Byron
Que me lo otorguen
13-08-2024, 11:00 PM
Disfrutaba gustosamente del cuerpo de aquel tabaco, dejándose llevar y haciendo pequeñas formas con el humo mientras esperaba la respuesta de aquel hombre que había requerido sus servicios. Este, sin demorarse mucho en su respuesta le comentó que el próximo lugar donde se necesitarían manos para hacer el trabajo sucio, sería en Loguetown, y le ofreció una tarjeta. Totalmente negra salvo por una pluma grabada en su diseño, minimalista y elegante, la agarró disimuladamente mientras tiraba la ceniza de su agotada pipa, y la guardó junto a esta.
No tardaron en llegar las conversaciones sobre que hacer con los trabajadores "secuestrados", todos parecían estar más que de acuerdo en devolverlos a su hogar, pero cuando estos mismos se pronunciaron, parecía tener otra opinión en mente. La mitad de ellos parecía que querían jurarle lealtad y camaradería al lobo, no era de extrañarse, aunque él no hubiese hecho nada en el frente su labor fue la más importante, pues dio ánimos y esperanzas a aquellos que ya se creían perdidos. La otra mitad, sin embargo, quería volver a su hogar, algo totalmente comprensible, después de todo, sus lazos y raíces estaban en aquel reino.
Ante la aceptación del Lobo, Byron sonrió de forma sincera, definitivamente era buen tipo. Se incorporó, y se unió al resto de compañeros, con las manos guardadas en los anchos bolsillos de su holgado pantalón, bostezó de forma despreocupada según llegó y escuchó la conversación.
El canino de oscuro y lustroso pelaje propuso el seguir todos juntos, bajo su juicio nadie echaría esa nave en falta. Hato parecía estar de acuerdo con él, y el pelirrojo de los colmillos, basado en un rápido análisis de la situación, viendo los ojitos con los que Yoshiro miraba a la mujer de exuberantes pechos, consideraría quedarse si con eso conseguía hincarle el diente a la rubia, en los estándares de Byron, un acto noble y totalmente racional. Por suerte para Byron, ya había catado todo tipo de mujeres, y los tiempos en los que perdía su objetivo por unas curvas de infarto habían pasado.
- Sintiéndolo mucho compañero, tendré que rechazar la oferta. No negaré que sería interesante vivir las aventuras de tan variopinto grupo.- Y agarró uno de los maletines que los habían dejado como pago, y señalándolo.- Ya tengo lo que venía buscando.- Aunque lo que realmente él apreciaba era la tarjeta en su bolsillo.- Y me gustaría comprar un barco y echarme al mar, realmente aún no podría considerarme a mi mismo pirata, soy más... Un aventurero... Así que, una vez lleguemos a Oykot, será la hora de la despedida... Aunque el mundo es muy pequeño, estoy seguro de que nos volveremos a cruzar.- Sonrió y cargó su maleta al hombro.- Espero que la próxima vez, me expliquéis como existen los animales parlantes.
No tardaron en llegar las conversaciones sobre que hacer con los trabajadores "secuestrados", todos parecían estar más que de acuerdo en devolverlos a su hogar, pero cuando estos mismos se pronunciaron, parecía tener otra opinión en mente. La mitad de ellos parecía que querían jurarle lealtad y camaradería al lobo, no era de extrañarse, aunque él no hubiese hecho nada en el frente su labor fue la más importante, pues dio ánimos y esperanzas a aquellos que ya se creían perdidos. La otra mitad, sin embargo, quería volver a su hogar, algo totalmente comprensible, después de todo, sus lazos y raíces estaban en aquel reino.
Ante la aceptación del Lobo, Byron sonrió de forma sincera, definitivamente era buen tipo. Se incorporó, y se unió al resto de compañeros, con las manos guardadas en los anchos bolsillos de su holgado pantalón, bostezó de forma despreocupada según llegó y escuchó la conversación.
El canino de oscuro y lustroso pelaje propuso el seguir todos juntos, bajo su juicio nadie echaría esa nave en falta. Hato parecía estar de acuerdo con él, y el pelirrojo de los colmillos, basado en un rápido análisis de la situación, viendo los ojitos con los que Yoshiro miraba a la mujer de exuberantes pechos, consideraría quedarse si con eso conseguía hincarle el diente a la rubia, en los estándares de Byron, un acto noble y totalmente racional. Por suerte para Byron, ya había catado todo tipo de mujeres, y los tiempos en los que perdía su objetivo por unas curvas de infarto habían pasado.
- Sintiéndolo mucho compañero, tendré que rechazar la oferta. No negaré que sería interesante vivir las aventuras de tan variopinto grupo.- Y agarró uno de los maletines que los habían dejado como pago, y señalándolo.- Ya tengo lo que venía buscando.- Aunque lo que realmente él apreciaba era la tarjeta en su bolsillo.- Y me gustaría comprar un barco y echarme al mar, realmente aún no podría considerarme a mi mismo pirata, soy más... Un aventurero... Así que, una vez lleguemos a Oykot, será la hora de la despedida... Aunque el mundo es muy pequeño, estoy seguro de que nos volveremos a cruzar.- Sonrió y cargó su maleta al hombro.- Espero que la próxima vez, me expliquéis como existen los animales parlantes.