Hay rumores sobre…
... un algún lugar del East Blue los Revolucionarios han establecido una base de operaciones, aunque nadie la ha encontrado aun.
[Común] [C - Pasado] Un paseo cualquiera.
Shiro
Ninguno
Sorprendentemente para Shiro la situación hasta el momento había ido genial. La pareja parecía despreocupada y amable, no solo entre ellos como había podido observar cuando los vio desde lo lejos antes de preguntarles por la dirección del concurso; sino también con él que era un mero desconocido. En cualquier otra situación Shiro hubiese pensado que había gato encerrado por algún sitio, que esto era una simple estafa y que lo llevaban a algún sitio a desvalijarle y que la cosa terminaría mal; pero por alguna extraña razón se sentía tranquilo caminando junto a ellos. Era una sensación similar a cuando pasaba rato con Hayato. Se podía palpar la camaradería y el compañerismo entre los dos… Y no pudo evitar incluso sentir algo de envidia al recordar lo que le habían hecho. Eso era algo que él ya tenía y le habían arrebatado.

El peliblanco no quiso inmiscuirse en el emotivo momento que estaban teniendo sus acompañantes. No quería estropearlo con alguna palabra fuera de sintonía que rompiera la magia, sino más bien una parte que creía enterrada en lo más profundo de su ser lo que quería era ser partícipe de la misma y verse así mismo como parte de la tripulación que mencionaba Lance. Empezaba a sentirse agotado de verse cómo se encontraba actualmente, solo e inmerso en una persecución infinita la cual no sabía si llegaría a tener un fin siquiera; por lo que al final la aparición del grupo de gente había ayudado al espadachín a poder alejar todos esos pensamientos y centrarse en lo que estaba pasando frente a ellos.

- Tranquilo muchacho, cada quien tiene su derecho a defender lo que es justo. - Aunque también, cada uno es libre de actuar siempre que no afecta a los demás - dijo Lance cambiando el tono de voz. Al principio Shiro creyó que lo que buscaba era enardecer al grupo de personas por algún motivo. Claramente el subir el tono era para hacerse oír y dado su tamaño no tardó en ser el objeto de un montón de miradas furibundas.

El peliblanco busco con la mirada a Juuken y vio como este se echaba mano de la espada que llevaba, por lo que antes de darse cuenta estaba imitándolo de forma inconsciente. Demasiados años sin poder dormir tranquilo como para perder la costumbre de estar raudo a la hora agarrar el arma. Bastaba un segundo de diferencia para separar la vida de la muerte y el peliblanco no iba a ganarse la segunda por no estar atento.

La tensión aumentaba mientras Lance seguía sermoneando a los sermoneadores y entonces Shiro notó como se le acercaba Juuken a preguntarle si entendía qué pasaba. - Solo son alborotadores que no han pasado hambre nunca - contesté mientras me posicionaba tras Lance que comenzaba a abrirse paso. Desde luego Shiro que había tenido que alimentarse de alimañas de manera literal no podía entender los sinsentidos de aquellas personas abraza árboles. Si no quieren ellos la comida que se la lleven a los vertederos. Verán como allí es más que bienvenida pensó el muchacho sin despegar la mano de la empuñadura mientras aguantaba la mirada de aquellos que decían amar a los animales que estaban apunto de pelearse con otros seres humanos. Malditos locos.

Por suerte el aura que impregnaba a Lance mientras caminaba mantuvo a todo el mundo a raya y por fin pudieron cruzar la marabunta de personas hasta alcanzar el recinto donde se celebraba el concurso. La tensión del momento había tenido a Shiro tan centrado en el gentío que no se había percatado del sinfín de aromas que rodeaban el lugar. Mirase por donde mirase el joven espadachín solo veía a gente comiendo o a gente llevando comida. Era todo un sueño y él internamente solo quería ser como el gordo que acababa de caer desmayado. No sabía el tiempo que hacía que no comía hasta reventar… si es que alguna vez había llegado a darse semejante homenaje.

-¡Vamos a comer! Seguro que si cogemos algo y nos sentamos en esa mesa nos seguirán poniendo como al resto. - dijo Juuken sacando a Shiro del mundo de los olores en el que había quedado atrapado. Al parecer al fin el peliblanco podría comer y parecía ser que no era el único con ganos. - ¿Vamos? - insistió el pelinegro con esa jovialidad que no lo dejaba ni por un instante desde que Shiro lo había conocido.

-Depende… ¿Nos deja el sargento Lance? - preguntó el joven peliblanco a modo broma. Estaba verdaderamente embriagado por toda la comida a su alrededor y los ojos cristalinos le brillaban de emoción y alegría. - Me pido el trece - prosiguió Shiro para acto seguido marchar hacia el estante con dicho número. - Y quien pierda paga las bebidas después - continuó el peliblanco mientras tomaba asiento.

Tras unos instantes en el cada participante fue colocándose cada en su sitio no tardó en llegar el primer plato de comida junto a un pistoletazo de salida. El joven espadachín ya no vio más allá de su plato y comenzó a devorar deleitándose con cada matiz de la comida.

La comida entraba y la alegría aumentaba a cada bocado. Comenzó a pasar el tiempo y el personal del concurso comenzó a gritar números. El joven pensó que seguramenre eran las personas que iban cayendo eliminadas, pero no se paró a comprobar si alguno de ellos era su compañero. Estaba dispuesto a salir de allí rodando y no pensaba quitarle la vista a su comida.

-¡Sigan así! - gritó una voz. - Solo quedan cuatro y tendremos al ganador de esta ronda ¡No paréis de comer muchachos!
#11
Lance Turner
Shirogami
Todo parecía haber salido bien, ninguno de los alborotadores se había atrevido a dar un paso más allá del necesario, con lo que la entrada al restaurante estaba más que asegurada. En el mismo recinto ya, pudimos apreciar de golpe el enorme bullicio que allí había. Estaba todo lleno de vida, con muchísimas personas riendo y comiendo como si se tratase del mayor de los placeres que hay en esta vida. Las cantidades de comida eran enormes, y el aroma, inundaba mis sentidos hasta tal punto de creer estar saboreando la comida. 

Siempre había tenido el olfato muy desarrollado, pero en esta ocasión, eso era una maldita bendición. Desde el aroma embriagador de las carnes asadas, hasta el tentador aroma de los panes recién horneados, los olores se mezclan en el aire, creando una atmósfera que provoca que se te haga agua la boca al instante. 

Las paredes estaban decoradas con fotos de campeones pasados, todos ellos mostrando sus victorias con expresiones satisfechas y estómagos hinchados. Al fondo, se encontraba un marcador gigante, visible desde cualquier punto del lugar. En él, podían apreciarse un contador con los minutos que íbamos a tener para comer, así como las cantidades consumidas por cada participante, mientras un animado camarero hacía de presentador con un Den Den Mushi en la mano para que la narración llegase a todos los espectadores y participantes.

Los camareros se movían con rapidez entre las mesas, sirviendo platos con destreza a todos aquellos que comían sin ser parte de la competición. El ambiente era bastante animado, y sentía en mi una mezcla de competitividad y diversión, listo para empezar en cualquier momento. Cada bocado contará, y sólo uno se llevará la gloria, aunque sea a coste de una buena dosis de indigestión.
-¡Vamos a comer! Seguro que si cogemos algo y nos sentamos en esa mesa nos seguirán poniendo como al resto. - Dijo Juuken con muchas energías, mirándonos a ambos. - ¿Vamos? - Preguntó con muchísima emoción, provocándome una pequeña risa. 

-Depende… ¿Nos deja el sargento Lance? - Preguntó esta vez el nuevo integrante de tan peculiar grupo. - Me pido el trece - Prosiguió Shiro para acto seguido marchar hacia el estante con dicho número. - Y quien pierda paga las bebidas después - Continuó diciendo esta vez mientras ya tomaba asiento.

Frente a nosotros apareció entonces un hombre uniformado que debía ser de mediana edad. Apareció enérgico y sonriendo de oreja a oreja, quizá demasiado. Su cabello castaño, ligeramente despeinado, y la camiseta del restaurante que llevaba puesta, un poco arrugada, me hicieron deducir que se trataba de alguien que estaba acostumbrado a estar en movimiento y exagerando sus emociones para contagiar un poco a la clientela. Sin embargo, en sus ojos, podía verse esa chispa de alguien que disfruta cada minuto de su trabajo.
- ¡Bienvenidos al Gran Reto! - Nos dijo con una voz animada, mientras sacaba una libreta del bolsillo trasero. - ¿Vienen a participar o a ver cómo otros lo intentan?

- A participar, por supuesto. - Respondí, con una sonrisa que él devolvió al instante.

- ¡Eso es lo que me gusta escuchar! ¡Gente llena de valor y con entusiasmo! - Dijo, mientras anotaba nuestros nombres en la lista a medida que se los dábamos. - No se preocupen, aquí nadie sale con hambre... bueno, excepto los que se rinden antes de tiempo, claro.

Se inclinó ligeramente hacia adelante, como si fuera a compartirnos un secreto.
- Solo recuerden, no es solo sobre cuánto coman, sino también sobre disfrutarlo. ¡Eso es lo que hace a un verdadero campeón!

Su amabilidad, mezclada con su energía contagiosa me hizo sentirme bastante bien recibido. Era sin duda todo un profesional. Al instante nos estaba entregando los números de participación, y aceptó cambiar uno de los boletos por el trece que había pedido Shiro. Tras ello, señaló con un gesto amplio hacia el área de la competencia.
- ¡Buena suerte, señores! - Añadió, su sonrisa aún más amplia. - Y tengan presente que el récord está en cinco platos de carne asada con guarnición de patatas y sólo hay un vaso de agua por persona incluida en la competición. ¿Quién sabe? ¡Quizás hoy sea el día en que se rompa nuestro récord!.

Nos despedimos con un asentimiento, contagiados por su energía, y nos dirigimos a nuestras posiciones, listos para el desafío. Miré mi boleto, e indicaba el número 10, mientras que el de Juuken era el número 23. Se lo di mientras le daba una pequeña palmada en la espalda de ánimo.

Tras unos minutos, empezamos la competición con el pitido inicial. Los camareros no tardaron ni un segundo en servirnos el primer plato de comida, y como hambrientos desbocados, todos nos lanzamos a comer de inmediato. A mitad del primer plato miraba de reojo a mis compañeros, y me sorprendió como Shiro comía como si llevase sin comer varios días. Le debía faltar poco para empezar a comer con la nariz si seguía con ese ritmo. Juuken, por su parte, tampoco se quedaba atrás, pero era especialmente notoria la felicidad que contagiaba al tiempo que comía. Sin duda, no podía quedarme atrás tan pronto. 

Pasado ya varios minutos, el presentador anunciaba en voz alta varios de los números. Estos eran participantes que habían sucumbido en la batalla de comida. Fue demasiado tentador rendirse en ese momento, pero aunque no creía ser capaz de ganar, preferí mantenerme un poco más. No iba a comer más en el día de hoy, y seguramente tardaría en tener apetito al día siguiente, así que debía apurar un poco antes del final.
-¡Sigan así! - gritó el jovial presentador emocionado. - ¡Solo quedan cuatro y tendremos al ganador de esta ronda! ¡No paréis de comer muchachos!

Esa era sin duda, la señal de que estábamos entre los finalistas. Terminé mi último plato soltando un largo suspiro, y tragué el vaso de agua que había dejado a un lado aún sin tocar. Sin duda, fue una sensación refrescante que me habría permitido continuar, pero no quería terminar encontrándome mal, así que me levanté alzando la mano. 
- Me rindo. - Dije con toda la dignidad que me quedaba en esos momentos. Señalé entonces a mis compañeros y me preparé para gritar. - ¡PERO ELLOS CONTINÚAN! ¡VAMOS CHICOS! ¡GANAD POR MÍ! - Exclamé con mucha energía para contagiar al público. - ¡VAMOS PÚBLICO! ¡¡Apoyemos a estas dos jóvenes promesas de tan bonita competición!!

Miré entonces al otro concursante, que estaba a mi lado, y me reí un poco. 
- Perdón, no te lo tomes a lo personal, son amigos míos jajajaja
#12
Juuken
Juuken
Los dos peliblancos tomaron su asiento, Shiro fue antes que Lance, quien se quedó hablando con un hombre de la propia organización, yo fui a coger asiento y quise reservarle el de mi lado a Lance, pero se sentó alguien rápidamente. Antes de llegar a sentarme, mi compañero me entregó un papel donde ponía un número, entonces me di cuenta que los asientos estaban numerados.

Un hombre alzaba la voz mientras se preparaba para dar paso al inicio de la competencia, con esas palabras busqué la mirada de mis compañeros.

-Solo recuerden, no es solo sobre cuánto coman, sino también sobre disfrutarlo. ¡Eso es lo que hace a un verdadero campeón!
-¿Disfrutar? Si está rico seguro -Dije a mis compañeros con una sonrisa.
-¡Buena suerte, señores! -Tragué saliva. Empezó a darme hambre de verdad- Y tengan presente que el récord está en cinco platos de carne asada con guarnición de patatas y sólo hay un vaso de agua por persona incluida en la competición. ¿Quién sabe? ¡Quizás hoy sea el día en que se rompa nuestro récord!

Miré a Lance con una sonrisa algo avergonzada, tan solo quería sentarme en un sitio y ya está. Busqué el número de la silla que me tocaba, resultó ser la número veintitrés. Muy lejos de Shiro y de Lance, pero bueno, tampoco me importaba demasiado. Aunque siempre prefería comer junto a los amigos.

Alcé la mirada buscando encontrar la de mis compañeros, aunque sobre todo buscaba a Lance, ese otro muchacho, Shiro, apenas lo acabamos de conocer. Mi mirada se cruzó con la de un hombre con una corpulencia bastante abusiva que estaba a mi lado. Nuestras miradas se cruzaron. Se rió.

-Pobre muchacho, ni un plato aguantarás -comentó ese grandullón-. ¿Tan hambriento estás que no te importa ser humillado? -Echó a reírse de una forma bastante cómica. Me recordaba a los cerdos que tenía Tom en su granja.

Sonreí mirándole.

-Suerte amigo. Alomejor ganas -aunque con las reservas que tenía igual tenía poco espacio en el estómago.

Él simplemente frunció el ceño, seguramente se pensaría que me estaba burlando de él, la gente siempre pone esa cara cuando se siente molesto, pero yo no había dicho nada agresivo ni ofensivo, no entendía esa reacción, por lo que directamente le volví la mirada y me centré en el hombre que estaba delante de mí, un camarero que tenía un plato preparado para servir delante de mí.

Solo con verlo se me empezaba a hacer la boca agua, las entrañas me rugían y mi mirada se quedó completamente ida. Nunca había visto un plato tan lleno. Una gran pieza de carne atravesada por un hueso todavía más grande destacaba en el centro de un plato increíblemente enorme. A su alrededor, unas patatas, pero no me importaban esas patatas. ¿Qué tipo de carne sería esa? Tenía una pinta exquisita.

Pusieron el plato enfrente mío, no podía creer lo que tenía delante, parecía más grande que yo mismo, dudaba que pudiera ser capaz de terminar siquiera ese plato. ¿Y el récord estaba en cinco? Eso era demasiado.

Una risotada arrogante sonó a mi derecha. Ese grandullón me estaba mirando directamente y riéndose. Empezaba a resultarme incómoda la compañía. Como no dejara de reír de esa forma acabaría con el estómago ensartado. Yo también sé divertirme a costa de otros.

Comenzó la competición. Un pitido dió inicio a la gran ingesta, momento en el que pude comenzar a degustar ese plato. El grandullón a mi derecha comenzó a devorar como su verdadero animal de granja, engullir de una forma increíblemente rápida, pronto todas las patatas habían desaparecido de su plato. Yo, sin embargo, me lo tomé con más calma.

Cogí el tenedor y el cuchillo. Recordé cómo Tom y Marin me enseñaron a comer correctamente con la gente, aunque allí parecía que nadie lo sabía. Probé el primer trozo de carne, y nada más hacerlo ocurrió lo inesperado. Mis pupilas se abrieron como nunca. Mi lengua experimentó unas sensaciones como jamás había experimentado. ¿Qué era esa carne? Era lo mejor que había probado en mi vida.

Olvidando todos los modales, directamente mis manos se aflojaron, cayendo los cubiertos sobre la mesa. Unos segundos eternos, y a la vez instantáneos. El tiempo se detuvo cuando mi paladar comenzó a saborear todos los matices de esa carne. Cuando me quise dar cuenta, mis manos estaban aferrando ese hueso y mi boca devorando ávidamente cada pedazo de ese trozo de carne.

No tardé demasiado en acabarme ese plato, algo que jamás había pensado que llegaría a ocurrir dada la inmensidad del mismo. Trajeron otro plato. Más risas a mi derecha. Miré de reojo, el mastodonte llevaba ya casi dos platos. Esto estaba convirtiéndose en algo personal. Agarré el nuevo trozo de carne y continué comiendo, como si no hubiera comido en mi vida. Aunque en parte era cierto, en mi vida había comido algo tan delicioso.

Cuando terminé el segundo hueso miré a mi lado. Ese hombre estaba empezando el tercer plato y me miraba de reojo con superioridad. Disimuladamente, con el hueso que me había terminado, lo deslicé por debajo de la mesa, golpeándole directamente en su enorme estómago mientras esperaba en tercer plato, ávido de seguir degustando esos sabores.

Muchos ya habían abandonado la mesa, todavía quedaban unas cinco personas, pude ver cómo mis compañeros todavía estaban sentados. Un sonido de dolor provino de mi lateral, y eso sí provocó mi sonrisa. Ese grandullón se llevó las manos al estómago. Al momento cambió una mano del estómago a la boca y salió corriendo hacia atrás. Que desperdicio de comida.

Continué comiendo, aunque sentía que ya estaba llegando a mi límite, en mi vida había comido tanto, comenzaba a sentirme el estómago tan repleto que sentía que la carne y las patatas se me iban a salir por las orejas de tanto comer, pero tenía que aguantar un poco más.

-Me rindo -se escuchó un poco a lo lejos. Miré y Lance se había levantado-. ¡PERO ELLOS CONTINÚAN! ¡VAMOS CHICOS! ¡GANAD POR MÍ! -Lance alzó la voz, y me di cuenta que ya solo quedábamos Shiro, yo y otra persona más que estaba al lado de Lance.- ¡VAMOS PÚBLICO! ¡¡Apoyemos a estas dos jóvenes promesas de tan bonita competición!!

En ese momento llegó mi tercer plato. Era demasiado, pero el listón estaba muy alto. ¿Qué era lo peor que podía pasar? Comencé a devorar con ferocidad ese tercer plato, aunque ya me notaba que estaba demasiado lleno como para que todo entrase a la velocidad que debería. El tercer plato terminó, el cuarto llegó, Solo quedábamos Shiro y yo.

Aquello era demasiado, estaba hasta cansado de comer. Alcé la mano en señal de rendición. Me había pasado. Nunca había pensado que llegaría a comer tanto. Ni siquiera estaba seguro de poder hablar o moverme.

-No puedo más.

Me levanté. Eso dejaría a Shiro como ganador. Me bebí lo que me quedaba de agua, intenté andar. Comencé a sentirme algo mareado. Un gran dolor se centraba en mi estómago, tal vez aquello habría sido una mala idea, debí haber abandonado en el segundo plato, me apoyé en una pared mientras sentía subir una extraña sensación desde mi estómago.

Una sensación muy desagradable, acompañada de un gran dolor que oprimía mi torso. De pronto no pude contenerlo.

¡BLUUUUUUUUUUUUUUUUUUUURP!

Un terrible gas, y bastante prolongado salió directo de mi interior, y con él desapareció esa increíble presión que sentía, y la mayor parte del dolor, el resto se iba disipando poco a poco.

Me relajé tanto que mi cuerpo perdió las pocas fuerzas que quedaban, menos mal que había una silla al lado.

-Nunca había comido tanto. Estaba increíble.
#13
Shiro
Ninguno
Antes de darse cuenta el espadachín había entrado en una especie de trance que parecía instigado por el mismísimo demonio de la Gula y a cada bocado que daba solo quería dar otro, y otro, y otro… y otro más. Había caído en la hipnosis que proporcionaban la orgía de aromas y sabores del festival de comida en sus sentidos, atrapándolo como si fuera una mosca en la tela de una araña. No sabía el tiempo que había pasado centrado solo en comer y comer sin enterarse de si alguien lo hablaba siquiera, hasta que sin previo aviso un ruido ensordecedor atravesó su embelesamiento devolviéndolo a la realidad.

- ¡BLUUUUUUUUUUUUUUUUUUUURP! - había eructado alguien de forma estruendosa haciendo que todo el mundo se girase hacia el mismo sitio al unísono.

Shiro tenía curiosidad por saber quién había sido tremenda bestia, pero con la vuelta del control sobre sí mismo llegó también la percepción sobre el estado de su cuerpo y su barriga no tardó en gritar con un retortijón a modo de queja, diciéndole que si no quería que explotase parase de comer inmediatamente.

El peliblanco notaba la tripa más llena que nunca y a pesar de que era toda una sensación nueva tampoco es que pudiera decir que le gustase. Sentía la urgencia de utilizar un baño corriendo si no quería montar su propio espectáculo, por lo que tras levantarse, mucho más despacio de lo que recordaba que podía hacer, con trozos de comida aún en la mano y esparcidos por la ropa, se encaminó en busca de la letrina más próxima. No podía pensar en otra cosa que no fuese sacar el culo al aire, ni siquiera atendió a los vítores que comenzaron a soltar algunos y que parecían dirigidos hacia él. Nada de aquello importaba. Por fin había divisado un baño y su meta estaba definida… solo unos metros más y podría liberar lastre.

- ¡Enhorabuena jovencito! - gritó un tipo sujetándolo del brazo sin dejarlo avanzar. - Has demostrado tener todo un estómago de acero para estar tan delgaducho - siguió diciendo atrayendo a todo el público mientras trataba de zafarse inútilmente del amarre. Era como un águila sujetando a su presa. - ¿Qué se siente al haber vencido a tan temibles competidores?¿¡Estás listo para participar en la GRAN FINAL!? - continuaba ametrallando a preguntas a Shiro sin dejarle tiempo a pensar una respuesta cuando ya estaba lanzando la siguiente. - ¿Cómo te sientes pequeño campeón? - acabó por fin tras la retahíla de otras preguntas que el joven ni siquiera escuchó. No había tiempo para dedicárselo a alguien que estaba interrumpiendo su meta más próxima.

- Yo… ¡Me cago! - escupió de sopetón mientras las tripas volvían a sonarle de forma grotesca.

Escuché alguna palabra de sorpresa junto a un montón de risas, pero a Shiro ya le daba igual. Necesitaba ir al baño de una vez por todas y comenzó a empujar a todo aquel que se ponía en su paso, abriendo hueco entre las personas que lo observaban hasta que por fin pudo alcanzar la puerta de la letrina y adentrarse bajo el cobijo de la misma a dar rienda suelta a los fuegos artificiales.

Tras una ardua lucha que duró minutos salió de la letrina cansado. Sudaba incluso, pero la sensación de alivio era incomparable. Se sentía tan liviano que apostaría a que podría volar, pero en vez de eso se encontró con varias miradas que lo observaban con sonrisas burlescas en el rostro. Le daba un poco de vergüenza, pero no podía mostrarme débil ante el enemigo, así los veía ahora mismo, por lo que tras disimular la timidez lo mejor que pudo se limitó a hacer un comentario en voz alta haciendo como que la situación no importaba. - Deseo suerte al siguiente - y sin más dilación se marchó en busca de Lance y Juuken que con un poco de suerte lo habrían esperado.

- Madre mía qué atracón - diría a la pareja si los encontraba mientras se frotaba la barriga. - Yo creo que con esto tengo reservas para un mes - continuó para acto seguido soltar un pequeño eructo que no pudo contener. - Perdón.
#14
Lance Turner
Shirogami
La competición estaba llegando ya a esos últimos minutos finales, en los cuales, todo podía decidirse por muy poco margen. Es en este punto donde lo más importante es la resistencia mental, aguantar el instinto humano que te pide continuar más, y seguir ingiriendo sin cesar.

En lo personal, alguna vez había hecho eso en mi juventud, pero con la edad uno aprende a evitar esos excesos que luego pasan factura. Sin haber llegado a ese punto, ya me encontraba demasiado fatigado y con dificultad para respirar con comodidad. De vez en cuando, me sorprendía a mí mismo soltando aire por la boca para mejorar mi mal estado lo antes posible.

No obstante, esos dos pequeños, seguían dándolo todo. Ambos estaban comiendo ciegos por su gula, lo cual me hacía pensar que esta no había sido del todo una buena decisión. Juuken seguía comiendo con muchas ganas, pero empezaba a reducir su velocidad, hastiado de tanta comida. Mientras que Shiro no había bajado el ritmo aún, sólo parecía hipnotizado en su deber de comer hasta reventar.

Ante la competividad de estos dos, el tercer concursante terminó por levantarse e irse, andando con cierta dificultad mientras se tapaba la boca. Parecía tener mucha prisa por irse al baño, y lo entendía, yo mismo podría haber terminado así si no hubiese frenado antes.
- ¡Llegamos a la recta final, señores y señoras! ¿Quiénes de estos dos jovencitos ganarán hoy? Ninguno apostaba por ellos, pero mirad, ¡MIRAD COMO LA JUVENTUD SE ABRE PASO! – Exclamó el presentador del evento para animar aún más el evento. - ¿Será hoy el día en el que se bata el récord?.

Sin embargo, para mi sorpresa, Juuken se encontraba levantando la mano, mostrando su retirada de la competición. Tenía cara de estar manteniendo la compostura como podía, ante lo cual le sonreí riéndome un poco dándole una pequeña palmada en la espalda.
- ¡Lo has hecho muy bien, chico! – Le animé para luego dirigirme a Shiro y darle la enhorabuena.

Acto seguido, tras de mí, sonó un eructo tan grande que me asusté pensando que un monstruo había hecho acto de presencia allí. Ahí estaba sin embargo Juuken, con un rostro mucho más relajado y casi cayéndose a una silla cercana, agotado. Me sorprendí mucho pensando en cómo un sonido tan grande había salido de un cuerpo tan pequeño, pero su frase me tranquilizó bastante, sacándome también una pequeña risa.
- Nunca había comido tanto. Estaba increíble. – Fue su último comentario.

- Lo has hecho genial, pero ahora trata de reponerte un poco. Voy a felicitar a Shir- Dije sin llegar a terminar la frase al escuchar como el albino acababa de gritar que se cagaba.

No estaba prestándole atención, pero sabía que el presentador le había puesto en el centro de atención para felicitarle y animarle a participar en la gran final. Precisamente por eso había dedicado más tiempo a Juuken, que necesitaba ayuda, pero jamás imaginé que acabaría exclamando que se estaba cagando.

Riéndome me giré para verle, uniendo mi risa a la de varios que contemplaron el espectáculo también. Ahí estaba Shiro, empujando a la masa de gente que le bloqueaba su camino hacia el baño. Casualmente eligió el mismo baño donde minutos antes el otro competidor que se rindió fue a vomitar. Eso empezó a preocuparme y dejé de reírme tanto, pero no tuve tiempo de decir nada cuando ya estaba dentro con la puerta cerrada.

Me dirigí al presentador algo avergonzado a pedir disculpas, explicándole que no estaban acostumbrado a este tipo de eventos. Dicho presentador, aunque se reía un poco, se relajó cerrando su micro dando el espectáculo por terminado tras la marcha de Shiro, el ganador.
- No se preocupe, esto es más normal de lo que la gente cree. En ocasiones, han terminado vomitando sobre el propio plato, o incluso sobre el público… - Me dijo con una sonrisa, casi aliviado de que ese no fuera el caso. – De todas formas, ¡Felicite usted a estos dos chicos! Desde luego, tienen futuro en este mundillo, ¡Podrían llegar a ser profesionales algún día!

- ¡Muchas gracias por su amabilidad! Se lo diré, sin duda les hará bastante ilusión escuchar que usted dijo eso. – Le contesté entre risas procediendo a despedirme después.

Ya abajo, me acerqué con Juuken al baño donde se encontraba Shiro, viéndole salir empapado en sudor. Su rostro lo decía todo, había perdido toda la vitalidad temporalmente. Algunas personas lo señalaban entre risas, no tanto por reírse de él, como por ver a alguien pasarlo mal tras un hecho tan alocado como comer sin cesar tanta cantidad de comida.
- Deseo suerte al siguiente. – Dijo entre suspiros con los ojos entrecerrados, sin haberse percatado aún de nuestra presencia.

Decidí acercarme a él aplaudiendo con una pequeña risa, para animarle, y sobre todo, aplaudir su gran primer puesto en la disciplina.
- ¡Oye! ¡Menudo concurso has ganado! – Dije mirándole con una sonrisa de oreja a oreja para luego dirigir mi mirada a Juuken. - ¡Habéis protagonizado una final muy intensa! El propio presentador me ha dicho que podríais ser profesionales de esto si quisierais, y estoy convencido que sabe de lo que habla.

La respuesta de Shiro fue un pequeño eructo, continuada de una disculpa algo tímida que provocó que me riese un poco y me viniese a la cabeza un dicho popular de mis tierras.
- ¡Claro que sí! Jajaja, como dice el dicho, más vale fuera que dentro.

Comencé a mirar a mi alrededor y localicé una pequeña mesa del evento con cuatro sillas, comenzando a caminar hacia ella con los dos grandes finalistas del evento.
- Venid anda, necesitáis descansar un poco. – Les dije separándole las sillas de la mesa para dejarles más sencillo el camino. - ¿Cómo se siente haber participado con todo? ¿Os ha gustado? ¿Repetiríais?

Suponía que la respuesta sería negativa, pero además de tener una charla tranquila, quería invitarles a pensar en las consecuencias de una decisión así, en caliente, y yendo sin frenos. Hoy sería un dolor de estómago y malestar, pero mañana podría significar una herida grave, o hasta la muerte.
#15
Juuken
Juuken
Antes de darme cuenta alcé la mirada, ahí estaba el peliblanco mayor. Lance me miraba desde arriba.

-Lo has hecho genial, pero ahora trata de reponerte un poco. Voy a felicitar a Shir...

Sus palabras fueron interrumpidas por un comentario bastante en alto del propio Shiro. No me fijé ni qué hacía ni entendí lo que decía, estaba sentado y había mucha gente. Intenté alzar un poco la cabeza para ver qué ocurría, pero tampoco tenía fuerzas en ese momento para levantarme.

Nuevos gases volvían a emerger de mi estómago, esta vez bastante más discretos, ya no era como si mi estómago quisiera atacarme desde el propio interior de mi cuerpo. Sentía una pesadez que jamás había experimentado, esa nueva sensación me inquietaba en cierto modo. Nunca me había gustado sentir cosas ajenas a mi control, me recordaba aquellas inyecciones que lo único que provocaba era dolor.

Vi que Lance me incitaba a levantarme y seguirle. Hice mi mejor esfuerzo por alzarme y seguir a Lance. Sentía el cuerpo muy pesado, pero aún así continué hacia adelante, tratando de contener más eructos que seguramente saldrían con fuerza. Avanzamos hacia una posición mientras la gente nos miraba y señalaban. No sabía si eso era bueno o malo, pero no me quedaban ni fuerzas para prestar atención a nada que no fuera la trayectoria que seguía el peliblanco.

Se detuvo un momento, casi me choco con Lance por darme cuenta tarde. Eché mi cabeza a un lado y pude ver cómo por delante estaba Shiro saliendo de un cuarto. Soltó un comentario deseando suerte al siguiente, seguramente más gente volvería a comer como acabábamos de hacer nosotros. El empacho y pesadez cada vez era mayor. El peliblanco más joven nos vio y se acercó a nosotros mientras Lance se acercaba aplaudiendo.

-¡Oye! ¡Menudo concurso has ganado! -se me quedó mirando tras eso. No se referiría a mí, ¿verdad?- ¡Habéis protagonizado una final muy intensa! El propio presentador me ha dicho que podríais ser profesionales de esto si quisierais, y estoy convencido que sabe de lo que habla.
-¿Profesionales? Yo creo que una y ya. Esto es demasiado comer. Pero estaba demasiado bueno.

Ví a Lance dar vueltas, buscando algo. De pronto dió como un respingo y nos incitó a seguirle hasta una mesa rodeada de cuatro sillas. Por un momento me dio miedo de que nos fueran a poner más platos de comida, pero me senté igualmente. Aunque me supiera mal, no sería capaz de seguir comiendo más.

Me senté, a mi lado se sentó Lance, y enfrente estaba Shiro. Estábamos los dos para mirarnos, si mi cara se parecía un poco a la suya entendía por qué esa gente me señalaba y se reían. No les podía culpar por ello.

-¿Cómo se siente haber participado con todo? ¿Os ha gustado? ¿Repetiríais?
-¿Repetir? -dije rápidamente sin pensar siquiera- Puede que me tire días sin comer después de esto, o que le coja miedo a la comida. No se ni cuando voy a poder volver a levantarme.

Me quedé mirando a Shiro, la verdad es que yo ya no podía más con mi alma, me sentía más que saciado, me sentía hinchado como nunca en mi vida. Lance parecía divertido por la situación. Más allá, la mesa grande volvía a llenarse con participantes para la siguiente ronda de comida. Espero que no quisieran llamarnos a otra ronda más adelante. De ser así yo directamente me retiraría.

-Pero has aguantado muy bien, Shiro. No me extraña, estaba muy bueno, nunca había comido tanto. -miré a Lance directamente.- Necesitamos alguien que haga cosas así de buenas con nosotros.
#16
Shiro
Ninguno
Tras reunirse con la pareja, Lance no tardó en buscar un sitio donde los tres pudiesen reunirse para proseguir hablando. A Shiro le hubiese gustado marcharse de allí cuanto antes, aún tenía que controlar la vergüenza por lo que acababa de pasarle y preferiría encontrarse lo más lejos posible de las personas que aún le lanzaba miradas furtivas mientras se tapaban la boca en un gesto inútil de taparse las risas, pero por otro lado, también quería ser agradable con las personas que lo habían ayudado, así que prosiguió haciendo alarde de fuerza de voluntad y se sentó junto a Juuken y Lance alrededor de la mesa que había escogido este último.

El peliblanco, una vez tomaron asiento, preguntó a los más jóvenes que les había parecido el concurso y si estaban dispuestos a repetir, a lo que Shiro no pudo hacer otra cosa que sumarse a los comentarios del pelinegro.

- Creo que no volveré a comer tanto nunca… Aún siento que voy a explotar - respondió el joven mientras se sujetaba el estómago inconscientemente.

Durante un momento, la mirada del peliblanco se cruzó con la de Juuken y pudo sentir cómo conectaba con él durante un instante. Fue un momento fugaz de complicidad que descolocó un poco al muchacho. Desde sus nakamas muertos y Akari no había vuelto a sentirse así, por lo que se sorprendió a sí mismo sonriendo a pesar del malestar que tenía cuando este le felicitó como si fuesen amigos de la infancia.

- Gracias, Juuken, tú también lo has hecho muy bien - contestó el muchacho cumpliendo con el comentario. En verdad, Shiro no sabía en qué puesto había quedado Juuken. Había sido poseído por el demonio de la comida durante el concurso y apenas había tenido tiempo para respirar siquiera, por lo que mucho menos fijarse en su alrededor. - Pero te puedo asegurar que eso no es nada, solo ha sido cantidad a pesar de tener una calidad aceptable - prosiguió dejándose llevar por el tema de la comida. Shiro estaba bastante orgulloso de sus cualidades de cocinero y por alguna extraña razón quería dejar patente a la pareja que no era un simple chico muerto de hambre que no sabía seguir un plano. - Yo podría cocinar algo mucho mejor si tuviera ingredientes con lo que trabajar - aseguró el peliblanco con la seguridad que le proporcionaban sus habilidades. - Puedo apostar lo que queráis a que podría cocinar algo que haría que se os olvide el concurso en apenas unos bocados.
#17


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