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Mayura Pavone
El Pavo Real del Oceano
09-12-2024, 07:39 PM
(Última modificación: 09-12-2024, 07:42 PM por Mayura Pavone.)
16 de Verano, 9:15 AM, Pueblo Principal de Kilombo, Año 724
El sol de la mañana iluminaba las calles de Kilombo, revelando un bullicio más animado de lo habitual. Entre los mercaderes locales y los habitantes del pueblo que paseaban por el mercado, una figura destacaba por encima de todas. Se trataba de un anciano de aspecto pintoresco, vestido con ropajes extravagantes adornados con joyas y lentejuelas brillantes. Este sujeto había montado un pequeño puesto improvisado cerca de la plaza central hace unos días, captando la atención de todo transeúnte.
— ¡Maravillas del Nuevo Mundo! ¡Elixires milagrosos, gemas encantadas, y amuletos que aseguran la buena fortuna! ¡Solo para los más sabios y osados! ¡Aprovechen esta oportunidad única antes de que desaparezca! Muchos dudaran al ver el precio, preguntándose si podrán permitirse comprarlo. Pero la pregunta real es... ¿podrán permitirse vivir sin esto en especifico? El aceite de serpiente traído directamente desde Amazon Lily, capaz de curar cualquier mal y ofrecer juventud eterna. — Proclamaba a todo pulmón con una voz tan ronca como convincente, alzando una pequeña botella de vidrio llena de un líquido color fucsia con un ligero tono neón que brillaba bajo la luz del sol.
A su alrededor, un grupo creciente de curiosos se había reunido, cautivados por sus historias de aventuras en tierras lejanas y los milagros de los objetos que vendía. Cada palabra parecía cuidadosamente calculada para encender la imaginación y despertar el deseo de sus oyentes. Sin embargo, había algo en su sonrisa, en la forma en que sus ojos parecían escanear a cada comprador potencial, que resultaba inquietante.
Los precios de los productos eran tal y como se esperaban; desorbitantes. Una pequeña piedra "infundida con energía lunar" costaba lo mismo que un mes de provisiones. Una mujer que compró un "ungüento revitalizante" aseguró que ya sentía el cambio en sus articulaciones, aunque apenas habían pasado segundos desde que lo había aplicado. Sin embargo, algunos murmuraban entre dientes, preguntándose si todo no era más que un montaje bien ensayado.
Fue en este ambiente de euforia y escepticismo que tú, Arthur, te encontraste al pasar por la plaza. Algo en aquella escena sin duda llamaría la atención de un marine tan responsable como tú, quizás el brillo en las "gemas y pociones encantadas" o las historias demasiado perfectas del mercader. Pero también sé que tendrías la preocupación de las personas del pueblo, pues sabías muy bien que algunas de las cuales podían ser víctimas de este espectáculo pasarían un muy mal rato si gastaban todo ese dinero.
¿Qué harás, Arthur? Puedes observar desde las sombras para intentar entender mejor el truco detrás de su actuación, confrontarlo directamente con preguntas sobre el origen de sus productos, o incluso adquirir uno de sus "artículos mágicos" para analizarlo más de cerca. El anciano parece ser un experto en atraer la atención, pero ¿será también un maestro del engaño o sus aventuras eran ciertas?
off
¡Buenas buenas! Aquí tu queridísimo narrador haciéndote conocer a un Shang Tsung version One Piece.
Recuerda colocar código de [ personaje], así como escribir tu inventario en un off y de paso tus virtudes/defectos (esto ultimo no es requerido pero tampoco esta de más, pues mas caracteres es igual a mas experiencia).
Cualquier duda ya sabes donde encontrarme, buena suerte querido marine, como siempre juega con cuidado que no quiero matarte tan rápido.
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Arthur Soriz
Gramps
09-12-2024, 08:59 PM
El mercado de Rostock, como siempre, resonaba en una cacofonía de voces y sonidos varios. Podía sentir el peso de la curiosidad y la emoción en el aire mientras caminaba entre los puestos, mis botas resonando contra el empedrado a medida que avanzaba entre la multitud de personas, saludando a algunas en mi pasar. Mi intención inicial era simplemente recorrer el área en busca de cualquier irregularidad... después de todo, aún no había olvidado el incidente del faro y su lección sobre las apariencias engañosas. Pero no tardé en dar con algo que capturó por completo mi atención.
En la plaza central, rodeado por una multitud de rostros atentos y cautivados un hombre anciano de aspecto bastante particular que rozaba lo estrafalario vociferaba a todo pulmón. Su atuendo... más propio de un espectáculo teatral que de un mercader, brillaba bajo el sol como si estuviera cubierto de estrellas. Las botellas que sostenía en alto resplandecían con colores llamativos, y sus palabras calculadas y persuasivas, se proyectaban a la multitud pareciendo causar un efecto hipnótico.
Me detuve por unos momentos, cruzado de brazos observando desde la distancia con cierto disimulo. Aunque su espectáculo parecía inofensivo a primera vista, no podía ignorar el hecho de que su presencia representaba un riesgo para la gente de Rostock. Muchos en el pueblo eran trabajadores honestos de ingresos modestos por no decir clase baja. Si este hombre estaba vendiendo ilusiones envueltas en promesas, el daño podría ser considerable.
Me acerqué lentamente mezclándome con la multitud aunque difícil era con mi colosal figura que llegaba casi a los tres metros de altura. Desde mi posición pude escuchar los murmullos de los curiosos y notar cómo algunos empezaban a vaciar sus bolsas de dinero en manos del mercader. Una mujer... notablemente emocionada, sostenía una piedra pequeña, brillante y lisa, que él le había vendido como una "piedra lunar infundida con energía restauradora".
— ¡Increíble! ¡Ya siento cómo la energía fluye en mí! —exclamó ella, mientras el anciano sonreía satisfecho.
La forma en que sus ojos brillaban al cerrar un trato me puso alerta. Había visto esa mirada antes, la mirada de un embaucador que calcula cada movimiento con los deseos avaros de alguien que solamente tiene el dinero y fama en su mente a costilla de la gente trabajadora y honesta. Pero algo más llamó mi atención. A pesar de su aire de fanfarronería y excesiva confianza había algo en su porte que hablaba de experiencia y peligro. Este no era un charlatán cualquiera.
Finalmente... decidí actuar. Mientras la multitud estaba tan emocionada y ensimismada en los supuestos milagros que vendía aquel anciano me coloqué en un lugar estratégico lo suficientemente cerca para observar sus productos y escuchar con atención, dándome un poco lo mismo a estas alturas si ya empezaban a verme, además mi atuendo azulado también destacaba entre la multitud delatándome como un Marine. Y si no era mi atuendo, era el gorro Marine que siempre colgaba a un costado de mi cintura atado al cinto.
Terminé poniéndome frente a él, cruzado de brazos y mirándole a los ojos aunque mi expresión era más bien calma, frotándome el mentón con una mano y ladeando la cabeza hacia un lado ligeramente.
— Dígame, caballero... ¿Cómo así aceite de serpiente de Amazon Lily? — pregunté, enarcando una ceja. — ¿No se supone que los hombres no están permitidos en tan dichosa isla? — empecé así mi "interrogatorio", aunque era más bien una forma de hacer pensar a la gente a mi alrededor, con tal de que se dieran cuenta que sus palabras podrían cargar consigo nada más que engaños y mentiras, tal igual que sus productos. Pero, quizás podía terminar sorprendido para bien.
Personaje
Estadísticas de Arthur Soriz:
15 FUE | 35 RES | 0 DES | 0 PUN | 35 AGI | 10 REF | 20 VOL | 0 CA
Vitalidad: 540
Energía: 140
Haki: 100
Nivel: 4
virtudes y defectos
Acto Triunfal | Carisma | Entrenamiento Intensivo | Lider Nato | Vieja Amistad | Vigoroso
Cuerpo Puro | Excluyente | Héroe | Lealtad | Nunca Rendirse
inventario
Paquete con 19 cigarrillos
Sombrero de marine colgado en el cinto
Nudilleras de metal (arma cuerpo a cuerpo T1)
Den Den Mushi pequeño
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Mayura Pavone
El Pavo Real del Oceano
09-12-2024, 10:13 PM
El anciano mercader alzó la vista hacia ti, sus ojos pequeños y brillantes escaneando cada detalle de tu imponente figura. A pesar de tu pregunta directa y la duda que sembraste entre la multitud, su sonrisa no se desvaneció. Por el contrario, pareció ampliarse, mostrando sus dientes amarillentos que destellaron como cualquiera de sus pociones bajo el sol. Su experiencia como vendedor persuasivo era evidente; no era alguien que se dejara intimidar fácilmente.
— ¡Ah, pero claro! — exclamó con una teatralidad tan perfecta como ensayada, alzando una mano repleta de anillos y brazaletes como si estuviera a punto de relatar un cuento épico. — No cualquier hombre puede pisar Amazon Lily, joven marine. Pero este humilde servidor no es cualquier hombre. — Su voz descendió a un tono conspiratorio mientras se inclinaba ligeramente hacia adelante. — Digamos que... ciertos acuerdos con comerciantes privilegiados me permiten obtener estas maravillas sin violar la sagrada regla de esa isla. Por supuesto, no puedo revelar más detalles, secretos de comercio y todo eso. — Añadió con un guiño cómplice que arrancó murmullos de curiosidad entre los espectadores.
La multitud, lejos de dispersarse, parecía incluso más intrigada. Algunos comenzaban a mirarte con una mezcla de interés y recelo, como si estuvieran evaluando de qué lado de la verdad estabas realmente. — Pero entiendo tu escepticismo, puedo ver que eres todo un honorable marine. — Continuó, su tono manteniéndose amable, pero con una nota de desafío. — Es natural desconfiar de lo extraordinario, especialmente para alguien que vive en un mundo de reglas y órdenes. Sin embargo... — Alzó nuevamente una de las botellas del Snake Oil de su puesto, el líquido neón dentro brillando con un resplandor casi hipnótico.
— Este aceite de serpiente ha transformado vidas. Aquí, delante de todos, te ofrezco probarlo tú mismo. Un pequeño sorbo, y te garantizo que tus heridas desaparecerán, tus dolores se aliviarán y sentirás una energía renovada. — Un silencio expectante cayó sobre la plaza. La mirada del anciano permaneció fija en la tuya, su sonrisa desafiante. Había girado la situación a su favor, transformando tu pregunta en una oportunidad para demostrar su punto... o para intentar atraparte en su red de artimañas.
Ahora, Arthur, la atención de la plaza estaba completamente sobre ti. Podías aceptar su oferta, rechazarla con una refutación convincente o incluso insistir en interrogarlo sobre la procedencia de sus productos. ¿Qué harás? Los ojos del anciano y de la multitud aguardaban, y tu próximo movimiento definiría el rumbo de este peculiar encuentro.
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Arthur Soriz
Gramps
10-12-2024, 03:17 AM
La tensión en la plaza era palpable a medida que la conversación avanzaba, las miradas de los que estaban a nuestro alrededor clavadas en mí como si fuera el centro de un juicio público. Observé al anciano con calma, mi rostro permaneció inexpresivo aunque mis pensamientos trabajaban a toda máquina. Había visto este tipo de estrategias antes... convertir la duda en espectáculo, girar la desconfianza en oportunidad. Este viejo zorro sabía cómo manejar a las multitudes y se notaba a leguas. Al menos esto me sacó una pequeña sonrisa por más que sus intenciones de momento fueran desconocidas para mi.
Al menos hasta que me ofreció probar aquel aceite de serpiente tan milagroso que aseguraba me haría sentir tan bien.
Mis ojos serenos pero atentos se posaron en la botella que sostenía. El líquido brillaba bajo el sol como si tuviera vida propia, pero yo sabía mejor. Nada en el Nuevo Mundo era tan fácil, mucho menos milagroso y vendrían a venderlo por estos precios en los cuatro mares. El silencio de la multitud era un peso que no podía ignorar, pero no lo dejé intimidarme.
— Ah, así que transformador, ¿eh? — cuestioné. Mi voz retumbó con calma pero lo suficientemente alta como para que todos la escucharan. Mis palabras parecían flotar en el aire, pausadas y medidas. — Bueno, algo tan increíble no debería necesitar trucos ni teatralidad, ¿no es así? Si es tan bueno como dice seguro soporta un poco de... evaluación profesional.
Cambié mi peso a una pierna, cruzando los brazos mientras mantenía mi mirada fija en el mercader. No me moví hacia adelante ni extendí una mano para tomar la botella. No necesitaba beberlo para saber que en el mejor de los casos no era más que aceite y colorante. Mi objetivo no era confrontarlo con violencia ni caer en su juego sino devolver la pelota a su lado del campo sin perder mi posición como representante de la Marina. Lo menos que quería era caer en utilizar intimidación o fuerza con tal de convencer al resto de que era un farsante. Tan solo sería suficiente mostrar que sus pociones no surtían efecto alguno.
— Si tan seguro está de lo que vende, —continué— le ofrezco una propuesta. Pruebe el aceite usted mismo luego de hacerse un corte en la mano, caballero. Hágalo ahora, frente a todos, y si realmente tiene el efecto que dice le compraré la botella entera, y prometo dejarle seguir vendiendo sus productos por aquí. Pero si no funciona... bueno, supongo que su pequeño espectáculo habrá terminado.
Mi mirada no se apartó de él ni un segundo. La presión estaba sobre el anciano ahora. Si estaba tan seguro de la eficacia de su producto, no tenía por qué dudar de probarlo en frente de todos. Sabía que podía estar arrinconando a un animal salvaje y este podría mostrar sus dientes de repente, pero no podía arriesgarme a que pusiera en peligro la vida de otros más, en especial cuando se trata del dinero de esta gente que lo necesita para sobrevivir su día a día.
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Mayura Pavone
El Pavo Real del Oceano
10-12-2024, 10:44 PM
La plaza cayó en un silencio expectante tras tus palabras, Arthur. Las miradas de la multitud pasaron del anciano a ti, y viceversa, como si estuvieran presenciando un duelo verbal en el que ambos combatientes se jugaban más que su credibilidad. Sin embargo, el anciano, maestro del engaño o no, mantuvo su sonrisa, aunque esta vez parecía un poco más rígida. Su mirada te escaneaba con más intensidad, como si estuviera evaluando cuánto sabías realmente.
— ¡Ah, pero claro! — Respondió, repitiendo las mismas palabras que utilizó anteriormente, solo que ahora traían consigo un tono que aunque intentaba ser despreocupado, podía verse como un leve temblor e inconsistencia en su tono de voz traicionaba su confianza. — Lo cierto es que a mi edad no estoy acostumbrado a tener que demostrar lo obvio. Pero entiendo tu preocupación, señor marine. En tiempos como estos, la fe puede ser un bien escaso. — Sus manos, cargadas de anillos, apretaron la botella con más fuerza de la necesaria, dándote posibles indicios de que el sujeto empezaba a tensarse.
Mientras hablaba, un detalle comenzó a destacar, la brillante luz del sol parecía exponer algo extraño en su rostro. Una gota de sudor rodó desde su frente hasta su mejilla, llevándose consigo un pequeño rastro de color carne. Apenas perceptible al principio, pero lo suficiente como para que tú, con tu capacidad de percepción como buen militar que eras, lo pudieras notar. La línea reveló un matiz más oscuro debajo, algo que no encajaba con su apariencia de anciano frágil.
El hombre, aparentemente consciente de que su "máscara" empezaba a ceder, retrocedió ligeramente, manteniendo la botella entre tú y él como un improvisado escudo que buscaba cubrirle no solo de ti, sino de la multitud que empezaba a cuestionarse lo que estaba pasando. — Bueno, bueno, creo que hemos tenido suficiente demostración por hoy, ¿no creen? Después de todo, no quiero robar más tiempo a estas buenas personas. Hay mucho que ver y hacer en el mercado. Justo recordé que tengo algo super importante que hacer con mi contacto de Amazon Lily, si me disculpan… — Dijo con una risa nerviosa que trataba de disfrazar su creciente incomodidad mientras retrocedía.
Con un movimiento rápido y menos elegante que su comportamiento anterior, comenzó a recoger algunos de sus productos y deslizó la botella en su maletín. Los murmullos de la multitud aumentaron, algunos confusos, otros decepcionados. Era evidente que empezaban a sospechar que algo no estaba del todo bien. Sin embargo, tú ya estabas un paso adelante, Arthur. La conexión comenzó a formarse en tu mente: aquel rostro que parcialmente se iba revelando, su nerviosismo al enfrentarte... ¿Podría ser que este "anciano" no era otro que alguien relacionado con los eventos en Port Blitz? Un recuerdo fugaz del hombre que escapó ese día cruzó tu mente, básicamente tenían la misma forma de cuerpo y tono de piel que se había revelado tras la gota de sudor. ¿Sería él, ahora disfrazado, buscando nuevas formas de estafar y huir?
El anciano, o quienquiera que fuese, estaba claramente preparado para abandonar el lugar en cualquier momento. Ahora, Arthur, el próximo movimiento es tuyo. ¿Lo confrontarás directamente frente a la multitud, desenmascarándolo en el acto? ¿Lo dejaras ir y seguirás discretamente para intentar confirmar tu sospecha sin alertarlo? O, aprovecharas que estas en el mercado para solicitar apoyo y asegurarte de que no pueda escapar esta vez. Cada decisión será clave para desvelar el o los secretos que este sujeto parecía esconder. ¿Qué harás? La plaza y sus ojos expectantes esperan tu próximo movimiento con tantas ansías como yo.
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Arthur Soriz
Gramps
10-12-2024, 11:30 PM
Con el sol brillando implacable sobre la plaza y la multitud observando con creciente curiosidad, mi paciencia se agotó por completo al momento de ver cómo reaccionaba ante ese 'reto' que le puse... se notaba a leguas que no iba a tomar algo que me ofrecía, mucho menos cuando era nada más que un engaño. Este "anciano mercader" había subestimado a un marine veterano y lo peor de todo estaba jugando con el sustento de la gente honesta de Rostock. Mi mirada hasta ahora calculada y contenida se endureció mientras me inclinaba ligeramente hacia él.
— ¿Sabes, Zordon? —dije, mi voz grave y firme como el chasquido de un látigo. — Hace tiempo que esperaba volver a verte.
Antes de que pudiera reaccionar, mi mano derecha se posó sobre su hombro con un agarre firme, preciso y absolutamente inquebrantable... como las tenazas de un cangrejo que encuentra a su presa. Su sonrisa falsa y sus intentos de mantener la compostura se desmoronaron de inmediato, su cuerpo tensándose bajo la presión de mi mano.
— No tan rápido, amigo... — continué, mi voz impregnada de una autoridad incuestionable. La multitud comenzó a murmurar mientras la tensión aumentaba a nuestro alrededor. — ¿Creíste que podrías jugar con esta gente indefinidamente? Creo que ya hemos tenido suficiente de tus 'maravillas'...
Con un movimiento decidido, jalé su barba falsa, revelando de inmediato la mentira que había estado vendiendo. Mientras arrancaba cada aplique de su disfraz no perdí la oportunidad de dirigirme a la multitud. Cada fragmento de su fachada que caía al suelo era una lección para aquellos que habían sido tentados por sus mentiras.
— ¡Miren bien, gente de Rostock! —exclamé al tirar la barba falsa al suelo, revelando un rostro mucho más joven del que se suponía debía pertenecer al anciano que les había estado venciendo maravillas minutos atrás. — Esto es lo que hacen estos estafadores. Se disfrazan... inventan historias grandiosas y apelan a sus esperanzas y sueños para sacarles hasta la última moneda que con tanto esfuerzo han ganado.
Con un jalón firme arranqué las cejas postizas... mostrándolas a la multitud antes de dejarlas caer junto al resto del disfraz. — Crean escenarios que parecen imposibles de rechazar, promesas que parecen demasiado buenas para ser verdad... porque lo son. Y cuando consiguen lo que quieren desaparecen como fantasmas... dejándolos con nada más que mentiras.
Las miradas de las personas se tornaron de sorpresa a indignación... algunos cruzando los brazos, otros murmurando entre dientes... claramente empezando a conectar los puntos de la estafa. Mis manos siguieron desbaratando aquella operación... su atuendo quedando en la ruina, quitando cada resto de maquillaje que podía encontrar en su rostro mientras mantenía su hombro atrapado en mi agarre llegando a hacerle crujir un poco los huesos aunque sin herirlo de gravedad.
— Este no es un caso aislado... —dije frunciendo el ceño, esperando que mis palabras convencieran a los demás de no creer tanto en lo que les intentan vender, en especial gente a la que no conocen de nada. — Este hombre no trabaja solo. Forma parte de un grupo que se especializa en engañar a la gente honesta, explotando su buena voluntad y sus deseos de una vida mejor. No duden ni por un momento que ellos no se detendrán ante nada para seguir robándoles lo que con tanto esfuerzo han ganado.
Zordon intentaba moverse, pero sería virtualmente imposible liberarse de mi agarre ahora que lo tenía entre mis dedos. Lo miré directamente a los ojos mientras continuaba hablando a la multitud. — Cada vez que compran algo sin cuestionar, cada vez que creen en promesas imposibles sin exigir pruebas reales les están dando a estas personas una vía libre para seguir operando. Es su deber al igual que es el mío ser más vigilantes, ser más astutos, y proteger lo que es suyo.
Una última gota de sudor recorrió el rostro de Zordon, deslizándose sobre un área donde el maquillaje ya no podía ocultar su verdadera piel. Levanté la mano que sostenía los apliques y los mostré a la multitud como si fueran pruebas en un juicio público. — Miren esto. Solo pintura y pelucas, nada más. Este hombre se presentó como un sabio viajero, alguien con conexiones misteriosas y productos milagrosos... pero lo único milagroso aquí es lo rápido que se le cayó la careta cuando alguien cuestionó la veracidad de sus palabras.
Sin soltar al individuo, levanté mi mano libre activando el Den Den Mushi que llevaba en la muñeca. Activé la conexión directa con la base G-23, mi voz resonando clara y firme mientras hablaba. — G-23, aquí el soldado Arthur Soriz. Necesito una patrulla pequeña en la plaza central de Rostock de inmediato. Tengo a un sospechoso bajo custodia... relacionado con las actividades del grupo de extorsionistas, cambio.
Tras decir esto, dejé que los individuos que habían sido estafados tomaran su dinero de vuelta, mientras yo estuviera presente no tendrían que preocuparse más de que este tipo de inútiles les volvieran a hacer la vida imposible.
Agarre Tenaza
com201
COMBATIENTE
Ofensiva Mantenida
Tier 2
2/12/2024
Uniendo todos los dedos, a excepción del pulgar, que se mantendrá en una posición enfrentada a los demás creando una forma de pinza con la mano, el usuario trazara un Agarre sobre una extremidad de su víctima con una considerable fuerza, impidiéndole usar dicha extremidad o alejarse. Este agarre contará con un incremento de [Fuerza] para la comparativa durante su ejecución.
+14 [Fuerza] en la Comparativa
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El Pavo Real del Oceano
11-12-2024, 03:05 PM
La plaza se llenó de murmullos y exclamaciones de asombro cuando arrancaste la máscara de Zordon, revelando su verdadera identidad y desmontando su elaborado engaño frente a todos. La multitud, que minutos antes había estado embelesada con sus palabras y promesas, ahora comenzaba a dar pasos hacia atrás, disgustada, llena de indignación y dudas por quien iría primero por su dinero, tenías poco tiempo antes de que se armara otro desastre si no ayudabas.
Zordon, por su parte, tras varios intentos se dio cuenta que su mejor opción era dejar de forcejear, sabía que no tenía escapatoria. Sus ojos esquivaban las miradas acusatorias de los presentes mientras sus labios temblaban, pero el brillo en su mirada delataba que estaba calculando una salida. Sin embargo, por más que tratara tenía claro que tú no le darías ninguna oportunidad, pues tu agarre era tan fuerte en comparación con él que cualquier opción la sentía nula o estúpida. En adición, el maleante aún no había olvidado como atraparon a su compañero el día que andaban juntos en Port Blitz, y había escuchado el comentario de los administradores del almacén sobre como atrapaste a todos los guardias en un mismo día.
Al tomar tu Den Den Mushi, pudiste establecer la conexión con la base del G-23 casi de inmediato, sin ningún tipo de inconvenientes pues tu fuerza era suficiente para sostener a Zordon y poder contactar a tu base. — Recibido, Soriz. Patrulla en camino. Estimado tiempo de llegada: cinco minutos. Mantenga la posición y el orden, cambio. — una voz respondió al otro lado con profesionalismo y firmeza.
La multitud comenzó a dispersarse lentamente, aunque los afectados y algunos curiosos (nunca se quedan los chismosos) permanecieron para ver cómo terminaba todo. Algunos ciudadanos aprovecharon la oportunidad para recuperar el dinero que le habían entregado a Zordon momentos antes. Uno de ellos, un anciano con rostro surcado por arrugas te dirigió una mirada agradecida. — Gracias gran soldado. Estos sinvergüenzas no tienen derecho a jugar con el esfuerzo de la gente honesta. Pero sabes, a nuestra edad cualquier destello de poder volver a ser joven es muy tentador, creo que he sido un tono esta vez. — comentó mientras esperaba entre la multitud hasta que llegara su turno de recoger su dinero, siendo empujado por algunos que querían adelantarse.
Mientras tanto, Zordon soltó una risa nerviosa, casi inaudible. — Tal vez me atrapaste aquí, marine... pero esto no termina. Somos más de los que puedes imaginar. Siempre habrá alguien dispuesto a comprar sueños… siempre… y… — musitó entre dientes sin poder si quiera terminar la frase, sus palabras que, aunque cargadas de desafío, no disminuyeron el control que tenías sobre la situación se vieron interrumpidas por un sujeto que le lanzó el Snake Oil en la cara, salpicando un poco en tu uniforme. No te preocupes, era solo agua, colorante y un poco de anestesia, tanto tu como el sujeto estarían bien, solo que ahora este se había quedado sin maquillaje en lo absoluto.
Finalmente, podrías observar cómo la patrulla del G-23 se aproximaba, sus figuras uniformadas abriéndose paso entre los curiosos restantes. La autoridad había llegado para encargarse del embaucador y llevarlo a donde pertenecía. Así como, te ayudarían a poner orden e incautar las pertenencias del sujeto si decidías quedarte en la escena en lugar de irte a la base a trabajar con tu prisionero desde ya.
Arthur, tu trabajo aquí estaba prácticamente concluido. El grupo de extorsionistas había perdido a otro de sus miembros clave, y el pueblo de Kilombo había aprendido una valiosa lección sobre los peligros de confiar ciegamente en promesas demasiado buenas para ser verdad. Aunque la batalla contra este tipo de criminales aún no había terminado, sabías que cada pequeño paso acercaba a la justicia al pueblo que juraste proteger. Ahora, Arthur, tienes la palabra para continuar o cerrar esta aventura. El destino de Zordon y el aprendizaje de los habitantes de Kilombo están en tus manos. ¿Qué les dirás antes de que el día continúe y la plaza vuelva a su bulliciosa actividad rutinaria?
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Arthur Soriz
Gramps
11-12-2024, 08:30 PM
Mientras los marines de la G-23 se llevaban a Zordon, su semblante derrotado no hacía más que confirmar lo que ya sabía desde el día que los encontré molestando a aquella señora comerciante, este tipo no era más que un eslabón en una cadena mucho más grande. Mi trabajo aquí sin embargo no había terminado. Asegurarme de que cada persona recupere su dinero era tan importante como poner tras las rejas a este farsante. No podía permitir que la gente se fuera con una sensación de pérdida; tenían que volver a creer en que su esfuerzo honesto tenía valor.
— ¡Formen una fila! No quiero que nadie se quede sin lo suyo. —exclamé con una voz firme pero calmada, tratando de aliviar la tensión que aún flotaba en el aire. Debía llamarles la atención de esa forma para que dejaran de cuchichear entre ellos y se volvieran a interesar en lo que más importancia tenía ahora mismo y eso era recuperar sus pertenencias, su dinero, todo lo que habían dado por la ilusión de una vida mejor.
Uno a uno... los rostros de preocupación comenzaron a cambiar. Algunos mostraban alivio, otros una gratitud muda que no necesitaba palabras. Reunir y devolver cada moneda y billete no era solo un acto de justicia... era un mensaje claro de que la Marina estaba aquí para protegerlos, para asegurar que no hubiera lugar para estos embusteros y mentirosos en Kilombo. Mientras mis pulmones me dejasen respirar y mi corazón bombeara sangre en mi cuerpo me aseguraría de que la isla en la que crecí volviera a sentirse tan segura como lo recordaba cuando era niño.
Cuando terminé de repartir el último puñado de berries respiré profundo y observé la plaza. Poco a poco la multitud comenzó a dispersarse aunque algunos curiosos se quedaban en los rincones como siempre pasa tan solo para ver hasta el último de los momentos y después hablar entre ellos contando sus vivencias y recordando ese día por las siguientes semanas antes de olvidarse y pasar al tema más nuevo. Mientras ajustaba mi chaqueta y me aseguraba de que todo estuviera bajo control un anciano se acercó.
— Gracias, Soriz... — dijo con una voz temblorosa, sus ojos llenos de honestidad y lo que parecían sospechas de lágrimas. — Hoy me hiciste recordar que aún hay gente que lucha por los que ya no podemos, tal como lo hacía tu padre... estoy seguro que estaría orgulloso de verte.
— Es mi deber... —respondí con una sonrisa leve.— No descansaré hasta que Kilombo tenga la paz que se merece.
El hombre asintió y me dio una suave palmada en la espalda antes de retirarse mostrando una sincera sonrisa plasmada en su rostro. Yo me quedé allí un momento más observando cómo la vida en la plaza lentamente volvía a la normalidad. Sin embargo, sabía que esta victoria no era el final de todo esto. Zordon era un pequeño engranaje, una pieza más de un rompecabezas que apenas comenzaba a formarse. Lo que había dicho antes de ser llevado—que su grupo era más grande de lo que podía imaginar—no era una simple amenaza; era información y pensaba usarla.
Cuando regresé a la base G-23 no me di la oportunidad de perder tiempo. Escribí un informe detallado, cada palabra escrita cuidadosamente para dejar claro que este grupo no podía seguir operando impunemente. Incluí mis sospechas, las conexiones que había trazado hasta ahora y sugerí que con la información adecuada podríamos planear una operación a gran escala. Esto no era solo una idea... era un camino hacia la justicia que prometí traer a Kilombo.
Con el informe hecho y entregado intenté relajarme un poco ya que había sido un día corto pero complejo, desconocía de lo que podía ser capaz Zordon si se encontraba arrinconado, por suerte no había hecho más que acobardarse y soltar palabras vacías como el resto de sus compañeros cuando caían presos... tal vez un último intento de parecer fuertes ante la adversidad imponente de la Marina. Entré a la sala de interrogaciones tan solo para ver cómo estaba él. Desde detrás del cristal... observé a Zordon el cual estaba sentado, esposado y con una mirada que alternaba entre desafío y resignación. Era un hombre que había jugado todas sus cartas y sabía que no le quedaba ninguna, pero aun así su actitud reflejaba que no estaba dispuesto a caer sin antes dar una digna pelea.
El sol comenzaba a ponerse, pintando el cielo de naranjas y morados. Sabía que el camino aún sería difícil, que lo que se aproximaba podría llegar a hacer temblar los cimientos de toda la isla si resultaba ser una operación más grande de lo imaginado. Sin embargo, cada paso que daba era una pequeña victoria, una que me acercaba más a desmantelar por completo a este grupo.
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