Hay rumores sobre…
... que existe una isla del East Blue donde una tribu rinde culto a un volcán.
[Común] [C-Pasado] Quilombos en Kilombo
Manon S. Du Soleil
Mao/Drine
Día 20 de Verano, año 724.

Estaba al tanto del motivo por el cual estaba visitando Isla Kilombo, la actividad de la isla había aumentado repentinamente y la marina había notado esto, por algún motivo los actos criminales en la isla iban en aumento, así como los problemas y las desgracias ¿Era posible pensar que la isla estaba maldita? Porque no veía ningún motivo de peso para que las personas se interesen en este lugar, bueno, si, había motivos de peso para que los criminales y los piratas se interesen en esta isla que solo contenía una cifra reducida de habitantes, una base de la marina y un faro habitado solo por una persona, o eso me habían dicho los lugareños cuando intenté sacarles información en medio de una charla amena y me arrojaron miradas desconfiadas. Está bien, la gente de esta isla se encontraba particularmente traumatizada por lo que estaba sucediendo ¿Qué estaban haciendo mis compañeros marines?

Me quedé pensando que atraía a tantos criminales aquí, supuse que lo que había deducido antes, la cantidad de habitantes en la isla y la inacción de la marina eran buenos para cualquiera que quisiera pasar desapercibido, además de que, al parecer, los controles que se hacían de las embarcaciones que tocaban puerto eran… Bueno… Me daba la sensación que no muchos. Si. Sabía que había muchos buenos marines, conocía a algunos, pero también era muy consciente de que otros estaban en sus puestos solo por el sueldo y no tenía la intención de poner como prioridad la seguridad de las personas. Fruncí el ceño mientras apuñalaba con el tenedor una frutilla que se encontraba al costado de mi porción de torta de mousse de chocolate; el tenedor resbaló un poco, haciendo que el metal chirríe ligeramente contra la cerámica del plato; comí la fruta con violencia mientras pensaba.

Ah, cierto ¿Dónde estaba? La mayoría de la población prefería un buen bar donde tomar cerveza o cualquier otro tipo de alcohol, como si fuese el líquido vital que alimentaba al mundo; seguro que alimentaba las penas de muchos, lo había visto; en mi caso, prefería tomar un chocolate batido con crema en la parte superior, y comer una torta de mousse del mismo sabor, en un bonito café con mesas al aire libre, suficiente para mantenerme atenta a las cosas que sucedían allí y, siendo sincera, me encanta ver cómo las personas prosperan: Los niños jugando, las parejas paseando, los anciano dándole de comer a las aves, los criminales ocultándose en los callejones donde, al parecer, les convenía mantenerse. Los soles en mis ojos brillaron con anhelo al ver a las familias con niños pequeños, era una vida que me había planteado, pero prefería mi trabajo en este momento, tenía mucho que hacer, mucho que inventar.

Y sinceramente no había nadie que me siga el ritmo hasta ahora.

Recogí los hombros, sorbiendo de mi chocolate batido con una bombilla, encantada con el ambiente agradable que se gestaba allí, me hacía recordar a los días en que jugaba con mis amigos y mi hermano. De pronto sentí un golpe en la cabeza, más exactamente en mis cuernos y, luego, un silbido le siguió al impacto, por suerte estaba lo suficientemente lejos del tenedor, pero casi me ahogaba con la bombilla, levanté la mano para tantear uno de mis cuernos y quitar la cosa gomosa de este: Una pelota. Giré mi cabeza, siguiendo la aparente trayectoria del objeto agresor hasta un grupo de pequeños que me miraban con expresiones aterrorizadas, pálidos como el papel. Debía ser no solo porque acababan de darme un pelotazo, sino porque, inclusive si estaba, en este momento, fuera de mi uniforme de la marina, aún tenía un tamaño lo suficientemente llamativo como para intimidar, al menos a la mayoría de los seres pequeños.

Y los niños tienden a ser especialmente pequeños. Es por eso que cuando me levanté con una sonrisa de oreja a oreja, acercándome a los niños, estos salieron corriendo con un varios gritos espantados, escondiéndose en los alrededores. Excepto una niña pequeña que se quedó mirándome con fascinación, parecía ser la más pequeña del grupo, me señaló con un dedo y luego a la pelota.

. – Rompió nuestra pelota.

Parpadeé, cambiando a una expresión desconcertada y luego me reí abiertamente, poniéndome de cuclillas frente a ella, no podía estar a su altura, pero al menos hacerme más pequeña.

. – No creo que eso funcione así, pequeña, la pelota que me arrojaron chocó contra mis cuernos, es algo injusto que me llames la atención cuando yo solo estaba allí. –Dejé caer la pelota pinchada a un lado– ¿Qué tal si te hago una más bonita? Soy una artesana muy hábil, pero con una condición.

Los ojos de la niña de cabello negro en dos trenzas y tez oscura centellearon intensamente.

. – ¡Si! Dígame señora de los cuernitos.

. – ¿Qué tal si me dices quien pateó la pelota y por qué?

Esta vez la niña se mostró más escéptica, llevándose un dedo a los labios para pensar.

. – Es que los demás creyeron que sus cuernitos no eran reales… –Replicó, balbuceando, un poco más tímida– Así que Allison quiso demostrarlo y pateó la pelota ¡Yo dije que no sería bueno! Pero no me hacen caso… –Bajó la mirada y luego la subió hacia mis cuernos negros– Yo creo que tiene cuernitos bonitos…

. – ¿A sí? ¿Quieres tocarlos? –No solía dejar que nadie, NADIE, toque mis cuernos, sin embargo, algunos niños eran encantadores, como esta pequeña.
#1
Sowon
Luna Sangrienta
La mañana comenzaba temprano en la granja, había mucho que hacer y Sowon se había dedicado a ayudar siempre que pudiese para ganarse unos berries extras. Su vida era dedicada al trabajo, ya fuesen simples o aburridos, todo lo que pudiese garantizarle dinero o comida era bien recibido por la enorme Oni. Aquel día había arado varias parcelas y también clavado varias cercas, se acercaba su horario de salir y los impresionados dueños del lugar le habían preparado un surtido de carnes ideales para recuperar su energía.

— Esto es muy bueno, deberían venderlo... —

Comentó la Oni arrasando con la mesa frente a ella como un torbellino embravecido, lo que no sabía era que de hecho los dueños vendían los mejores cortes y aquello era lo que sobraba pero lo cocinaban de tal manera que era una jugosa recompensa para la enorme rubia. Suspiró al saber que tras terminar el almuerzo debería buscar algo que hacer, observó de reojo buscando una excusa para quedarse pero no tuvo ninguna en mente. Tocaba regresar a la ciudad y a lo mejor dedicarse a rescatar gatos de los árboles o pasear perros, por lo que fuera eran trabajos que se le daban bien y los habitantes pagaban bastante por darles un buen paseo a sus cachorros.

— Pero antes un postre, sí olvidé pedir ese flan casero que hacen los viejitos... recuerdo un lugar que vendía postres. —

Se frotó la cabeza, rozando sus enormes cuernos negros mientras caminaba por las calles del pueblo. Era un pueblo que tras tantos días conocía como la palma de su mano, pese a que algunos lugares se le hacían todavía borrosos al no quedarse mucho tiempo en los lugares aburridos según sus pensamientos. Ese café estaba, justamente, en un lugar donde nunca pasaba nada y rodeado de niños que no era precisamente algo que le agradase. Los crios solían ponerle de mal humor, cuando ella tenía su edad estaba cazando sus primeros botines o luchando para romper las cadenas de su esclavitud. Las crias de las hormigas eran groseras, presumidas y no habían tomado una pala en su vida. Pero tocaba respirar profundo, exhalar y concentrarse en el enorme flan cremoso que le esperaba al llegar al café.

Al doblar la esquina, sus ojos esmeralda capturaron una escena de lo más peculiar, observó su kimono rojo mientras se sacudía algo de polvo y acomodó su enorme espadón en la espalda mientras se aseguraba de tener una postura erguida y oler lo mejor posible. Por suerte se había dado un pequeño refrescón antes de salir, aunque su cabello húmedo era complicado y más cuando tenía tan poco tiempo para arreglarse. Se ocultó en un callejón, mirando de reojo a la mesa y analizando a esa mujer, no todos los días se encontraba a alguien de su misma estirpe. Sangre de su sangre, se ajustó el escote mientras se aclaraba la garganta, pudo presenciar como los niños le arrojaban una pelota y como esta se levantaba. Sowon aceleró el paso, nadie molestaba a una hermana, si necesitaba defender su honor tenía un acero listo para impartir el respeto.

— Oniki... ¿Te están molestando? No me gusta cuando otros molestan a una hermana oni solo por verse diferente... —

Su figura era alta, cuatro metros de pura fuerza Oni que opacaban incluso a la otra mujer, su sombra se proyectaba dado la posición del sol y sus ojos esmeralda eran lo único que iluminaba una tenebrosa figura que había posado la diestra en la empuñadura de su arma. Sus ojos se cruzaron con los de la niña, dos almas que se conocían pero de la cual Sowon podía percibir cierto miedo pero más allá de eso una fascinación genuina que le hizo soltar la empuñadura. No parecía tener interés en molestar, si fuese así el miedo sería lo más fuerte pero en cambió la hormiga humana saltaba con una sonrisa extendiendo sus manos hacia el cielo en dirección a la pirata.

— Tch... ¿Qué sucede? ¿Por qué me miras así hormiga? No doy paseos gratis, son cien berries por cabeza ¡Y no lo hago los jueves! —

Se cruzó de brazos y desvió la mirada, era brusca, terca y algo grosera al poner apodos tan ofensivos para otros pero la niña no pareció tomarlo a mal. Pese a todo el dramatismo, la chiquilla no dejaba de dar vueltas a su alrededor, pensar que la rubia solo quería hablar con la mujer Oni y ahora tendría que soportar a esa niña quien sabe por cuanto tiempo. Si tuviera un berrie por cada mocoso que le admiraba tendría tres, lo cual no era mucho, pero ayudaría a pagar el café.
#2
Manon S. Du Soleil
Mao/Drine
El destello en los ojos de la niña me reconrdaba al par de ojos hermosos e igual de soleados que los míos que, en mi infancia, pertenecían a la personita más especial de mi vida. Siempre me habían gustado los niños pequeños, jugar con ellos era un privilegio en muchas ocasiones, debido a que mi tamaño, incluso siendo el tamaño mínimo de un oni, seguía siendo mucho mayor al de las especies que se acercaban más al tamaño “humano” por decirlo de alguna forma. Es por eso que la mirada resplandeciente de la niña no me permitió negarme a que toque mis cuernos, había tanta inocencia en esos encantadores ojos pardos que mi corazón se derretía como un helado en el sol del verano. Aunque no podía decir que tenía un corazón helado, quizás sí uno ardiente, y la pequeña estaba echándole leña al fuego del cariño que ardía en mi núcleo.

Me quedé ensimismada por un momento, pensando en los recuerdos que me traía esto, no era la primera vez en mi vida que me arrojaban un pelotazo, en absoluto, los cuernos de los oni siempre son un centro de atención para la mayoría, así como nuestra altura imponente, aunque los gigantes nos superan en ese aspecto, obviamente, sin embargo, los cuernos tienden a ser el foco de muchas personas y se preguntan si son reales, si nos duele que los golpeen, si son suaves al tacto, ásperos, si los pulimos. Muchas cosas que cualquiera se preguntaría genuinamente, el problema es cuando esas preguntas vienen con la típica poca tolerancia y narcisismo de los niños o los adolescentes; aunque muchos adultos, por no decir una gran parte, también están dotados de estos rasgos tan encantadores.

Estos niños en particular parecían tener esa disposición desagradable, bueno, la mayoría, exceptuando esta pequeña, chaparra, que no debía tener más de 5 o 6 años y que se había quedado a pesar del posible temor que tenía a ser acusada por las acciones de sus amigos, si es que eso eran, es decir ¿Quién abandona sus amigos? Tuve la intención de resoplar, pero no quería ofender a la niña o hacerle pensar que su presencia era indeseada, así que me contuve y le sonreí suavemente, inclinando un poco la cabeza para que mis cuernos capten debidamente la luz solar que les daría un rebrillo rojizo como el de mi cabello.

. – Está bien, si quieres tocarlos primero me gustaría saber tu nombre, pequeña valiente.

. – Me llamo Febe, señorita de los cuernitos.

. – Yo soy Manon, Febe, eres una niña muy dulce ¿Sabes?

Ella se llevó las manos a la espalda con timidez y se balanceó de lado a lado, intenté no reírme, pasó de ser una niña valiente y acusadora a una niña tímida, realmente era bonito ver a los niños queriendo parecer fuertes, solo para volver a su estado original. Busqué con mis ojos al resto del grupo de pequeños que habían pateado la pelota, pero no aparecían por ningún lado, vaya compañeros eran. Lo que sí noté fue la sombra que intentaba ocultarse en un callejón cercano, era difícil no darse cuenta de su presencia, era enorme, aunque bien podría ser que la persona que proyectaba esa sombra fuera pequeña, pero el ángulo en el que se colocaba hacía que su sombra parezca mucho mayor de lo que era. Por un momento pensé que tendría que adivinar, pero la persona misteriosa no tardó mucho en darse a conocer, y no estaba equivocada al suponer que se trataba de alguien alto, para ser más precisos, era otra oni.

¡Hacía tanto que no veía a alguien de mi misma especie! ¡Y era increíblemente alta! Debía sacarme, al menos, un metro y medio. Los soles en mis ojos se fijaron en ella como si hubiese visto pasar un fantasma o estuviera experimentando una epifanía, incluso si no era de tipo religioso. Cuando habló me sacó de mi estupor y negué con la cabeza, colocándome las manos en la cintura con los brazos en jarras.

. – ¡Gracias por la preocupación! Pero son solo niños problemáticos, nada con lo que no haya lidiado antes. –Esbocé una sonrisa radiante, que podría tener unos cuantos vatios según mis madres– No te había visto antes, obviamente. Soy Manon Du Soleil ¿Y tú?

A pesar de su altura lucía mucho más joven que yo, los oni podíamos ser extremadamente altos, pero, como otras especies, no siempre nuestra apariencia indicaba la edad que teníamos. Moví la nariz, captando el aroma del sudor recientemente lavado, la tierra fértil y el aroma de las verduras recién cultivadas, tenía una nariz bastante sensible, podía decirse que mi olfato era un sentido aumentado de alguna forma, lo que me permitía rastrear con agudeza ciertos aromas u olores característicos. Por otro lado, la pequeña Febe tenía sus propias ideas acerca de la nueva cara con la que se estaba cruzando y, esta vez, estaba fascinada por la altura de la rubia, estirando sus brazos para que le dé un paseo, pero siendo mortalmente rechazada en el momento. El puchero en los labios de la niña fue el primer paso para que mostrase que sus ojos se estaban volviendo brillantes por las lágrimas.

. – Oh, oh… ¡Ah! Eh, puedo darte un paseo, Febe. Pero primero tienes que comportarte bien. –Los ojos de la niña pequeña volvieron a la normalidad y puso un puchero– Primero deja que los adultos hablemos un rato y luego te daré un paseo en mis hombros ¿Te parece un trato justo?

El puchero de la niña se hizo más pequeño.

. – … ¿Puede darme un poco de su postre?

Pequeña compradora– ¡Claro! Puedes sentarte con nosotras, te daré mi postre y nos dejarás hablar. –La sonrisa en su carita se hizo presente y corrió a la mesa en la que me había sentado hace unos minutos para ir a comerse mi postre, bueno, era el precio por la felicidad de una niña. Miré a la Oni frente a mi y le sonreí– Los niños no son tu área de experticia verdad ¿Por qué no nos sentamos a hablar antes de que Febe fulmine mi bebida también?

Hice un ademán con la mano, invitándola a mi mesa a medida que me encaminaba a ella. Me senté junto a la niña, esperando a la oni y le di un sorbo al batido de chocolate.

. – Hace muchísimo no veo a uno de los nuestros ¿Llevas mucho en la isla?
#3
Sowon
Luna Sangrienta
Al parecer su hermana Oni no estaba en problemas, relajó su actitud un poco al ver que la niña parecía ser una amiga suya, esto pudo confirmarlo cuando le ofreció un paseo e incluso comida gratis. Según ella entendía las relaciones eso solo se hacía con personas que habían alcanzado cierto nivel de confianza o les habían hecho un favor, como cuando ella invitó a Plumitas tras haberle ayudado a recolectar los pavos sueltos por el pueblo o la vez que se sentó a tomar unas copas con aquel pirata quien solo buscaba rescatar a unos esclavos. Volvió a observar a la niña, su rostro era un poco más amable pero no dejaba de ser vigilante, como si fuese la madre severa de una relación y estuviese atenta a que no intentase ninguna travesura mientras se reencontraba con alguien de su especie. Era reconfortante ver a Onis tan lejos de su lugar de origen, su vida había sido una odisea y se alegraba de ver a otros de su especie ganarse la vida, claro que su forma de hacerlo era la vía mercenaria ser contratada y cobrar por prestar un servicio tal como su familia le había educado.

— Shinozaki Sowon, miembro del Clan Shinozaki de Onigashima y la espada que puede acabar con todos tus problemas... ¿Niños? ¡Bwahahaha! Soy buena si debo asustarlos, una vez me contrataron para encargarme de unos ladrones. Yo creyendo que eran unos bandidos fuertes y rudos, eran solo unos niñatos que robaban aprovechando que sus padres eran marines. ¡Se llevaron tal susto que luego cuando los tuve que rescatar creyeron que los había seguido para robar su alma! Pero uno de ellos tiene carácter, va a llegar lejos si sigue ayudando en el puesto... —


Se presentó explicando un poco a lo que se dedicaba y dejando en la mesa que era alguien bastante crédula, de aquellas personas que aceptaban cualquier encargo con las mínimas preguntas siempre que prometiesen un pago a cambio. No era buena, tampoco se podía calificar como alguien en extremo malvada, veía las cosas como una cuestión de negocio sin importar si estaba en su tierra o en otra isla. Se sentó en la mesa mientras vigilaba a la niña, su mirada y rostro eran mucho menos intimidantes, como si considerase a la misma parte de la familia aunque no le había llamado Oniki como sí había hecho con su compañera de sangre. Suspiró mientras se cruzaba de brazos y pedía el flan que quería, lanzó la bolsa de monedas justas apenas lo hizo, dejando claro que no era alguien que robase y que no tenía preocupación en pagar por lo que hacía aunque su aspecto le pudiera relacionar con un demonio que había salido hace poco del infierno.

— Desde inicios del Verano, llegué luego de unos problemas con cierta gente, desde entonces me he dedicado a trabajar en granjas, buscar animales, cazar a algún criminal por aquí y por allá o rescatar a algunos civiles que se metieron donde no debían. Las hormigas son muy curiosas pero no parecen tener muchas neuronas a veces... —

Expresó con honesta sinceridad, sin morderse la lengua y con una sonrisa digna de alguien que había salido de la selva, aunque bajo toda esa personalidad había alguien inteligente. Sabía calcular ganancias, aceptaba los trabajos solo si la paga era buena y si se veía detenidamente sus brazos podrían verse las marcas de un entrenamiento brutal, constante y efectivo. Colocó su enorme espada a un costado, el metal envainado se erigía como una gigantesca torre a un lado de ambas Onis. Pero para Sowon, el gesto fue como mover una cuchara, no había mostrado signos de dolor o esfuerzo en esa tarea que para muchos humanos hubiera resultado en una tarea colosal.

— ¿Qué me cuentas Oniki? Por lo que puedo adivinar llevas poco por aquí, es imposible no habernos cruzado hasta ahora si hubieras estado hace tiempo pero es mejor que hayas llegado ahora. Ha habido bastante jaleo en la isla, muchos piratas que causan problemas y algunos problemas menores entre los comerciantes. —

Indagó con genuina curiosidad mientras comenzaba a comer el flan que había pedido, no era tan bueno como el de la granja que ayudaba pero no estaba mal, la cremosidad era diferente este parecía mucho más fino y menos rústico, a ella le encantaba sentir el flan como una mezcla entre rugosidad y finura. Este se derretía en su boca, como si fuese un helado aunque conservando aquel sabor característico que tanto disfrutaba. Era una encrucijada, no sabía si quejarse o aceptarlo, pero prefirió callarlo para no ofender a su compañera Oni ni a la pequeña amiga que tenía. La importancia de una primera impresión era muy respetada entre los miembros de su clan.
#4
Manon S. Du Soleil
Mao/Drine
Esbocé una sonrisa amplia al ver que la oni de cabello rubio se relajaba, era bueno ver que lo hacía, a veces los niños pueden ser mucho inclusive para las personas adultas o de gran tamaño, en el fondo todos tenemos un interior algo esponjoso. Todavía podía ver el rastro de desconfianza que irradiaba como un resplandor suave en los ojos de Sowon, pero estaba segura de que se trataba no sólo de la situación en la que estaba involucrada Febe; es decir, el pelotazo que había recibido hace unos momentos por parte de su grupo de, no tan, amigos; sin también de la reserva ante las interacciones entre especies. En más de una ocasión se me había molestado por mi ascendencia, en pocas palabras, por mi especie, y lo que caracterizaba a la misma y, clarísimamente, había reaccionado de la forma en que Sowon lo hizo, al menos en mi niñez y mi adolescencia había repartido infinidad de palizas a los niños de mi pueblo.

Cuando ella se presentó la sonrisa en mi rostro se suavizó, tomé el batido de chocolate que había pedido antes y cuando la mesera se acercó pedí otro batido y varias rebanadas de budín de banana, mi preferido, dejaría que Sowon decida que quería comer, no parecía el tipo de persona que quiere que ordenen por ella o le den recomendaciones. Escuché que provenía de onigashima mientras sorbía de mi batido sin dejar de observarla con los intensos soles que sabía eran mis ojos, al menos hasta que dijo que era buena con los niños… Pero era buena asustándolos. Me ahogué cuando la chocolatada pasó por el lugar equivocado y comencé a darme palmadas en el pecho mientras tosía, intentando no reírme ¡En realidad era divertido! ¡Especialmente el orgullo que ponía al proclamarlo! Negué con la cabeza una vez que recuperé la compostura, pero antes de hablar, Febe se me adelantó.

. – ¡No entiendo! ¿Qué les asusta a los niños de usted, señora de los cuernos enormes? –Dirigí mis ojos a la niña, quien miraba genuinamente sorprendida y confundida a Sowon– Si usted es tan grande y fuerte ¿No tendrían que sentirse seguros?

Febe lo dijo con mucho fervor, alzando los brazos para indicar la altura gigante de Sowon y luego ampliando los brazos para hacer el gesto de “fuerza”, flexionando sus pequeños músculos que apenas se elevaron. Por mi parte, me sorprendía que niños con padres marines estuvieran robando, bueno, no me sorprendía del todo, después de todo los marines llevan una vida ocupada, muchos de ellos se dedican únicamente al trabajo y descuidan sus roles como padres, por lo que no es sorprendente que desatiendan el vínculo que tienen con sus hijos. Exhalé un suspiro al pensar la situación en la que estarían esos chiquillos, pero no quería preocuparme, considerando que Sowon ya se había hecho cargo, aunque, quizás, debería hablar con mis compañeros marines para hacerles llegar la información de que sus hijos eran unos vándalos. Esa sería una conversación interesante.

. – Así que eres de Onigashima. –Centré la conversación por ese lado, ya que estaba más interesada en saber sobre ella y su lugar de origen– Nunca estuve allí, crecí en una isla en West Blue ¿Cómo es allí? Solo he leído algunas cosas realmente. –Luego la miré divertida– También me pregunto qué habrás dicho para que esos niños piensen que te vas a llevar sus almas.

La parte de la contratación también atrajo mi atención ¡Vaya, eso rima! Enforcar, ¿Sería que tenía como oficio o trabajo el dedicarse a tomar peticiones de cualquier tipo? En pocas palabras ¿Era mercenaria o cazarrecompensas? Incliné la cabeza con curiosidad, después de todo no tenía la actitud de ninguno de los dos pero ¿Se trataría de una fachada o algo así? Me resultaba difícil creerlo, actuaba de una forma tan genuina, más aún sin saber que yo pertenecía a la marina, y hablaba abiertamente de su contratación. Realmente me estaba costando estimar hasta donde alcanzaba la bondad de Sowon, pero no parecía del tipo que intentaba hacerle daño a los demás, no si eran niños pequeños. Dejé que continúe contando hace cuanto tiempo que estaba aquí al mismo tiempo que traían mi budín de banana y el flan que ella había pedido, Febe estaba devorando la mousse de chocolate a bocaditos adorables, tenía los labios cubiertos de este, le alcancé una servilleta a la niña, sin perder el hilo de la conversación.

. – Entonces ¿Te dedicas a aceptar encargos al azar? ¿Y aceptas cualquier tipo de encargo? Quiero decir… ¿Te importa qué es lo que te piden hacer? –Me sentía algo reacia a preguntar estas cosas, Sowon me estaba cayendo bien y, realmente, no quería hacer mi trabajo en su caso, aunque no solo lo consideraba mi trabajo, como persona, si sabía que alguien estaba lastimando a inocentes, no podía consentirlo. Hice una mueca apenada– No es que te esté acusando de nada, aunque suene así, lamento si suena así.

Pero… Era tan complejo verla cometiendo ese tipo de injusticias, Sowon parecía estar hablando con toda sinceridad realmente, y estaba segura de que reconocería a una persona con malas intenciones si la pusieran frente a mí, es por eso que decidí no dudar de su palabra, al menos por el momento, si ella me decía lo contrario entonces tendríamos que cruzar una buena cantidad de palabras. Dirigí mis ojos hacia la gran espada que portaba, realmente debía tener un nombre, muchas armas eran nombradas por sus dueños, por los aliados, amigos e incluso enemigos de estos, y Sowon parecía el tipo de persona que cruzaba armas con otros si la situación lo ameritaba… Como yo destrozaba mandíbulas y bajaba dientes en caso de necesitarlo. Aunque no traía mis nudilleras de momento.

. – Por cierto ¿A quiénes llamas hormigas? ¿A los más bajitos? –Porque no creía que fuese solo a una especie en particular.

Cuando preguntó acerca de mi estadía en Kilombo le di un sorbo a mi malteada y no pensé antes de contestarle, después de todo, no tenía motivos para ocultarle porque estaba aquí o cuando llegué a la isla.

. – En realidad vine a Kilombo precisamente por eso, las noticias corren como la pólvora en East Blue, lo suficiente para llegar al Archipiélago Conomi y me pidieron a mí, y a un contingente de soldados que nos traslademos hasta aquí para cubrir la falta de personal. –Expliqué tranquilamente, comiendo un pedazo de budín de banana ¡Estaba buenísimo! Húmedo, dulce y con nueces. Hice uno sonido de felicidad y lo devoré– Soy parte de la marine, vengo de la Base G-39 del Archipiélago Conomi, por eso no nos cruzamos antes, mi lugar habitual de trabajo es en la Isla Goza, pero me traslado dependiendo de las órdenes que bajen desde arriba.

Crucé suavemente las manos sobre la mesa.

. – Lamento si lo de antes sonó como un interrogatorio, puedo ver que no eres más que sincera conmigo, pero incluso si no fuese marine lo preguntaría, espero podamos ser amigas de todos modos.

Un ruido fuerte a mi lado me sobresaltó, miré a Febe, que había estampado las manos sobre la mesa, mirándonos– ¿Por qué dicen tantas cosas que no entiendo? ¿Por qué no podrían ser amigas? –Exclamó la niña.
#5
Sowon
Luna Sangrienta
La niña parecía no temer ni juzgar su aspecto, algo extraño en los humanos quienes siempre veían en los Onis antiguas creencias de seres infernales o que solo causaban la destrucción, ella tampoco era el mejor ejemplo a seguir siendo la destrucción y la fuerza las cosas que solían acompañarle adonde quisiera que pisara. Sus ojos se concentraron en el postre, tratando de tomarse como un insulto aquel apodo, no creía ser tan vieja como para ser llamada señora y sus cuernos pese a ser largos no alcanzaban su longitud entera todavía siempre se decía que le faltaba pegar un nuevo estirón hasta llegar a ser considerada verdaderamente una adulta entre sus pares. Su voz fue suave, tan aterciopelada como los postres que se servían en una mesa y en la otra, sus emociones parecían fluir como un caudal tranquilo que arrastraba con fuerzas pero no con malicia a quienes le llegasen a escuchar. Apoyada con una mano en su mejilla y dejando caer la cabeza, continuó su degustación, intentando responder a ambas cuestiones a la vez aunque las conversaciones grupales no eran lo suyo tendiendo a perder gran parte del hilo conductor si dos voces comenzaban a preguntar demasiado en un corto periodo de tiempo.

— Porque estaban haciendo cosas malas, los que hacen maldades deberían temer cuando ven a alguien tan fuerte del otro lado de la vía, no siempre se puede salvar o proteger a todos en especial cuando hay cosas importantes que necesitan ser protegidas. ¿Mi hogar? No es muy diferente a esta isla, a lo mejor llevamos otro estilo de vida y hay algunas esculturas referentes a nuestra tradición. Lo único malo es que su clima no es tan regular, hay zonas heladas y zonas infernales, la capital es el único lugar donde se está bien a gusto... ¿Qué hice? Solo me disfracé de una espada de una guerrera y les dí un sermón sobre que no deben robar, tras eso trabajan en el puesto como ayudantes de una viejita y los tuve que rescatar cuando unos piratas intentaron llevarlos... —

Explicó con total sinceridad, no ocultaba nada, era un libro abierto que no temía decir ni tratar de ocultar algo incluso frente a los más jóvenes. La vida había sido dura con ella, desde muy pequeña había aprendido a valerse por sí sola y creía que cualquier trabajo era honesto mientras no consistiera en robar el fruto del esfuerzo de otros en su situación. Era una persona que escalaba por sus medios, que poco a poco se había ganado una pequeña fortuna y ahora vivía bastante cómoda tomando trabajos de bajo riesgo pero siempre con un espacio para esos trabajos que realmente le hacían hervir la sangre y ejercitar como era debido. Las preguntas de su Oniki le hicieron levantar una ceja, parecía buscar indicios de alguna actividad ilegal en su vida, se encogió de hombros mientras tomaba otra cucharada del flan y volvía a centrar sus ojos en los de la mujer como si estuviera hablando directo a su alma.

— Acepto cualquier encargo que me de una buena paga, por lo general intento matar solo a quienes lo merezcan, los que hayan robado o asesinado cuando tengan precio por su cabeza. No atacaría a unos críos, tampoco mataría a alguien solo porque me prometan una suma de dinero, necesito ver las cosas por mí misma. Soy bastante inocente a veces, las primeras veces actuaba sin pensarlo mucho pero terminaba en contra de aquel que me había contratado. He ido... perfeccionando un poco mi método, aunque mi espada no lleva sangre de ningún inocente que sea de mi conocimiento. —

Indicó mientras acariciaba el lomo de su arma, antes de volver a mirar a la mujer y a la pequeña, no buscaba ocultar nada la vida de una mercenaria fuera cazadora, pirata o una simple civil podía tener muchas curvas inesperadas. Suspiró al ser interrogada nuevamente, la mujer comenzaba a ser como esas máquinas que preguntaban hasta la fecha de vencimiento de algún producto, aunque hizo su mayor esfuerzo para mantenerse tranquila y suavizar con unos tragos de la bebida el intenso interrogatorio.

— Hormigas, suelo llamar a todos los humanos así, porque a mis ojos todos son iguales y no puedo distinguirlos de una hormiga o un animal si no me inclino lo suficiente. También puedo ponerle apodos a los más interesantes, como podrían ser Plumitas o Espaditas quienes fueron compañeros de aventuras y ayudaron bastante a ganarme unos berries. —

Suspiró nuevamente al recordar los viejos tiempos, solo habían pasado unos días pero con lo que solía girar el mundo incluso unas horas podían parecer meses enteros y en algunos casos años, guardaba aquellos apodos con cariño para no tener que pensar en algún nombre al ver un rostro pese a que era evidente que por fuera parecían meras decoraciones despectivas hacia todo su alrededor. Su rostro pareció relajarse al ver de donde venía el deseo de conocer tanto, una sonrisa salvaje enherboló su rostro al momento de volver a cruzar miradas, los marines desde siempre le habían parecido interesantes y le llamaba la atención que una hermana de sangre hubiera aceptado estar bajo el mando de otros quienes solo veían la fuerza o el tiempo como valores para imponerse por sobre los demás.

— ¡Bwahahaha! No me hubiera imaginado que fueses una marine y aceptases a otros por encima tuyo, a mí eso de las jerarquías y los rangos no me agrada para nada. Tener a alguien que intente limitarte o no poder purgar las cosas sin una orden me parece tan... injusto. Valoro más la libertad y el hecho de poder hacerse cargo de las cosas por justicia propia que esperar a alguien que quizás no pueda encargarse. ¿Son fuertes? A veces me intriga lo que hacen dentro de ese cuartel, los marines que vi por la isla no me parecieron la gran cosa, aunque si te han llamado a lo mejor puedas ponerlos en forma para que no me dejen a todos los criminales... ¡Aunque eso sería perjudicial para mí! —

Bromeó riendo a la par que golpeaba la mesa con su puño, completamente tentada por las últimas palabras, la niña había puesto sobre la mesa algo que Sowon pensaba. Su forma de ver el mundo era que todo aquel que no le hiciera daño era una amiga, pero en el caso de los Onis tenía un caracter mucho más fraternal, como si fuesen parte de su familia y sobre todo, personas interesantes a las que no quería dejar de lado apenas conocerlas por un simple empleo que no definía el carácter de una persona.

— Oniki, no debes preocuparte por eso, mi forma de llamarte lo hace saber. Eres como una hermana, como uña de mi carne y aunque no compartimos familia la sangre de los Onis corre por nuestras venas. ¿Qué importa si eres una marine? ¿Acaso un rango nos define? ¿Acaso la fuerza puede determinar algo si quien la emplea no tiene un buen cerebro? Los que somos fuertes, podemos decidir con quien nos relacionamos y cómo lo hacemos. Y para tu información, me gustan las mujeres, por sí no quieres quedarte como hermana por mucho tiempo. ¡Bwahahaha! —

Siguió riendo mientras bromeaba pero dejaba pinceladas de sinceridad en cada una de sus palabras, no le importaba mucho lo que otros pudieran pensar de ella, Sowon era aquella persona de espíritu libre que hacía lo que gustaba cuando la oportunidad se presentaba. No era muy complicado ver, que su verdadero peligro podía ser la falta de paciencia y su impulsividad en algunas acciones, rasgos que pese a que podía controlarlos eran bastante notorios. Su lengua era un arma tan afilada como la gigantesca mole de hierro que descansaba a su lado, la sinceridad podía ser más peligrosa que cualquier bala, a veces volviendo en contra de quien la emplease.
#6
Manon S. Du Soleil
Mao/Drine
Una sonrisa enternecida se abrió paso en mi rostro, era lindo ver como una niña pequeña ablandaba un poco el corazón de quien creía que los humanos eran criaturas juiciosas, bueno, sin duda lo eran, como cualquier otra especie, por supuesto, no era desconocido que las personas se juzgan entre sí ¿Por qué no lo harían con otros? Pero los niños pequeños tienen más curiosidad y flexibilidad mental que cualquiera, la cual se solidifica como un cristal opalino a medida que la adolescencia se abre camino, igual que las raíces de un árbol en crecimiento destrozan el pavimento y las baldosas de las aceras… ¡Vaya! Me puse poética en mis pensamientos por un momento, pero ¿Qué mejor forma de describir la adolescencia que una presa a punto de romperse o un árbol atravesando el cemento sólido? Asentí internamente para mí misma, notando que los ojos verde bosque de Sowon estaban concentrados en su flan.

La actitud casual que desprendía su lenguaje corporal dicen mucho de ella, me recordaba a los adolescentes de mi pueblo, quienes intentaban fingir desinterés cuando realmente querían prestar atención a las cosas más hermosas que sus ojos encontraban, pero su orgullo no les dejaba ver con claridad, o si, pero a veces no estaban listos para vislumbrar ciertas cosas. Escuché la explicación de la oni rubia a la pregunta de Febe, así que de eso se trataba, me agradaba ese tipo de pensamiento de su parte, después de todo, no me gustaría tener que chocar con alguien que me estaba agradando, y que tenía el mismo tipo de ascendencia que yo ¡Sería una suerte espantosa! ¡Y una mala jugada del universo! Asentí lentamente, estaba de acuerdo en estar en desacuerdo con algunas cosas. Febe asintió rápidamente, entendiendo claro, aunque tenía mis propias cuestiones.

. – Bueno, creo que todos tenemos prioridades a la hora de salvar a las personas, pero, me gusta la idea de intentar salvar a todos los que se pueda. –Mordisqueé el budín de banana, pensativa– Pero es cierto que si hay alguien a quien quiero mucho, esa persona será la más importante a salvar en un momento de peligro.

Pensar en Onigashima me insuflaba curiosidad, nunca había visto la isla que pertenecía a mis ancestros, tampoco era mi lugar de nacimiento como tal, eso es algo de lo que nunca hablé con mis madres, no me lo había preguntado lo suficiente, y ya no importaba cuanto me lo preguntase, no me lo responderían, pero tenía la esperanza de que Onigashima fuese el lugar de origen de mis antepasados. Era una pena no poder ir donde me placía, es decir, visitar la isla que me causaba tanta intriga, pero, ahora mismo, mi trabajo me retenía y mi deseo de ayudar en Kilombo también. Apoyé los antebrazos en la mesa, fijando los soles que tengo por ojos en la oni, estos brillaban con ilusión ante la mera mención de conocimiento, que no estuviera en los libros, del lugar de nacimiento de Sowon.

. – ¿Qué tipo de tradiciones tienen en Onigashima? –Mordí el budín con firmeza esta vez, comiendo el trozo con ánimo– Lo siento si pregunto demasiado, pero quiero saber más de la isla, nunca estuve allí, mis madres no tuvieron la oportunidad de llevarme.

Febe miró a Sowon, parpadeando sorprendida por la idea de disfrazarse de espada, también estaba intrigada ¿A quién se le habría ocurrido?

. – ¿Cómo se disfrazó, señorita? –Preguntó con los puñitos apoyados en la mesa.

Quizás sonaba muy repetitiva, pero Sowon realmente me parecía honesta y encantadora, inclusive un poco adorable, especialmente por sus reacciones, parecía querer mantener su fachada de oni imponente en todo momento, aunque se resbalaba un poco en los momentos de timidez como el que demostró hace unos minutos. Los ojos de verde vibrante se fijaron en los míos de forma penetrante, así que se dió cuenta que quería saber si había cometido algún delito, me había disculpado, pero de todas formas quizás tendría que hacerlo nuevamente, no es que desconfiara de ella, bueno, tal vez un poco, a fin de cuentas no dejaba de ser una desconocida, pero de alguna manera, saber que había mercenarios en la isla me provocaba deseos de investigar, de meter mi nariz ónica donde quizás no debía, pero llegaría al fondo de cualquier cosa. Sin mencionar que, obviamente, tenía mis propios prejuicios arraigados.

Lo primero que dijo me llamó la atención, era algo que siempre me preguntaba– ¿Cómo… Cómo sabes si alguien merece morir? En mi trabajo suelen decirme que veo las cosas de una forma algo extremista, que no puedo juzgar quién merece o no la muerte. –Resoplé algo molesta, porque para mí no era tan complicado saber quién merecía ir al corredor de la muerte, bueno, si, era complicado, pero sabía la diferencia entre el castigo a un carterista y a un asesino.

Desvié mi mirada hacia la gran espada que reposaba al lado de la rubia, me gustaba, era realmente una espada muy bonita, aunque muy difícil de manejar seguramente en manos de alguien más pequeño o con una fuerza menor a la de ella. Me reí honestamente cuando explicó el término “hormigas” sin duda tenía buenos motivos para llamar a los humanos así, aunque muchos de ellos eran extremadamente altos, o extrañamente altos mejor dicho, siendo que las especies de mayor medida eran los Oni y los Gigantes, salvando otras especies que referían a la… ¿“Hibridación”? ¿”Mestizaje”?  ¿Cómo llamarlo? Sonaba mal de cualquier forma.

. – ¡Jajaja! ¿Por eso? Vaya, entonces debo ser como una hormiga frente a ti, después de todo soy como un metro más pequeña que tú. –Negué con la cabeza, divertida y luego pensé en el apodo de uno de los niños– ¿Plumitas?

. – ¡No soy una hormiga! ¡Voy a ser igual de alta que ustedes dos algún día! –Se quejó Febe, cruzando los brazos con un puchero enfurruñado.

La mirada salvaje de Sowon fue algo inesperado, la mayoría sentiría algo de enojo al saber que era de la marina, probablemente no hablarían más de sí mismos conmigo, pero al parecer ella era diferente, no le importaba, al contrario, sentía algo de fascinación por lo que decía la expresión en su rostro. Tampoco me esperaba la risa abiertamente estruendosa, pero en realidad era absorbente, inclusive contagiosa. Pero lo que no esperaba era el planteo que ella hizo acerca de las jerarquías en la marina, bueno, sin duda eran realmente limitantes, ya que había ciertos trabajos que no podía tomar por el puesto que tenía, y debía seguir instrucciones de parte de mis superiores, pero…

. – En realidad al principio no me interesaba la jerarquía ¡Sinceramente! Solo estaba enfocada en entrar en la marina para conseguir lo que quería: La cabeza de Salazar Stone, así que no vi la jerarquía como un impedimento ¡Al contrario! Lo vi como una posibilidad, entre más escales, más recursos consigues ¿No? Eso significa que entre más me esfuerce más posibilidades tengo de saber dónde está ese malnacido. –Cubrí los oídos de Febe– Y aplastarle la cabeza como a un huevo. –Dejé a la niña con cuidado– Sin mencionar que, sinceramente, hay muchas personas en la marina que realmente valen la pena.

Pensé en lo que dijo acerca de la libertad, dándole un sorbo a la chocolatada.

. – Es que considero que la libertad puede ser vista de diferentes formas ¿No crees? Ser libre no es solo hacer lo que quieres, claro que la anarquía es una posibilidad, pero la libertad puede venir a través de los límites también. Si a una persona se le permite hacer todo lo que quiere, quizás te encuentres con alguien extremadamente poco empático en un futuro. –Deslizo los dedos por mi cuerno derecho– Si todos impartimos justicia sin un referente particular, como la marina, no será más que un caos ¿Te imaginas? Como una purga en cierto horario y día del año.

¡Ella realmente es una caja de sorpresas! Si, si, más aún cuando me dijo que me veía como a sangre de su sangre, que no podía ser una enemiga si era una oni, me daba la sensación de que si se encontraba con alguien realmente macabro que fuese Oni, tendría problemas. Si, tenía que ser como una hermana pequeña def- ¿Qué dijo? Me ahogué con la bebida que estaba tomando y me di golpes suaves en el pecho para recuperar la compostura ¡¿Cómo pasé de hermana a posible novia en solo unos segundos?!

. – ¡Un poco más despacio! Quiero decir, no es que no seas atractiva para mí, no tengo preferencias en cuanto al género realmente, pero ¿Cómo es que pasé de ser hermana a ser posible novia en tan poco tiempo? –Pregunto con confusión y diversión a la par– Aunque hay muchas cosas de por medio, quiero decir, ni me has invitado a una cita ni nada, además, quizás soy como unos 20 años mayor que tu y no lo sabes ¡Me conservo bien!

Bromeé con una sonrisa divertida, apoyando una mano en el hueso de mi cadera y el codo de la otra encima de la mesa mientras la miraba con intensidad.

. – ¿Pueden haber novias y novias? ¿También novios y novios? –Diablos, preguntas infantiles– ¿Y cómo tienen bebés?
#7
Sowon
Luna Sangrienta
La conversación se dirigía por un caudal tranquilo, parecían compartir algunas cosas en común y otras muy diferentes pero incluso entre Onis la visión del mundo podía estar marcada por las experiencias que cada una atrevezaba. Levantó su mirada ante la pregunta sobre las tradiciones, era algo que en su clan estaba marcado, el oficio de mercenario era una forma de vida para los nacidos de su especie y también diferentes costumbres que se agrupaban como una cultura invisible pero presente en cada decisión que se tomaba.

— No tenemos muchas tradiciones, a lo mejor una fiesta anual donde podemos relajarnos o una celebración el día de tu primer trabajo realizado. Los cumpleaños son muy esperados y por supuesto los embarazos son para quien no es capaz de luchar o sufre una baja prolongada. Si estamos en una gran condición física debemos evitar debilitarnos con algo en nuestro interior. Creo que eso es lo que hace que me gusten las mujeres, no hay riesgo... —

Explicó con total naturalidad, como si aquellos temas estuviesen presentes en  todo momento desde el nacimiento y marcando un contraste muy marcado entre la educación humana con la de su especie mucho más frontal en cuanto a temas delicados. Las preguntas golpearon nuevamente a su puerta, parecían coordinarse para disparar y cada nueva intervención resultaba bastante divertida para la rubia. Su compañera de sangre le parecía en parte inocente, como si fuese una Oni criada entre humanas que no comprendía totalmente la superioridad que la naturaleza le había otorgado.

— Mi disfraz no fué complicado, solo me pintaron de dorado y me quedé quieta esperando y observando todo. Sobre lo que preguntas Oniki, simplemente lo puedo saber, puedo leer las emociones si me concentro saber cuando alguien me miente o quiere intentar algo. A veces solo debo ver sus acciones, tu quieres aplastar a alguien, pero los marines solo atrapan en eso no eres muy diferente. Tienes tus razones, válidas y lo puedo ver en tu mirada, está en nuestra sangre el hecho de juzgar y tomar las medidas necesarias es lo que nos hace Onis... —

Comentó ante las declaraciones sobre ese hombre al cual la pelirroja deseaba acabar con sus propias manos, era evidente que la marina no llegaría a esos extremos sin las razones suficientes ya que su meta era atrapar a los criminales en busca de cierto reconocimiento o de "brindar un ejemplo" algo que Sowon desaprobaba por sus propias costumbres, al ver en ese discurso una opresión ante la libertad.

— Eso que dices de la libertad no es algo que creo que puedas comprender, no lo digo por tu altura o por tu edad, a lo mejor debería mostrarte algo pero no quisiera desnudarme aqui. No es lo que piensas, pero a lo mejor pueda confiarle algo a una Oni... —

Explicó algo críptica al inicio, suspiró al sentir el ardor en la parte alta de su espalda, ese símbolo que cubría del mundo y muy pocos sabían de su existencia. Por un momento se desvió a los recuerdos de su pasado, a lo mejor ignorando preguntas y recorriendo las agitadas aguas de un pasado aterrador donde la libertad había llegado a ser una esperanza vacía de no ser por su propia voluntad de romper las cadenas.

— ¿Eh? Disculpa, estaba pensando en otras cosas... ¿Tiempo? ¿Edad? ¡Bwahahaha! Eso no es un problema Oniki, en el mundo en el que estamos puede que no tengamos mucho tiempo para disfrutar y encontrar una mujer que nos haga felices. Pero puedo aceptar tu "cita" con mucho gusto, verás que soy toda una dama. ¡Pueden haberlos! Pero a lo mejor debas crecer un poco para saber que es lo que te gusta, a lo mejor en unos cuantos años me invites a salir. ¡Bwahahaha! Y si te haces tan grande a lo mejor no te reconozca... —

Volvió a su actitud usual, ignorando su pequeño minuto de silencio y volviendo a encarrilar la conversación entre bromas, risas y pequeños ligoteos para con su compañera. Aún así, no olvidaba esas palabras sobre la libertad, en su mente se preguntaba que reacción tendría de ella al enterarse de ese pasado, de esa marca que le había hecho aferrarse a la libertad con todas sus fuerzas y simbolizado el gran odio que podía mostrar ante las personas que se atreviesen a mentirle.
#8
Manon S. Du Soleil
Mao/Drine
Evidentemente… Evidentemente Onigashima no sería ni será el lugar indicado para mí, bueno, al menos no por el modo de vida que, al parecer, llevaban las oni en la isla que, en algún momento, podría haber sido mi hogar, pero que no lo fue. Era complicado pensar fuera del molde, a veces, es decir, no me malinterpreten ¡Adoro pensar fuera del molde en cuanto a mis bebés! Pero en lo que respecta a ideología y ética, bueno… Algunos consideran que soy una persona un poco terca. Intenté pensarlo poniéndome en el lugar de las personas que viven en Onigashima y en sus tradiciones, pero tenía muy poco acerca del contexto, solo podía imaginar que las mujeres Oni tenían mayor predilección por la lucha que por la maternidad. En mi caso ambas pesaban mucho en mi vida ¡Ja!

Porque, por supuesto, yo tenía una pareja con la cual tener hijos, internamente negué con la cabeza, a mis treinta y cinco años de edad ya debería pensar en tener niños, después de todo la menopausia suele rondar entre los 45 y los 55, sin mencionar que a medida que se crece, se vuelve más peligroso. Lo suficiente como para que los doctores no lo recomienden, aunque, para empezar, no estaba del todo segura de si era fértil. ¡El caso es… ¡Que no me veía viviendo en onigashima! Al menos no hasta visitar la isla misma y ver, oír, oler con mis propios sentidos como se trataba a aquellos que piensan diferente. Ladee la cabeza ligeramente, pero Sowon parecía muy abierta, solo que no parecía del tipo de persona que quiere tener niños, lo que me llevaba a la pregunta de si aceptar o no una cita.

. – Vaya, es muy diferente a donde crecí, quizás porque ninguna de mis mamás era una Oni, ni siquiera… –Fruncí brevemente el ceño antes de carraspear– Ni siquiera mi hermano era Oni. Aunque, tengo que decir, me da curiosidad, quizás, si más adelante me tomó un tiempo fuera de la marina, vaya a visitar la isla por un tiempo. –Comí un mordisco de mi budín– ¿Planeas volver alguna vez?

Me preguntaba qué veía la rubia en mí ¿Vería lo que yo veía en ella? Me resultaba una persona muy alegre, quizás un poco orgullosa respecto a nuestra especie, lo cual comprendía, también estaba orgullosa de ser una oni, pero no era como otros oni, sabía que aquello que normalmente estaba presente en ellos no lo estaba en mí, y no lo estaría, pero estaba bien con eso, me sentía feliz siendo yo misma, en cuerpo y mente ¿Quizás en alma? El espíritu siempre es algo necesario en las personas después de todo, espíritu en el sentido de voluntad, pero ¿Qué es el alma entonces…? ¡Eh! Pregunta existencial complicada para otro momento! Digamos voluntad por el momento. Sobre Sowon, realmente era agradable, genuina, quizás por su ingenuidad, pero, quizás no, solo me quedaba descubrirlo. Auténtico. Si, si, esa era la palabra indicada.

Alcé las cejas cuando mencionó que podía leer las emociones de las personas, luego parpadeé– Espera ¿Lees las emociones en qué sentido? ¿Te pones en los zapatos del otro? ¿O como una especie de… Psíquica? –Cuando mencionó que estaba en nuestra sangre el derecho a juzgar compuse una expresión confusa, porque no entendía a qué se refería– ¿Por qué estaría en nuestra sangre? En realidad, aunque siento deseos de aplastar aquello que me resulta injusto, también quiero comprenderlo, el otro lado, la otra campana, obviamente otros piensan en la justicia de otra forma.

Negué con suavidad ante su respuesta acerca de la libertad, realmente había experimentado los tipos de libertad, claro que no había pasado por lo que ella que, obviamente, no era nada bonito, pero tenía una idea de lo que era sentirse… Atrapada.

. – Puedo comprenderla, si, pero a mi manera, no a la tuya, Sowon, porque no hemos vivido lo mismo. No sé que te haya sucedido… Pero ahora eres libre de hacer lo que desees bajo tu propio criterio. –Le sonrió con calidez, apoyando una mano sobre la suya, mucho más grande– Depende de ti lo que quieras hacer con esa libertad. Y, si en algún momento, quizás no ahora, sino más adelante, deseas contarme acerca de lo que sucedió, si eso te hace sentir bien, tienes un oído amigo para ti.

Contemplé a la Oni frente a mí bajo otra luz después de que suspiró ¿Qué había en ella que quería mostrarme y que le causaba tal pesar? Debía ser… Algo realmente malo. Por lo poco que sabía de la rubia, es una persona valiente, aguerrida sin duda ¿Es posible doblegar una voluntad como la suya…? Apreté los labios mientras pensaba en “Doblegar”, quizás era eso lo que podía llegar a atormentarla, de algún modo, porque ¿Qué es peor que el hecho de que te quiten la libertad al intentar subyugarte? Apreté la mandíbula, sintiendo que me hervía la sangre al pensar en tal injusticia, deseando con todo mi ser encontrar a quien había lastimado a esta oni tan preciosa solo para retorcerle el cuello en una venganza tan dolorosa que el infierno y sus múltiples representaciones serían gentiles en comparación. Mantuve la compostura, controlando mi temperamento, aunque un brillo de furia pasó por los soles de mis ojos.

Pero antes de que pudiera decir nada, la actitud bonachona de Sowon regresó y me sacó una sonrisa divertida, sabía que estaba esquivando el tema, pero era mejor así, no quería presionarla en absoluto, era algo que solo ella podría decir en el momento en que se sintiera cómoda conmigo y con el lugar en el que nos encontrábamos, que no era precisamente muy privados que digamos. Mientras escuchaba a la Oni, sentí un jalón en mi manga y vi que Febe había acabado con su malteada y pastel de mousse, oh, qué niña más hambrienta. La pequeña me sonrió, con los dientes ligeramente manchados de chocolate y se bajó del banco de piedra, señalando varias figuras que se escondían detrás de los árboles.

. – Señoritas de los cuernitos, me gustó hablar con ustedes, y el pastel estaba riquísimo. –La niña se rascó la nariz suavemente antes de acercarse a Sowon y darle palmaditas en el brazo– Es una buena señorita de los cuernos ¿Podríamos jugar alguna vez? Vivo en las afueras de Rostock, como por allá.

Ella señaló en dirección al noreste antes de agitar su manita a modo de saludo y salir corriendo hacia los niños que se ocultaban. Reí entre dientes, la entendía, las charlas de adultos no eran más divertidas que su grupo poco moral de amigos, pero eran niños a fin de cuentas, algo así se construye poco a poco. Volví mi mirada hacia Sowon, sonriendo divertida y apoyé el mentón en mi mano con el codo en la mesa.

. – ¡Wow! Entiendo que la vida debe vivirse, pero también disfrutarse, el proceso también es muy bonito. –Esbocé una sonrisa pícara– ¿Crecer? No creo que vaya a crecer más ¡Jajaja! ¿Cuántos años crees que tengo?
#9
Sowon
Luna Sangrienta
Una pregunta previsible, el volver al hogar era una cuestión de gran importancia, no hay hogar como el hogar cuando perteneces a una raza como los Onis donde te sientes extraña en casi todo lugar. Donde pocas veces te ven como más que una maquina de guerra y siendo rodeada por mentes que maquinan diversas tramas para beneficiarse de tus capacidades. Se tomó, sin embargo, un momento para reflexionarlo ya que no quería que esa respuesta sonase tan carente de significado como muchas de sus anteriores a lo mejor deseando impresionar o quizás para respetar el legado de su apellido el linaje que tanto orgullo despertaba en su cuerpo.

— Pienso regresar, algún día regresaré para ver como van las cosas, no creo que haya cambiado mucho y siento muy lejano ese momento. Todos somos conscientes de cuando la isla nos llama, aunque extraño mi hogar todavía no siento ese llamado, es otra cosa lo que me hace quedarme y me grita que siga descubriendo el mundo. —

Declaró finalmente intentando plasmar aquel deseo que le impulsaba, esa voz en su cabeza que instaba a no quedarse en el pasado y mirar hacia el futuro en todo momento. Había recorrido muy poco mar, conocido solo un puñado de personas y cruzado su espada con muy pocos rivales como para sentirse en condiciones de regresar. Era como una niña dando los primeros pasos fuera de la burbuja, se sentía divertido e incluso emocionante. Su hermana Oni parecía ser una Oni criada entre hormigas, seentía un conflicto entre su deseo de raza y las enseñanzas de una familia muy diferente a la suya. Sin embargo, su actitud no apuntó a eso si no a la siguiente pregunta, Sowon rara vez juzgaba ante lo inesperado.

— Le llamamos Haki, no es algo muy avanzado al menos en mi caso, puedo sentir emociones fuertes si me concentro. Los mentirosos suelen dejar ver su intención casi de manera instantanea igual que un asesino. Sin embargo, debo concentrarme bien si se trata de uno con experiencia. —

Se sinceró sin rodeos, como si fuera costumbre que los Onis conocieran sobre la energía, la voluntad y como emplearla pese a lo fantasioso o tonto que se pudiese interpretar. La charla continuó, la rubia chocó su puño con la niña al verla partir, las ideas sobre la libertad y la sangre habían chocado como el filo de dos espadas al conocerse sin declarar un ganador pero consciente de que esa lucha de ideales no estaba lejos de mutar en un acuerdo.

— ¡Bwahahaha! Me refería a la niña, a lo mejor cuando crezca sea una diosa entre humanos y pueda ser mi pareja. Pero, volviendo a tu preegunta... Hmm... es complicado sí, debo hacer unas pruebas... —

La rubia se levantó, comenzó a caminar en círculos alrededor de la mesa, sus ojos esmeralda recorrían una y otra vez a la mujer, se acercaba, se alejaba como si intentase resolver un acertijo o encontrar la pieza faltante del rompecabezas. Se acercó al cuello de la contraria, inspiró profundo dejando a su nariz ser invadida por la fragancia de la mujer, sopló luego al cuello como un cachorro identificando a su dueño. Pasó a quedar a un costado, arrodillada para que sus cabezas quedasen al mismo nivel y pasando su mano de cuerno a cuerno. ¿Los medía? ¿Tenía aquello algún sentido? Volvió a levantarse, colocando una de sus manos en el mentón mientras cerraba los ojos y parecía enfocarse en quien sabe que cosas. Volvió a arrodillarse, aplastando las mejillas de la mujer entre sus manos y acercando su rostro hasta rozar la punta de su nariz con la suya. Parecía que le comería la boca cuando de un momento a otro se apartó y volvió a sentarse rascando su cabeza con un claro sentimiento de duda.

— Es tremendamente complicado, creí encontrar una pista en tu aroma o en tu rostro ver arrugas o algo pero realmente te conservas demasiado bien. Aún así, por tu manera de hablar a veces suenas como si tuvieras noventa años insistiendo en ser mayor y todo eso. ¡Bwahahaha! Apostaría que tienes al menos seis años más que yo, unos treinta y tantos. Yo tengo veintiseís... —

Declaró con una sonrisa tras reír, dudaba acertar ya que tenía que tirar por meras suposiciones sin una base firme, pero no creía estar tan mal a la hora de buscar edades entre los hermanos de su raza sin importar en donde o con quienes se hubiesen criado.
#10


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