Hay rumores sobre…
... que existe un circuito termal en las Islas Gecko. Aunque también se dice que no es para todos los bolsillos.
Tema cerrado 
[Aventura] [T4] Enseña las zarpas, Teruyoshi
Octojin
El terror blanco
Vaya vaya... Menuda lengua tiene usted, caballero. Parece que tus constantes provocaciones están teniendo un efecto negativo en tu rival. Aunque también en el público, que si ya te apoyaba poco... Menos lo hará ahora. Pero eso te da igual, ¿no? Viniste solo y, probablemente, te irás solo. Así que poco te debería importar lo que diga la gente, más teniendo en cuenta que no les conoces.

Ryu te mira con un ceño fruncido que delata la lucha interna que se está librando en su interior en ese preciso momento. Las palabras, en algunas ocasiones, pueden ser más duras que un golpe. Y las tuyas han pinchado hueso y le han tocado en un punto sensible, y es evidente que el joven no está acostumbrado a ser desafiado de esa manera, y su autocontrol se está poniendo a prueba. Sus labios se tensan y las líneas de su mandíbula se marcan aún más, pero respira hondo, llenando su pecho de aire como si eso pudiera apaciguar el fuego que bulle en su interior. Una vez, dos veces… y poco a poco su rostro recupera una serenidad estudiada, un gesto que parece darle algo de control sobre la situación.

Estira un poco, realizando algunos movimientos fluidos que evidencian que el combate está a punto de empezar. Sus brazos giran alrededor de su cuerpo, hace un par de sentadillas, y tras ello un par de saltos. Parece preparado.

Los murmullos a tu alrededor crecen conforme los espectadores empiezan a rodear el rectángulo de combate. Alumnos y maestros por igual susurran entre ellos, intercambiando miradas de expectación y casi de impaciencia. Algunos parecen sorprendidos de que alguien como tú haya conseguido provocar una reacción tan visible en Ryu. Otros, más prudentes, observan en silencio, evaluando la tensión palpable entre ambos combatientes que está a punto de alcanzar su punto más álgido.

Ryu da un paso atrás, posicionándose con deliberación mientras mantiene sus ojos clavados en los tuyos. Asiente una sola vez, con un gesto firme, como si aceptara tu desafío y todo lo que conlleva y te avisase de que va a ir a por ti.

—Basta de palabras —declara de nuevo, esta vez con un tono más contenido pero no menos firme.

Sin más preámbulos, adopta una postura ligeramente inclinada, con el cuerpo relajado pero listo para explotar en cualquier momento. Y entonces, como si la calma anterior hubiera sido una mera ilusión, se lanza hacia adelante. Su movimiento es rápido, fluido, casi imperceptible para quienes no tienen un ojo entrenado. Cierra la distancia entre ambos con un par de pasos y, en un giro ágil, eleva una pierna en una patada ascendente que apunta directamente a tu estómago.

La técnica es impecable, cargada de precisión y fuerza. El aire parece silbar al ser cortado por la velocidad del golpe, mientras los espectadores contienen el aliento, expectantes por ver cómo reaccionas ante el primer ataque de la estrella del dojo.

Matemáticas

Estado de Ryu
#11
Teruyoshi
Teru
Teruyoshi notó como su picardeo surtía el efecto deseado en su contrincante, haciendo que el joven Ryu cambiara nuevamente el semblante. Esta vez, sus palabras parecían haber herido el orgullo del tan preciado alumno estrella del dojo, así como el de todos los presentes por las reacciones del público ante las provocaciones del mink.

- Blandos - fue el único pensamiento del gato mientras realizaba su característico tic. - Parece que mucho cuerrrpo… pero poca mente - continuó para sí, malicioso, mientras observaba a su contrincante prepararse para el combate tras una nueva escena de autocontrol.

Teruyoshi, en su lugar, no hubiera aguantado tanto. Si bien era conocida la lengua viperina del mink, también lo era su pronto y mal carácter, pero por suerte para el gato negro, su contrincante no había caído al barro con él y solo había salido vapuleado durante los intercambios verbales previos.

- ¿Querrrá también un masaje antes de empezarrr? - pensó, al borde de perder la paciencia, al ver que su contrincante seguía demorándose con sus preparativos.

Teruyoshi no sabía si sentarse a preparar un té mientras esperaba o sacar sus armas y machacarle la cabeza por tardón. No solo su imagen estaba quedando manchada, ya que Teruyoshi no podía comprender cómo un luchador de élite había empezado el día sin realizar sus rutinas de calentamiento antes… aunque claro, como a él le importaba un comino la opinión del resto de aprendices del dojo, asumía que también lo sería a la inversa. El mink no era nadie allí… pero estaba seguro de que si al menos hubiera un maestro en el dojo tan estricto como su padre, entonces no estaría viendo tampoco con buenos ojos esa falta de preparación por parte de Ryu.

- Al fin - suspiró el mink, algo exasperado, cuando observó que su contrincante terminaba con los calentamientos, colocándose al fin listo para pelear.

Cuando las palabras de Ryu terminaron de salir de sus labios y adoptó su postura de combate, Teruyoshi hizo lo propio. Adoptó postura aparentemente relajada, con la guardia baja, confiado en sus sentidos y en años de adiestramiento, completamente listo para lo que su oponente tuviera preparado.

El momento del choque entre los dos luchadores no tardó en llegar. Ryu arrancó directo hacia Teruyoshi con una velocidad de ataque que hizo entender al mink por qué era llamado el alumno estrella del dojo. Los ojos adiestrados del gato captaban como en cada movimiento que realizaba su contrincante había un arduo trabajo de pulimento detrás. Una técnica así no era solo fruto del talento, sino que requería un entrenamiento muy duro.

- Eres rrrápido… - pensó para sí el mink mientras veía a Ryu acercarse a él a toda velocidad. - Pero no lo suficiente - sentenció, consciente de que tenía las cualidades para poder responder el golpe del joven con uno propio.

Con la misma destreza que el contrincante había mostrado, Teruyoshi cambió su postura en apenas un pestañeo. Su cuerpo comenzó a vibrar y a recubrirse de electricidad, pasando de una posición relajada a una de combate que no tardó en encadenar con un poderoso golpe con su diestra, la cual adquirió el característico tono metálico del haki, directo a interceptar con un choque la pierna que viajaba ascendentemente hacia el estómago del gato.

Teruyoshi notó como el terreno a su alrededor cedía ante su ataque, resquebrajando el suelo debido a la potencia de las vibraciones que emitía, haciendo que todo a su alrededor se transformara en un pequeño caos. El mink estaba preparado ante tal escenario, había usado ese ataque confiando en que el terreno sufriera bajo ellos y pillara desprevenido a Ryu, quien tendría no solo que lidiar con el golpe, sino con el cambio repentino del terreno.

El mink sintió como su ataque había sobrepasado el de su contrincante, por lo que como buen cazador, no esperó a que su presa recobrara la compostura tras el cambio repentino de escenario. Aprovechó el momento para ejecutar rápidamente otra técnica, esta vez con su zurda, con la intención de amarrar a su contrincante para que este no se moviera de su lado. Había demostrado una gran velocidad y Teruyoshi no quería que terminara volviéndose un problema

El movimiento que usó el mink consistía en un agarre firme, una técnica especial que ejercía más presión al colocar los dedos de su zarpa en una posición específica. En este caso, si nada se lo impedía, su objetivo sería el brazo derecho del joven, quien Teruyoshi esperaba que tuviera dificultades de esquivar dado el reciente choque y lo que este había ocasionado.

Si su tenaza tenía éxito, no perdería el tiempo. Aprovecharía la proximidad del combate cuerpo a cuerpo y el factor sorpresa del despliegue de sus habilidades, por lo que sin demorarse un instante, si es que tenía atrapado al joven, lo sujetaría firmemente para que no pudiera esquivar así como así el golpe, y le lanzaría y puñetazo recubierto de haki armadura directo al pecho, el cual iría cargado con la misma electricidad y vibraciones que el anterior.

Una vez realizada su ofensiva intentaría volver a tomar distancias con Ryu, esperando con atención a como este reaccionaba ante sus ataques y si merecía tan llamativo sobrenombre.

Michicosas
#12
Octojin
El terror blanco
Pues sí. Parece que tus constantes provocaciones tienen efecto en Ryu. Y es que... Un tipo de apariencia honorable, asentado en un gran dojo, y cuya vida parece la de un monje, no está muy acostumbrado a que sus rivales le increpen. Eso quizá te ha concedido una ventaja inicial, puesto que el primer ataque de Ryu ha sido algo errático y despreocupado. Sin embargo, y a pesar de que al principio ha intentado calmarse y, en lugar de perder la compostura, respirar profundamente un par de veces, incluso cerrando los puños con fuerza para apaciguar el calor que parece recorrerle las venas, no termina de ser suficiente para calmarle. Con cada inhalación y exhalación, su semblante recobra una calma imponente, como si estuviera alimentando una llama interna que no tiene intención de permitir que se descontrole. Pero no parece que eso dependa íntegramente de él. Quizá, si sigues afilando tu lengua, éste se vea aún más afectado. O puede que ya haya aprendido, quién sabe. El caso es que, ese acto, aunque silencioso, le otorga una confianza renovada, como si cada respiración lo preparara para lo que está por venir. Pero me da que va a necesitar mucho más que un simple juego de regulación de la respiración para prepararse para lo que estás dispuesto a ofrecerle, ¿no?

Alrededor del rectángulo de combate, los murmullos de los espectadores crecen en intensidad. Aprendices, maestros, curiosos y confiados, intercambian palabras en voz baja, comentando las posibilidades y evaluando a ambos contrincantes. Parece que se ha formado una especie de barra de bar, donde todos son expertos combatientes y lanzan directrices que, según ellos, deberíais efectuar para conseguir la tan ansiada victoria. Algunos no pueden evitar expresar admiración por la seguridad que emanas, mientras que otros muestran escepticismo, convencidos de que Ryu, la promesa del dojo, saldrá victorioso sin demasiados problemas. Todo esto forma un coro constante de voces que carga el ambiente de expectación. Aunque no creo que ambos combatientes estéis muy pendientes de esto.

Pero volvamos a lo realmente importante, al combate. La distancia entre ambos se reduce en cuestión de instantes, y el movimiento del alumno culmina en una patada ascendente que apunta directamente a tu estómago. Pero en el último momento, tus reflejos te permiten reaccionar. Tus habilidades se enfrentan a las suyas, y el choque entre tu brazo recubierto de haki y su pierna resuena con una fuerza abrumadora. Notas como logras vencer el choque, sin embargo, no notas una gran victoria. Apenas mueves ligeramente su pierna esta se desplaza brevemente y ves que apenas ha tenido efecto en tu rival.

A pesar de ello, el impacto no solo es un espectáculo para los presentes, sino que también deja una marca física en el terreno. El suelo bajo ambos comienza a agrietarse, como si la pura intensidad del choque fuera suficiente para alterar el entorno. Y es que ambos tenéis una fuerza digna de elogio. Fragmentos de tierra y pequeñas piedras saltan al aire mientras los espectadores, asombrados, reaccionan con gritos y exclamaciones de sorpresa, como si nadie se esperase una pelea así. Y mucho menos un primer golpe tan intenso. Algunos retroceden un par de pasos, temerosos de ser arrastrados por la onda expansiva. Este primer encuentro deja claro que ninguno de los dos está dispuesto a ceder terreno fácilmente. Aunque habrá que ver hasta qué momento podéis mantener esta intensidad.

Aprovechas el instante en que Ryu parece ligeramente desorientado por la magnitud del impacto. Con un movimiento ágil y calculado, te acercas y logras atraparlo con un agarre firme en su brazo derecho. Tu técnica es precisa, y por un momento, parece que has ganado la ventaja. Sin embargo, Ryu no es alguien que se deje intimidar tan fácilmente. Apenas siente la presión de tu zarpa, reacciona con la velocidad y fuerza de un luchador experimentado.

Con un giro rápido de su torso, lanza un potente rodillazo que impacta de lleno sobre tu intento de impacto en su pecho. La rodilla, envuelta en haki, impacta con una fuerza devastadora, creando un choque que resuena como un trueno en el campo de batalla. El golpe no solo detiene tu ofensiva momentáneamente, sino que también te deja ver su intensidad. Sin embargo, notas cómo su capacidad de reacción a sido inferior a la tuya, y el impacto no es suficiente para detener tu ofensiva. Que, pese a no impactar en su pecho, logra mover su rodilla y provocarle un ligero entumecimiento.

A pesar del impacto, tu agarre permanece firme, mostrando tu determinación de no permitirle recuperar la libertad. Seguro que de no estar agarrado, hubieras conseguido lanzarlo por los aires. Por el contrario, le tienes agarrado, algo menos vistoso pero quizá más eficaz. No seré yo quién juzgue tus movimientos, pero seguro que el público sí... Siempre mola ver cómo los peleadores salen volando por los aires, ¿no? En fin. Parece que, por otra parte, Ryu no ha terminado. Utilizando la posición en la que ambos os encontráis, prepara un gancho de izquierda con toda su fuerza. El movimiento es limpio, cargado de intención y de haki, y se dirige directamente hacia tu rostro, buscando desestabilizarte y romper tu control sobre él.

Matemáticas

Estado de Ryu
#13
Teruyoshi
Teru
El combate al fin dio inicio, causando que Teruyoshi fuera embriagado por un sentimiento de euforia cuando la adrenalina recorrió su cuerpo tras el cruce de golpes iniciales. El mink era un amante de las peleas y no podía evitar disfrutar de la intensidad del enfrentamiento contra alguien a la par después de tanto tiempo… aunque por las reacciones del público, no era el único que lo estaba disfrutando. Y no era para menos.

El suelo tembló bajo los pies de los contendientes, luchando por soportar la presión ocasionada por la fuerza del choque como si fuera un tercero en discordia en la batalla, resistiendo con todas sus fuerzas por no ceder como los artistas marciales, sin embargo, en aquel trío, solo podía salir un vencedor. Y ese fue Teruyoshi, quien no solo superó a sus dos oponentes en ese primer envite, sino que aprovechó su instinto de caza, el cual lo empujó en el momento perfecto para asir a su enemigo como había pretendido, quien se había visto sobrepasado por la fuerza del gato y no pudo reaccionar correctamente a tiempo.

Una vez en sus zarpas, Teruyoshi sonrió con ferocidad felina mientras sus ojos volvían a transformarse en dos pozos negros de emoción, devorando casi por completo el color de sus iris. El gato sentía como su presa no podía huir de él, quedando expuesto ante el siguiente puñetazo que lanzó directo hacia su pecho con claras intenciones de derribar a su contrincante… o al menos, esa fue su intención, hasta que su contrincante se defendió con un rápido rodillazo imbuido en haki en el último momento. La técnica y habilidad de su contrincante evitaron el impacto directo, aunque el movimiento no fue lo suficientemente rápido ni fuerte como para detener completamente al mink.

La intensidad del choque hizo que incluso el mismísimo aire pareciera crujir con un restallido, como si una tormenta hubiera sido desatada en mitad del combate. Durante un instante, ambos ataques quedaron parados en un tira y afloja que buscaba imponerse al contrario, el cual terminó decidiéndose a favor del mink. Teruyoshi sintió como la rodilla de Ryu cedía ante su puñetazo, causando que la euforia del felino creciera con cada centímetro que ganaba a su contrincante… aunque no tuvo tiempo de regodearse en su triunfo, ya que a pesar de salir victorioso durante el choque, su contrincante reaccionó casi tan rápido como un gato, aprovechando el agarre a su favor en un intento de conectar un poderoso gancho imbuido en haki.

- Lento - sentenció con voz seca mientras realizaba una rápida pirueta hacia atrás, girando a toda velocidad en el aire, desplazándose un par de metros y esquivando prácticamente en su totalidad el golpe de Ryu, quien había llegado a rozarle antes de que soltara su agarre para realizar el giro.

El daño fue tan nimio que Teruyoshi apenas lo notó. Acostumbrado al desgaste de su estilo de combate y alimentado por el chorro de adrenalina que recorría su cuerpo, fue como sentir un leve picotazo. Además, como bien le había enseñado su padre, las heridas se lamen de que termine el combate, no durante. Ahora solo había tiempo para acabar con su adversario.

Mientras giraba en el aire, el mink comenzó a sobrecargarse de electricidad, vibrando a toda intensidad para potenciar su próximo golpe, el cual desencadenó en cuanto aterrizó en el suelo, ya que el mink había aprovechado la inercia de la acrobacia para finalizar con un potente puñetazo imbuido en haki contra este, en el que descargó todo su poder destructivo.

Si nadie interrumpía su ataque, el suelo se vería afectado una vez más por el gato, quien parecía tener casi más un problema con él que con Ryu por como lo golpeaba, ya que esta vez el puñetazo contra este sería mucho más potente que el anterior, causando que el terreno se fracturara aún más por la intensidad del mismo y con lo que buscaba derribar a su contrincante mientras trozos de cascotes salían despedidos por doquier.

El mink dudaba pillar desprevenido dos veces con el mismo truco a su contrincante. Daba por hecho que usaría cualquier otro ataque para defenderse como había estado haciendo hasta ahora. Por eso, Teruyoshi no paró su ofensiva, y apenas recuperó la compostura tras el impacto, saltó al aire como un resorte, girando con aún mayor velocidad que antes. Para un ojo que no estuviera entrenado, el gato tendría que verse como una tormenta viviente. Un manchurrón oscuro envuelto en rayos y vibraciones amenazantes.

- Demuestrrra que Tú eres el digno - soltó el mink, haciendo claro énfasis en el “tú”.

Mientras hablaba, su pierna se volvió negra por el haki, lista para decargar una poderosa patada descendente destinada a aplastar la cabeza de su contrincante. No se detendría hasta ver a Ryu derrotado a sus pies, aunque tuviera que emplear todo su arsenal para ello.

Tras ejecutar su ofensiva, el mink intentaría volver a tomar algo de distancia, retrocediendo unos cinco metros mientras adoptaba una postura de guardia, dejando a un lado la fanfarronería por primera vez y concentrándose por completo en el combate.
michicosas
#14
Octojin
El terror blanco
Ryu no puede evitar que una sonrisa feroz cruce su rostro al verte esquivar su golpe con tal precisión y elegancia. Aunque podría haberle frustrado, el joven parece tomarlo como un desafío mayor. Ahí es donde nota que no eres un rival común, que puedes aportarle un gran conocimiento,  consiga vencerte o no. Notas que, desde ese momento, su semblante cambia a uno aún más serio y sus movimientos se irán tornando más directos conforme el combate vaya avanzando. Pese a que durante todo el combate ha sido consciente de la seriedad de éste, parece que ahora se han acabado los juegos y el entrar en las provocaciones por su parte. Sus ojos brillan con una mezcla de respeto y emoción contenida, consciente de que enfrente tiene a un rival que no será fácil de doblegar pero que, en cualquier caso, le va a aportar muchísimo valor como combatiente. Y eso en parte es lo que se busca de estos combates, ¿no? Aprender, aunque si es ganando, mejor que mejor. Pero poner el cuerpo al límite y ver hasta dónde eres capaz de llegar, es un premio la mar de suculento para un amante del combate como lo es Ryuu.

Alrededor del escenario, el público explota en una oleada de gritos y vítores. Algunos no pueden evitar comentar lo impresionante que ha sido tu acrobacia, destacando la combinación de gracia y eficiencia en tus movimientos. Al público le suelen gustar esas cosas, todo lo que sea elegancia en un combate es algo a destacar, ¿no crees? Otros, sin embargo, más inclinados hacia la victoria de Ryu, intentan animarlo, confiados en que el alumno estrella demostrará por qué ostenta ese título. En cualquier caso, ya hay una parte del público que te anima que antes no lo hacía. Aunque no serán tus fans más incondicionales, nunca está demás sentir el apoyo del público. El ambiente se llena de una energía frenética, como si cada espectador estuviera invirtiendo su propio espíritu en el combate. Y desde ahí dentro, lo empezáis a notar.

Ryu recupera su compostura rápidamente, con la clara idea de ganar el combate grabada en cada línea de su rostro. Cuando lanzas tu primer ataque, él lo recibe con una defensa impecable. Sus brazos en equis y cubiertos de haki de armadura, cruzan frente a él y detienen el impacto con una fuerza abrumadora. La onda expansiva de tu golpe se corta abruptamente al chocar contra su guardia, pero un leve tic en su ceja delata que el impacto no ha sido tan inofensivo como aparenta, aunque de cara al espectador seguro que parece que lo ha frenado perfectamente. Y lo cierto es que ha logrado bloquearlo casi en su totalidad, pero algo en tu fuerza ha logrado sacudirlo.

Sin darte un momento para presionar esa pequeña ventaja, Ryu flexiona su cuerpo en un movimiento que fluye con la gracia de un río desbordado. Su puño, imbuido en haki y cargado con toda la fuerza de un giro completo, se encuentra de lleno con tu segundo ataque. El choque entre ambas fuerzas resuena como un trueno, y por un instante, parece que el combate se ha detenido en ese punto exacto. Ese es el preciso momento en el que el tiempo parece pararse por completo, ambos os miráis, y puedes ver en su rostro una mirada de suma concentración que no habías visto antes. Sin embargo, poco a poco, la fuerza de tu golpe comienza a superar a la suya, obligándolo a esforzarse más aún y, finalmente, retroceder varios metros. El suelo bajo sus pies se resquebraja mientras se desliza hacia atrás, y el público reacciona con un rugido ensordecedor.

La distancia que ahora los separa se vuelve un respiro momentáneo para ambos. Entre los metros que has desplazado a tu rival y los que has ganado tú, estaréis a siete u ocho metros en total. Ryu utiliza esos segundos para estabilizarse y recuperar la respiración, adoptando una postura más ofensiva mientras tanto. Sus movimientos son fluidos pero cargados de intención, como un felino acechando a su presa. ¿Estará copiando en algo tu técnica? Con su pierna izquierda adelantada, realiza un potente puñetazo al aire que provoca una onda de choque que emerge de su movimiento, cortando el aire con un zumbido ominoso mientras avanza a toda velocidad hacia ti.

La energía de la onda es palpable, y su trayectoria parece ineludible. Aunque seguro que se te ocurre algo, ¿no? Los espectadores contienen el aliento, completamente expectantes ante lo que podría ser el momento decisivo del combate. Mientras tanto, la tensión en el ambiente crece con cada segundo, reflejando la magnitud del enfrentamiento entre dos fuerzas que no están dispuestas a ceder.

Entre tanto, Ryuu cambia su postura y flexiona ligeramente su cuerpo, como si estuviera planeando algo.

Matemáticas

Estado de Ryu

Contenido Oculto
#15
Teruyoshi
Teru
Una vez más, las habilidades felinas de Teruyoshi permitieron al mink sobrepasar a su contrincante. Esquivó casi por completo el primer ataque de Ryu y contraatacó con verdadera ferocidad, ofreciendo un digno espectáculo para el público que los observaba con emoción. Teruyoshi estaba decidido a dejar su impronta, ya fuera en la mente de los aprendices, que observaban estupefactos el combate, o en el propio suelo maltratado bajo sus pies. Fuera como fuera, el recuerdo del mink no desaparecería tan fácilmente.

El último choque de los luchadores pareció detener el tiempo por un instante, instante en el que la pareja parecía no solo medir sus fuerzas, sino que podía verse cómo había algo más, como si el choque no fuese solo físico, sino que también parecía enfrentar el espíritu y voluntad de los contendientes.

- Esto me gusta más - pensó el mink al notar que Ryu finalmente mostraba una concentración hasta ahora oculta. 

- Pero sigue sin serrr suficiente - soltó cuando notó que superaba de nuevo a sus dos contrincantes, porque no olvidemos que ese día el gato parecía tener una fijación un tanto extraña con el terreno, por el cual terminó deslizándose Ryu tras el empuje ocasionado por el golpe de Teruyoshi. Sin embargo, el joven luchador volvió a resistir, demostrando una firme entereza digna de elogio, cómo esos árboles que ves doblados por culpa del viento… pero que nunca ceden.

El mink recuperó distancia con rápidos movimientos sobre el maltratado suelo, mientras una sonrisa feroz cruzaba su rostro. Estaba encantado de haberse topado con alguien que resistiera sus golpes. Durante el breve descanso, cada combatiente lo aprovechó a su manera. Ryu ajustó su postura, mientras Teruyoshi lo observaba con interés, realizando su característico gesto de pasarse una zarpa por una oreja después de lamerla.

Teruyoshi no pudo evitar notar cómo los movimientos de Ryu se tornaban calculados, hasta adoptar una postura distinta, casi como si estuviera acechándolo. Esto hizo que la sonrisa del mink se ensanchara aún más, ya que había reconocido cierto patrón de caza en aquellos movimientos, como si su rival pretendiera imitarlo… aunque claro, le faltaba gracia y encanto para igualar al gato.

- Veamos qué tienes prrreparado esta vez - dijo en un susurro mientras esperaba la ofensiva de su contrincante, volviendo a su propia guardia, con la electricidad de su estilo de combate recorriendo su cuerpo.

El ataque de Ryu no tardó en llegar. Esta vez, parecía haber aprendido de los choques anteriores y evitó acercarse de primeras como había hecho al principio del combate. - Chico listo… ¿Pero qué pasaría si vuelvo a esquivarrrte? - pensó maliciosamente Teruyoshi, presto a encarar el ataque de Ryu.

- ¿¡Acaso no te imporrrtan los estudiantes!? - gritó, incapaz de mantener esa lengua viperina suya a la par que cargaba su propia ofensiva.

A pesar de sus palabras, el mink ya no tenía intenciones de picardear ni de distraer a su contrincante, pero su forma de ser simplemente le impedía mantener la boca cerrada. Incluso sabía que sus palabras eran algo hipócritas, considerando que llevaba maltratando el escenario sin temor a dañar a nadie a su alrededor… pero, al fin y al cabo, él no tenía lazos ni responsabilidades con el dojo.

Esta vez, Teruyoshi decidió hacer como Ryu y jugar a los mimos, por lo que sin esperar un segundo más, giró sobre sí mismo y lanzó una potente patada imbuida en haki, confrontando directamente el ataque que venía directo a él. Las fuerzas volvieron a encontrarse, forcejeando durante un instante en aquella lucha por comprobar quién era más fuerte. Una vez más, el vencedor del mismo fue Teruyoshi, aunque esta vez notó cómo su contrincante casi había logrado sobrepasarlo. Fue entonces cuando decidió que ya bastaba de juegos. Había llegado el momento de ponerse serios.

Dado los anteriores encontronazos, el mink había confiado en volver a superar a su contrario, hecho que por exceso de confianza casi no sucede, pero que iba a emediar de inmediato. Sin cesar su movimiento inicial, giró de nuevo, acumulando toda la electricidad que podía generar, culminando el giro con una patada que envió una onda eléctrica hacia su adversario. Para que viera que él también sabía imitarlo.

- ¡Demuestrrra que lo de ahora ha sido un errrorr y prrrotege a los tuyos como he hecho yo con menos motivos! - gritó mientras su siguiente técnica avanzaba contra Ryu.

Consciente del alcance de su ataque, Teruyoshi confiaba en que sus palabras hicieran mella en el honor del joven alumno, obligándolo a enfrentar la ofensiva de frente, por lo que sin esperar el resultado, el mink avanzó hacia su contrincante, confiando en sorprenderlo con un incremento en su velocidad y precisión.

- Sigamos - pensó para sí mientras avanzaba rápido y grácil cual felino, atravesando los obstáculos que formaban los restos del terreno, generando electricidad y vibraciones, para terminar lanzando un derechazo directo al rostro de Ryu con todas sus fuerzas... o al menos eso emuló, ya que el último momento realizó una finta y buscó colarse bajo su guardia, para acto seguido lanzarle un golpe ascendente en forma de gancho con la izquierda, buscando destruir sus defensas con la potencia de su técnica. El mink era consciente de la magnitud de su ataque y por ello lo lanzó ascendentemente, buscando evitar bajas innecesarias entre el público al propagarse las vibraciones hacia arriba.

Esta vez, tras su ataque, decidió mantenerse cerca, a apenas un par de metros, atento a cualquier treta que su rival pudiera tener preparada para contrarrestarle. El mink estaba inundado por el sentimiento de batalla y no quería que acabase este gran momento.

Michicosas
#16
Octojin
El terror blanco
Ryu no puede ocultar su sorpresa al verte igualar su golpe con tanta precisión y fuerza. Y, sobre todo, con esa aparente facilidad. Aunque realmente te cueste más de lo que parece, la soltura con la que efectúas los golpes hace ver que es más sencillo de lo que realmente es. Pese a ello, tu rival no dice nada, su mirada revela un nuevo nivel de respeto hacia ti. El público, emocionado por la intensidad del combate, se entrega a los gritos y aplausos. Los murmullos de asombro entre los espectadores se mezclan con vítores de apoyo tanto hacia el alumno estrella como hacia ti, el inesperado y formidable contrincante. La gente opina del combate entre ellos y destacan ciertos aspectos que, para ellos, son la clave del combate. Aunque desde ahí se ve todo mejor, claro.

Ryu, concentrado como nunca, ignora cualquier provocación verbal que pudieras intentar. Su mente está fija en el combate, calculando cada movimiento mientras mantiene una defensa férrea. Si bien antes le estabas picando y eso afectaba a su rendimiento, parece haber aprendido de sus errores. Ahora, más serio de lo normal y con una nueva postura, intenta conseguir ese extra de concentración que necesita para que todo salga como planea. Y, aunque difícil, está totalmente concienciado en conseguirlo.

Tu primer ataque lo encuentra preparado, con su brazo izquierdo recubierto de haki en posición para bloquear. Sin embargo, la potencia de tu golpe supera sus expectativas. Aunque logra desviar parte del impacto con un potente puñetazo, el choque provoca una onda expansiva que deja una quemadura visible en su brazo. El dolor se refleja en una mueca fugaz, pero Ryu no deja que eso lo detenga. Se sacude el brazo y lo mueve en distintas direcciones, como si realmente no pudiera controlarlo del todo. Puedes ver que sus movimientos son algo erráticos pero nada preocupante.

El segundo ataque es aún más devastador. Ryu intenta contrarrestarlo con un intenso bloqueo con la pierna izquierda envuelta en haki, girando su cuerpo para añadir más fuerza al impacto. El choque de ambas fuerzas resuena como un trueno en el campo de batalla. Por un instante, parece que ambos están igualados, pero la presión de tu golpe termina por imponerse. La fuerza lo empuja hacia atrás de manera descontrolada, haciéndolo caer al suelo en una postura poco digna. Los espectadores contienen el aliento al verlo levantarse rápidamente, aunque su postura delata el daño sufrido. Puedes intuir que se ha levantado tan rápidamente víctima de su propio ego. Realmente no se encuentra bien, y sus movimientos lo dejan ver.

No hace falta fijarse demasiado para ver cómo cojea. La pierna que usó para el contraataque está visiblemente entumecida, y su esfuerzo por mantener el equilibrio es evidente. A pesar de ello, Ryu no muestra intención de rendirse. Ajusta su postura, intentando apoyarse en ambas piernas para lanzar un nuevo ataque impulsándose sobre ellas. Sin embargo... La pierna herida le falla, obligándolo a caer de rodillas. Durante unos segundos, parece debatirse consigo mismo, como si intentara reunir las fuerzas necesarias para continuar. Pero al intentar levantarse vuelve a caer, esta vez apoyando solo una de las dos rodillas en el suelo.

Finalmente, levanta ambas manos en señal de rendición, dejando claro que el combate ha terminado. Su cuerpo no responde como debería y su agotamiento es tal que no merece la pena seguir. Más viendo que tú te encuentras tan entero. La multitud estalla en aplausos y vítores, reconociendo la intensidad del enfrentamiento. Algunos se acercan para felicitarte, mientras otros se apresuran a verificar el estado de Ryu, preocupados por su salud. A pesar de su derrota, el joven se levanta lentamente, ayudado por algunos de sus compañeros, y cojeando, pero con la cabeza en alto, se acerca a ti, mostrando una expresión de cansancio, pero también de respeto.

—Pensé que podría seguir y tener una última oportunidad, pero ni el brazo ni la pierna me responden como me gustaría —dice, con una leve sonrisa. Su tono, aunque derrotado, no carece de admiración—. Enhorabuena, me has enseñado muchas cosas.

Extiende su mano hacia ti en un gesto de buena voluntad y con bastante firmeza.

—Acepta mi invitación a quedarte en el dojo. Te podrás duchar y un médico tratará tus heridas, si lo necesitas. Es lo mínimo que puedo hacer por alguien que se ha dignado a pelear de esta manera conmigo. Mereces respeto por ello.

Si decides aceptar, el ambiente en el dojo se torna mucho más relajado. Los aprendices y maestros te miran con una mezcla de asombro y respeto mientras te conducen hacia las instalaciones. Primero te llevan a un baño amplio, perfectamente equipado para que te duches y te relajes. El agua tibia corre por tu cuerpo, llevándose consigo el polvo y el sudor de la batalla. Es un momento de tranquilidad que contrasta con la intensidad del combate recién finalizado. Y es un momento que premia tu victoria. Relájate y tómate el tiempo que necesites, es un tiempo única y exclusivamente para ti.

Una vez que terminas de ducharte, un médico del dojo se encargará de evaluarte —siempre que aceptes, claro—. Aunque las heridas no son graves, el especialista limpia cualquier rastro de daño y aplica ungüentos en las zonas más afectadas. El trato es profesional y amable, dejando claro que el dojo respeta a quienes demuestran su valía en el campo de batalla.

Mientras te recuperas, puedes sentir cómo la atmósfera del lugar ha cambiado. Ahora, no solo eres un visitante, sino alguien que ha ganado un lugar en la memoria de todos los presentes.

Cositas

Matemáticas

Estado de Ryu
#17
Teruyoshi
Teru
La “tormenta” siguió desatándose al compás de los golpes de los contrincantes, quienes continuaron dándolo todo para goce y placer del público. Durante aquellos últimos minutos ya no había local ni visitante, solo imperaba un verdadero amor por las peleas en su máxima expresión.

- No pienso caerrr - repetía una y otra vez Teruyoshi en su mente, animado por el griterío del público mientras enfrentaba a Ryu.

El desgaste del combate al fin comenzó a notarse en el adversario del mink. A pesar de intentar defenderse con todas sus fuerzas, terminándose de ganar la admiración del gato con aquella muestra de entereza, apenas pudo poner resistencia al último ataque dirigido hacia él. Si bien bloqueó el primero con gran habilidad, este consiguió herirlo lo suficiente como para debilitar su defensa, dejándolo vulnerable ante lo siguiente que se le vino encima. La vorágine de electricidad que transmitían los ataques de Teruyoshi, junto a las vibraciones de uno de sus estilos de combate, al fin habían hecho su trabajo. Cuando Ryu quiso interponer su brazo izquierdo con todas sus fuerzas, no fue suficiente para frenar al desbocado gato negro… y menos aún cuando la potencia del siguiente golpe se vio incrementado por su  propio estilo de lucha.

Ryu salió despedido por los aires debido a la intensidad del golpe, ofreciendo un espectáculo para cualquier estudiante que alguna vez se hubiera visto en la misma situación entrenando con él. Dada la actitud altanera que había mostrado al principio, Teruyoshi no dudaba de que Ryu había humillado a muchos otros alumnos… por lo que algo dentro de él rugió de satisfacción por todos ellos cuando el luchador cayó de bruces.

Teruyoshi no pudo evitar fijarse como Ryu intentaba por todos los medios resistirse a caer ante él, sacando fuerzas una vez más, quien sabe de donde, para levantarse a pesar de las evidentes heridas. Trataba de mantener la compostura y se negaba a rendirse, pero para un ojo experto, las evidencias eran claras. Su postura había perdido firmeza, mostrando aberturas que antes no tenía, mientras múltiples heridas adornaban su ya maltrecho cuerpo. Además, los ataques del mink tenían el efecto devastador de infringir daños internos, por lo que Ryu seguramente estaba sufriendo más de lo que dejaba ver. Sin embargo, el luchador volvió a hacer alarde de fuerza de voluntad e intentó un ataque a la desesperada. Teruyoshi lo esperaba con ansias, cargando su puño de nuevo, acumulando tanta electricidad en él que pequeños fogonazos de luz se veían a su alrededor… pero antes de que Teruyoshi terminara de realizar su movimiento, su contrincante cayó de rodillas.

- Al menos lo intentaste - pensó el mink, observando cómo Ryu hacía un nuevo intento por ponerse en pie. - Aunque quedó solo en eso - continuó regodeándose en su propia vanidad, orgulloso de su evidente superioridad al ver como este finalmente aceptaba la derrota y realizaba el gesto de rendición.

Mientras el luchador era ayudado por sus allegados, el mink disfrutó del baño de masas que el público le proporcionaba. Los vítores eran alimento para su orgullo felino, el cual solo se acrecentaba con cada nueva alabanza hacia él y su victoria.

- He de admitirrr que has aguantado bastante bien - dijo el mink con una sonrisa triunfal en el rostro mientras correspondía a la mano que le tendía su contrincante. - Y espero que te sirrrva para no juzgarrr a ningún recién llegado más - prosiguió en tono amigable, lo suficientemente bajo como para que solo lo pudiera escuchar él.

Si bien Ryu se había mostrado prepotente al conocerlo, y quizás por ello se merecía un poco de vergüenza pública, la ferocidad con la que había batallado había terminado de cautivar a Teruyoshi. No buscaba más animadversión con él. No pudo evitar verse así mismo luchando con todo lo que tenía contra su padre, perdiendo una y otra vez, pero sin rendirse nunca. Teruyoshi conocía de primera mano aquella sensación y podía empatizar con Ryu.

- Espero con ansias que te rrrecuperes para la rrrevancha. Sin duda, el dojo tiene un grrran rrreprrresentante - terminó animando al maltrecho Ryu antes de soltarle la mano. - Y será todo un placerrr quedarrrme a descansarrr con vosotrrros. Tengo curiosidad porrr saberrr qué coméis aquí… - aceptó la invitación de Ryu. - Solo espero que no sea solo arrroz blanco y pollo.

Tras la conversación, el mink acompañó a los animados estudiantes que se ofrecieron a guiarlo por el dojo. Aprovechó el nuevo ambiente para hacer preguntas sobre el lugar, sus dirigentes y costumbres. El gato era un ser curioso por naturaleza y le pareció buen momento para intentar sacar algo de formación.

Una vez terminara de hablar con los jóvenes, el mink se centraría en relajarse con una buena ducha. Aunque detestaba la sensación del pelaje mojado, eso no incluía el aseo personal. Además, cada vez que terminaba un combate, el desgaste causado por su estilo de lucha lo dejaba cansado por un pequeño lapso de tiempo, algo más llevadero cuando podías relajarte después de haber llevado el cuerpo al límite.

Después de unos minutos bien merecidos de reposo, el mink atendió al médico del dojo que fue a buscarlo. Quería comprobar su estado tras la pelea, algo que Teruyoshi consideraba innecesario, por lo que desestimó la atención del médico amablemente, asegurándole que estaba perfectamente. Aunque antes de que se marchara, aprovechó la situación y preguntó por el estado de Ryu, suponiendo  que ya habrían ido a revisarlo. Además, pidió un poco de ese ungüento que quiso aplicarle… por si acaso le hacía falta más tarde.

Libre para moverse por el dojo y notando cómo la gente lo miraba de otra manera, decidió que lo mejor era sacar provecho de su nueva situación, por lo que en cuanto vio a uno de los aprendices le preguntó que si no podía acompañarlo a la cocina, que necesitaba recuperar energías tras la pelea. Si conseguía ayuda, el mink intentaría hacerse con algo de comida y luego se marcharía a explorar el dojo a la busca de algún chisme que satisfaga sus curiosas orejas.
#18
Octojin
El terror blanco
Ryu se encamina directamente hacia la sala de enfermería dentro del dojo, su cojera evidente en cada paso que da te hace entender que su estado no es el mejor del mundo. Desde luego, se ha llevado la peor parte, y quizá por eso le has conseguido vencer. Su cuerpo ha acabado por decir basta, algo que has podido ver en sus últimos coletazos en el combate, entre erráticos movimientos y pobres ofensivas.

Sus compañeros lo siguen de cerca, preocupados por su estado tras la intensa batalla. Apenas entra, el médico del dojo lo recibe con profesionalismo, indicándole que se siente sobre la camilla mientras revisa sus heridas. Su pierna y brazo muestran evidentes signos de fatiga extrema, y la quemadura en su brazo izquierdo recibe atención inmediata con ungüentos y vendajes frescos. Es probablemente la herida más grave que ha recibido Ryu, que cierra los ojos durante el proceso, respirando hondo para calmar el dolor y recuperar el aliento tras el enfrentamiento. Lo cierto es que esa pausa es una cura mental increíble, y así lo expresa su cara. Los ungüentos, junto con el resto de cremas y tratamientos parecen destensar el combatiente, que suspira y se termina de despreocupar por todo lo demás.

Mientras tanto, en otra parte del dojo, el ambiente es completamente distinto. La adrenalina del combate aún se percibe en el aire, con los aprendices comentando entusiasmados cada momento del duelo en lo que forma parte de una rutina post-combate que, viendo la gran afluencia de público que estaba viendo el combate, quizá hasta te podías esperar. Algunos gesticulan, imitando los movimientos más impactantes de la batalla, mientras otros intentan descifrar las técnicas utilizadas y la importancia de cada una de ellas. Lo cierto es que ver un combate así debe ser bastante instructor si estás aprendiendo a pelear. Tu victoria ha dejado una huella en todos los presentes, quienes no tardan en reconocer la habilidad de un guerrero que hasta hace poco era un completo desconocido para ellos. Seguro que alguno de esos niños se ve inspirado en tu gran tesón y habilidad en combate. Aunque por su bien, espero que no intenten replicar esa afilada lengua que tienes, o de lo contrario, no ganarán para collejas de sus padres.

En cuanto Ryu sale de la enfermería, su andar aún es torpe, pero su semblante refleja un cambio, diferente a cuando recibió la contundente derrota. Habla con un par de ayudantes del dojo, quienes asienten rápidamente y se dirigen a la cocina. Los cuchillos comienzan a repicar contra las tablas de madera, el aroma del arroz cociéndose en grandes ollas se mezcla con el de la carne dorándose en las brasas, y si ya tenías hambre, ahora tendrás algo más. En poco tiempo, varios platos empiezan a salir, distribuyéndose entre los estudiantes y maestros del dojo. Se nota el esfuerzo por compartir la comida como un símbolo de comunidad, algo que en el dojo es una parte fundamental de la rutina diaria. Y es evidente que tras un combate como el que acabáis de tener, deben mostrar esa habilidad también.

Entre los miembros del dojo, algunos se acercan con gestos amistosos decorados, invitándote a unirte a la comida. Frente a ti, una bandeja repleta de bolas de arroz y carne humeante te espera, un festín que sin duda viene bien tras el combate. Hay que recuperar fuerzas como buenamente se pueda, ¿no?

Ryu, a pesar de su evidente agotamiento, toma asiento cerca de ti y coge una bola de arroz con la mano, dándole un mordisco antes de dirigirse a ti con una sonrisa sincera. Te da la sensación de que está pensando qué decir, o quizá le cueste eso que tiene en mente. Pero en cualquier caso, decide soltarlo sin más.

—Muchas gracias por el combate —dice con un tono relajado—. Seguro que pronto podremos tener una revancha. Y espero que el resultado sea diferente… O al menos consiga darte más guerra.

El ambiente en el dojo se ha transformado completamente. Lo que antes era un escenario de tensión y orgullo ahora se ha convertido en un espacio de camaradería y respeto mutuo. Un lugar de nobles guerreros, junto con futuros grandes peleadores, que nace compartiendo una ilusión. La de aquellos que desean seguir la estela de Ryu o tu propia estela. Ser respetados peleadores que, algún día, llenen el escenario de vítores como vosotros lo habéis conseguido. Los estudiantes se muestran más abiertos, y puedes notar que incluso los más escépticos han cambiado su percepción sobre ti tras la demostración de tus habilidades en el combate.

Después de la comida, un par de compañeros de Ryu se acercan y te invitan a una pequeña excursión por los alrededores del dojo, para que puedas terminar de explorarlo. Mientras caminan, te explican que la primera clase del día ha comenzado y, a lo lejos, observas cómo los alumnos siguen al maestro en una serie de ejercicios que forman parte del entrenamiento matutino. Puedes verlos moviéndose al unísono mientras el maestro les indica cada paso, marca los movimientos y efectúa combos interesantes. El entrenamiento es bastante intenso, y algunos alumnos pierden el foco continuamente, pero es algo normal en este tipo de clases. La disciplina y la dedicación en cada movimiento es evidente, pero no todos logran la misma en tan poco tiempo. Hay que ser paciente y esperar a que llegue.

El paisaje que rodea el dojo es impresionante. Desde lo alto de la colina, puedes ver el río serpenteando a lo lejos, con la brisa matutina acariciando la hierba alta. A medida que avanzas, algunos estudiantes te observan con curiosidad, reconociéndote como el vencedor del combate contra Ryu. Algunos incluso te lanzan miradas de admiración, otros se acercan a tenderte la mano mientras te hacen una pequeña reverencia, mientras que otros parecen más reservados, como si intentaran descifrar en qué lugar encajará tu presencia en el dojo.

El paseo continúa hasta una zona elevada desde donde se tiene una vista panorámica del valle. Allí, los aprendices que te acompañan te explican la importancia del dojo en la región, su historia y la forma en que ha moldeado a generaciones de artistas marciales. Es un momento de descanso, pero también una oportunidad para absorber más sobre la cultura y tradiciones del lugar.

Cuando el recorrido llega a su fin, te ofrecen la opción de regresar al dojo y explorar por tu cuenta o unirte a la primera clase para observar el entrenamiento en acción. Con la confianza que has ganado, parece que ahora tienes más puertas abiertas dentro de este lugar.

Final!
#19
Teruyoshi
Teru
Teruyoshi a cada paso que daba fue contagiándose del ánimo del dojo, animándose aún más, si es que se podía, con cada carcajada, inclinación de cabeza o palmadita en la espalda que recibió… hechos que solo engordaban más el ego felino del mink. Incluso pilló a unos cuantos jóvenes imitando sus movimientos, haciendo sus propias recreaciones del combate, emocionados por el espectáculo que habían dado.

- Al final me va a gustarrr este sitio - se decía así mismo justo antes de toparse con Ryu, quien charlaba con unos conocidos a la puerta de la enfermería.

El mink aprovechó el momento para observar tranquilamente a su adversario. Era evidente cual de los dos había salido peor parado tras la contienda entre los dos luchadores. Teruyoshi se alegraba que Ryu, a pesar de sus heridas, estuviera de una pieza. Si bien el mink no sentía pena por su estado, aún recordaba lo prepotente que había sido con él y un escarmiento nunca venía mal a nadie, tampoco quería que hubiese terminado lisiado. Si bien su carácter podía chocar con el del gato porque tuvieran un ego similar, este a su vez había generado una especie de respeto hacia él por demostrar tal valía en el combate. Teruyoshi sabía valorar ese tipo de tenacidad… y más cuando pensaba hacer de él su adversario oficial de esta isla.

Teruyoshi sabía que su estancia en el lugar no sería muy duradera. Siempre terminaba aburriéndose de los sitios cuando no había estímulos que lo arraiguen a él y dudaba que Ryu mejorase lo suficientemente rápido como para darle un combate de verdad en poco tiempo. Además, el mink estaba seguro para no estar hecho para la vida y rectitud de un dojo, hecho que antes o después terminaría buscándoles problemas con la gente de la isla… aunque tampoco había que adelantar acontecimientos, ya que por el momento el gato había conseguido lo contrario y podía relajarse cómodamente un tiempo.

Entonces el olor a comida llegó hasta sus fauces, haciendo que hilo de pensamiento se desvaneciera, pasando al modo automático en busca de un asiento para comer. Tenía tantas ganas de comer que hasta había olvidado a Ryu. Su mente ya solo podía pensar en saborear la carne que habían preparado como guarnición para el arroz, la cual lucía una pinta deliciosa… o al menos así fue hasta que escuchó que alguien a su lado lo interrumpía. Era nada más y nada menos que su nuevo amigo, quien había decidido tomar asiento a su lado y darle conversación mientras comían.

- Sino pierrrdo el pellejo en alguna de las mías… - contestó Teruyoshi con tono divertido mientras llenaba el plato hasta arriba. Luchar siempre le daba un hambre voraz. - Prrrometo volverrr a porrr nuestrrra rrrevancha - siguió antes de comenzar a devorar una bola de arroz, la cual desapareció prácticamente la mitad tras el primer tiento del mink.

Una vez satisfecho, Teruyoshi aceptó el paseo que le ofrecieron por los terrenos del dojo. No había mejor manera para bajar la comida que dar un suave pasea, por lo que no dudo ni un momento en aceptar la invitación de los estudiantes.

El recorrido por los alrededores le permite bajar la guardia del todo, caminando con las manos en los bolsillos a la par que escuchaba las historias del dojo sin interrumpir demasiado, absorbiendo cada detalle o salseo interesante que saciara su curiosidad. Durante el paseo, también pudo observar más de cerca a los jóvenes entrenar, aprendiendo pequeños detalles que quizás pudiera implementar en sus propias rutinas.

Tras un rato de paseo, en el que siguió interactuando con todo el que se topaba, la visita llegó a su fin y volvieron a dejarlo a su bola. Teruyoshi ya había aprendido suficiente del lugar por el día, por lo que decidió volver a lo alto de la colina, sitio donde había estado disfrutando de unas vistas espectaculares. El mink rebuscó entre sus pertenencias hasta dar con un par de bolas de arroz que se habían extraviado hasta ahí sin querer, las cuales devoró con gusto mientras observaba el paisaje bajo la perspectiva de un gato satisfecho consigo mismo.

- Prrrometo volverrr más fuerrrte aún - sentenció mirando al cielo.

Fin

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#20
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