Alguien dijo una vez...
Iro
Luego os escribo que ahora no os puedo escribir.
[Aventura] [Tier 2] Un Musico, un brócoli y un tesoro
Rengetsu D. Tenji
Príncipe Ciego
Rostock había tenido un movimiento bastante inusual últimamente, al parecer la presencia de nuevos reclutas de la marina instigo el sentimiento más anarquista y rebelde de algunos transeúntes que intentaron hacer algunas pequeñas trastadas por el lugar, pero nada que no se pudiera gestionar con facilidad. Pero de cualquier forma habían sido unos días ajetreados para cualquiera en la isla.

Y tras un poco de caos y descontrol, nada mejor que descansar dando un trago largo en alguna de las cantinas del pueblo. En especia la Taberna Tablaó era una bastante popular para ir a pasar el rato y descansar de una larga jornada laboral, siendo su hora punta la noche cuando los comerciantes cerraban sus negocios y querían beber algo antes de regresar a sus hogares, o durante primera hora de la mañana recibiendo a varios trabajadores del puerto que venían tras entregar al mercado el pescado fresco del día.

Pero justo en esos momentos, al mediodía, curiosamente era cuando menos afluencia de gente tenían, de hecho se podian contar con ambas manos el numero de personas que habia en el mismo. Pero justo en esas horas bajas era cuando un cantante emergente como era Rizzo, tenia una oportunidad de andar debutando con sus canciones en el local, puesto que en las horas puntas los espectáculos que buscaban ofrecer eran un poco más vistosos y populares que un aspirante a musico, el cual no consideraban muy brillante por allí.

En la bruma del océano, una sombra va,
un pirata errante, que no quiere naufragar.
Sus ojos esconden historias de tormenta,
y un tesoro dorado que el pasado alimenta.
Oh, el pirata oculto, con su disfraz,
fingió ser capturado, buscando paz.
Entre las olas, su leyenda se fue,
dejando el oro lejos, para vivir en fe.

El sonido de su guitarra llenaba el lugar, sus palabras iban danzando por el ambiente alcanzando a los distintos comensales, algunos estaban allí solo para matar el tiempo hasta que les tocara ir a trabajar, otros simplemente descansando, uno que otro buscaba tomar algo refrescante para escapar del sofocante calor del verano. Pero en general parecía que nadie estaba prestando mucha atención al hombre cantante.

Las estrellas susurran, secretos de mar,
un secreto enterrado que no puede olvidar.
Escondido fuera de la aldea, lejos de la ley,
mientras la vida avanza, su alma en un buey.
Las noches sombrías le traen visiones,
de tormentas pasadas, de viejas pasiones.
Pero en su pecho, el deseo persiste,
ser libre al fin, su esencia no resiste.

Nada especial reunía a la gente en esa taberna, pero era un buen lugar para hablar y dejar que con el alcohol las palabras fluyeran. Total nadie prestaba especial atención al cantante que solo buscaba que le dieran una oportunidad de demostrar su talento al mundo, pero en general se le tachaba de mediocre y nadie le hacia mucho caso, por eso solo le dejaban cantar a esas horas en las que había poca gente y los que había pasaban de él para preferir hablar entre ellos.
Oh, el pirata oculto, con su disfraz,
fingió ser capturado, buscando paz.
Entre las olas, su leyenda se fue,
dejando el oro lejos, para vivir en fe.
Las risas del pueblo, su nuevo hogar,
un brindis por el hombre que no quiere llorar.
Pero en sus sueños, el mar lo llama,
un eco constante que nunca se apaga.
Así va su camino, con labios sellados,
un pirata en silencio, con tesoros guardados.
Y aunque la vida lo quiera atrapar,
en el fondo del alma, un mar lo hará soñar.

Pero... ¿Qué clase de clientes se estaban reuniendo en estos momentos en la taberna?

Musico Rizzo

Barman Casimiro

Cocinera Juana

OFF
#1
Nagaki
Medusa
La brisa marina me acaricia el rostro mientras camino por las calles empedradas de Rostock, un lugar que, aunque ha visto tiempos más tranquilos, empieza a vibrar con la llegada de nuevos reclutas de la Marina como yo. Ayer fue un día especialmente raro ya que había cambiado a mi fase normal y, aunque me he esforzado por mantener la calma, mi mente sigue dispersa por el cambio. 

Como en mi fase pólipo tengo una apariencia de una niña de 12 años no me dejaban salir de la base si no es para hacer alguna misión. Ahora sin embargo que parezco una adolescente ahora no tienen problema de que salga. Que raros son estos terravivientes humanos, si sólo habían pasado 10 días desde que me uní a la Marina, no veía problema porqué ahora sí y antes no. Pero ahora que me habían dejado salir de la base, tenía que aprovechar y visitar el Pueblo de Rostock.

Así que, cuando veo la Taberna Tablaó al final de la calle, mi instinto me grita que es el lugar perfecto para despejar la mente. No hay mucho ruido en este momento, solo el murmullo lejano del océano y el sonido de mi propia respiración. Empujo las puertas de la taberna y me adentro, sintiendo cómo el aire fresco se transforma en olor a madera envejecida y bebidas alcohólicas. Una rápida mirada a mi alrededor me revela que el lugar está lejos de estar abarrotado. De hecho, parece que sólo hay un puñado de almas aquí, cada una atrapada en su propio mundo.

Me muevo hacia la barra y pido un vaso de agua, aunque el barman me tienta a pedir algo más fuerte con el gran repertorio de bebidas que tenía detrás de la barra. La idea de dejarme llevar por el ambiente me hace sentir un poco nerviosa, pero reflexiono pensando que he tenido situaciones peores. Mientras el barman me sirve, noto un hombre en el pequeño escenario que, en este momento, parece bastante solo. Un cantante, para ser exactos. Su guitarra cuelga de su cuello, mientras sus dedos la acarician con destreza y sus labios comienzan a moverse en un canto melódico. ¿Va a interpretar algo ahora? Había escuchado cantar a los marineros en el puerto pero siendo honesta, son marineros y no cantantes profesionales por motivos obvios.

El sonido de su voz penetra en mis oídos como una suave brisa. Es una balada que habla de piratas y de secretos del mar, de historias que han sido enterradas y de anhelos que resisten el tiempo. No puedo evitar atrapar una parte de la letra, y mientras escucho, una curiosidad inexplicable me invade. Me encuentro casi sonriendo ante la idea de que, a pesar de que el lugar está casi vacío, este hombre se presenta con una confianza digna de un verdadero artista.

Su apariencia no ayuda a frenar la curiosidad. A medida que lo observo, me doy cuenta de que es bastante guapo. Hay algo en su expresión que me intriga y, de repente, me encuentro preguntándome si realmente su música tiene el poder de llegar a más personas de las que parecen escucharlo en este momento. ¿Es este el poder de la música o es un usuario de alguna fruta demoniaca?

Hago un esfuerzo por concentrarme en la letra, pero aparece un ardor en mi pecho. Algo en su voz me recuerda la pasión que solía sentir, una chispa que había dejado de lado por la seriedad de mi trabajo en la Marina. "Oh, el pirata oculto, con su disfraz, fingió ser capturado, buscando paz." Aunque sus palabras están imbuidas de una melancolía que nunca había sentido tanto cerca, en este instante me transformo en una espectadora ajena a toda la realidad que me rodea.

Algunos de los clientes parecen empezar a notar la música, pero todavía hay un aire de desprecio hacia él. Siento un instante de indignación; -¿es que nadie puede ver el esfuerzo que pone para atrapar la atención de otros? - Dije pensando para mis adentros, sabiendo que lo que piensen no importa, pero el deseo de alentar su trabajo me asalta.

Finalmente, tras la última estrofa, ese ardor de mi pecho me invita a levantarme y aplaudir una vez veo que aleja su mano de la guitarra.

Personaje
#2
Juuken
Juuken
Personaje


Otro maravilloso día en aquél pueblo, cada día me gustaba más, pero por asuntos debíamos acabar abandonándolo. No tenía queja alguna, ahora éramos un grupo, la verdad, de lo más variopinto. No solo estaba Lance, nuestro capitán, sino que también había otros dos nuevos integrantes que habían aceptado la propuesta del peliblanco, y que curiosamente también tenían el pelo del mismo color.

¿Tendría alguna relación con eso? No lo creo, mi pelo era más negro que la noche, era completamente lo contrario a estos. ¿Significa eso que quiso que yo le acompañara por error o por algún tipo de pena? Tal vez debería preguntárselo, porque notaba que todos ellos tenían ese rasgo en común, pero yo era completamente distinto, no entendía que podía tener en común con ellos. ¿Y si se había equivocado y después quería dejarme tirado?

En estos momentos íbamos los cuatro avanzando por una calle, parece que Lance y Terence querían tomar algo, por lo que íbamos buscando algún sitio donde poder echarnos algo refrescante por la garganta, comenzaba a hacer un calor algo agobiante y la verdad es que me parecía buena idea. Otra cosa que no entiendo, es cómo conseguía Lance siempre salirse con la suya, nunca le veía pagar nada, siempre lo conseguíamos gratis, de una forma u otra.

Nos encontrábamos frente a una taberna que parecía bastante animada, conforme entramos pudimos ver cómo había un hombre cantando en una zona, una melodía que no estaba del todo mal, pero no me llamaba demasiado la atención, había escuchado cosas mejores, y obviamente peores, y la música tampoco era algo que me entusiasmarse, de hecho no la conocí hasta abandonar aquella prisión que fue mi hogar durante trece años.

No había mucha gente por allí, y fuimos a una mesa a sentarnos, Lance pidió bebidas para todos, no se ni lo que pidió, y probablemente no lo habría tomado nunca, pero estaba abierto a cualquier cosa, de otro tal vez no, pero de él me fiaba, esperaba no tener que arrepentirme de ello.

Observé al resto de los que estaba por la taberna, no había demasiada gente y todos parecían ir a su aire, pero una persona llamó mi atención, tenía un sombrero extraño e iba todo vestido de azul, me llamó tanto la atención que le dí con el codo a Lance mientras nos traían las bebidas para que se fijase.

-Qué tío más raro, ¿no? No parece ni humano.

Me quedé mirandolo, de hecho no sabía ni qué era. Ya sabía que había otro tipo de criaturas que no eran humanas como nosotros, pero nunca había visto nada parecido, no tenía ni idea y me llamaba bastante la atención, sobre todo ese sombrero tan raro.
#3
Lance Turner
Shirogami
Personaje


Un día más, el aire tan fresco de aquella isla me alegraba el día, contrastando con las altas temperaturas que hacían por el sol. Era de agradecer notar el frescor rozando mi rostro mientras avanzábamos por el camino. Aún con todo, podía sentir el ligero peso de la humedad en el ambiente, como un vestigio de la bruma matutina que lentamente se estaba disipando bajo los primeros rayos del sol. Mientras caminaba junto a mis compañeros, mis ojos vagaban por el paisaje que nos rodeaba, y aunque mi semblante permanecía relajado, mi mente estaba ocupada en mil pensamientos, algunos más estúpidos que otros.

Juuken, siempre ansioso por aprender y conocer, iba a mi lado, hablando con su habitual entusiasmo sobre lo que nos esperaba más adelante. No podía evitar sonreír al ver su energía. Me recordaba en cierto modo a cómo era cuando era un pequeño mocoso en mi isla, aunque yo cargaba entonces con menos cicatrices y menos preguntas también. Había algo divertido en su curiosidad, y me alegraba ver que no había perdido esa chispa que lo hacía único.

Terence caminaba a mi otro lado, su figura era extrañamente imponente , seguramente por su presencia tranquila y seguridad en sí mismo. Era reconfortante y algo tranquilizador, ya que él conocía más de la isla que el resto de nosotros. Sabía que era el tipo de persona con la que se podía contar en cualquier situación, y aunque nuestras conversaciones no siempre eran cargadas de emoción y pasión, entendíamos en una manera un tanto extraña el valor de la camaradería sin necesidad de muchas palabras. Aunque éramos claramente dispares, había cierta complicidad mental que trasmitíamos con pocas palabras, y más con gestos o miradas.

- Terence, apuesto a que el próximo bar tendrá algo que llamará tu atención. – Comenté en un tono de vacile, observando cómo su mirada se perdía en el horizonte, posiblemente ya analizando las posibles estrategias que necesitaríamos emplear más adelante. - Quizá descubramos una nueva bebida o un nuevo plato... Hablando de eso, nos vendría bien para que Shiro aprenda nuevos platos riquísimos, ¡Que no son pocos los que sabe ya! - Dije más alto para llamar la atención de Shiro, para dirigirme a él de inmediato. - ¿Verdad Shiro?

Shiro, por su parte, mantenía su acostumbrada distancia, siempre alerta pero nunca intrusivo. Era como una sombra que se movía con nosotros, en silencio, pero siempre presente. De alguna manera, su presencia me daba tranquilidad, sabía que con él, podíamos estar preparados para lo que viniera.

Finalmente, no pude evitar volver la vista al joven Juuken, quien parecía estar perdiéndose en sus pensamientos nuevamente. Sabía que algo rondaba su cabeza, y aunque respetaba su espacio, no podía evitar preocuparme por él. Le di una palmada en el hombro, como para sacarlo de su ensimismamiento.

- Vamos, Juuken, no dejes que tus pensamientos te nublen el día. - Dije intentando trasmitirle confianza y que se alejase de esos pensamientos. - Hoy es una nueva oportunidad para aprender algo nuevo. Además, tengo la corazonada de que este lugar guarda más de lo que parece. Y quién sabe, tal vez tengamos que ganarnos nuestro desayuno de una manera... poco convencional – bromeé, guiñándole un ojo.

El camino continuaba, y con él, la promesa de lo desconocido. Era justo el tipo de día que me hacía recordar por qué había decidido seguir este camino. No había nada mejor que la sensación de libertad que traía una nueva aventura, y con estos compañeros, sabía que el día estaría lleno de sorpresas. 

Ya frente a la taberna donde queríamos entrar Terence y yo, miré a los demás, con una sonrisa cómplice. Me giré para tener a mis compañeros de frente y me dirigí a estos. 
- Vamos, chicos, parece que este lugar tiene lo que necesitamos – Dije con ese tono despreocupado que suelo usar cuando pretendo trasnmitir confianza.

Al cruzar la puerta, nos recibió el sonido de una melodía que, aunque no era extraordinaria, acompañaba bien el ambiente. La taberna no estaba muy llena, lo que nos permitió encontrar una mesa sin problemas. Mientras nos acomodábamos, no pude evitar fijarme en el tipo que cantaba en una esquina. No era lo mejor que había escuchado, pero definitivamente había visto cosas peores. Sin perder tiempo, me acerqué a la barra y le hice un gesto al tabernero.
- Cuatro bebidas, lo que tengas que sea fresco y sin alcohol. – Le dije, dándole un guiño señalando a los dos jovenzuelos del grupo para que entendiese el motivo. 

Volví a la mesa justo cuando nos traían las bebidas, y me recosté en la silla, disfrutando del ambiente. Todo parecía tranquilo, al menos hasta que Juuken, con esa curiosidad que lo caracteriza, me dio un codazo y me señaló a un tipo que estaba solo en una esquina.

- Qué tío más raro, ¿no? No parece ni humano – comentó el joven con el ceño fruncido.

Giré la cabeza para echarle un vistazo. Efectivamente, el sujeto tenía un aspecto que destacaba, con ese sombrero extraño y todo vestido de azul. No pude evitar sonreír al ver la fascinación en los ojos de Juuken.

- Tienes razón, es un tipo peculiar... – le respondí, sin quitarle la vista de encima. – Puede que este lugar sea más interesante de lo que parecía a primera vista. 

Tras esto, aparté la mirada de aquel sujeto, no pretendiendo molestar. Le di un sorbo a mi bebida, disfrutando de la frescura del líquido mientras dejaba que el momento se desarrollara. Sabía que algo interesante saldría de esta taberna, y estaba más que listo para lo que viniera.
#4
Terence Blackmore
Enigma del East Blue
Personaje


Rostock, mi querida isla, siempre había sido un lugar de tregua para mis pensamientos más oscuros. Pero últimamente, incluso este refugio parecía perder su propósito. La vida, en su cruda realidad, se revelaba ante mí como un tablero de ajedrez, donde cada movimiento estaba dictado por el equilibrio entre el poder y la supervivencia. No se trataba de la moralidad o de la justicia; esos eran solo términos que los débiles usaban para racionalizar su impotencia. Lo que importaba era el control: el control sobre uno mismo, sobre los demás, sobre el entorno. Había aprendido a dominar ese arte en Rostock, observando cómo las fuerzas invisibles del mundo moldeaban incluso las vidas más insignificantes.

Mis nuevos acompañantes, Lance, Juuken y Shiro, aunque entretenidos en sus propios objetivos, se movían por el mundo como piezas sin saber que eran movidos por fuerzas mucho más grandes que ellos mismos. 

Lance, con su sonrisa fácil y su retórica llena de ideales, no era más que un peón del destino, alguien que creía que la libertad se alcanzaba por la fuerza de la voluntad y la destreza con la espada. Lo observaba ahora, caminando a mi lado con esa energía juvenil que, en el fondo, me irritaba. Era predecible en su imprevisibilidad, lo cual lo hacía útil en ciertas situaciones, pero prescindible en otras.

Juuken, con su entusiasmo infantil, era otro tipo de criatura. Admiraba su voracidad por absorber el conocimiento, aunque lo hacía de manera tan ingenua que era casi entrañable. Me recordaba a mí mismo en una época más inocente, antes de que la vida me enseñara que el conocimiento no es más que una herramienta, y como tal, no tiene valor si no se sabe cómo emplearlo. Juuken todavía no comprendía que cada lección aprendida tenía un costo, y que ese costo, en algún momento, le sería cobrado.

Y luego estaba Shiro, un enigma envuelto en un silencio calculado. De los tres, él era el que más me intrigaba, quizás porque veía en su estoicismo un reflejo distorsionado de mi propio desdén por las trivialidades de la existencia. Su semblante frío y distante me hacía pensar que, tal vez, compartía conmigo la misma apreciación cínica del mundo, aunque no podía estar seguro. Aún no había decidido si era una pieza en mi tablero o un jugador más que debía vigilar.

Hoy yo portaba un atuendo bastante simple, una camisa blanca arremangada hasta el antebrazo y abierta a la altura del inicio del esternón, que combinaba con el pañuelo color gris marengo en mi cuello, sin más que algunos detalles florales simples, un pantalón oscuro de traje teñido en finas franjas grisáceas, zapatos de punta y tirantes, con detalles en plata. Sobre mi cabeza portaba un sombrero tipo fedora, ligeramente más amplio, de tono oscuro y con una franja simple blanca.

Al entrar en la taberna Tablaó, una sensación familiar de hastío me invadió. El lugar, con su luz tenue y el olor persistente a alcohol barato, estaba lejos de la grandeza que alguna vez había saboreado. Pero aquí, en estos rincones oscuros y sin pretensiones, se revelaban las verdades más crudas. Los rostros de los pocos clientes presentes reflejaban la monotonía de la vida en Rostock, hombres y mujeres que vivían al día, atrapados en una existencia que no podían controlar, pero que tampoco deseaban cambiar.

Aquel aspirante a músico, cantaba en el fondo con una pasión que nadie correspondía. Su voz se alzaba sobre la atmósfera adormilada de la taberna, pero no era lo suficientemente fuerte como para penetrar en los corazones de los presentes. Como muchos otros en este mundo, el trovador buscaba algo que nunca encontraría. Su música, aunque bien intencionada, no era más que otro eco vacío en un mundo lleno de promesas rotas. Observándolo desde mi rincón, me pregunté cuánto tiempo más seguiría intentándolo antes de darse cuenta de que el verdadero éxito no se encontraba en la melodía, sino en el control que uno tenía sobre los que la escuchaban. Fútil...

Los clientes que compartían el espacio con nosotros no eran más que sombras, vidas vacías que se desplazaban por inercia. Algunos pescadores, con las manos ásperas y las miradas cansadas, bebían en silencio, tratando de ahogar los recuerdos de una vida que nunca cambiaría. Otros eran mercaderes que discutían en voz baja sobre ganancias y pérdidas, como si esos números fueran a hacer alguna diferencia en el gran esquema de las cosas. Nadie aquí, excepto tal vez mis tres acompañantes, parecía consciente de la auténtica verdad detrás de la vida, sino que se habían rendido ante lo anodino y vulgar.

Mis pensamientos se desviaron hacia los recientes disturbios en la isla. Un puñado de insurrectos se había atrevido a desafiar a la marina, un acto que, en otro contexto, podría haber sido admirable. Pero aquí, en Rostock, era un esfuerzo inútil, un intento desesperado de aquellos que no comprendían que la verdadera rebelión no se hacía con armas o gritos, sino con la astucia y la manipulación. Los reclutas de la marina no eran más que otra fuerza en el tablero, piezas que podían ser utilizadas o eliminadas según conveniencia.

Mientras el músico entonaba su canción, una idea se formó en mi mente, una oportunidad que quizá podría aprovechar. Tal vez estos inadaptados que me acompañaban, junto con los disturbios recientes, eran solo las primeras señales de algo más grande, algo que podría moldear a mi favor. El East Blue estaba cambiando, y si había aprendido algo en esta vida, era que el cambio era una herramienta poderosa para aquellos que sabían cómo utilizarlo.

Al terminar de acomodarme en la silla de escasa calidad con la que me había logrado agenciar mientras esperaba que Lance pidiera algo de beber, confiando erradamente en su nulo gusto por la bebida, me quité el sombrero y lo dejé sobre la mesa, dejando ver un cambio en mi aspecto: mi cabellera negra, un rasgo recesivo en la genética familiar, probablemente originaria de la rama materna, y que durante años me había hecho ocultar mediante tintes con afán de seguir el burdo orgullo que la familia proveía ante los ojos extraños.

Vi que Juuken estaba asombrado de ver al ser que aplaudía casi solitariamente y que tenía una extraña forma marina. Un gyojin o quizá una ningyo... Nunca había diferenciado del todo bien a los habitantes oceánicos, pero no eran demasiado habituales en estos mares.
Las vicisitudes nunca llegan solas ¿Verdad?...

-Es un gyojin, Juuken- musité al tiempo que terminaba de posar el sombrero en la mesa, y aprovechaba la cercanía de la mano para traer hacia mi la bebida que el cano había depositado en la mesa junto con otras tres. - Son habitantes de una isla de las profundidades, y son bastante interesantes... Su taxonomía es... única - comenté mientras, en mi mente, diseccionaba a aquel sujeto con unos ojos que probablemente tuvieran cierto destello de curiosidad. -Probablemente sea una hembra... su cuerpo es menos recio de lo que suelen - finalicé mientras tras una pausa en la que bebía del vaso, profetizaba acerca del sabor de aquella bebida que comenzaba a rozar mi lengua. 

Efectivamente, era catastrófica la combinación de este cóctel, y con un nulo contenido en alcohol, pero anulé lo que pude de aquel sentimiento de asco y pensé en las estrofas del músico frustrado.

¿Pirata disfrazado? ¿Sería que la sorprendentemente interesante Rostock guardaba algún tipo de tesoro?
#5
Shiro
Ninguno
Personaje


El viento del mediodía soplaba con gracia entre las calles de Rostock haciendo que el paseo junto al grupo se tornase de lo más agradable, hecho que me consternó un poco si era sincero conmigo mismo. Aún no me hacía a la idea de tener un nuevo grupo con el que viajar y pasar el tiempo. Las secuelas por la traición de Nanako todavía me persiguen cuando menos lo esperaba y eso hace que no termine de disfrutar como debería de la compañía que tengo. Por alguna extraña razón seguía castigándome, sintiendo una retorcida culpa por comenzar a cumplir mis sueños de viajar sin mis difuntos amigos.

- No pienses así - me recriminé mientras sacudía la cabeza en un intento físico de despejar todos los pesares que me afligen. El grupo no se merecía eso. Solo he recibido cosas buenas desde que viajaba con ellos y se merecían que hiciese mi mejor esfuerzo si quería recibir lo mismo.

-...nos vendría bien para que Shiro aprenda nuevos platos riquísimos, ¡Que no son pocos los que sabe ya! - escuché hablar a Lance cortando así el hilo de mis propios pensamientos. - ¿Verdad Shiro?

-Por supuesto, ya tengo una idea nueva para un plato y solo me falta encontrar el condimento adecuado - contesté centrándome en el ahora mientras enterraba mis preocupaciones sobre el pasado. El peliblanco tenía la cualidad para conseguir que me sintiese mejor con su mera presencia y es que a pesar de su imponente aspecto me había demostrado tener un gran corazón, como no tardó en volver a mostrar cuando tras charlar conmigo se centró en animar a Juuken que parecía igual de ensimismado que yo en sus propios pensamientos mientras .

Seguimos caminando por la calle en busca de algún lugar donde pasar el rato, paseando tranquilamente como si ya fuésemos autóctonos del lugar. Por suerte mi nuevo grupo de compañeros tenían mejor sentido de la orientación que yo y no tuvimos ningún percance para dar con nuestro destino. Algo que volvía a ser una novedad en mi día a día.

Nada más cruzar el umbral una mezcla de olores y sonidos se manifestaron de forma abrupta. Aún le sorprendía como una simple puerta de madera fuese como un portal a otro mundo. Fuera del establecimiento no se podía apreciar nada de lo que se sentía dentro. Mientras que en el exterior imperaba la luz del mediodía y la brisa marina recorría sus calles donde imperaba el olor a salitre, en el interior despuntaba el de la vieja madera que sustentaba el local entremezclado con el aroma del alcohol y el humo procedente de las pipas que prendían un par de clientes al son de un cantante de dudosa calidad.

Dado que el lugar no se encontraba muy lleno encontramos un sitio donde sentarnos y mientras el peliblanco iba a pedir algo de beber me acomodé en mi asiento observando un poco más a mi alrededor. Todo me pareció de lo más normal hasta que mi vista topó con un ser de lo más peculiar. No solo su vestimenta la hacía destacar entre las pocas personas del lugar, sino que su piel tenía un tono azulado que nunca había visto antes. Estaba a punto de preguntarle a Lance si sabía si esa criatura era de la raza de los gyojin de la que tanto había oído hablar por los puertos durante mi búsqueda de información sobre Nanako, cuando Juuken se adelantó preguntando él. Por la respuesta vaga de Lance intuí que él tampoco debía de estar seguro de su procedencia, por lo que me giré hacia Terence en busca de otra respuesta que pudiera suscitar mi curiosidad.

Era con el único con el que aún no había tratado en profundidad. Todo en él destilaba un aura de misterio y superioridad, como si sus ojos pudieran captar perfectamente lo que otros ni siquiera lograban atisbar... hecho que conseguía hacerme sentir algo incómodo. No me suscitaba la misma confianza que Lance, le faltaba ese aura de complicidad y sencillez, pero si este había resultado ser un descubrimiento aún más lo era el pelinegro de aspecto refinado que no tardó en responder resolviendo la duda de todos. Tenía algo enigmático que lo hacía mucho más interesante de vigilar que al resto.

Una vez seguro de la procedencia del ser, me dispuse a observarla con mayor atención en busca de algo que me permitiese aprender algo más de ella mientras daba un trago a mi copa... si es que podía llamarse así. - La próxima vez, pido yo - me limité a decir tras mirar un momento a Lance para acto seguido volver mi vista al ser marino.

Había decenas de historias sobre los gyojin, pero nunca había visto uno y tenía curiosidad de averiguar si alguna de las habladurías que había escuchado sobre ellos eran reales. ¿Sería cierto que podían respirar bajo el agua tan bien como lo hacían en tierra firme? ¿Pueden manejar el agua a su antojo como aseguraban los marineros de los muelles? Esa y muchas otras preguntas pasaban por mi cabeza mientras terminaba de sonar la última estrofa de la canción dejando la sala sumida en los murmullos de la escasa clientela a excepción de los aplausos del intrigante ser que llamaron la atención de todos.

-
#6
Rengetsu D. Tenji
Príncipe Ciego
La taberna se iba llenando poco a poco con diferentes y particulares comensales. Unos aparecieron en grupo, mientras que algunos venían en solitario a pasar el rato. De hecho estaba habiendo un volumen de gente bastante anormal para las horas que eran del día. Se podía apreciar en los movimientos y rostros de los dueños de la taberna la sorpresa ante el hecho de tener que estar trabajando a estas horas ¿Tal vez la música de aquel aspirante a interprete estaba atrayendo a las masas al fin?

Pues lo cierto es que el musico estaba presente y el mayor publico pareció animarle en el final de su interpretación, aunque el publico no se animo. El ambiente cuanto termino de tocar y separo su mano del instrumento era frio y callado, no había vítores ni aplausos. Hasta que de repente el repicar de unas manos capto la atención del interprete. Se trataba de una joven y hermosa gyojin la cual destaco en el lugar nada más llego arrebatando las miradas de más de uno, en especial las de un grupo de unas cuatro personas que se encontraban en la mesa adyacente a la de la chica. Era posible que la dama hubiera robado la atención del publico y por eso la actuación del musico decayera un poco, quien sabe, por lo menos los cuatro de su lado tenían sus miradas clavadas en ella y toda su conversación giraba a su alrededor. Al igual que ahora para el musico que quedo muy agradecido y desde el escenario llevo su mano al interior de la caja de resonancia de su guitarra sacando una rosa que lanzaría hacia la gyojin que se levanto para aplaudirle.

- Muchas gracias querido publico, en un rato repetimos, tocare algo más popular acepto peticiones por un trago - Diría el hombre como despedida del publico aunque la mayoría simplemente le ignoraron por completo y le dejaron bajarse de la pequeña tarima preparada para los espectáculos. Rizzo quiso dirigirse hacia la mesa donde estaba la joven gyojin que parecía haberse interesado por su música, pero cuando estaba a medio camino un joven con un aspecto sombrío que se había levantado silenciosamente de su asiento nada más vio que el musico terminaba lo intercepto posando su brazo sobre sus hombros como si fueran conocidos o colegas, llevándose al musico hasta una mesa un poco alejada del resto de comensales.

Chico Sombrío

En la mesa el joven haría una señal pidiendo un par de jarras a la dueña del local. El chico no tenia cara de tener muchos amigos y el musico se podía apreciar notablemente incomodo. Comenzando ambos una pequeña conversación que aquellos con buen oído podrían llegar a escuchar, al parecer el chico le andaba preguntando por la letra de su canción.

Y antes de que la gente que parecía estar llenando el local se pudiera aburrir dos personas más de aspecto peculiar se subieron a la tarima. La mujer, si es que se le puede llamar así, tomo la iniciativa hablando al publico - Bueno mi querido publico - Su voz era grave como la de un rudo leñador que lleva treinta años fumando - Hoy my candy y yo os deleitaremos con un tema que estamos ensayando con la esperanza de algún día llevarlo a la corte de la Princesa Alberta, así que disfrutadlo en exclusiva - Claramente no eran una pareja local, estaban de paso pero su aspecto desconcertaba a muchos.

Cantante Rosana
Musicó Fermín


El hombre sentado sobre un tambor posicionándose por detrás de la "señorita" listo para empezar conforme su dúo calentaba un poco la voz. Y entonces empezó la magia, el hombre comenzaría a entonar rítmicos toques de su cajón mientras la mujer comenzaba a dar una sucesión de palmas rítmicas y ahí empezó la magia del canto.

Ese cristalito roto
Yo sentí como crujía
Antes de caerse al suelo
Ya sabía que se rompía (uh)
Está parpadeando
La luz del descansillo
Una voz en la escalera
Alguien cruzando el pasillo

La reacción en los comensales era cuanto menos desconcertante, tenían ritmo, tenían estilo moviéndose, pero la performance visual que se estaba presenciando era desconcertante y la voz de ese ser era completamente aterrador, ruda y grave desgarrador. La mujer motivada por el canto hasta bajaría del escenario para moverse entre los comensales dedicándoles algún guiñito y acariciando suavemente sus mentones. Mientras su dulce musico acompañaría algunas estrofas con un coro mientras tocaba.

Malamente (eso es; así si)
Malamente (¡tra, tra!)
Mal, mu' mal, mu' mal, mu' mal, mu' mal (mira)
Malamente (toma que toma)
Está en la mente (eso es; ¡illo!)
Malamente
Mal, mu' mal, mu' mal, mu' mal, mu' mal
Malamente (uh)

Reacción Promedio de los comensales


OFF
#7
Nagaki
Medusa
Mientras observaba al cantante, el destello de su talento resonaba en mi mente. Era un momento que había anticipado, el cantante venía en mi dirección a hablar directamente conmigo, sin embargo, lo que comenzó como una escena prometedora pronto se tornó en algo desconcertante. Un chico con una apariencia poco amigable se acercó y, de manera casi grotesca, apartó al artista de su camino, arrastrándolo hacia una conversación que claramente no parecía ser de su agrado. La expresión en el rostro del cantante me decía todo lo que necesitaba saber: no estaba disfrutando de ese encuentro.

Mis ojos, por instinto, viajaron por la sala buscando detalles. La atmósfera vibraba con energía, pero la tensión entre esos dos hombres era palpable. Miré hacia una mesa más alejada, donde cuatro personas me observaban con curiosidad. En ese preciso instante, su atención me pareció como una oportunidad perfecta. Con la intención de escuchar mejor la conversación de la otra mesa, decidí acercarme a ellos. No quería asegurarme de estar en sus miradas; mi verdadero interés residía en el misterio que se desarrollaba a pocos pasos de distancia.

Con una sonrisa en el rostro que intentaba disfrazar la ansiedad que bullía en mi interior, y con mi bebida en la mano,  me acerqué al grupo. Su ambiente parecía más amigable, más abierto a la interacción. Me presenté de manera desenfadada, como si fuera normal para mí estar en esa parte de la ciudad y conocer a gente continuamente a mi alrededor -¡Hola! Soy Nagaki, ¿por casualidad sabéis cómo se canta en el escenario?, -pregunté al grupo, mientras mi mente se mantenía alerta a los ecos de la conversación en la mesa opuesta.

Mientras el grupo asimilaba mi pregunta y tomaba unos instantes para responder, mi mente ya se había trasladado de nuevo al cantante. Si lograba conseguir un lugar en el escenario, podría acercarme más a su mesa e intentar escuchar su conversación. 

En ese momento empezó a cantar con una voz bastante grave una mujer, mientras que un hombre le ayudaba con la percusión y el coro. Mientras cantaban los nuevos interpretes no me dejaban escuchar bien la conversación de la otra mesa, por lo que decidí preguntar a los acompañantes de la mesa.

- Es la primera vez que veo a una mujer y un hombre tan... llamativos. ¿Es la moda de algún lado?. Oh, oh y ¿quién es la Princesa Alberta? Me suena su nombre pero ahora no caigo... - Dijo dándose golpecitos en el labio a ritmo de la música que estaban cantando en el escenario. Sin duda aunque la voz no fuera la más acertada, para esa melodía, había algo que hacía que te dieran ganas de dejarte llevar por la música.
#8
Juuken
Juuken
El personal aplaudía ante la finalización de la actuación de ese músico, Lance no supo decirme con exactitud qué era aquél muchacho, esperaba que igual él pudiera saber algo más, pero si que parecía ser algo realmente peculiar esa forma de existencia. Hasta que Terence me hizo salir de mis dudas.

-Es un gyojin, Juuken -comenzó diciendo, no era la primera vez que escuchaba ese término, y de hecho juraría haber conocido ya alguno, un poco después de conocer a Lance, antes de comenzar a viajar con él directamente. Fueron unos días curiosos.- Son habitantes de una isla de las profundidades, y son bastante interesantes... Su taxonomía es... única.

Ante esa frase no pude evitar mostrarme un poco desconcertado. Terence era una persona que le gustaba utilizar palabras muy formales, o eso me habían dicho, hablaba de una forma muy rara con unas expresiones que necesitaba un diccionario. Si que entendía que se creería a gente de las profundidades del mar, pero...

-Su taxo... ¿Qué? -Pregunté confuso, era una palabra que jamás había entendido, no tenía ni la más remota idea de lo que podría significar eso. Pero igual lo dije demasiado bajo pues Terence terminó su frase.
-Probablemente sea una hembra... su cuerpo es menos recio de lo que suelen

Así que no era un hombre sino una mujer, si él lo decía supongo que tendría que creerle. Si es cierto que normalmente los cuerpos de las mujeres son más delgados, o por lo menos yo todavía no me había encontrado con una mujer que se pareciera a Tom, aunque pocos hombres había visto en estos años que pudieran ser parecidos. ¿Sería eso a lo que se refería al decir que son menos “recios”?

El músico que estaba en el escenario se bajó, se unió alguien que parecía ser su amigo y se lo llevó a una mesa, seguramente para charlar sobre la función. Le dieron el relevo dos personas, parecía dos hombres pero uno de ellos tenía unos bultos demasiado exagerados en el pecho. ¿Tendría algún problema? O tal vez era una mujer, pero nunca había visto una así.

Antes de darme cuenta aquella gyojin se había acercado a nosotros, entonces me fijé en que realmente si que parecía una mujer, pero por la perspectiva que la veíamos antes si que era más difícil de distinguir, sobre todo con ese sombrero extraño que le tapaba casi toda la cabeza.

-¡Hola! Soy Nagaki, ¿por casualidad sabéis cómo se canta en el escenario?

Me quedé mirando a mis compañeros, yo no tenía ni idea pero al parecer ellos tampoco parecían por la labor de decir nada. Entonces comenzó a cantar aquella persona con los grandes bultos en el pecho, definitivamente parecía un hombre por esa voz, pero también había tantas cosas extrañas en esta vida que todavía desconocía que no podría aventurarme a decir nada.

-Es la primera vez que veo a una mujer y un hombre tan... llamativos. ¿Es la moda de algún lado?. Oh, oh y ¿quién es la Princesa Alberta? Me suena su nombre pero ahora no caigo...
-¿Princesa?

Esas palabras no significaban nada para mí, pero sentí que igual estaba siendo algo maleducado, me levanté y con la mejor de mis sonrisas le tendí la mano a la gyojin esa. Si es que realmente era eso.

-Hola Nagaki, yo me llamo Juuken. Y no tengo ni idea de lo que hay que hacer para cantar, pero esos dos han subido directamente, igual solo tienes que ser más rápida. -Me quedé mirándole, la verdad es que ese sombrero le favorecía bastante, era demasiado llamativo, pero curiosamente le pegaba muy bien.- Por cierto, bonito sombrero, Nagaki.
#9
Shiro
Ninguno
No hubo más que ver la reacción del artista con la gyojin para saber que no tenía que estar muy acostumbrado a los halagos a pesar de la aparente molestia que mostró por la falta de atención del público.

-¿Tendrá un montón de flores ahí guardadas?- pensé al observar el cortejo del artista hacia la joven peliazul. No sabía si aquellos habitantes del mar podían aparentar una edad joven y luego ser más mayores que el típico grupo de ancianas que se sienta a la fresca por las noches a la puerta de sus casas, pero si no era así, el cantante demostró tener un gusto cuanto menos cuestionable. La joven no aparentaba ser mayor que Juuken y tampoco es que tuviese una figura esbelta que la hiciera verse mayor a una niña. - Vaya un enfermo - pensé mientras lo observaba mendigar bebidas por canciones antes de encaminarse en dirección a la joven.

Antes de que el artista pudiera cumplir su misión de rapiñero un joven lo alcanzó, el cual tras un breve encuentro se marcharon juntos. La pinta del joven se me antojó más que familiar, no porque lo conociese, sino porque había visto a muchos otros como él del lugar del que provengo. Quizás el artista debiese dinero u algo por el estilo, aunque poco más pude pensar sobre el tema por el momento, puesto que la chica parecía haber captado nuestras miradas y se acercó a nuestra mesa con paso decidido mientras una pareja de lo más peculiar subía al escenario.

Se presentó como Nagaki y preguntó si sabíamos cómo se solicitaba cantar en el escenario. Como no tenía ni idea me callé y simplemente aproveché el momento en el que siguió hablando de la pareja que cantaba para observar más de cerca a la joven. - ¿Tendrá las agallas bajo el pelo? - me pregunté antes de centrar mi atención en la nueva pareja de cantantes que había mencionado.

No tardé en darme cuenta del motivo de la consternación de la tal Nagaki. Aún recordaba la primera vez que me había topado con un okama y no me extrañaba que si era su primera vez también le llamasen la atención. En cierto modo aquella actitud le recordaba un poco la ingenuidad con la Juuken trataba las cosas. Hecho que solo hacía que mi imagen sobre ella como una adolescente acrecentaba.

Mientras la chica preguntaba por la Princesa Alberta que los los nuevos cantantes habían mencionado estos comenzaron a cantar… si es que se podía llamar así. Si bien tenían una percusión mucho mejor que el anterior, la voz atronadora del okama estropeaba la música causando estragos entre el público. Por un momento casi hacen bueno al anterior artista.

Mientras Juuken comenzó a hablar mi vista volvió hacia la pareja anterior. Tenía curiosidad por saber que se tenían entre mano aquellos dos. Su actitud había sido de lo más sospechosa y su intuición le decía que ahí se cocía algo. El problema era el entorno, ya que no hacía fácil poder escucharlos. La estridente canción hacía imposible oír nada desde donde estaba.

- Encantado Nagaki, yo soy Shiro - me presenté a la joven mientras me levantaba de mi asiento a la par que lucía una pequeña sonrisa. - Si mal no recuerdo la Princesa Alberta es una de los Shichibukai. Mientras que sobre el tema de la moda del lugar… seguro que puede ayudarte nuestro amigo - dije mientras señalaba con la cabeza a Terence. - Sabe más de taxonomía - continué mientras le hacía un ademán hacia la silla que acababa de dejar libre.

Fue un modo de parecer educado con la recién llegada, aunque la realidad es que solo quería una excusa para levantarme sin tener sospechas. - Voy a buscar una silla de sobra- y sin más preámbulos me encaminé hacia la mesa donde se encontraban la pareja charlando.

El okama seguía con su atronadora voz gritando su canción por todo el local mientras la gente no sabía cómo reaccionar cuando se le acercaba. Se notaba la perplejidad en sus caras… y la verdad es que no era para menos. Por suerte en el momento en el que me levanté se encontraba en la otra punta del local, por lo que no era mal momento para intentar oír algo de la conversación de la pareja mientras me acercaba a ellos con paso tranquilo. Intenté pasar desapercibido haciendo como que miraba otras mesas mientras focalizaba mi oído en su conversación. Tampoco podía remolonear mucho alrededor sin llamar demasiado la atención, por lo que tras escuchar lo que pudiese terminaría de arrimarme del todo a la pareja.

- Perdonad mi intromisión - dije cambiando mi tono normal a uno más agradable. - ¿Os sobra alguna de esas sillas vacías? - pregunté mientras señalaba los asientos vacíos a su lado. - Hombre, pero si es el cantante de antes - proseguí haciéndome el asombrado sin darles tiempo a responder a mi anterior pregunta. - A nuestra amiga le ha gustado mucho tu actuación y le encantaría que tomases algo con nosotros - invité como si nada al músico.

Mi idea inicial era intentar escuchar algo, pero si conseguía sacar al tipo de aquella situación podía intentar sonsacarle información a modo de agradecimiento por haberlo sacado de ahí; mientras que si la denegaba volvería con mis compañeros con lo poco que hubiese escuchado y con la silla vacía si me dejaban llevármela. Sino buscaría otra libre y me marcharía de nuevo con ella junto al grupo evitando cruzarme con el okama por el camino.
#10


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