¿Sabías que…?
Si muero aquí, será porque no estaba destinado a llegar más lejos.
[Común] Bendito silencio
Illyasbabel
cuervo de tiburón
Illyasbabel siguió bebiendo de aquel añejado vino, lejos de renegar con la calidad de este, aceptó que aquello probablemente sería uno de los pocos tragos que encontraría en la Isla. Mientras discutían, Illyasbabel asintió, estaba de acuerdo en que lo mejor seria descansar, al menos por lo que quedaba de aquel extenuante día, quizá a la mañana siguiente conseguirían más pistas de su paradero y sobre todo develar el misterio de aquella maldición que se posaba, inconscientemente o no, sobre todos ellos.

 - Hare la primer guardia - dijo en respuesta a Shy y su nueva compañera, realmente el viejo no estaba cansado pero tampoco sabía cuanto tiempo había transcurrido, el sol apenas y era visible en un lejano horizonte detrás de la espesa niebla que se cernía sobre toda la devastada ciudad. - Supongo que ya estamos de tardecita... veré si puedo conseguir algo para cenar...- dijo, despidiéndose temporalmente. Antes de retirarse del bar, Illyasbabel se quedaría unos momentos en la puerta de entrada para disfrutar un cigarro. Ahora un poco más relajado por el descubrimiento del vino añejado, era momento de llenar la barriga, entonces dedicó varios minutos de pensamientos hasta hallar una idea que le convenga, Quizá un pez... o mejor unas frutas... o... ¡los restos del barco!, pensaba mientras se retiraba de la entrada y volvía a donde habían aterrizado, con algo de suerte conseguiría víveres para su estadía. Una vez alcanzada la plaza, alzó vuelo en dirección a los restos. Al llegar, notó que la la marea se había tragado la mayoría del barco, al menos los restos que quedaban, salvo por unos cajones que aún flotaban a la deriva, entonces, astutamente, voló hacía ellos para recuperarlos. Su suerte aún lo acompañaba, un cajón de manzanas y otro de hortalizas, luego de inspeccionar ambos cajones y aferrarlos a su espalda con algunas sogas, decidió volver con sus compañeros.
#11
Donatella Pavone
La Garra de Pavone
Donatella permaneció en su silla, observando en silencio cómo sus nuevos compañeros reaccionaban al vino y a la situación en general. Donatella podía percibir que los dos tenían algo en común, una voluntad que los mantenía en pie frente a lo desconocido, aunque sus métodos fueran completamente opuestos parecían entenderse a la perfección, aún cuando Shy le hacia honor a su hombre siendo un hombre de pocas palabras.
 
Con un suspiro apenas audible, sus ojos ámbar recorrieron una vez más el interior del bar. Aunque habían decidido tomar un descanso, no podía evitar la sensación de que algo más los observaba, invisible entre las sombras de aquel lugar. Quizás eran solo los efectos de una paranoia gracias a la tensión acumulada y el ambiente opresivo de la isla, sin mencionar la fuerte llegada que tuvo a la isla tras un accidente con el pulpo, pero habia algo mas, como si su instinto le decía que debía mantenerse alerta.
 
Apoyando el escudo que llevaba atado en la espalda junto a la mesa, Donatella inclinó ligeramente la cabeza hacia Shy, quien parecía inmerso en su labor de tejido. — Hay algo en esta isla que no tiene sentido. — Murmuró, como si pensara en voz alta, pero lo suficientemente fuerte para que el cazador pudiera escucharla. — Una desaparición masiva no ocurre sin dejar rastro. Las ruinas, la quietud... todo parece demasiado metódico, como si alguien o algo quisiera que fuera así. — Su tono era bajo, pero firme, reflejando la seriedad de sus pensamientos.
 
Su mirada se desvió hacia la puerta, por donde Illyasbabel había salido hace unos minutos. La idea de que el lunarian estuviera solo en un lugar tan extraño no la tranquilizaba, pero entendía que insistir en acompañarlo habría sido inútil. Por ahora, solo podía confiar en que volvería pronto, y con suerte, con algo que les ayudara a entender mejor su situación. Finalmente, Donatella se permitió relajarse ligeramente en su asiento, aunque su postura seguía siendo impecable, digna de alguien con su linaje. — Agradezco la hospitalidad, Shy. — Añadió tras un momento de silencio, sus palabras cargadas de una cortesía genuina. Pero no podemos bajar la guardia. Esta isla... siento que guarda secretos que aún no hemos comenzado a desenterrar. Y si la calma es tan absoluta como parece, entonces el peligro será igual de contundente cuando finalmente se manifieste. — Su voz no mostraba miedo, sino determinación. No era alguien que huyera de un desafío, pero prefería estar preparada para enfrentarlo.
 
El ambiente dentro del bar seguía impregnado por el eco del silencio que parecía dominar toda la isla. Mientras tanto, Donatella ajustó el abrigo sobre sus hombros y cerró los ojos por un instante, permitiendo que el sonido de la lluvia en el exterior llenara sus oídos. Un descanso momentáneo, pero necesario, antes de que el siguiente acto en el misterio de Rubek comenzara a desarrollarse.

La Garra de Pavone sabía que las respuestas no se revelarían fácilmente, pero tenía la sensación de que aquella noche sería más larga y reveladora de lo que cualquiera de ellos podía imaginar. — Descansaremos, pero solo por ahora. — Susurró, más para sí misma que para su compañero, su mirada fija en la puerta como si esperara que algo o alguien la atravesara en cualquier momento.
#12


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