¿Sabías que…?
... existe la leyenda de una antigua serpiente gigante que surcaba el East Blue.
Tema cerrado 
[Aventura] [Tier 1] Caprichos de ricachones...
Gautama D. Lovecraft
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Había quedado claro que lo que parecía una labor de escolta, aparentemente seria y profesional, había acabado siendo tras todos los hechos vividos desde que partimos del complejo hotelero, una supervisión caprichosa a 2 adultos, que más que en un safari, deberían de hallarse en algún centro donde reeducarse. Pero obviamente, por muy idílico que fuera, eso nunca llegaría a cumplirse, para detrimento de todos. Poderoso caballero es don dinero.

Lamentando cada momento vivido desde el inicio, renegué por esforzarme a conducir a los 2 ricachones hacia un mejor hábito que estuviera a la altura de su madurez, pues, tras el flechazo de Jimbo hacia ese pobre león que sin más contemplaba sus dominios, el tal Carl olió sangre y lo persiguió mientras el animal intentaba escabullirse dentro de sus limitaciones. Parecía que las tornas en la sabana se torcían para el rey de esta, y aunque estuviera en la cima de la cadena alimentaria en aquel hábitat, por encima de él, como siempre y por desgracia, estaría el ser humano y su indomable capacidad de asaltar y apropiarse de forma egoísta de todo lo que viera. Pero por mí, y los férreos principios que me componían, diría basta a aquel esperpento, suficiente había sido ya todo lo que había hecho y presenciado.

Se perdía por la subida Carl para dar muerte al rey felino, cuando me giré y dediqué una mirada obstinada a Terence, que seguro que podría ser capaz de interpretar claramente, pues realicé de forma conjunta algunos gestos de negación rotando la cabeza sobre su eje horizontal un par de veces.

- Menudo esperpento... -

Musité por lo bajo hacia el joven mientras me montaba con él sobre el caballo que manejaba. Me dejaría guiar ya, y mostraba una conducta de negación ante los actos de los 2 ricachones, el mal parar de las hienas y el alboroto con los ñus. Sabía de igual forma donde me estaba metiendo previamente, pero todo eso había superado con creces cualquier expectativa que pudiera tener ante el abanico de posibilidades que podríamos encontrar durante el safari. Ahora, ya tan solo, me dejaría llevar por el grupo y sus decisiones, mi capacidad de participación solo cambiaría si fuera estrictamente necesaria.

Con las hienas finalmente fuera de juego, y el compañero salvado de la estampida de ñus, parecía que la situación volvía a normalizarse dentro de las circunstancias que ya teníamos encima. Sin embargo, no todo había acabado allí, y como escoltas debíamos de aceptar nuestra obligación de mediar con la seguridad de los 2 clientes, siendo que, lo que parecía ser el clímax de aquella triste aventura, un grito resonaría perdido en la dirección donde Carl se fue a por el león tras 2 disparos.

Volteé los ojos mientras cerré los párpados resignado, me veía venir lo que tocaría ahora, y acudir al encuentro con el ricachón sería primordial, a saber lo que habría pasado. Ya no éramos escoltas, éramos niñeros, y coloqué adecuadamente mi posición sobre el caballo de Terence porque se iba a venir lo siguiente.

- ¿Vamos? -

Le dije irónicamente, pues era obvio que así debería de ser, no obstante, le dejaría abierta la posibilidad de dejarle allí a su suerte y volver los 2 al hotel. Pero había que cumplir para finiquitar eso, y sabía dentro de mí que por mucha rabia que me diera, había que cumplir de una forma u otra con el trabajo, aunque mis ganas e implicación estuvieran ya bajo mínimos. Terence y yo podríamos ser los primeros en llegar a la escena si este decidía ir raudo sobre el animal, y quizá Jimbo, por su estatura y peso podría sumarse a la avanzadilla. ¿Qué le habría pasado ahora a Carl?
#31
Yoshi
Yoshi
Tras aquel golpe las hienas parecían estar atontadas, posiblemente no se esperaban tal agresividad. Yoshiro estaba listo para continuar con su pela pero las hienas empezaron a escapar. El muchacho se volteó a ver a sus compañeros, parecían estar bien y de hecho Jimbo disparó otra flecha, Yoshiro la miró y notó como había impactado en un león a la lejanía gracias a la distracción de un disparo.

En ese momento se escuchó la voz del más gordo de los hermanos que con mucho esfuerzo empezó a escalar la pared. Yoshiro apretó los puños y salió corriendo en su dirección, le molestaba que su intento para protegerlo le haya dado la oportunidad perfecta para ponerse en peligro otra vez-Ven acá...-cuando Yoshiro por fin llegó al muro el gordo ya habia terminado de subirlo pero con el buen fisico del muchacho escalar el muro sería mas fácil.

No voy a perder dinero solo por que el cerdo quiere ser chicharrón-el muchacho escaló el muro olfateando la sangre del animal herido. Se escucharon los dos disparos y el silencio. Ahora que Yoshiro había logrado subir no solo pudo escuchar el grito del gordo sino también ver la escena que estuviera pasando.

Mierda...-¿Podría ayudarlo ahora?
#32
Terence Blackmore
Enigma del East Blue
¿Trabajo de escolta? 
¿Por qué no llamarlo mejor "niñera"?

Si algo no podía aguantar, era la pueril actitud de alfa que estos dos hermanos se gastaban, buscando superarse entre sí en un objetivo tan vacío y banal que me reconcomía en las entrañas.
Seguramente no eran más que un par de hermanos que heredaron algún tipo de fortuna y que no tenían muchas luces acerca de como gastarla, por lo que se dedicaban a tener piques competitivos constantemente en lugar de demostrar una auténtica cacería...
Una cacería de sus sueños, una cacería de humanos o cualquier cosa que demostrase algún tipo real de desafío.


Enmudecí mentalmente mi alrededor durante unos segundos para tomar cierta visión periférica de la situación, aunque ignoré selectivamente todo el ruido ambiental innecesario, tanto en sonido como visualmente, dado que no todos los frentes requerían mi atención y que, honestamente, tampoco me importaban. 
Algo pude ver de la rata vitaminizada salvando al hombre de pocos modales que fue embestido, y al turbio producto de pez con humano ser atacado por una hiena con funesto resultado para la última por algo relacionado con su piel.

El estúpido del hermano delgado, en un arranque de testosterona y frustración, trató de dar caza a la distancia al león cuál símbolo regio de victoria soberana. 

Tal fue la certeza del disparo, que erró y acto seguido escuché un quejido ridículo de miedo, una emoción que pudo saborearse en el ambiente durante unos instantes pero saciantes segundos.

De forma abrupta, sentí a mi lado, el peso del veterano guerrero, un hombre que había visto demasiado como para sorprenderse ante el espectáculo grotesco que se desarrollaba ante nosotros. Sin palabras, compartimos un entendimiento tácito. La desilusión ante la vanidad humana, la repugnancia hacia el espectáculo que nos rodeaba, todo ello se reflejaba en su semblante. Sabíamos ambos que estábamos inmersos en una farsa en la que la naturaleza misma parecía burlarse de nuestros esfuerzos por imponer orden en un mundo salvaje.


Sin embargo, no había tiempo para cavilaciones. La urgencia de la situación requería acción, y aunque el espectáculo nos resultara repulsivo, teníamos un deber que cumplir sobre el escenario, por lo que apreté las riendas del caballo, y sin más dilación, nos dirigimos al encuentro del infortunado Carl. 
El eco de los disparos y el desgarrador grito que había seguido eran presagios de un desenlace que, si bien inevitable, no dejaba de ser patético.

Al llegar a la escena, lo que encontramos fue un hombre quebrantado, tanto en cuerpo como en espíritu. Carl, el otrora orgulloso cazador, yacía herido, su rostro descompuesto por el dolor y el miedo. El león había sido abatido, pero por contra, fue la bala del otro hermano la que había acertado en un objetivo errado, concretamente en la voluntad y carne del regordete.
Ahora, este mismo hombre estaba postrado ante nosotros, vulnerable y suplicante, aunque su orgullo le impedía expresarlo abiertamente.

Me acerqué a él, dejando a mi trasera al asceta aún montado en nuestro corcel, y permití que la sombra de mi figura lo cubriera por completo. En ese momento, el destino de Carl pendía de un hilo, y yo, como un titiritero experimentado, comprendí que era el momento de manipularlo a mi favor.

-Carl- dije con una voz teñida de una falsa compasión, apenas perceptible en su tono y con un gesto de lástima mientras me acomodaba las gafas de sol y le susurraba en la respuesta -Puedo brindarte la asistencia que necesitas para sobrevivir, aun si rechazaste mi caridad, pero es un esfuerzo que no puedo realizar sin una retribución adecuada. Considera esto un intercambio justo entre hombres de mundo. Un pase VIP a este Safari sería una compensación más que razonable, ¿no lo crees?- continué con calma, esbozando una sonrisa incisiva pero sutil, y acercándome sigilosamente a su oído con un tono de voz tenue, pero audible a corta distancia.

Mis palabras, en apariencia cargadas de preocupación, eran en realidad una trampa sutilmente tendida. Sabía que el orondo hombre, en su estado de desesperación, no tendría más opción que aceptar. Su supervivencia, su reputación, todo estaba en juego, y él lo sabía. Aceptar mis condiciones era su única salida, y aunque su orgullo sufriera un golpe, no tenía más remedio que doblegarse.

En ese instante, comprendí con claridad la naturaleza del poder. No reside en la fuerza bruta ni en la valentía ciega, sino en la capacidad de manipular las circunstancias a tu favor, de transformar la debilidad de otro en tu propia ventaja. Y así, mientras Carl asentía con un débil movimiento de cabeza, supe que el verdadero triunfo en esta absurda tragedia me pertenecía a mí.
#33
Jim
Hmpf
Repasaba mentalmente lo que había ocurrido mientras mi última flecha surcaba, con éxito y precisión, el cielo. Había sido contratado para un extraño trabajo de guía para saldar mi deuda, cuando llegué me encontré con que había escoltas y guías con apariencias de lo mas variopintas. Hacíamos de niñeras para dos tipos gordos que iban en carro y que al parecer querían cazar por amor al arte. ¡No por la necesidad de alimentar y alimentar a sus familias! Ante la presencia de una manada ñus uno de estos regordetes disparó su arma casi haciendo diana en mi entrepierna. Toda la manada salió en estampida alertando así a un grupo de hienas influenciadas por un león, pusimos en jaque a las hienas y herimos al león. Fue entonces cuando vi como nuestro compañero, al que había lanzado una flecha con la intención de ayudarle, ahora se hacia grande haciendo gala de un extraño poder que yo desconocía en su totalidad. Las hienas huian, dos disparos en lo alto de la cima, el peliblanco y el viejo montando a caballo para ver que sucedía. Yo me había quedado rezagado con uno de los regordetes y el cochero. El hombre pez de gran olfato ascendía el muro para ayudar en la escena.

Aquel día se había convertido en una de las experiencias mas caóticas de mi vida. En algunos momentos había disfrutado, en otros simplemente me había quedado atónito y finalmente en otros me había visto asqueado por las actitudes humanas. No me importaba vivir en una montaña rusa de emociones pero, en aquel día, había tenido suficiente. Vi como el frustrado e intranquilo regordete me enfilaba con su mira y llevaba su mano a lo que parecía ser el disparador, lo había comprobado previamente en los anteriores disparos.

Ni se te ocurra.

Para cuando quisiese darse cuenta mi arco estaba cargado con una flecha, la cuerda tensa y mi mente decidida. Utilizaría todo mi instinto y reflejos para dispararle si veía un gesto ofensivo.

Resumen
#34
Hyun Yeon
Tsubaki no Ken
Cuando la manada por fin pasó en torno a mi ñu, me apresuré a desenganchar la chaqueta del cuerno del animal y soltarlo. Me giré hacia la el carro, ansioso, confirmando mis miedos. Uno de los dos clientes se había marchado por su cuenta a perseguir al león y tanto Yoshiro como Lovecraft y Terence se habían lanzado a salvarle. Por un momento pensé en ir tras ellos, pero me detuve tras un par de pasos. Dejar el carro descuidado, con el otro cliente y Teddy dentro, era una terrible idea. Me aproximé al trote mientras retomaba mi tamaño natural.

- ¿Estáis todos bien? - no tardé en ver que la situación estaba lejos de ser buena. El hermano larguirucho, Brand, estaba apuntando a Jimbo con su fusil. A su vez, el pequeño animal parlante le estaba apuntando con su arco. Mi primer instinto fue lanzarme a atacar a Brand furiosamente, pero me contuve. Jimbo me había ayudado, probablemente salvado la vida. No iba a permitir que aquel hombre le pusiera en peligro. Sin embargo, seguía siendo el cliente y tenía que evitar contrariarlo. Me interpuse entre ambos encarando a Brand y alcé los brazos.

- Señor cliente, le ruego que no ataque a los guardaespaldas. Hay un ñu que aun no ha cruzado el río, probablemente sea una presa más apropiada y grande. Recuerde que estamos aquí para protegerle, señor - tragándome mi orgullo y mi rabia, usé mi tono más diplomático.
#35
Rengetsu D. Tenji
Príncipe Ciego
Toda la situación se había quedado bajo control en la zona baja de la meseta. Las hienas habían sido ahuyentadas y todos estaba allí aparentemente a salvo, incluso el cazador Hyun quien casi se da un baño en el rio con los Ñu pero pudo evitarlo por los pelos gracias a sus habilidades y un poco de la ayuda de Jimbo. Ayuda que seria devuelta cuando el cazador intervendría con Brand quien parece que se planteo de cazar al suricato, una decisión que rápidamente el animal estuvo a punto de contestar convirtiendo al cazador en cazado, pero que gracias a la intervención de Hyun y el mío que causo la flecha del animal, rápidamente se convirtió en un giro del arma para rematar al derribado Ñu que habían dejado entre Hyun y Jimbo, una presa fácil y que seria rematada de un balazo directo - Tienes razón, de poco se me escapa esa presa - Diría intentando disimular y cambiar de tema el hombre, aunque notando el sudor frio por su espalda hasta que notara que el arma del suricato dejaba de apuntarle.

Por otro lado Yoshiro habría salido corriendo tras Carl para hacerlo volver en su empeño estúpido de ir a cazar al león por su cuenta, decisión tan estúpida como imprudente. Su paso acelerado seria seguido por el anciano Lovecraft el cual seguiría al motivado Terence, quien ya se imaginaba en su cabeza un discurso exquisito con el que se deleitaría humillando a ese tonto gordinflón que no conocía realmente su lugar, aunque por la cabeza de los 3 guardaespaldas paso la idea de dejarlo abandonado allí arriba, lo cierto es que no merecía menos.

Pero ninguno estaba preparado para la escena que se encontrarían los tres cuando alcanzaran la cima de la meseta. Nada más poner un pie en la cima contemplarían el cuerpo sin vida del león en el suelo rodeado de unas figuras encapuchadas y cubiertas con túnicas negras sin su rostro visible. Y con una flecha certera clavada en su corazón, uno más de los encapuchados el cual tendría una ropa más galardonada con accesorios y complementos, portaba el cuerpo sin vida del gordo noble mientras se mostraba como arrastraba su cuerpo tan solo tomándolo de la cabeza con una mano mientras portaba su arco en la otra, el rostro de este que parecía ser el líder del grupo era algo más visible.

Líder Misterioso

El joven desde su posición no hablaría con los tres guardianes, tan solo les señalaría con una de las puntas de su arco y tras eso trazaría un movimiento hacia una grieta que parecía dividir la meseta en dos recorriendo con el arco el trazo de la misma como indicando una división que existía entre ambos, quedando los 3 escoltas a un lado y todo este misterioso grupo, el león y Carl en el otro - ¡No crucéis! - Gritaría Teddy quien al recordar un detalle de la meseta que había olvidado al no haber ido nunca en sus safaris hasta la meseta, pero recordó el aviso del director - ¡No avancéis por la meseta, parte de ella se considera la Zona Norte de la isla y es territorio de las tribus indígenas, no podemos cruzar! - Teddy lo gritaba desde el pie de la meseta esperando que su voz llegara rápido a diferencia de él que tardaría un poco en alcanzar a los escoltas. Intentando salvar todas las vidas posibles con su aviso, al poder ocasionar un conflicto territorial cruzar una simple línea.

- ¡Traed aunque no quiera al señor Moddy y volvamos ya, esa mejor no arriesgarnos! - Evidentemente Teddy no estaba contemplando la escena que los demás veían. El aviso por parte del indígena había sido lanzado y parecían estar queriendo transportar hacia un lado del acantilado los cuerpos para lanzarlos al rio, tanto el del gordo como el del león, aunque el animal estaba siendo tratado con respeto y dignidad, quien parecía para los que tuvieran ciertas habilidades medicas que fue rematado de un corte en cuello preciso para que no sufriera una agonía lenta seguramente por los torpes disparos, mientras que Carl Moddy estaba siendo llevado como basura y aun se le dio una muerte amable.

OFF
#36
Gautama D. Lovecraft
-
Al galope fuimos Terence y yo hasta la subida donde se perdió el ricachón Carl, una suave meseta que parecía alejarse levemente de la posición de los demás, pero que no nos daríamos cuenta de que en ella, comenzábamos a sobrepasar ciertos límites que no nos convenía violar. No obstante, la imprudencia del gordo nos llevó a presenciar, una vez llegamos montados al sitio que en el, no estábamos solos.

El joven Yoshi también se encontraba ahí, y los 3 pudimos ver como otros 3 desconocidos parecían haber llegado antes que nosotros. Mis ojos no tardaron en evaluarlos, sin juicio ni soberbia, pero pronto pude darme cuenta que, la carencia de ciertos rasgos normalizados socialmente en sus ropas daban a entender que aquellos extraños no provenían de una civilización asentada ni basada en los cánones y patrones comúnmente conocidos, por lo que llegué a la conclusión de que ellos quizá fueran los problemas que debíamos evitar tras la advertencia del tipo del complejo. Las voces del encargado del carruaje me alertaron, las tomé y las tuve en cuenta, y vaya que sirvieron.

Intenté tomar las riendas de la situación, por mi cabeza pasaron múltiples desenlaces ante lo que estaba aconteciendo. No tenía conocimientos sobre ellos y tenía que ayudarme de algunas conjeturas para ser prudente. Estaban armados, guardaban algo de distancia entre nosotros, seguro conocían el terreno a la perfección y para mí, lo más importante, daba por hecho de que no estaban solos o al menos no tardarían en estarlo en el caso de que lo necesitasen.

Me desquité del caballo y bajé al suelo, ya en él miré a Terence, una mirada que valía más que mil palabras, y que acompañé con un ligero ladeo de cabeza para que el joven desmontara también del caballo. 

- Iros, informad grupo -

Les dije musitando, especialmente, por si la situación se volvía fea y que pudiéramos defendernos con los refuerzos del grupo hasta salir de sus dominios. Volví a fijar mi vista al grupo, en concreto al líder. Me descalcé con la intención de equipararme a ellos, que también lo estaban, y por mera intuición, como también amaba la tierra y los seres que la habitaban, tracé con movimiento lento una bajada hasta esta que no los alterase, cogiendo con las manos algo de la tierra del árido suelo, y al incorporarme, realicé una reverencia hacia los indígenas con las palmas juntas a la altura del pecho.

La arena caería lentamente durante la reverencia, sabía que aquel gesto, era una señal de respeto casi universal, y confiaba en que los aborígenes la interpretasen como tal para que supieran que yo los consideraba así como el hogar donde habitaban. Se respiraba un silencio tenso, los nativos seguían en guardia ante nosotros, lo que buscaba era relajar levemente el ambiente y negociar. Ni llevaba dinero, y si ni yo lo quería, esos 3 menos, pero daba por hecho de que el trueque si lo conocerían, pues era una de las costumbres más antiguas que se conocen del ser humano.

Me armé del carisma y el temple que me caracterizaban, y confiado, tomé las riendas del caballo donde subimos la meseta con una mano, elevando la restante con la palma hacia la misma punta de su flecha para demostrar mis buenas intenciones. Descalzo, avancé prudente acercándome hasta estos, despacio, pero respetaría su límite, por eso, una vez llegué hasta la marca que el aparente jefe trazó con su arco para que no cruzásemos, le quité lentamente las riendas al caballo y su sillín, ofreciéndoselo a este mientras que con la mano restante que seguía levantada, señalé al maldito gordinflón que nos metió en todo esto.

No sabía si aquello finalizaría exitosamente o me llevaría un flechazo, confiaba en llegar a un buen puerto con el que parecía el jefe. Mi porte carismática a veces me había ayudado en alguna situación que otra a lo largo de mi vida, pero nada tenía que ver si esos 3 se mostraban agresivos. Pero confiaba en que les pareciera justo el intercambio del caballo por el ricachón, de todas formas, y de eso si que estaba seguro, que el animalito viviría una mejor vida con ellos que tirando de un carruaje hasta el resto de sus días.

¿Vería con buenos ojos el líder aquella situación? ¿Me aceptaría como tal y cambiaría el caballo por el cuerpo del rico seboso? Sinceramente, incluso estaría abierto a conocerlos mejor, y ahondar en su cultura, pero se mostraban a la defensiva. ¿Habría cometido el rico un acto tan deshonroso que incluso nosotros pagaríamos por ello? Tragué saliva por ver como se desenlazaría aquella situación. Maldito gordo descuidado.
#37
Terence Blackmore
Enigma del East Blue
Todo se despliega ante mis ojos con una precisión que me hace sentir, por un momento, como si fuera una pieza clave en una partida de ajedrez cósmica. El caos es ordenado, y cada pieza se mueve según mi voluntad o, al menos, así me gusta pensar. Desde mi atalaya, todo lo que sucede bajo la meseta parece haberse alineado con mis designios. Las hienas fueron alejadas, la presa fue abatida, y el cazador agigantado, con su torpe destreza, evitó lo que habría sido un final patético en el río. Claro está, el mink jugó su parte...

Y entonces, el escenario cambia. Como siempre, el destino me arrastra hacia las alturas, donde lo inesperado siempre aguarda. Yoshiro y Lovecraft, meros actores secundarios, se suman a mi ascenso hacia la cima de la meseta, donde el noble Carl, en su irreflexiva estupidez, ha decidido enfrentarse solo a un león. El pobre infeliz... No obstante, debo admitir que la idea de humillar a ese gordo insensato con un discurso elaborado y lleno de fina ironía era casi placentera. Sin embargo, el destino tenía otros planes.

Al llegar a la cima, una escena digna de las óperas más trágicas se despliega ante nosotros. El león yace muerto, con una flecha clavada en su corazón, y Carl, ese desdichado, ya no es más que un cuerpo sin vida arrastrado como un peso inerte por una figura encapuchada. Ah, la ironía de la vida. Si tan solo hubiera escuchado las advertencias, podría haber evitado este final tan ignominioso...
Los encapuchados, con su aire de mística autoridad, marcan una división clara en la meseta, una línea invisible que separa nuestro mundo del suyo. 

Los gritos de peligro de Teddy desde abajo resuenan, como si su advertencia pudiera detener lo inevitable...
Pero, claro, yo no soy un simple observador. No, el carisma que siempre me ha caracterizado me guía en estas situaciones. Al galope llego hasta la meseta, donde ya la tensión es palpable en el aire. Los desconocidos, los indígenas, son un enigma que debo descifrar con cuidado. No son meros salvajes, eso está claro. Con una astucia que apenas dejo entrever, desmonto de mi caballo, observando cada gesto, cada movimiento, con la precisión de un ajedrecista que evalúa todas las posibilidades antes de hacer su jugada, mientras el asceta tiene una idea cómplice y sigue el don de la paz.

La tierra bajo mis pies, seca y dura, es un recordatorio de que en este juego, el terreno siempre es crucial. Mis suelas rozan la tierra, y en un gesto que cualquiera podría interpretar como humildad, realizo una reverencia. Pero, claro, no es más que una táctica bien calculada, un movimiento en el tablero para ganarme su confianza. Ellos creen que les respeto, que los considero iguales. Y quizás, en este momento, les permito creerlo. La verdad, sin embargo, es que lo que realmente respeto es su posición ventajosa, su control sobre esta situación.

Con una calma que contrasta con la tensión que nos rodea, me acerco al líder de este grupo, ese joven de mirada firme. Mantengo mis manos visibles, un intento deliberado de mostrar que, al menos por ahora, no soy una amenaza. La vida de Carl ya está perdida, eso es evidente, pero un caballo, ah, un caballo es una moneda de cambio que podría salvarnos a todos. Mis palabras son medidas, mi postura perfecta, una mezcla de humildad y autoridad que confunde a los incautos y desconcierta a los astutos.

¿Aceptarán el intercambio? ¿Verán en mi gesto un reconocimiento de su poder o lo considerarán un simple truco de un hombre desesperado? 
La verdad es que, en este momento, no importa. He jugado mi carta, y ahora la fortuna, aquella gloriosa dama esquiva, decidirá el resto. 
Con una sonrisa apenas perceptible, observo cómo el líder de los encapuchados contempla mi oferta, no sin estar alerta.
La pecaminosa danza de la diplomacia... Me pregunto si ellos comprenden realmente el alcance espléndido de este baile de máscaras...
#38
Yoshi
Yoshi
Yoshiro logró subir la colina, la verdad le sorprendió que aquel gordo pudiera hacerlo ¿Tanto quería matar al león? Cómo sea, al llegar arriba sus ojos se encontraron con una escena que en serio no se esperaba. El león estaba en el suelo, muerto, un corte en su yugular había sido el ataque que cobró su vida, mientras, el gordo Carl poseía una flecha en su pecho que posiblemente impactó su corazón. Los asesinos habían sido un trío de personas encapuchadas, su jefe, un chaval de piel bronceada que sostenía la cabeza del gordo con una sola mano.

Yoshiro gruñó y escuchó el galope de un caballo, el viejo y el tipo rico habían llegado con uno de los caballos que tiraba del carruaje. Yoshiro miró nuevamente a los encapuchados, podría ser una batalla de tres contra tres fácilmente pero...

No me cabe duda que ese chico es muy fuerte. No solo carga a una presa del doble de su peso, sino que lo hace con una mano con un agarre incomodo y muy simple-si los aliados de aquel chico eran igual o mas fuerte que él, obviamente Yoshiro no ganaría un combate con un anciano y un princeso como compañeros.

Tsk. ¡Mierda!-pateó el suelo enojado y siguió gruñendo mientras el anciano y el niño bonito se bajaban del caballo y hacían una reverencia ¿Conocían a los nativos?

El chófer pronto gritó advertencias sobre cruzar la línea y el anciano junto su amigo rico empezaron a quitarle la silla y cuerdas al caballo para acercarse con el animal para ofrecerlo-¿Eh?-Yoshiro no entendía nada y dió unos pasos hacia atrás, si ese par eran enemigos no dudaría en saltar el risco con tal de escapar con un par de rasguños...

Lo que me faltaba. Primero el gordo estúpido no me hace caso y se muere, lo que significa que posiblemente no me paguen. Y ahora el viejo mudo y su ¿Hijo? Excéntrico trabajan para encapuchados...-eso explicaba el por qué le tenían tanto odio al gordo, su plan siempre fue matarle y entregárselo a estos sujetos, pero las circunstancias ayudaron a que los encapuchados dieran el golpe de gracia a Carl.
#39
Hyun Yeon
Tsubaki no Ken
Por ahora el peligro había pasado. Brand había bajado el fusil y aceptado mi propuesta altivamente, actuando como si no acabase de apuntar su fusil contra uno de nosotros. Asentí con la cabeza para mí mismo. Me había esperado aquella clase de reacción, creencia que había motivado que me atreviera a interponerme entre su arma y Jimbo. La gente con dinero tiende a ser poco dada a admitir que se han equivocado o cometido un error. Los motivos sólo puedo especularlos, pero supongo que tendrá que ver con la clase de ambiente en que se mueven. Algunos iluminados afirmarán sin pruebas que el poder corrompe, pero mi experiencia médica me ha llevado a tratar con gente poderosa y, sin embargo, humilde y, por el contrario, gente del vulgo con una soberbia y prepotencia inadmisibles. Muchas veces está más en el carácter de la persona, su educación y sus vivencias que en alguna pseudoverdad universal. En cualquier caso, he comprobado en el pasado que con personas como Brand, el mejor acercamiento posible es ofrecerles una salida dialéctica en la que acepten tu argumento sin perder la compostura. En este caso, había bastado con hacerle notar que tenía una mejor presa a la vista.

-Arreglado. ¿Estás bien, Jimbo? - me arrodillé para quedar a su altura y susurré lo siguiente para que solamente él me escuchase - Te recomiendo ignorarle. Pronto acabaremos este trabajo y podremos olvidarnos de este tipejo - le dije, con una sonrisa amistosa. Tras eso me levanté y volví a girarme hacia el carro. No parecía que los otros hubiesen vuelto de lo alto de la meseta, pero tampoco se escuchaban más tiros, gritos ni otros sonidos alarmantes. Admito que sentía cierta inquietud ante la idea de que algo pudiera estar yendo mal, pero seguía pareciéndome mala idea abandonar a Brand y Teddy. Debía confiar en que los otros sabrían defenderse solitos y traer de vuelta al imbécil de Carl. Miré a Teddy y comenté - Supongo que deberíamos ir preparando el trofeo, ¿no? Puedo acercar el ñu y colocarlo donde me digáis.

Adelantándome a la situación, comencé a aproximarme al ñu. Supuse que Brand solo querría la cabeza como trofeo, pero no tenía intención de cortarla yo. Me habían contratado como guardaespaldas, no como carnicero. Ya bastante era que hubiera decidido ofrecerme a cargar el animal hasta el carro, y eso solo se debía a que quería terminar aquella desagradable cacería cuanto antes. El trato que los clientes nos había dado era horrendo y que Brand se hubiese planteado siquiera disparar a Jimbo me asqueaba profundamente. Antes de llegar al ñu extremé precauciones por si seguía vivo. Me acerqué cuidadosamente, alerta a cualquier clase de movimiento. En caso de que siguiera vivo pero incapaz de defenderse, le ahorraría el sufrimiento. Crecería de nuevo y le partiría el cuello tirando de las astas. En cualquier caso, una vez fuese seguro sujetar al ñu, cargaría con él usando su tamaño aumentado para trasladarlo hacia el carro. Si Teddy me había indicado dónde dejarlo, lo depositaría. Si no, por el momento lo dejaría al lado del vehículo.
#40
Tema cerrado 


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