Hay rumores sobre…
... que en cierta isla del East Blue, hubo hasta hace poco tiempo un reino muy prospero y poderoso, pero que desapareció de la faz de la tierra en apenas un día.
[Aventura] [T6] El poder de un Jarl
Airgid Vanaidiam
Metalhead
Como le había prometido, Airgid se puso en pie, con todas sus cosas listas, preparada para comenzar la marcha hacia el monte, para acompañar a Astrid al encuentro con sus compañeros. Se lo hizo saber también a Ragnheidr, haciéndole una rápida llamada con el den den mushi mientras se abría la lata de refresco. Lo que no se esperaba es que fuera a reaccionar con tanta preocupación, dejándola en principio sin palabras. Cuando finalmente encontró su voz, ya era tarde. — ¡Ragn! — Había cortado la comunicación y no fue capaz de escuchar su último grito. Miró el caracol desconcertada, nunca le había escuchado así, tan inquieto e inseguro por lo que les podría pasar. Cambió el rumbo de su mirada hasta llegar a Astrid, que lo habría escuchado todo. Se tomó unos segundos antes de decir nada, sin frenar el ritmo de sus pasos. — Se preocupa demasiado, no sabe que he aprendido algunos trucos nuevos con los que pelear. — Bromeó, quitándole un poco de hierro al asunto. No valía de nada la tensión ni la inquietud, solo la confianza y la fuerza. Airgid sabía los riesgos que estaba asumiendo, pero también sabía que era fuerte, y que Ragnheidr no tardaría en volver con ellos. No iba a poner a sus hijos en una situación como aquella si no estuviera segura de que podría superarla. Pero entendía la postura de Ragn, esa impotencia por no poder estar juntos en caso de que algo horrible ocurriera. Se lo demostraría, le demostraría que podía estar tranquilo, confiar en ella. Que se había vuelto más fuerte después de esos meses separados.

Se fue bebiendo la lata de refresco mientras subían por la colina. El metal de la lata vacía le serviría para más adelante, así que de nuevo se la guardó en uno de los bolsillos del pantalón, igual que había hecho con la anterior en el poblado. Se sentía con energías para poder enfrentar cualquier cosa. Y sintió también dos débiles presencias un poco más arriba, aquellos debían ser los compañeros de los que Astrid le había hablado. Ella misma la tomó del brazo y le advirtió de ello, además de la cercana presencia de la bestia. Pero era extraño, al animal no era capaz de detectarle exactamente. — Entendido. — Le respondió, antes de retomar la marcha, momento en el que volvió a sonar su den den mushi.

Ahora avanzaban con más cautela, respirando una tensión en el aire que incluso sus hijos notaban, pues se habían quedado en un silencio sepulcral. También es que acababan de comer y era momento de siesta. Al tomar el den den mushi, escuchó la voz de Ragnheidr al otro lado del caracol, diciéndole que ya estaban de camino y que no se desviaran demasiado. — ¡Ragn! No te preocupes, estamos bien. Sigue hacia la montaña, todo recto, y nos encontraremos en nada. — Sonreía mientras hablaba, a pesar de la inminente batalla. — Cuelgo ya, ¡te quiero! — Tenía que concentrarse, no podía entretenerse demasiado con la llamada. Rápidamente colgó el den den mushi, lo guardó en el bolsillo, y agarró bien sus dos armas, especialmente la minigun que colgaba de su hombro. Era su niña, su arma favorita, y estaba preparada para usarla en cualquier momento, al igual que la sorpresa que escondía en su pierna de metal. Se mordió la lengua con anticipación. Aquello despertaría a los niños, pero así se iban acostumbrando a la batalla.



Resumen

Inventario

VYD

Info Bélica

Estadísticas actualizadas
#21
Octojin
El terror blanco
El viento helado ruge entre los árboles del monte, y lo que antes era una ligera nevada ahora se ha convertido en un verdadero temporal. Lo ha hecho tan lentamente que casi no os habéis dado cuenta. Los copos de nieve, grandes y densos, dificultan la visibilidad y la movilidad, y el aire frío muerde la piel con una intensidad aún mayor de lo que lo hacía antes.

Astrid, con el instinto de una cazadora, avanza con rapidez a pesar de sus heridas. Su resistencia es admirable, y aunque cada paso que da parece un esfuerzo titánico, no se detiene. Sigues su ritmo, Airgid, asegurándote de que los niños estén protegidos en tu pecho. El ambiente está cargado de una tensión casi eléctrica. ¿Qué pasará con sus aliados?

Finalmente, alcanzáis a Ingrid. Está en el suelo, tumbada y apoyada contra una roca cubierta de nieve, con el rostro pálido y los labios entreabiertos. Hay sangre en la nieve a su alrededor, y aunque intenta hablar, solo consigue emitir un leve sonido entrecortado. Debe ser algo urgente lo que os quiere decir, porque no para de intentar hablar. Por un momento, su cuerpo se tambalea como si fuera a perder la conciencia, pero con un esfuerzo sobrehumano logra mantenerse despierta. Astrid se arrodilla a su lado de inmediato, sacando lo que parece un pequeño botiquín improvisado con alguna que otra venda de tela. Sus manos se mueven con la seguridad de alguien que ha hecho esto antes, aplicando presión en las heridas de Ingrid y asegurándose de que, al menos, no empeoren. Es un nivel de primeros auxilios muy básico, pero, obviamente, mejor que nada.

El temporal sigue empeorando, para vuestra desgracia. La nieve arrecia con violencia, cubriendo el suelo y dificultando cada vez más el movimiento. A lo lejos, se escuchan sonidos amortiguados, como gritos, pero entre el rugido del viento y la intensidad del momento, no puedes ver de quién provienen. El monte se vuelve un campo de sombras y figuras difusas.

Es una auténtica pena que, habiendo tenido activo el haki de observación, no hayas tenido la iniciativa de ir a por Ingrid tú, Airgid. De esa manera, os podríais haber repartido. Pero... Al haberlo hecho así, no os da tiempo a encontrar a Vidar.

Y, ¿por qué no os da tiempo? Pues porque el sonido de unos pasos pesados resuena de repente.

Y entonces lo ves. La bestia aparece entre la tormenta, una sombra colosal que se mueve con una velocidad sorprendente para su tamaño. Su pelaje oscuro se sacude con la fuerza del viento, y las espinas cristalinas de hielo en su espalda brillan con un resplandor casi espectral. Sus ojos, de un azul intenso, brillan en la penumbra como dos faroles de un depredador de otro mundo. Desde luego es una figura imponente.

La bestia


Puedes observar que la bestia está herida, pero aún así se mueve con la furia de un animal alfa. Exhala una neblina helada desde su hocico, y su aliento es tan frío que parece congelar el aire mismo. Su postura es agresiva y su objetivo claro. Corre a toda velocidad en tu dirección, sin fijarse en Astrid ni en Ingrid.

Cuando está a apenas cinco metros de ti, levanta una de sus enormes patas delanteras y la balancea en un barrido devastador. Su movimiento es veloz y brutal, buscando golpearte con la fuerza de una avalancha. La tormenta se intensifica a su alrededor, como si el propio clima respondiera a su furia.

A lo lejos, los gritos se hacen más audibles, pero la nieve sigue impidiendo ver quién los emite. La batalla ha comenzado.



Ragn, la tormenta empieza a dificultar tu avance. La nieve empieza a cubrir las huellas con rapidez. ¿Por qué no te has movido antes? A ver si ahora no vas a llegar... Podrás avanzar unos cien o doscientos metros antes de que la nieve cubra por completo las pisadas. Pero qué suerte tienes, justo ahí percibirás las presencias de Astrid y tu queria Airgid con los niños. Pero no solo eso, percibirás alguna más. La de Ingrid, la de la bestia, y la de Vidar.

La presencia de la bestia es una presencia inmensa, como si su esencia misma fuera más grande que su cuerpo. Su poder es innegable, es una prueba más del poder de la propia naturaleza. Desde luego es una presencia bastante más fuerte de lo que es la vuestra. Quizá por eso está eliminando a los guerreros de la isla con tanta aparente facilidad. Desde luego hay algo claro: No es un simple animal. Algo en su existencia vibra con una intensidad diferente a cualquier otro ser que hayas encontrado antes. Pero no tienes tiempo de analizarlo.

La tormenta se intensifica, y cada paso que das te cuesta más. De momento tienes un único objetivo, llegar hasta Airgid y guiar al Jarl hasta allí. Ánimo.

Cositas


mates


Estado de la bestia
#22
Ragnheidr Grosdttir
Stormbreaker
Cuando la voz de Airgid sonó al otro lado del den den mushi, la tensión que Ragn sentía en su pecho no disminuyó del todo, pero sí se transformó en algo más manejable. Apretó los dientes al escuchar su tono confiado, casi despreocupado, como si estuviera tratando de convencerle de que todo estaba bajo control. Sabía que ella era fuerte, de hecho, muy fuerte, lo había visto con sus propios ojos, pero la idea de no estar ahí, de no poder interponerse entre ella y cualquier peligro que surgiera, le reconcomía. Escuchó con atención cada palabra, memorizando su posición, asegurándose de que no hubiera nada que sonara fuera de lugar. Su agarre en el den den mushi se aflojó un poco cuando ella se despidió con esa energía tan característica, como si la adrenalina de la situación le hiciera sentirse más viva. —Confío en ti. — Suspira. — Cuida de los niños. —respondió casi por inercia, por que no necesitaba decir algo así, su voz grave pero más templada que antes, intentando transmitirle que, aunque su preocupación seguía ahí, confiaba en ella. Guardó el comunicador en su cinturón y fijó la vista en el camino frente a él. Ya no había más tiempo para pensamientos intrusivos. Freydis avanzaba con determinación, y él debía hacer lo mismo. Con cada paso que daba hacia la montaña, sentía cómo su cuerpo entraba en ese estado de alerta total, ese en el que la mente se vuelve fría y el instinto toma las riendas. La batalla les esperaba, y Ragn estaba listo para ella.

El viento helado cortaba la piel como dagas diminutas, y cada paso que daba en la nieve se sentía como si estuviera caminando a través de un muro invisible. La tormenta no solo obstaculizaba la vista, sino que parecía querer devorar cualquier sonido, como si la propia montaña estuviera conspirando para que nunca llegara a su destino. Pero no podía detenerse. Cada músculo de su cuerpo gritaba por moverse más rápido, por ignorar el peso de la nieve que ya cubría las huellas frente a él. No había margen de error. No ahora. Fue entonces cuando lo sintió. Una presión inmensa en el aire, un latido intenso que no pertenecía a ningún humano. Su haki de observación captó la presencia de Airgid y los niños, de Astrid, de Ingrid… pero también de algo más. Algo que hacía que su propia esencia pareciera diminuta en comparación. Una bestia que no era solo un animal, sino algo más. Su presencia no solo imponía, sino que parecía fusionarse con la tormenta misma, como si la rabia de la montaña le perteneciera. —¡Algo está pasando, han entrado en batalla! —Gritó intensamente hacia el grupo de hombres y mujeres que estaban junto a el, acelerando el paso. — !Hay que acelerar el paso! — Volvió a gritar. De forma completamente natural y fuera de esta situación, su estómago rugió ... Qué mal momento para tener hambre.

No podía permitirse llegar tarde. No esta vez. Con cada metro que avanzaba, la sensación de urgencia se hacía más grande. No importaba cuánto le costara moverse, no importaba que el frío mordiera su piel o que la nieve intentara tragárselo. Lo único que importaba era llegar. Porque si esa criatura era tan poderosa como su instinto le decía, entonces Airgid y los demás necesitaban toda la ayuda posible. El viento se movía con furia, arrastrando la nieve en remolinos cegadores. Ragn apenas podía distinguir el suelo bajo sus pies, pero no necesitaba verlo. Su haki de observación latía con fuerza, guiándolo entre la tormenta como si la propia montaña le mostrara el camino. —¿Temes por la mujer o por los niñ os? — Era un eco en la nieve ... La voz de ... — ¿Nosha? — Desde Cozia que no sentía su presencia, las creencia religiosa de Ragn había dado muchas vueltas en aquellos meses allí tirado y como consecuencia, Nosha desaapreció. Frenó en seco, pero rápidamente volvió a la caminata.

Cada segundo perdido era un golpe de incertidumbre en su pecho. No. No incertidumbre. Furia. Podía sentirlo. La bestia se movía con una intención clara, su energía se mostraba con la intensidad de un depredador alfa. Y su objetivo estaba justo donde estaban Airgid y los niños. No. La palabra resonó en su mente como un trueno, acompañada del ardor que recorría sus venas. No permitiría que algo—lo que fuera esa cosa—tocara a su familia. Ragn intentó sacar el den den mushi, pero si Airgid estaba en una batalla, seguramente el sonido o su propia voz, podrían alejarla del momento de acción. A cada paso, su mente ya estaba trazando un plan. La criatura era fuerte, mucho más que cualquier animal común. Eso lo había dejado claro con la facilidad con la que estaba aniquilando a los guerreros de la isla. Pero incluso los titanes pueden caer. Lo primero era llegar. Lo segundo, poner a salvo a los suyos. Y lo tercero... Ragn no tenía intención de dejar escapar a esa bestia con vida.

Entonces recordó que no viajaba solo. Estaba el Jarl ... Una presencia poderosa ... Muchos guerreros ... ¡Que más daba! no necesitaba confiar en el poder de los demás, en el poder de nadie. Ya no. Sus puños y piernas se fueron envolviendo en gas, uno de color morado. Casi como si reaccionaran a su propia voluntad, comenzaron a emanar, pero no a expandirse, tan solo a cubrir sus extremidades. — ¡Jarl! — Gritó. Cuando logró verlo entre la tormenta, se acercó. — Si entramos en batalla, es importante que tú y los tuyos, no entréis en contacto con los elementos que emanen de mi cuerpo. —Qué menos que avisar. Fue comentarle la jugada, que obtuviera respuesta y al fin, llegar al lugar donde estaba empezando la fiesta. Al poner un pie allí y al fin hacer contacto visual ... Los gases de Ragn comenzaron a extenderse ...


Mostrar Contenido

Info

Estadisticas
#23
Airgid Vanaidiam
Metalhead
Lo que al principio era una nevada ligera, acabó transformándose poco a poco en una verdadera tormenta, donde los copos de nieve caían de manera caótica por toda la montaña. Airgid seguía el ritmo de Astrid con toda la seguridad que podía, aunque le resultaba inevitable preguntarse dónde estaba Ragnheidr con el Jarl y su ejército, ¿sería capaz de localizarles a pesar del temporal? Eso le preocupaba un poco, pero trató de no pensar demasiado en ello, tenía que estar pendiente del peligro más inminente, del de la bestia que se avecinaba.

Consiguen encontrarse con una de las aliadas de Astrid, Ingrid, una mujer aparentemente joven, tumbada contra una fría y gran roca negra. Se veía a simple viste que estaba herida, en un estado muy parecido al de su compañera hace apenas unos momentos. Astrid se arrodilla a su lado, sin concederle un solo momento a las palabras, sin necesidad de decirse nada, y empieza a curarla con un botiquín sencillo y pequeño, parecido al que Airgid había usado con ella. No la interrumpió ni la distrajo, manteniéndose centrada en lo que sucedía a su alrededor, y sobre todo en su haki de percepción. Lo inteligente ahora sería ir a buscar a su otro compañero, aunque tuviera que ir ella sola, pero la presencia de la bestia no la dejaba tranquila, cada vez más agobiante, más cercana.

Airgid estaba lista, con la mirada y los ojos afilados, listos para apuntar a su objetivo. Sus manos afianzaban el agarre de sus armas con fuerza, negándose a dejarlas escapar o resbalar. Empezaba a notar la electricidad de los campos magnéticos recorrer su cuerpo, era casi como si pudiera tocarla, y no dudó en hacer levitar la chatarra que llevaba encima, con anticipación. No era mucho, los trozos de metal se basaban en engranajes, tornillos, clavos, algunas pequeñas planchas y sus propias herramientas: una llave inglesa, unos cuantos destornilladores de diferentes tamaños e incluso un soldador. No era mucho, no había sido capaz de encontrar nada útil en la montaña, pero incluso con aquello sería capaz de hacer alguna que otra virguería si lo necesitaba.

Las últimas palabras de Ragnheidr resonaban en su cabeza como un eco, lejano pero presente. "Cuida de los niños". Airgid sabía que eso era su máxima prioridad, por encima de Vidar, Ingrid, o Astrid, incluso por encima de ella misma. Se acercaba la pelea, lo notaba, y estaba lista para hacerlo lo mejor posible, para preservar la seguridad de su familia. — Vamos allá. — Susurró de forma casi inaudible.

Y la bestia apareció. De entre la tormenta, un colosal animal se acercaba corriendo a dos patas, como si fuera casi una persona. Lo primero que distinguió fue su sombra, y después, el azul brillo de sus ojos entre la oscuridad, entre la tormenta. Airgid respiró hondo, tomándose solo un instante antes de comenzar a moverse, concentrándose en endurecer su cuerpo, en prepararse para la defensa, para los fuertes ataques del animal. Tornó todo su cuerpo en haki, aunque solo adquirió el color negro metálico la parte superior de su cuerpo, incluyendo su torso, sus brazos, incluso su rostro, y por supuesto, también sus dos armas.

Marcha Imparable
JUG501
JUGGERNAUT
Utilidad Mantenida
Tier 5
7/11/2024
67
Costo de Energía
49
Costo de Energía por Turno
3
Enfriamiento
Una postura de combate en la que el usuario se concentrara en endurecer su muculatura y sacar a relucir toda su fuerza logrando duplicar su [Defensa Pasiva], su, [Fortaleza Espiritual] y su [Umbral de Dolor], así como un ligero aumento de fuerza. Por contra el [Movimiento] y [Salto] del personaje se reducira a la Mitad.
+5 [Fuerza]


Airgid fue capaz de ver venir el ataque del animal con la suficiente antelación como para preparar un bloqueo, interponiendo su arma de alta cadencia, su minigun, entre la garra del enorme oso y su propio cuerpo. El impacto se siente pesado, brutal, siendo capaz de desplazarla hacia la derecha un total de cinco metros, lo que acabó haciendo mella en ella, pero mucho menos de la que se hubiera esperado en un principio. El animal era temible, representaba una absoluta pesadilla de la montaña, pero Airgid estaba confiada.

Latido Metalico
JUG301
JUGGERNAUT
Defensiva Activa
Tier 3
7/11/2024
41
Costo de Energía
1
Enfriamiento
El usuario interpondra su arma contra una ofensiva para usarla a modo de escudo logrando Mitigar cierta cantidad de daños gracias a su robustez y gran fuerza. En el caso de Mitigar completamente la ofensiva se podra liberar un pequeño estallido que causara un EmpujeMueve al objetivo hacia atrás con fuerza. de 10 metros sobre el agresor, si este esta a una distancia de por lo menos 5 metros.
Defensa Pasiva + 143[FUEx2,6] de Daño Mitigado


Era el momento de atacar. De devolverle a la bestia el daño ocasionado, de incrementarlo, incluso. Tenía que dejarle claro a aquel oso invernal que cada golpe que se atreviera a lanzar en su contra, sería contraatacado con uno mucho peor, mucho más doloroso. Concentró y reunió todo el poder eléctrico de su cuerpo en las armas que portaba, concretamente en su minigun, cubriéndola de pequeños rayos amarillos que destacaban contra el negro metálico del haki armadura. Retrocedió, a la vez que se preparaba para recargar su arma lo más rápido posible. Se basaría en atacar con todo, en lanzar un aluvión de balas contra su contrincante, no darle ningún tipo de descanso ni piedad.

Y comenzó a disparar, a liberar todo el poder de su arma, decenas de balas por segundo que se dirigían hacia un único objetivo. Pero aquello no era todo. Airgid contaba con el poder de la jiki jiki, que le permitía manejar y controlar el metal, y ahí entraban las mismas balas que disparaba. Se trataba de una técnica que había logrado desarrollar hace poco tiempo, lo de potenciar las balas de sus armas con el poder de su fruta del diablo para volver su ataque más difícil de esquivar, más difícil de bloquear. Eso, combinado con el barrido que estaba dirigiendo, buscando destruir no solo a su oponente, sino también el terreno. Tenía cuidado con no afectar ni a Astrid ni a Ingrid, motivo también por el que había retrocedido hace unos momentos.

Operación Bombardeo Infinita
BOM501
BOMBARDERO
Ofensiva Mantenida
Tier 5
7/11/2024
69
Costo de Energía
50
Costo de Energía por Turno
3
Enfriamiento
El usuario comenzara una rafaga desenfrenada de proyectiles explosivos que barreran todo a su paso en una amplitud de 10 metros de frente a él y un alcance de 20 metros adicionales al de sus armas. Causando sobre todo ese terreno una destrucción indiscriminada que barrera con todo causando daños con 1 Tier de Destructividad superior al daño causado e inflingiendo [Quemadura Leve] y DerriboLanza al objetivo haciéndole perder el equilibrio. a todo ser vivo en la zona.
Golpe Básico + 154[FUEx2,8] de Daño perforantePueden causar hemorragias. Tienen poca destructividad pero ignoran 40 puntos de defensa pasiva del enemigo.


Pero el ataque no paró ahí, Airgid no dejó de disparar ni un solo segundo, aprovechando el cargador prácticamente infinito de la minigun. Continuó, y continuó, y continuó, recargando en el momento en el que lo necesitó con una rapidez increíble, solo para seguir disparando más y más. La chatarra metálica sobrevolaba a su alrededor, lista para ser usada en el momento en el que Airgid lo necesitara. Sabía que con ello podía contruir una defensa, no demasiado grande, pero un recurso que no dudaría en usar si alguno de los suyos lo necesitaba.



Resumen

VYD

Info Bélica

Estadísticas actualizadas
#24
Octojin
El terror blanco
El viento ruge con furia, la nieve cae en una tormenta cegadora y el caos ha estallado en la montaña. Vaya mezcla de ingredientes que tenéis... A través del gélido vendaval, Ragn finalmente alcanza la zona del conflicto. Lo primero que ve es el resplandor de los disparos de Airgid, una ráfaga continua de balas que iluminan la ventisca como destellos de relámpagos en medio de la tormenta. La bestia, enorme y brutal, recibe el primer ataque con cierta sorpresa, pudiendo solo desviar algunas balas con sus duras garras que se encuentran envueltas en una película negruzca que tiene toda la pinta de ser haki. ¿Las bestias pueden usar haki? Pues parece que esta sí.

Los gritos del monstruo resuenan con cada impacto, pero no solo de dolor, sino de algo más... Rabia. El rugido de la criatura resuena por la montaña, un sonido gutural que hace temblar la tierra. Pero lo más preocupante no es eso. 

Apenas unos metros más atrás, Ragn distingue dos figuras rodando por la nieve, heridas por la ofensiva de Airgid. Vaya, la rubia va bien de puntería, ¿pero no habías visto que se acercaban por su espalda dos tipos? Haciendo amigos siempre, desde luego. Los guerreros se han visto obligados a lanzarse al suelo para no ser alcanzados por el fuego cruzado, pero no han salido ilesos. Sus cuerpos quedan medio enterrados en la nieve, y aunque intentan levantarse, sus movimientos son torpes y lentos. ¿Quiénes son? La respuesta aún no es clara, pero desde luego que parecían aliados. En realidad, todo lo que no es la bestia ahora mismo, parece ser un aliado. 

Pero Ragn no tiene tiempo de averiguarlo, porque el Jarl Freydis ya está dando órdenes.

—¡Arqueros y lanzadores, a los árboles! —ruge la líder con la voz de una veterana de mil batallas. Su autoridad es incuestionable, y en cuestión de segundos, los guerreros que trajeron con ellos comienzan a moverse.

Los combatientes más ligeros escalan los árboles a toda velocidad, tomando posiciones entre las ramas más gruesas y preparándose para atacar desde la altura en cuanto reciban la orden. Mientras tanto, Freydis clava su mirada en Ragn, asintiendo ante su aviso sobre sus habilidades con los gases. 

—Tomaremos precauciones. No interfieras con mis hombres y haremos lo mismo contigo —No suena a una advertencia ni una amenaza, sino más bien a un acuerdo tácito entre guerreros. 

Pero la bestia no va a esperar a que terminen de organizarse. Ni Airgid tampoco.

La ofensiva de la rubia es brutal, devastadora. Diez sobre diez, podríamos decir. O cero sobre diez en cuanto a ganas de contrarrestarla, también te digo. El caso es que las balas golpean con una potencia descomunal, y la bestia apenas tiene tiempo para reaccionar. Con movimientos salvajes y desesperados, el coloso utiliza ambas palmas para mitigar parcialmente la primera oleada, rugiendo con furia mientras las balas impactan contra su grueso pelaje y su piel endurecida. El sonido de las balas perforando su piel debe ser un agradable sonido para ti, Airgid.

Cada vez que mueve las manos en una dirección u otra, el berrido del monstruo se vuelve más fuerte, más salvaje. Sus ojos brillan con una intensidad casi sobrenatural, y la temperatura a su alrededor parece descender aún más.

Pero aún no ha caído. Ni parece estar cerca de ello.

Cuando lanzas la segunda serie de ataques —los básicos—, las primeras dos ráfagas logran hacerle retroceder varios metros. Su enorme cuerpo se desliza por la nieve, dejando profundas marcas en el suelo congelado. Pero entonces, la bestia cambia de táctica. Las dos últimas ofensivas las desvía con golpes certeros de sus garras que, si fueran contra un ser vivo, probablemente lo dejaría inconsciente. Y no solo eso, sino que es capaz de usar la propia fuerza del impacto para impulsarse hacia adelante.

La criatura está herida y dolida, lo que viene siendo un cóctel peligroso. No duda en dirigirse directamente hacia ti a gran velocidad.

Y antes de que puedas reaccionar, el monstruo abre su boca en un potente rugido que tiene como objetivo intimidarte. Y lo cierto es que es ensordecedor.

La nieve alrededor de vuestra posición se levanta con la fuerza de la vibración, y la ventisca se intensifica por un instante, como si la montaña entera estuviera rugiendo con él. El sonido atraviesa el aire como una onda expansiva, golpeando vuestros oídos y haciéndolo casi imposible de ignorar.

Y entonces, a escasos metros de ti, Airgid, da un salto que seguramente creyeses que no podría dar debido a su peso y tamaño. Se eleva varios metros hacia arriba, en torno a veinte, y, entonces, lanza su ofensiva. 

Lanza un potentísimo puñetazo hacia ti. Con la fuerza del golpe podría partir una roca en dos. Pero lo peor viene después. 

Sin esperar a ver si su ataque da en el blanco, la criatura se gira y carga contra Ingrid, la guerrera herida que Astrid estaba atendiendo. Con su brazo masivo, intenta golpearla con la misma brutalidad en un golpe que, de dar, afectaría tanto a Ingrid como a la propia Astrid.

Los guerreros en los árboles, por su parte, aguardan la orden de ataque del Jarl que no acaba de llegar.

Freydis aprieta los dientes y se prepara para intervenir, desenvainando su arma y, de rodillas, lanza una plegaria antes de la batalla.

—Alejaos de la bestia —susurra durante unos segundos, para después hablar algo más alto—. ¡Alejaos de la bestia!

Ragn, por su parte, también ha llegado al campo de batalla y está en posición de sumarse a los ataques. 

Y la tormenta sigue rugiendo en la montaña, como si el propio mundo estuviera observando el enfrentamiento.

Nota

Mates


Estado de la bestia

Contenido Oculto
#25
Ragnheidr Grosdttir
Stormbreaker
La tormenta rugía con furia, como si la propia isla se estremeciera ante la batalla que se libraba en sus entrañas, Ragn aprovechó para cargar su brazo con combustible. La nieve caía en gruesos copos que dificultaban la visibilidad, el viento aullaba con una rabia gélida, y la presión en el aire era casi sofocante. Pero nada de eso importaba. Porque Ragn ya estaba en movimiento. Su cuerpo se disipó en una neblina azulada, el ozono expandiéndose con rapidez por la zona, envolviendo a la bestia antes de que pudiera completar su arremetida. El aire se volvió denso, pesado, cargado con esa esencia tóxica que amenazaba con colarse en cada resquicio del monstruo. El efecto sería inmediato. Quemaría sus pulmones, irritaría su piel, nublaría su mente con un veneno invisible pero implacable. El vikingo no perdió tiempo.

Aprovechando la distracción, su cuerpo giró con fuerza, impulsándose como un tornado de pura energía. La vibración de su Hasshoken resonaba a través del gas, emitiendo un zumbido casi ensordecedor que se amplificaba con la presión de la tormenta. El sonido era casi irreal, como si el mismo cielo estuviera temblando bajo el poder acumulado en su puño. Ragn ascendió con brutal rapidez, elevándose como un relámpago en la nevada. El grito de la bestia fue brutal, tanto que dejaba un leve eco en los oídos de nuestro protagonista en medio de su ofensiva. Era un animal espléndido. Desde el suelo, Airgid podría distinguir aquella silueta en el aire, un torbellino azulado que iba mutando a violeta, que se condensaba en una fuerza imparable. Lo conocía demasiado bien. Sabía lo que estaba por hacer. Los músculos del animal se tensaron y, con un bramido que sacudió la nieve del suelo, se impulsó en un salto colosal. ¿Su intención era evitar el veneno? alejarse de la nube tóxica quizás ... No, buscaba otra cosa.

Los gases vibraban por el Hasshoken. Siempre que usaba aquella técnica que estaba a punto de utilizar, acompañada de otras tantas, sentía que le iba a explotar el cuerpo. El ajetreo parecía estar abriendo el mismisimo aire en los cielos. Una propulsión del gas, lanzó el cuerpo del rubio contra el de la bestia, buscando impactar directamente en su cráneo, por detrás. El golpe se escucharía en cualquier lugar. El impacto no solo fue sonoro. El suelo tembló, la nieve se levantó en una explosión de polvo blanco y el viento se dispersó en un anillo de pura energía que azotó todo a su alrededor. La cabeza de la bestia sería el objetivo. Si el impacto acertaba, terminaría dejando un cráter a su alrededor.

.[tecnicainvalida=U29302]
[tecnicainvalida=29U301]
Refuerzo IV
BUSO801
BUSOSHOKU
Haki avanzado
Tier 8
31/12/2024
12
Costo de Haki por Turno
1
Enfriamiento
Permite al usuario recubrir todo su cuerpo y armas con haki, tornándose estos de un color oscuro y brillante como el metal, siendo capaz de golpear los cuerpos de todo tipo de Akumas. Obteniendo un bono de +50 en los daños que aplique el Haki y +25 [Resistencia] ante daños y efectos. (En caso de querer recubrir solo pequeñas zonas del cuerpo, inferiores a la mitad del recubrimiento máximo el coste bajará a la mitad)
+50 en los daños que aplique el Haki y +25 [Resistencia] ante daños y efectos.

Hassoken Ogi: Kiryu Kirikugi
HAS801
HASSHOKEN
Ofensiva Activa
Tier 8
28/12/2024
90
Costo de Energía
4
Enfriamiento
Realizar esta técnica puede suponer una gran carga para el cuerpo del usuario, llegando incluso a dañarle por el rebote del impacto. Dado que el mismo realizará un salto con todas sus fuerzas para ejecutar un impacto mientras gira con todas sus fuerzas para generar la mayor fuerza y vibración posible enfocada hacia delante en el momento que impacta contra el suelo, pudiendo llegar a expandirse el impacto hasta 35 metros partiendo el suelo durante todo ese tramo en dos creando una fisura en la tierra de 5 metros de ancho y una profundidad de hasta 20 metros en la que enemigos golpeados pueden caer con DerriboLanza al objetivo haciéndole perder el equilibrio. por el impacto, dicho golpe aumentara 1 Tier su [Destructividad].
Golpe Básico + 336[FUEx4,2] de [Daño Contundente]




Mostrar Contenido

Info

Estadisticas
#26
Airgid Vanaidiam
Metalhead
Astrid había estado muy acertada al decir que aquella bestia no era un animal normal. A pesar de las fuertes y poderosas ofensivas de Airgid, el oso no retrocedió ni por un momento, tratando de apartar y de bloquear sus balas, recubriendo sus zarpas del mismo haki oscuro que ella misma también manejaba. Lanzaba grandes manotazos de un lado para el otro, desviando algunos de los proyectiles, pero el objetivo era tan grande que Airgid pudo observar cómo sus ataques le abrían heridas profundas en su gruesa piel nórdica.

Su forma de liberar el dolor que comienza a sentir es soltando grandes y ruidosos berridos que serían capaces de ponerle los pelos de punta a cualquiera. Los niños de Airgid no eran inmunes a todo este caos que empezó a generarse de repente, comenzando a llorar, a quejarse, con un ímpetu que sería un digno rival de los gritos de la bestia. Primero empezó Lilyd, pero esto era como un constipado, rápidamente se extendía y al final acabaron llorando y gritando los tres. — Ya, ya... no pasa nada... — Trató de calmarles Airgid con una voz suave, mientras su arma lanzaba decenas de casquillos de balas por los aires. Sabía que era contraproducente, pero poco más podía hacer hasta que llegaran los refuerzos.

Y en aquel justo momento es cuando se dio cuenta de que ya no estaba sola. Escuchó gritos que, aunque no reconocía por la voz, supo identificar que se trataba de la ayuda que Ragn había ido a buscar. Y también vio a las dos desafortunadas figuras que se le habían cruzado en mitad del ataque, rodando por la nieve para que las balas de la rubia no volvieran a darles una segunda vez. ¡Mierda! Los ataques de Airgid eran demasiado destructivos, explosivos y extensos, cuando iba con todo, necesitaba un buen espacio de maniobra o sino pasaban cosas como estas. Al menos ya les había localizado y no volvería a cometer el mismo error. ¿Y Ragnheidr?

No era momento para distracciones. La bestia avanzaba hacia ella, más enfurecida que nunca, dispuesta a atacar con todo. La vio venir con el puño en alto, y Airgid solo fue capaz de pensar en sus hijos en aquel momento. Tenía que evitar que recibieran cualquier tipo de daño, fuera como fuera, lo que se volvía una tarea un poco delicada teniendo en cuenta que les tenía en su pecho. "La próxima vez se van a la espalda", pensó muy brevementem antes de actuar. Sería la primera vez que usaba su "arma secreta". La revolucionaria dio un salto, elevándose en el aire, buscando encontrarse con la bestia, lo que a priori podía parecer un movimiento suicida. Solo que a la vez que saltaba, inclinó su cuerpo hacia el costado derecho, buscando colocarse de lado mientras elevaba la pierna izquierda hacia su oponente, flexionando la rodilla. Esa era su pierna biónica, y es que en la parte de la rodilla había instalado nada más y nada menos que un lanzallamadas.

ContraExplosión
JUG302
JUGGERNAUT
Defensiva Activa
Tier 3
7/11/2024
45
Costo de Energía
2
Enfriamiento
Ante una inminente ofensiva en su contra, el usuario liberara contra esta una fuerte explosión dirigida contra el origen de la acometida, logrando Mitigar gran parte del daño de esta. En el caso de que logre Mitigarse todo el daño, el agresor sufrira DesorientaciónCausa confusión y pérdida de dirección, -10 Reflejos. y SorderaDificulta la audición temporalmente, -8 Reflejos. por 1 Turno, siempre que se encontrara a 10 metros o menos del defensor.
Defensa Pasiva + 121.00000000000001[FUEx2,2] de Daño Mitigado


Con aquel movimiento no solo se aseguraba que sus hijos no sufrían daño alguno, sino que también buscaba mitigar el daño del golpe todo lo posible con la explosión de su pierna metálica. También hizo uso de los trocitos de metal que volaban a su alrededor para formar un escudo frente a su torso, aumentando aún más las posibilidades de reducir el impacto del animal. Los niños lloraban mientras el choque de ambos se llenaba de fuego y llamas, creando una bonita imagen contrapuesta con la nieve, con la criatura helada. Sintió el metal de su pierna temblar, vibrar, pero resistió con la resiliencia que solo los mejores materiales otorgaban. Airgid sonrió de satisfacción, no todos los días podía comprobar la calidad de sus propias creaciones. La fuerza con la que fue golpeada hizo que, tras el salto, Airgid aterrizara sobre la nieve de forma poco elegante, aunque de espaldas, por suerte.

Respiró con dificultad. Estaba comprobando que ya no podía lanzarse al combate con la misma locura que antaño, que ahora debía guardar mucho cuidado por las criaturitas que se encontraban en su pecho, y eso cansaba aún más. No le dio tiempo a recomponerse tras su defensa, cuando vio cómo la bestia se dirigía ahora a por Astrid e Ingrid. ¡Joder! Tenía que levantarse, hacer algo, lo que fuera.

Pero entonces le vio, aquella nube de gas azulada que poco a poco se volvía de un color más violeta, alzándose por los aires, buscando la cabeza de la bestia. Sonrió al instante, reconociendo su silueta a pesar de que estaba completamente oculta en el poder de su akuma. A pesar de que la tensión seguía ejerciendo presión en el campo de batalla, sintió sus hombros liberados de una gran carga. Se puso en pie, preparándose para lo que tuviera que hacer, pero con Ragnheidr y los hombres del Jarl allí, pudo dedicarle un momento a sus hijos, que lloraban sin consuelo. Los abrazó, les limpió las caritas y les afianzó la mantita alrededor de ellos, asegurándose de que no pasaban frío, de que se sintieran protegidos. — Shhh... tranquilos. Ya ha llegado papá. Y me voy a asegurar de que no os pase nada. — Aprovechó aquel pequeño descanso para darle una nueva forma al metal. Deshizo el escudo y formó una especie de cuna, no muy elegante, pero útil. Colocándoles la manta en el interior, parecía más acogedora, como una camita sobre la que les dejó suavemente acostados.

Y lo mejor de todo es que podía usar el poder de su fruta para que la cuna levitara. Poco a poco dejaron de llorar, se lo iban a pasar pipa volando a merced de su madre.



Resumen

VYD

Info Bélica

Estadísticas actualizadas
#27
Octojin
El terror blanco
La tormenta arrecia con furia, la nieve golpea como dagas en la piel y la batalla alcanza un nuevo nivel de brutalidad. Uno en el que parecéis sentiros bastante cómodos. ¿No pensáis en los niños? ¿Qué ejemplo le estáis dando? En fin, estos padres de hoy en día...

El choque entre la bestia y Airgid resuena con un impacto que parece estremecer la propia tierra. El fuego de su pierna biónica ilumina la tormenta por un instante, creando una imagen surrealista entre el frío blanco de la montaña y las llamas que brotan del metal ardiente.

Pero la bestia no cae. Se tambalea, sus garras desgarran la nieve para mantenerse en pie, y su respiración se torna más salvaje, más profunda. Su aliento exhala nubes de vapor helado, y su mirada azul centellea con un furor primitivo. Da un poquito de miedo, pero no es nada a lo que no podáis sobreponeros con unos cuantos gases o veinte cargadores.

Entonces, Ragn entra en acción, convirtiéndose en un improvisado salvador de Astrid e Ingrid.

El viento cambia, cargado de un aura venenosa que se extiende en el aire. Un remolino de gas azulado comienza a formarse en el cielo, vibrando con un poder que hasta la tormenta parece respetar. La bestia siente el cambio, su instinto le grita que es peligroso, pero no tiene tiempo para reaccionar. 

Porque Ragn cae sobre ella como el mismísimo castigo divino.

Su puño, envuelto en Hasshoken y energía tóxica, se dirigía hacia la nuca del rival, sin embargo, éste cesa su intento de golpear a una indefensas Astrid e Ingrid y se gira con gran velocidad, chocando el ataque del vikingo contra la enorme garra del monstruo con una fuerza que desgarra la nieve a su alrededor. La onda expansiva que resulta de este choque es colosal, y el tiempo parece detenserse.

El aire estalla en un rugido atronador. La nieve se levanta como una ola descomunal, los árboles cercanos se sacuden, y el impacto se siente como un trueno rasgando la montaña. La bestia gruñe, forzada a retroceder varios metros, abriendo un surco profundo en la nieve con sus patas. Su hombro izquierdo vibra con el impacto, como si el peso del ataque de Ragn hubiera dejado una impresión en su carne. Y es que eso justo parece ser lo que ha ocurrido. Pero la batalla no ha terminado. 

Freydis, aún de rodillas, eleva sus brazos en forma de <<T>>. Su expresión es la de alguien que está canalizando algo antiguo, algo más grande que ella misma. Sus ojos se cierran por un segundo, y la energía en el ambiente cambia drásticamente.

Y entonces… 

Un rayo desciende desde el cielo con una velocidad imposible.

El estruendo es desgarrador. El destello ciega a todos por un instante, el calor chisporrotea en el aire, y la nieve a cuarenta metros a la redonda de la bestia explota en una lluvia de partículas congeladas. Es como si el propio cielo hubiera descendido para castigar a la criatura. Como si esto fuera un castigo divino ante quien intenta acabar con los lugareños de la isla.

Pero el rayo no solo golpea a la bestia. 

Ragn siente el impacto recorriendo su cuerpo, una electricidad brutal que se extiende como un latigazo a través de cada fibra de su ser. Su piel se crispa, sus músculos se tensan, y su mente vibra con el estallido.

Airgid también es alcanzada. El golpe la hace tambalearse, un choque eléctrico que la recorre de arriba abajo, sacudiéndola con una descarga que nubla por un instante sus sentidos.

Pero lo peor…  Los niños. 

Por un miserable instante, el terror más absoluto se apodera del corazón de Airgid. Si el ataque de Ragn no hubiera desplazado a la bestia… si la cuna improvisada de metal no hubiera flotado en ese momento preciso… 

Vuestros hijos ahora serían cenizas.

El alma le regresa al cuerpo cuando los ve intactos, meciéndose suavemente en el aire, salvados por los pelos. Aunque quizá eso haga sacar la madre coraje que lleva dentro.

Pese a todo, el Jarl no ha terminado. Se levanta y, aprovechando la parálisis del monstruo tras el impacto del rayo, Freydis lanza una señal.

—¡Ahora!

Los tiradores que se habían subido a los árboles desatan una lluvia de flechas. Estas silban a través del aire con una precisión letal. Cada proyectil va dirigido a la criatura, buscando atravesar su piel endurecida, perforar su carne y debilitarla aún más.

Pero lo extraño es que la bestia no se mueve, parece que el rayo la ha pillado tan de sorpresa que está completamente vencida.

Algo ha cambiado. La criatura, antes un torbellino de furia y violencia, ahora está inmóvil. Su respiración es errática, pero no ataca, no se defiende. Algo la ha dejado completamente paralizada.

El Jarl avanza, con el arma en mano, lista para rematar el trabajo.

Pero entonces… 

Los dos hombres que Airgid había alcanzado por error con sus disparos finalmente logran ponerse de pie.

Son gigantes. Tienen una altura y rasgos similares a los de Ragn, con cuerpos cubiertos de cicatrices y armaduras ligeras, pero resistentes. El primero, con cabello rubio desordenado y una barba espesa que llega hasta su pecho, porta un afilado hacha lleno de runas. El segundo, más robusto, lleva un enorme martillo que, a juzgar por su forma, debe pesar una barbaridad.

Ambos han presenciado la batalla, ambos han sido heridos por los ataques de Airgid. Y no parecen muy contentos. Sin embargo, no parecen guardar rencor, por ahora. Con un rugido de furia, se lanzan al ataque.

El guerrero del hacha se impulsa contra la bestia con un salto brutal, buscando partirla en dos con un corte descendente cargado de haki. El del martillo, por su parte, se desliza por la nieve con velocidad sorprendente, acercándose peligrosamente a la bestia mientras su martillo resplandece con la intención de golpearla de manera contundente. 

El combate no ha terminado, la bestia sigue paralizada y ahora hay más aliados en el campo de batalla. Y la tormenta sigue rugiendo.

Cosas

Mates


Estado de la bestia

Contenido Oculto
#28
Ragnheidr Grosdttir
Stormbreaker
El viento aullaba en sus oídos, mezclándose con el rugido de la bestia y el crujido de la nieve. Ragn sentía el frío mordiendo su piel, pero el calor de la batalla lo mantenía en llamas. Su respiración era pesada, cada exhalación formaba una nube de vapor que se disipaba rápidamente en la tormenta. Sus músculos, tensos como cuerdas de arco, vibraban con la energía acumulada, lista para ser liberada. El Hasshoken en su puño brillaba con un resplandor tóxico, una mezcla de veneno y fuerza bruta que parecía devorar la luz a su alrededor. La bestia, imponente y salvaje, se erguía frente a él, sus ojos azules brillando con una furia primitiva. Ragn no tenía tiempo para pensar en Astrid e Ingrid, ni en los niños, ni en el ejemplo que estaban dando. Solo existía el aquí y el ahora, el choque de fuerzas que resonaba en la montaña como el trueno de los dioses. El primer golpe fue un intercambio brutal. La bestia se lanzó hacia él, sus garras desgarrando el aire con un silbido siniestro. Y al chocar ambos ataques, se liberó una onda de choque que se extendió por todo el lugar, las mismísimas montañas parecían estar temblando, sintiendo las vibraciones. Ragn liberó un poderoso grito, acompañando al golpe.

Todo su brazo se tensó hasta el extremo, liberando su fuerza como si fuera la última vez, era la única forma que conocía de combatir, a todo o nada. Cuando contempló que su ofensiva había sido acertada y la bestia se resintió, el rubio sonrió. Aquel animal era majestuoso, luchar contra él le recordó vagamente a su travesía por Momobami y el encuentro con la gyojin revolucionaria. El cuerpo de Ragn llegó a tierra firme, con una sonrisa de satisfacción en el rostro, que pronto se le borraría. El Jarl ... Algo hizo, algo invocó. Tanto la bestia como Ragn se vieron afectados, por lo menos hasta donde el rubio pudo ser capaz de ver. Un poderoso rayo se precipitó de los cielos, fundiendo a todos los allía presentes. El vikingo se desplomó al suelo, escupiendo algo de sangre al depositar su primera rodilla firmemente en la nieve. Miró a sus "aliados" y como acribillaban al animal, el cual no parecía ni estar defendiéndose ya. En seguida busca con la mirada a su mujer y sus hijas. Ante tanto desconcierto (le acaba de caer un petardazo en la boca) no llega a ver bien dónde y cómo están. Pero aquello era un campo de batalla, tenía que centrar sus sentidos.

De repente aparecieron en el campo de batalla dos personajes más, los cuales no dudaron, al igual que el Jarl, en atacar a la bestia, rematarla, aunque estuviera medio muerta ahí tirada. ¿Qué estaban haciendo? — ¡No! — Gritó, dejándose llevar, como siempre, por lo que sentía en ese instante. Una ola de energía se expandió de forma irremediable por aquel lugar, golpeando (no físicamente) a todos los que allí se encontraban. Era el grito del honor, de la desesperación de ver a un gran enemigo abatido ... No ...

Su haki del conquistador se extendió a todos los rincones posibles, dejando inconscientes a los que no fueran capaces de aguantarlo, dando un aviso claro a los que sí y, sobre todo, transmitiendo al animal tan increíble con el que había combatido de forma fugaz, que quizás ahí tenía un aliado y no un enemigo, como seguramente sus instintos le gritaban hasta ese momento.

Dominación IV
HAOS801
HAOSHOKU
Haki avanzado
Tier 8
27/1/2025
17
Costo de Haki
3
Enfriamiento
Emites una onda de Haki del conquistador que se extiende a una distancia según tu Voluntad discriminando entre aliados y enemigos. Animales de hasta 3 Niveles por debajo del usuario pueden ser dominados y subyugados al intimidarlos con esta habilidad. Se generara una comparativa de tu Voluntad con la de los objetivos pudiendo ocurrir lo siguiente según la diferencia, aunque en este nivel de dominio el usuario podrá elegir hasta que grado aplica:
0-5: Miedo 2 Turnos
6-15: Mareo 2 Turnos
16-25: Mareo 3 Turnos
26-35: Parálisis total 2 Turnos
Más de 35: Inconsciencia
Área: 120[VOLx2] metros


Mostrar Contenido

Info

Estadisticas
#29
Airgid Vanaidiam
Metalhead
El cerebro de Airgid tardó unos segundos en poder procesar todo lo que había pasado, de manera tan drástica e inesperada. El trueno retumbó por toda la montaña, liberando un cegador rayo de luz seguido de una oleada de dolor que recorrió todo el cuerpo de la rubia, de arriba abajo. Ella, que ya creía estar acostumbrada a sentir la electricidad envolverla, se dio cuenta de su ingenuidad al notar su cuerpo paralizado por unos instantes, recibiendo aquella descarga. Apenas era capaz de pensar, pero aún en ese estado, solo se le vinieron a la cabeza sus hijos. ¿Les había puesto a salvo a tiempo? Una corazonada le dijo que sí, pero... todo había pasado tan rápido. Cuando pudo volver en sí, fue gracias a la pierna biónica que no acabó de rodillas contra la arena. La derecha temblaba, incapaz de sostenerse, pero la izquierda era robusta, y no fallaba ante las debilidades de la carne. Ignoró por completo su propio estado físico, el ardor de su piel, la sangre de su boca, solo le importaba comprobar que sus hijos estaban bien.

Fue un segundo, un mísero segundo en el que pensó que todo se había acabado. En el que pensó que su vida ya no tenía sentido. Pero el miedo abandonó su mente cuando vio el interior de la cuna. Sus hijos no solo estaban vivos, es que encima parecían completamente ajenos al horror que Airgid acababa de sufrir. La miraban como si estuvieran pensando, "¿pero qué te pasa?", incapaces de comprender la expresión de puro terror que llevaba pintada en la cara. Soltó un suspiro cargado de tensión, se moría por abrazarles, pero decidió no tocar siquiera la cuna, puede que su cuerpo aún guardara cierta electricidad y no quería llegar a transmitirsela por error. Debería seguir concentrándose en hacerlos levitar, una decisión que les había acabado salvando la vida.

Tras el susto, llegó la tormenta de flechas. Airgid dirigió la mirada hacia la que parecía estar liderando todo aquel destacamento, una mujer grande y fuerte, no solo físicamente, sino que también emanaba esa aura de poder y de grandeza. Supo, al ver cómo se levantaba del suelo, que había sido el origen de aquel rayo que casi acababa con sus hijos. Y la imagen de Airgid fue para grabarla por un momento. Sus cabellos rubios y largos se elevaban ligeramente en el aire, producto de la electricidad estática que aún recorría su cuerpo; la expresión de su rostro cambió del horror a la cólera, con los ojos clavándose en aquella figura que había puesto en peligro a sus pequeños y los labios llenos de su propia sangre. Era una furia irracional, incluso ella misma lo sabía, lo más probable es que ni el Jarl fuera consciente de lo que acababa de pasar. Pero así actuaba la rabia la mayoría de las veces, cegando cualquier tipo de raciocinio, de entendimiento o de empatía.

No obstante, no tomó cartas en el asunto. Supo entender que no era el momento de hacerlo, y la acción contra la bestia se llevó toda su atención. Ragnheidr estaba bien, le vio, dolorido pero entero. No tardaría en volver al combate. Pero en aquel momento, los dos hombres a los que Airgid hirió sin quererlo, se levantaron del suelo, revelando un tamaño casi colosal. Portaban dos armas de su misma escala, y se movieron con la maestría de un guerrero debidamente entrenado, atacando al animal en una perfecta sincronía. La bestia... ¿por qué no se movía? ¿Por qué no reaccionaba? ¿Era puramente por los efectos del rayo, o había algo más? Fuera como fuese, todo el mundo entendió que era el momento perfecto para atacar.

Todos menos Ragnheidr. Era la primera vez que sentía la oleada del haki del conquistador de Ragn, no impactando contra ella, sino atravesándola, como si hubiera sabido distinguir que ella no era su objetivo.

Airgid miró a su alrededor, observando los efectos de aquel poder a su alrededor. No entendía los motivos de Ragnheidr ni su motivación para liberar aquella onda expansiva de haki del rey, pero no necesitaba saberlos, no en ese momento. Eran una pareja, y él era su bastión, igual que ella sería el de él, apoyándole y sumándose a él como si fueran un único corazón. La mujer salió corriendo hacia su dirección, ayudada por el implante de su pierna, y manteniendo a sus hijos a una distancia prudencial dentro de su rango de control del metal. Acercarles demasiado sería peligroso, igual que dejarles alejados a merced de dios sabe quién. El Jarl y sus hombres se habían presentado en la escena como aliados, pero puede que tras aquel choque, la situación diera una vuelta de tuerca. Ante la duda, sabía que era con Ragn con quién debía estar. Al llegar a su lado, no le pediría explicaciones, simplemente le miró con cierta preocupación, por su estado, por el de todos los demás.



Resumen

VYD

Info Bélica

Estadísticas actualizadas
#30


Salto de foro:


Usuarios navegando en este tema: 1 invitado(s)