Alguien dijo una vez...
Monkey D. Luffy
Digamos que hay un pedazo de carne. Los piratas tendrían un banquete y se lo comerían, pero los héroes lo compartirían con otras personas. ¡Yo quiero toda la carne!
[Aventura] [T5] La nueva generación
Umibozu
El Naufragio
La gruta estaba casi igual que la última, y única hasta ahora, vez que estuve allí. Tan solo un montón de vallas y una lona la diferenciaba de la que había visto días atrás. No me quedaba muy claro si ya estaba reparada o no, pero sí que habían empezado con las obras. Sonreí al pensar que seguramente lo último que habrían imaginado que aparecería por allí era un coloso de casi veinte metros de alto que fuera a derribar la presa. ¿Habrán pensado en ello esta vez?

Conseguí llegar hasta la taberna sin mayores complicaciones. Muchos de los habitantes de Oykot se me quedaban mirando, a lo cual ya estaba acostumbrado, aunque se me hacía extraño dado que había estado allí días antes. Supuse que todavía debía impactar ver a un ser de semejantes dimensiones pasear por las mismas calles en las que te has criado. No los juzgaba; tampoco me molestaba que lo hicieran. Al llegar al punto de reunión todos me saludaron, así que hice lo propio. Instantes más tarde, al sentarme, llegó el último de los integrantes del grupo. Lo hizo a su manera, estrellándose contra el suelo y rodando. Los comentarios de mis compañeros provocaron mi carcajada, especialmente el de Airgir – JAJAJAJAJAJA – reí a pleno pulmón, lanzando el humo que había aspirado al cielo para evitar ahogar al resto. Las membranas comenzaron a expandirse y contraerse como si estuvieran riéndose también del bribón de ojos dorados.

El momento cómico dio paso rápidamente al melancólico – ¡POR TOFUN-LURK! – rugí con la potencia de la profundidad abisal que me caracterizaba. Fue un rugido grave, atronador. No se me ocurría un mejor tributo al alma del grupo que un brindis en la taberna que ahora llevaba su apodo. De no haber sido por Tofun, el grupo jamás se habría reunido. Aunque Rag era el líder incuestionable, Tofun había sido el pegamento que nos había unido, el lazo común de todos. Sentí un gran vacío tras el rugido, como si con él me hubiera deshecho de un gran peso. Quizás este homenaje era cuanto necesitaba para cerrar la herida. Bien sabía que era una que nunca dejaría de doler, pero al menos ya no me desangraría. Tras el brindis apareció un tipo invitándonos a la bebida - ¿Seguro-lurk? – pregunté para hacerme notar. La cuenta tras mis rondas se iba a disparar considerablemente. No es que quisiera rechazar la invitación, a fin de cuentas podía ser honrado y no querer aprovecharme de la gente, pero no era subnormal y sabía que un trago gratis sabía mucho mejor que si lo pagaba tu bolsillo. Miré al tipo con cierto recelo, pues su actitud era excesivamente cercana para ser desconocidos. También me resultó gracioso ver a aquel hombre tratando de abrazarme cuando sus brazos no podían siquiera rodear una de mis uñas.

Volví a aspirar de la pipa. Dejé que el humo caliente inundara los pulmones, aumentando la temperatura ya de por sí excepcionalmente alta ese día. Nuevamente solté el humo al cielo tratando de hacer formas, pero las membranas del cuello cobraron vida y su aleteo generó una pequeña corriente de aire que dispersó el humo levemente, rompiendo las formas. ¿Algún día cesaría o recobraría el control sobre ellas? El grupo entró al local, aceptando la invitación del tipo. La taberna era grande, tanto como para… ¿cabría allí dentro? La ampliación efectuada con la donación de Tofun parecía haber tenido en cuenta a los seres de gran tamaño. Aún así, dudaba que cupiera, al menos no holgadamente. Quizás tuviéramos que hacer otra donación para que ampliasen de nuevo. Tampoco podía reprocharles nada, pues parecía que habían tenido la intención y desde mi última visita había crecido. Seguramente con el tamaño de antes hubiera entrado sin problemas. Otro motivo más por el que prefería el vasto océano. Allí no tenía problemas de espacio, es más, llegaba a sentirme incluso insignificante.

Probé a entrar en El Largo. Lo hice a cuatro patas, igual que había estado caminando por las calles, con la pipa colgando de la boca. Cupe justito, incluso con alguna maniobra para recolocarme y hacer pasar algunas partes sin destrozar la puerta y fachada, pero finalmente lo conseguí. El interior estaba casi vacío. Tan solo un par de tipos bebían en silencio más preocupados por sus jarras que por la persona que tenían al lado. Me coloqué al final de la taberna, dejando el escenario justo en el otro extremo para permitir la visibilidad del concierto. Me senté con tiento, para no destrozar mobiliario y aplastar a alguien. Por suerte el local estaba casi vacío, con excepción de nosotros, el tabernero y los dos tipos que bebían en silencio. Poco después, se empezaron a escuchar las primeras voces. En apenas unos minutos El Largo pasó de estar vacío a estar lleno de gente con aspecto… peculiar. Todos ellos me recordaban terriblemente a peces de roca con sus púas y espinas por todas partes sin ningún tipo de lógica, ni sentido. Esos peces habían desarrollado esa morfología medio amorfa para confundirse con las rocas, esculpidas y moldeadas por el capricho de corrientes y olas. En silencio y sentado, seguí fumando observando el lugar la escena, incluida la escena cariñosa y provocativa de Airgid con Rag.
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VyD

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