Alguien dijo una vez...
Iro
Luego os escribo que ahora no os puedo escribir.
[Aventura] [A - Presente] Ansiada Libertaz
Jack D. Agnis
Golden Eyes
Tras el ligero enfrentamiento con la hiena, donde se sobre puso tu voluntad y presencia intimidante, te acercas a tu victima y tras analizar un poco la situación, decides continuar tu camino hacia le oasis, no sin antes de tomar algo de tu premio.
Usando tus fuertes mandíbulas y filosos colmillos desgarras parte de la carne de aquel pobre cervatillo, asiéndote con sus dos patas traseras, las cuales eran las mas carnosas de todo su cuerpo. El resto del animal lo dejas allí para que otros animales puedan servirse también. Eso te da la ventaja de que ningún depredador o ningún otro animal te persiga, ya que tendrán con que entretenerse.
Si mientras avanzas miras hacia atrás, lograras ver que lo que quedo de aquel cervatillo esta siendo disputado por un grupo de 5 hienas. Entre una de las que esta la que derrotaste.

Si bien tu hambre era grande cuando empezaste a cazar, la sangre y los pocos pedazos de carne que pudiste sacar cuando mordiste a la pobre criatura, te sirvieron para calmar un poco tu estomago y tu garganta ya no se siente pastosa, pero aun así sabes que no puedes pasar otro día sin beber agua o comer algo. En caso de que pase, estarás en riesgo de ser derrotado fácilmente por cualquier otro depredador, ya que tu cuerpo estará debilitado.

El camino, el cual era largo y seco, se fue haciendo cada vez mas pesado. El sol abrasador golpeaba con furia tu cuerpo y hacia que jadearas pasar sacarte el calor corporal. Afortunadamente algo te daba esperanzas para continuar y era que a cada paso encontrabas como la hierba a tus pies se volvía mas verde de lo normal, lo que te indicaba que poco a poco te estabas acercando a aquel oasis que recordabas de aquellos mapas.
Desafortunadamente el hambre y el cansancio comenzaban a ganarte, por lo que al mirar por la zona lograste ver un refugio que parecía fresco y seguro.

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#11
Zath Elion Vhal
Zev el Fiero
El polvo de la sabana se levantaba en pequeñas nubes mientras Zev el Fiero se alejaba del lugar del enfrentamiento. A sus espaldas, las hienas disputaban ferozmente los restos del cervatillo, y Zev podía escuchar sus gruñidos y chasquidos. Una mirada rápida hacia atrás le mostró que incluso la hiena a la que había ahuyentado se había unido a la refriega. Había ganado esa batalla, y ahora debía centrarse en la siguiente etapa de su viaje.
 
Con las patas traseras del cervatillo firmemente aseguradas entre sus ropajes, Zev continuó su camino hacia el oasis. La carne cruda y el hierro de la sangre habían calmado su hambre momentáneamente, y la sed que había ardido en su garganta había menguado. Sin embargo, sabía que esta ligera tregua no duraría mucho. El cuerpo exigía más, y cada paso bajo el sol abrasador aumentaba su necesidad de agua y alimento.
 
El camino era largo y agotador. El calor del día golpeaba sin piedad sobre su pelaje, y Zev sentía cómo su energía se drenaba lentamente. El paisaje seco de la sabana se extendía interminable a su alrededor, un mar de hierba amarillenta y polvo que reflejaba la luz del sol con un brillo implacable. Zev jadeaba para liberar el calor de su cuerpo, sus pasos eran más pesados, pero su mente permanecía enfocada en el objetivo: el oasis.
 
Con cada paso, Zev notó que la hierba bajo sus patas se volvía más verde y densa, un signo alentador de que su destino no estaba lejos. Su determinación se renovó al ver estas señales. Sin embargo, el peso del cansancio y el hambre seguía presente, amenazando con debilitar su voluntad.
 
A medida que avanzaba, sus sentidos le advirtieron de un refugio cercano. Era una pequeña sombra bajo una formación rocosa, un lugar que prometía alivio del sol y la oportunidad de descansar y reponer fuerzas. El refugio parecía fresco y seguro, una tentación difícil de ignorar para su cuerpo agotado.
 
Zev se detuvo por un momento, su mirada alternando entre el refugio y la dirección del oasis. La opción de detenerse, comer un poco de su presa y descansar era tentadora. Sabía que su cuerpo necesitaba tiempo para recuperarse, y el refugio parecía ofrecer justo eso.
 
Sin embargo, en su interior, una voz le recordaba su propósito. Zev el Fiero no era alguien que retrocediera ante los desafíos. Había enfrentado la crueldad de su antiguo amo, había soportado el dolor y la incertidumbre de su pasado, y ahora, aquí estaba, libre y con un objetivo claro. El oasis representaba más que agua y descanso; era un símbolo de su búsqueda constante de libertad y propósito.
 
Zev se quedó quieto un momento más, respirando profundamente, sopesando sus opciones. Podía sentir el cansancio en cada músculo, pero también sentía el orgullo y el valor que lo habían llevado hasta aquí. Decidir rendirse no era una opción. Aunque su cuerpo pedía descanso, su espíritu clamaba por continuar.
 
Con un resoplido decidido, Zev sacudió su pelaje y levantó la cabeza con renovada determinación. Sabía que el viaje al oasis sería arduo, pero también sabía que valía la pena el esfuerzo. Alimentado por la fuerza de su convicción, dejó atrás la tentación del refugio y se lanzó una vez más hacia su destino, sabiendo que cada paso lo acercaba no solo al agua, sino también a la vida que había elegido vivir.
 
El camino al oasis era el camino hacia su libertad.
#12
Jack D. Agnis
Golden Eyes
La decisión fue difícil, pero al final Zev decidió por continuar su viaje, el cual no estaba por terminar aun y tenia un buena cantidad de horas antes de llegar al centro de aquel lugar en el que encontraría un refugio y su libertad.
Aun así el camino se hizo cada vez mas pesado. Si bien la maleza se fue haciendo cada vez mas verde, la tierra bajo sus pies aun seguía seca y no hacían mas que quemar sus pies, tal vez no por el calor en si, sino por el cansancio mismo.

Mientras avanzaba comenzó a notar que las piernas del cervatillo se hacían cada vez mas pesadas y dificultosas de llevar, pero por obvias razones no te ibas a deshacer de ellas.
Aun así, Zev decidió acomodar dichas patas de otra manera para que estas le pesaran menos y continuo avanzando como podía por aquel caluroso lugar, el cual lentamente se fue enfriando a medida que el astro diurno comenzaba a descender y comenzaba a perderse por el infinito mismo.

El calor dejó de sentirse, pero dio lugar al frio seco de la sabana. Afortunadamente la tierra aun estaba cálida, por lo que Zev tendría un par de horas antes de comenzar a sentir frio.
Al estar mas fresco la caminata se hizo mas amena, pero el dolor en sus pies y en tu cuerpo, aun estaba a flor de piel.

Mientras caminas podrás notar que los sonidos de insectos comenzaban a resonar por toda aquella zona, al igual de que podías escuchar como las bestias nocturnas comienzan a andar por la sabana, pero ninguna de estas repara de un coyote humanoide con pocas fuerzas, por lo que continuas caminando, esta vez un poco mas liviano que antes.

Poco a poco el frio comenzó a apoderarse de todo aquel lugar, pero gracias a tu pelo este no te afectaba en lo mas mínimo, pero produce un cierto alivio. El mismo que sentiste al sentir como tus pies pisaban algo de fango, aliviando un poco el estrés que tenían estos.
Al alzar la vista logras logras ver un grupo de arboles a lo lejos y reparas que has llegado al oasis. Seguramente la emoción se apodera de tu cuerpo, por lo que apresuras tus pasos al mismo tiempo en que te ajustas las patas del cervatillo que estas deseoso de comer. Pero ese mismo instante te das cuenta que ya no son dos, sino una. Al parecer una de las mismas se cayó en tu andanza y nunca te diste cuenta.
Miras hacia atrás con la esperanza de encontrarla, pero no puedes ver nada. Solo te queda decidir si vuelves a buscar la pata perdida o sigues caminando, contentándote con la única que tienes.

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#13
Zath Elion Vhal
Zev el Fiero
La decisión fue difícil, pero al final, Zev decidió continuar su viaje. El oasis prometía refugio y la tan necesaria libertad que había estado buscando. El camino, sin embargo, resultó ser implacable.
 
Cada paso se volvía más pesado, y las patas del cervatillo que llevaba parecían aumentar de peso con cada kilómetro recorrido. Zev se detuvo un momento, ajustándolas en su agarre para distribuir mejor el peso y aliviar un poco la carga. La resistencia mental y física que había desarrollado a lo largo de su vida era puesta a prueba en esta jornada agotadora.
 
El sol comenzó a descender, y con ello, la temperatura se enfrió. El calor abrasador dio paso al frío seco de la sabana nocturna. La tierra, aún cálida, proporcionaba un leve consuelo temporal. Mientras avanzaba, los sonidos de los insectos llenaban el aire, y las bestias nocturnas empezaban a despertar. Sin embargo, ninguna de ellas prestaba atención al coyote humanoide que avanzaba con pasos cansados pero decididos.
 
El alivio del frío nocturno era palpable, aunque el dolor en sus pies y su cuerpo seguía presente. Zev escuchaba el susurro de la noche, sus sentidos alerta a cualquier posible peligro, pero su foco permanecía en llegar al oasis.
 
Finalmente, la humedad en el aire aumentó, y Zev sintió el fango bajo sus pies, aliviando el estrés acumulado. Levantó la vista y vio un grupo de árboles a lo lejos, señal inequívoca de que había llegado al oasis. La emoción se apoderó de él, dándole un impulso adicional mientras ajustaba las patas del cervatillo en sus manos, deseoso de llegar y comer.
 
Fue entonces cuando se dio cuenta de que solo llevaba una pata. La otra se había caído en algún punto del camino, y el cansancio y la fatiga le habían impedido notarlo. Zev miró hacia atrás, con la esperanza de encontrar la pata perdida, pero la oscuridad y la distancia hacían imposible verla.
 
Por un momento, Zev se debatió internamente. Volver a buscar la pata perdida significaba retrasar aún más su llegada al oasis, exponiéndose a los peligros nocturnos y al agotamiento extremo. Continuar hacia el oasis con la única pata que le quedaba le aseguraba descanso, hidratación y la oportunidad de comer algo de alimento.
 
Respiró profundamente, sintiendo el aire fresco llenar sus pulmones. El orgullo y la determinación que lo habían traído hasta aquí se reafirmaron en su interior. Con un último vistazo hacia atrás, decidió que la mejor opción; la más inteligente y conservadora, era seguir adelante.
 
Zev continuó hacia el oasis, con su mirada fija en los árboles que prometían agua y refugio. Cada paso lo acercaba más a la meta, y aunque había perdido parte de su presa, sabía que la única pata restante y el agua del oasis serían suficientes para recuperar sus fuerzas.
 
Al llegar al oasis, Zev sintió una oleada de alivio. El sonido del agua corriente y la frescura del lugar eran como un bálsamo para su cuerpo y su espíritu. Se agachó junto al agua, bebiendo profundamente, permitiendo que el líquido vital calmara su sed y revitalizara su cuerpo.
 
Luego, se acomodó en un lugar seguro y comenzó a preparar la pata del cervatillo. Aunque no era la comida abundante que había planeado, era suficiente para saciar su hambre y darle la energía necesaria para continuar su búsqueda de identidad y propósito en este vasto y desafiante mundo.
#14
Jack D. Agnis
Golden Eyes
Tras unos momentos de debate interno, al final Zev decidió seguir hacia adelante y no retrasarse mas. Su destino estaba enfrente y ya no había nada ni nadie que lo detuviera. Tal vez aquella comida era lo único que necesitaba para continuar con su viaje y no necesitaba mas que eso.

Guiado por su convicción y deseos de llegar aun lugar donde calmar no solo su hambre y sed, sino sino que también sus ansias de libertad, caminó un poco mas rápido de lo que lo venia haciendo.
Tan pronto se acercó al oasis pudo ver como los arboles incrementaban su tamaño, tanto en altura como en anchura, mientas que las hierba crecía a los lados con un verde oscuro y saludable.
Lo único extraño que puede notar es que sonido de animales, tantos insectos como mamíferos, no se oyen en ese oasis, pero no le prestas atención y continuas hacia tu mina de oro.

Una vez divisas el agua, una oleada de alivio invadió tu cuerpo, haciendo que tus pies trastrabillaran un poco por el cansancio, pero continuaste hasta el agua, donde pudiste calmar tu sed y revitalizar tu cuerpo.
Mientras tomas agua, oyes algo que te llama la atención por lo que alzas tu mirada y logras ver, aunque puede ser que tu cansancio te haya traicionado, una especie de cola reptiliana y escamosa, del tamaño de un tronco de un árbol viejo la cual se alejaba de aquel oasis. Pero tan pronto como ajustas tu mirada, esta ya no se encuentra allí, y el sonido de insectos y de animales a tu alrededor comienzan a inundar nuevamente el ambiente.

Ya con la sed calmada y con tu cuerpo un poco recompuestos, miras la pata de aquel pobre cervatillo que habías cazado con hambre y ansias, y sin pensarlo demasiado, comienzas a comerla, no sin antes haberla cocinado. El tiempo ya no apremia y sabes que el fuego asusta a los depredadores, asique por ahora te encuentras tranquilo y sin preocupación alguna.

Tras unos largos minutos de comida, sientes que el cansancio del viaje está pensando demasiado sobre tus hombros, por lo que luego de encontrar un pequeño hueco seco y seguro, te recuestas y cierras tus ojos.
Los sueños que ahora tendrás no serán de tu esclavista, sino de un coyote que corre libre por la sabana.

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#15
Moderador Gaimon
Gaimon
En proceso.
#16


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