Hay rumores sobre…
... una isla que aparece y desaparece en el horizonte, muchos la han intentado buscar atraídos por rumores y mitos sobre riquezas ocultas en ella, pero nunca nadie ha estado en ella, o ha vuelto para contarlo...
Tema cerrado 
[Aventura] [Tier 1] Caprichos de ricachones...
Yoshi
Yoshi
A Yoshiro le sorprendía el nulo respeto que había entre los pasajeros de la carreta, entendía el comportamiento de cada uno pero aún así le sorprendía ver qué no les importara hacerlo, ese viejete era bastante decidido en mantener a los ricachones a raya. El rubio por otro lado quería intentar ganárselos con simpatía pero obviamente sus intentos acabarían siendo rechazados ante el orgullo de la clase social dividida por el dinero.
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En fin, eso no era de importancia para Yoshiro, él se mantuvo concentrado en su papel como "perro rastreador" y dirigió al resto hasta la manada de herbívoros. Siendo felicitado por Jim y Hyun decidió explicar sus simple método de rastreo, Jim pareció algo sorprendido pero rápidamente su atención pasó a otra cosa y como un perro ansioso empezó a correr por todos lados hablando con los hombres en la carreta.
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Dudo que sea para comer-entendía a Jim, un cazador debía usar sus habilidades únicamente para alimentarse así mismo y a otros, no solo por el placer de ver morir a una presa pero el ser humano es así...
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Hyun decidió adelantarse para cazar uno de los herbivoros y aunque Yoshiro no lo veía como un buen plan no tuvo chance para decirle algo ya que pasó a detener al gordito de disparar antes de tiempo. El lado bueno es que lo escuchó sin mucha queja, el lado malo es que fue descuidado y acabó disparando al piso de la carreta a escasos centímetros de Jim. El sonido fue tan repentino que Yoshiro levantó las manos como si se tratara de un soso panda rojo asustado y él no fue el único ya que los herbivoros empezaron a huir temerosos por aquel disparo fallido.
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Con la estampida a flor de piel los carnívoros que estaban al acecho terminaron siendo saboteados por aquel disparo y ahora querían venganza. Las hienas aparecieron entre la maleza dirigiéndose hacia el carruaje, pero antes de poder empezar a planear un metodo de defensa un nuevo disparo se escuchó junto la voz del mas gordito de los hermanos-¿Cuando se bajó?-Yoshiro miró al resto, era obvio que nadie iba a querer salvarlo pero con el temor que solo le paguen la mitad del dinero a dejar morir uno de los ricachones, Yoshiro decidió correr a auxiliar al gordo.
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Yoshiro sujeto el cañón del rifle del gordo para evitar que le disparara y con su otra mano apuntó a las hienas en un claro gesto de ¡Alto!
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Deje de disparar. Lentamente regrese al carruaje, yo las distraeré. Soy su guardaespaldas así que no se oponga-intentó ser firme para ordenar al gordo no ser terco y regresar a la seguridad del vehículo, no debería ser difícil para alguien como él abandonar a alguien insignificante para salvar su grasoso trasero. 
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Yoshiro empezó a dar saltos de un lado a otro con sus brazos estirados para intentar que las hienas se mantuvieran a raya y no persiguieran al gordo-¿Que clase de animales son estos? Se rien y su aroma es muy raro... ¿Son una especie de lobo? Cazan en manadas...-era la primera vez que Yoshiro veía hienas y eran una cosa muy rara a simple vista pero le parecían cómicas.
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Cálmense muchachos, no se quieren comer a ese tipo. Su sabor es asqueroso, todos los de su tipo tienen un pésimo sabor-diría de forma Carismática para hacer reír a los animales que parecían ser adictos a esa emoción, Yoshiro dio algunos pasos hacia adelante intentando hacer retroceder a los animales-Vamos muchachos, que tal si vamos por un rico pollito. Yo invito-Yoshiro tenía cierta Afinidad animal así que se sentía algo confiado ante la presencia de los animales a pesar de no saber sus conductas más salvajes.
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Ahora Muchachos, siéntense, sentados...-bueno, ya que estaba ¿Podría entrenarlos? Era un Líder Nato al final y al cabo. 
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Datos
#21
Gautama D. Lovecraft
El Ascendido
Cuando la manada de ñus corrió despavorida en manada, el grupo se dio cuenta de que eso dio lugar a que las sombras que parecían acechar al grupo de herbívoros, a lo lejos, cambió de objetivo y ahora éramos nosotros. Unos depredadores, por animales que fueran, podrían hacernos pasar un mal día, por lo que había que actuar consecuentemente sabiendo a que podíamos enfrentarnos. Antes de que pudieran acercarse lo suficiente, eché la vista atrás recordando a las lámparas de gas que oscilaban colgadas en los extremos del carruaje, como péndulos debido al ajetreo y los baches del camino, pendían sin ser encendidas dada la luminosidad y la hora del día.

Con premura, alcancé una volviendo desde la parte frontal hasta el carruaje y la encendí, en las proximidades, agarré una rama cercana del árido suelo de algo más de metro y medio, era ideal para lo que se me ocurrió. La rama estaba bien seca debido al clima y que estaría ahí por días, todo un acierto para que prendiese fácilmente. Soplé la lámpara para apagarla, y acto seguido di la vuelta, lo que parecían hienas, se aproximaban y estaban literalmente encima de nosotros, habían aprovechado mi tiempo de preparación de esa antorcha improvisada, dispuesto a utilizarla, ya que la circunstancia se prestaba, debido también a la inexistente vegetación presente del terreno, por lo que el riesgo de incendio imprudente debería ser ínfimo al estar rodeados en la zona por pura tierra, y los pastos quedaban lejos.

Personalmente, sabía que no era el más diestro del grupo para esgrimir algo, siempre fui de defenderme con mis propias manos, sin embargo, la situación requería algo de improvisación y creatividad para ahuyentar al grupo de carnívoros. Precisamente, suponía que no ser el que más destreza tenía con un palo en la mano, acabó siendo una ventaja, pues mi baja maestría con ella, pavoneaba la antorcha haciendo que la llama pareciera más acechante para los animales, y con esto, mantendría a raya uno de los costados del carruaje.

Me encontraba en el lateral donde el pequeño suricato Jim se ubicaba, desde la parte anterior, el si que parecía demostrar una perfecta puntería al ver como derribaba a una de ellas de un flechazo desde su posición. Por la otra parte, aunque no podía verlo, si que escuché algunos gritos del chico pelirojo de larga melena, el cual, parecía mantener una conversación con las hienas de su lado. Intentaba no apartar la mirada de las 2 que tenía en mi parte, para que no se confiaran y pudieran abalanzarse contra mí.

- ¡AAAAAAAAAAHHHHHGGG! -

Proliferé un grito gutural para apoyar el vaivén de la antorcha, con el fin de espantarlas. Para tener un voto de silencio desde hace años, parecía no haber perdido un intimidante tono de voz, rudo y potente. Entre haz y haz con el palo, visualicé como teniendo de referencia la orientación del carruaje, a las 7 en punto un león contemplaba la escena.

- ¡Jim! -

Le grité, señalando al león con el índice de la mano izquierda, mientras que con la otra aún seguía amenazando a la hienas, hasta que la llama entre tanto abanicar el palo se acabó apagando. La combustión cesó, pero eso dio lugar a un hilo humeante que se extendería por las cercanías, algo que quizá el olfato de las hienas no aguantaría, y que podía ser suficiente como para que se fueran y nos dejaran tranquilos. Por otro lado, ¿alcanzaría el pequeño suricato a aquel ejemplar?, ignoraba de las plenas capacidades del pequeñajo para acertar a aquel intimidante león, pero sería un enorme punto a favor si podía volver a acertar otra flecha como esa en el otro objetivo.

notas y resumen
#22
Terence Blackmore
Enigma del East Blue
Disclaimer


Ah, la humanidad, tan predecible y tan deleitablemente errática en su comportamiento... 
Cuando me propuse tender mi pequeña trampa verbal a aquellos insolentes nobles, lo hice no con la esperanza de enseñarles una lección, sino más bien para observar cómo responderían a la delicada danza de las expectativas sociales y la amenaza velada. Por supuesto, no me sorprendió cuando rechazaron mi oferta de agua con la típica altivez de su clase, pero sí debo admitir que la reacción, o más bien, la falta de reacción, del cohero me dejó un tanto insatisfecho. 
No me desalenté; al contrario, lo tomé como una confirmación de que el miedo había calado hondo en sus huesos, un escalofrío silencioso que, aunque no pronunciado, se revelaba en su rostro.

Mientras Teddy, el cochero, expresaba su agradecimiento hacia el anciano Lovecraft, vi una oportunidad para seguir urdiendo mi red de intrigas. Me acerqué, sibilino, susurrando ideas que solo alguien con una mente ágil y una inclinación natural hacia el caos podría apreciar. Sin embargo, el buen Teddy, con la mentalidad comercial que parece tan común en estos parajes, me respondió con una perspectiva sorprendentemente pragmática: los nobles, a pesar de su despreciable actitud, seguían siendo rentables para el hotel. 
Qué revelador. No pude evitar sonreír ante la idea de que incluso en este vasto y aparentemente desolado paisaje, todo seguía girando en torno a la economía. Pero mi sonrisa era una que Teddy no entendió en su totalidad, una sonrisa que escondía el placer de un juego bien jugado, aunque todavía sin concluir.

La llegada de los primeros animales a la vista causó una agitación palpable entre los pasajeros del carruaje. Observé, con el interés de un naturalista que estudia un extraño espécimen, cómo Brand, el más alto de los nobles, avanzaba hacia la parte frontal del carruaje, arma en mano. Era curioso cómo, tras el incidente anterior, había aprendido a no pisar a los demás en su precipitada ansia de imponerse; una lástima, pensé, que su aprendizaje fuera tan limitado. Su hermano, por otro lado, optó por una retirada discreta, alejándose del viejo Lovecraft como si temiera que la sombra del anciano pudiera devorar su alma. Cómo me habría deleitado con esa idea, si tan solo hubiera sido yo el objeto de su temor, pero era tiempo de ser paciente.

Y luego, claro, el disparo accidental. Una deliciosa ironía, casi palpable en su absurdo. Brand, en su nerviosismo y evidente ineptitud, disparó su arma sin intención, apenas fallando a aquel herpéstido bocazas. El estruendo del disparo, sin embargo, tuvo consecuencias que ningún miembro de este desorganizado grupo había previsto: los ñus, esas criaturas fácilmente asustadizas, comenzaron a moverse en desbandada, acelerando el ritmo como si el mismo diablo les pisara los talones. No pude evitar una pequeña risa al ver cómo la situación, que ya de por sí era un caos, se transformaba en algo aún más deliciosamente extraño.

De la maleza, surgieron las verdaderas cazadoras de este drama: las hienas.

El rugido de la naturaleza se desplegaba ante mis ojos, un escenario salvaje donde el hombre volvía a ser nada más que una presa, recordándonos cuán frágil era nuestra civilización cuando se enfrentaba al orden primordial de las bestias. Observaba la escena con un deleite macabro, mientras el caos y la adrenalina se mezclaban en una sinfonía brutal.

Mientras observaba a mis compañeros prepararse para enfrentar esta nueva amenaza, mi atención fue capturada por el movimiento frenético de uno de ellos, aquel que se encontraba en el lateral del carruaje, el sabio de Lovecraft, cuya habilidad con una antorcha improvisada era, por decirlo de manera caritativa, más entusiasmo que destreza, agitaba el fuego en un intento desesperado de mantener a raya a las hienas. Su grito gutural resonó con una fuerza inesperada, un sonido que, por un breve momento, pareció hacer vacilar a las criaturas. Pero las hienas, astutas como siempre, no eran tan fáciles de amedrentar. Sus cuerpos esbeltos y musculosos se movían con una agilidad que dejaba claro que estaban acostumbradas a lidiar con presas mucho más peligrosas que un grupo de humanos asustados.

Fue entonces cuando lo vi. En la penumbra que rodeaba el escenario de nuestro combate, una figura majestuosa emergió, observándonos desde la distancia con una calma que solo un verdadero rey podía poseer. El león, el verdadero monarca de la sabana, se encontraba cerca con su mirada fija en nosotros, como si evaluara si valíamos el esfuerzo de una cacería. Su presencia era tan dominante que por un momento todo pareció detenerse. Incluso las hienas, aquellas bestias carroñeras, parecieron mostrar una sutil deferencia hacia él, manteniendo su distancia con una mezcla de respeto y miedo.

El hombre de la antorcha también lo vio y, en un arrebato de pánico, llamó al mink bocazas, señalando la imponente figura del león. La antorcha, que hasta entonces había sido su única defensa, se extinguió en sus manos, dejando un rastro de humo que se alzaba perezosamente hacia el cielo. El humo, aunque denso, no parecía suficiente para ahuyentar a las hienas que aún nos acechaban con ojos depredadores, pero me pregunté si el león podría aprovecharlo, si acaso lo que para nosotros era un problema, para él sería una ventaja táctica.

Decidí finalmente ponerme en pie, hastiado por la situación y vagamente irritado por la incompetencia manifiesta que había a bordo de aquel carro. Deseé en silencio que hubiera víctimas y unos segundos más tarde, tomando por ventaja el humo para poner también espacio entre su depredador y ella, una hiena se abalanzó contra el carruaje, llegando hasta nuestra altura.

Yo no iba a ser una presa, y siendo un pleno conocedor de esto, proferí una patada rápida a la mandíbula de esta en pleno salto, para aprovechar su impulso y mi rápido giro de cadera en un golpe fatal.

-¿Nadie ha pensado en los caballos? Son presa fácil y nuestro único medio de transporte... ¿Es que os falta previsión o sois imbéciles?- comenté agarrando del la pechera al hermano que había quedado en el carruaje para aleccionarlo. Mi pose era extremadamente relajada para la situación, pero la amenaza consciente había sido manifiesta. - ¿Quieres de una vez darle un disparo a las hienas? - dije rápidamente.

Después de todo, la verdadera naturaleza del hombre se revela en el filo del peligro, y allí, justo allí, es donde reside la auténtica diversión.
#23
Rengetsu D. Tenji
Príncipe Ciego
La situación había dado un giro repentino. Ahora los cazadores podían ser las presas y por lo menos los dos nobles de la familia Moddy eran los candidatos perfectos a ser una presa en el día de hoy. Un sequito de ocho hienas rodeaba completamente la parte frontal y posterior del carruaje mientras un león prepotente y arrogante observaba desde la altura la situación, casi tan elevado como el astro rey.

Pero un pequeño problema estaba aconteciendo no muy lejos del grupo principal. Hyun busco tomar posición para sorprender a los Ñu si intentaban acercarse hacia esa zona con el fin de facilitar la caza para los tontos ricachones, uno de los cuales incito la estampida que acabo formándose como un gran tumulto de color marrón oscuro que se cernió sobre el cazador como una avalancha sin dar casi espacios para la evasión o defensa. Aun así la estampida no presento grandes problemas, hasta que el asta de uno de los animales se atoro con la chaqueta del chico, arrastrando al mismo junto a la estampida, moviéndose con ellos como uno más de la manada en contra de su voluntad, siendo llevado por los animales hasta la orilla del rio que brotaba desde uno de los laterales de la meseta. Si nadie lo salvaba capaz lo arrojaban al agua.

Pero la operación de rescate debería esperar un poco, puesto que le acecho de las hienas parecía feroz, o por lo menos lo parecía gracias a la rápida actuación de todos los otros guarda espaldas, haciendo gala de su titulo. Los otros cuatro guardianes se dividieron en dos grupos para enfrentar a las amenazas que los acechaban por ambos frentes con rapidez y eficiencia, aunque realmente les había salido así de pura casualidad.

El grupo que cubría la retaguardia, se trataba de Jimbo y Yoishiro, el primero de los dos realizo un rápido movimiento con su leal arco, trazando dos poderosos disparos que impactarían contra las dos hienas que estaban en el centro del grupo derribando la primera de un único y preciso disparo en la cabeza, mientras que la otra recibiría el impacto en su costado, cerca del cuello, y saldría corriendo tambaleándose entre la hierba alta. Mientras Yoishiro intentaría lidiar con las otras dos hienas, hablando... El chico parlamentaba con los animales como si le pudieran entender, tal vez pensaba que eran de la misma condición que Jimbo, aunque nada más lejos de la realidad y por su talento con los animales el joven gyojin pudo entender que estos animales tenían hambre y la perdida de sus amigos las encabrono y no las hizo atender a razones, saltando una a morder el cuello de Yoshiro, mientras la otra arremetía contra una de sus piernas para dificultar su movilidad. La diplomacia fallo.

Por otro lado estarían Tercen con el anciano Lovecraft cubriendo la parte frontal y probablemente la más importante. La iniciativa fue tomada por el monje, que con una rápida intuición improviso una antorcha con la que amedrentaba a las hienas que buscaban rodearle tomando distancia y retrocediendo aunque sin dejar de cercar al hombre entre sus rugidos y movimientos frenéticos del fuego y el humo, claramente las dos hienas no querían ignorar al hombre, pero este las mantenía a raya con bastante sutura. Por desgracia para el viejo, su presencia no era merecedora de la atención de los depredadores, puesto que otras dos de las criaturas buscaron asaltar a los caballos de portaban el carruaje, claramente las mejores presas del lugar sin contar al gordito de Carl. Pero una de ellas seria finamente interceptada por un burdo golpe de Terence, aun así sus formas denotaban elegancia y presencia. Mientras que la otra hiena seria interceptada por Teddy - ¡Deme eso! - Fue lo que propino el conductor Teddy tras ver que Brand era incapaz de usar bien su arma, tomando el hombre el arma y disparando con gran precisión hacia el animal que saldría volando por el impacto hasta caer inerte al suelo. Mientras que su compañera se alejaba aturdida pro el golpe de Terence sin saber ni donde iba a la pobre criaturita del señor - ¡Oiga pero no los mate usted, se supone que debo cazarlas yo! - Brand buscaría recuperar su arma para apuntar hacia las dos hienas que quedaban en la parte frontal, pero al verse incapaz de apuntar bien a ninguna de las dos que danzaban alrededor de Lovecraft simplemente bajo el arma abatido.

El carro parecía medio asegurado, cuatro hienas ahuyentadas, dos buscando mordisquear a Yoishi y otras dos en una danza con Lovecraft buscando quien era el primero que dejaba una apertura, Teddy y Terecen como los protectores de los caballos del carruaje y Brand abatido por su propia incompetencia, mientras Hyun se perdía en la distancia con los Ñu, un león que permanecía en la altura de la meseta, pero donde estaba Carl...

OFF
#24
Jim
Hmpf
No daba crédito al discurso interracial que estaba planteando mi compañero. Por un momento dudé, quizá era un superpoder o una habilidad única. Le había visto olfatear herbívoros, así que todo era posible. 

Por desgracia, pronto comprobé que no había surtido ningún efecto. Ya me lo decía yo...Por otro lado, Lara Croft agitaba un palo llameante con poca pericia, pero con gran eficiencia. Su ruido gutural me hizo reaccionar de inmediato, como si estuviese en mi ambiente natal.—¡Uh, uh, ah! —El peliblanco dejaba fuera de combate a una de las hienas con un movimiento defensivo. El conductor se convertía en el MVP de aquella escena. Uno de los gordos caía rendido por su incompetencia, pero... ¿y el otro? Lo busqué con la mirada, saltando de un brinco a la casa con ruedas.

 Entonces me percaté de que nuestro compañero estaba a punto de ser embestido por una estampida de ñus.—¡Jim! —La voz del viejo era un imán para mis sentidos. El tipo era un fino, por algo seguía vivo a su edad, algo poco común de donde yo provengo. Señalaba al líder de aquel ataque. Un escalofrío recorrió mi cuerpo al verlo; me resultaba familiar, aunque no lograba ubicarlo en mi memoria. 

El viejo y yo sabíamos lo que había que hacer casi de manera instintiva.—¡Cúbreme! —Mi cuerpo ya se orientaba hacia la bestia mientras mi mano diestra sacaba una flecha.—¡Fus! —Cargué la flecha y la tensé, cerrando un ojo mientras elevaba el arco.—¡Ro! —Tensé con más fuerza y calculé la caída y la desviación de la flecha. Inspiré profundamente; lo tenía en la mira.—¡DAH! —Grité sin saber muy bien por qué, soltando el proyectil. No miré su trayectoria, ya estaba dictada.

 Me giré de inmediato para ver cómo nuestro compañero era brutalmente arrastrado por la manada animal.Mientras analizaba su trayectoria, cargué otra flecha y apunté. Era un disparo mucho más complicado, mucho más ambicioso, pero estaba decidido a intentarlo. Cuando creí poder hacer diana, solté la flecha. Quería impactar en la pierna del ñu, frenando su velocidad y permitiendo que nuestro compañero se zafara de una manera más tranquila de la situación.
#25
Hyun Yeon
Tsubaki no Ken
Diablo empanados en una torta infernal. Decir que a veces los planes no salen bien era quedarse corto en esta situación. Cierto era, había tomado riesgo y me había salido mal. No entraba en mis planes acabar colgado del asta de un bóvido salvaje de... ¿doscientos, trescientos kilos? Mientras rebotaba en el cuerno del animal, escuchando con dolor en mi corazón y mi bolsillo cómo las costuras de mi chaqueta se desgarraban con cada sacudida. No fue lo único que escuché, pues por encima de los mugidos espantados de los ñúes resonaron varios tiros más. No era algo de lo que preocuparme en ese momento, así que hice de tripas corazón y me centré en mi problema.

- No me falles ahora... - murmuré para mí mismo, en una suerte de rezo a mi akuma no mi. Recurrí al poder de mi interior y dejé que la energía recorriera mi cuerpo. Recordaba las enseñanzas de mi padre sobre cómo la energía fluía por todos los seres vivos. Siempre las había considerado patrañas místicas que poco tenían que ver con la realidad científica. En mis años como doctor jamás había leído nada parecido a lo que mi viejo había descrito ni visto nada que lo apoyase. Eso fue hasta que consumí la fruta, claro está. Ahora ya no tenía tan claro que fuesen cuentos viejos y leyendas. Mi cuerpo comenzó a crecer a un ritmo prodigioso, junto con mi peso y fuerza. Clavé mis pies en el suelo y traté de frenar al ñu agarrándolo por el pecho y el costillar, pero pese a mi transformación, aquella cosa era como un tanque orgánico. Con su peso superior y la inercia de su carrera, en un primer momento logré poco más que ralentizarle y desgastar las suelas de mis botas contra la gravilla del suelo.

Tenía que tomar una decisión y rápido. La manada se dirigía en estampida hacia el río y si bien mojarse nunca había matado a nadie, ahogarse era un problema serio. Especialmente cuando eras un peso muerto en el agua. En un momento de desesperación, buscando algo en mi entorno que pudiera servirme, un destello captó mi atención. Jimbo apuntaba hacia nosotros con un arco. Agradecí silenciosamente el apoyo y rápidamente procedí a cambiar de táctica. Agarrándome a los retorcidos cuernos del animal como punto de apoyo, propiné una patada tan violenta como apresurada contra la pata delantera izquierda, buscando la rodilla. Si lográbamos derribar al animal, podría intentar usarlo como barricada mientras me liberaba de su cuerno, evitando así ser embestido hasta la muerte o arrastrado hasta el río. Ahora, todo lo que quedaba era confiar y actuar rápido.
#26
Gautama D. Lovecraft
El Ascendido
La tensión causada por las hienas parecía sacar a relucir las skills del grupo, y cada uno, aportando cada una de sus virtudes luchaba contra el ataque coordinado extrañamente de las hienas contra el carruaje. En el templo, tenía un compañero llamado Sun Tzu que era un brillante estratega, siempre se le dio bien algunos juegos de estrategia que teníamos allí, y sin duda, aquel ataque parecía haberlo planeado este mismo. ¿Podían las hienas llegar de manera casual por si mismas a asaltar el comboy tan sincronizadamente? Parece que los animales de hoy en día, y su instinto de caza, estaban más desarrollados de lo que me imaginaba, a no ser, que detrás de esta hubiera una mente maestra por detrás, que les instigue a comportarse así y a organizarse en esa formación. Nah, demasiado peliculero, en que cosas te hace pensar el azote del sol cuando eres mayor.

Podía estar conscientes del estado de los carnívoros mientras intentaba mantenerlas a raya, por mi forma de ser, no quería hacerles daño bajo ningún concepto, pero viendo la zona de proceder de algunos, el irremediable golpe que recibió una por parte de Terence, y el plomo que comió otra por hacer lo que no debía, no me quedaba más remedio que intentar usar la fuerza para rechazarlas.

En el mundo animal, estos solían tener un hocico sumamente desarrollado al mismo tiempo que sensible, para muchos de ellos, era un punto débil a la vez que una herramienta para olisquear una presa, o, por el contrario, detectar a un depredador, ¿cuánto de sensible sería?, probaría para ponerlo en práctica. Lo malo de fijar como objetivo el hocico, es que la boca y los colmillos están justo debajo, por lo que un paso en falso, o una palmada mal calculada, y la mano iría dentro de las mismas fauces de las bestias.

Se me ocurrió darle un fin útil a aquella antorcha improvisada, podría hacer un último servicio antes de prescindir de ella de forma definitiva, ¿Valdría la idea?, la edad a veces suele jugártela con algunas cosas, era bien cierto que actualmente no tenía los reflejos ni la rapidez de antaño cuando mis manos y mis ojos aún eran jóvenes, pero mi mente tenía un registro rico en la creatividad y variación de opciones para encarar una situación, y aquella sería un ejemplo más de ella. Solo tenía que aprovechar el segundo indicado.

Aguardé unos momentos, y entre uno de los jadeos de la hiena que estaba más al exterior de la parte frontal, le lancé mi palo pero sin la intención de dañarla con él, ya que no tenía la destreza suficiente como para estar seguro de acertar y hacerla huir, lo haría con mis propias manos. Lancé la antorcha en posición horizontal, de manera bombeada para que el animal pudiera alcanzarla con sus fauces, haciendo que me diera la facilidad de alcanzarla y bajar las opciones de mordida, pues con aquello entre los dientes, no tendría holgura para atrapar mi mano.

Cuando la misma la enganchase entre sus incisivos, realizaría un movimiento relampagueante en línea recta contra la misma, con la mano que la golpearía en el hocico cargada hacia atrás y la palma desplegada. Y fue el momento idóneo. Realicé un golpe frontal, fácil de prever para cualquier combatiente experimentado, pero no para un animal salvaje, que no se vería venir mi figura sobre ella mientras mantenía mordiendo aquello. Un contundente golpe impactó en su hocico húmedo y mullidito, con el rigor que a un artista marcial le caracteriza, con la intención de hacerla retroceder y darle a entender de que ya no era buena idea mantenerse allí. La mejor idea era corre y huir despavorida. 

La restante, la hiena de mi derecha, la mantenía también a raya tanteándola mientras gruñía, ¿vería como sus posibilidades de éxitos bajarían tras quedarse sola allí presente y con el cadaver de una de sus compañeras?, espero que no fuera la kamikaze del grupo, y no a esta última caería con todo sin titubear.
#27
Terence Blackmore
Enigma del East Blue
La escena que se tendía ante mi era un caos se mirara por donde se mirara, ya que lo más eficiente, de lejos, era el pequeño mink arquero y el aleta del ascetismo, que fueron los únicos en aportar algo de valor a un acto tan absurdo como falto de profesionalidad.

Es cierto que yo no estaba ahí por capricho del destino y que ni tan siquiera necesitaba el dinero del pago por este trabajo, pero bien es cierto que es una de aquellas situaciones en las que lo más motivador es el aburrimiento, y lo consideré una oportunidad única de encontrar individuos especiales que quizá me agradaran.
Craso error, porque salvando a Lovecraft, el marine de parcas palabras, y a la rata inquieta con poco afán por la calma, el resto ciertamente se categorizaban en el área de lo especial, aunque desgraciadamente en el lado equívoco del espectro.
¿Un hombre hablando fútilmente con los animales? ¿Un joven que no podía huir de una manada de ñus que arrochaban fruto del miedo?
Maldije mi suerte en ese instante. Apenas había material decente.

Cuando me dirigía a centrar mi vista en el ataque, vi como el hombre que había sido arrollado aumentaba sus dimensiones y empequeñecía a los herbívoros dejándolos al tamaño de simples perros mientras la distancia ofrecía una falsa ilusión visual. 
¿Un usuario de Akuma no Mi? Interesante... Quizá si merecía mantener cerca a aquel personaje del teatro...
Pero por otro lado, la urgencia instó a dedicar mis esfuerzos en otra parte, pues nadie aún estaba pendiente de los caballos y eran el método para salir de allí si todo se terciaba en negativa. La vida de aquellos ricachones ni tan siquiera importaba a no ser que pudiera sacarle un rédito personal.

Dada mi posición elevada privilegiada, lo cual me aportaba una ventaja táctica simpar, oteé como una hiena estaba mirando con cierto deseo a uno de los caballos, dada la indefensión manifiesta de este. 
Di un corto salto, pues no hacía falta mucho impulso, y desde la cercanía a la cabina del cochero, al cual moví con cierto cuidado para posicionarme, caí encima de uno de los caballos que estaba siendo amenazado, montándolo como en mis tiempos de en la hacienda, lo que me dio cierta nostalgia que no pude ser capaz de ocultar en una breve sonrisa.

Tomé entonces las riendas que pertenecían al cochero de un breve pero intenso tirón, y traté de calmar al nervioso animal mientras con presteza quitaba los amarres que lo sostenían al vehículo.
Durante unos cortos segundos cómplices entre el caballo y yo tras haberlo liberado de su prisión personal, una hiena se lanzaba contra este, así que simplemente utilicé un truco bastante sencillo si como yo, habías sido criado en un ambiente hípico. 
Tiré rápidamente de la rienda hacia atrás y el caballo emprendió un movimiento de ascensión, y en pose erguida pateó a la hiena que llegaba por el frente, profiriéndole un enorme golpe del que hasta un humano corriente a duras penas se levantaría.

No tuve más remedio que comenzar a hacer señas al cochero, que se encontraba disparando por doquier como método de cobertura para ahuyentar a las bestias, de que se centrase en disparar al león para tratar de romper la moral de su alfa, lo cual rompería como mínimo la formación depredadora de las bestias.
#28
Yoshi
Yoshi
Yoshiro se puso en medio de entre el mas gordito de los hermanos y las hienas que lo querían como cena. Ante la diferencia de número, Yoshiro decidió que era más fácil distraerlas de alguna manera, al principio si logró frenarlas pero de pronto una flecha se incrustó en la cabeza de una hiena (matándola obviamente). Yoshiro miró hacia atrás notando al hábil Jimbo sostener su arco y con otra flecha más, impactó una de las patas traseras de otra hiena (la cual huyó del miedo). Claramente esto enfadó a las dos que quedaron impunes y Yoshiro ahora suspiraba por su mala suerte-Ni modo-una de las hienas saltó en busqueda del cuello del muchacho, que sin pensarlo dos veces golpeó el hocico del animal con un derechazo, la hiena golpeada cayó encima de su compañera que se había lanzado a por la pierna de Yoshiro y logrando salvar al chico de dicho ataque.
Impacto Directo
com101
COMBATIENTE
Ofensiva Activa
Tier 1
28/7/2024
17
Costo de Energía
1
Enfriamiento
El usuario encarará de frente a su adversario propinándole un poderoso impacto directo con alguna de sus extremidades, aplicando un [Empuje] de 4 metros.
Golpe Basico + [FUEx2] de [Daño contundente]

El golpe de Yoshiro quizás no era el mas poderoso pero la piel del muchacho escondía un secreto, la verdad es que es realmente tosca al contacto y es capaz de cortar ligeramente la piel. Un órgano tan sensible como la nariz acabaría sangrando con tal ataque pero solo la voluntad de aquella hiena le permitirá pelear por su compañero caído o huir para no terminar en peores condiciones.
Piel Tosca
U33001
ÚNICA
Pasiva
Tier 1
2/8/2024
La piel del usuario es tosca al contacto y aunque caricias suaves no provocarían daños a quienes los toquen si podría hacerle daño a quien intentara golpearlos al cortarse ligeramente. Esto causa que el daño final causado por un golpe o técnica de Cuerpo a Cuerpo aumentara un +5 de Daño. Y siempre que el usuario reciba un daño de una ofensiva Cuerpo a Cuerpo, el agresor sufrirá 5 de [Daño Verdadero]
Ya he peleado contra lobos, ustedes no son tan diferentes-Yoshiro empezó a gruñir, no tenía un arma con filo como para matar a las hienas facilmente pero nada lo detenía en usar sus puños y piernas para luchar contra ambas ¡Y si le llegaba la oportunidad se lanzaría a morder el cuello hasta matarlas!
#29
Rengetsu D. Tenji
Príncipe Ciego
La batalla contra la naturaleza habia comenzado, el grupo de guardaespaldas se estaba enfrentando a la organización e instinto de caza que los animales salvajes tenían. Por suerte no estaban pareciendo verse en muchos aprietos por el momento, lidiando de forma muy habilidosa con las hienas que intentaba darles caza a ellos o los caballos que los llevaron. Que aunque si que no eran imprescindibles para volver, si que no era lo más recomendable hacer todo el trecho de sabana que implicaba volver desde el centro de la isla, en este momento del ya mediodía en el que el sol estaba más alto.

Las pocas hienas restantes no serian un mayor problema para el grupo. El anciano pero hábil Lovecraft se las ingeniaría para ocupar las fauces de su adversario con el fin de propinarle un poderoso golpe en su hocico a modo de advertencia, siendo seguido por Terence que se puso al galope de uno de los corceles que los trajeron hasta aquí para usar la mayor corpulencia del animal para rechazar a la otra hiena que asediaba el anciano antes de que se abalanzara sobre el aprovechando que ataco a su compañera. Y finalmente Yoishiro que estaba viendo como la diplomacia fracaso, opto por otro tipo de diplomacia violenta en la que su puño con su escamosa y tosca piel impactaría contra el hocico de una de las hienas lanzándola contra su compañera; lo que esos animales no sabían es que de haber mordido al chico su terrible piel les habría dañado la lengua y paladar. 

Quien parecía estar en más apuros era el cazador Hyun, quien saco una fuerza interior extraordinaria para volverse de un considerable tamaño y pasar a tomar la iniciativa frenando al Ñu que previamente lo estaba arrastrando, aun así el animal era un portento en cuanto a fuerza de arrastre y resistencia, una presa que sin duda incluso en solitario varias hienas o leonas atacarían, no es bueno subestimar a los herbívoros de la sabana. Pero seria entonces cuando una flecha fútil de Jimbo alcanzaría a una de las piernas del animal haciéndolo flaquear y perder parte de su equilibrio, dando la apertura al grandullón para que terminara de derribar a la noble criatura y tomando sus cuernos pudiera moverla a modo de una barricada natural que impediría que los otros animales de la estampida arrollaran al cazador, quedando el joven a salvo.

Esa flecha de Jimbo llegaría justo después de una previa que lanzo coordinado el animal con el conductor Teddy ahora armado, hacia el león que parecía ser el alfa que dirigía el ataque, el disparo del rifle fue evitado por el animal, pero gracias a eso la trayectoria predicha por el animal dio en el blanco clavándose entre el pecho y el cuello del animal con bastante profundidad. Obligando al herido animal a escalar lo que le restaba de acantilado por las rocas que formaban un pequeño sendero con apenas un par de torpes brincos hacia la parte superior y fuera de ángulo visual meseta.

Entonces el ultimo integrante desaparecido del grupo haría acto de presencia - ¡Juajuajua, buen trabajo alimaña, yo lo rematare! - Diría Carl, quien aprovechando la confusión quiso perseguir su más codiciado trofeo, el león subiendo como pudo entre la hierba y las rocas hasta poder transitar por el mismo sendero de rocas que las hienas y el león usaban para subir y bajar de la meseta, siguiendo el hombre el mismo camino que el león había seguido ignorando a todos los demás, se le notaba exhausto por el esfuerzo con su peso y su respiración era agitada, pero su adrenalina por poder rematar patéticamente una presa herida, aunque buscando llevarse toda la gloria le impulsaban.

Las hienas que habían sido aturdidas, más no asesinadas, al verse desprovistas de su líder y tras esos impactos certeros se dispersarían por la hierba alta de la sabana en múltiples direcciones huyendo. Todo parecía tranquilo por la parte baja, tras también alcanzar la manada de Ñus el rio cruzando al otro lado, aunque uno pareció que tenia un problema y no pudo nadar bien porque se hundió en el agua o quizá algo tiro de él... Pero por lo menos Hyun estaba bien, quien podría liberar al animal que le sirvió de escudo. Por otro lado - ¡Maldito seas hermano, quieres quedarte toda la gloria! - Gritaría frustrado el hermano largiducho al ver que el único animal muerto por su arma no fue una presa suya - ¡Trae para acá, debo asegurarme de cazar algo o mi hermano me lo restregara siempre! - El hombre busco con su mira tras recuperar su arma si había algo a los alrededores, al no ver nada pero cruzarse ante su mira el suricato que había bajado del carruaje la misma se detuvo y su mente dudaba mientras su dedo se deslizaba hacia el gatillo... Y finalmente desde las alturas de la meseta en las que se habían perdido el león y Carl, se escucharon no uno, sino dos disparos, para tras unos momentos de silencio romperse el mismo - ¡GYUAAAAAAAAAA! - Era la voz de Carl, sonaba asustada...

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#30
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