Hay rumores sobre…
... que en cierta isla del East Blue, hubo hasta hace poco tiempo un reino muy prospero y poderoso, pero que desapareció de la faz de la tierra en apenas un día.
[Diario] Soar the Future!
Arthur Soriz
Gramps
[Imagen: QjaPom6.png]
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día 16 de verano
año 715

SOIYA!!
La voz de Arthur resonaba con un eco estruendoso.

Cada puñetazo que lanzaba, cada patada al aire y pisotón al suelo era firme como un muro sólido de piedras enormes. Cada movimiento medido meticulosamente, entrenado por años y años de repetición; no le temas a un hombre que ha practicado diez mil patadas una sola vez, témele al hombre que ha practicado una sola patada diez mil veces.

Su pecho hinchaba en cada respiración profunda, su mirar perdido en la infinidad del horizonte, como viendo en lontananza lo que le deparaba el futuro o quería que este fuera. A orillas del mar, sus pies irritados por el frotar constante de la arena pintaba una clara imagen de alguien que si no estaba trabajando estaba entrenando sin parar de forma tan intensa que ignoraba por completo las ampollas sangrando y callos formándose de forma cada vez más obvia. Así condicionaba su cuerpo a no rendirse jamás incluso ante el obvio cansancio.

Eran aproximadamente las seis de la tarde, el cielo comenzando a teñirse de una hermosa tonalidad anaranjada. Alguna que otra nube paseando por el cielo pero más allá de eso... completamente despejado. Corría una fresca brisa a orillas del mar, el único 'lujo' que se permitía a si mismo en días de verano. Y todo esto usando nada más un fundoshi como vestimenta y una banda atada a su frente que se blandía en el viento cual bandera del orgullo que sentía por querer ser Marine.

Como último ejercicio del día, arrastraba encadenados varios barriles llenos de pesados escombros, dejando profundos canales hundidos en la arena. Su única meta era mantener su cuerpo en forma con tal de poder entrar en la Marina cuando el cuidar de sus padres fuera cosa del pasado. No sabía cuándo ocurriría esa oportunidad, por lo que debía mantenerse preparado todo el tiempo.

Mejor prevenir... que lamentar.
#1
Henry
Akaitora (Tigre Rojo)
Al ver aquél bello color naranja en el cielo me daba cuenta de que era tiempo de ir a casa. Pese a estar en las calles desde la mañana solo había vendido un par de flores, aunque algo era mejor que nada para ayudar a papá y a mamá. Tendría unos 10 años en aquella época, cuando empecé a recolectar flores en los alrededores de Rostock para vendérselas al pueblerino común.
 
Pero la cruda realidad era que no podía hacer mucho con con lo que ganaba con las flores, dándole lo poco que conseguía a mis padres. De camino a casa pasé por la playa de Rostock, dónde pude ver una de las cosas más extrañas que había visto hasta entonces, si no la que más, se trataba de un tipo robusto arrastrando barriles, al parecer realizando alguna especie de entrenamiento.
 
Me quedé embobado por unos segundos, pues a mis 10 años nunca había visto a alguien entrenar y menos de aquella forma. Miré de un lado a otro, pensando que aquél  hombre tendría más espectadores que un pobre niño. Al ver que era el único en aquella playa viendo a aquél hombre decidí acercarme a él, dejando mi canasta con flores en la arena.
 
Pare una vez estuviese a unos 5 metros de él, admirando su esfuerzo por hacerse más fuerte de lo que ya era. — ¡Wow! ¿Que hará usted con todo ese músculo señor? — mi curiosidad era de lo más inocente y pura que este mundo podía ofrecer, aunque si estuviese en presencia de mi madre esta me diría que no haga esas preguntas y que respete a los demás.
 
 — Usted parece más fuerte que mi papá señor — como niño era normal que fuese una metralleta cuando se trata de hacer preguntas, pues era una tras la otra, intentando descifrar los "porqué" de este mundo. — ¿Puede matar a una bestia marina de un golpe? — cualquier persona normal se empezaría a irritar por mis fantasiosas preguntas, diciéndome que me aleje del lugar.
 
El rastro que dejaban los barriles en la arena era evidencia de lo mucho que aquél tipo había cargado con todo aquél peso por la playa.
#2
Arthur Soriz
Gramps
Cita:OFF: Cambio a primera persona, así no desencaja con tu escritura y se hace ameno <3

Sorpresa y media me llevé al escuchar la voz de alguien juvenil a mi lado. Dejé las cadenas y volteé mi mirar para enfocarlo en aquel muchacho. A juzgar por su apariencia, no pasaba de los diez años. Pude ver claramente su emoción, mezclada con un toque de impresión, y no pude evitar soltar una fugaz risotada. Me crucé de brazos, llené mis pulmones de aire y solté un potente resoplido por la nariz que hizo que mis fosas nasales se ensancharan más de lo normal.

[Imagen: ZoPghl0.gif]

Con el pecho lleno de orgullo, contesté a la primera pregunta que me lanzó aquel muchacho.
¿Con todo este músculo? ¡Ser un Marine como mi padre, por supuesto! Surcar los mares y llevar justicia a todo ser malvado con mis más poderosas armas... —Hice una pausa, aflojando el cruce de brazos mientras crujía mis nudillos y apretaba los puños con fuerza—. ¡Estos dos puños!

Tras decir eso, me preparé para recibir, con el pecho descubierto y sin temor, todas las preguntas que el jovial muchacho me lanzó como si de una metralleta se tratara. Su energía era contagiosa, y cuando mencionó derrotar a una bestia marina, me arrancó una carcajada a pleno pulmón. Incluso me encontré llevándome la mano al mentón, cuestionándome la idea con una sonrisa tan grande que dejaba ver todos mis dientes. No era que me estuviera inflando el ego; más bien, era una de esas cosas que me encantaría intentar algún día. ¿Por qué no? Aunque solo sea un viejo musculoso que ha pasado toda su vida entrenando para cumplir un sueño que, hasta el día de hoy, no he podido comenzar.

[Imagen: OYHnMQP.gif]

Hmmm... ¿tú crees, muchacho? Aún no he tenido la oportunidad de probar esa teoría, ¡pero ahora tendré que hacerlo! —exclamé con emoción.

Me puse de cuclillas frente a él, asegurándome de que mi fundoshi estuviera bien sujeto para no dar un espectáculo. Mientras hablaba, mi mirada se desvió ligeramente hacia una cesta de flores no muy lejos de donde estábamos. "¿Vendedor ambulante?", pensé. Sus ropajes estaban limpios, aunque algo gastados; deduje rápidamente que se trataba de alguien de bajos recursos... como yo. Dejé escapar un leve suspiro, disimulado para no borrar la sonrisa feliz que tenía en el rostro.

Soy Arthur Soriz, futuro Almirante de la Marina —dije mientras extendía mi enorme mano hacia el chico para estrechársela—. ¿Y tú, muchacho de las flores? ¿Cómo te llamas?
#3
Henry
Akaitora (Tigre Rojo)
Cada movimiento efectuado por aquél tipo parecía un espectáculo de músculos. Este me comtaba de su gran objetivo de convertirse en un marine como su padre, ante todo esto mis ojos parecían abrirse cada vez más, impresionado por la voluntad de aquél hombre. Parecía pensativo ante mi pregunta sobre si podría contra una bestia marino, aunque a los segundos respondió que sería algo que le gustaría intentar.
 
Su mirada llena de seguridad al igual que su entrenado cuerpo me hacían sentir que él sería capaz de dicha proeza, esparciendo algún día su nombre por todos los mares. Como el niño que era me encontraba totalmente enfocado en las palabras del Gramps, imaginándome a este vencer a cientos de piratas con un solo brazo mientras saludaba a los civiles con el otro.
 
De repente aquél tipo estira su brazo dándome su enorme mano mientras se introducía como Arthur Soriz, futuro almirante de la marina. "Almirante de la marina?" Pensaba, pues ya a este punto no hacía más que dejar mi imaginación volar en los límites de mi ignorancia. Pero mis pensamientos fueron interrumpidos cuando este me preguntó por mi nombre, mencionando mi cesta de flores.
 
 — ¡Me llamo Henry! Y-y esa es mi cesta de flores, he vendido unas cuantas hoy. — Decía con emoción, pues en general vender una o más flores ya era todo un éxito para el joven Henry. — ¡Espere! — corrí hasta mi cesta y cogí una de las flores. — Tenga señor Arthur. — le ofrecía la que consideraba la más hermosa de mis flores, una rosa con espinas. — ¡Cuando sea grande quiero ser marine como usted quiere ser! — 

Esto último lo dije simulando los movimientos del señor Soriz, intentando sacar algo de músculo fallando rotundamente. — Y-y ser tan fuerte como usted — casi me quedaba sin aire intentando mostrar mi machura. — ¿Señor Arthur, usted tiene que vender flores para ayudar a su familia? — como cualquier otro niño era completamente ignorante e inocente ante los problemas de los demás, pensando que todos hacíamos lo mismo.

 — Yo ayudo a papá y a mamá con el dinero que hago, ya que mi hermanita es muy joven y mis abuelos muy viejos. — esto lo dije con una gran sonrisa, expresando mi alegría al ser capaz de ayudar con algo de dinero. — ¡¡Tal vez cuando sea un gran marine como usted podré ayudar a mi familia, comprando una casa para cada uno!! —
#4
Arthur Soriz
Gramps
Mi expresión era inamovible, siempre con una sonrisa de oreja a oreja plasmada en mi rostro. Feliz de escuchar las palabras de aquel muchacho y cómo aunque haya sido tan solo un poco, tal vez había encendido una pequeña llama en su corazón que lo impulsaría por el camino del bien; de la justicia.

¡Ese es el espíritu, joven Henry! — vociferé a todo pulmón. Me puse nuevamente de pie, erguido e hice una pose 'Most Muscular' que destacaba mis pectorales, hombros y brazos. — SOIYA!!

Luego de exclamar aquello, relajé mi cuerpo, volviendo a cruzarme de brazos para notar que se dirigía hasta su cesta de flores. De allí, pareció escoger la más hermosa de todas... dolorosa al agarrarse pero preciosa de ver. La tomé con una mano, apoyándola gentilmente en la palma de esta y relajé mi sonrisa a una un poco más melancólica. Este chico me recordaba a mi cuando tuve que tomar la posición laboral en casa, para traer el pan y ayudar a mis padres.

La guardaré como el más hermoso e importante tesoro, joven Henry.
Dije con voz ligeramente temblorosa, me había llenado de emoción y no sabía bien el por qué. Rápidamente esos sentimientos de melancolía se desvanecieron cuando mencionó su interés de a futuro ser Marine como yo. Reí con una profunda carcajada, dándole un par de manotazos suaves en uno de sus hombros.

Chico, no existe un 'tal vez' ... ¡agarra la vida por los cuernos y vuela hacia el futuro! — le dije apretando mi mano libre, escuchándose el crujir de mis huesos y el chirriar ligero de las vendas que envolvían mi puño. — Nunca cuestiones tus acciones, joven Henry ... cuestiona tus métodos. ¡Siempre con la frente en alto, pecho adelante y con orgullo!

Puse una mano en uno de sus hombros, volteándole lentamente para ambos ver en lontananza asomándose por entre los riscos de Rostock la imponente base de la Marina. Guardé la rosa entre los dobleces de la tela que conformaba mi fundoshi, para después señalar con el dedo índice de la misma mano hacia aquella base. No decía nada en un comienzo, tan solo quería que enfocara su vista en ese lugar. La importancia que tenía para mi, y esperaba que lo tuviera para él.

Mi papá fue un Marine respetado, sabio, pero nunca alcanzó a subir muchos rangos... prefiriendo poner en prioridad la seguridad de mi madre y la mía por sobre todas las cosas, luego del accidente en el astillero tuve que tomar yo la batuta para traer el pan a la casa... pero mi sueño nunca se desvaneció, joven Henry... no dejes que tus sueños se desvanezcan a pesar de que pienses el tiempo haya pasado.

Hice una pausa, pasando un brazo por debajo del joven, levantándolo en brazos y sentándolo sobre mi hombro izquierdo aún y con todo dejando mi brazo allí para brindarle la seguridad necesaria y así no pensara que se iba a caer en cualquier momento. — Un verdadero Marine nunca dejará que el paso de los años sea un impedimento para proteger la sonrisa de aquellos que más lo necesitan, a pesar de que parezcan enemigos a primera vista. — seguí hablando, mirando de reojo a mi nuevo 'compañero'. — Un verdadero Marine no usará excusas para escapar de sus responsabilidades... recuerda joven Henry, ¡No retrocedemos, no fallamos, no caemos! ¡Somos Marines! SOIYA!!

Tras soltar ese último grito de aliento, tuve la esperanza por más ínfima que fuera, de que me siguiera la corriente.
#5
Henry
Akaitora (Tigre Rojo)
Hablar con Arthur era como recibir años de terapia en cuanto a construir ideales y carácter se trataba. El pequeño Henry se sentía como nunca, pues este finalmente había hecho lo que él sentía era su verdadero primer amigo. Jamás me paré a pensar en que sería en el futuro, o incluso que me gustaba, pero desde que conocí aquél hombre en la playa sentía como crecía un propósito en mí, hacer de este mundo uno más justo.
 
El señor Arthur parecía pensativo y triste cuando le dí aquella flor, pero en cuestión de segundos volvió a ser ese energética montaña de músculos y voluntad tras mencionarle que quería ser marine como él. Me hablaba de tomar el control de mi vida y no dejarlo ir, siempre manteniendo la frente en alto y el pecho adelante, viviendo con orgullo.
 
Arthur parecía guardar la rosa que le dí en aquellos trapos que cubrían sus partes, parándose y señalando hacia la parte superior de Kilombo, se trataba de la base marine, el G-23. Una vez puse mis ojos en aquella imponente estructura el señor Arthur empezó a contarme la historia de su padre, un marine, que aunque de bajo rango este decidió quedarse así para poded ayudar a su familia.
 
También hizo énfasis en seguir mis sueños a pesar de que el tiempo pase. De repente Arthur empezó a recitar un código resaltando la moral de hierro de los marines, nunca ignorando las responsabilidades y nunca rindiendose. Este grita al final asegurando que eran marines, pues aunque en aquél momento ninguno de los dos lo era estoy seguro de que éramos marines de corazón.
 
 — ¡Arrestaré a los malos y haré de este mundo uno más justo como el marine que soy! ¡¡SOIYA!! — Copié cada movimiento que Arthur hacía, intentando replicar su seguridad y fuerza. — ¡Me haré tan fuerte como usted señor Arthur y así poder patear a los piratas fuera de Kilombo! — reía y sonreía como nunca antes, tanto así que casi olvidaba lo que estaba haciendo antes de conocer a Arthur.
 
 — ¡Ay! Disculpa señor Arthur pero tengo que irme, se me hace tarde. — corrí hacia mi cesta de flores y la levanté, sacudiendo la arena que esta había agarrado desde que la puse allí. — ¡Adiós señor Arthur, yo tampoco me rendiré! — Decía mientras sacudía mi brazo en señal de despedida, regalándole a aquél estoico tipo una gran sonrisa.
#6
Arthur Soriz
Gramps
Nuestro tiempo juntos había llegado a su fin, pero con la dulce memoria de que en un futuro, si teníamos suerte, ambos nos encontraríamos cara a cara siendo miembros de la Marina, orgullosos y honestos con el claro deseo de salvar las sonrisas de aquellos que más lo necesitaban; incluso de estos que eran considerados villanos por muchas partes de la sociedad. O al menos... eso es lo que quería yo. Suspiré un poco cuando lo vi partir, no sin antes dedicarle unas últimas palabras de aliento.

¡Con la frente en alto, joven Henry! ¡No lo olvides!

Tras decir esto, lo vi alejarse. No dejé de mirarlo hasta que le perdí de vista. Incluso caminé un poco con tal de cerciorarme de que al menos llegase a una zona concurrida del pueblo para que no anduviera solo a estas horas de la tarde... ya la noche casi cayendo al fin. Crují un poco mis nudillos, y seguí entrenando revitalizado por la felicidad juvenil de aquel chico. De verdad esperaba que nos viéramos otra vez, en un futuro, cuando tuviera la chance de ser Marine.

Miré la flor que ahora yacía entre las vendas de mi fundoshi sin romperse una vez terminé de entrenar. La guardé entre las hojas pesadas de mi diario, en donde tenía todos los más bellos recuerdos de mi infancia, adolescencia y adultez. Este sería el que guardaría con más esmero, y lo llevaría a todos lados conmigo... como un dulce recuerdo de la promesa silenciosa que hicimos entre no un niño y un viejo, sino entre dos hombres de honor.

Mi camino empezaría años después, cuando mi vida estuviera llegando a su fin, pero eso... eso es historia para otro día.

TEMA CONCLUIDO
#7


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