¿Sabías que…?
... Garp declaró que se había comido 842 donas sin dormir ni descansar porque estaba tratando de batir un récord mundial. ¿Podrás superarlo?
[Aventura] Plan de Escape [Parte 2] [Tier 4]
Tofun
El Largo
62 de Verano del año 724
Carcel de Kilombo, G-23 Base de la Marina
Venimos de aquí.


El sol del mediodía brillaba con intensidad sobre la prisión de Isla Kilombo, y el calor parecía intensificar la sensación de aislamiento que emanaba de las enormes murallas de piedra. Murray Arganeo, con su habitual porte imponente, escoltaba a Panda por el camino de tierra hasta la entrada principal de la prisión. Los muros de siete metros de altura y la puerta de seguridad codificada daban una sensación de fortaleza, como si nada pudiera escapar de allí.

Murray se detuvo frente a la gran puerta metálica que protegía el acceso, y con un gesto automático, tecleó el código en el panel de seguridad. La puerta se abrió lentamente, emitiendo un gruñido metálico que resonaba en el aire caliente. Dos marines, vestidos con uniforme impecable, se mantenían firmes a ambos lados, observando el procedimiento.

Sin demasiadas palabras, Murray quitó las esposas a Panda y lo entregó formalmente a los guardias. La expresión de Murray no revelaba nada fuera de lo común, como si estuviera entregando a un preso más. Su despedida fue seca y directa:

Aquí lo tenéis, haced lo que debáis. —Tras esas palabras, Murray dio media vuelta y se marchó, dejando a Panda en manos de los carceleros.
Los guardias, sin hacer preguntas, lo condujeron por un pasillo angosto que los llevó al cuarto de guardias, a la izquierda, tras cruzar la puerta principal. El ambiente en el cuarto de guardias era sencillo: mesas de madera, bancos desgastados por el uso y un par de camas donde los marines descansaban en los turnos largos. No había lujos, solo lo necesario para que los guardias pudieran hacer su trabajo. El aire olía a tabaco y a café frío, mientras varios papeles se apilaban descuidadamente en una esquina.

Uno de los guardias, con un tono autoritario pero aburrido, se dirigió a Panda, sin darle demasiada importancia:

Bienvenido. Aquí dentro las cosas funcionan de forma estricta. Tenemos horarios y no nos importa si te gusta o no. —Se sentó en una silla vieja de madera, y tras encenderse un cigarrillo, continuó. — El desayuno es a las 7:00, el almuerzo a las 12:00, y la cena a las 18:00. Si no estás a tiempo, te quedas sin comer. No hay segundas oportunidades.

Mientras hablaba, el guardia señalaba vagamente el pasillo que llevaba al resto de la prisión.

El patio exterior está abierto de 8:00 a 10:00 y de nuevo de 14:00 a 16:00. Ahí es cuando podrás estirar las piernas, pero no pienses que estarás solo. Las torres de vigilancia tienen a tiradores apuntando en todo momento. Si haces algo estúpido, bueno… ya te lo puedes imaginar.

El guardia echó un vistazo rápido hacia el fondo del pasillo, hacia la zona de las celdas, antes de continuar.

A las 21:00 se cierra todo. Las celdas se bloquean automáticamente, y no se abren hasta las 6:00 del día siguiente. Así que mejor estar dentro cuando llegue la hora. Si te quedas fuera, mala suerte, no habrá nadie que venga a abrirte y te irás directo a aislamiento. —El tono del guardia era monótono, como si hubiera recitado esas palabras cientos de veces antes—. Y durante la noche, siempre hay vigilancia. No te hagas ilusiones, no hay lugar para esconderse.

Finalmente, se levantó y echó un vistazo al Mink, como si fuera solo uno más entre tantos.

Los baños están disponibles en cualquier momento, y si te enfermas, la enfermería está al fondo, después de los baños, aunque has de pedir acceso a un guardia. No es un hotel, pero servirá.

Con un gesto de la mano, los guardias indicaron que era hora de llevar a Panda a su celda. Uno de ellos le miró de arriba a abajo, como si estuviera evaluando qué clase de prisionero era, pero sin demasiada curiosidad. Para ellos, era solo otro preso que debía seguir las reglas. Al pasar frente al comedor, que quedaba a mano derecha Panda pudo escuchar un montón de voces y jolgorio. Tras dejar a Panda en su celda este podría comprobar como todas estaban vacias, era la hora de comer y evidentemente todos estaban en ello, Panda podía comenzar su aventura.

Mapa de la carcel
#1
Panda
JANAI
Panda se encontraba en el faro hablando con el sargento Murray Arganeo, aquel que había decidido contratarlo como prisionero voluntario. Panda quizás había exagerado un poco su curriculum porque lo cierto es que nunca había escapado de una cárcel, pero después de como se las ingenio para salir de aquella habitación en la búsqueda del tesoro, se sentía confiado de que podía ingeniárselas de algún modo, o al menos claro no perdía nada con intentarlo y era una buena oportunidad para ver si era capaz de dominar su Akuma, para variar.

-No te preocupes Murray, hare mi mejor esfuerzo para descubrir todas las debilidades de este lugar- Aseguró Panda.

Panda escucho las instrucciones con atención y asintió con la cabeza, debía decir "tempestad" si la cosa pintaba fea. El instinto de Murray le decía que había posibilidades de escapar de aquella cárcel, por lo que Panda presentía de que había más de una forma de salir de aquel lugar, solo seria cuestion de investigar un poco, antes de actuar.

-Dalo por hecho Murray, no te preocupes, aunque me quiten la lengua no la usare- Dijo panda con confianza. 


62 de Verano del año 724
Carcel de Kilombo, G-23 Base de la Marina

Al otro día panda ya estaba listo y despierto para la acción. En la mañana, Murray entrego a panda a las autoridades de la cárcel, Panda pudo observar que la edificación en efecto se notaba fuerte y robusta, con muros fuertes y amplios. El sargento tecleo rápidamente el código de acceso, cosa que panda intentaría observar a fin de ver si podía memorizar la secuencia, no obstante que la puerta sea de metal ya le daba una ventaja interesante.

Luego, panda fue escoltado por unos guardias por un pasillo angosto. Su gran olfato le permitía sentir el olor a tabaco y café, junto con el olor de los reos y los marines. Le dieron indicaciones básicas de las rutinas de la celda, desayuno, merienda y cena, panda escucho atento y asentía con la cabeza, ya que odiaba perderse comidas y quería aparentar ser un recluso "sumiso", mientras continuaba observando la edificación imaginando planes.

Le hablaron del patio exterior, no seria mal intentar un escape por ahí pero era muy riesgoso hacerlo a plena luz del día puesto que un panda de gran porte como el era un blanco fácil para los diestros tiradores. El guardia continuo relatando los horarios de cierre de las celdas, que aunque estrictas cumplían su función para mantener el orden y evitar revueltas en los reclusos y eran claras y precisas y con castigos severos como podría ser ese aislamiento del cual el guardia le advirtió.

Finalmente Panda fue guiado a su celda, el oso la observo de arriba a abajo, ya que una vía clásica de escape era a través de la celda, el típico boquete por debajo del piso clásico de las películas, aunque difícil de llevar a cabo en la vida real... a menos claro que se trate de un panda oxidador.

Como ya era la hora de la comida no se entretuvo demaciado y pidió permiso a los guardias para ir al comedor. No esperaba que la comida fuera gran cosa pero igual no se la perdería por nada del mundo. En principio su objetivo seria observar y analizar, debía armar un plan de escape, conocer a otros reclusos también podía ser de utilidad, después de todo tener algún cómplice dentro podía brindarle herramientas e información útiles para su mision.

-Ahh que hambre tengo me comería hasta un elefante...- Dijo Panda tocándose la barriguita.

off
#2
Tofun
El Largo
Mientras Panda avanzaba por el pasillo que conducía al comedor, podría echar un vistazo rápido a las celdas a su alrededor.

No eran nada parecidas a lo que uno esperaría en una prisión. Cada celda estaba decorada con un estilo único: posters de mandalas, recortes de revistas pegados en las paredes y figuras colgando del techo. Un par de celdas tenían hasta plantas pequeñas que parecían haber sobrevivido a las duras condiciones. Los presos habían hecho de esos cubículos algo propio, como si se tratara de habitaciones más que de celdas. 

Todo parecía demasiado colorido, casi como un barrio bohemio dentro de la fría y dura piedra de la cárcel. Stan, con su entusiasmo por los “espacios de reforma”, había insistido en que a los reclusos se les permitiera personalizar sus celdas, convencido de que eso sería clave para su rehabilitación.

Al llegar al comedor, Panda notó de inmediato que el ambiente era distinto: el bullicio y el sonido de las bandejas cesaron repentinamente cuando todos los ojos se volvieron hacia él. En esos cinco segundos de silencio, los presos parecían estar evaluándolo, curiosos por el nuevo rostro que entraba en escena. Pero el momento pasó tan rápido como había comenzado, y el ruido volvió a llenar el comedor cuando todos retomaron sus conversaciones y sus platos.

El lugar estaba dividido en pequeños grupos que se habían apropiado de sus propias esquinas. En la esquina superior derecha, los Veganos, antiguos piratas de la banda de Broco-Lee, se sentaban juntos. Sus rostros estaban marcados por el tiempo en la cárcel: algunos tenían cicatrices visibles, mientras que otros llevaban tatuajes que hablaban de sus antiguas vidas en el mar. Vestidos con sus atuendos verdes y sobrios, comían y conversaban en voz baja, a veces lanzando miradas furtivas hacia Panda, como si lo evaluaran.

En la esquina opuesta, en la parte inferior izquierda, estaban Los Sin Calzzone, ex-piratas italianos rivales de los Veganos. Reconocibles por sus gorros de chef y delantales rojos, estaban inmersos en animadas charlas sobre recetas y estrategias de cocina. Uno de ellos, un tipo regordete con una gran sonrisa y un bigote prominente, gesticulaba exageradamente mientras explicaba cómo preparar una lasaña perfecta. Sus risas resonaban en el comedor, contrastando con el ambiente más serio de los Veganos.

En la esquina superior izquierda, dos prisioneros de aspecto hosco y desaliñado se mantenían en silencio, observando el ambiente con expresiones poco amigables. Sus rostros estaban surcados por la dureza de la vida en la prisión, y parecían estar más interesados en sus platos que en lo que sucedía a su alrededor. Otros dos de su grupo trabajaban en la cocina, sirviendo la comida en la barra del fondo. Uno de ellos, un joven con un delantal manchado de harina, miraba a Panda con curiosidad, como si nunca hubiera visto a un nuevo prisionero antes.

A diferencia de lo que Panda hubiera esperado, aquí había tres tipos de menú, claramente otra de las “mejoras” de Stan, que creía en dar a los reclusos un “derecho a elegir”. La barra de comida estaba decorada con bandejas brillantes y un gran cartel que anunciaba los menús del día.

Los menús eran:

- Menú Italiano: Pasta con salsa de tomate y albahaca, una rebanada de pan rústico y una ensalada de hojas frescas. El plato parecía hecho con amor, y el aroma del ajo y la albahaca llenaba el aire.
- Menú Vegano: Ensalada de garbanzos con remolacha, arroz integral y tofu especiado. Los colores vivos de la ensalada la hacían lucir bastante apetecible, aunque Panda no podía evitar pensar en lo que realmente le apetecía.
- Menú Normal: Estofado de carne con patatas, una rebanada de pan y puré de calabaza. El estofado parecía humeante y sabroso, una opción que muchos prisioneros ya estaban eligiendo con entusiasmo.

Cinco guardias vigilaban el lugar, uno en cada esquina y otro en la cocina, atentos a los movimientos y manteniendo el orden. Sus uniformes azules y sus miradas severas añadían un aire de tensión al ambiente. Panda, ya sin miradas encima, siguió observando con detalle el entorno, mientras el comedor retomaba su caos habitual de charlas, risas y el sonido de las bandejas golpeando las mesas.
#3
Panda
JANAI
Las celdas de aquel lugar eran bastante curiosas, no se parecía en nada a lo que el había escuchado hablar de las prisiones, aquellas celdas estaban finamente decoradas desde mándalas hasta posters, a pesar de ser un "lugar de castigo", el trato en aquel lugar era mucho mejor de lo que el se imaginaba.

Luego llego finalmente comedor de la prisión. Inmediatamente siente el olorcito rico de la comida recién preparada que inundaba toda la habitación y empezó a babear como un perro. La comida tenia una pinta estupenda, parecía comida de verdad, de la que te sirven en los restaurantes, nada que ver con esa sopa insípida que siempre aparece en las películas, había pasta, estofado hasta incluso ensalada fresca.

El panda estaba tan enfocado en la comida que casi no nota el cambio de ambiente que se produjo cuando el entro, al parecer la llegada del nuevo siempre causa impresión, sobretodo cuando se trata de un Mink tan vistoso y grandote.
Por lo que se podía apreciar, aquella prisión estaba dividido en distintos "grupos o facciones". La idea de panda seria recolectar información de la prisión y en lo posible quizás algunos aliados, una fuga es mucho más sencilla si es entre varios, no obstante tenia que elegir bien con quien aliarse ya que los amigos de unos son los enemigos de otros y vaya que hay enemigos en una prisión.

Pero primero lo primero, la comida, Panda se acerco a la cocina y pidió el menú vegano, en realidad Panda eran de los que comían cualquiercosa, pero había algo especial que le interesaba..

-Disculpe, me gustaría el menú vegano pero con un extra de Bambu, si no es mucha molestia, Muchas gracias.

Luego por lógica, Panda fue a dialogar con quienes parecían ser más afín a ese tipo de comidas y por lo tanto quienes podrían entender mejor a panda, los piratas Veganos.

-Buenas, ¿que tal? soy nuevo aquí,  ¿no les molesta si me siento con ustedes?- Pregunto Panda con algo de timidez a aquellos serios piratas.

-Veo que tenemos una dieta similar, ¿de casualidad son piratas también? ahh no veo la hora de volver a alta mar, aunque este lugar no esta tan mal la verdad.
#4
Silver D. Syxel
-
Comedor de la Prisión de Kilombo, Base G-23 de la Marina
Día 62, Verano del año 724

El sonido metálico de las bandejas chocando con las mesas acompañaba el bullicio del comedor. Era un caos organizado donde risas, charlas tensas y el crujir de bandejas llenas de comida componían una sinfonía constante. Los guardias, apostados en puntos estratégicos, vigilaban con miradas severas, pero incluso ellos parecían resignados a no poder controlar cada detalle en el abarrotado comedor.

El Mink atrajo miradas casi de inmediato al acercarse a la mesa de los piratas Veganos, rompiendo la rutina de los reclusos. El grupo, que se encontraba reunido en una de las esquinas del comedor, pausó sus conversaciones. Sus ojos se centraron en el recién llegado, evaluando cada detalle de su apariencia. Entre ellos destacaba un hombre delgado, con cabello recogido en un moño y tatuajes de hojas que cubrían sus brazos. Su postura relajada contrastaba con la intensidad de su mirada, que parecía afilada como una hoja al observar al Mink.

Panda, con su porte imponente y su aire tranquilo, no parecía intimidado por las miradas, y se presentó con cortesía. Luego hizo su pregunta con cierta timidez, acompañada de un gesto amistoso. El hombre de los tatuajes dejó sus palillos sobre la bandeja, inclinándose ligeramente hacia Panda sin apartar sus ojos de él.

—Hmm… ¿piratas, dices? —preguntó, con un tono que oscilaba entre la curiosidad y la precaución—. Digamos que el mar nos es familiar, aunque ahora no importa demasiado, ¿no crees?

El resto de los piratas Veganos permaneció en silencio, atentos a las palabras de su aparente líder. Antes de que Panda pudiera responder, un hombre corpulento con un tatuaje de zanahoria en el cuello soltó una risa breve y burlona.

—Tal vez solo quiere unirse a los que comen de verdad, no como esos de los Sin Calzzone… —murmuró con sorna, señalando con disimulo hacia un grupo de piratas en otra esquina del comedor. Las risas bajas del grupo acompañaron el comentario, pero no duraron mucho.

—Ya basta. —El líder alzó una mano, silenciando a su compañero con una autoridad calmada pero firme. Luego, su atención volvió a Panda, evaluándolo de nuevo—. ¿Qué te trae aquí, grandullón? ¿La comida, la curiosidad… o algo más?

El ambiente en la mesa estaba cargado, pero no hostil. Los Veganos estaban dispuestos a escuchar, aunque las palabras del líder eran una clara invitación a demostrar si lo que Panda tuviese que decir les resultaba de interés.

Mientras tanto, el Mink podría notar que varios guardias observaban la interacción con cierta curiosidad. Aunque ninguno intervenía, sus miradas servían como un recordatorio de que cualquier incidente podría ser abordado con rapidez.

Desde la cocina, otro detalle podría capturar la atención: un joven de aspecto nervioso con un delantal manchado de harina y una sombra oscura, posiblemente ceniza, en la tela. Sus movimientos eran rígidos y meticulosos, como si intentara pasar desapercibido, pero las miradas rápidas que lanzaba hacia el comedor lo delataban.

Los detalles del entorno se desplegaban ante Panda, desde las facciones claramente delimitadas en el comedor hasta los movimientos de los guardias y el nerviosismo del cocinero. Todo parecía ofrecer oportunidades, pero también advertencias: en un lugar como aquel, cada acción tenía el potencial de alterar el equilibrio.



Información
#5
Panda
JANAI
Panda observaba los alrededores, sin perderse detalle de lo que acontecía a su alrededor mientras interactuaba con aquellos sujetos tan interesantes. Al acercarse a los veganos estos interrumpieron su conversación y lo miraron de arriba a abajo. 

Uno de los sujetos, el más rudo de aquellos respondió que era afin al mar pero que aquello ahora no importaba tanto. Mientras otro de los veganos intento buscar gresca con los Sin Calzzone, pero fue hábilmente reprimido por el líder.

-jaja yo no diría lo mismo. Un pirata siempre será un pirata!- Dijo Panda con gran entusiasmo, levantando su bambu como si fuera su pancarta

-Porque sin importar la situación, aunque nos aten de pies y manos, aunque nos priven de nuestro amado mar y nos encierren en una celda, un pirata siempre será un pirata. 
Porque aquellos hombres, verdaderos hombres que logran hacerse a la mar, que logran dejar sus miedos atrás para perseguir sus ambiciones, aquellos que desean hacerse con el tesoro legendario y conquistar todos los mares... solo ellos pueden ser llamados piratas

Así que respondiendo a tu pregunta caballero, si claro que importa- Dijo panda mordiendo su bambu con ansiedad, que por un momento se había dejado llevar y se había olvidado que estaba en una cárcel rodeado de marinos peligrosos que bien podrían reaccionar a su discurso.

-Que me trae por aquí, bueno pónganse cómodos porque es una larga historia...- Dijo Panda sentándose y más calmado.
-Verán yo me encontraba no muy lejos de esta isla, navegaba con un grupo de Minks en una pequeña tartana. Nuestro grupo era bastante humilde pero habíamos logrado hacernos con un buen botín gracias a nuestra astucia y habilidad de combate. Por desgracia, nos topamos con un barco de la marina y al vernos se desato una feroz batalla..

En ese momento Panda agarra dos trozos de bambu para representar a ambos barcos y comienza a dramatizar la escena.

-Nos comienzan a disparar a la distancia, sus balas nos rozaban por muy poco... por desgracia íbamos muy pesados y nuestro barco no podía perderlos por lo que decidimos que lo mejor era enfrentarlos. Yo como navegante y capitán gire rápidamente el bote en posición horizontal y di la señal de fuego.

-Pum! y otra vez Pum! logramos dañar parte del casco del barco enemigo, pero ellos respondieron también y sufrimos varias bajas.
Al poco tiempo ambos barcos colisionaron y comenzamos a pelear. A pesar de todo, mi tripulación se defendió muy bien y parecía que llevábamos la ventaja, yo aproveche mis habilidades y logre bajarme a varios de un guantazo. -
Dijo panda lanzando golpes consecutivos al aire.

-No obstante, al poco tiempo, llegaron más refuerzos de la marina. La situación era complicada, sabia que no íbamos a resistir mucho más así que tenia que tomar una decisión apresurada, pero no podía abandonar a mi tripulación a su suerte. Les ordene escapar en el bote de emergencia, mientras yo ganaba tiempo y los entretenía.
Logre golpetear a unos cuantos de esos bastardos, pero al tiempo me vi superado en numero y sucumbí a la derrota. Y heme aquí un preso más. Bueno no es la primera vez que me encierran...
- Dijo panda mostrando su inconfundible marca de esclavo celestial en el pecho.

Mientras Panda buscaba convencer a los veganos con su lirica para que se unan a su causa, pudo notar que un sujeto se paseaba nervioso por la cocina. Su aspecto y rigidez daban que sospechar así como sus miradas constantes al comedor. ¿seria un cocinero nuevo novato o algo más?. Panda aun no podía saberlo, pero era un detalle interesante para indagar. 

-En fin caballeros, y a ustedes que les trae por aqui?.. me imagino que ser vegano no es un crimen no? jaja- Dijo panda bromeando
#6
Jack Silver
-
Comedor de la Prisión de Kilombo, Base G-23 de la Marina
Día 62, Verano del año 724

El bullicio del comedor continuaba mientras Panda dramatizaba su historia, agitando trozos de bambú y capturando la atención de los piratas Veganos. Sus palabras llenaron el aire con la intensidad de su narración, un relato lleno de heroísmo y sacrificio. Por un momento, los Veganos se mantuvieron atentos, dejando escapar algunas sonrisas divertidas ante los gestos entusiastas del mink. Sin embargo, el ambiente cambió de forma abrupta cuando Panda bajó la voz y mostró la cicatriz en su pecho, el inconfundible símbolo de su pasado como esclavo de los dioses.

El líder de los Veganos, que hasta ese momento había mantenido una expresión relajada, se inclinó hacia delante, con la intensidad en su mirada aumentando de golpe.

—¿Eres un... esclavo...? —preguntó en un susurro urgente, mientras sus compañeros alrededor comenzaban a moverse inquietos.

Uno de los piratas, un joven de mirada nerviosa y tatuajes de ramas en el cuello, prácticamente se abalanzó hacia Panda, intentando cubrir su marca con la chaqueta que llevaba.

—¡Por todos los mares, cúbrete! —susurró con desesperación, mirando a su alrededor para asegurarse de que nadie más había visto la cicatriz—. Si algún guardia ve eso, estás acabado.

El corpulento pirata con el tatuaje de zanahoria también intervino, esta vez con un tono grave.

—Si los marines notan esa marca, no pasarás una noche más en estas celdas. Te mandarán directo a tus antiguos amos. Y no hay peor destino que volver a sus manos.

El líder, que había permanecido en silencio durante unos instantes, golpeó ligeramente la mesa con los nudillos, llamando la atención de todos.

—Esto no es un juego, amigo. Aquí no hay lugar para errores como ese. Si quieres sobrevivir aquí dentro, asegúrate de que esa marca no vuelva a verse. Lo siento, pero estás solo en esto. No podemos arriesgarnos con alguien que carga con ese símbolo.

El grupo guardó silencio por un momento, mientras Panda aún sentía el peso de las miradas cargadas de advertencia y preocupación. El líder se cruzó de brazos, mirando al mink con un gesto severo pero no completamente hostil.

—Eres valiente, lo concedo. Pero no confundas la valentía con la imprudencia. Ahora dinos, ¿qué buscas realmente aquí? Si necesitas ayuda, tendrás que demostrar que no eres un problema para nosotros.

Mientras tanto, los guardias no parecían haber notado el intercambio, pero su vigilancia constante servía como un recordatorio de lo frágil que era la situación. Desde la cocina, el joven cocinero seguía actuando de manera extraña, lanzando miradas furtivas hacia el comedor, como si estuviera esperando algo o a alguien.



Información
#7
Panda
JANAI
Panda estaba emocionado, dando su discurso heroico, bien exagerado y sin un gramo de verdad, más allá de que era un navegante y pirata. En eso, entre sus mentiras se le escapo una peligrosa verdad, al contar que era un esclavo se había puesto el mismo entre la espada y la pared. Esa información era peligrosa en una cárcel, más allá de que estaba en una mision de encubierto para realizar una fuga, el peligro de ser encerrado y enviado de vuelta con sus ex amos podía volverse una realidad tangible. Los piratas veganos naturalmente reaccionaron a esta información y rápidamente salieron a advertirle para que no hable de más y que tape su marca, o de lo contrario correría un grave peligro. Además el capitán dio un fuerte golpe en la mesa y le advirtió que no ayudaría a alguien con ese símbolo.

El oso, algo angustiado, se seco un poco el sudor de su frente y volvió a su personaje, disimulando su claro temor, mientras se tapaba su marca de esclavo con su ropa.

-Bueno, quizás no debí haberles contado esa parte, me disculpo por ello- dijo panda inclinándose y agradeciendo la preocupación de los reos.

-Lo que quería decirles es que estamos todos en el mismo barco.. y bueno ya que estamos todos en la misma, podríamos intentar.. *cof cof escapar de acá *cof cof- Decía panda mientras simulaba haberse atragantado con bambu para que los guardias no escuchen lo que decía.

-Como se imaginaran corro un grave peligro estando acá y entiendo que aun no confíen en mi, pero les aseguro que este Panda tiene más de un haz bajo la manga. Además como habrán visto, quizás peco un poco de confiado pero no tengo nada que ocultarles. Aunque agradezco la advertencia, tendré más cuidado de ahora en adelante y tratare de no llamar tanto la atención.

Y cambiando de tema, ¿de casualidad alguno conoce aquel cocinero de allí?- pregunto panda disimuladamente y sin señalar.

-El que tiene el delantal sucio y anda algo nervioso, hace rato que me llama la atención, ¿lo habían visto antes?- Pregunta Panda a los piratas.

En eso Panda se levanta con su plato y se dirige de vuelta a la cocina, como queriendo repetir, después de todo era un panda con gran estomago, pero en realidad es una escusa para acercarse al individuo sospechoso y verlo más de cerca. A ver si descubría algo más de aquella persona, parecía estar esperando a alguien, ¿pero a quien? ¿a un guardia tal vez?. Panda no lo sabia, pero aquella intriga le carcomía las entrañas, debía averiguarlo. Quizás aquello podía darle una pista para realizar su gran fuga.
#8
Jack Silver
-
Comedor de la Prisión de Kilombo, Base G-23 de la Marina
Día 62, Verano del año 724

El ambiente entre los piratas Veganos permanecía tenso, aunque Panda había logrado, al menos parcialmente, desviar la atención del error cometido con su marca de esclavo. Las palabras del mink parecían haber amortiguado las sospechas, pero las miradas entre los miembros del grupo aún cargaban una mezcla de desconfianza y cautela.

El líder de los Veganos apoyó ambos codos sobre la mesa y lo observó con una mezcla de curiosidad y resignación, mientras uno de sus compañeros lanzaba una carcajada corta y burlona al escuchar el atragantado disimulo de Panda.

—Eres un caso, Panda. Quizás un caso perdido, pero intrigante. —El líder negó con la cabeza, aunque una sonrisa casi imperceptible suavizó su expresión por un instante. Luego, volvió a tomar un tono más serio—. Escucha, no voy a prometerte nada, pero si te mueves con cuidado y no vuelves a meter la pata, tal vez podamos hablar más tarde sobre... bueno, cosas más interesantes.

Otro de los piratas, el corpulento del tatuaje de zanahoria, siguió la conversación con un gesto de cabeza hacia la cocina.

—¿El tipo del delantal? No es uno de los nuestros, eso seguro. Hace poco que lo vemos por aquí, pero siempre anda como si estuviera en otro mundo.

El joven de las ramas tatuadas en el cuello agregó, en un susurro:

—Dicen que llegó trasladado desde otra prisión. No es muy sociable, pero... no sé, siempre parece nervioso. No me extrañaría que escondiera algo.

El líder cortó la conversación con un gesto brusco, mirando a los guardias con el rabillo del ojo.

—Hablas demasiado, Enzo. Panda, si tienes curiosidad, averígualo tu mismo. Pero no nos involucres en más líos.

Mientras los Veganos regresaban a sus charlas, Panda se levantó con su plato y comenzó a dirigirse hacia la cocina con paso casual, como si simplemente buscara repetir porciones. A medida que se acercaba, pudo observar mejor al cocinero: un hombre joven, de estatura media, con el rostro ligeramente cubierto de manchas fruto del trabajo en la cocina y unas manos que no dejaban de moverse, incluso cuando estaba quieto. Las manchas en su delantal ahora parecían ser algo más que suciedad común; la ceniza que llevaba era demasiado oscura, como si proviniera de algo reciente.

El cocinero lo notó cuando estaba a unos pasos de distancia y, por un momento, sus ojos se encontraron. Había algo en su mirada que combinaba miedo con determinación, pero no dijo nada. Simplemente volvió a centrarse en colocar raciones de comida en las bandejas mientras un guardia cercano lo observaba sin mucho interés.

En el aire del comedor flotaba el olor habitual de la comida, pero ahora mezclado con una ligera fragancia metálica que Panda, gracias a su olfato sensible, no pudo ignorar. Algo en ese olor le resultaba fuera de lugar, una pista que parecía sugerir que el joven estaba metido en algo que no tenía que ver con la cocina.

Mientras el mink tomaba su decisión, el joven volvió a lanzar miradas furtivas hacia la esquina opuesta del comedor, donde otro grupo de prisioneros, uno no muy numeroso, conversaba en voz baja, sin reparar en él o, al menos, fingiendo no hacerlo.



Información
#9
Panda
JANAI
Aunque la relación con los piratas veganos no iba tan bien como Panda tenia planeado, al menos no los había hecho sus enemigos, por lo que todavía tenia una chanse de mejorar su relación con ellos a futuro para lograr sus planes.

Panda pregunto por el cocinero y en efecto era un sujeto sospechoso, por lo que pudo saber gracias a Enzo, aquel sujeto había venido hace poco trasladado de otra prisión, desgraciadamente los veganos no tenían intención de proporcionarle más ayuda o información a Panda, por lo que el oso simplemente se levanto a investigar un poco más, no sin antes despedirse de sus compañeros de prisión.

-Gracias por todo chicos, nos vemos más tarde.

Conseguir aliados era vital para su plan, pero si se confiaba mucho podía meterse en más lios o incluso peor ser descubierto por algún guardia. Siguiendo el consejo del capitán, procedería con suma prudencia y procuraría ocultar su pasado de ahora en más.

Llevando su plato de comida al estilo casual y pidiendo repetir con extra de Bambu, el panda aprovechaba para echarle un vistasin rápido al individuo sospechoso. Por unos segundos la mirada del oso se cruzo con la de aquel individuo. Panda pudo sentir esa mirada penetrante que combinaba miedo y determinación, pero desafortunadamente no pudo descubrir mucho más. 

~Mm que extraño~ Pensaba panda, mientras trataba de dilucidar las intenciones de el reo. En eso un olor, una fragancia poco comun se filtro por su nariz, lo que le hizo hacer una mueca de desagrado.

~¿Metal? mm que curioso olor, ¿de donde provendrá?~  Panda caminaba dubitativo, mientras se acercaba sutilmente a aquel grupo que el chef misterioso observaba, en la esquina del comedor. 

A diferencia de como hizo con los veganos, esta vez Panda buscaría un acercamiento indirecto, sentándose cerca de ellos, pero no en la misma mesa. Como le prometió al capitán buscaría no llamar mucho la atención sin saber donde se estaba metiendo. Su intención esta vez seria escuchar algo de su conversación, mientras devoraba aun más bambú, porque nunca es suficiente Bambú. También, buscaría rastrear la fuente de aquel olor metálico, a ver si provenía de aquel grupo, del cocinero misterioso o si se filtraba por algún pasillo. Aquella ceniza tan llamativa y el olor podría tener algo en común, quizás alguna especie de maquina o artefacto cercano, pero el oso aun no tenia suficiente información como para desarrollar sus conjeturas. Debía indagar un poco más, todavía no estaba del todo seguro como desarrollaría su fuga, pero lo más probable es que si intentaba algo, seria a la noche cuando los guardias y los presos dormitaban.
#10


Salto de foro:


Usuarios navegando en este tema: 6 invitado(s)