¿Sabías que…?
... el famoso anime One Piece, del año 1999, está basado en el también famoso manga One Piece. Otra curiosidad es que el autor de ambas obras es Eiichiro Oda.
[Autonarrada] [A - T3] Rostock no se cuida solo.
Gautama D. Lovecraft
El Ascendido
~ Día 32 de Verano.


De nuevo, acatando las responsabilidades de patrulla que encargaban por reforzar el pueblo, asumía el cargo que sobre mis hombros pesaba y me sumía en el traje de captación de experiencias que solía usar para algunas ocasiones en las que se me hacía difícil de tratar, bien porque no eran compatibles conmigo de una forma u otra, o no eran del todo fáciles de tratar para un viejo monje que quiso meterse en La Marina.

Las calles empedradas de Rostock siempre han tenido un aire extraño, como si ocultaran secretos bajo sus adoquines húmedos. Llevo tiempo recorriéndolas cada vez que toca patrullar, desde que me alisté de la Marina. Algunos pensarían que lo hago por ser un marine octogenario o por no saber qué hacer con mi tiempo, pero no, lo hago porque este pueblo, con sus casas de madera ennegrecidas por la sal y sus callejones angostos, me inquieta tanto como me atrae.

La noche de hoy no es diferente. La brisa que sopla desde el mar trae consigo el olor del salitre, mezclado con el leve hedor a algas. El viento juega con los faroles, haciendo que las sombras bailen en los muros de las viejas edificaciones. Rostock es un lugar donde el tiempo parece haberse detenido, atrapado entre las mareas y las nubes grises que rara vez dejan pasar el sol.

Camino despacio, con las manos hundidas en los bolsillos de mi pantalón del uniforme, el cual, poco tenía que ver con mi camiseta. Mi dial de luz cuelga de mi cinturón, y cada tanto lo enciendo para iluminar rincones oscuros. No sé si busco algo o simplemente trato de evitar que algo me encuentre a mí, las noches se vuelve acechantes a pesar de que muchos en el pueblo me conocen, aunque dudo si esto mismo podría ser el detonante de una mala experiencia. Las noches en este pueblo tienen un pálpito diferente, una sensación de que algo observa desde la niebla que se arremolina en las calles como una criatura viva de naturaleza indescifrable.

Mi ruta me lleva al muelle, donde el paseo marítimo de Rostock lo perfila. Las barcas, atadas con cuerdas viejas, se balancean suavemente al ritmo de las olas. Algunas están tan maltratadas que parecen ruinas flotantes. Me detengo un momento para mirar al horizonte, donde la niebla cubre el oscuro mar como un manto pálido. A lo lejos, el faro encendido se alza reparado como un bastión donde la luz aún encuentra un lugar donde habitar, siempre he pensado que Rostock y el mar comparten un secreto, algo que ninguno de los dos está dispuesto a revelar.

Dejo el muelle atrás y me adentro en un barrio viejo. Aquí las calles son más estrechas, y las casas parecen inclinarse unas sobre otras, como si sus paredes susurraran secretos entre unas y otras. Es entonces cuando lo noto, un sonido suave, como el arrastre de algo sobre las piedras. Me detengo en seco y agudizo el oído, el viento no ayuda, pero el ruido persiste, lejano y constante.

Sigo el sonido, avanzando con cautela. Activo mi dial de luz, que ilumina las marcas en el suelo, son surcos profundos que serpentean entre los adoquines, dirigiéndose hacia un antiguo almacén de pescado, una lonja que lleva años abandonada, sus ventanas cubiertas por tablas podridas. Los habitantes de Rostock dicen que es mejor dejarla como está, que no hay nada allí, salvo ratas y escombros, pero ahora me pregunto si eso es cierto.

La puerta principal está entreabierta, balanceándose con el viento. Me acerco, cuidando de mis botas para que no resuenen en el silencio mientras el dial ilumina el interior revelando cajas rotas, redes colgando como telarañas, y un charco de agua que anega la zona central. Me agacho para examinarlo pues agua de lluvia, cuando de repente, el mismo ruido vuelve a llenar de eco el lugar, provocando que gire bruscamente el cuello hacia su procedencia. Entonces, vi una caja que se movía haciendo surcos errantes, emitiendo consigo un murmullo, tan familiar como chocante, ¿qué habría ahí debajo?

Aguardo unos segundos pero la caja sigue inalterable realizando los mismos patrones, entrecierro los ojos y me acerco con cuidado. No sentía precisamente peligro, pero si una inquietud por saber que había debajo, y soltando el dial para que pendiera de la correa que lo sujetaba al cinturón, agarré la caja con las palmas de las manos y tiré hacia arriba.

¡Gatitos!, ¡eran gatitos!, y pensar que una deforme bestia inenarrable colmaba mi imaginación, haciéndome pensar que debajo de aquella maltrecha caja habría todo un espanto que quebraría mi cordura, cosas de viejo supongo. Cogí a la camada uno por uno intentando que mi camiseta diera algo de holgura y sacarlos de allí, ahora si que echaba de menos la parte superior del uniforme, pues podría haber recogido a los 4 gatitos en los grandes bolsillos. Parecían tranquilitos y muy muy prematuros, estoy seguro de que en la base los acogeríamos de buen gusto. Ahora, la noche había recobrado un buen sabor de boca, volvería al cuartel para dejarlos, tomar quizá algo caliente y volver al pueblo para terminar el turno.
#1
Moderador Doflamingo
Joker
¡RECOMPENSAS POR AUTONARRADA T3 ENTREGADAS!


Usuario Gautama D. Lovecraft
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#2


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