¿Sabías que…?
... un concepto de isla Yotsuba está inspirado en los juegos de Pokemon de tercera generación.
[Autonarrada] [Autonarrada] Detener el cargamento
Kobeni
Agente K
35 de Otoño del 723 / Noche 1:20 AM

¿Por qué las misiones de Kobeni siempre eran en la noche? Ella no lo sabía, pero siempre se lo preguntaba, pero tampoco tenía el valor; por así decirlo, de preguntarle a su superior, quien era el encargado de asignarle misiones, un tipo que solo se hacía Agente C. Pues bueno, el Agente C le encargó horas atrás a Kobeni la detención de un cargamento de armas, según, de un grupo de contrabandistas que apenas iniciaban en el mercado negro, no eran muy peligrosos, pero al Agente C le gustaba acabar con los enemigos desde abajo, antes de que puedan volverse más fuertes y se convirtieran en una amenaza para el Gobierno Mundial, pues habría que decir de antemano que el Agente C era alguien con una lealtad inquebrantable hacia el Gobierno Mundial y estaba dispuesto a todo para mantener a los altos mandos felices.

Kobeni alistó sus cosas, vistió su cuerpo con el traje característico de los Cipher Pol, calzó sus pies con los tenis deportivos que usaba regularmente, ahora modificados con las herramientas que le entregó el doctor Goku, y también enguantó sus manos con unos guantes de cuero color negro, bonitos y de igual forma, reforzados con unas placas metálicas que hacían los golpes más letales. Antes de salir, la señora suprema de los Higashiyama; Jiyū, y madre de Kobeni, la despidió y le deseó suerte. La peli marrón abandonó su hogar y sacó del bolsillo entero de su saco un pequeño papel en donde estaba escritas las indicaciones para encontrar el cargamento, el cual estaría a unas calles a diez minutos de ahí.

Con pasos lentos y decididos avanzó por las calles de Loguetown hasta que logró encontrar el dichoso cargamento, había un solo hombre cargando cajas a una pequeña carreta en la oscuridad del ellos callejones, algo similar a la misión que le dio el ascenso a la segunda agencia. ¿No era un grupo? Pues sí, puesto que otros dos tipos llegaron a la escena para hablar algunas cosas con el primer hombre, Kobeni los veía desde lejos, con una mirada seria, dispuesta a empezar su ataque una vez estuviera lista. Los dos hombres recién ingresados rápidamente se retiraron, alejándose del lugar y dejaron al cargador solo, al parecer, el grupo si era un grupo, pero no iban a estar reunidos ahí en ese preciso momento.

Una vez todo se quedó en silencio, con el ambiente cargado del sonido de las cajas chocando al momento de golpear con otras, Kobeni supo que era el momento de actuar. Lentamente y con movimientos felinos, se escabulló en la oscuridad del callejón, aprovechando la negrura de su traje para acercarse por detrás y rodear su cuello con su brazo, bloqueando su respiración. Para su mala suerte, el hombre era más pesado y no pudo contenerlo por mucho tiempo antes de que tuviera que soltarlo y quedar cara a cara, el hombre identificó el traje de Kobeni y a sabiendas de que uno de sus compañeros había sido emboscado por la Cipher Pol unos días atrás, rápidamente desenfundó una pequeña daga, dispuesto a terminar con la vida de la muchacha.

El hombre se abalanzó sobre Kobeni, con sus dedos apretando fuertemente el mango de su daga, buscando clavar el mortal filo en alguna parte del cuerpo de la joven, pero los reflejos de Kobeni eran mejores y mucho más rápidos que la velocidad de la ofensiva. Moviendo su cuerpo para evitar la puñalada y cerrar sus dedos para formar un puño y responder con un golpe directo al rostro del sujeto, usando sus piernas para impulsarse y aumentar aún más la potencia del golpe. El tipo estaba terminando con su movimiento cuando recibió de lleno el choque de los nudillos de Kobeni sobre su rostro, cubiertos por la placa metálica de sus guantes. Esto solo hizo que la nariz del tipo se rompiera, haciéndole sangrar y teniendo que hacer un gesto con su boca para poder respirar bien, pues sus fosas nasales ahora estaban escurriendo de aquel líquido carmesí que permitía la vida.

La oscuridad del guante de Kobeni se vio levemente manchada por la sangre del hombre, pero la muchacha no terminó su ofensiva ahí, pues se preparó para sostener su peso sobre su pierna derecha y elevar su pierna izquierda para dar una patada a las costillas del hombre, aumentando su daño por las placas metálicas en la punta de su calzado. El pobre hombre dio un grito ahogado que segundos después lo hizo toser al no poder jalar bien el aire a sus pulmones y “respirar” su propia sangre. Kobeni afiló su mirada antes de bajar su pierna izquierda y dar con la suela directamente en el estómago del cargador, haciéndolo caer al suelo, visiblemente ahogado por su propia sangre que no paraba de salir de sus fosas nasales.

¿Tenía que eliminarlo? Claramente, eran las órdenes del Agente C, con ello podría detener y confiscar el cargamento, en ese momento, por breves segundos, su mente dudó, no le gustaba tener que terminar con la vida de alguien, le parecía algo aterrador, pero ese era su trabajo. ¿Se molestaría el Agente C si no lo mataba? Tampoco lo sabía, pero en realidad no quería matar a nadie, estaba dispuesta a encarar la ira del Agente C si no le parecía — Este es mi trabajo… Lo siento… — Mencionó antes de agacharse y dar otro golpe a su rostro para hacerle perder la conciencia, rápidamente lo giró para evitar que se ahogara con su propia sangre y recargó su espalda en la fría pared del callejón. Suspiró y tomó un pequeño Den Den Mushi del interior de su saco y marcó un número antes de responder de forma fría.

— Trabajo terminado, Agente C… Aseguré la carga — Un leve aplauso se escuchó al otro lado de la bocina antes de que una voz ronca respondiera — Bien hecho, Agente K del Cipher Pol 2… En un momento estaré por ahí… Puedes retirarte si gustas, te buscaré para darte el dinero por tu trabajo… Hasta Pronto… — La conversación terminó y a sabiendas de que el Agente C llegaría en menos de lo que canta un gallo, Kobeni procedió a limpiar el polvo de su traje antes de moverse del lugar, minutos después, aparecería el Agente C, viendo que el hombre estaba por despertarse, decidió terminar con su vida, acercándose con una daga para apuñalar su cuello.
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