Alguien dijo una vez...
Monkey D. Luffy
Digamos que hay un pedazo de carne. Los piratas tendrían un banquete y se lo comerían, pero los héroes lo compartirían con otras personas. ¡Yo quiero toda la carne!
[Autonarrada] [A-T2] ¡Krampus se ha robado los regalos!
Alistair
Mochuelo
Recordatorio de la aventura


1 de Invierno, Año 724

Nieve, un frío que enviaría a cualquier incauto bajo una manta térmica y un espíritu en alto a casi todas horas del día. Esas eran las primeras palabras que aparecían en la mente del emplumado en cuanto hacían mención de la época navideña que se estaba viviendo. Su situación era complicada en ese escenario: Sentía un genuino amor agridulce hacia la época, pues aunque adoraba de todo corazón la cantidad de risas y buenos deseos que se respiraban en las casas, algo en él se llevaba rotundamente mal con el frío que no tardaba en hacerse presente. Era... complicado.

Situación personal aparte, algo que no contaba con el mas mínimo grado de ambigüedad eran las ordenes que habían recaído en sus hombros para esas fechas. Inesperadas pero que le habían arrancado una sonrisa por poder convertirse en un viento de cambio para bien, Alistair habría sido informado de la actividad de una banda de ladrones que se hacían conocer como "Krampus", quienes parecía que aumentaban drásticamente su presencia cerca las fechas navideñas. Fiel a su hombre, este grupo obraba en contra del buen espíritu navideño de los demás, en esta ocasión secuestrando un cargamento de regalos que estaba destinado a los residentes de un orfanato local, una muestra de buena fe de una compañía pesquera que quería hacer algo bueno por estos pequeños, además de servir como una celebración de las buenas ventas que habían tenido a lo largo del año. Un acto que tocaría el corazón a cualquiera, arruinado por personas con demasiado tiempo en sus manos y nada mejor que hacer.

Para empeorar la situación, parecía que los gremios de seguridad tanto locales como globales estaban con trabajo hasta la coronilla por las fechas y por tanto eran incapaces de atender a solicitudes de esa naturaleza, por lo que la entidad comercial no vio más remedio que girar su atención hacia la única otra facción disponible: la Armada Revolucionaria. Una oportunidad idónea para que el mencionado grupo pudiera demostrar a la población que la armada venía en beneficio del pueblo, por y para el pueblo, y que estaban muy alejados de la mala reputación que en ocasiones podía atribuírsele.

La labor de información había sido cumplida casi en su totalidad por los agentes de la armada que se encontraban activos en la isla mencionada, entregándole a Alistair toda la información que necesitaba en un sobre el cual tardó muy poco en llegar hasta sus manos. En dicho sobre, un documento formalizaba la misión de recuperación del cargamento, y describía a detalle la banda de Krampus mientras que también situaba el cargamento robado en una bodega abandonada en Loguetown. Hasta habían incluido un anexo al final de la última hoja, llenándolo de rumores sobre el dueño teniendo problemas con pandillas locales desde hace tiempo, lo que contemplaba la posibilidad de un problema instigado desde hace tiempo por los malhechores que conformaban Krampus. Vaya que el personal de Inteligencia era detallado y perfeccionista con su trabajo.

Siguiendo sus instrucciones, el lunarian esperaría hasta que el sol cayese y las noches tomaran las calles para llevar a cabo en plan. Si quería reducir los accidentes al mínimo posible, necesitaría de todas las cartas a favor que pudiera permitirse. 

Una vez la luz fuese mínima, ideal para infiltrarse en el descuidado edificio ocupado por Krampus, Alistair se pondría en marcha. Armado con sus tres confiables katanas, el primer paso de la operación empezaría con el Lunarian haciendo uso de una de sus mayores ventajas anatómicas: Las alas de ébano que cargaba a su espalda, perfectamente capaces de permitirle surcar los aires con la misma facilidad de un ave, conseguirían que el revolucionario tomase una distancia grande del suelo y pasara muy por encima del territorio que los integrantes de la banda vigilarían visualmente; el vuelo no sería ni descuidado ni poco metódico, pues utilizando su Haki de Observación en conjunto con su propia vista destacable, se encargaría de mantener vigilados a los presentes en busca de alguno que quisiese mirar hacia arriba y por coincidencia lo intentaran pillar.

Al final, su avance no se encontraría con problema alguno. Ya en el tejado, buscaría -con cuidado de no hacer ruido- por toda la extensión del tejado hasta dar con una ventana abierta en la parte mas alta de la bodega, la cual le permitiría una entrada relativamente discreta y le permitiera posicionarse en una de las pasarelas que servían como un "segundo piso". 

Una vez estuviese en una posición aislada, de su bolsillo removería su pequeño y confiable molusco de comunicaciones para hablar a través de éste. —Agente Alistair, entrando en la bodega. Procedo hacia el cargamento.— Murmuró, tal que el único ser que le escuchase fuese el Den Den en su mano, inmediatamente después colgando la llamada y guardándo al caracol en su espacio designado.

Por unos segundos, cerró los ojos y se concentró, abarcando la totalidad del lugar con su haki de Observación y una notable distancia fuera de éste; cuatro presencias debajo de él haciendo patrulla, dos en el lugar donde -según la información recibida- mantenían resguardados los regalos, y otros cuatro que ya había detectado fuera del lugar. Los de afuera se movían poco, tan solo girándose de vez en cuando. Parecía que dependían en demasía de las defensas exteriores, esperando que nadie se colase en el lugar sin pasar desapercibido. Esperado de una banda con pocos reportes a su nombre. 

Avanzando cuidadoso, el lunarian utilizaría sus alas para cubrir una gran porción de su cuerpo y utilizar un improvisado camuflaje natural con las sombras del lugar, derribando uno a uno cada integrante de la banda que había conseguido percibir en el lugar: Golpes con el lado romo de su katana tan precisos como medidos en fuerza, intentando evitar dejar daños duraderos que no sanasen con reposo y algunas buenas prácticas médicas, conectando los impactos en regiones sensibles de la cabeza y la nuca para poder noquearlos con mínimo ruido. Como las plumas de sus alas, uno a uno cayeron hasta que cada criatura acallara completamente su presencia. 

Su avance eventualmente le llevaría hasta la entrada de la habitación en la que estaban los regalos; una única entrada con una puerta metálica de apariencia pesada era el único punto de acceso al lugar, por lo que un enfrentamiento directo se convertiría en algo inevitable. Se detuvo un segundo a pensar, mirando a sus alrededores en búsqueda de alternativas... Nada. Solo quedaba el método directo. Tocó la puerta dos veces con sus nudillos, dejando que el eco metálico resonara al otro lado y daría unos segundos para que al menos uno de los guardias se acercara a verificar lo que sucedía. Mientras tanto, tomó aire profundo y lo exhaló, revigorizando su cuerpo y preparándolo para el brusco movimiento que seguiría. 

Y en cuanto escuchase pasos finalizar frente al otro lado de la puerta, propinaría una poderosa patada que conseguiría soltar la plancha metálica de sus puntos de agarre y arrastrar a la persona al otro lado con ella, llevándoselo varios metros hacia atrás, dejando caer todo su peso sobre el cuerpo del hombre y excluyendolo como un problema a tratar por... Al menos unos 10 segundos, podía suponer. Pero no se permitió ni un segundo de descanso, pues tenía conocimiento de un individuo más allí. Sin darle tiempo a respirar, se le abalanzó encima y propinó un golpe horizontal con sus dos katanas, aún haciendo uso del lado romo para noquearlo por encima de matarlo. Eso si, el dolor de cabeza que sufriría por la mañana no se lo iba a quitar nadie. 

Finalmente, cuando el guardia bajo la puerta metálica intentase ubicar un brazo para apuntar su arma en dirección del emplumado, Alistair pegaría un salto y colocaría todo su propio peso sobre el metal, provocando una presión suficiente -y otro golpe a la cabeza, pobrecillo- capaz de presionar contra los pulmones e incapacitar su capacidad pa respirar, desmayandole en cuestión de poco tiempo como a su compañero. Finalmente a solas con el objetivo, el emplumado sacaría nuevamente su Den Den Mushi para dar una actualización de su situación. —Agente Alistair, estoy con los regalos. Procedo a asegurarlos y retirarme de la zona.— Colgaría el Den Den, lo guardaría y soltaría un suspiro tendido. —Bien, tengo unos minutos para salir de aquí antes de que se den cuenta que algo anda mal, suponiendo que no escucharan nada.— Y es que soltar una puerta de la pared con una patada no era particularmente discreto. 

De su bolsillo sacaría un artilugio para la tarea a mano, cortesía de la armada: Una bolsa roja que iniciaría en un tamaño diminuto, pero que crecería a proporciones cómicamente grandes conforme metiese cada uno de los regalos en el sitio. Pasado un punto, la resistente tela se estiraría al punto que parecía querer estallar en cualquier momento; nada de que preocuparse según le habían comentado, o al menos en eso quería confiar. 

Sus movimientos poco discretos, como predijo, terminarían llamando la atención de indeseables al lugar, haciéndose presentes como una andanada de pasos pesados y apresurados dirigiéndose hacia su ubicación. Debía pensar rápido. Sin demora, Alistair rompería los estantes metálicos en el lugar con sus espadas y apilaría todos los restos frente a la única entrada, imposibilitando moverlos todos a la vez, dificultando retirarlos uno a uno y cerrando el paso hasta el lugar donde él se encontraba. Afuera de la habitación, un grupo de hombres apuntarían sus armas hacia la entrada. —¡Afuera si no quieres que te llenemos de agujero!— Fue la única voz que se escuchó resonar por las paredes del lugar. 

Varios momentos pasaron en silencio, hasta que dos estruendos no consecutivos sacudieron el almacén entero, suficiente para romper la postura de varios presentes y tirarlos al suelo. Uno de los malhechores se acercaría al montón de restos metálicos, solo para ver un enorme agujero en la pared al lado opuesto de la habitación, seguido de un segundo que permitiría llegar al exterior inmediatamente. Ni rastro del revolucionario ni de los regalos, el hombre a cargo empezó a ladrar órdenes intentando movilizar a sus hombres sin éxito alguno. Para cuando pudiesen verlo, la figura del lunarian estaría sobrevolando los cielos, con la bolsa cómicamente grande montada en su hombro y una sonrisa de victoria que no le entraba en el rostro. 

Hoy no sería el día en que se perdería la navidad. Próxima parada: El orfanato, a devolver los regalos a los pequeños.
#1
Moderador Doflamingo
Joker
¡RECOMPENSAS POR AUTONARRADA T2 ENTREGADAS!


Usuario Alistair Morgan
  • Berries: 135.227.500 -> 135.527.500 (+300.000)
  • Experiencia: 3720.71 -> 3750.71 (+30)
  • Nikas: 0 -> 2 (+2)
  • Reputación: +10 Reputación Positiva

    [Imagen: 95fa77531754675c202aa20ac4047d602acade5e.gif]
#2


Salto de foro:


Usuarios navegando en este tema: 2 invitado(s)