Hay rumores sobre…
... que existe una isla del East Blue donde una tribu rinde culto a un volcán.
Tema cerrado 
[Aventura] [Aventura T3] Un velo rojo
Takahiro
La saeta verde
El marine no pudo evitar contemplar como aquel hombre borracho había pasado de tener un caminar irregular y tambaleante, como si cada paso fuera un desafío de vida y muerte en si mismo, hasta tener un paso firme y regio como el de un atleta, logrando perderse a gran velocidad entre los primeros callejones que estaban al salir de aquella zona en obras.

«¿Qué diantres?», pensó el peliverde con extrañeza, desviando de manera instintiva la mirada hacia la botella que tenía en sus manos. El líquido parecía más espeso que el de cualquier botella normal y entonces lo vio. Una pequeña cuerda de cera se encontraba dentro de aquel recipiente del averno, que se acercaba lentamente hacia el líquido de su interior, el cual, seguramente, fuera inflamable.

—Vamos, no me jodas —comentó en voz alta para sí mismo, mientras una gota de sudor emergía de la frente de Takahiro.

El marine sentía como la botella que tenía sujeta sobre su mano izquierda aumentaba de peso, aunque fueron imaginaciones suyas. Era consciente de que tenía que actuar rápido. Desconocía la potencia de aquel artefacto —si es que podía referirse a una botella explosiva de esa forma—, así que tampoco podía medir cuales serian los daños reales sobre su integridad física de dejarlo en un punto cercano a su persona. Tampoco era posible extraer la mecha como si fuera la de un petardo de feria, así que tan solo quedaba una opción: lanzarla hacia algún lado y evitar daños mayores. ¿Dentro de la carpa? Podría ser un peligro para la estructura de lo que hubiera dentro, además de meterlos en un follón por la destrucción de daños materiales. ¿Hacía la entrada? Podría haber heridos entre los ciudadanos y eso estaba feo, sin contar que era poco honorable.

—Entonces solo queda una opción—dijo, mirando al cielo.

Para Takahiro el tiempo parecía haberse ralentizado, como si cada segundo extendiera hacia el infinito. Su cuerpo entero estaba en tensión, como una gomilla a punto de estallar. Se aferró a la botella con su mano diestra para que no se le escapara, respiró hondo y llevó su brazo hacia atrás, cargando la tensión acumulada en su cuerpo en un único lanzamiento. Tras ello, con único movimiento fugaz y poderoso hacia el horizonte, la tensión de su cuerpo desapareció. El peliverde trató de lanzar la botella con todas sus fuerzas hacia el mar, esperando que la explosión causara los menos daños posibles, y aquella situación tan solo se quedara en una historia para contar en la cantina. Era posible que el lanzamiento se quedara corto y parte del líquido se propagara por la carpa, no obstante, el mar no estaba tan lejos de allí y confiaba en su propia fuerza innata para ser capaz de lanzar la botella hacia allá.

Tras ello, cogería el den den mushi y hablaría a sus compañeros.

—¡CUBRÍOS Y TAPAROS LOS OÍDOS! —les advirtió a sus compañeros.
#11
Atlas
Nowhere | Fénix
Era una de esas veces en las que todo parecía ir más lento de lo habitual, cuando uno pensaba que los latidos de su corazón, a todas luces imperceptibles por los demás en todo momento, eran capaces de tronar como volcanes en erupción. Cercano al acceso de los astilleros en reconstrucción, mis ojos oteaban cuanto podían abarcar en busca de cualquier señal de alarma, algo sospechoso o fuera de lo habitual que confirmase lo que todos ya intuíamos: algo no iba bien. Al mismo tiempo, mis oídos se afanaban por captar cualquier información procedente del Den Den Mushi, como si a través de él pudiese percibir algo antes que el propio Ray. Nada más lejos de la realidad, por supuesto, pero en situaciones como aquélla había que aferrarse a lo que fuera.

El del pelo blanco confirmó que se iba a introducir en los astilleros por la puerta abierta que había encontrado. Al parecer había escuchado algo. Inicialmente mis oídos no podían captarlo, pero conforme fue avanzando fui capaz de apreciar sutilmente un lejano eco metálico que emanaba del caracol.

—Estoy junto a la entrada —dije en voz baja al molusco—. Si ves algo raro en el interior o necesitas refuerzos, avísame. Estaré allí antes de que te des cuenta —continué en un tono igual de apagado. Lo último que quería era delatar a Ray en una situación tan comprometida como aquélla.

Bien podía resultar que todo aquello resultase ser un malentendido. Tal vez algún operario había llegado tarde a trabajar o quería hacer méritos delante del jefe y se había quedado trabajando hasta bien entrada la noche, pero, haciendo honor a la verdad, no era una opción muy probable. Como si una divinidad superior quisiese quitarme esas estúpidas ideas de la cabeza, un mensaje proferido por la voz de Taka me demostró que no, que aquello era muy real, tanto o más que la vida misma. El del pelo verde no se comunicó a través de Den Den Mushi alguno. Por el contrario, pude escuchar su voz, clara y nítida, en la lejanía.

Hice que lo que me mandaba, colocando de nuevo un instante mi arma en mi espalda para así poder cubrir ambos oídos con mis manos. Busqué en los alrededores cualquier caja o elemento con una apariencia lo suficientemente sólida como para servirme de parapeto y me oculté tras él —en caso de no encontrar nada, exploraría la posibilidad de introducirme en los astilleros para mantenerme a salvo—. Esperaría a que lo que tuviese que pasar finalmente sucediese, para a continuación descubrir de nuevo mis oídos y volver a colocarme en guardia.

—¡Taka! —exclamaría al Den Den Mushi—. ¿Qué ha pasado? ¿Estás bien? ¿Dónde estás?

En caso de que el soldado raso me informase de que había sufrido algún daño o solicitase algún tipo de refuerzo por mi parte no lo dudaría y me encaminaría hacia su posición. En caso contrario, si todo estuviese en orden, mantendría mi posición para brindar a Ray el apoyo que le había prometido.
#12
Rengetsu D. Tenji
Príncipe Ciego
Takahiro se encontró en un aprieto que podría haber resultado en uno potencialmente peligroso y mortal, pero supo ser precavido y estar pendiente del más mínimo detalle sospechoso. Aquella botella fue dejada de forma intencional y con mucha malicia, puesto que tanto podría haber afectado solo al joven marine como a otros transeúntes que pasaran por ahí en el momento oportuno, bueno en el más inoportuno seria más correcto. Pero aun así el chico de cabello verde tendría un pensamiento y actuar muy rápidos, como esas experiencias que mencionan cercanas a la muerte.

Un movimiento rápido y con todas sus fuerzas arrojaría el objeto hacia la única salida lógica y segura que se podía tomar en esa situación, el cielo. El objeto ascendería de forma abrupta y causando que el liquido en su interior hiciera contacto con la mecha prendida para iniciar la combustión que terminaría en una explosión que resultaría no ser tan grande como uno podría haber temido, apenas unos tres metros de radio, aunque en dicho espacio se formo una bola de llamas por el liquido altamente inflamable, resultando ser una bomba incendiaria más que una explosiva, lo cual era bastante maquiavélico puesto que si hubiera alcanzado al marine ahora seria el joven una masa en llamas que aunque hubiera logrado llegar al mar su belleza natural se habría perdido para siempre. 

Pero eso no ocurrió, por fortuna solo se formo una esfera de fuego en el cielo que ilumino por momentos toda la calle y marítima como si estuviera amaneciendo por apenas dos segundos, dejando posteriormente escuchar un pequeño estruendo, molesto, pero no lo suficiente como para ser un problema para Takahiro y Atlas. Aunque si para los vecinos de la zona no tardarían en comenzar a husmear tras haber sido despertados de forma tan abrupta.

Tanto Atlas como Ray podrían escuchar perfectamente como inmediatamente después de escucharse la explosión aquellos sonidos metálicos del interior del edificio cesarían de golpe, como si el origen se hubiera asustado con la explosión sabiendo que había una presencia enemiga cerca. Tanto Atlas como Ray gracias a sus finos sentidos podrían saber que el sonido provenía del interior del edificio aunque de ninguna de las salas colindantes a su posición.

Por su parte Atlas al asomarse por la puerta encontraría una especie de sala preparada para ejercer como hall, aunque aun le faltaba decoración y mobiliario, pero su aspecto distaba mucho de ser el de un astillero. La sala era grande y amplia, conduciendo en el lado opuesto a la entrada a un grupo de grandes puertas metálicas deslizantes cuyo gran marco formaba un arco en su parte superior, por otro lado algunos pasillos recorrerían estos para perderse hacia ambos lados de la instalación conduciendo a unos pasillos que seguirían por la cara norte formando ese conjunto de puertas metálicas, aunque por los demás se mostrarían ya salas cerradas con puertas más modestas.

Por otro lado al introducirse por la puerta abierta, Ray no tardaría en darse cuenta que ese astillero estaba muy cambiado, habían unificado gran parte de los mismos y formado una sala muy amplia, las aperturas que ejercerán de salidas al mar una vez entrabas revelaban railes, como los de una mina aunque más grandes y robustos, esta sala se extendía casi de lado a lado del lugar, revelando varios railes que se posicionarían hábilmente en paralelo dejando unos espacios un poco más elevados de construcción entre ellos, que formarían pasillos hasta unas escaleras que comunicarían con una planta un poco más elevada llena de puertas metálicas deslizantes en toda esa fachada, dejando aquel piso superior respecto a Ray, podría observar como los railes en principio parecen entrar al lugar sin tener a donde ir, pero al final de cada camino que recorrían hacia como unos portones de hierro trabajado que se veían todos firmemente cerrados con columnas y vigas metálicas muy prominentes soldadas a su alrededor. Por unos instantes los sentidos del insecto pudieron captar un movimiento que se produjo cerca de una de esas entradas la cual si se fijaba bien aunque costaba por la situación parecía ligeramente abierta, aunque ese pequeño espacio ya era suficiente como para que una persona pasara puesto que los railes y entradas eran enormes.
Contenido Oculto
Visual de Ray


OFF
#13
Ray
Kuroi Ya
La voz de Takahiro a través del den den mushi interrumpió su concentración, advirtiéndole de que se tapara los oídos. El peliblanco hizo caso a su amigo, cubriéndose al momento. Aún así, apenas sin tiempo de hacerlo, un potente ruido llenó el ambiente. Algo había explotado, por el contexto bastante cerca de su compañero de pelo verde.

Preocupado, el joven marine tomó el den den mushi y en voz baja para evitar ser descubierto preguntó:

- ¡Taka! ¿Estás bien?

Tras asegurarse de que su compañero había salido ileso Ray retomó su tarea, sin poder evitar darse cuenta de que aquel golpeteo metálico rítmico había cesado desde la explosión. No podía ser algo casual. La única posible explicación era que el causante de dicho sonido fuese una persona.

Se adentró en el astillero y, para su sorpresa, encontró que su interior era muy diferente a lo esperado. En nada se asemejaba a lo que en teoría debía ser un astillero, al menos en la blanca cabeza de Ray. Unos raíles recorrían la enorme estancia desde las entradas marítimas hasta unas puertas metálicas que parecían cerradas a cal y canto.

El joven dedicó toda su atención a escudriñar con sus ojos cada rincón de la estancia que se encontrase al alcance de su vista, hasta que un movimiento repentino llamó su atención. Muy sutil, probablemente imperceptible para el ojo humano, pero desde luego no para los sensores de movimiento que eran sus antenas de abeja.

Rápidamente su atención se focalizó en el punto en el que había percibido aquel signo de actividad. Cerca de una de las puertas metálicas, aparentemente pasando de forma rápida a su través. El joven pudo descubrir entonces, al fijarse desde algo más cerca en ella, que esa entrada estaba mínimamente abierta. En relación al tamaño de la puerta era apenas una rendija, pero por aquella misma razón era en realidad lo suficientemente amplia para permitir el paso de un ser humano.

- Hay alguien aquí. - Anunció a sus dos amigos a través del den den mushi. - Sea quien sea se encuentra en el interior del edificio, y he sentido cómo alguien se adentraba en una de las puertas en las que terminan los raíles. Voy a seguirle.

Si sus amigos querían ir tras él las indicaciones que les había dado serían suficientes, ya que la única de las puertas asociadas a los raíles que estaba abierta era aquella. Pero no podía contar con ello, y tampoco podía permitirse el lujo de esperar a que alguno de los dos llegase, ya que corría el riesgo de perder el rastro que había percibido. Sabía que podía ser peligroso continuar solo, pero no le quedaba más remedio. Tenía que hacerlo.

Así que avanzó despacio y con precaución, tratando de hacer el menor ruido posible y manteniendo sus antenas atentas a cualquier estímulo que pudiesen captar. En la oscuridad de la noche sus sentidos de insecto podían suponer una ventaja crucial frente a cualquier persona, pues sin duda sería capaz de detectar a un posible enemigo antes de que se diera cuenta de su presencia.
#14
Takahiro
La saeta verde
El peliverde se cubrió la cara nada más lanzar la botella, cubriéndose la cara y parte del cuerpo. Apenas tardó un par de segundos en estallar, pero se le hicieron eternos, como aquella vez que se atragantó con un trozo de carne, que veinte segundos le parecieron minutos. Fue una sensación que no quería volver a repetir. La explosión tuvo un alcance de apenas tres metros, pero más que destruir buscaba incendiar todo aquel lugar.

—Sí —respondió a sus compañeros—, todo bien —aclaró—. Un supuesto borracho dejó una botella en el suelo antes de irse, pero resultó ser un coctel bomba de regalo —añadió segundos después—. Llego a coger la bomba un par de segundos más tarde y no lo cuento.

Takahiro podía ver como algunas luces se encendían en las viviendas más cercanas, y como algunos mirones se asomaban a las ventanas. El ser humano era cotilla por naturaleza, siempre con la oreja puesta donde no debían tenerla, por lo que era probable que más de un vecino bajara y se pusiera a husmear para ver que ha ocurrido. Ya podía ver como algún transeúnte se paraba a observar que estaba ocurriendo en el interior de aquel recinto en obras.

—Si veis algo raro comunicadlo por aquí —les dijo el peliverde, con cierta resignación en el tono de voz—. Yo voy a quedarme por aquí, que algo me dice que van a venir mirones a cotillear. Así aprovecho y pregunto por el hombre que he visto antes. Estaba oscuro, pero si pienso lo suficiente puedo recordar algunos detalles de aquel sujeto. Ya sabéis lo que dicen, el criminal siempre visita la escena del crimen.

Y así era. El ser humano, en algunas ocasiones, era tan ruin que sentía la necesidad de acercarse a contemplar el mal que había hecho. Tras eso, trataría de discurrir algunos detalles sobre el hombre que soltó la botella: ropa, alguna característica facial…, algo que pudiera ayudarle a encontrarlo en el caso de que volviera a dicho lugar. Asimismo, caminaría hacia la entrada al ver como algunos individuos se acercan.
#15
Atlas
Nowhere | Fénix
El estruendo agitó el ambiente con suma violencia. Ante la ausencia de elementos tras los cuales ocultarme me había ubicado detrás de la puerta, en la entrada, por lo que me había introducido levemente en las instalaciones que estábamos guardando. Al extinguirse el ruido pude comprobar cómo la zona volvía a la vida. Los perros callejeros que ya se habían retirado a descansar comenzaron a ladrar y aullar y, del mismo modo, los gatos empezaron a maullar, bufar y asomar sus rostros curiosos para ver qué sucedía. Desde el acceso a través de la lona podía apreciar cómo las luces apagadas en las viviendas cercanas a la gruesa arteria que conducía a la plaza del patíbulo se encendían de nuevo. Desde luego, si en algún momento habíamos pretendido que aquello fuese una patrulla tranquila, un trámite, estábamos terriblemente equivocados.

Ray también había preguntado por el estado de salud de Taka en cuanto había escuchado la explosión, siendo la respuesta del de pelo verde muy tranquilizadora. Al menos no le había pasado nada y tan sólo había sido un susto. Aquello bien podía haber sido un acto de vandalismo, pero existía la posibilidad de que fuese un verdadero intento de dañar la estructura o, más inquietante aún, que realmente se tratase de una maniobra de distracción para mantenernos atentos a otra cosa.

La última posibilidad era, con diferencia, la que más me preocupaba. Fue por ello que, una vez en la puerta y tras escuchar al de pelo blanco decir que iba a perseguir a un intruso que creía haber identificado, tomé una decisión.

—Yo también voy a entrar —comenté al Den Den Mushi al tiempo que me introducía al fin por completo en las instalaciones. Me había dado cuenta de que el martilleo metálico había cesado junto con el estallido, por lo que alguien que probablemente no quisiese ser encontrado había pospuesto sus labores—. Si hay alguien intentando escapar de ti, Ray, tal vez pueda interceptarle por el lado contrario. Con algo de suerte, Shawn se tendrá que tragar una a una sus palabras —añadí en tono distendido para relajar un poco el ambiente, con más bien poco éxito—. Dejo la puerta descubierta para entrar, Taka —finalicé, procurando así asegurarme de que mi compañero le echase un ojo de vez en cuando.

Una vez en el interior de los astilleros, mi entorno me dejó claro por qué nadie sabía qué demonios se estaba haciendo allí. Bueno, sería más preciso decir que un millón de preguntas más surgieron al instante. Aquello no era un astillero ni nada que se le pareciese. De hecho, dudaba que se pareciese a casi cualquier edificio portuario.

Algo así como una... ¿recepción? —podríamos decir que sí— a medio amueblar me dio la bienvenida, con pasillos brotando a ambos lados como afluentes de río y grandes y amplias puertas metálicas frente a mí. Me detuve a contemplar mis alrededores, cuestionándome sin cesar a qué demonios venía tanto secretismo y por qué nos enviaban como peleles sordos y ciegos —en sentido figurado, claro— a custodiar una total y absoluta incógnita en sí misma.

—¿Se puede saber qué demonios es esto? —me pregunté en un susurro, como si al escucharme me quisiese asegurar de que no se trataba de un sueño o una broma de mal gusto—. ¿Qué están haciendo aquí?

Me asomé con calma y lentitud a todos y cada uno de los pasillos, intentando encontrar algo que delatase cuál era el camino a seguir entre tantas posibilidades. A simple vista la monotonía se había hecho dueña y señora del lugar. Con el aura gris propia de un edificio de oficinas habitado por burócratas inflexibles y despojados de toda humanidad, las puertas se sucedían a los lados de los pasillos y los pasillos entre las puertas, todos igual de protagonistas y al mismo tiempo poco relevantes. Por último —y suponiendo que no encontrase nada que llamase mi atención—, me dirigí a las grandes puertas, tratando de abrirlas una a una para descubrir qué había tras las mismas. Procuré mantenerme atento a cualquier ruido, ya que no sabía en qué momento la persona perseguida por Ray podría hacer acto de presencia —si es que lo hacía—. Del mismo modo, desconocía si podía haber más intrusos en la zona. Con la explosión ya había tenido suficientes sorpresas por un día.
#16
Rengetsu D. Tenji
Príncipe Ciego
En el exterior gente comenzó a salir preocupada a la calle, algunos toda la familia por si tenían que evacuar, pudiendo observarse a una mujer histérica arrastrando a sus niños bajo sus brazos como si buscara protegerlos de todo - ¡Que esta pasando agente! - Eso debería ser una pregunta pero estaba un poco histérica. En otros casos solo el cabeza de familia saldría de la casa a ver que pasaba y evidentemente se acercarían al agente - Por favor oficial díganos que ocurre - Diría alguno - ¿Debemos evacuar la zona? - Otros preguntarían - ¿Loguetown sigue siendo un lugar seguro? - Por si no se ponían algunos más en lo peor - ¿Pero es que nadie piensa en los niños? - La otra... Pero también había curiosos de todo tipo que se aproximaron aunque aprovechaban para otra cosa - ¿Eran fuegos artificiales, preparan alguna inauguración? - Diría alguno tontamente - ¡Esta pasando algo en los astilleros, queremos saberlo agente! - Le empezarían a exigir con un tono poco amistoso. Sin duda haber sido el único de los tres en quedarse expuesto al publico era una pesadez - Deberíamos entrar a ver, hace noches que oigo algo raro por ahí cuando no debería trabajar nadie - Dijo alguien más a los que se estaban reuniendo que al marine, parecía más impulsado por la curiosidad que por el problema recientemente ocurrido. Takahiro debería ver como lidiaba él solo con esa aluvión de gente o quizá algunos empezarían a irrumpir en las obras. 

Un cumulo de gente se iba reuniendo y las palabras y preguntas sucedían unas tras otras, superponiéndose entre ellos y volviéndose todo un amalgama difícil de comprender o tan siquiera de responder. Por otro lado el marine no reconocería en una primera instancia al hombre que había dejado antes la botella, por suerte su aspecto era bastante fácil de recordar y en principio seria fácil de verlo si volvía a mostrarse por ahí, pero... ¿Seria buena idea que un hombre con explosivos se mezclara con tanto tumulto de gente?

Aspecto del Borracho

Al mismo tiempo Atlas se adentraría en el interior de las instalaciones dándose cuenta de lo peculiar que era este lugar y lo mucho que lo habían cambiado. Era extraño que siendo algo en lo que el Gobierno Mundial estaba colaborando hubiera tanto secretismo y misterio, pero tampoco se podía hacer mucho más en esos momento con el tema. Pero lo que si se podría hacer ahora que andaba dentro seria descubrir información sobre ese lugar. No obstante claramente la prioridad era buscar intrusos y cuando miraba las salas y despachos la gran mayoría estaban completamente vacíos, algunos sin pintar, en otros se guardaban materiales, todo parecía lo normal en una obra, pero aun no encontraba ninguna presencia.

Mientras el marine de cabellos dorados indagaba por las salas, su compañero Abeja se adentraría a la gran sala con railes avanzando con mucha cautela hasta esa puerta entre abierta. Conforme avanzaba notaria que la sala era muy grande y claramente era extraña la presencia de railes puesto que su único uso de dominio publico era para vagonetas y temas mineros, lo cual no tenia sentido alguno a pie del mar y tampoco parecían cosas para ayudar a entrar a un taller barcos. Conforme se acercaba a la puerta Ray tendría la sensación de ser una abeja tamaño real y no una gigante, puesto que la puerta era inmensa en comparación a el, muy alta y ancha, esa si parecía una obra para que un barco pasara atreves de ella. ¿Pero entonces eran railes para transportar barcos?

Pero aunque los sentidos agudos de un insecto le ayudaban a detectar en ese entorno oscuro ciertas cosas que otros seres vivos no podían, no lo hacían con un objeto inerte que estaba vilmente colócalo para que cuando alguien se acercara a la puerta chocara con él, un alambre que en el momento que la abeja chocara con el aunque no le haría nada en una primera instancia seria la gota que colmaría el vaso de unas vigas metálicas serradas hasta el limite que acabarían de ceder y se partirían precipitándose sobre el zángano. Justo al mismo tiempo que una de las puertas de la zona elevada de la sala se abrían deslizándose cada parte hacia el interior de la pared dejando a la vista un hueco arqueado por el que se revelaría la figura de Atlas, descubriéndose que la sala que parecía una recepción comunicaba con la sala de los railes, viéndose ahora como todas las puertas corredizas comunicaban con esta gigantesca estancia buscando seguramente un fácil acceso de múltiples personas y mercancías sin que se saturara ninguna entrada. Pudiendo observar el rubio como su amigo quedaba aplastado por las piezas metálicas o si realizaba una hábil maniobra para evitarlas. ¿Pero eso seria un ataque directo o solo una advertencia?

OFF
#17
Takahiro
La saeta verde
El humo de la explosión se había disipado en el cielo, dejando ver de nuevo con claridad a la protagonista de las noches de verano: la luna. El peliverde comenzaba a ver como la tranquilidad de la noche había llegado a su fin. Las calles desiertas, apenas iluminadas por algunas farolas de las calles, comenzaban a llenarse de curiosos temerosos de que estuviera ocurriendo algo de gravedad. «¿Pero quien en su sano juicio saldría de su casa al oír el ruido de una explosión?», se preguntaba el marine, postrándose frente a la entrada de aquella obra, tratando de abarcar todo el espacio posible.

—No hay nada de lo que preocuparse —comentó en voz alta, pero con un tono calmado y bastante sosegado. Que Takahiro fuera una persona que afrontaba la vida con una filosofía basada en la tranquilidad era algo positivo en situaciones como esa. Sin embargo, esperaba que sus compañeros no hicieran mucho ruido investigando el interior de la carpa—. Cómo ya sabéis el gobierno local ha aprobado las obras y la rehabilitación del astillero, pero por el calor de esta época del año hay algunas cosas que solo pueden hacerse de noche, de ahí los ruidos que hayáis podido escuchar —mintió descaradamente, mostrando una sonrisa cortés a los ciudadanos—. Algunos miembros del cuartel nos turnamos para vigilar, para evitar que jovenzuelos que buscan un lugar donde demostrar su amor o borrachos se cuelen en la obra y se hagan daño. Simplemente eso —añadió—. Así que les ruego que se vayan a sus casas, porque no son horas de estar despierto. Si por mi fuera también estaría en la cama —soltó una pequeña risa.

Esperaba que aquellas explicaciones fueran suficientes, mientras observaba a la gente que se encontraba allí plantada. En el caso de que viera al borracho por allí, simplemente aprovecharía su enorme agilidad para impulsarse hacia él y atraparlo ipso facto. Alegando que era un hombre que llevaban tiempo buscando por escándalo público y acoso.

Le sentaba mal mentir, pero si no quería que cundiera el pánico era lo único que podía hacer.
#18
Atlas
Nowhere | Fénix
Por muchas puertas que abriese lo único que encontraba tras ellas eran más preguntas. Atento en todo momento a cualquier imprevisto, deambulaba sin rumbo fijo por los tortuosos pasillos que habitaban aquella construcción en proceso de remodelación. ¿Cuál sería el fin último de aquellas instalaciones? ¿A partir de qué escalafón estarían enterados los oficiales del G-31 de lo que allí se estaba haciendo? ¿Sería acaso un proyecto ligado a un grupo específico de personas y no algo que se debiese conocer en cuanto se alcanzase cierta relevancia dentro de la Marina?

Mientras preguntas como aquéllas paseaban en mi mente, en las distintas estancias que iba revisando mis ojos encontraban cubos de pintura almacenados, rodillos de todos los tamaños y longitudes para pintar, ladrillos, azulejos, hormigoneras, sacos de cemento, cal, tablones de madera, taladros y todo tipo de instrumentos que sin duda los operarios estaban utilizando. De vez en cuando me topaba con alguna habitación que, al igual que el recibidor, parecía estar lista y en espera de que alguien la rellenase con muebles. Otras, por el contrario, estaban inmersas en pleno proceso de reforma y algunas, las que menos de entre cuantas revisé, aún permanecían en espera de que alguien les metiese mano.

No me pareció distinguir ningún elemento que arrojase pista alguna sobre cuál sería la función final de la edificación. Tampoco me topé con ningún despacho ni habitación aparentemente destinada a tal fin en la que ya se pudiese haber comenzado a almacenar información. De haberla encontrado quizás podría ver resueltas bastantes dudas. Hablando de las mismas, ¿estaría bien comentárselas a la capitana Montpellier una vez finalizásemos la misión? Dado que había habido alboroto y habíamos tenido que entrar, daba casi por sentado que algún jefazo querría hablar con nosotros para averiguar qué sabíamos y qué no. Tal vez incluso —y qué pereza— nos obligasen a hacer algún informe. Era de suponer que nuestra capitana estaría más o menos al tanto de todo lo que pudiese suceder. Tal vez en ese contexto se abriese la posibilidad de explorar qué demonios sabía nuestra superior respecto de todo aquel embrollo. Después del rato que estábamos pasando, qué menos que alguna explicación, ¿no?

Las dudas hervían en mi mente, brotando una nueva incluso antes de que la anterior hubiese se hubiese esfumado tal y como lo harían las burbujas en una olla caliente. Después de comprobar que no había nada tras la infinitésima puerta, acababa de regresar de nuevo al recibidor que me había topado en primera instancia. No quedaban muchos más caminos por explorar, así que escogí uno al azar y me encaminé hacia la puerta. Cuál fue mi sorpresa al comprobar que, al abrirla, por fin me topaba con algo diferente. Me encontraba en una sala mucho más grande que la que dejaba atrás, repleta de raíles de gran tamaño cuya función por el momento no terminaba de tener clara, pues no terminaban de encajar con una distribución más tipo oficina como la que dejaba atrás.

Fuera como fuese, no era momento para detenerme a valorar detalles nimios como aquél. Delante de mí, prácticamente coincidiendo con el momento en que abría la puerta, varias gruesas y pesadas vigas se desplomaron sobre quien, sin duda —aunque apenas hubiese tenido un momento para intuir su silueta—, no era otro que Ray. Sin embargo, no acerté a ver si le alcanzaban o se conseguía zafar de ellas.

—¡Ray! —exclamé al tiempo que cruzaba el umbral de la puerta y, desde la baranda que servía para que nadie cayese por error al piso inferior, rastreaba el suelo con la mirada en busca de mi compañero—. ¿Estás bien, Ray?

En espera de que me respondiese, comencé mi descenso para asistirle en caso de que lo necesitara o para brindarle apoyo suponiendo que le hubiese pillado en medio de una batalla con algún intruso. Al mismo tiempo, volví a sacar mi Den Den Mushi para informar a Taka sobre la situación:

—Al entrar había una zona que parece que podrían ser oficinas más adelante; despejada —dije escuetamente—. Ahora no tengo muy claro dónde estoy, pero hay grandes raíles en el suelo y varias vigas han caído cerca de Ray. No he visto si le han alcanzado, pero voy de camino a comprobar que esté bien y ver si necesita refuerzos. ¿Todo bien fuera?

Si nada me lo impedía me dirigiría a la posición de Ray, atento a todo y naginata en ristre para enfrentarme a cualquier enemigo que osase interponerse en nuestro camino. Que quisiesen dar al traste con nuestra patrulla era una cosa, pero que intentasen herir a un amigo en mi cara era otra muy diferente.
#19
Ray
Kuroi Ya
La función de los raíles y de las enormes puertas no quedaba nada clara en la mente de Ray. Lo más probable era que, puesto que estaban en unos astilleros y desembocaban directamente en el mar, se utilizaran o bien para transportar barcos u otra clase de vehículos acuáticos o bien para cargar y descargar estos vehículos de forma más eficiente. De todas formas aún no había visto nada que explicara ni remotamente el por qué de tanto secretismo.

El tamaño de la puerta se hacía más y más impresionante según se acercaba. Su inmensidad era claramente patente, haciendo sentir al marine casi como si fuera una minúscula abeja de tamaño normal. El joven siguió avanzando con cautela hasta que sintió algo. Un alambre tan fino que en la oscuridad resultaba invisible, situado en la entrada probablemente con intención de que quien pasara a su través lo rompiera. Ray sintió cómo la tensión del cable desaparecía tras entrar en contacto con él, e instintivamente miró arriba al vislumbrar por el rabillo del ojo un movimiento sospechoso. Dos columnas, aparentemente sujetas por el alambre hasta que el marine lo había roto a su paso, caían sobre él. La alarmada voz de Atlas, proveniente de la zona que se encontraba algo más elevada, fue también indicativa del peligro que se cernía sobre él.

Por suerte el peliblanco contaba con unos veloces reflejos que le permitieron reaccionar antes de que fuera demasiado tarde y quedara irremediablemente aplastado bajo aquellas vigas. Transformado como estaba en su forma híbrida entre humano y zángano se agachó, doblando las piernas para coger impulso, y saltó hacia delante con fuerza mientras utilizaba sus alas para propulsarse aún más y alejarse de la zona de aterrizaje de las vigas.

Rodó sobre sí mismo por el suelo al finalizar su maniobra y, aún con el corazón latiendo desbocado en su pecho, se irguió de nuevo para ver dónde se encontraba. Su mirada se encontró con la de Atlas, que se dirigía hacia él con una expresión preocupada en el rostro y asiendo su espada con fuerza.

- Estoy bien. - Le dijo. - Aunque ahora me queda claro que hay alguien que no quiere que estemos aquí y que intenta matar a cualquiera que husmee más de la cuenta. Tenemos que descubrir por qué.

Había alguien más allí además de ellos, eso lo tenía claro. Había percibido a alguien moviéndose poco antes, tratando seguramente de atraerle a la trampa en la que había estado a punto de caer.
#20
Tema cerrado 


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