Hay rumores sobre…
... que existe un circuito termal en las Islas Gecko. Aunque también se dice que no es para todos los bolsillos.
[Aventura] [T6] To Ashes and Blood
Arthur Soriz
Gramps
[Imagen: uUOnOVb.png]

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10 de Invierno
Año 724

Llegaste a Ivansk con el peso de un rumor que sin lugar a dudas llamativo. La isla, famosa por su riqueza y sus nobles que mantenían un delicado equilibrio entre la prosperidad y estabilidad se veía envuelta en una tensa atmósfera que apenas podía disimularse bajo lo esplendoroso de sus edificios y gente. El sol de la mañana se reflejaba en las construcciones blancas de la ciudad, pero detrás de esa fachada reluciente era más que obvio que la calma era tan solo superficial. Podías ver al acercarte al muelle principal cómo la guardia local del Condado de Siniysk patrullaba con más intensidad que nunca. Los soldados, vestidos con sus uniformes característicos, miraban a su alrededor con desconfianza, tomando nota de cada extraño que se cruzaban.

Lo que habías escuchado antes de llegar a la isla hablaba de un cargamento sumamente valioso robado en pleno caos ante la llegada de los pulpos voladores de la señorita Zepelli. Tendrías que excavar más entre la gente si querías obtener más información íntima acerca de lo sucedido. El puerto ahora mismo un crisol de actividad, era una zona de vigilancia constante y más aún ahora con lo sucedido. Los comerciantes se mostraban nerviosos por lo que consideraban una presencia excesiva de la guardia en el lugar los cuales pasaban haciendo preguntas que rara vez recibían una respuesta satisfactoria; parecían inquisidores cazando a su próxima presa.

Al ser una isla de gobierno independiente, la mirada que te dedicaban si acaso te presentabas como un miembro de la Marina sería de desconfianza total. En especial por ser considerados nada más que perros del Gobierno. La relación con estos era distancia y fría, siendo observado con recelo como si tu presencia incómoda solo alteraba el orden ya actualmente frágil de la isla.

Y ahí te encontrabas tú... en un lugar extraño que obviamente no te daba la bienvenida como lo habría hecho una isla afiliada al Gobierno. Pero tú habías venido aquí no para ser vitoreado o halagado como Marine, viniste por un rumor pendiente de confirmación, una tarea por resolver. ¿Quién se había robado el cargamento? ¿Qué secretos se escondían tras ese refuerzo militar? Y más importante aún, ¿Cómo podrías tú, un marine, abrirte paso en medio de una isla que desconfiaba profundamente de tu presencia?

Pronto, un grupo de seis guardias se aproximó hasta donde estabas tú. A fin de cuentas, al ser un extranjero, lo primero que querrían averiguar era qué demonios estabas haciendo en Ivansk.

Caballero, no le molestará responder unas preguntas para nosotros, ¿verdad? Lo noto... nuevo en la isla. — fue lo primero que dijo aquella figura. Todos los soldados estaban armados, se veían fuertes... preparados para cualquier eventualidad. El que se veía como el líder de ese grupo, un poco más alto y viejo que los demás, era el que encabezaba el "interrogatorio". De momento no tomaban una actitud hostil contigo, pero esperaban que cooperaras.


off
#1
Octojin
El terror blanco
Personaje


10 de Invierno de 724


El sol de la mañana bañaba las blancas construcciones de la Isla de Ivansk, pero el brillo de sus edificios no lograba ocultar la tensión en el ambiente. Y es que ya era común que el gyojin percibiese esa tensión allá por donde fuera. A veces era por su presencia, pero últimamente cada ciudad que pisaba tenía un halo de misticismo en forma de tensión.

La riqueza de la isla, famosa entre mercaderes y nobles, parecía casi una ironía ahora que la presencia de la guardia local del Condado de Siniysk era tan notoria. ¿Acaso no era en las zonas más adineradas donde más seguridad había? Las patrullas no dejaban resquicio sin inspeccionar, y los soldados, vestidos con sus impecables uniformes, parecían más interesados en cazar sospechosos que en mantener el orden. Y es que daba igual donde fueras, en todos lados había algún guardia haciendo preguntas a la gente. Así que sí, el rumor que había escuchado debía ser cierto.

La marina le había mandado un rumor aprovechando que estaba en la isla. Y es que con la llegada de tantos forasteros a través de los pulpos voladores, había demasiados sospechosos. Incluso él sería un sospechoso, claro. El escualo debería investigar y dar con el infractor y, sobre todo, investigar por qué hizo lo que hizo y si hay alguien detrás de todo eso.

En el muelle principal, un hervidero de actividad, Octojin caminaba sin prisa, pero con la mirada afilada como un cuchillo. Había llegado con un propósito claro: averiguar qué había sucedido con el cargamento robado y cómo encajaba eso en el caos causado por los pulpos voladores de la señorita Zepelli. La mezcla de rumores era confusa, pero algo estaba claro: en una isla independiente como Ivansk, la Marina no era bienvenida. Así que no había opción a ir uniformado. El gyojin se había puesto de paisano, con un pantalón vaquero, un jersey gris y un sombrero negro, y caminaba por la zona emanando tranquilidad.

Los comerciantes parecían más nerviosos de lo habitual, lanzando miradas fugaces hacia los guardias que interrogaban a diestra y siniestra. Octojin avanzaba con naturalidad, como si no tuviera nada que ver con todo aquello, pero sus oídos estaban atentos. Y es que necesitaba recoger toda la información que pudiese para tirar de cualquier hilo. Cada palabra, cada murmullo podía ser una pista, y el escualo sabía que en lugares como este, las respuestas siempre estaban escondidas tras las voces bajas y los movimientos cautelosos.

Justo cuando pensaba que había logrado pasar desapercibido, un grupo de seis guardias se detuvo frente a él, evidenciando que no, que desde lejos se veía que era un forastero más. Eran hombres robustos, con uniformes ajustados mostrando cuerpos entrenados para intimidar. El líder del grupo, un hombre alto de cabello grisáceo y mirada fría, dio un paso al frente, solicitando que el gyojin respondiese una serie de preguntas. A lo cual, obviamente, el habitante del mar no se podía negar. Octojin sonrió con calma, mostrando un destello de sus afilados dientes.

—Claro que quiero colaborar —respondió con voz tranquila, levantando ligeramente las manos en un gesto de aparente cooperación—. Solo vengo por negocios. Díganme, ¿qué quieren saber?

Mientras hablaba, su mente trabajaba rápido. Debía mostrarse tranquilo. Si jugaba bien sus cartas, quizá hasta le soltaran información sin darse cuenta.

Los guardias se miraron entre sí antes de que el líder retomara la palabra. Quizá no se esperaban colaboración. O puede que el resto de la gente a la que intentaron preguntar no se mostrase tan cooperativa. En cualquier caso, el tiburón se concentró en responder a cualquier pregunta que le hiciesen del modo más tranquilo posible. Porque no tenía nada que ocultar, aunque quizá su porte dijese lo contrario.

Cosas

Virtudes

Inventario
#2
Arthur Soriz
Gramps
Mientras observabas desde la periferia antes de que los guardias se acercaran a ti, la pregunta común que salía de los labios de los guardias casi repetitiva en su insistencia era la misma: "¿Ha visto algo fuera de lo común?" o "¿Ha visto quién se llevó el cargamento?" ... Cada interrogatorio realizado a los comerciantes o gente en el puerto terminaba de la misma manera. Se veían nerviosos, recibiendo respuestas cortas, evasivas... como si no quisieran meterse en el tema. Era como si quisieran lavarse las manos en vez de meterse en el embrollo de gente que consideraban tendrían que encargarse ellos del lío. Lo menos que querían ahora mismo era tener cierta responsabilidad en lo que significaba el avance de esa investigación.

No era difícil deducir que algo serio había sucedido. Los guardias parecían tener más preguntas que obtener respuestas, y cada vez que se cruzaban con más personas estas se rehusaban a hablar. Pero tarde o temprano sí, llegaron contigo. Tras responder, se mostraron bastante impresionados del hecho que estuvieras dispuesto a cooperar, aunque fuera en lo mínimo indispensable. Se miraron entre ellos por un momento, un poco dubitativos antes de hablarte.

Bien... negocios dice, ¿qué tipo de negocios, caballero? —te preguntó el líder. Pero una de las voces del grupo interrumpió casi de inmediato.
Documentos, por favor.
El lider giró la cabeza hacia el guardia que había hablado, con una mirada tan afilada que si fuera posible le habría cortado la lengua en ese mismo instante. Aún así, suspiró, aclaró la garganta y volteó a verte nuevamente antes de seguir hablando.
Sí, documentos por favor ... no es nada personal, tan solo lo reglamentario. Seguramente entenderá.

A pesar de la seriedad de la situación, y más aún sabiendo los rumores que habían llegado a tu conocimiento, no detestabas hostilidad sino más bien frustración. Si optabas por darles los documentos falsos, el líder lo sujetaría y pasaría entre las hojas mirando estas pero de vez en cuando levantaba la vista para observarte.

¿Cuánto piensa quedarse en Ivansk? —preguntó mientras seguía hojeando los papeles. No era una pregunta realmente relevante en el contexto de su investigación pero seguramente estaba tratando de averiguar algo más sobre tu presencia en la isla justamente ahora. Se tomó varios minutos mientras escuchaba tus explicaciones y lo que fuera decidieras responderle, pasando hoja por hoja, revisando que aquellos documentos estuvieran en regla. Y afortunadamente no parecía que nada le resultase sospechoso, no les estabas dando razones para sospechar de tu persona, al menos del momento.

Bueno, caballero... todo en orden. —dijo el hombre, devolviéndote los documentos—. Si ve o escucha algo raro, no dude en decírnoslo ... de lo contrario, disfrute de su estadía en Ivansk y suerte en sus negocios.

Tras decirte esto de buena fe, miró de reojo a sus colegas y con un ademán de su cabeza siguieron recorriendo el puerto, dejándote allí con la chance de recorrer más de la zona. A fin de cuentas, no parecían ser el único grupo de guardias dando vueltas por allí... tenían que desplegarse lo suficiente para tener la oportunidad de encontrar aunque fuera alguna pista. Lo bueno... es que hasta el momento tú seguías incógnito, tan solo alguien que venía por negocios, ¿Cuáles negocios? Bueno, eso ya dependía de qué excusa les pusieras tú.
#3
Octojin
El terror blanco
El aire en el puerto de Ivansk estaba cargado de tensión. Una tensión que cada vez iba creciendo más y más. Los guardias no obtenían respuestas, y quizá eso era lo que provocaba cierta crispación en el ambiente. Octojin mantuvo un porte relajado, ocultándose en parte bajo su sombrero, que evitaba que se viera parte de su rostro, aunque sus facciones de gyojin eran evidentes. El habitante del mar había avanzado con pasos medidos entre la actividad bulliciosa del muelle, intentando no llamar la atención, pero no podía evitar notar las miradas inquisitivas de los guardias locales. Eran hombres que parecían más frustrados que amenazantes, pero en cualquier caso, le había tocado a él, como a tantos otros, responder a sus preguntas. Y se veía que estaban bastante perdidos, la verdad. Tanto que la cooperación del marine les extrañó en cierto modo.

Cuando el líder del grupo de guardias examinó sus documentos, su expresión pasó de la habitual sospecha a un profesionalismo contenido. Las palabras del gyojin, calculadas y tranquilas, parecían haber surtido efecto. Pero aún así, se decidió a responder la pregunta sobre los negocios. No tenía nada que ocultar. O bueno, mejor dicho quería no tener nada que ocultar.

—Soy carpintero y vengo a esta isla a cerrar algunos tratos sobre mis barcos. Cuando lo consiga, los transportaré aquí —explicó, con un tono neutral que no daba espacio a dudas ni parecía demasiado confiado. Aunque eso era algo que él creía.

El hombre arqueó una ceja, visiblemente sorprendido por la disposición de Octojin a seguir cooperando. Sin embargo, no comentó nada al respecto. ¿Acaso la gente de la isla no ayudaba a detener a los causantes del revuelo? Mientras el humano revisaba cada hoja del documento, sus ojos se alternaban entre el papel y la figura del escualo, como si buscara alguna fisura en su historia.

Y, de repente, le preguntó que cuánto tiempo tenía pensado quedarse en Ivansk. El escualo pensó para sí mismo, porque ciertamente era algo que no tenía en mente. Seguramente se quedaría hasta que sacara algo en claro de todo aquello. Pero... ¿Cuándo sería eso?

—Pues no sé exactamente cuánto me quedaré. Quizá una semana. Ya sabe, esto de los negocios es un misterio —respondió con un encogimiento de hombros y una ligera sonrisa.

El guardia asintió despacio, finalmente devolviéndole los papeles. Le comentó que todo estaba en orden y que sentía haberle tomado más tiempo. Además, le instó a que si escuchaba algo, fuera a informarles. Pero... ¿Cómo podría él obtener información si los guardias no eran capaces de ello? Quizá el problema eran los guardias en sí, y no obtener información como tal.

Octojin tomó los documentos con una inclinación de cabeza ligera, su gesto era educado pero ciertamente distante. Observó por un momento cómo el grupo de guardias se alejaba, intercambiando algunas palabras entre ellos antes de perderse entre el movimiento del puerto. Sus palabras habían sonado sinceras, pero la desesperación en sus ojos era inconfundible. Parecía claro que buscaban respuestas en un lugar que no estaba dispuesto a dárselas. Algo le decía al marine que no sería nada fácil.

Una isla sin afiliación gubernamental y con una guardia desbordada… Eso era un sinónimo de que las cosas no se manejaban como en el resto del mundo. Lo cual hacía algo más difícil la tarea. Pero no imposible, claro.

Con ese pensamiento rondándole la mente, Octojin retomó su marcha, dejándose llevar por el flujo de la actividad. El puerto seguía siendo un hervidero de gente: comerciantes apresurados, estibadores que cargaban mercancías y guardias que vigilaban cada rincón y seguían preguntando como si fuesen vendedores de seguros. Todo bajo una atmósfera de nerviosismo contenida.

Pero entonces, era hora de hacerse la maldita pregunta. ¿Dónde podrían esconderse esos tipos? Si el robo fue tan grande como dicen, necesitarían un lugar discreto y lo suficientemente amplio para ocultar un cargamento completo. Aquello quizá no dejase muchas opciones.

Mientras estas ideas daban vueltas en su cabeza, el tiburón empezó a buscar una taberna. Solía ser el epicentro de los rumores, así que no estaría mal visitarla. Quizá, después de andar un poco, consiguiese encontrar alguna. Y, sobre todo, seguiría poniendo la oreja ante las preguntas de la guardia cercana a los transeúntes. Seguramente no captase nada nuevo, pero aquello no hacía sino aumentar las ganas del marine de obtener más información.

Resumen
#4
Arthur Soriz
Gramps
Queriendo probar suerte en otro lado que no fuera el puerto, quizás un poco alejado de lo que es la presencia de los guardias que interrogan a todo el mundo por el puerto, decides infiltrarte entre las calles de la ciudadela, en búsqueda de un lugar cuya moneda es, sin lugar a dudas, los rumores. El invierno en Ivansk no es piadoso, el aire helado ocasionalmente corta la piel como una cuchilla invisible... Los edificios se notan resistentes, construidos para resistir el clima a la par de impresionar a los que pasan por sus callejuelas.

Las casas y comercios tienen los techos inclinados, pensados para evitar la acumulación de nieve y las puertas están reforzadas para evitar que el frío se cuele y los vientos las tiren abajo. Las ventanas suelen estar cubiertas con gruesos cortinajes para retener el calor, y algunas exhalan un leve vapor por las rendijas, señal de que dentro hay chimeneas encendidas.

Después de recorrer varias calles, finalmente encuentras lo que buscabas. Una taberna.

El cartel a la entrada decía "Alce Negro", que destaca entre los edificios vecinos no por su ostentación, sino por su sobria elegancia. Su letrero tallado en madera oscura muestra la figura de un alce con cornamenta imponente, pintado con detalles dorados que resaltan a la luz de los faroles exteriores. La fachada está hecha de piedra pulida y vigas de madera gruesa dando la sensación de calidez que contrasta con el gélido ambiente del exterior.

Al cruzar el umbral de la puerta lo primero que notas es el cambio en la atmósfera. El frío se ha quedado afuera por completo. Una gran chimenea crepita en la pared del fondo proporcionando un calor reconfortante que se extiende por toda la estancia. Las lámparas de aceite cuelgan del techo dando un ambiente agradable. El suelo de madera impecablemente mantenido cruje de vez en cuando bajo el peso de los clientes cuando se mueven.

Las mesas están bien organizadas, con sillas resistentes y bancos acolchados. No es un sitio burgués, pero claramente hay dinero invertido aquí. Cada detalle, desde la vajilla bien cuidada hasta la selección de bebidas tras la barra refleja una clientela que valora la calidad sin necesidad de ostentación. Los clientes aquí parecen más relajados que en el puerto. Hay conversaciones, risas y el murmullo de un lugar donde la gente por un momento se permite olvidar las preocupaciones exteriores. Algunos beben con parsimonia, otros disfrutan de comida caliente mientras conversan en voz baja. No hay alboroto ni descontrol, solo un ambiente ameno, al menos por ahora, nadie parece preocupado por los interrogatorios de los guardias ni por el robo del cargamento.

Es ahí cuando notas a una figura tras la barra. Un hombre grande, fornido, de aspecto más bien algo mayor ya con algunas canas cubriéndole la barba y pelo. Supones que es el dueño y tabernero. Te hace un gesto con una mano, invitándote a acercarte, si lo haces, comenzará a hablar casi de inmediato.

Eh, bienvenido al Alce Negro, soy Yawgmoth... ¿Qué puedo servirte? Veo que eres nuevo por aquí... o al menos, es la primera vez que veo tu cara en mi local. Gehehehe~
#5


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