Hay rumores sobre…
... una isla que aparece y desaparece en el horizonte, muchos la han intentado buscar atraídos por rumores y mitos sobre riquezas ocultas en ella, pero nunca nadie ha estado en ella, o ha vuelto para contarlo...
[Aventura] T2 - El Plan
Dr Zhivago
Doc Zhivago
Día cuál de verano del año tal.

Musiquita

Hace un cielo despejado, ni una sola nube en el horizonte, si llevarás varias horas mirando el cielo te habrías dado cuenta de que no has visto ninguna en bastante tiempo, no se si tendrás a mano un reloj o algo, pero vamos fácil llevas un rato largo. No te culpo, tampoco hay mucho que hacer, y es que al igual que está pasando con las nubes, hace bastante que no pasa un barco por allí.

Pero bueno, tú me dirás como has acabado en este lugar Silvain, ¿Te puedo llamar Sil? ¿No? Creo que hay confianza, bueno, honestamente te voy a llamar como me salga de las pelotas.  En fin, Loreth, he escuchado que eres ambicioso y se te da bien planificar cosas, y que eres de esos que miran a largo plazo o algo así en los negocios. No se cuanto tiempo llevarás pensando en este plan maestro, pero eso de ir a un restaurante flotante con "vete tú a saber qué plan", sin un duro encima, no me parece a mí el más brillante de tus planes. Vamos, que estás tan, tan pelado que no puede pagar ni un taxi de esos, pero vamos, para eso me has llamado, para ver como arreglamos este percal y puedas salir a una isla decente, como Loguetown, estoy seguro de que ahí no se cuece nada, al menos nada importante.

Pero volviendo a lo que nos atañe, hace un día despejado y no tienes mucho que hacer, y te da la sensación de que tus días en el Baratie, que no en la vida, están legando a su fin. La verdad es que la idea esa de echar a los indeseables fue bien recibida por los dueños del local, pero poco a poco te da la sensación de que el indeseable estas a empezando a ser tú, de hecho, diría que ya están empezando a buscar al siguiente maleante con el que llenar tu vacante, posiblemente sea alguien que coma menos.

Ya que estamos hablando de vacantes, que despiste, uno de los muelles que estaba nunca mejor dicho vacante, tiene nuevos inquilinos. Se trata de una pequeña embarcación, una que debe haber llegado de madrugada y que no tendrá espacio para más de dos o tres personas. Eso sí su aspecto es impecable y tiene ese olor a tan característico de las cosas que son nuevas, te diría que está recién estrenada, pero no soy carpintero y tampoco he visto suficientes programas de bricomanía como para que me convaliden el curso, aquel programa en el que pedían la reto escavadora me saco de mis casillas. Pero quieto y parado bribón, antes de que te lances a robar un navío, tal vez deberías aprovisionarte bien, o conseguir una pequeña tripulación, y despedirte en condiciones de tus jefes pidiéndoles una carta de recomendación.

Por cierto, lo mismo el tema de tripulación tampoco hace falta que sea muy grande, te lo comento porque con lo que pesas y mides, con un único mongolo al que consigas embaucar para embarcar en esta loca aventura, tal vez te baste. Aunque bueno, tal vez puedas hacer algo de trabajo honrado (o no tan honrado) ahí dentro y pagarte un destino, o tratar de colarte de polizón a alguna de esas tripulaciones más grandes que siempre andaban diciendo que van a embarcar hacia la gran ruta, aunque también has escuchado que llevan allí meses apalancados.

Bueno, primero apaga ese cigarrillo, que es el último que te queda, por cierto, y entra ahí dentro y ya vamos hablando. Si finalmente te decides a entrar verás que la estancia está bastante vacía, con algún camarero recogiendo los restos del desayuno de algún remolón. No hay mucho movimiento en el restaurante y alguno de los cocineros andan aprovechando para comer antes de que empiece el lío gordo. En la barra esta Willy patillas largas, lo conoces de sobra así que no me voy a poner a describírtelo, junto a él en la barra están los parroquianos habituales comentando noticias de la prensa, pertenecen a la banda de la “Raspa atragantada” una de esas tripulaciones apalancadas que se han quedado en el Baratie. En la otra mesa hay un grupo jugando a las cartas, también pertenecen a la misma tripulación y si te has animado algún día atrás a jugar con ellos tu instinto competitivo te dirá que son muy malos, aunque para malas las manos que tuviste, hipotéticamente hablando de que hubieras jugado con ellos. En fin, uno no puede estar a todos estos detalles. ¿Ganas de revancha? ¿O no llegaste a tentar a la suerte?

Algo más alejado al fondo, hay un tipo joven al que no reconoces, tiene aspecto de motero y pelo rosado, no le ves muy bien la cara, pero dirías que te está mirando, la iluminación te está jugando una mala pasada, si quieres puedes ir a ojear.

Como ves el asunto está bastante parado, y nada parece que vaya a cambiar a corto plazo, puedes tomarte las cosas con calma y eso. Y claro, también puedes seguir quedarte mirando las nubes, escuchando como alguien desde la planta de arriba no deja de tocar la armónica de forma melancólica.

Protocolo de aventura no se que
#1
Silvain Loreth
-
Día 70 de Verano del 724

Era pequeño, pero ¿y si fuese suficiente? Ya había perdido la cuenta de los barcos que había descartado debido a su tamaño por considerar que no podrían conmigo y, siendo sincero, comenzaba a darme cuenta de que en ocasiones la oportunidad ideal no llegaba. Cuando eso sucedía la única alternativa era generarla, aunque fuese a la fuerza. Aquella madrugada —porque si no no me explicaba cuándo podría haber llegado— había atracado en el embarcadero una embarcación de modestas dimensiones. Seguramente en otro momento habría descartado la posibilidad de robarlo por ser demasiado pequeño, pero, como digo, había comenzado a cuestionarme las decisiones que había estado tomando.

Apagué el cigarrillo, que con el despiste se había consumido casi por completo sin que apenas llegase a darle un par de caladas, y me llevé la mano al bolsillo para sacar otro. Problema: era el último. Extraje la cajetilla vacía y, después de estrujarla entre mis manos, la arrojé en una esquina de la cubierta. Ya la recogería alguien. En cualquier caso, lo primero era conseguir más tabaco y, de paso, sondear la posibilidad de irme de allí de una vez por todas. No me era necesario despedirme de nadie de los que trabajaban allí, puesto que la relación entre nosotros había sido poco menos que casual. Sin embargo, debía tantear a quién pertenecía ese barco y si era posible que me lo llevase. Esa información sólo la podría conseguir en el interior del Baratie.

La hora de los desayunos ya había pasado y sólo quedaba algún plato vacío que alguien de la plantilla se afanaba en recoger. El grupo de borrachos de turno jugaba a las cartas y charlaba animadamente. Sabía por quienes abandonaba el lugar a altas horas de la noche que aquella gente era un pozo sin fondo de pérdidas. Constituían una oportunidad maravillosa para hacerse de oro, puesto que, según decían, ni siquiera hacía falta hacer trampas para sangrarles hasta dejarles en los huesos. No obstante, entre una cosa y otra nunca me había dado por intentar aprovecharme de ellos. En aquellos momentos tenía otras cosas entre mis prioridades, la verdad.

Me acerqué a la barra, bastante doblado sobre mí mismo para poder moverme por el interior del Baratie. En momentos como aquél recordaba por qué no acostumbraba a entrar en el restaurante. En cualquier caso, me aproximé a la barra y esperé a que alguien reparase en mí, lo que no tardó en suceder. Mientras lo hacía, no pude evitar reparar en el tipo de apariencia llamativa que, apartado de los demás, me miraba sin decir nada. Me sonaba su cara, aunque con un solo ojo y desde tan lejos no me sentía con la confianza de atribuirle un rostro o una identidad.

—Dos paquetes de tabaco; me da igual la marca —dije antes de volverme hacia el tipo misterioso. ¿Por qué no? Con los paquetes de tabaco ya bien guardados —o no, según respondiese a mi pregunta el camarero— me dirigí a la mesa en cuestión.

Aquellas sillas eran totalmente insuficientes, así que las hice a un lado y despejé una ampla zona antes de sentarme en el suelo. Crucé las piernas y procuré acomodarme. No tener que caminar inclinado hacia algún lado era todo un alivio. Una vez estuve acomodado, dirigí toda mi atención al sujeto y clavé en él mi único ojo sano.7

—Hola, ¿sabes a quién pertenece el barco que ha llegado esta noche? —inquirí al tiempo que señalaba con un pulgar hacia la puerta, como si con eso fuese suficiente para que nos entendiésemos por completo.
#2
Dr Zhivago
Doc Zhivago
Vaya jodienda eh, ya te decía tu madre que llegarías alto, aunque una puta eso de dar con los techos ¿Por qué tu realmente conoces a tu madre, no? Volviendo al meollo, vas a la barra, el camarero está a punto de darte el par de cajetas cuando un trapo furtivo le golpea la mano.
 
—A este no, al menos hasta que pague la cuenta— le dice el que parece ser el jefe del camarero, un tipejo rechoncho y grandullón para los estándares normales, el tío los tiene bien puestos porque no tiene reparos en lanzarte una mirada de asco que tela.

El camarero te mira, ve tu cara de necesidad y te da un cigarro de liar de los que tiene detrás de la oreja, esta algo sudoroso y liado de aquella manera, pero oye, a lo menos para matar el gusanillo te dará, entre lo que encuentras una forma de ganar pasta o de reventar la máquina que está en la otra punta de la sala donde te encuentras, aunque algo me dice que hay un amigo tuyo que no le va a quitar el ojo de encima, también tienes una tragaperras al lado, por si quieres probar suerte.
Tras tu empresa, más o menos exitosa, te enfilas a por el nuevo, según te acercas comienzas a ver las cosas más claras, es un tío joven que apenas debe haber cumplido la mayoría de edad, tiene un llamativo pelo rosado y unas pocas pecas picaronas en los mofletes, si solo fuese por eso seguramente te darían ganas de agarrarle de los mofletes y estrujárselos. Pero el tío también marca territorio, tiene un aspecto de motero, vaqueros ajustados que le marcan el paquete, también lleva un par de botas altas a juego, una chupa de cuero marrón superajustada que te permiten ver que el chaval al menos está fibrado, el tipo lleva unas gafas a modo de cinta recogiendo su alborotado pelo y una pulsera muy voluminosa, lo mismo si eres navegante te puedes imaginar lo que es. Vas a articular palabra cuando el hombre comienza a hablar, a la vez que tú.

—Que pasa, ¿Acaso eres novato? No conoces el código pirata acaso, cuando dos piratas cruzan miradas están obligados a batirse en un combate un duelo, porque…— dice el chaval, tras lo cual saca lo que parece una revista —Hola bienvenido a la Gran Ruta, este mundo está habitado por unas criaturas llamadas “piratas”… no, este no era el capítulo— comienza a farfullar —¡Aja!, porque el vencedor se alzará con el One Piece… La tripulación que gane el combate podrá decidir si quedarse con hasta tres cosas de la otra, pudiendo ser estas uno de sus miembros, la bandera o su embarcación— te dice mientras te mira, lanzándote una mirada picarona, lo mismo es un poco bujarra —Mi nombre es Dexter, pero todo me conocen como “PINKY”, soy el capitán de la tripulación de los “Blues Rose & Guns” y te reto a un Devy Fight. Te espero a la salida— te dice antes de marcharse sin dignarse a escuchar lo que le tengas que decir, la verdad es que se da bastante aire de grandeza.
Te diría que ha fallado la comunicación, en tu defensa he de decir que los de la mesa de póker y los camareros están igual de sorprendidos que tú, ven la escena y al rato vuelve a sus quehaceres, aunque el jefe de la barra te hace una señal de que le eches un vistazo encogiéndose de hombros, pero vamos es el cabrón que te ha denegado el vicio, lo mismo puedes ningunearle al maitre del tres al cuarto, por venganza, orgullo y esas cosas.
 
A todo esto, seguro que has escuchado bien, lo mismo es vocalista de una banda de rock ochentera. Ha hecho referencia a un código pirata, no se si andas en la cofradía o si simplemente está siguiendo un manual de un juego de mesa que robo en su casa, y ese chaval ha tenido que venir de alguna forma, intuyo que ambos ya sabemos quién es el dueño del flamante barquito.

En la mesa sigue habiendo una silla libre, bueno en tu caso un hueco, pero vamos creo que todavía estas a tiempo de unirte a la partida por si decides ignorar al otro, seguramente tenga que terminar de leer el manual antes de que podáis empezar a jugar, a no que os ibais a zurrar, lo mismo así con que sepas dar puñetazos vas bien servido. A también puedes decidir a la planta de arriba, lo mismo te encuentras con algún conocido.
#3
Silvain Loreth
-
Personaje
No puede evitar arquear una ceja ante el comentario del jefe de camareros. ¿Cuenta? ¿Desde cuándo tenía yo cuenta? Me daban lo que necesitaba, ni más ni menos, a cambio de que arrojase al mar aquellos que se pasaban de listos. Pensaba que ése era el acuerdo tácito al que habíamos llegado sin necesidad de comentarlo, pero si me habían abierto una cuenta... Si pensaban que se la iba a pagar en algún momento, iban listos. Fuera como fuese, el que me había atendido en primer lugar se apiadó de mí y me dio uno de los suyos. La posibilidad de pillar algo grave se hacía patente sólo con mirar el cigarrillo, pero decidí ignorarlo y, guiñándole mi gran ojo —el único descubierto—, lo guardé y me di la vuelta.

No obstante, no esperaba que aquel tipo tan peculiar —siempre salta un cojo, o un tuerto— me abordara con un discurso sin pies ni cabeza propio de un trastornado. Algo de una Gran Ruta, un Piece o no sé qué y un tal David. No tenía en absoluto claro de qué demonios estaba hablando, pero el hecho era me había interpelado y luego había salido fuera a esperarme. De todo lo que había dicho me había quedado con que si vencía podría obtener su embarcación —esperaba que tuviese una—. Además, había podido ver que en su muñeca llevaba un Log Pose bien atado, por lo que al menos debía poseer un barco y saber cómo manejarlo.

La última parte no me interesaba demasiado a decir verdad, puesto que en caso de que se lo consiguiese arrebatar me lo quedaría para mí. No en vano había asimilado las enseñanzas de... ¿cómo se llamaba ese chino? No lo recuerdo, pero me había quedado bastante bien con todo lo que me había dicho el navegante del barco que me había llevado hasta allí.

A mi alrededor todos estaban igual de impresionados con la surrealista conversación que sus oídos acababan de captar. Observaron al del pelo rosa salir del restaurante y luego me dirigieron su atención, probablemente para comprobar cuál era mi reacción. Aun así, enseguida devolvieron sus rostros a la partida que tenían entre manos y se desentendieron del incipiente conflicto —o lo que fuese aquello—. El imbécil que me había negado el tabaco parecía estar bastante intrigado, ya que me invitaba con la mirada a salir de nuevo para averiguar de qué demonios iba aquello.

—Dos paquetes de tabaco si le gano al jueguecito que sea, ¿qué te parece? —dije al tiempo que, aún encogido, caminaba en dirección al exterior.

Otra cosa no, pero la competición era mi adicción secreta, mi vicio oculto y mi pasión escondida. Había salido de mi isla con la firma intención de apisonar a todo aquello o aquél que suscitase mi interés y se interpusiera en mi camino. No me resultaba fácil dar de lado un reto, por desconocido e incluso infantil que fuese. Siempre me había crecido ante los desafíos, me gustaba la presión y la posibilidad de sobreponerme a algo que me era ajeno me resultaba tremendamente excitante.

Sí, era el cóctel perfecto para atraer toda mi atención y quedarse con todo mi interés. El muy condenado lo había conseguido, así que allí estaba, saliendo al exterior e intentando conseguirme algo de tabaco extra en el proceso.
#4


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