, pero su amiga permanecía inmóvil.

Al oír el sonido de pasos apresurados acercándose, cualquier esperanza de salirse con la suya acabaría por esfumarse. Los ojos de Jun se cerraron y de su boca escapó un suspiro cargado de resignación. Era inminente la derrota. Las habían atrapado.

Play stupid games, win stupid prizes.
#8
Gautama D. Lovecraft
-
Se empezó a masticar una cruda tensión, en el momento en el que la joven se vio aprisionada por la fugaz llave, momentos después de contemplar como su acompañante caía de manera súbita, gritaría descalificándome de pura rabia. Se le notaba conmocionada por el aparente desmayo de la otra. Fui testigo al igual que ella como sin saber nadie como, la segunda joven se desplomaba sola. Tuve un momento donde los segundos se pararon para mí, bajé de mi mente al corazón el sentido de la justicia que perseguía, focalizándolo, y centrando sobre el mismo, un camino que perseguía.

Si quería predicar con el ejemplo, transmitiendo una humanidad compasiva sin apartar la justicia de ello, obrar con el corazón era lo más correcto para el marine que intentaba forjar. Por eso, esos segundos de introspección serían más que vitales para demostrar que tipo de marine estaba destinado a ser, cual quería dar a conocer a los demás, y en esa situación, no podía dejar que una vida corriera peligro por tan solo una chiquillada que pretendían realizar.

- Apresadla -

Mis gruesos dedos soltarían la muñeca de la chica, las patrullas ya se avistaron a poco más de una decena de metros, por lo que la situación estaría más que controlada, ahora la prioridad era otra, la joven tendida al suelo. Me abalancé con criterio sobre la joven en el suelo, me puse sobre uno de sus costados con las rodillas sobre el suelo, y ahí tomé una de sus muñecas, llevando los dedos índice y corazón a la articulación. No tenía pulso.

- Sin pulso -

Diría algo desalentado, sin embargo, no habían pasado muchos segundos desde el desvanecimiento, y cada uno de ellos contaba para al menos intentar salvar la vida de la muchacha. Iniciaría una reanimación de primeros auxilios, los compañeros ya tendrían arrestada a la amiga, y uno de ellos se vino hasta a mí.

- Soldado... informe -

Pero esas palabras caerían en un pozo, pues me encontraba abstraído, comenzando con una serie en la que colocaría mis manos sobre su pecho para iniciar las compresiones, colocando una mano sobre la otra con los dedos entrelazados... 1, 2, 3, 4... 15, 16, 17, 18... 29, 30, 31, 32... Si la tensión que ya se vivía en una intrusión nocturna era grande, en plena reanimación, cuando una vida corría un riesgo vital, cada segundo se notaban como horas.

55, 56, 57... llegué a 100 y volví a consultar su pulso, llevando los dedos hasta su cuello. ¿Parecía volver?, me sobrecogió sentir que parecía que había recobrado algo, aunque era débil, había que volver a comenzar la serie, no podía irse. No conmigo ahí. Volví a las repeticiones compresivas, bombeando la caja torácica, 34, 35, 36... 61, 62, 63... 89, 91, 92... y de nuevo 100. Volví a comprobar su pulso, y en su cuello, noté que ya tenía.

Me levanté para recobrar la respiración, la joven, sin embargo, yacía como inconsciente y era incapaz de buscarle algún tipo de justificación ante su desmayo. Ignoraba si tenía algún tipo de patología cardiaca, o había consumido lo que fuera, eso solo un médico tras las pertinentes pruebas lo sabría, yo tan solo había hecho todo lo que estaba en mi mano, tanto para un bando como para otro. La intrusión pareció al final no cobrarse la vida de nadie.

Este tema ha sido cerrado.

#9
Tema cerrado 


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