Hay rumores sobre…
... que en una isla del East Blue puedes asistir a una función cirquense.
[Común] [C-Pasado] Mundos diferentes
Asradi
Völva
Día 5 de Otoño del 724

Los mares fríos siempre le habían agradado. En realidad, esa temperatura era ideal para ella. Proveniente de los océanos norteños, Asradi estaba acostumbrada a las gélidas aguas, más que a las tropicales. Llevaba tres o cuatro días nadando, alimentándose frugalmente de algunos pececillos, durante su ruta, y siguiendo a un banco de atunes. Era la época migratoria de dichos peces hacia el sur, así que era un buen momento para una suculenta cacería.

Le chiflaba el atún. Tenía un sabor exquisito y las partes más grasas eran una verdadera delicia. Además, gracias a la migración muchos de ellos se encontraban extenuados para cuando llegaban a sus zonas de desove. Se movía ágilmente no solo gracias a que conocía las corrientes marinas, aprovechándose de ellas, sino a la fuerza motora de su cola y a sus músculos acostumbrados y hechos para viajar largas distancias a una velocidad formidable.

La cacería duró varias horas más hasta que el oleaje se hizo mucho más tranquilo, señal de que había llegado a una zona costera. Ese sería un buen momento, y un buen territorio, para dar el primer mordisco. Literalmente. Asradi consiguió separar a uno de los enormes atunes de aleta amarilla del resto del cardúmen y pronto comenzaron a ir ascendiendo hacia el borde de la superficie hasta el punto que la aleta dorsal que tenía en la parte baja de su espalda, asomó peligrosamente por sobre el límite marino de manera inquietante. Azuzando al pobre animal más hacia la costa. Al fin y al cabo, ella no tendría problema en quedarse “encallada” en la orilla, porque podía respirar fuera del agua sin ningún tipo de problema. Pero no el atún.

Otro asunto era que, en modo predatorio, la presencia de la sirena tiburón también espantaba al resto de peces que, en ese instante, se encontrasen en los alrededores. En un movimiento desesperado, y estúpido, el atún se llevó a la boca aquel suculento cebo que algún pescador habia puesto en el anzuelo, seguramente esperando una buena captura. Lo que Asradi aprovechó, acelerando peligrosamente. El atún comenzó a coletear, tironeando del anzuelo y, por ende, del sedal. Hasta el momento en el que, de repente, se hizo el silencio y la quietud. Y un enorme charco de sangre comenzó a manchar la superficie marina de esa zona.

Unos poderosos dientes se habían clavado en la tierna carne del vientre, arrancando y desgajando un buen trozo, haciendo que el atún muerto comenzase a flotar junto con una sombra que nadó un par de veces a su alrededor, hasta que su cabeza asomó por sobre el agua. No tenía miedo en ese momento si la veían. Los humanos eran torpes en el medio acuático y ella estaba en su elemento, así que podría volver a huír con agilidad si algo se torciese. Pero el hambre, luego de varios días, la había empujado hacia allí.

Miró un momento a su alrededor, pasándose una mano por el ensangrentado mentón mientras tragaba el delicioso trozo de carne de atún. Y sus ojos se encontraron, literalmente, con los de otra persona.

Presumiblemente, al que le había robado la captura del día.
#1
Takezo D. Ryuu
Musashi Miyamoto
La isla de Demontooth siempre llamo mi atención como foráneo, su fauna y vegetación y el ambiente tranquilo que le envolvía siempre fueron bastante de mi estilo, como si fuese justamente una isla preparada para mí retiro, y que seguramente si seguía vivo para ese entonces, lo cual personalmente y en paralelo de comer cien hamburguesas sería mi más grande logro; la usaría como único fin, pasando mis últimos día bajo la pupila de su sol, la sonrisa de sus nubes y el abrazo de sus olas. — Ja! Un viejo y cascarrabias Musashi Miyamoto... Comiendo ostras y bebiendo jugo de mango mientras escucha a los niños jugar, se da un gran bronceado y mantiene sus katanas guardadas como el más grande trofeo, sin duda un sueño — Repliqué con ilusión sin tener en cuenta que estaba en la jodida cuspide de mi juventud y realmente estaba muy lejos de eso. 

Sus suaves vientos aún sin motivación movía mi cabello con tanta tranquilidad que me era inevitable, causaban dentro de mi una paz que ya venía necesitando después de tantas aventuras seguidas. A todo esto... ~ Donde estoy? ~ Si vamos en retrospectiva eso me pregunté al salir del barril en donde me había escondido para poder viajar de infraganti debido a que mis habilidades para navegar son sencillamente ~ Nulas ~ lo que me pone en más aprietos de lo que pude pensar — Vaya mierda, voy a tener que pedirle a un navegante que me enseñe — Diría mientras veía al cielo sosteniendo mi nuca con ambos brazos y dejando ver una expresión de agotamiento y algo de dolor corporal por la posición incómoda que llevaba dentro del barril.

— Bien, donde carajos estoy ahora? — Observaba el ambiente selvático y a sus locales mientras me movía lentamente por el puerto hasta que me animé a preguntarle a un dulce anciano que se encontraba pescando sobre mi ubicación — Uhg, si hola yo... — Fui bruscamente interrumpido por el señor que con ojos iluminados y casi saltando exclamó con una sonrisa llena de alegría — Si viniste hijo! Pensé que la gente del dojo no te daría el permiso — Casi con lágrimas en los ojos se volvió a sentar para palmear el suelo a su lado en señal de invitación — Que carajos... No señor seguro se confunde yo no soy su hijo ni vine acá a pescar con usted, mi nombre es Musashi Miyamoto y yo... — por más que hablase era sencillamente ignorado por el señor que parecía no escucharme y de espaldas solo me contaba anécdotas de mi supuesto pasado — Recuerdo esos tiempos donde era solo un niño sin poder caminar, cuando vino tu tía, fuimos todos a la playa y por puro descuido te perdiste y apareciste sobre una palmera — El hablaba y yo ya cansado solo me di la espalda con intención de irme — Pff, esto no tiene una solución, solamente me iré en busca de alguien que si pueda responder mi pregunta... Uh capaz así si pueda llegar a ese supuesto dojo — Le di la espalda y lo miré de reojo, mi peor decisión, no pude evitar sentir pena y por momentos verme atado a una falsa responsabilidad de pescar — Al carajo soy un jodido pirata — Fue lo último que dije antes de ver que su cubeta estaba totalmente vacía.

Ahí estaba yo pescando para un señor que no conocía y el cuál creía que yo era su hijo o algo por el estilo, mi pesca es realmente mala, y después de un tiempo pude darme cuenta de que los gusanos en la caña eran los cebos colocados en los anzuelos y no parte de la recompensa — Dios... Esto no está dando resultado — Me daba suaves golpes con la caña sin poder entender como aún ambos con la cubeta vacía aquel señor podía mantener la sonrisa — Debes calmarte hijo, solo son tiempos de baja pesca y como todo en esta vida, tiene que cambiar — Casi al instante mi caña reaccionó y me encontraba pescando un atún, podía verlo, estaba casi afuera, era la pesca del día y mi ticket de salida para abandonar al viejo sin sentirme tan mal, sin embargo la lucha cesó por instantes dándome como claro ganador no?

Un charco de sangre se hizo presente en la superficie marina y hubo silencio como si yo ya no fuese el depredador, y justamente lo comprobé cuando ella sacó su cabeza del agua. Me quedé sencillamente paralizado, ~ que diablos estaba viendo? ~ Una sirena? ~ Podía existir una especie de ese tipo? ~ Preguntas como esa rondaron mi cabeza, y tan solo bastó ese pequeño cruce de miradas para hacerme reaccionar — Al carajo! Devuelve el atún! — Aún desde la orilla y sin compromiso alguno no podía dejar que ella se llevase la recompensa de mi esfuerzo, no era una cuestión de raza, era una de orgullo. Ni corto ni perezoso, aunque si bastante tonto salté directamente al agua, necesitaba recuperar mi atún, no podía dejar pasar más horas de mi vida en ese puerto solo por uno de esos desgraciados peces.
#2
Asradi
Völva
Hubo un silencio intenso e incómodo, quizás, cuando los ojos azules de la sirena, ahora afilados por la adrenalina de la cacería, se posaron en quien estaba en el puerto. En quien era el dueño de aquella caña de pescar. Y en donde el atún había picado el anzuelo. ¿Le importaba a estas alturas? En realidad no. En otro momento o en otras circunstancias simplemente podría haber cedido el pez. O compartirlo. Pero la actitud del hombre (lógica y respetable, todo sea dicho), le hizo apretar la mandíbula. Y, por ende, atraer con una mano y más hacia sí el pobre atún que yacía muerto, ensangrentado y flotando todavía sobre la superficie del agua.

No voy a devolver algo que yo he cazado. Y que si ha caído tontamente en tu anzuelo, ha sido porque yo lo he azuzado hasta la orilla. — Por norma general, Asradi solía tener un carácter bastante afable, pero llevaba varios días nadando casi sin descanso.

Y estaba hambrienta. Demasiado hambrienta.

Lo que no se esperó, y eso la sorprendió un poco, fue que el hombre saltase directamente al agua, sin preocuparle de que la sangre todavía tintase la superficie y ella estuviese ahí. Por inercia, la sirena hizo un movimiento ligeramente evasivo, en guardia. La expresión seria de ella, la mirada casi amenazante, contrastaba demasiado con su rostro joven. ¿Se había lanzado al agua con todos los riesgos que eso podría conllevar?

Si fuese otra clase de persona, podría ahogarle perfectamente. Arrastrarlo hasta las profundidades y, simplemente, dejarle allí abajo, a merced de los peces y otras bestias marinas. Pero por suerte para el tipo, ella no era así. Dió un par de vueltas en el agua, tanteando el terreno. Todavía tenía algo de sangre bajando de su mentón después de haber degajado parte de la carne del atún. Pero aquel pedazo no había sido suficiente como para saciar su hambre.

Puedes pescar otro. Claro, si es que eres lo suficientemente habilidoso. — Lo hizo a propósito, como un reto en su cara. Incluso sonrió de forma un poco afilada.

Y para afianzar su postura, abrió la boca, donde se desplegaron los dientes afilados de tiburón que solía mantener escondidos y que solo mostraba en momentos como aquel, de cacería o de peligro. Y volvió a pegar otro bocado al pobre atún que se encontraba en medio de ambos.

Le estaba provocando en cierto sentido.
#3
Takezo D. Ryuu
Musashi Miyamoto
Un ambiente lleno de tensión sería el escenario de la próxima discusión entre ambos involucrados. Quién diría que todo sería provocado por un jodido y ahora tan solo un ensangrentado y asqueroso pedazo de atún, sin embargo para Musashi no era solo eso. El pescado para el espadachín era intrascendente, no tenía valor por si solo, sin embargo algo que si tenía valor era la idea detrás del pescado, la recompensa que envolvía como si de un trofeo se tratase, era la representación de haber logrado pescar algo después de tanto tiempo, era mi ticket de salida de la hora de la pesca con aquel anciano y no pretendía dejarlo ir por el primer híbrido o especie única que se me cruce al frente.

— Tu no cazaste nada! El pez mordió mi anzuelo gracias a mi cebo, tu solo lo robaste — Me mantenía flotando suavemente, esa tranquilidad en mi nado eran totalmente contraria a mi expresión llena de desconfianza, enojo y cierto estrés creado por la sola idea de tener que volver a esperar horas y horas con ese señor para pescar otro pequeño atún, para mí era totalmente inaceptable y para nada negociable, aunque pudiese irme y dejar de lado al atún, al anciano y a la tiburón humano no lo haría pues sencillamente no era no de los que retrocedían, yo había tomado mi camino y para mí solo era aceptable mi huida si dejaba un sustituto comestible para el anciano, un sustituto como el que se encontraba en la boca de mi contrincante.

— Vaya reto de mierda, crees que tengo todo el jodido día para andar pescando?! — Fruncí mi seño y apreté mi puño enojado al ver como ella mordía una vez más el atún a modo de provocación — Ya me cansé — Coloqué mi mano derecha en el mango de mi espada y con un movimiento totalmente suave la empuñé en un intento de ofensiva acuática, no pretendía seguir su reto y mucho menos dejar ir el pescado — Detente! — Decía el anciano ahora levantado y con las manos al frente en señal de querer detener cualquier intento de confrontación — Espadachín, no seas incrédulo aceptar su reto es tu mejor oportunidad de ayudarme a obtener más pescado! — Dice ahora arrodillándose con los ojos lleno de lagrimas — Realmente tengo mucha hambre y sería de gran ayuda, además ya te desafió acaso acaso los espadachín no deben mantener su honor? — Su tono nervioso no dejaba más que mi boca abierta de par en par siempre acompañada con una expresión de confusión total — Desgraciado sabías que no era tu hijo y aún así me mantuviste casi cautivo para conseguir pescado para ti! — Gritaba y respondía con ya un enojo bastante aumentado 

— Tsk... Bien al carajo, el anciano tiene razón así que aceptó el reto — Nuestras miradas se cruzaron en un baile de volumen en la que no dejaba nada que desear — Y para hacerlo mejor apuesto todos los pescados que obtenga a que puedo pescar más que tú, ladrona acuática — Le señalé sin titubear, si ella quería que yo demostrase mi habilidad yo haría que ella demuestre la suya — Pe-pe-pero espadachín?! — El anciano no parecía realmente de acuerdo pero el ya no formaba parte de esta conversación — Silencio, me metiste tienes suerte de que si gano te daré algo de pescado — Guardé mi espada y lentamente salí del agua para estirarme en la orilla — Aquí ya no hay peces, los espantaste a todos con tus grandes dientes de tiburón — Añadí mientras la observaba desde el muelle y rascaba mi nuca con flojera — Conoces algún otro lugar en donde llevar a cabo nuestra competición? — Terminé de hablar con esa pregunta, pues acto seguido solo la escucharía mientras secaba mi kimono por toda la actuación anterior.
#4
Asradi
Völva
Al parecer se había topado con una situación entretenida. En realidad, no tenía ganas de retos, lo único que quería era comer con tranquilidad sin que nadie le molestase, pero aquel tipo no se iba a ir así como así. Y tal y como gritoneaba, quizás es que no se le diese bien pescar. O quizás solo era una cuestión de orgullo. Uno que ella también tenía. Cuando notó como él parecía tener la intención de desenvainar la espada, la sirena se puso en alerta, dispuesta a hundirse bajo el agua y contraatacar si era necesario. Huír no. Ya había huído durante demasiado tiempo y no pretendía hacerlo ahora. Y mucho menos por un pez que ella había azuzado y cazado. El que se hubiese enganchado al anzuelo de aquel tipo solo había sido mera casualidad.

Me da igual si tienes todo el día o no. Esto lo he cazado yo, así que por las leyes marinas, esto me pertenece a mi. Si quieres recuperarlo o reclamarlo, entonces vas a tener que aceptar mi reto. O rendirte. — La sonrisa de la sirena, aunque encantadora ahora, estaba plagada de un aire con un deje burlón. O más bien retador.

Daba igual que fuese un humano o un gyojin, no importaba la raza. Al fin y al cabo, los hombres eran de pensamiento similar en ese sentido. Les podían los retos y demostrar que tenían la sartén por el mango.

Al final, fue el anciano el que intervino, deteniendo el posible ataque del espadachín y, al mismo tiempo, instándole a honrar el reto que ella misma le había lanzado. Los ojos azules de Asradi se posaron sobre el hombre mayor y le dedicó un asentimiento breve. Un suave gesto de reconocimiento y amabilidad, podría decirse. ¿Ese hombre estaba pasando hambre?

Anciano, si lo que necesita es comida, le ayudaré con ello. — Para ella, ahora mismo, primaba más eso que el reto. Aunque podía hacer las dos cosas. Cumplir con ambas.

El espadachín salió al fin del agua, y le preguntó si conocía otra zona de pesca. ¡Y vaya si la conocía! Pero lo que hizo fue mirarle de arriba a abajo, no con burla ahora, sino casi sopesando ciertas posibilidades.

Sí, las mejores zonas están en mar abierto, pero no estoy segura de que puedas llegar hasta allí por ti mismo. — Eso no era una burla, era un hecho para ella. — De todas maneras, no conozco la isla, si tú conoces alguna playa donde creas que puede haber buena pesca, te sigo. — Fue lo que propuso.
#5
Takezo D. Ryuu
Musashi Miyamoto
— SI ESO FUESE VERDAD, QUE NO LO ES, SERÍAS LA PEOR CAZADORA DE LA HISTORIA! — Le gritaba pero ahora desde el muelle mientras agitaba mi puño en dirección a ella y era sostenido por el anciano para evitar una pelea, me encontraba totalmente agotado de que ella no pare de decir que el pescado fue cazado gracias a su habilidad y que terminase en mi anzuelo era no más que un error y producto de la casualidad, lo cuál tenía razón pero yo ya había decidido cual lado de la historia defender y sin duda era el mío — El reto es un hecho inevitable, te ganaré y cerraré tu boca de tiburón humano... O humano tiburón? No lo sé pero lo haré! — seguía reclamando con fuerza y confianza en que yo sería el ganador del reto apesar de que claramente en mi jodida vida había pescado solo de niño en alguna clase de mi padre para sobrevivir pero eso era más que suficiente para mí.

— Enserio?! — Dice el anciano totalmente emocionado lanzado se al agua para abrazar a la sirena con emoción ante su propuesta de darle de comer — De verdad me ayudaría mucho! — El la abrazaba a ella y yo lo jalaba a él con enojo y frustración — Anciano de que lado estás?! — Decía mientras seguía tirando hasta despegar su brazos de la sirena tiburón humano hasta traerlo devuelta la orilla de la costa — YO VOY A CONSEGUIR LOS JODIDOS PESCADOS PUES PARA ESO ME TUVISTE ACÁ TODA LA JODIDA TARDE! — Decía mientras lo jalaba de la camisa como si fuese un hombre hecho de plastilina — Solo espera un poco, el reto comenzará y ganaré lo más rápido posible — Sonreí con arrogancia para soltarlo en el suelo, cayendo él en el suelo totalmente mareado.

— B-bueno yo conozco una playa cerca de a- — Mi mano tapo su boca con fuerza y total absoluta rapidez tan solo escuchandose un fuerte — ¡PUM! — y acto seguido el anciano estaba nuevamente en el suelo — Mar abierto! — Dije con un brillo en mis ojos totalmente peculiar y observando directamente los suyos con voluntad y desafío — Me gusta la idea, una zona llena de peces es sencillamente perfecta para lo que tenemos en mente, bien que estamos esperando! — Solté como si de un capitán de tripulación me tratase dirigiendo a sus nakamas al rumbo de una aventura — Y bien mar abierto necesitamos un barco... Jeje porque yo llegué a esta Isla por pura suerte marítima — Me rascaba la nuca con cierta pena y vergüenza pues había tomado el mar abierto cuando no podía ni llegar a ese lugar — B-bueno yo tengo un pequeño barco que nos puede llevar — Decía el anciano recuperándose — Eso es genial! Justo lo que necesitábamos, nos llevará directamente a mar abierto — Lo volví agitar cayendo otra vez por el mareo  

Luego de un rato y esperando que se recupere del mareo nos dirigimos al "barco" el cual apenas y tenía una muy rasgada vela y el suficiente espacio para ambos y algunos peces — Jeje bien ahora sí, se nuestra guía a mar abierto! — Le dije a la chica entusiasmo como si no importará el tamaño del barco ni la desventaja en el ambiente de la competición, señalando el horizonte del azul mar con confianza total en mi objetivo, acto seguido el viejo grito un — Vamos allá! — confiando en mi pulso y habilidad para ganar la competencia y ahora así comenzar a remar a donde la chica nos guiará.
#6
Asradi
Völva
Por todas las raspas oceánicas. Aquello estaba siendo un total espectáculo. La mirada de Asradi se entornó más de una vez, al igual que su ceja se había enarcado ya un par de veces, con las reacciones de aquel hombre. Ahora bien, contempló al anciano pues parecía más preocupada por el susodicho que por el otro varón en cuestión, quien se jactaba de ser mejor cazador que ella en el mar. Y no dudaba que los hubiese, pero estaba segura de que no eran humanos. No era una cuestión de racismo, ni mucho menos, pero sí de capacidades para ello. ¿De verdad creía que le iba a ganar en una competición de pesca o de cacería en el mar? Bueno, al menos ella se divertiría un rato. Y, no solo eso, si el anciano estaba hambriento podría pescar para él, aunque no le conociese de nada. Pero, al fin y al cabo, si estaba en apuros y no podía subsistir, debería pedir ayuda al respecto. No era mucho lo que Asradi pudiese hacer, pero sí pescar una buena cantidad de peces para que el anciano los pudiese comer. O salar y secar para su conservación y consumo posterior.

¿Estáis seguros de que esa cosa aguantará? — Preguntó de inmediato en cuanto vió el pequeño bote pesquero, el cual tenía la vela tan desgastada que la sirena no estaba segura de si aguantará una mínima racha de viento.

Incluso nadó un poco alrededor, como si se estuviese cerciorando. Intentó quitarles esa idea de la cabeza, aunque sí era verdad que los mejores peces estaban en mar abierto, pero fue inútil.

El chico estaba totalmente convencido, quizás cegado por su orgullo.

Hombres.

Y ahora tenía que guiarles. ¿No tenían ninguna idea de navegación, acaso? Quería suponer que, al menos, el ancianito sí, ya que el bote de vela era suyo. O eso suponía Asradi.

Como queráis, luego no digáis que no os he avisado. — Se encogió de hombros y comenzó a nadar, intercalando entre eso y sumergirse por unos pocos segundos de vez en cuando, aunque dejaba una estela de agua que era perfectamente visible para ambos.

De momento y, por fortuna para todos, el cielo estaba despejado y el mar en calma, lo que auguraba un probable día tranquilo. Tras media hora a buen ritmo, llegaron a la zona que la sirena les había indicado. En medio del mar, solo arrullados por el sonido del oleaje, el viento y alguna gaviota pasajera.

Tras asegurarse de que no había peligro por los alrededores, aunque nunca se sabía cuando se estaba en el océano, volvió a centrarse en ambos hombres.

Poned vosotros las condiciones del reto, yo me puedo adaptar sin problema. — Sonrió con algo de picardía, mientras flotaba y vigilaba las corrientes, desde su lugar.
#7


Salto de foro:


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