Octojin
El terror blanco
05-01-2025, 02:13 PM
4 de Invierno de 724
El viento helado del North Blue era un recordatorio constante de lo lejos que estaba de su hogar natal, y del que había sido su casa durante mucho tiempo: Loguetown. Octojin observaba las aguas tranquilas desde la borda del barco mientras este se acercaba lentamente a la orilla tras el intenso viaje con los pulpos. Habían dejado atrás la tormenta, pero no sin cicatrices. Los daños sufridos durante el vuelo eran evidentes: tablas astilladas, secciones del casco que parecían haber sido mordidas por el propio océano, y la vela principal que ahora colgaba en jirones. Todo eso lo hacía sentir una inquietud que no podía sacudirse. Y, obviamente, frenaba su posible marcha a otra isla desde aquella a la que estaban llegando. Lo cierto era que no sabía ni cual era.
El tiburón sabía que no podía descansar hasta que el barco estuviera en condiciones, y eso era mucho decir. Aquel navío no solo era su medio de transporte, sino también una herramienta vital para completar la misión encomendada. Y más allá de eso, era un símbolo de la unión y el esfuerzo compartido de su brigada. No podía permitir que quedara en ese estado.
—Hora de ponerse manos a la obra —murmuró para sí mismo, ajustándose la chaqueta para protegerse del frío.
Una vez que el barco tocó tierra, Octojin no perdió tiempo. Descendió rápidamente para buscar herramientas y materiales en las provisiones del puerto. Clavos, martillos, madera resistente... Cualquier cosa que pudiera ser útil para devolverle la vida al navío. En poco tiempo, ya estaba subido de nuevo al barco, evaluando los daños con ojo experto y calculando mentalmente cuanto tiempo le iba a llevar dejar el barco en condiciones. No necesitaba una reparación minuciosa con unos elegantes acabados, sino una funcional hasta llegar al próximo puerto donde la marina pudiera hacerse cargo del barco mientras les asignaban otro.
Primero lo más urgente pensó mientras observaba una sección del casco que parecía a punto de desprenderse. Con movimientos hábiles y precisos, comenzó a reemplazar las tablas dañadas, martillando con fuerza pero con cuidado. Cada golpe del martillo resonaba en el aire frío, acompañado por el suave murmullo del oleaje. Sus esfuerzos dejaban un halo fruto del frío que hacía, y sus manos cada vez respondían con menor agilidad. Lo cierto es que trabajar a esas temperaturas cada vez le costaba más.
—Si sobrevivimos a esa tormenta, no hay nada que no podamos superar —dijo en voz alta, como si hablara con el barco mismo.
Mientras trabajaba, su mente no dejaba de divagar. El North Blue era un territorio desconocido para él. Había escuchado historias de islas cubiertas de hielo, de ciudades flotantes y de criaturas marinas tan grandes que podían hundir un barco de un solo golpe. Lo cierto es que todas tenían un denominador común: El frío. ¿Qué clase de aventuras les esperaban aquí? ¿Qué desafíos tendrían que enfrentar como brigada?
A pesar de las preocupaciones, una parte de él estaba emocionada. El North Blue representaba una oportunidad para probarse a sí mismo, para crecer aún más como marine y como constructor. Y aunque no lo admitiría fácilmente, también estaba ansioso por trabajar de nuevo con Alex y Camille. Su brigada era su familia, y después de tanto tiempo separados, necesitaban recuperar ese vínculo que los hacía invencibles.
Una vez que terminó con el casco, dirigió su atención a la vela. Escaló con agilidad por los mástiles, evaluando el daño desde arriba. Aunque las velas estaban en mal estado, el armazón parecía haber resistido bien. El barco estaba hecho de buenos materiales y eso se notaba. Había soportado la tormenta con firmeza, y aunque el escualo se pasó buena parte de ésta reparando las partes más afectadas, había conseguido llevarlos hasta tierra firme.
Con un par de ajustes y algo de tela de repuesto que encontró en las provisiones, logró improvisar una solución temporal. No era perfecto, pero sería suficiente para seguir navegando si lo necesitaban, y de seguro que les podría llevar como mínimo a una isla más.
Al bajar, se detuvo un momento para observar su trabajo. El barco todavía mostraba cicatrices, pero al menos ya no parecía al borde del colapso. Satisfecho, dejó las herramientas a un lado y se permitió un respiro. Un momento de calma para descansar, beber algo de agua y pensar en qué hacer después.
Subió a la cubierta, donde el aire era aún más frío que en el puerto. A pesar del clima, decidió tumbarse en una de las áreas despejadas, con la mirada fija en el cielo. Las nubes grises se movían lentamente, dejando entrever destellos de luz que se reflejaban en el agua. Era un espectáculo simple pero hermoso, y en ese momento, Octojin sintió una calma que no había sentido en días. El silencio hacía que los pensamientos fueran más tranquilos. Que nada importase.
—Me pregunto cuánto tardarán en salir Camille y Alex —murmuró, cerrando los ojos por un momento.
Pensó en sus compañeras y en lo diferentes que eran. Camille, con su energía inagotable y su risa contagiosa, era el corazón de la brigada. Alex, con su actitud calmada pero decidida, siempre aportaba una perspectiva equilibrada. Ambas eran esenciales para el equipo, y Octojin se sentía afortunado de tenerlas a su lado.
Mientras esperaba, no pudo evitar sonreír al imaginar las aventuras que les esperaban. Quizás encontrarían algún tesoro olvidado en el North Blue, o tal vez tendrían que enfrentarse a piratas desesperados por sobrevivir en las frías aguas de este mar. Lo que fuera, sabía que lo enfrentarían juntos.
El sonido de unas gaviotas lo sacó de sus pensamientos. Abrió los ojos y vio cómo el sol comenzaba a descender en el horizonte, tiñendo el cielo de tonos anaranjados y rosados.
—Un nuevo mar, un nuevo comienzo —dijo para sí mismo, decidido a dar lo mejor de sí en lo que estaba por venir.
Cerró los ojos de nuevo, permitiéndose unos minutos más de descanso antes de que sus compañeras llegaran. Porque aunque el North Blue prometía ser implacable, Octojin sabía que juntos podían enfrentarlo todo.
