Hay rumores sobre…
... que en una isla del East Blue, hay un prometedor bardo tratando de forjarse una reputación. ¿Hasta dónde llegará?
Tema cerrado 
[Aventura] [Aventura T3] Un velo rojo
Rengetsu D. Tenji
Príncipe Ciego
Ciudad de Loguetown
Astilleros Misteriosos
Día 10 del Verano, 00:01 AM

Loguetown era una ciudad importante del East Blue, no porque hubiera pasado en ella ningún acontecimiento transcendental; pero si que se trataba de un punto clavo en el eje del mar, al ser la ciudad que actuaba como entrada a la Grand Line a través de la Red Mountain. Y por desgracia para muchos mercaderes, aventureros y criminales era la única forma de irse del mar del este sin tener que esperar. Un gran eje comercial para todo el mar, eso ya era lo suficientemente importante como para que una gran base naval se alzara en esa isla como un estandarte de la justicia en el Este. Aunque todo el equilibrio que Logue representaba en el poder económico en el océano podía estar apunto de cambiar.

Los rumores ya recorrían las calle de un proyecto nuevo en la zona portuaria de la ciudad. Varios astilleros que llevaban tiempo en desuso habían quedado cubiertos por andamios y lonas mientras estaban empezando a trabajar en algo dentro. Algunos dicen que estaban trabajando en un nuevo tipo de barco, otros hablaban sobre un submarino de los que llegan noticias de la Grand Line, otros simplemente mencionan que podría tratarse de una remodelación de los edificios para volverlos a activar y recuperar la importancia como astilleros de Logue. Pero todo quedaba en una larga lista de rumores sin concretar nada.

Incluso ocurría entre los miembros de la Marina que formaban parte del cuartel de la ciudad, apenas los altos cargos sabían lo que ocurría. Eso estaba siendo la comidilla de los cotilleos y rumores del cuartel desde hacia un par de meses, pero ahora que las obras parecían acelerarse y el trabajo en las instalaciones iba en aumento la curiosidad aumentaba en gran medida. Sobre todo porque eran los marines quienes debían hacer múltiples tareas de vigilancia en el perímetro de las instalaciones sin poder saber que estaban vigilando o que habría dentro, tan cerca pero tan lejos como dicen.

Aunque para las rondas de esa noche la vigilancia seria intensificada, enviando a los marines en grupos de tres para las patrullas alrededor del recinto. Desde hacia unos pocos días hubo un reporte de incremento de incidentes entre los trabajadores en el día, mientras que algunos vecinos reportaron escuchar algún ruido en el lugar por las noches. Toda esa información había sido dada a los distintos grupos de marines que vigilarían en los próximos días el lugar.

Esa noche era el turno de un grupo de jóvenes marines con un futuro muy prometedor; Ray, Takahiro y Atlas. Esta noche ellos serian los encargados de patrullar las inmediaciones de aquel gran grupo de astilleros que quedaban censurados por aquellos andamios con lonas que los cubrían, extendiéndose en un espacio de casi 400 metros de distancia a primera línea de costa.

Toda la parte frontal de los astilleros que tocaba con el resto de la ciudad estaba separada por una calle de unos diez metros de las casas del frente, contando con un buen acceso  de una pequeña rambla que viajaba casi desde el astillero central hasta la plaza del patíbulo de la ciudad. Luego tanto por los laterales como por la cara que tocaba opuesta a la calle, todo lo que tocaba los muros de esos edificios era puro mar. Cosa que no era de extrañar puesto que en los astilleros suele requerirse un fácil acceso al mar para entrar y sacar los navíos. 

La noche se alzaba y las seis horas de patrulla comenzaban...

Off
#1
Atlas
Nowhere | Fénix
Personaje


—Creo que le voy a decir que no podemos seguir así, que esta relación tan dañina y viciada tiene que acabar o nos acabaremos haciendo daño. ¿Cómo se dice? Sí, tóxico, eso —les dije a Taka y Ray en la cantina después de dar un largo sorbo de la botella de agua que había pedido antes de sentarme. Ese día hacía bastante calor, demasiado a mi forma de ver incluso para ser verano. Llevaba todo el día sudando y había que reponer líquidos, claro—. Hablando del rey de Arabasta —añadí cuando la silueta de la persona a la que me estaba refiriendo se perfiló en la puerta de la cantina.

El alto, calvo y corpulento sargento que, a nuestro modo de ver, tanta fijación tenía con nosotros clavó sus inquisitivos ojos en mí antes de esbozar una sonrisa maliciosa. Esta última se ensanchó un poco más para sacar a relucir sus dientes cuando reconoció a Taka y Ray, de espaldas a él en el momento inicial. Lleno de satisfacción, comenzó a caminar hacia nosotros con un dosier en las manos. Al llegar a nuestra altura Shawn lo soltó sobre la mesa, asegurándose de que hiciese suficiente ruido como para resultarnos molesta y, acto seguido, se sentó entre Taka y Ray con pesadez.

—Se os ha acabado el cuento —dijo sin más, abriendo la carpeta para dejar a la vista las fotos de unos edificios en proceso de remodelación.

A decir verdad, no tenía claro por qué demonios para enseñarnos aquello necesitaba una carpeta. Apenas había información además de las fotos, tan solo una lista enorme con un sinfín de nombres agrupados de tres en tres. Pude reconocer algunos de ellos, en su mayoría reclutas, y el hecho de que el siguiente grupo no tachado en la lista fuese el compuesto por nosotros tres llamó poderosamente mi atención. Parecía que estaba claro lo que se nos venía encima, ¿no?

Lo cierto era que aquellas obras eran la comidilla de la base del G-31 desde hace ya varios días. Quienes llevaban más tiempo allí o se habían molestado en informarse sabían que se trataba de unos astilleros que habían caído en desuso, pero la función para la que estaban siendo rehabilitados era completamente desconocida. Según decían, además, no solo por los miembros de los escalafones más bajos. Se rumoreaban que había cierto malestar entre marines de más peso en la base por no haber sido informados sobre los planes en aquella zona, incluso a pesar de haber preguntado específicamente. Sólo eran rumores, claro, pero si hasta en las leyendas más antiguas había algo de verdad, ¿qué no habría en un rumor? Por si no fuese suficiente, quienes ya habían realizado las primeras patrullas en la zona comentaban que habían apreciado ruidos extraños por las noches y que el ambiente durante el día se percibía enrarecido.

—¿Nos toca a nosotros, verdad? —pregunté retóricamente, obteniendo una amplia sonrisa francamente feliz como respuesta.

—Vuestra patrulla empieza a las diez de la noche, más o menos cuando empieza a oscurecer, y os darán el relevo a las seis horas. Tenéis que vigilar el perímetro de la zona, notificar cualquier anomalía y frenar, si es que la hubiese, cualquier incursión que detectaseis. ¿Alguna duda?

Se quedó allí unos segundos, dispuesto a recibir cualquier pregunta que le quisiésemos lanzar antes de marcharse inundado por la dicha. ¿Por qué nos tenía tanta manía ese sujeto? En cualquier caso, nos sumábamos al nutrido grupo de marines enviados a salvaguardar una zona de la que no se sabía absolutamente nada.

—Tal vez deberíamos preguntar por la posibilidad de que nos prestasen unos Den Den Mushi o algo para comunicarnos entre nosotros durante la patrulla, ¿no os parece? —propuse.

***
Los últimos rayos de sol golpeaban con suavidad el agua que se extendía en los aledaños de los antiguos astilleros. Al otro lado, una calle de diez metros de ancho y una amplia zona que conducía a la plaza del patíbulo se antojaban como vías de acceso mucho más sugerentes para cualquier malhechor que quisiese venir a tirarnos por tierra la noche.

—Creo que deberíamos dividirnos. Tal vez podríamos formar un triángulo. Uno a la zona más cercana al mar y dos a las zonas que van a la ciudad. ¿Qué os parece?

Si les parecía bien propondría un método tan justo y divertido como el piedra, papel, tijeras para escoger quién sería el primero en elegir la zona a patrullar. Por mi parte no tenía ninguna preferencia, así que me daba igual un lugar a otro. Con el reparto hecho y, con algo de suerte, con un trío de Den Den Mushis temporalmente asignados, estaríamos listos para afrontar nuestras interminables y tediosas seis horas de guardia.
#2
Ray
Kuroi Ya
Personaje


Poco después de cenar Ray, Atlas y Taka seguían sentados en su mesa en la cantina. El rubio se quejaba elocuentemente del fastidioso Sargento Shawn, quien siempre estaba asegurándose de que ninguno de los tres se perdiera los entrenamientos o cualquier otra actividad que se les asignaba. Había llegado hasta un punto en que muchas veces parecía su niñera, siempre paliando los constantes e involuntarios despistes de Ray y de Taka y buscando los escondrijos que Atlas iba improvisando en sus intentos por escaquearse de sus deberes. Y justo en ese momento, como si su compañero le hubiera invocado, la brillante coronilla pelona de su superior apareció ante ellos.

Afirmando que su tiempo de descanso había llegado a su fin les enseñó un dossier que contenía múltiples fotos de varios edificios en distintos estados de construcción y remodelación. El peliblanco no tardó en deducir de qué lugar se trataba, pues en el Cuartel no se hablaba de otra cosa desde hacía ya varios días. Las obras de los astilleros. Muy poco o nada se sabía sobre ellas, sobre lo que el Gobierno quería construir allí o para qué fines pretendía utilizarlos. Cierto oscurantismo parecía rodear todo aquel tema, lo que no hacía sino aumentar la curiosidad de los soldados al respecto cada vez más.

Al parecer aquella noche ellos tres habían sido los marines seleccionados para montar guardia entre las diez de la noche y las cuatro de la mañana, cuando el siguiente turno de vigilancia les relevaría. La idea intrigaba enormemente al joven, pues la posibilidad de recorrer aquel lugar y tal vez averiguar algo más sobre lo que allí se estaba llevando podría aliviar su siempre insaciable curiosidad. Además hasta el momento nunca se le había encomendado ninguna misión de vigilancia y, aunque no sonaba especialmente emocionante, quería ver qué le parecía.

La propuesta de Atlas de pedir unos Den Den Mushi para estar comunicados entre sí le pareció excelente, ya que de esa forma él podría utilizar sus poderes para vigilar desde el aire a ratos y aún así no perder el contacto con sus compañeros en ningún momento.

*******

Ya de noche, el lugar que debían vigilar cubría un espacio más que considerable. Cuatrocientos metros que tendrían que abarcar a la perfección si no querían arriesgarse a que algo saliese mal. El rubio fue el primero en idear una estrategia, sugiriendo que cada uno de ellos se encargara de una de los tres posibles accesos: dos en los que se comunicaban con la ciudad y uno vigilando el acceso desde el mar.

- Si queréis yo puedo encargarme de la vigilancia marítima. - Propuso el peliblanco. - Si me transformo y sobrevuelo la costa puedo ver potenciales a una distancia mayor, y gracias a mis antenas podré percibir alteraciones más sutiles que hagan pensar que algo no va como debería. ¿Qué opináis?

Si sus compañeros no presentaban ninguna objeción Ray adoptaría su forma completa y, transformado en una abeja de gran tamaño, se dirigiría hacia la costa y comenzaría a volar a escasa altura, oteando el horizonte para divisar posibles intentos de asaltar el astillero desde el mar. Al no ascender mucho confiaba en que en la oscuridad de la noche su cuerpo de color principalmente negro se confundiera con los edificios desde la lejanía, resultado difícil de ver. Aún así se mantendría en todo momento en zonas en las que tuviera suelo firme debajo para no arriesgarse a ser derribado por sorpresa y caer al mar.
#3
Takahiro
La saeta verde
Personaje


Aquel espléndido día de verano había resultado ser de lo más rutinario en la base del G-31 de Loguetown. Maniobras matutinas bajo la supervisión de la capitana Montpellier, que terminaron de una forma un tanto abrupta por motivos que eran desconocidos. Trabajos adicionales ordenados por el excelentísimo sargento Shawn y poco más. En ese momento, el peliverde se encontraba junto a sus dos compañeros de siempre —Ray y Atlas— en la cantina del cuartel. Habían acabado de cenar hacía relativamente pocos minutos, pero estaban aprovechando para despotricar un poco del sargento como era habitual.

—Pues he escuchado rumores de que quizá lo van a promocionar a suboficial por méritos propios —comentó por lo bajo Takahiro, que se encontraba relajado sobre el respaldo de su silla, hasta que como si de un fantasma en una casa encantada se tratase, Shawn atravesó la puerta de la cantina y posó la mirada sobre ellos. Podía distinguir malicia en su mirada, soberbia en su sonrisa y cierta picardía en sus andares. Algo tramaba, y eso no le gustaba al marine.

«¿Qué querrá este pesado ahora?», se preguntó para sus adentros.

Por lo visto, el sargento había sido el encargado de indicarles los pormenores de su próxima misión, que se trataba de la vigilancia nocturna del proyecto de rehabilitación de los astilleros antiguos del puerto, es decir, vigilante de noche en una obra a medio acabar. Esas obras habían causado cierto revuelto en el cuartel y en la propia isla, sin embargo, tampoco había mostrado mucho interés a lo que decía la gente sobre ello, pues apenas le interesaba. Siempre había gente que estaba en contra de una obra.

—¡Pues es buena idea! —exclamó el peliverde, asintiendo con asombro—. Y unas linternas también nos vendrían bien —añadió—. Al ser una zona de obras, no me extrañaría que hayan tocado parte del cableado y en algún momento se vaya la luz.

*****

El peliverde optó por ponerse el uniforme de la marina, pese a su incomodidad, ya que en la noche si vestimenta habitual podía causar confusión sobre sus compañeros. Ya era de noche y los astilleros parecían sacados de una historia de terror. Crujidos de madera y metal, el aire golpeando con suavidad el plástico que cubría los materiales y hacía que diera cierta congoja caminar por allí.

—¿Estás seguro? —le preguntó a Ray—. Como te caigas a ver quien te salva —le guiñó un ojo y miró hacia el este—. Yo me encargo de esa sección de ahí si os parece bien.

En el caso de que no hubiera objeción por parte de sus compañeros, con la mano izquierda metida en el bolsillo y la derecha sobre el mango de su espada, comenzaría a caminar por la región oriental de los astilleros atento a cualquier detalle que resultara extraño en aquel entorno.

«¿Quién demonios se metería aquí de noche?», se preguntaba el marine con cierta incredulidad.
#4
Rengetsu D. Tenji
Príncipe Ciego
El trio de marines no parecían ser los favoritos de su superior. Era tal vez por su actitud o modales, simplemente era alguien amargado con la vida que buscaba desfogarse con el primero que pillaba o había un atisbo de celos y envidia ante el potencial de los jóvenes marines que amenazaban su posición. Fuera cual fuera el motivo habría que aguardar un poco más de tiempo para ir descubriendo las autenticas motivaciones de aquel superior. No obstante un hecho real era que con aquellos trabajos extra entregados de forma constante a malas, el marine estaba consiguiendo lo contrario, que los recientes reclutas se motivaran más solo para callarle la boca, cumplieran con éxito su labor y obtuvieran más logros y resultados que irían llegando su expediente. Se trataba de una posible carrera entre la búsqueda de que los reclutas fracasaran en algún trabajo ya fuera por su dificultad o agotamiento, contra la acumulación de logros militares que les proyectaran rápidamente hacia puestos más elevados.

Fuera  como fuera, un trabajo nocturno aguardaba al trio de protectores de la justicia, contando solo con sus propios recursos y medios, con el único aliciente de unos mini den den mushi transmisores con los que poder comunicarse si se separaban por el lugar. Una mínima ayuda que les habían proporcionado desde el cuartel, porque si hubiera sido por el sargento no les daba ni las gracias.

---

La noche había llegado, aunque era tarde aun no era ni media noche. Aun se podían apreciar por las calles algunos transeúntes que regresaban a sus hogares o que estaban marchando hacia alguna taberna o cantina para beber, en el caso de más de uno que ya andaba un poco de lado a seguir bebiendo si es que lograba llegar a alguna parte, a muy malas dormiría en alguna esquina donde cayera.

El taller quedaba cubierto por completo por una lona en su fachada, no dejando ver lo que había al otro lado en los astilleros desde la calle, aunque se podía intuir donde estaba la entrada viendo la apertura en la lona por la que los empleados entraban y salían durante el día, quedando la misma en el centro de la estructura tocando con la calle principal. El lugar se extendería doscientos metros a cada lado desde esa entrada y no daría mucho más pie a rodear por tierra el lugar, al encontrarse inevitablemente con el mar.

Pero por suerte entre los marines contaban con habilidades sobrenaturales que les permitían superar un poco esa barrera de cara a su misión. Quien tomaría ese rol seria Ray, el cual ascendería a los cielos transformándose en una abeja del tamaño de un humano, la cual haría que mientras ascendía un alcohólico que pasaba cerca cayera de culo - ¿Ehh...? Vale definitivamente he bebido demasiado, mi mujer tenia razón... - El hombre incrédulo con que que acababa de ver, pensando que el alcohol ya le estaba jugando malas pasadas opto por dejar su botella de vino allí mismo cerca de Takahiro en su patrulla y volver a casa. 

Tras sorprender al borracho, el chico abeja Ray, sobrevolaría el astillero pudiendo apreciar como el tejado de los mismos había sido remolado, quedando más unificado el conjunto de la estructura, dejando de parecer diferentes astilleros en sucesión, aunque podría apreciar como se respeto la integridad de la fachada en lo posible cuando volteo por la parte marítima la cual no estaba cubierta por lonas. Justo cuando bajo el manto de la noche observara esa zona, apreciaría que en el agua había una barca no muy grande anclada a una de las entradas por mar al astillero, la cual estaba parcialmente abierta...

Por otro lado Atlas que se habría quedado observando la zona por la entrada al lugar no percibía nada anormal aun.

OFF
#5
Ray
Kuroi Ya
Apenas se hubo transformado un hombre en visible estado de embriaguez hizo su aparición. Entre sorprendido por lo que acababa de ver y embotado por el consumo de alcohol no fue capaz de mantener la verticalidad y cayó al suelo de culo. Ray reprimió una carcajada, pues la situación le resultó inevitablemente cómica, y continuó su vuelo.

El aspecto de los astilleros desde el aire era cuanto menos curioso. La lona que cubría su fachada de los ojos indiscretos de los transeúntes desaparecía, y podía apreciarse a la perfección el tejado de los mismos. Este había sido unificado, bien porque las otrora distintas estructuras en línea estuvieran también siendo fusionadas o bien, tal vez, por un motivo meramente estético y por cubrir los trayectos entre ellos del sol durante el día. Sin embargo algo le decía que esa segunda opción no era la correcta. Al fin y al cabo nadie habría empezado aquel proyecto con tanto secretismo si tan solo pretendiera eso.

Por ese motivo le resultó aún más sorprendente que, por el costado que daba directamente al mar, la fachada estuviera prácticamente conservada. Pero claro, podía tener sentido. Aquel lado quedaba a la vista de cualquier barco que se acercara a la isla por ese lado, por lo que realizar cambios estructurales evidentes a plena vista de algo que se quería mantener en secreto no habría sido la decisión más inteligente.

Lo que más llamó su atención, no obstante, fue una barca que se encontraba anclada a una de las entradas del astillero. No era especialmente grande, pero sí lo suficiente como para verse sin problemas desde las alturas. Además había un pequeño detalle que no pasó desapercibido a los ojos del peliblanco. Aquella entrada, que como las demás daba directamente a mar abierto, no estaba cerrada como el resto de ellas. Por algún motivo alguien la había dejado entreabierta, de forma no demasiado llamativa pero sí lo suficientemente diferente a la posición de las demás como para atraer la atención de Ray. Algo olía mal.

Tratando de ser cauto y no arriesgarse innecesariamente, ya que si se quedaba en el aire sobre el mar podía ser un blanco fácil para cualquier persona que se encontrase al amparo de la oscuridad, el joven descendió hasta el tejado de los astilleros a una distancia prudencial de aquella barca. Acto seguido llamó mediante su mini Den Den Mushi a sus dos compañeros para actualizarles respecto a lo que había encontrado.

- Voy a investigar la zona. - Les dijo.

Así que pasó a de nuevo a su forma humana y se fue acercando poco a poco, caminando con extremo cuidado sobre el tejado ahora unificado y tratando de hacer el menor ruido posible. Se movió hasta situarse lo más cerca posible a la barca y agudizó sus sentidos lo que pudo, intentando detectar cualquier ruido, cualquier señal de actividad humana o cualquier detalle que no debiera estar ahí.
#6
Takahiro
La saeta verde
Apenas habían pasado unos pocos minutos desde que comenzó a caminar y vigilar aquella zona, el peliverde se paró y bostezó con ganas, estirándose hasta notar un leve crujido en sus huesos y articulaciones y sentir un breve estado de bienestar físico. No le gustaba tener que trabajar a esas horas tan intempestivas. La noche era para estar de jolgorio con los amigos o para dormir, no para dar vueltas custodiando una obra. Sin embargo, no le quedaba otra.

«Que aburrimiento», dijo para sus adentros cuando escuchó a alguien hablar no muy lejos de allí.

Instintivamente agarró el mango de su espada y se fue acercando hacia donde había escuchado gente hablar, sin embargo, tan solo se topó casi de frente con un hombre, cuyos pasos erráticos y hedor a alcohol le hacía ver que estaba borracho; demasiado borracho.

—Tenga cuidado señor, que se va a caer —le dijo el peliverde, al notar como el hombre se agachaba durante un instante. No se fiaba mucho de las personas borrachas, ya que no era normal que alguien se fuera solo a beber a una obra de noche. ¿Estaría huyendo de alguien? ¿Quizá se había perdido y decidió que era buena idea sentarse a ver el mar? Todo era posible. La noche albergaba horrores y muchas preguntas sin respuestas.

No obstante, lo que había ocurrido no era que el borracho fuera a besar el suelo de manera inconsciente, sino que se había agachado para soltar la botella que tenía en sus manos. Continuó siguiendo al hombre con la mirada hasta que se alejo de allí para ver la botella con más detenimiento.

«¿Qué habrá bebido este tío? Le ha pegado fuerte», pensó el marine, al mismo tiempo que sonaba su den den mushi.

—Perfecto —le contestó—. Aquí tan solo había un borracho bebiendo —le dijo—. Yo creo que voy a echar un ojo dentro de la lona. Esto parece completamente despejado. Tened cuidado.

Tras ello, el marine se acercaría a la carpa con cautela y poco a poco con la intención de investigar si había algo raro dentro del taller. Sí él fuera un delincuente intentaría estar fuera de la vista de cualquier fisgón, ¿qué mejor lugar que un sitio cubierto?
#7
Atlas
Nowhere | Fénix
«Ya tendría que estar pensando en meterme en la cama», me dije a mí mismo ras forzarme a cerrar la boca después del octavo bostezo en lo que iba de noche, que no era mucho. Al repartirnos las áreas a vigilar me había tocado la más próxima a la puerta. A mis espaldas, un gran orificio en la lona servía de como único punto de acceso y salida visibles a los astilleros. Mis ojos habían sido testigos de cómo los últimos trabajadores abandonaban la zona hacía ya algún rato, charlando algunos animadamente mientras que otros se limitaban a arrastrar su cuerpo de vuelta a casa.

Mentiría si dijese que no se me había escapado alguna mirada furtiva hacia mis espaldas. No en vano aquella zona era una total incógnita y la fuente de buena parte de los rumores que circulaban por la base del G-31. No obstante, habían sido vistazos de soslayo que no me habían permitido distinguir absolutamente nada. Siendo sincero, sólo habían sido un par de ellos. No sabía por qué, pero el miedo de que Shawn apareciese en algún momento de entre las sombras para recriminarme mi actitud estaba muy presente.

—¡Su misión es patrullar, no investigar! —diría con toda probabilidad, o—: ¡No se le paga para que curiosee, sino para que vigile que nadie entre aquí!

En definitiva, me había plantado cerca de la puerta y hasta el momento me había dedicado a caminar de un lado a otro, procurando abarcar todo el área posible sin perder de vista el acceso. Me alejaba lo justo y necesario, intentando abarcar las zonas muertas que pudiesen quedar en los extremos de las áreas que Taka, Ray y yo teníamos asignadas. Al mismo tiempo, procuraba mantenerme lo suficientemente cerca para poder plantarme de nuevo en la puerta en escasos segundos... Y un ojo siempre puesto en el punto de acceso a través de la lona.

Llevaba ya varios paseos —aunque menos que bostezos— cuando el Den Den Mushi que llevaba encima comenzó a sonar. Era Ray:

—Voy a investigar la zona —dijo después de explicarnos sus sospechas acerca de una barca peligrosamente cercana a los astilleros y una puerta abierta.

—Vale, mantennos informados —respondí, maldiciendo mi suerte y rezando en silencio para que aquello no se convirtiese en la primera guardia en la que había algún tipo de problema. Mientras maldecía en voz baja al sargento Shawn una vez más por colgarnos aquel muerto, me giré sobre mis talones y regresé al punto más cercano a la puerta principal. Si realmente algo iba mal y algún sospechoso intentaba salir por allí, podría interceptarle. Del mismo modo, si Ray necesitaba algún tipo de refuerzo podría intentar entrar y, además, si alguien intentaba valerse de la puerta principal para acceder al recinto, se toparía conmigo.

De manera casi instintiva así mi naginata y la descolgué de mi espalda. Hasta el momento, a pesar de esa tendencia mía a quejarme por el trabajo y buscar librarme del mismo, había procurado mantener la vista atenta a cualquier callejón, sombra o elemento extraño que pudiese suscitar algún tipo de duda —no sabía si por la amenaza imaginaria de un Shawn iracundo—. Allí, junto a la puerta, mantuve la misma actitud y el Den Den Mushi bien a mano.
#8
Rengetsu D. Tenji
Príncipe Ciego
La guardia había comenzado y esa noche las cartas estaban echadas. Y para nada podíamos considerar que la guardia hubiera comenzado sin incidentes como tal, puesto que no tardaron ni diez minutos en encontrar sospechas sobre una posible infiltración, junto a un borracho empedernido en las proximidades del lugar, aunque salvo la barca nada parecía ser demasiado grave y la propia barca podría ser simplemente algo que dejaron así los trabajadores, pero unos buenos Marines no se quedarían sin investigar.

Todos estaban claramente molestos o cansados por estar realizando una misión tan aburrida y lamentable a esas horas de la noche, bueno especialmente quien lo estaba era Atlas, el cual estaba procesando un poco de resquemor contra el sargento. Y por otro lado Ray al haber encontrado una posible pista se estaba dejando llevar un poco por su sentido del deber y el misterio que podía estar escondiéndose tras aquella situación.

Por suerte contaban con los Den Den Mushi comunicadores, en los que se pudieron reportar aquellos incidentes con Ray apunto de adentrarse a investigar el lugar y Takahiro que decidió revisar la botella de alcohol tras girar el borracho una esquina a un par de calles de distancia y perderse de vista. Y aunque sus planes originales fueran inspeccionar bajo la lona, podríamos decir que el instinto agudo del peli verde lo salvaron de una buena, puesto que cuando examino la botella pudo notar que justo escondida por la etiqueta había dentro de la botella pegada una mecha corta prendida que quemaba lento pero estaba a punto de alcanzar el liquido. El contenido de la botella era un misterio, pero cualquiera que viera eso podría intuir una inminente explosión; si el joven marine tenia la suficiente agilidad podría librarse del estallido directo, pero que haría con el objeto... ¿Recibiría la explosión él mismo? ¿Lo lanzaría hacia su compañero Atlas para que lidera él? ¿Lo arrojaría a la calle habiendo viviendas cerca en la acera del frente? ¿O quizá otra opción era posible?

Sin duda las acciones de Takahiro eran un misterio ante esa revelación y el centinela Atlas el cual custodiaba fielmente la entrada de aquellos astilleros era de las pocas bazas que tenia el peliverde para recibir asistencia. Puesto que el hombre zángano Ray estaba avanzando con sigilo y cuidado hacia la parte posterior del astillero justo por encima de la puerta que estaba un poco abierta, la altura de los astilleros era tranquilamente de 30 metros respecto al nivel del mar donde había la entrada y el sonido de las olas impedía escuchar con detenimiento ciertos sonidos, tal vez alguien con un oído más agudo podría discernir algo, pero al no tenerlo se vio obligado ha acercarse a la barca descendiendo por el muro para poder bajar a uno de los salientes a los que estaba amarrada al lado de la puerta metálica grande con una rampa que entraba desde el agua hasta el interior. Ahora desde esa posición podía escuchar aunque levemente como un sonido metálico, concretamente como dos metales chocando uno con otro...

OFF
#9
Ray
Kuroi Ya
Situado en el tejado sobre la barca, Ray mantuvo el más absoluto silencio y aguzó el oído cuanto fue capaz. Permaneció allí unos minutos pacientemente, pero no consiguió escuchar nada. El sonido del mar, que en cualquier otra circunstancia le habría resultado relajante, casi como una nana que arrullaba con su regular vaivén a quien se detuviera a escucharla, impedía discernir si había algún otro sonido. Tenía que acercarse más si quería cerciorarse bien de que allí no estaba pasando nada.

Dada la altura de los tejados descender en su forma humana resultaba extremadamente complicado y peligroso, por lo que adoptó su forma híbrida y, convertido en una mezcla entre hombre y zángano, comenzó a mover sus alas lo más sigilosamente que fue capaz para descender. Se posó sobre uno de los salientes situados a los lados de la puerta. Una rampa de escasa pendiente se adentraba desde el mar hasta el interior del edificio por dicha entrada, que estaba abierta.

Aquello mosqueó considerablemente al peliblanco, pues lo lógico hubiera sido pensar que esa entrada permanecería cerrada durante la noche, igual que las demás. Aguzó el oído nuevamente, escuchando esta vez un sonido repetitivo, rítmico, que llamó su atención. Tenía un tono metálico, como si dos objetos hechos de metal estuvieran chocando una y otra vez el uno contra el otro. Desde luego algo estaba sucediendo allí dentro. Tenía que averiguar qué era lo que estaba pasando.

- Voy a entrar. - Avisó a sus compañeros mediante su Den Den Mushi. - Una de las puertas de entrada desde el mar está abierta y se oyen unos ruidos metálicos dentro, algo no me gusta.

Aún en su forma híbrida comenzó a caminar hacia el interior. Buscó el amparo de la oscuridad, ocultarse en las zonas menos iluminadas. Manteniendo siempre una postura en alerta, semiagachado para bajar su centro de gravedad y disminuir su tiempo de respuesta. El color negro de su cuerpo de abeja se fundía mejor con la noche que el blanco del uniforme de la Marina, y sus antenas le aportaban una gran ventaja a la hora de detectar señales de intrusos. No sabía describir muy bien cómo hacían su función estos órganos, pero combinando varios sentidos actuaban como una especie de radar. Eran capaces de detectar cambios en el aire que el peliblanco podía interpretar como movimiento y vibración. También podía detectar sutiles cambios en la composición del aire, como por ejemplo en su humedad o la cantidad de dióxido de carbono presente en él, o en su velocidad y dirección.

Preparado para actuar ante cualquier eventualidad y con todos sus sentidos tanto humanos como de abeja en alerta, el joven se adentró hacia lo desconocido. ¿Qué encontraría allí dentro?

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#10
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