¿Sabías que…?
... el concepto de isla Demontooth hace referencia a una rivalidad legendaria en la obra.
[Autonarrada] [T4] ¿Vikingos y barcos?
Octojin
El terror blanco
4 invierno 724


Joder, que frío hace... Esto del North Blue es un poco exagerado, ¿no? Ya no por la temperatura en sí, que también, sino sobre todo por la sensación térmica, que es mucho más baja debido al frío aire que corre de vez en cuando.

El pulpo ha hecho un trabajo de locos, la verdad. Os ha dejado en la orilla y el barco se ha terminado aproximando con cautela a las costas escarpadas de Skjoldheim, recortadas contra un cielo pálido salpicado por nubes que prometen lluvia, y no suelen fallar. La brisa marina lleva consigo un aroma a sal y a tierra húmeda, mientras las aguas claras reflejan las siluetas de los fiordos y los espesos bosques de coníferas que cubren la isla. Desde vuestra posición podéis ver una isla totalmente espectacular, al menos en cuanto a naturaleza. Rocket y John, desde cubierta podéis ojear la isla todo lo que queráis, pero lo suyo sería acercarse, ¿no?

Cuando ya os encontráis en el muelle, podéis observar cómo un grupo de habitantes de Skjoldheim descarga mercancías de un barco pesquero. Los skjoldr son altos, de complexión robusta y gestos firmes, envueltos en pieles y ropas funcionales adornadas con runas y símbolos tradicionales. A pesar de su apariencia intimidante, no paren especialmente hostiles, aunque eso aún no lo sabéis del todo. El caso es que parecen estar bastante ocupados en sus tareas y conversaciones en un idioma gutural que ni Rocket ni John, en un principio, lograréis descifrar.

La idea de astilleros en un lugar tan remoto os debe intrigar, la verdad. Pero no lo veis, ¿no? Eso también puede generar cierta desconfianza... Aunque bueno, generalmente, en los sitios más apartados, a menudo se ocultan los secretos más peligrosos.

Cuando bajéis a tierra firma, si es que al final decidís hacerlo, el frío viento del norte os golpeará con fuerza. Pero eso no os detendrá, ¿no? Si os detiene, siempre podéis volver al barco e ir a otro sitio, no sé, no seré yo quien os guíe en esta decisión vuestra.

En cualquier caso, si decidís explorar un poco la zona, entre las callejuelas de Skjoldstad podréis ver un particular estilo arquitectónico donde predominan las casas de madera con formas cuadradas. Veréis el asentamiento principal de la isla, observando la actividad de los lugareños, que parecen bastante trabajadores y fuertes. Las casas de madera, de techos inclinados y decoradas con tallas rúnicas, se agrupan alrededor de un gran salón que fácilmente supondréis que es el centro de gobierno o algún tipo de lugar ceremonial.

El ambiente es intenso. Hay un mercado cercano lleno de productos locales, herramientas de hierro, pieles y curiosos objetos tallados. Sin embargo, no se ve ningún indicio claro de la presencia de un astillero, a pesar de la abundancia de madera. Porque habrá un astillero, ¿no? Igual solo venden la madera. Vaya movida...

Por cierto, ¿oís ese sonido continuo? Es de un herrero que trabaja sobre un yunque en la esquina de la plaza. El sonido del martillo resona rítmicamente mientras el skjoldr moldea una hoja de acero con precisión y bastante soltura. El tipo parece serio, y no hay nadie cerca.

Bueno, pues decidme por dónde empezamos... Yo creo que a alguien hay que preguntar. O podéis tirar para algún lugar si es que lo tenéis claro.

Ah claro, perdonad. Ese último sonido que oís, como del agua moviéndose, no proviene del mar del cual venís, aunque eso ya lo sabréis vosotros, porque viene de la dirección opuesta. Mientras que el sonido del mar del que venís es menos intenso, aunque aumenta ligeramente su intensidad cuando las olas chocan contra el muelle, el que está enfrente suya es un murmullo de agua corriendo que se mezcla con los ecos del viento y hace de éste uno más relajante... ¿Serán los fiordos?

En fin, en cualquier caso, debéis ingeniároslas para encontrar la presencia del astillero. Ese lugar donde los skjoldr transforman los recursos de la isla en obras maestras flotantes. Sin embargo, yo que vosotros mantendría la cautela. No dejáis de ser forasteros en una isla ajena. Además... ¿Qué facción predomina aquí? Pufff esa es otra. Cuantas preguntas, ¿no? Si es que... En un lugar como Skjoldheim, no todo lo que parece seguro lo es realmente.

Bienvenidos
#1
John Joestar
Jojo
Personaje

Inventario

V&D



Habiamos llegado sorprendentemente intáctos, durante algunos instantes habria jurado que Melena de Llamas y yo tendriamos que usar las alas para sujetar a Rocket y a Lobo y evitar un desastre sin precedentes. Cuando hubieremos aterrizado con el mini submarino, Rocket y yo decidimos ir juntos en busca de los...astilleros...si los hubiere, cosa que era muy probable, a ver que conocimientos podiamos sacar de todo este viaje. Por otro lado, Alistair se separó de nosotros y continuó su camino, prometiendo reencontrarnos más adelante, queria conseguir algo, pero no quiso comentarnoslo, supongo que seria una sorpresa, pero para evitar conflictos, le dije que se mantuviera en contacto por el Den Den Mushi, por si necesitaba ayuda.
-Allí puedo ver a los nativos de la isla Rocket, pero no tienen una cara demasiado agradable- dije en la cubierta del vehiculo -Creo que lo mejor seria pasar por el mercado que está mas allá y comprar algo de ropa de la que usan aqui, por que te evites el frio y yo para pasar desapercibido, no queremos llamar al atención...¿O si?- continué mientras sonreia a Rocket. -Por cierto Rocket, a partir de hoy y hasta el dia de tu muerte, de la mia, o de que te atrevas a traicionarme, llamame Jojo.-
Saqué los guanteletes de los bolsillos interiores de la chaqueta y me los puse, he de decir que ayudaba a que los dedos no se me congelara, pero tampoco seria ningún problema, podria recubrir mis brazos en llamas y listo, pero no me apetecia tener todos los ojos de estos armarios empotrados encima de nosotros, aunque quizá mis alas serian muy llamativas, pero en fin. -Una cosa más Rocket, tiendo a llevar mis llamas apagadas, pero si quieres, puedo encenderlas, me hago un poco más lento pero asi podrás estar caliente hasta que consigamos ropa para ti, ¿Que te parece?-
#2
Rocket Raccoon
Rocket
¿Para qué esperar a que sea invierno si podemos ir directo a un lugar donde la nieve y el frío te congelan hasta los mocos que apenas empiezan a formarse en tus fosas nasales? Es más, creo que ni los deja formarse. Porque claro, es que eso es justo lo que necesitaba mi día. Vamos, que los hilos del destino, ese maravilloso Dios que parece siempre estar jugando a los dados, esos mismos que parecen tener un sentido del humor retorcido, decidieron que nuestra honorable misión de restaurar la paz mundial nos llevara a una isla completamente blanca y congelada. Una maravilla, ¿eh? Qué pereza, en serio. 

Si sabes un poco de química, o física, o lo que sea, sabes que el frío ralentiza todo: las células, los átomos, los neutrones... o lo que sea que se mueve dentro de nosotros. Básicamente, un desastre para alguien como yo, que necesita velocidad, mucha velocidad, para no volverse loco. Pero no, aquí estoy, en un lugar donde el aire frío no solo me corta la cara, sino que parece reírse en mi cara mientras lo hace. 'Donde coño están Alistair y el John cuando se les necesita, coño' Pensaba en mis dos camaradas que por su genética de la raza, podían crear las llamas que podrían calentar el cuerpo. Frecuentemente, no la usaban para eso, claro. Si no más bien para hacer quemar a la gente con esas altas temperaturas que pueden llegar.

Pero no todos eran malas noticias, había una buena por lo menos. Y es que mientras bordeábamos con nuestro submarino a la isla a la que nos aproximábamos, logramos divisar una especie de puerto justo en la orilla, así que el ''The Peace'' a manos de la increíblemente bella y radiante Hato, tenia un rumbo más que fijo. 

Fui a la cubierta junto con el camarada más novato de la tripulación actual. Y digo actual, porque el otro anda, por otra parte, quién sabe donde. Espero esté bien, claro, ya que seguía siendo un compadre más en esta idea loca de revolución, y los necesitábamos a todos. -Ah, si es por el frío no te preocupes. Tú me puedes dar unas llamitas y listo. Joder eh. Que pinche buena idea se me acaba de ocurrir haha. A partir de ahora no me separaré de ti. Joder eh-  Libere alguna que otra carcajada al aire con ese último comentario. -El compa Ali parece que se va a explorar solo por ahi. Y bueno, nosotros siempre causamos sensación ahí a donde vamos, y bien lo que sabes. Joder eh. Pero si me gusta actuar de otra manera, por lo menos en esta isla desconocida. Así que sí, vayamos al mercado, intentemos confundirnos con la gente o por lo menos parecer unos turistas más sin más. Supongo que tendrán productos locales, así que compra alguno que otro, y mira qué información puedes sacar. Así a la distancia, no parece haber un astillero o algo en este lugar cercano. Joder eh.- Me despedía y bajaba a mi habitación, donde comencé a guardar un montón de productos en mi mochila. 

-Eh Lobo, John y yo nos bajamos en ese mercadito. Intentaremos reunir algo de información. Joder eh. Avisa a Hato.- 

Luego de unos cuantos minutos, ya nos encontrábamos en tierra firme y paseando por el bulevar que hacía de centro de comercio. El frío se sentía un poco más punzante que el que había sobre el mar de alrededor. Pero los rumores que se extienden en el Mar del Este sobre las islas de aquí del Mar del Norte, son que varias de ellas contaban con un clima bastante frío. Por lo que me había preparado con antelación para momentos como este. Por lo que no solo me había comprado unos buenos abrigos de piel de oso blanco, sino que también llevaba unos diales de calor en mi mochila. Iba completamente preparado. Imagínense a un boyscout de esos, pues tal cual. 

-Tus llamitas me serán bastante útiles sí. Por eso vine contigo jajajaja. Joder eh- Sacaba uno de los diales y se lo mostraba al peliblanco. -Mira esto, adentro tiene calor y cuando aprieto este botón de acá, va expulsándolo de a poco hacia el exterior. Así que estar calentitos, no será problema. Joder eh- Lo volvía a guardar en la mochila. -Bien. ¿Ves esa casa enorme de allá?- Le decía mientras apuntaba a la casa más grande que había visto. -Supongo que ese es el lugar donde se gobierna o quien sabe. -Tú y yo, para allá no... hehe. Dejemos eso a Hato y a Lobo, que son los que saben hablar, joder eh.- 

A primera vista, la esencia de la isla quedaba bastante clara. Los productos y comercios que se extendían por las calles hablaban de una comunidad hábil en el trabajo manual. Esculturas meticulosamente talladas adornaban las vitrinas, mientras que puestos al aire libre exhibían armas de hierro que relucían bajo la tenue luz del día. Espadas, dagas, lanzas... todo un arsenal que parecía prometer calidad, aunque, claro, eso solo se confirmaría poniéndolas a prueba. Por ahora, no era el momento de levantar sospechas ni de parecer un guerrero en busca de equipo. Al contrario, decidí adoptar el papel de un simple curioso, un turista más paseando por el mercado.

Tras pasados un par de minutos observando por aquí y por allá, maravillándome con el buen tallar de la madera que esta gente tenia tanto en sus obras como en las casas que adornaban con una especie de letras rúnicas. Y despues de tomarme una buena taza de sopa bien calentita, llegué por ultimo a un lugar donde esperaba poder sacar algo de info sobre lo que venía buscando, si es que lo había. -Buen día mi apreciado. ¿Sabe donde puedo encontrar gente que pueda reparar una embarcación? Joder eh. ¡Uy, disculpe esa expresión jaja!- Me sonrojaba por fuera. Aunque no sé si se apreciaba debido a la cantidad de pelos que cubrían mi rostro. -Llegamos hace poco, y bueno, el navío necesita que le echen una miradita. Joder eh. ¿Por cierto, como se llama esta isla?.- Mientras, observaba con especial atención a las ''letras'' que estaban plasmadas en la madera de cada estructura. -¿Esas formas, tienen un significado?-

Rocket Raccoon ha consumido Sopa Caliente. Cantidad restante: 1

Sopa Caliente
Sopa Caliente (CHF001)
Sopa calida y reconfortante que llena el estomago y el espiritu.
Aporta +20 [Resistencia al Frio]
Plato - Tier 1




Datos Personaje


Virtudes/Defectos


Inventario y Movilidad


Resumen
#3
Octojin
El terror blanco
Os sumergís en la atmósfera del mercado con una mezcla de curiosidad y prudencia. Las figuras imponentes de los skjoldr se mueven con eficiencia, cargando mercancías o negociando en tonos graves, tanto en su lengua como en la vuestra. Pero es el detalle en la madera lo que realmente capta vuestra atención: tallados intrincados que decoran desde los carros hasta las fachadas de las tiendas, líneas y curvas que parecen contar historias olvidadas y que parecen haberse construido con el mayor de los cariños. Es un estilo sin duda diferente a lo que podéis haber visto por otras islas, algo que sin duda lo hace especial.

Rocket, te acercas a uno de los comerciantes, un hombre robusto con una barba tan espesa como una alfombra y un delantal de cuero con alguna que otra mancha. Su mirada recorre tu figura peluda con una mezcla de sorpresa y desconcierto, pero no muestra hostilidad. Todo lo contrario, su semblante parece esbozar una sonrisa mientras te responde.

El hombre suelta una carcajada profunda, como si tu sinceridad le resultara refrescante.

—¡Bienvenido, pequeño forastero! —responde con un acento fuerte pero comprensible— La gente que buscas está al este, siguiendo la costa. Unos quince minutos caminando y verás el astillero. Allí son expertos en reparar y construir. Eso sí, no se distraen fácilmente de su trabajo, así que ve con paciencia.

El hombre asiente ante tu pregunta de las formas, con una sonrisa más cálida de lo que esperabas en una tierra tan fría. Tarda unas segundos hasta que ordena las cosas en su cabeza y, entonces, os da una respuesta.

—Cada tallado tiene un propósito. Algunos son historias, otros son plegarias a los dioses, y muchos simplemente representan nuestra lengua. Es nuestra manera de mantener vivas nuestras tradiciones y hacerlas perdurar en el tiempo. ¿Sabías que las runas no solo se leen, sino que se sienten? Cada curva y línea cuenta algo. Puedes pasar tu dedo a través de ellas y ninguna te será igual. Es una experiencia única, os animo a que lo hagáis, incluso sin entender lo que quiere decir, notaréis algo.

Interesante. Aunque lo de "sentir las runas" puede sonar a misticismo, no deja de ser algo nuevo. Quizá sea cierto, quién sabe. En cualquier caso, ya tenéis la respuesta que queréis, y no solo eso, sino que ha venido con alguna información extra que quizá os ayude en el futuro.



El sendero que tomáis es una mezcla de piedra y tierra helada, pero a medida que avanzáis, la presencia del mercado se va desvaneciendo. Pasáis junto a algunos puestos más, donde se venden diferentes herramientas y artesanías, pero pronto el bullicio se convierte en silencio, roto solo por el crujido de la nieve bajo vuestros pies y el susurro del viento, acompañado de vez en cuando por algún tipo de sonido de aves del lugar.

El paisaje cambia, regalándoos una vista que podríais considerar hermosa si no estuvieráis pasando tanto frío. Un bosque de coníferas cubierto por un manto blanco. La nieve se acumula en las ramas, creando formas curiosas, y los árboles altos y rectos parecen vigilantes eternos de este rincón del mundo al que habéis caído por azar. Quizá os debierais permitir un momento para admirar la escena, aunque el frío sigue siendo un enemigo constante, quizá la belleza de la escena lo combata un poco.

Finalmente, el bosque da paso a una construcción imponente. El astillero se erige ante vosotros como un coloso de madera y piedra que hace que todo lo visto hasta ahora se os haga pequeño. Su estructura es robusta, claramente diseñada para resistir el clima extremo de Skjoldheim. A lo largo de su perímetro, hombres y mujeres skjoldr trabajan sin descanso. Algunos cargan troncos enormes, otros martillean piezas de madera con precisión casi mecánica. Sus movimientos son metódicos, casi coreografiados, pero en el fondo están llenos de pasión. Una pasión que quizá no entendáis en un clima tan frío, pero que demuestran con cada acción.

Si observáis los detalles de los barcos en construcción, veréis que no son como los que estáis acostumbrados a ver en otras partes del mundo. Aquí, cada nave parece una obra de arte en sí misma: tallados rúnicos decoran los laterales, mientras que los mástiles llevan símbolos que no comprendéis del todo pero que parecen significativos. Las formas e incluso las curvas son distintas. Lo cierto es que es increíble ver cómo un mismo objeto es tan distinto dependiendo de la cultura que lo construye.

Algunos de los trabajadores os lanzan miradas rápidas, pero no se detienen en su labor. No parece que seáis los primeros forasteros en llegar, pero tampoco se muestran particularmente interesados en vuestra presencia. Frente a vosotros, varios hombres corpulentos están colocando un enorme mástil en su lugar. Sus voces profundas resuenan en el aire helado mientras coordinan el esfuerzo. Hay un tipo que parece que es el que les está guiando, mientras el resto hacen la labor más física.

Parece que llegados a este punto, tenéis varias opciones. Por un lado, os podéis dirigir al hombre que parece estar supervisando el trabajo, por otro, a un grupo de carpinteros que están concentrados tallando detalles en una nave más pequeña, o quizás simplemente podéis observar un poco más antes de decidir. El tiempo es vuestro , pero la sensación de estar rodeado por una comunidad tan unida y eficaz os hace pensar que andar con cautela sigue siendo una buena idea.
Contenido Oculto
#4
John Joestar
Jojo
El comercio era bastante grande y muy rudimentario. Todos los productos parecian ser artesanos al 100%, hechos a mano por, lo que parecia, artesanos con muchisimos años de experiencia bajo su brazo, algo que era de agradecer, sobretodo en tiempos de industrializacion como los que viviamos, los artesanos estabamos practicamente extintos. 
Rocket y yo paseamos durante un rato por la calle central del mercado, a rebosar de distintos puestos colcoados estrategicamente por la acera. Me fijé particularmente en uno que vendia unas joyas bastante brillantes, parecian colgantes con unas rocas coloridas puestas en el centro, estaban bastante bien, no me importaria ser joyero, al menos aprender algunas habilidades básicas de joyeria. Por otro lado, el hombre quiso enseñarme unas nudilleras fabricadas de un material parecido al oro, pero no lo era, con pequeños diamantes colocados a lo largo de toda la barra que se posaba sobre la piel de los nudillos, parecia interesante, pero me parecia absurdo llevar algo tan llamativo encima, más aun en tierras desconocidas.
Decidimos preguntar a uno de los aldeanos, que nos guió hacia el astillero, el cual, efectivamente, era jodidamente enorme. Parecia un puerto en primer lugar, tenian varios barcos gigantescos en construcción, cientos de personas, en pie y colgadas de arneses, estaban trabajando duramente en la madera de ellos, algunos tallaban unas especies de runas, o algo del estilo, pero era muy interesante y quizá tanto Rocket como yo podriamos sacar alguna información de ellos.
-Rocket, que te parece si vamos a hablar con aquel grupo de alli- dije señalando con el dedo a un conjunto de hombres y mujeres que tallaban runas la pie de uno de los barcos más grandes -Quiza podamos sacar algo más en claro de todo este lugar, es impresionante ¿Verdad?, de hecho molaria si pudieras mangar algún plano para nosotros, asi el Sindicato tendria un barco del norte fuertemente protegido y equipado, pero con discrección, no nos metamos en follones- dije con una sonrisa de oreja a oreja
#5
Rocket Raccoon
Rocket
'Vaya, esta gente se parece a los personajes de esos libros de aventuras en tierras gélidas…' pensé, mientras observaba a los habitantes de esta peculiar isla. Había algo inconfundible en ellos: una mezcla de altura descomunal y cuerpos tan fornidos que parecían esculpidos directamente del hielo que los rodeaba. No eran gigantes, eso estaba claro, pero su tamaño los alejaba bastante de lo que uno consideraría un humano común y corriente. Eran imponentes, con rasgos tallados por el frío y la vida dura de estas latitudes, todos parecian estar preparados para la batalla, si es que esta llegaba a sus cosas. 'Ojalá no nos vean como enemigos', no quiero a cientos de Ragnheirds corriendo por mi cabeza'

No pude evitar compararlos con alguien que conocía vagamente: Ragnheird. Sí, uno de mis compañeros en la causa. Aunque, si soy honesto, apenas habíamos cruzado palabras, y durante el asalto a Oykot nuestras rutas apenas se cruzaron. Lo único que había retenido de él era su presencia; su altura y complexión eran muy similares a las de estas personas. Era como si él mismo hubiera salido de estas tierras, aunque, claro, eso era solo una suposición mía.

Cualquiera habría pensado que encontrar el astillero en un lugar como este sería un auténtico suplicio. Y, bueno, no voy a mentirles, yo también lo pensé. Me imaginé atravesando un laberinto interminable de árboles cubiertos hasta las raíces con nieve, sorteando ríos helados donde un mal paso me mandaría a patinar torpemente hasta caer de cabeza al océano, o peor, quedando atrapado en algún rincón olvidado de este paraje congelado. En mi mente ya estaba preparado para una búsqueda épica, larga, y posiblemente ridícula.

Pero, para mi grata sorpresa, resultó todo lo contrario. La gente de esta isla, al parecer, es mucho más hospitalaria de lo que sus imponentes figuras podrían hacer pensar. Quizás sea porque aquí tienen un aprecio particular por los turistas, o, quién sabe, tal vez mi aspecto de peluche parlanchín les resulta lo suficientemente simpático como para querer ayudarme. En cualquier caso, no tardé mucho en encontrar a un grandullón de largas barbas que se ofreció a guiarnos tanto a mi como a mi compañero John. Este tipo parecía salido directamente de una historia de héroes nórdicos: fornido, con una barba que podría abrigar a una familia entera -de mapaches-, y un tono de voz profundo pero afable.

La historia que contaba aquel artesano sobre el tallado de la madera era, cuanto menos, fascinante. Había algo casi poético en cómo describía el significado de las líneas, puntos y curvas que componían las figuras talladas. Según él, no se trataba simplemente de jeroglíficos, sino de símbolos cargados de un peso espiritual que iba mucho más allá de una simple palabra o diseño. Cada una de estas runas, según explicaba, representaba los sentimientos, deseos e incluso el alma del artesano que las había creado. Al esculpir estos signos en la madera o en cualquier otro material, el artista imbuía su espíritu y vitalidad, casi como si dejara una parte de sí mismo atrapada en la pieza. Sus palabras, cargadas de entusiasmo y orgullo, tenían la habilidad de transportarte a un mundo donde el arte no solo era visual, sino también sensorial y emocional.

Nos invitó a tocarlas, afirmando que si afinábamos nuestros sentidos podríamos llegar a sentir algo más allá del frío natural que envolvía la madera. "Quizás un calor interno," comentó con una sonrisa, como si se refiriera al latido del alma del propio creador. No voy a mentirles, todo aquello me sonaba más a tradición oral pasada de generación en generación que a algo tangible. 'Supongo que con este tipo de firmas, pasan su trabajo a las otras vidas posteriores, y quedan para la historia.' Una bonita costumbre cultural, sin duda, pero no esperaba ningún milagro. Aun así, no quería faltar al respeto a las creencias de estas personas, mucho menos a alguien que hablaba con tanta pasión.

Así que, dejándome llevar por la amabilidad del artesano y la curiosidad del momento, estiré mi brazo y toqué una de las figuras talladas. ¿Y qué pasó? Bueno, obviamente, no hubo ningún destello mágico ni una conexión mística instantánea. Era madera, fría como cabría esperar en un lugar tan helado como este. Pero aun así, había algo especial en la experiencia. -Unos diseños bastante impresionantes sobre la madera, la verdad. Joder eh.- Volvía a sonreír por la vergüenza de la palabrota. -Parece que podemos aprender mucho de ustedes. Mi compañero y yo también somos hábiles en el arte de la madera y la fabricación de enormes estructuras con ella. Joder eh. Pero noto que aquí hacen algo bastante más elaborado, e incluso medido. Joder eh. Por cierto, mi nombre es Rocket Raccoon, y aquí mi camarada a mi lado es John, un gusto. Joder eh- Tras las presentaciones y gustosas charlas, nos marchamos para seguir con el rumbo que se nos había apuntado.

El camino por el que se nos había indicado andar, era uno donde la piedra se hacía amiga del hielo y de la nieve que caía de lo alto. El paisaje era totalmente blanquecino, quizás manchado por algún verde de algunos de los árboles, o por una roca que no había sido del todo cubierta por esta capa blanca que lo cubría todo a su alrededor. Incluso a nosotros mismos, quienes teníamos que mantear a cada rato nuestras ropas para que no se hiciesen pesadas por la nieve que en ella se quedaba.

Supongo que me preguntaran por el frío tan hijo de puta que aquí había. Bueno. Recuerdan que la vez pasada narré como me comía una sopíta bien calentita, para así intentar calentar mi cuerpo. Bueno, gracias a eso es que no estoy tirado congelado debajo de alguno de estos árboles. Qué frío de la verga hacía en este lugar, no creo poder vivir aquí mucho tiempo, y no me cabía en la cabeza como es que hay gente que aguanta este tipo de clima. Pero bueno, tenia a mi compa al lado que podía crear fuego de la nada, así que el frío aquí no pasaría a mayores. Eso esperaba.

-¿A ese grupo dices? No les veo que estén haciendo ninguna sopita caliente... joder eh- Mis dientes comenzaban a chocar, haciéndome temblar por el frío que había aquí afuera. -Y míralos, tampoco hay fogatas ni nada... ¿Esta gente como coño hace? ¿Tú no tienes frío? Joder eh. Vendría bien una llamita pequeña-

-¿Mangar qué? ¿Qué dices? Me tomas por un pinche ladrón veo...- Me hice el indignado, de broma. -Pero vah, si tienes razón hehe, joder eh. No, pero no estamos aquí para eso. ¿No viste a esta gente? No son gigantes porque no quieren. Mejor no nos metamos en líos, y aprendamos con la vista. Joder eh- Comenzamos a caminar hacia ese grupo. -Además, mis barcos protegen bastante bien a la causa, son hechos por mí, no lo olvides, el gran Rocket Raccoon. Joder eh.- En el andar, le agarré del brazo y le detuve. -Esperemos un momento, parecen ocupados montando eso, entremos cuando terminen, joder eh.- El tiempo para intentar llamarles la atención todavía no parecía el indicado. Estaban todos en sus labores pesadas, así que meternos en este momento no sea nada adecuado. Sabía como era este tipo de trabajo, y un ligero error o falta de concentración, podría tirar todo el trabajo hasta ahora hecho, abajo, de un segundo a otro todo podía ser un desperdicio de tiempo.

Resumen
#6
Octojin
El terror blanco
El frío muerde sin compasión mientras esperáis, como bien nota nuestro mapache favorito. Habéis decidido quedaros observando desde una distancia prudente, y desde ahí podéis ver el movimiento casi coreográfico de los trabajadores. Los skjoldr no paran ni un momento, como si el tiempo mismo les persiguiera. El mástil que estaban colocando finalmente encaja en su lugar con un crujido profundo y satisfactorio. Uno de los hombres, de brazos descomunales y cabello rubio trenzado, da un par de golpes firmes con un martillo para asegurar la pieza. Otros ajustan las sogas y revisan los amarres, intercambiando palabras en un idioma que os resulta incomprensible.

Rocket, ¿no sentiste algo especial cuando tocaste las runas? Aunque no hubo una explosión de magia, sí que debiste sentir algo peculiar: un leve cosquilleo en las yemas de los dedos, como si esas tallas cargaran con algo más que historia. Un eco de emociones, quizá. Gracias a ello sientes una determinación mucho más marcada ahora.

Por cierto, ¿habéis visto las runas talladas en el barco que están terminando? Ni vosotros ni yo mismo sé lo que quieren decir, pero son bastante elegantes. Los diseños se entrelazan con una precisión tal que parecen formar parte viva de la madera, no simples grabados.

—¡Ya está! —dice uno de los skjoldr en un tono grave y potente, probablemente dando por concluida la tarea principal. Los trabajadores se toman un instante para admirar el mástil colocado, luego vuelven a sus quehaceres con la misma eficiencia. Algunos cargan tablas, otros se mueven entre las herramientas, mientras un par de ellos os lanzan miradas rápidas pero sin detenerse.

Finalmente, un par de minutos más tarde, uno de ellos, un hombre de cabello corto y oscuro, piel curtida por el frío y un abrigo grueso, se aparta del grupo y se dirige hacia vosotros. Su caminar es lento, pero seguro, como el de alguien acostumbrado a imponerse sin esfuerzo.

—¿Necesitáis algo? —pregunta con un acento fuerte pero en un idioma que entendéis. Su voz es tan grave como el crujido del hielo bajo vuestros pies— ¿Venís a comprar un barco, buscáis piezas, madera, o simplemente queréis mirar?

El hombre os observa en silencio durante unos segundos, midiendo vuestra intención. Parece que ante cualquier gesto o palabra dictará una sentencia contra vosotros. Aunque no parece ser ni hostil ni mal educado, por lo que estáis viendo.

Si queréis ojear el astillero, el tipo no dudará ni un segundo en aceptar la propuesta. Deben estar muy orgullosos de su trabajo y eso podéis percibir por sus gestos y su predisposición a mostraros su particular templo.

—Venid conmigo. Pero no os acerquéis demasiado al trabajo. Esto no es un espectáculo, y un descuido puede costarnos días de labor, y a vosotros la vida.

Os guía hacia el interior del astillero, y lo que veis probablemente os deje sin aliento. El edificio es inmenso, más parecido a una catedral de madera y piedra que a un taller. El techo, alto y arqueado, está sostenido por vigas enormes talladas con runas que parecen casi brillar bajo la tenue luz que se filtra por pequeñas ventanas. El aire dentro es más cálido, gracias a varios braseros colocados estratégicamente, aunque sigue siendo frío en comparación con climas más templados.

Por todo el lugar hay secciones dedicadas a diferentes tareas. A la derecha, un grupo trabaja en el ensamblaje de cascos, colocando cada tabla con precisión milimétrica. Las herramientas, aunque rudimentarias a primera vista, tienen detalles intrincados y parecen estar hechas para durar generaciones. Herramientas como las de antes, vaya. Nada eléctrico ni mínimamente avanzado. Aquí trabajan con la fuerza de su cuerpo y el conocimiento de varias generaciones. A la izquierda, un conjunto de artesanos está tallando las runas que adornan cada barco. Usan cinceles de diversos tamaños, moviéndose con una coordinación que solo puede venir de años de práctica.

En el centro del astillero hay una especie de plataforma elevada, donde varios skjoldr revisan planos y bocetos. Los diseños están dibujados en grandes pergaminos, sujetos por pesos para evitar que el viento los arrastre. Desde ahí, se controla toda la operación, como el cerebro de este coloso.

—Aquí construimos los barcos más resistentes del North Blue —explica vuestro guía, señalando las diferentes áreas—. Usamos madera de los bosques cercanos. Solo cortamos lo necesario, y cada pieza se trata como algo sagrado. Es por eso que grabamos runas en cada tabla. Para que el barco esté protegido por los dioses y los espíritus de quienes lo construyen.

Mientras os explica, os llama la atención una nave en particular. Es más pequeña que las demás, pero su diseño es extraordinario. Tiene curvas elegantes y detalles que parecen estar pensados para velocidad y maniobrabilidad, sin sacrificar resistencia. Las runas en este barco parecen casi danzar a lo largo del casco.

—Ese es un drakkar de exploración —dice el skjoldr al notar vuestra mirada—. Es uno de los más rápidos que hemos construido. Puede enfrentarse a las tormentas del North Blue y salir intacto.

El ambiente del astillero, lleno de movimiento, trabajo y tradición, es hipnotizante. Cada rincón parece contar una historia, y cada barco parece tener alma propia. Sin embargo, el guía os observa con atención, dejando claro que no está dispuesto a tolerar ningún comportamiento que no respete su sagrada labor. ¿Qué haréis ahora? ¿Tenéis alguna pregunta para el guía?

Cosas
#7
Rocket Raccoon
Rocket
John sentiría un leve golpe en las rodillas, o quizás más abajo, dadas las circunstancias por mi diminuto tamaño. Era yo, dándole un codazo para que prestara atención. -Vaya, eh... estos grandullones sí que saben lo que hacen... joder, eh- murmuré en voz baja, asegurándome de que solo él pudiera oírme. No estaba seguro de si a los lugareños les caería bien que los llamara "grandullones". Los humanos tienen esa cosa rara de ofenderse por su apariencia. Llamas gordo a un gordo y se molesta. Llamas enano a un enano y también. No lo entiendo. A mí me llaman mapache, peludo, peluche, castor, y hasta cosas peores, y no me molesta ni un poco.

-Si algún día llego a tener mi propio taller...- dije entre risas, mientras me llevaba las manos a la boca para soplar aire caliente, -intentaré llevarme a unos cuantos de acá. Joder, eh.-

El frío seguía siendo tan punzante como una daga. Ajusté mi abrigo, tratando de conservar el poco calor que quedaba dentro, pero en cuestión de minutos volví a sentir esa maldita mordida del hielo atravesándome hasta los huesos. 'Este puto moreno no me hizo ningún fueguito…' Pensé, fulminando a John con la mirada. Claro, lo quiero, obvio que lo quiero. Pero, ¿acaso sería mucho pedir una fogatita para no terminar como un cubo de hielo?

Un estruendoso crujido resonó cuando el mástil finalmente encajó en su lugar. Silbé con admiración, impresionado por la precisión del trabajo. 

El skjoldr se nos acercó, preguntando con voz grave si veníamos a comprar un barco o a mirar. Ladeé la cabeza y solté una breve risa sarcástica. -¿Comprar un barco dices? Joder, eh, hehe- repetí, dejando que la ironía se deslizara con naturalidad. -No, mi buen señor, no vine hasta aquí congelándome el trasero para eso. Aunque déjame decirte, les vendría bien algún que otro fueguito por aquí. ¡Vaya frío, joder, eh!-

Extendí una mano desde el abrigo, ofreciéndosela para un saludo. -Rocket Raccoon, y aquí mi compañero John. Joder, eh.- Esperé a que mi camarada se presentara antes de continuar con la charla. -Aunque viendo lo que hacen, no descarto anotarme para un tour privado del taller, esa idea me interesa bastante. Joder eh- Conmigo, cualquiera que intentara mantener una conversación probablemente tendría que acostumbrarse a descifrar si hablaba en serio o simplemente bromeaba. Eso era parte de mi encanto, ¿no? O de mi problema quizás. No sabía ser sociable, pero por lo menos lo intentaba, claro. 

Al escuchar las palabras del skjoldr, mis orejas se movieron con un ligero interés. 'Protegidos por los dioses y los espíritus, eh... las mismas palabras que me había comentado el amigo de antes en el mercado' Pensé mientras mi mirada seguía las líneas de las runas talladas en las tablas de los barcos. No podía negar que había algo intrigante en esa mezcla de tradición y funcionalidad que impregnaba cada rincón del astillero. -Si, uno de los mercaderes que hay en el poblado me comentó algo parecido. Joder eh.- Observé mi mano con la que había tocado la runa de antes. -Y al llevar mi mano hasta esos diseños y tocarlos... bueno te seré sincero. No sentí nada mucho más allá del frío de la madera. Aunque cuando llegué aquí y los volví a ver, si sentí algo diferente, no lo sabría describir...-

-De todas formas, hemos venido por algo más que turismo, joder eh. Traemos un minisubmarino que podría necesitar algo de mantenimiento. No es tan elegante como esas obras maestras que tienen aquí, pero hace su trabajo. Joder eh. ¿Tienen aquí alguien que pueda darle un vistazo? ¿Aunque, tiene bastante metal, y aquí veo mucha madera... le saben a eso? Joder eh- El ambiente del lugar era hipnotizante, claro, pero no podía dejar de lado la razón práctica de nuestra visita. Un buen mantenimiento nunca estaba de más, especialmente en un lugar donde la construcción de barcos parecía una religión. -O por lo menos un espacio para así poder observarlo yo mismo y también mi camarada, el constructor de esa belleza soy yo. Joder eh. Bueno, por lo menos el diseñador, hehe. Ni en mis mejores sueños me vería maniobrando con ese mástil como lo hicieron ustedes, joder eh- Quería con esto ultimo, también impresionar a esta gente.

-Llegamos aquí por una fuerte tormenta que nos separó de nuestro destino. Aunque bueno, quizás esté nuevo rumbo nos prepare para algo más interesante en el futuro. Entonces quiero revisar que todo esté bien en nuestra embarcación, es mi primera vez aquí en el North Blue, joder eh. Y porque no, ''robarme'' algo de sus diseños para poder maniobrar sin problemas en las tormentas, como ese hermoso drakkar de ahi- 
#8
John Joestar
Jojo
A cada rato podia observar a Rocket temblequeando de frio, recogiendose el abrigo a cada dos minutos, supongo que el pelo tan frondoso que lleva no es suficiente. -Rocket, subete en mi hombro, prenderé mis llamas para que no te quedes como una estalacmita en esta isla, tenemos cosas que hacer fuera de estos lares.- dije con un tono vacilón.
Rocket y yo pareciamos algo...pasmados, mientras observavamos los detalles del astillero, habia barcos y diseños de ellos que no habiamos vislumbrado jamás, ni si quiera los hubieramos imaginado, pero eran una jodida maravilla arquitectónica, allá hacia donde mirases, te encontrabas algo nuevo que querer recordar. -Sigo pensando que deberiamos llevarnos algún diseño de estas buenas gentes, el Sindicato nos lo agradecera, y se de una ``sirena´´ que me debe unos favores todavia- susurré a Rocket mientras caminabamos.

De pronto, un armatoste de hombre se nos acercó, era rudo y estaba cubierto de un fuerte abrigo de piel, pobre animal el que tuviera que encontrarse con este tio. Tenia un fuerte acento unido a una poderosa voz, casi parecia un militar mas que un...no se muy bien que era, jefe de plantilla, ¿Supongo?. 

-Somos meros interesados en este trabajo, tambien somos constructores de barcos- dije lo más velozmente que pude. Asi, el hombre nos guió por el recondito lugar como si fueramos una guia turística de las que contrastan los guiris que vienen a molestar a nuestras islas. Mientras paseabamos, observé una emsa de trabajo super bien cuidada, era de una amdera gruesa y de color marrón oscuro, supongo que habria sido protegido con algún unguento para que el frio no la rompiera, al estar a la intemperie practicamente, aquel lugar no parecia seco presisamente. Sobre ella vi un par de herramientas perfectamente colocadas en unos huecos con su propio dibujo, no tenia muy claro que eran o para que servian, parecian llaves inglesas gigantes con unas puntas bastante extrañas. -Perdone, pero esas herramientas de allí, ¿Para que sirven?- pregunté curioso, el guia me dió una corta explicación, pero ayudó a entender como funcionaban aquellas cosas.

Mientras seguiamos caminando, decidí empezar a fluir Hamon, para mantener mi respiración constante y que el frio no pudiera calarme en los huesos, el friuo húmedo es algo que odio bastante, y doy gracias a dios por ser un Lunarian y tener una fuente de calor siempre conmigo, esté donde esté.

-Como ha dicho mi camarada, el submarino que tenemos ha sufrido...bueno, unos pocos daños, y nos gustaria pasarle una especie de...ITV, se podria decir, y ya si fuera posible, poner esas runas que teneis, o que nos enseñeis a ponerselas, para que las aventuras de nuestro grupo sean siempre bajo la mano protectora de los dioses- dijé con un buen tono confiado y serio -Rocket, ahora en serio, subete a mi hombro, ten cuidado con las alas si puede ser, y encenderé mis llamas para no morir de frio- 
Acción

Técnicas
#9
Octojin
El terror blanco
El hombre que os guía os observa mientras habláis, pero su expresión revela algo más que atención: una mezcla de desconcierto y paciencia que parece provenir de la muletilla de Rocket y de lo directo de John. Sus cejas se arquean al escuchar el constante "joder, eh" de Rocket, y cuando John menciona la ITV del submarino, parece debatirse entre tomárselo en serio o simplemente ignorarlo. A pesar de todo, su tono se mantiene cortés, aunque algo seco. Aunque probablemente es algo que iréis viendo que es más normal de lo que parece en esta isla.

—Habláis mucho para estar en un lugar donde el silencio es respeto —comenta finalmente, con una voz tan grave que parece resonar en el aire helado—. Pero os enseñaré el astillero. No quiero que os llevéis una impresión equivocada de nosotros.

Hace un gesto para que lo sigáis y os guía hacia el corazón del lugar. A medida que avanzáis, sus explicaciones son concisas, como si prefiriera que sus palabras no interrumpieran la impresión que el astillero por sí solo puede causar.

—Lo que veis aquí son herramientas, simples y efectivas. No usamos nada que no podamos reparar con nuestras propias manos. Hoy en día las máquinas priman en la industria y todos los barcos son iguales. Sin embargo, nosotros preferimos nuestras manos a máquinas que dan más problemas que soluciones. Creemos que debemos brindar ese toque único a cada barco. Preferimos depender de nosotros mismos y no de máquinas que no comprendemos del todo —explica, señalando una mesa de trabajo llena de instrumentos rudimentarios. Martillos, gubias y sierras, todo hecho con materiales locales y diseñado para durar generaciones. Algunas incluso os da la impresión de tener más años que vosotros mismos, al menos a juzgar por sus formas y la cantidad de usos que parecen haber tenido. Las herramientas parecen ser una extensión de los trabajadores, y aunque su apariencia es rústica, cada una de ellas tiene una función específica que encaja perfectamente en el proceso.

Al mencionar el submarino, su rostro muestra una mezcla de sorpresa y fascinación. Es como si jamás hubiese visto uno. ¿Qué carpintero no ha visto alguna vez en su vida un submarino? Pues ellos, por ejemplo, parecen ser el vivo ejemplo de ello.

—No hacemos cosas como esas aquí. Pero os aseguro que nuestros carpinteros estarían encantados de verlo. Tal vez incluso podamos ayudar a repararlo, aunque necesitaríamos entenderlo primero. Nunca he visto uno por dentro.

Cuando finalmente llegáis al astillero principal, la estructura se revela como una maravilla arquitectónica en sí misma. El edificio está hecho completamente de madera reforzada con soportes de hierro forjado, dándoles así una mayor seguridad. El techo, alto y abovedado, está adornado con vigas talladas con runas que parecen contar historias antiguas. Grandes ventanas permiten que la luz natural ilumine el espacio, reflejándose en las superficies pulidas de los barcos en construcción.

Hay varias naves en diferentes etapas de creación. De echo, podéis ver casi cualquier parte de un barco que os imaginéis allí, a medio construir. Parecen emplear una técnica de ir creando pequeñas partes de barcos para luego unirlas. Algunas de las naves que veis son colosales, con cascos altos y robustos diseñados para soportar los embates de las tormentas del North Blue. Otras son más pequeñas y elegantes, probablemente pensadas para exploración o transporte rápido, están colocadas en otro de los laterales. Todas tienen un detalle en común: las runas. Estas están talladas con tal precisión que parecen formar parte de la propia madera. Líneas curvas y símbolos intricados se entrelazan, creando patrones que transmiten fuerza, protección y una sensación de conexión con algo más grande. Desde luego son algo único de esta isla que, sin duda, llama la atención. Quizá sea buena idea que le pongáis una a vuestra embarcación. Yo lo haría.

El guía señala uno de los barcos más grandes, un drakkar imponente con un mástil recién colocado que es el que habéis visto desde vuestra posición anterior.

—Nosotros tenemos la creencia de que cada barco tiene alma, y trabajamos acorde a ello. No fabricamos barcos por fabricar. Lo que hacemos es construir medios de transporte que, cuando vuelvan, contarán historias por si solos. Las runas no solo son decorativas; están grabadas con la intención de proteger a la nave y a quienes la tripulan. Si queréis, podemos hacer lo mismo con vuestro submarino. Podemos tallar runas para encontrar riqueza, para protegeros en la batalla o para asegurar que el poder del mar no os consuma. Decidid lo que deseáis, y nosotros nos encargamos del resto.

Señala una zona cercana al astillero, delimitada por cuerdas gruesas en la cual se pueden ver cuatro sectores. El barco en el que están trabajando está en el uno, y él os señala el dos. Allí, varios trabajadores están reparando un casco en el tres. Hay grúas manuales y plataformas elevadas, todas operadas con poleas y palancas que requieren una precisión impresionante. El lugar parece caótico, pero al mismo tiempo organizado, como si cada movimiento estuviera perfectamente calculado.

Antes de dejaros, el guía os lanza una última mirada, con su rostro curtido mostrando una leve curiosidad fruto de la conversación que ha tenido con vosotros.

—Llevad vuestra nave allí y os prometo que le daremos el respeto que merece. Pero si queréis nuestras runas, tendréis que elegir bien. Cada una tiene un propósito, y su poder no debe tomarse a la ligera. Tampoco podemos mezclarlas. La avaricia rompe el saco.

Con un leve asentimiento, se aleja para hablar con los demás trabajadores. Lo veis señalaros un par de veces, probablemente explicando vuestra presencia. Algunos skjoldr os miran de reojo, pero vuelven rápidamente a su trabajo, como si no quisieran que vuestra presencia interrumpiera su ritmo.

El astillero, ahora que tenéis un momento para observarlo detenidamente, es un lugar que respira tradición y respeto por el oficio. El olor a madera recién cortada y brea se mezcla con el eco de los martillos y sierras, creando una atmósfera que parece detener el tiempo. Aquí, todo se siente vivo, desde los barcos hasta las herramientas, pasando por las personas que trabajan con una dedicación casi sagrada. Esa dedicación es lo que une a sus trabajadores, que juntos forman un equipo increíble. Es un lugar donde la innovación y la antigüedad coexisten de una manera única, y donde cada detalle cuenta una historia que se remonta a generaciones.

Ahora la decisión está en vuestras manos: ¿Qué runas elegiréis para vuestra nave? ¿Y confiaréis en estos artesanos para dejar su huella en vuestra embarcación?
#10


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