¿Sabías que…?
... existe una isla en el East Blue donde el Sherif es la ley.
[Aventura] [T4] ¿Estaré a la altura?
Raiga Gin Ebra
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Guardas las notas en tu bolsa mientras caminas con la clara intención de salir de allí. Si las ojeas un poco, pronto verás que no están escritas en un lenguaje común, no al menos uno que tú conozcas. Parecen encriptadas, como si aquellos tipos no quisieran que cualquiera las pudiese leer. Es como si quisieran mantener un secreto que solo unos pocos pueden desentrañar con algo de tiempo. Aunque no estás seguro de cuánto tiempo te tomará, seguro que te genera algo de curiosidad. Pero es posible que Dharkel las entienda mejor. En cualquier caso, ya las tienes bajo tu poder, lo que hagas con ellas es solo decisión tuya.

El camino oscuro se despliega frente a ti como una promesa cargada de incertidumbre. La tierra, marcada por las pisadas, parece firme bajo tus pies, y el aire nocturno, fresco y pesado, amplifica cada sonido a tu alrededor. No hay más luz que la que derrama la luna, suficiente para delinear sombras y formas borrosas, y para llevarte algún que otro susto entre tanta sombra, claro. Pero es obvio que es insuficiente para distinguir detalles que podrían marcar la diferencia entre avanzar seguro y tropezar con algo inesperado.

La tranquilidad de la noche es engañosa. El silencio, roto ocasionalmente por el canto lejano de un ave nocturna o el crujir de una rama bajo tus pies, te pone en alerta. Es como si la oscuridad misma respirara alrededor de ti, esperando el momento adecuado para revelar lo que esconde. Y te aviso que no suele esconder ningún regalo. A medida que avanzas, la pendiente parece más suave que en el camino iluminado, lo cual explica las pisadas que notaste antes. Es un sendero más práctico, al menos durante el día. De noche, sin embargo, la falta de luz complica cada paso.

Unos minutos después, te topas con el primer signo de que el camino no será tan sencillo como imaginaste. La primera piedra en el camino. A unos metros delante de ti, la silueta de una criatura inmensa emerge de las sombras. Es un toro, pero no uno cualquiera. Incluso bajo la tenue luz lunar, su tamaño resulta intimidante. Es al menos dos veces más grande que cualquier toro que hayas visto antes, con músculos que parecen cincelados en piedra y un par de cuernos que brillan como cuchillas bajo la luz plateada. Una bestia, sin lugar a dudas.

Está atascado en la valla de madera que delimita el camino, una estructura robusta pero claramente insuficiente para contener a una bestia de ese tamaño. Uno de sus cuernos está clavado profundamente en la madera, y el animal tira con fuerza, intentando liberarse. La verdad es que puedes notar que es bastante bruto, está repitiendo todo el rato los mismos movimientos y su clara intención es liberarse de allí con fuerza bruta. Cada movimiento de su cabeza hace crujir la valla, y la tensión en sus patas traseras sugiere que no tardará en soltarse si sigue intentándolo con la misma intensidad.

A medida que te acercas con cautela, notas que el toro, o como se quiera llamar esa bestia, está nervioso. Su respiración es pesada y rápida, y sus ojos, enormes y brillantes, giran en todas direcciones buscando amenazas. Pero claro, ¿quién no estaría nervioso en una situación como esa? El sudor brilla en su piel, y cada vez que patea el suelo, levanta pequeñas nubes de polvo que se arremolinan bajo sus pezuñas. Si no estuviera atrapado, probablemente ya te habría detectado y cargado hacia ti. Pero, por ahora, la madera parece ser lo único que lo detiene.

Desde tu posición, puedes observar con más detalle. Los cuernos del toro no son solo largos; son afilados como cuchillas, con bordes que parecen capaces de cortar con la misma facilidad que una espada bien templada. Y, sinceramente, dan un poquito de miedo. Su cuerpo masivo y musculoso se mueve con una energía casi frenética, y sus patas parecen diseñadas para aplastar cualquier cosa que se interponga en su camino. Si este es uno de los toros que mencionaron en la taberna, entiendes por qué insistieron tanto en el peligro que representan. Desde luego esto parece más que una piedra en el camino, una enorme roca.

El toro emite un bufido profundo que resuena en la noche, como un eco de advertencia. La valla cruje bajo la presión, y un par de astillas vuelan cuando el cuerno se mueve violentamente hacia un lado. No parece que le quede mucho tiempo atrapado. La pregunta es: ¿Qué harás al respecto? La situación no te deja muchas opciones claras. Pero lo que está claro es que cuanto antes actúes más probabilidades tendrás de evitar el combate. O puede que quieras ser un buen samaritano y le ayudes a salir de esa situación. Lo que venga después solo lo sabe ese toro.

Mientras evalúas tus opciones, una ráfaga de viento sacude las ramas de los árboles cercanos, haciendo que las sombras bailen a tu alrededor. El toro reacciona al movimiento con un bufido más fuerte y un tirón aún más violento. La valla tiembla, y por un momento parece que está a punto de ceder. No tienes mucho tiempo para decidirte. La oscuridad y el silencio de la noche ya no se sienten tan tranquilizadores como antes; ahora parecen cómplices de la amenaza que tienes frente a ti.

La situación es un recordatorio brutal de los riesgos que implica tomar el camino menos transitado. Y, sin embargo, estás aquí. Sea cual sea la decisión que tomes, está claro que este encuentro es solo el comienzo de los desafíos que te esperan en la subida hacia el dojo. Lo bueno es que ya llevas la mitad del camino. El aire parece cargarse de tensión mientras el toro lucha contra su prisión de madera, y cada segundo que pasa aumenta la probabilidad de que logre liberarse. ¿Qué harás?

Cosas
#11


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