¿Sabías que…?
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[Aventura] [T3] El Caso Doremus
Drake Longspan
[...]

Día 4 de invierno del año 724,
Flevance — Pueblo Torino.

El sol brillaba alto sobre los tejados circulares y blanquecinos de Pueblo Torino, proyectando reflejos cálidos y ambarinos en cada rincón de la isla. Las calles empedradas de la capital estaban llenas de vida, con locales y visitantes caminando entre mercados bulliciosos y patios decorados con enredaderas florales que caían como cascadas de color. El aroma a hierbas frescas y frutas exóticas llenaba el aire, envolviéndoos en una atmósfera única que parecía casi mágica.

Habíais llegado a Flevance no hacía mucho tiempo, se vieron obligados por aquel dichoso accidente, pero ahora permanecia cada uno motivado por razones personales: tal vez la búsqueda de conocimientos médicos, un interés por las propiedades curativas de las plantas locales, o simplemente el deseo de explorar un lugar tan fascinante como desconocido. Lo cierto es que la isla será capaz de cautivaros desde el primer momento.

En vuestra caminata, os encontrasteis en el corazón del Mercado de las Hierbas, un lugar conocido por su interminable variedad de plantas curativas, especias exóticas, y ungüentos de propiedades casi mágicas.

Los puestos, hechos de madera y decorados con hojas y flores, estaban atendidos tanto por humanos como por una pequeña proporción de minks, que ofrecían productos locales y compartían historias sobre las maravillas de Flevance. A vuestro alrededor, otros visitantes regateaban con entusiasmo, examinaban raíces extrañas o compraban frascos con líquidos de colores que reflejaban la luz como pequeños arcoíris. En ese bullicio, una conversación llamó vuestra atención.

¿Lo oíste? Doremus está grave. — susurró un hombre mientras sostenía un paquete de hojas secas.

¿El viejo sanador? ¡Imposible! Ese mink ha vivido más años que muchos árboles de esta isla. — respondió su acompañante, visiblemente incrédulo.

El nombre quizás os resulte familiar. Doremus, un mink conocido por su habilidad casi legendaria para curar cualquier dolencia con remedios naturales. No era otro qué uno de tantos sanadores importantes de Flevance. Si él, con todo su conocimiento, estaba enfermo, debía ser algo fuera de lo común.

La curiosidad os llevó a escuchar más. Una anciana mink, con su pelaje grisáceo y vestido tejido con fibras naturales, explicaba lo que sabía a un grupo de oyentes atentos.

Hace unos días, fue a estudiar unas plantas cerca del manantial. Desde que volvió, apenas puede hablar. Dice que escucha voces en el agua, como si algo lo llamara. Está cada vez peor. Nadie sabe qué hacer.

Antes de que pudierais preguntar más, un joven mink apareció de la nada, corriendo entre los puestos y tropezando con vosotros, chocando su hombro con el de Sasurai. Llevaba un pequeño frasco en una mano y, en la otra, un cuaderno lleno de notas que parecían escritas con desesperación. Su respiración estaba agitada, y su expresión era de pura preocupación.

¡Perdón, perdón!

Aquel joven seguía corriendo rumbo a saber dónde. Y ahí empezó todo, tomando cualquier camino qué os guié desde el mercado a algún lugar. Bienvenidos a Flevance, una isla que parece perfecta en la superficie, pero que estaba a punto de mostraros los secretos que yacían bajo su hermosa fachada.

Bienvenidos
#1
Sasurai
-
Personaje

Virtudes y defectos

Inventario


Su llegada a Flevance el día anterior había sido bastante accidentada, más similar al descenso al averno que un a cualquier viaje civilizado, pero ahora que las cosas se habían calmado Sasurai estaba empezando a apreciar que habían tenido bastante suerte con el destino donde habían ido a aterrizar. El pueblo que ahora los recibía resultaba una visión paradisíaca, bañado por el sol y con las calles llenas de vida y aromas, y el hombre no podía esperar a explorarlo y descubrir sus manjares.

Después de reponerse de la resaca que le había acompañado todo el viaje, así como del trauma del propio viaje, el pelirrojo había decidido atacar dos importantes misiones: la primera, seguir conociendo a la tripulación a la que al parecer se había unido, al menos temporalmente. Y la segunda, y para él siempre la más importante, conseguir comida y descubrir qué especias, frutas y platos eran típicos de este lugar.

Por suerte sus dos objetivos eran compatibles, y por eso estaba ahora con Asradi paseando por Pueblo Torino. De la gente que aún no conocía mucho ella había sido la que más amable se había mostrado durante el viaje, mostrando algo de preocupación por ver si estaba bien, y presentándose. El músico sabía que la primera impresión que había dado era lamentable, y aunque eso significaba que ya solo podía ir a mejor, parte de él estaba sorprendida de que la joven hubiese aceptado acompañarlo al pueblo. Seguramente tendría sus motivos para querer ir y lo veía suficientemente inofensivo como para no tener problema de ir juntos aunque no se fiase mucho, pero en cualquier caso esta era la oportunidad del treintañero para demostrar que era de fiar, y que no era completamente inútil.

Mientras paseaban por el mercado el hombre iría atento a su alrededor, en parte por si habían ladrones operando entre la gente, pero también por si se enteraba de algo interesante. Además también estaría se acercaría de vez en cuando a algún puestecito, comprando una fruta exótica en uno de ellos y empezando a comer inmediatamente. Esto le llevaría a llenarse la cara y las manos de jugo, sonriendo inocentemente y preguntándole a Asradi si quería, mientras que él se acercaría a otra tienda a intentar conseguir un pañuelo para limpiarse.

Sería justo cuando se girase después de pagar por un par de pañuelos de colores intensos, limpiándose la cara con uno de ellos, que un joven mink chocaría con él. La primera intuición de Sasurai sería pensar que le estaban intentando robar, pero viendo lo que llevaba en las manos y lo agobiado que parecía el chaval, descartaría esa idea. Regresando junto a Asradi, le entregaría el pañuelo que aún seguía limpio y sonreiría una vez más.

- Un pueblo de lo más interesante. ¿Tú venías buscando algo en concreto, o vamos a por más frutas? Con un poco de suerte la próxima no será tan pringosa... -

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Nota
#2
Asradi
Völva
Personaje


Pueblo Torino les recibía con todo el esplendor del que disponía. Un lugar sencillo pero hermoso y que tenía fama de ser un lugar de sanadores y médicos. O, al menos, de poder encontrar remedios que en otros lugares no había. Asradi estaba ligeramente emocionada al respecto, y también cautelosa. Aunque el pueblo parecía animado y tranquilo, había descubierto por las malas que nunca había que fiarse de las apariencias. Era triste, pero así era la realidad de las cosas. Había dejado atrás al resto del grupo y se había unido con Sasurai en esa pequeña aventura. En realidad la idea de Asradi era conocer el lugar y, sobre todo, reabastecerse de remedios o plantas medicinales exóticas que pudiese encontrar en el pueblo.

Sonrió ligeramente a su acompañante mientras caminaba a su lado. Había dejado “atrás” la cola y ahora avanzaba con sus piernas humanas. Todavía se sentía bastante rara al respecto, pero sí tenía que reconocer que era menos riesgoso cuando se adentraba en zonas humanas.

Parece que es un lugar tranquilo, aparentemente. — Comentó al aire, mientras luego miraba de reojo al de cabellera rojiza. — ¿Te vas habituando al resto del grupo? Son ruidosos y brutos a veces, pero son buena gente todos y cada uno de ellos. ¿Cómo conociste a Umi? — Se atrevió a preguntar, al mismo tiempo que luego volvía la vista al frente mientras iba recreándose con el lugar. — Quiero ver qué tipo de hierbas medicinales tienes. Puedes mirar las frutas si te apetece.

Mientras esperaba respuesta de Sasurai, Asradi se recolocó un poco la mochila a sus espaldas, donde llevaba sus pertenencias o, más bien, lo más importante, tal como algún que otro botiquín y útiles médicos. Pero, sobre todo, los ungüentos y remedios que ella solía preparar de manera natural. En los meses que habían pasado hasta la actualidad, había estado tratando de mejorar y aprender más. Se acercó a uno de los puestos cercanos a curiosear y a ver que vendían. Y fue en ese mismo momento que comenzó a escuchar las conversaciones cercanas. Inevitablemente, Asradi puso la oreja. ¿Habían dicho Doremus? Le sonaba parcialmente ese nombre, aunque no lo conocía en persona. Quizás de algún rumor o alguna mención en algún otro lugar, pero tendría que haber sido en el East. O antaño, hace muchos años, antes de que ella abandonase el North Blue.

. . . — Ladeó ligeramente la cabeza mientras los otros hablaban. Al final, no pudo evitarlo. — ¿Dice que está grave? ¿Puedo preguntar qué síntomas tiene, aparte de que casi no pueda hablar? — Se terminó metiendo en la conversación.

Había escuchado también lo del manantial, cosa que apuntó mentalmente. Sonrió de manera afable.

Sé que a lo mejor me estoy metiendo donde no me llaman, pero yo también tengo alguna noción de medicina. — Entendía que pudiesen desconfiar de una desconocida. — Y soy oriunda del North Blue. — A lo mejor eso ayudaba un poco, o eso esperaba. — ¿Sabéis qué plantas son las que estuvo estudiando concretamente?

Sí, aquello casi parecía un interrogatorio, pero toda información era valiosa.

Mientras, intercambió una mirada con Sasurai, en una mezcla de intriga y preocupación.

Resumen

Virtudes y Defectos

Inventario
#3
Drake Longspan
[...]
El mercado, con sus calles empedradas y puestos adornados con hierbas, frutas y flores, era un lugar lleno de murmullos y actividad. Sin embargo, el aire se sentía diferente alrededor de la conversación que había captado la atención de Asradi y Sasurai. Los rostros de los locales, normalmente despreocupados, ahora reflejaban preocupación y un nerviosismo palpable mientras hablaban en voz baja sobre Doremus y su extraña enfermedad.

La anciana mink que relataba los detalles sobre el sanador giró su cabeza hacia Asradi. Su rostro, marcado por los años y la experiencia, mostraba una mezcla de cansancio y seriedad. Parecía estudiar a la joven con cierta curiosidad antes de hablar.

Grave, sí — respondió con voz áspera, como si el peso de la situación estuviera incrustado en cada palabra — Apenas puede hablar… Cuando lo hace, murmura cosas que nadie entiende, como si estuviera en otro lugar. Y esas manchas oscuras… nunca habíamos visto algo así.

La anciana hizo una pausa, mirando hacia el suelo, como si buscara las palabras adecuadas para describir lo que había presenciado.

Doremus fue al manantial hace unos días — añadió, levantando la vista de nuevo — Allí encontró unas flores. Las llamaba llorosas de plata. Estaba entusiasmado… Decía que podían ser la clave para curar enfermedades graves. Pero ahora… ahora está atrapado en su cama, con esas marcas extendiéndose por su cuerpo.

El hombre que estaba a su lado, aún sosteniendo su paquete de hojas, asintió.

Nadie quiere acercarse al manantial — dijo en voz baja, como si temiera que alguien más lo escuchara — Hay algo raro en ese lugar. Siempre lo ha habido.

Las palabras parecían pesar en el ambiente, provocando que algunos de los oyentes cercanos se retiraran del lugar con excusas apresuradas, la anciana les miraba a ambos hacia los ojos, suspirando y con pesar, prosiguió.

Fiebre alta, debilidad… y esas cosas que murmura, como si hablara con alguien que no está allí. Dice que escucha voces en el agua. Es… desconcertante.

En ese momento, el joven mink que había tropezado antes con Sasurai apareció de nuevo, esta vez caminando con pasos rápidos y un rostro lleno de preocupación. Llevaba en sus manos una pequeña caja de madera, y al ver a Asradi hablando con la anciana, se acercó directamente.

[Imagen: SSHQZfa.jpeg]

¿De verdad entiendes de medicina? — preguntó con un tono que mezclaba urgencia y esperanza. Antes de que ella pudiera responder, abrió la caja, mostrando una flor cuidadosamente envuelta en un paño húmedo.

El brillo de la flor captó la atención de todos los presentes. Sus pétalos, tan delgados que parecían hechos de cristal, reflejaban la luz con un leve resplandor plateado. Era algo extraño, hermoso y, al mismo tiempo, inquietante.

Esto es lo que estaba estudiando — dijo el joven mink, su voz temblorosa mientras sostenía la caja frente a Asradi — Doremus encontró varias de estas cerca del manantial. Creía que tenían propiedades curativas, pero ahora… — Se detuvo, mirando la flor con un gesto de preocupación — No sé si esto lo enfermó o si fue el manantial en sí, pero todo empezó después de ese día.

La anciana miró la flor con desconfianza, cruzándose de brazos como si quisiera protegerse de su mera presencia.

Quizá sea mejor deshacerse de eso — murmuró, aunque no con mucha convicción.

El joven negó con la cabeza rápidamente.

No podemos hacerlo. Si esto tiene algo que ver con lo que le pasa, necesitamos saberlo. Tal vez sea la clave para ayudarlo.

Asradi y Sasurai, si lo quisiera, podrían estudiar la flor detenidamente mientras el joven seguía hablando.

Doremus está en su casa, no muy lejos de aquí. Si realmente queréis ayudar, os llevaré hasta él. Me llamo Rilen. — Su voz ahora era más firme, aunque su rostro seguía reflejando la ansiedad que sentía — Necesitamos a alguien que piense diferente, alguien que pueda ver lo que nosotros no vemos.

La anciana suspiró y volvió a mirar a Asradi y al muchacho cerca de ella.

No sé si alguien puede ayudarlo en este punto… pero, si tienes alguna idea, no hay nada que perder.

El joven mink esperó una respuesta, sosteniendo la caja cerca de su pecho como si protegiera el último vestigio de esperanza que le quedaba. 

A su alrededor, el mercado seguía con su bullicio, pero para los presentes, el mundo parecía haberse reducido al pequeño espacio donde estaban parados. 

Había algo extraño en todo esto, algo que iba más allá de una simple enfermedad, y ahora parecía tentador seguir el rastro de este misterio hasta el hogar de Doremus.

Resumen
#4
Sasurai
-
Tras pasear y conversar un rato con Asradi, Sasurai no tardó en decidir que la joven le parecía buena persona. No solo había sido la primera en preocuparse por él en el barco, sino que también estaba haciendo un esfuerzo por ayudarlo a integrarse en la tripulación, incluso interesándose por qué tal se llevaba con los otros y justificando lo que alguno podría ver como defectos. Por su parte el pelirrojo tenía facilidad para adaptarse a diferentes grupos, y había estado con peores compañías, así que se limitó a encogerse de hombros y responder sonriente.

- Se les ve buena gente. La verdad es que me preocupa más que me echen del barco por no aportar nada que lo brutos que puedan ser. - Dijo en un arrebato de sinceridad, suponiendo que la chica no lo juzgaría y tal vez fuese una aliada si en algún momento había que votar si o dejaban seguir en la tripulación. - En cuanto a Umibozu, me lo encontré en DemonTooth, les guié a él y a Timsy a comer calamares, y desde entonces estoy viajando con ellos. Yo llevaba tiempo solo y me parecieron buena compañía, el grandullón da mucha seguridad a la hora de viajar la verdad. No se por qué me dejaron ir con ellos, le debí de caer bien. - Añadiría encogiéndose de hombros.

Tras la conversación la sirena se interesaría por las hierbas medicinales mientras que el pelirrojo degustaba algunas frutas locales, y cuando volviesen a juntarse el hombre vería que ella se había metido en una conversación sobre un curandero local que al parecer estaba enfermo. Intentando no interrumpir ni molestar, el treintañero se uniría a la conversación, maldiciendo interiormente que la primera "misión" que se encontrasen fuese algo en lo que seguramente no iba a poder ayudar mucho.

Después de escuchar a los presentes, tomando nota mental de los detalles que le parecían interesantes, Sasurai decidiría hacer una de las cosas que mejor se le daba: fingir ser algo que no era. En este caso adoptaría el papel de una especie de detective, intentando lograr dos objetivos. Por un lado dar seguridad y tranquilidad a los demás, haciendo ver que ya no tenían de qué preocuparse ahora que estaba en el caso. Por otro lado, con un poco de suerte, ayudar de verdad. Era un modus operandi común en el músico el adoptar comportamientos como en una especie de actuación para de esta manera intentar llevar a su mente a pensar de modo diferente, confiando en su inteligencia para que al final todo acabase teniendo sentido. A veces acababa haciendo el ridículo, a veces llegaba a conclusiones interesantes, pero en cualquier caso era lo mejor que podía aportar.

Así pues, carraspearía al tiempo que se cruzaba de brazos y se colocaba la mano derecha en la barbilla, como pensativo. Tras una pausa dramática se acercaría a la anciana y al chico, hablando en un tono firme y seguro.

- Yo me llamo Sasurai. Ella es especialista en medicina, pero yo tengo otros talentos... - Dejaría la frase en el aire, no aclarando cuáles eran esos talentos y sin saber ni él mismo a qué se refería, pero seguiría hablando antes de que nadie pudiese pedir aclaraciones.
- ¿Os importa si os hago unas preguntas? Con nosotros en el caso seguro que llegamos al fondo del asunto, pero será necesaria vuestra colaboración. -

Haría otra breve pausa, dejándoles tiempo para asimilar lo que iba diciendo y aprovechando para mirar alrededor, intentando evaluar si estaban atrayendo atención y si alguien que los observase parecía fuera de lugar. Acto seguido, tanto si habían aceptado ayudar como si no, se lanzaría a hacer sus preguntas.

- ¿Visitaba Doremus el manantial a menudo? ¿Hay alguien más que haya ido recientemente? ¿Habíais visto antes estas flores en algún otro sitio? ¿Tenía el doctor enemigos o competidores directos? Y, ¿qué quiere decir con que siempre ha habido algo raro en ese manantial? -

Sasurai centraría sus preguntas en la anciana, aunque alternaría la mirada al joven para mantenerlo involucrado en la conversación y animarlo a apuntar su punto de vista si tenía algo que decir. Ante cada respuesta pondría cara de concentración, como si estuviese tomando nota dentro de su cabeza y acumulando y ordenando datos, construyendo un mapa mental que les llevaría a la solución. Lo cierto era que estaba haciendo algo así, pero era igualmente cierto que su actitud externa era parte real parte performance para dar la imagen de lo que él creía que un detective profesional y competente debía reflejar. La lástima, pensaría para sí mismo, era no tener una libreta y un lápiz, y a ser posible un puro. No tenía claro por qué esa era su imagen mental, pero el puro era importante para detectivar. Pero bueno, cada uno trabajaba con lo que tenía.

Tras su ronda de preguntas, ya fuese porque había obtenido todas las respuestas o porque se habían cansado de él, escucharía a lo que Asradi quisiese preguntar, prestando atención para ver cómo encajaba con lo que ya hubiesen averiguado, y mirando alrededor de vez en cuando para permanecer atento a la atención que pudiesen recibir. Además, si su compañera no lo había pedido ya, una vez acabasen de hablar pediría al joven Rilen que les llevase hasta Doremus. El verdadero escenario del crimen seguramente era el manantial, pero dado que podía ser peligroso parecía mejor idea recopilar primero toda la información posible.

Resumen y cosas

#5
Asradi
Völva
Nadie te va a echar, no te preocupes. Mientras no hagas nada malo. Y aún así, supongo que se hablaría. — Murmuró solo para tranquilizar los pensamientos que Sasurai pudiese tener al respecto. Incluso le dió una palmada suave en la espalda, a modo de consuelo.

Tras esa corta e inicial conversación, el foco de atención se centró, por supuesto, en los rumores y habladurías que tenían a su alrededor, al menos hasta que Asradi preguntó de manera más directa. Fue la anciana mink la que le respondió con cautela pero también con el conocimiento que tenía al respecto. La sirena se mantuvo pensativa. Un manantial al que nadie quería acercarse. Generalmente, cuando ese tipo de cosas sucedían entre varias personas, era porque efectivamente algo había alrededor de dichos lugares. Así que ese era un lugar al que tenían que ir sí o sí. Era parte del misterio, al fin y al cabo. Por otro lado, los síntomas de Doremus, dificultad al hablar y manchas oscuras también eran algo a tener en cuenta. Fiebre, posibles alucionaciones provocadas por la fiebre...

No puedo sacar un diagnóstico así sin antes verlo, pero suena preocupante. — Comentó un poco para sí, aunque de manera audible. — Además...

Asradi no terminó la frase puesto que su carril de pensamientos se había visto interrumpido por la llegada de aquel joven mink que, inicialmente, se había tropezado con Sasurai. Cuando le preguntó si entendía de medicina, asintió de manera suave.

Tengo algunas bases, podría intentar echarle un vistazo. — Aunque, claro, no prometía tampoco nada. Era una curandera y, aunque conocía una buena cantidad de plantas y remedios naturales para muchas enfermedades o infecciones comunes, había cosas que se le escapaban de las manos. Al fin y al cabo, todavía estaba aprendiendo.

Siempre se aprendía, en realidad.

La pelinegra se aproximó cuando el muchacho mink abrió la cajita que sostenía. No tocó su contenido, pero sus ojos claros se posaron sobre la preciosa y delicada flor plateada. No parecía venenosa o peligrosa a primera vista. Pero claro, nunca se podía uno fiar de las apariencias. En la naturaleza todo te podía matar si uno no se andaba con cuidado.

El chico tiene razón. Si esta flor tiene algo que ver, necesitamos estudiarla. — Respondió a la anciana mink y dándole la razón al más joven. — Lo más sensato es que vayamos a verle, primero a él para confirmar los síntomas. Y para hacer algunas pequeñas pruebas.

Totalmente inocuas, por supuesto. Pero que esperaba, sirviesen para aportar un poquito de luz al asunto.

Fue el turno, posterior, de Sasurai de intervenir. La sirena le miró, primero parpadeando con algo de curiosidad y luego con una suave sonrisa al ver cómo se comportaba como un auténtico detective. Eso, o le preocupaba mucho esa gente. En realidad no podía imaginárselo porque tampoco le conocía de nada. Más allá de que había sido traído por Umibozu. Al fin y al cabo, todavía se estaban conociendo. Pero las preguntas que hacía eran buenas y esperaba que también sirviesen para sacar algo en claro.

Cuanto más sepamos al respecto, mejor podremos ayudar. Iremos a visitar a Doremus, así que si nos puedes guiar hacia su casa, te lo agradecería mucho. — Respondería Asradi al joven mink lince con una suave sonrisa.

El tiempo apremiaba, al fin y al cabo.

Resumen
#6
Drake Longspan
[...]
La anciana mink observó a Sasurai con cierta curiosidad ante su actitud firme y directa, aunque parecía algo escéptica. No era común que los forasteros se involucraran de manera tan activa en los problemas de Flevance. Aun así, respondió a las preguntas con la misma cautela que había mostrado antes.

Doremus visitaba el manantial de vez en cuando, sí — dijo finalmente — Siempre fue curioso, especialmente cuando encontraba algo nuevo que pudiera ayudar a la isla. Pero no recuerdo que nadie más haya enfermado como él. La mayoría evita ese lugar. Las flores, en cambio, son exóticas, peculiares. Nunca las habíamos visto antes en ninguna otra parte de la isla.

El hombre que la acompañaba intervino en ese momento, con el ceño ligeramente fruncido.

Competidores, enemigos… no, nada de eso. Doremus es querido por todos. Siempre ha ayudado a quien lo necesitaba. Pero el manantial… — hizo una pausa, como si dudara en continuar — Siempre han habido historias, la tribu Daimink es algo extraña... Dicen que está maldito, que es mejor no acercarse. Yo nunca lo he creído, pero ahora… 

No terminó la frase, dejando que el silencio hablara por él.

Mientras tanto, el joven mink, Rilen, miraba a Sasurai y Asradi alternadamente, como buscando en ellos alguna señal de confianza. Cuando escuchó la propuesta de ir a visitar a Doremus, asintió con rapidez, claramente aliviado de que alguien estuviera dispuesto a ayudar.

Os llevaré a su casa — dijo, ajustando la caja que llevaba entre sus manos — Está cerca.



El camino hasta la casa de Doremus no fue largo, pero conforme se alejaban del bullicio del mercado, el ambiente se volvía más tranquilo, casi solemne. Las calles por las que caminaban estaban menos transitadas, y las casas, aunque igual de hermosas y adornadas con enredaderas, parecían tener un aire más apagado.

Finalmente, llegaron a una pequeña vivienda al borde de un jardín modesto. Las flores que solían adornar las casas de Flevance aquí estaban marchitas, y las ventanas estaban cerradas, como si la casa hubiera sido aislada del resto del mundo.

Rilen se detuvo frente a la puerta, respirando profundamente antes de empujarla con cuidado. El interior era modesto y ordenado, pero tenía un aire cargado, como si la enfermedad que aquejaba a su ocupante se hubiera impregnado en las paredes mismas.

En una cama baja, en el centro de la sala principal, yacía Doremus. Su figura, alguna vez imponente y llena de vida, ahora parecía encogida bajo las mantas que lo cubrían. Las manchas oscuras que mencionaron antes eran claramente visibles, extendiéndose por sus brazos y cuello como raíces que brotaban desde su piel. Su respiración era lenta, pero irregular, y sus ojos estaban abiertos, aunque desenfocados.

Esto es lo que quiero que veáis — dijo Rilen, con la voz apenas un susurro. Se acercó a la mesita junto a la cama y dejó la caja con la flor llorosa de plata cuidadosamente — No sabemos qué más hacer. Todo lo que hemos probado… nada funciona.

El joven retrocedió para dejar espacio, mirándolos con una mezcla de esperanza y miedo mientras los dejaba observar a Doremus. La habitación estaba en silencio, salvo por los murmullos bajos del sanador, palabras que no formaban ningún sentido claro pero que parecían repetirse en un ritmo inquietante.

Era evidente que lo que afligía a Doremus no era algo común. Ahora, ante la presencia del sanador y la extraña flor que había traído consigo, el misterio parecía más profundo de lo que las palabras en el mercado habían insinuado. Los murmullos de Doremus, las manchas en su piel y la flor cristalina eran piezas de un rompecabezas que necesitaban resolver.

Rilen permaneció de pie cerca de la puerta, observando con nerviosismo, mientras la anciana mink, que también los había seguido, se acercaba lentamente, mirando a Doremus con tristeza. Aunque posiblemente, sus pasos fueron tan sigilosos que os pudo causar algún susto, estas señoras de pueblo...

Siempre ha sido fuerte — murmuró ella, más para sí misma que para los demás — Verlo así… parece un mal sueño.

La escena estaba lista para que cualquier acción o deducción que hicieran los visitantes marcara el siguiente paso en este enigma. ¿Serían capaces de encontrar algo que los lugareños no habían notado? El tiempo corría, y con cada segundo, la respiración del sanador se hacía más pesada.

Información
#7
Sasurai
-
La anciana no parecía excesivamente convencida con Sasurai, y seguía mostrándose cautelosa, pero el músico no estaba dispuesto a dejar que eso lo desanimase. Se sentía fuera de lugar, y su ausencia de conocimientos de medicina hacía que no fuese demasiado útil, pero su personalidad le impedía simplemente echarse a un lado. Por eso había caído en su actuación de detective, y en eso seguiría hasta que encontrase algo mejor a lo que agarrarse.

Así pues, iría tomando nota mental de las respuestas, dado que no tenía donde tomar notas de verdad. Al parecer el doctor era querido por todos, un bonachón que ayudaba a todo el mundo, y la mujer no daba señales de estar mintiendo. Lo de las historias y la maldición podía ser una pista, pero el pelirrojo confiaba más en lo que podía ver que en causas sobrenaturales. En cualquier caso tanto si era una maldición como algún otro tipo de causa, la pregunta que debían responder era, en su opinón, ¿Por qué ahora? Qué tenía de especial este momento para que hubiesen aparecido las dichosas flores y hubiese caído malo Doremus.

Por supuesto él no tenía la respuesta, ni mucha idea de por dónde empezar a buscarla, así que se dejaría llevar por la propuesta de visitar la casa del enfermo. El camino hasta allí sería tranquilo, si bien se iba volviendo más deprimente a medida que se acercaban a su destino, pero sin nada remarcable. No se podía decir lo mismo una vez llegaron al hogar, pues ya en el jardín el treintañero vio algo que le llamó la atención.

- Dijisteis que está enfermo desde hace pocos días verdad. ¿Es normal que las flores se hayan marchitado tan rápido? ¿O ya estaban así de antes? -

Quizá era una tontería, pero también era posible que estuviese conectado de algún modo con lo que le pasaba al doctor, y si no como mínimo serviría para demostrar a los presentes que Sasurai estaba atento y se fijaba en los detalles, reforzando su papel de investigador.

Desde allí pasarían a la casa, donde inmediatamente pensaría que hacía falta ventilarla, aunque evitaría mencionar nada. Ese era el tipo de cosas que decía un médico, y ese no era su rol. Seguramente se encargaría Asradi. También tendría que ser ella la que examinase al paciente, pues ahí él estaba completamente perdido. En lugar de eso recorrería la habitación con paso calmado, fijándose en los detalles, buscando algún objeto que llamase la atención o que pareciese fuera de lugar.

Durante ese proceso llamaría la atención el murmullo del sanador, que aunque no tenía un significado claro sí parecía tener un ritmo. Aprovechando sus conocimientos de música, el pelirrojo intentaría escuchar para captar dos cosas: por una parte la melodía, y por otra el tono, intentando identificarlo para quizá más tarde intentar tocarlo con el violín y ver si sentía algo especial. En ese momento una idea flotaría en su cabeza, ¿de dónde venía ese ritmo? Con un par de zancadas cruzaría la habitación hacia donde estaba la flor plateada, acercando la oreja para ver si escuchaba algo, y pidiendo silencio a los presentes en caso de que estuviesen hablando.

El comportamiento del músico podría parecer hasta cierto punto errático, pero nada de toda la situación terminaba de tener sentido, así que tal vez actuar fuera de la lógica y dejándose llevar por su instinto terminase por resultar productivo.

Resumen y cosas


#8
Asradi
Völva
Rilen los llevó, dispuesto, a la casa de Doremus. Durante todo el trayecto Asradi iba pensativa. No tratando de sacar un diagnóstico de buenas a primeras, pues para eso antes tenía que ver al paciente. Pero sí comenzando a elucubrar alguna cosa que les pudiese ayudar. Se decía que Doremus había caído enfermo desde que había ido al manantial a buscar esas flores. Y que escuchaba voces. Pero quizás, aunque estuviesen relacionados de alguna manera, esas mismas flores no tuviesen nada que ver. Asradi echó un breve vistazo a la cajita que, todavía, Rilen llevaba y que resguardaba una de esas pequeñas plantas.

Tras un trayecto que no duró demasiado, llegaron a la zona, a la casa, donde Doremus vivía. El jardín, quizás antes lleno de vida, ahora estaba repleto de flores marchitas. Eso llamó la atención también de la sirena, aunque fue Sasurai el primero que preguntó al respecto. La pelinegra asintió de manera breve esperando una respuesta con ello. En cuanto la puerta de la casa se abrió y pudieron acceder al interior, éste les recibió con un ambiente pesado, y con el típico aroma y sentimiento del encierro de una persona enferma. Asradi arrugó la nariz de inmediato. Esa casa necesitaba ventilación, efectivamente. Pero primero había que ver el estado de Doremus. Fue Asradi quien se aproximó a la cama que yacía en medio de la habitación.

¿Ha tenido episodios de fiebre? — Preguntó mientras se aproximaba y, con mucho cuidado, posaba una de sus manos sobre la frente y el rostro del yaciente, intentando así capturar y notar algún tipo de síntoma inusual al respecto. Ya fuese un calor excesivo o una temperatura demasiado baja de lo que debería tener, así como sudores o temblores.

Acto seguido, su mirada y su atención se posaron directamente en las manchas visibles que se esparcían por la piel de Doremus. Asradi no las tocó directamente. Por el contrario, se desprendió de la mochila que yacía a sus espaldas, la apoyó en el borde de la cama, a mano, y sacó un par de guantes finos. Sin más, se los puso y ahora sí comenzó a acariciar, a tocar muy suavemente, las mismas manchas que asolaban la piel de Doremus. No sabía si eran contagiosas, pero lo mejor era ser precavida. Buscaba algún tipo de rareza en ellas, tales como pústulas, ronchas o simplemente había sido una reacción alérgica.

Notó a Sasurai, por otro lado, intentando averiguar qué era lo que murmuraba el hombre.

¿Ha dicho algo en concreto? — Preguntó, también intentando fijarse ella en ese sentido. Aunque continuaba inspeccionando al paciente como tal.

Acto seguido, para descartar, volvió a mirar a Rilen.

¿Sabes si Doremus tiene alguna especie de diario o libro de anotaciones? — Preguntó. Con un poco de suerte, si el hombre había estado tan interesado en esas plantas, podría haber escrito algo al respecto. Y era mejor revisar todo por si pudiesen encontrar algún tipo de pista.

Asradi suspiró ligeramente.

No sabemos, tampoco, si lo que le ha provocado esto directamente ha sido esta planta o ha sido otra cosa. — Mencionó, revisando también las pupilas del paciente. Incluso la lengua, por si la tenía más pálida de lo que tenía que ser normal. — ¿Has dicho que había más plantas como esta en el manantial? — Preguntó a Rilen, ahora mirándole. — Déjamela.

Asradi extendió la mano, esperando a que el mink le entregase la flor. Era una prueba mas que debían investigar. En cuanto la tuviese en la palma de la mano, la sirena la miraría con intensidad. Tenía varios pétalos. Y Asradi tenía que comenzar a descartar ciertas cosas.

¿En cuánto tiempo dices que se ha puesto así Doremus desde que volvió del manantial? — Preguntó.

Arrancó uno de los pétalos de la flor y, directamente, se lo llevó a los labios. Primero intentando notar si la flor tenía, en sus pétalos u hojas, algún tipo de pelillos urticantes. De no ser así, simplemente buscaría algún sabor especial antes de tragárselo. Era, probablemente, un riesgo. Pero no iba a hacer pruebas con nadie más para no ponerlos en posible peligro.

Resumen
#9
Drake Longspan
[...]

SASURAI

La habitación tenía algo que resultaba inquietante, aunque no sabías muy bien qué era. Tal vez era el aire cargado por días de encierro o ese silencio incómodo que solo se rompía con los murmullos de Doremus. Fuera lo que fuera, el lugar parecía una cápsula detenida en el tiempo. Cada objeto, cada esquina, tenía algo que contar si sabías dónde mirar.

Cerca de la cama, un escritorio luchaba por mantener el orden entre un mar de papeles, frascos de vidrio con líquidos ambarinos y hierbas secas. Entre el caos, algo sobresalía. No por ser especialmente llamativo, sino por la manera en que estaba colocado, un marco de madera tallada, boca abajo, casi oculto entre los papeles. Parecía una foto familiar, de esas que se colocan con cariño pero que, por algún motivo, alguien había apartado.

Cuando le diste la vuelta, la imagen te sorprendió. Era Doremus, más joven, con un semblante sereno y fuerte. Tenía esa expresión que solo dan los años dedicados a ayudar a otros, a hacer el bien. Pero lo que de verdad te atrapó no fue él, sino las dos figuras a su lado. Una de ellas era Rilen, no había duda. Ese rostro preocupado que te había guiado hasta aquí era inconfundible. Pero entonces… ¿quién era el otro? Porque, fuera quien fuera, era idéntico.

No “parecido” ni “similar”. Era Rilen otra vez, pero con un porte distinto, como si intentara ser el reflejo de una personalidad opuesta.

Era una imagen desconcertante. Los tres posaban sonrientes, con un trasfondo que parecía algún jardín del pueblo. Las enredaderas y flores típicas de Flevance rodeaban la escena, pero no bastaban para suavizar el peso de las preguntas que despertaba esa fotografía. ¿Quién era ese segundo mink? ¿Un hermano? ¿Un gemelo que nadie había mencionado? ¿Por qué nadie parecía hablar de él?

Rilen estaba cerca, y no tardó en notar que habías encontrado algo. Su mirada, inicialmente curiosa, se volvió más difícil de leer cuando vio la fotografía en tus manos. Sus labios se apretaron, pero no dijo nada de inmediato. A unos pasos de distancia, Doremus seguía con sus murmullos, como si esa cadencia que repetía fuese ajena al tiempo y a todo lo que ocurría a su alrededor.

El marco no era muy grande, y la imagen mostraba algunas señales de desgaste. Parecía haber estado ahí por un tiempo considerable, olvidada o deliberadamente ignorada. Sin embargo, el hallazgo tenía demasiado peso para pasarlo por alto. Era como si esa fotografía fuera una clave importante en todo este enredo, un pedazo del rompecabezas que, hasta ahora, nadie había decidido colocar en su sitio.

El silencio pesaba en la habitación, y aunque la presencia de Rilen parecía tranquila, sus ojos, fijos en su maestro, contaban otra historia.



ASRADI

Aunque la actividad alrededor de Doremus era limitada, todo parecía contar una historia que esperaba ser descubierta.

Ante tu pregunta, Rilen se limitó a señalar al escritorio, cerca del marco de la foto que ahora investigaba Sasurai.

En el escritorio, junto al marco de madera que había captado la atención de Sasurai, algo más asomaba entre los papeles: un pequeño cuaderno de tapas desgastadas. Aunque estaba parcialmente cubierto por hojas sueltas y frascos vacíos, tenía manchas de tinta que sugerían un uso reciente.

El cuaderno parecía ser más que simples anotaciones. Al abrirlo, las primeras páginas estaban repletas de diagramas de flores y hojas, dibujadas con sorprendente detalle. Las palabras escritas a mano, aunque en ocasiones apresuradas, mencionaban términos como "llorosa de plata", "propiedades curativas no probadas" y "posible interacción con minerales en el agua"

Al avanzar en las páginas, las notas se volvían más erráticas, con líneas de texto tachadas y frases incompletas, como si el autor hubiera empezado a perder la claridad a medida que avanzaba.

Una anotación en particular destacaba:

"Efectos secundarios inciertos. Rastros de mineral en las raíces. Interacción con el agua del manantial podría ser clave. Precaución."

El cuaderno también incluía un dibujo rápido de las manchas que ahora cubrían la piel de Doremus, junto con preguntas escritas al margen: ¿Contagio? ¿Tóxico? ¿Propiedad latente?

Al lado de estas palabras, había un símbolo dibujado a mano, una figura que parecía una flor con raíces entrelazadas en espiral. Bajo el símbolo, una nota breve: "Voces en el agua. No acercarse sin protección."

El cuaderno era un rastro tangible del último trabajo de Doremus antes de caer enfermo. Las palabras y los dibujos parecían reflejar sus dudas y descubrimientos, pero también dejaban claro que había algo más en el manantial que simples flores contaminadas. 

Si las raíces estaban afectadas por un mineral extraño, eso podía ser tanto la causa como el catalizador de lo que ahora lo mantenía en ese estado.

Rilen permanecía cerca, aunque su mirada todavía se desviaba hacia la fotografía que Sasurai había encontrado.
Parecía querer decir algo, pero no lo hacía, como si las preguntas que los visitantes estaban formulando lo hicieran reconsiderar lo que sabía. 

Desde su posición, Doremus seguía murmurando con ese ritmo peculiar, un sonido que, aunque repetitivo, ahora parecía resonar con algo más...

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