Alguien dijo una vez...
Donquixote Doflamingo
¿Los piratas son malos? ¿Los marines son los buenos? ¡Estos términos han cambiado siempre a lo largo de la historia! ¡Los niños que nunca han visto la paz y los niños que nunca han visto la guerra tienen valores diferentes! ¡Los que están en la cima determinan lo que está bien y lo que está mal! ¡Este lugar es un terreno neutral! ¿Dicen que la Justicia prevalecerá? ¡Por supuesto que lo hará! ¡Gane quién gane esta guerra se convertirá en la Justicia!
[EVENTO - P] Recuerdos de un pasado mejor
Zath Elion Vhal
Zev el Fiero
Zev despertó de golpe, su respiración estaba entrecortada como si acabara de escapar de una pesadilla. La densa niebla que envolvía la ciénaga dificultaba su visión, y por un momento, no estaba seguro de dónde se encontraba. Todo a su alrededor parecía envuelto en un extraño silencio, roto solo por el sonido lejano de agua estancada chapoteando contra raíces torcidas.

Se incorporó lentamente, sintiendo el peso de su cuerpo como si fuera ajeno a él. Su mirada recorrió su entorno, pero algo no cuadraba. Llevaba puesto un conjunto de ropajes de combate, prendas que, aunque familiares, parecían desentonar en ese lugar tan extraño. Su mente trataba de hilvanar recuerdos, de encontrar alguna lógica en lo que veía, pero lo más reciente que recordaba era su primer combate oficial. Aquella vez, bajo las órdenes implacables de su amo, había tomado una vida por primera vez. Esa sensación aún estaba fresca en su memoria: la sangre, la lucha, la desesperación de su oponente. Y luego... nada.

Se detuvo al borde de un charco de agua oscura y miró su reflejo. El coyote que le devolvía la mirada no era el guerrero curtido que; por algún motivo, esperaba ver. Era joven, demasiado joven, y su cuerpo estaba intacto, casi sin cicatrices; salvo las del látigo de entrenamiento, sin las marcas de las innumerables batallas que había librado; o quizá no, ¿había librado aquellas batallas realmente? Su pelaje pardo brillaba bajo la débil luz que se filtraba a través de la niebla, y sus ojos, aunque intensos, carecían de la dureza que había llegado a conocer tan bien. La confusión se apoderó de él.

Este no podía ser él... y sin embargo, lo era.

"¿Qué está pasando?" susurró para sí mismo, intentando mantener la calma, aunque su mente se arremolinaba en un caos de preguntas sin respuesta. Sentía que había pasado una eternidad desde su primer combate, pero no recordaba nada después de eso. Ni las cicatrices, ni las batallas, ni la ira que había sentido al rebelarse contra su amo. Era como si el tiempo hubiera retrocedido, dejándolo atrapado en un cuerpo que no coincidía con la historia que intuía de sí mismo. ¿Habría sido dicha historia el verdadero sueño?

Se puso de pie con dificultad, sus músculos tensos, como si no los hubiera usado en años. El terreno bajo sus pies se sentía suave, amortiguando sus pasos, pero eso no calmaba su agitación. Miró a su alrededor, buscando algo, cualquier cosa que le diera una pista de lo que había sucedido, de dónde estaba y cómo había llegado allí.

Pero la ciénaga no ofrecía respuestas, solo sombras que se deslizaban a través de la niebla, burlándose de su desconcierto.
Zev sabía que debía moverse, que debía encontrar algún sentido en todo esto. Pero con cada paso que daba, la sensación de irrealidad crecía, como si la misma ciénaga estuviera jugando con su mente. Era un guerrero, un sobreviviente, pero en ese momento, se sentía más perdido que nunca.

Sin más opciones, Zev decidió avanzar, tratando de ignorar la inquietante juventud de su reflejo y la ausencia de recuerdos posteriores a su primer combate. Algo había sucedido, algo que había borrado años de su vida. Y aunque no sabía cómo, estaba decidido a descubrir la verdad, a reencontrarse con su verdadero yo, ese guerrero curtido que por instinto recordaba ser.

Con cada paso que daba en la ciénaga del Delirio, la incertidumbre seguía pesando en su mente, pero su determinación se mantuvo firme. No importaba lo que hubiera pasado, él encontraría las respuestas. Y cuando lo hiciera, estaría listo para enfrentar cualquier cosa que el destino le tuviera preparado.
#1
Kael
El Fantasma del Mar
Un profundo sopor me envuelve mientras me sumerjo en el mundo de los sueños. Siento cómo la pesada bruma de la noche me abraza, me acuna en un letargo placentero. Sin embargo, este no es un sueño ordinario; una extraña energía palpita en el aire, como si la atmósfera estuviera compuesta de una vibrante sinfonía de colores y sonidos que, aunque distantes, se sienten en mi piel.

De repente, me encuentro de pie en un paisaje surrealista, el suelo, blando y húmedo, se hunde levemente bajo mis pies cuando doy un paso. El aire está impregnado de un aroma extraño pero cautivador, una mezcla de tierra mojada y un toque de flores exóticas. Las setas y hongos gigantes me rodean, sus colores surrealistas brillan con una intensidad inusitada. Son rojos, verdes, morados y azules, cual fuegos artificiales que estallan en mi visión, cada uno con formas cada vez más extravagantes. Nunca había visto nada parecido. Llevaba toda la vida en el Reino de Oykot, y en comparación estos organismos serían solo un adorno, pero aquí parecen cobrar vida, vibrando al unísono con mi ser.

Sabía que era un sueño, pero uno muy real al mismo tiempo. En mis sueños siempre soñaba con mi mujer, tenía los dos brazos, mis dos ojos… aquí sin embargo era como si su cuerpo y mente se hubieran transportado a ese lugar, pero su yo presente, no su yo pasado.

Lo primero que noto es que el lugar se siente... vivo. La tierra responde a mis movimientos, como si quisiera jugar, como si quisiera probar qué puedo hacer. Sin pensarlo, me lanzo hacia adelante, mis pies se impulsan con más fuerza de lo que esperaba. Mis piernas se sienten ligeras, como si estuvieran hechas de plumas. Al principio, la sorpresa me detiene, pero una risa infantil brota de mis labios cuando, sin esfuerzo, salto sobre un enorme hongo, aterrizando en su cima como si fuera lo más natural del mundo. Siento que me empuja, que este lugar está diseñado para que desate mi poder; la Numa Numa no Mi se agita en mi interior, ansiosa por salir a jugar.

Al darme la vuelta, el paisaje es un mosaico de maravillas y peligros. A menos de 10 metros, que era lo máximo que podía ver se alzan las sombras de los árboles cuyas raíces han encontrado su camino por el laberinto, retorcidas y gnósticas, como si a cada paso intentaran atraparme. Pero por alguna razón, siento que aquí no hay daño, como si la misma ciénaga se negara a hacerme daño, a arrebatarme de esta inusual bendición. Mis reflejos, habitualmente agudos, parecen adormecidos, como si la niebla que abraza el lugar los hubiera atenuado. Sin embargo, eso no me detiene; a lo lejos, el suave murmullo de agua me llama.

Un sendero de agua turbia que se mezcla con el tejido de sombras que brota de la tierra. Siento un impulso casi irresistible, el lodo me estuviera pidiendo que me sumerja en su superficie. Al acercarme, el terreno cambia; las raíces y los troncos se entrelazan en un paisaje húmedo entre tanto lodo y humedad. Sin pensarlo, salto de nuevo; caigo sobre un hongo y, en lugar de sentir miedo, asombro llena mi pecho. La caída es suave, no hay daño, solo un aterrizaje elegante que me hace reír.

Sumerjo mi mano en el lodo. Me concentro; puede que sea un sueño, puede que no, pero aquí puedo probar mis habilidades al límite. He llegado a este lugar de locura y belleza, y aquí puedo tocar lo que muchos nunca podrán.

Aquí estoy, Ciénaga del Delirio —susurro al aire, mi voz resonando entre las hojas y las setas, el nombre intuitívamente llegando a mi cabeza.

A medida que avanzo, la niebla comienza a despejarse un poco, revelando más formas y sombras pero pareciendo que se movieran conmigo, no dejándome ver más allá de una distancia concreta. Sé que el peligro acecha, que este lugar tiene sus propias reglas, pero mi corazón late fuerte de emoción.

El juego apenas comienza, y si este sueño es un regalo, no tengo intención de rechazarlo.
Personaje
#2
Zath Elion Vhal
Zev el Fiero
Zev seguía avanzando por la ciénaga, cada paso un recordatorio de lo extraño y surrealista que era ese lugar. Sin embargo, algo llamó su atención en el borde de su visión. Una sombra, apenas perceptible, parecía moverse entre la niebla densa. Sus sentidos, aún embotados por la atmósfera del lugar, le hicieron dudar por un momento, pero pronto pudo distinguir una figura entre las sombras.

Era la silueta de un hombre, eso estaba claro. Su presencia era apenas una sombra en la distancia, pero había dos detalles que se destacaban: un parche cubriendo uno de sus ojos y un largo cabello que se movía suavemente con la brisa. Zev entrecerró los ojos, tratando de enfocar mejor, pero la niebla y la extraña energía del lugar distorsionaban la figura, haciendo que pareciera desvanecerse y aparecer con cada parpadeo.

- ¿Quién eres?, pensó en voz alta, su mente debatiéndose entre la curiosidad y la cautela. Sin embargo, en lugar de actuar impulsivamente, algo dentro de él le advirtió que aquello podría ser una ilusión, una trampa más de la ciénaga para confundirlo. No reconocía al hombre y, en este lugar donde la realidad se desdibujaba, cualquier cosa era posible. Podría ser una simple proyección de su mente, un eco de algún recuerdo perdido o incluso una manifestación de los peligros del entorno.

Decidió no interactuar con la figura. Si era una ilusión, entonces no tenía sentido gastar energía en ella; si no lo era, lo descubriría a su debido tiempo. En lugar de eso, Zev optó por centrarse en lo que podía controlar: su mente. Lentamente, dejó que sus pies se hundieran ligeramente en el suelo blando de la ciénaga y se sentó en una postura de meditación.

Cerró los ojos, respirando profundamente, tratando de encontrar un punto de calma en medio del caos que lo rodeaba. Su objetivo era despejar su mente, separar la realidad de las ilusiones que este lugar pudiera crear. La respiración lenta y controlada le permitió concentrarse en su interior, en su esencia, intentando deshacerse de cualquier distracción externa.

El mundo a su alrededor parecía calmarse mientras entraba en un estado meditativo. Podía sentir la extraña energía del lugar rodeándolo, pero la dejaba fluir a través de él sin aferrarse a nada en particular. La figura en la niebla se desvaneció de su mente, al igual que cualquier pensamiento sobre ella. Ahora, solo estaba él, su respiración y la calma que intentaba alcanzar.

Zev sabía que mantener una mente clara era vital en un lugar como este. Si quería sobrevivir a las maravillas y peligros de la Ciénaga del Delirio, necesitaba estar en control de sí mismo. Solo entonces podría enfrentar lo que este misterioso lugar tuviera reservado para él.

Personaje
#3
Kael
El Fantasma del Mar
El ambiente comienza a cambiar a mi alrededor, como si la Ciénaga del Delirio tuviera sus propios latidos. La niebla se espesa nuevamente, y en medio de esta bruma, una figura emerge a lo lejos. Al principio, solo veo contornos y sombras, pero a medida que me acerco, la silueta se define con mayor claridad. Un manchón de pelaje pardo y blanco se dibuja ante mí, destacándose entre los colores vibrantes del entorno. Es un hombre coyote (Zev), y de inmediato, su imponente figura me atrae.

Zev se encuentra inmóvil, pero hay una energía palpable a su alrededor, como si fuera un depredador que intuye la llegada de su presa. Me acerco lentamente, los pasos resbalando sobre el terreno blando. A medida que lo examino, mis ojos se encuentran con los suyos; dos profundos orbes ámbar que destilan tanto astucia como ferocidad, revelando un mundo de historias detrás de ellos.

Su cuerpo, robusto y enérgico, está cubierto de cicatrices que purgan en silencio su pasado. A pesar de la tempestad de colores que vibran a mi alrededor, su presencia es un ancla, una realidad fría en medio de esta locura. La mente me grita que debo tener cuidado, que un guerrero como él no es alguien con quien jugar, pero mi curiosidad puede más que mi cautela.

-Hola -le digo, sintiendo que mi voz resuena de manera extraña en el aire místico-. Soy Kael.

Sin poder contenerme, miro hacia la bolsa que cuelga de su cadera. Mi impulso es inevitable. En ella, hay una canica que me fascina, una esfera, seguramente idéntica a la de mi bolsa, que parece brillar con una luz propia, llena de misterios que anhelo descubrir.

-Necesito esa canica -le digo, acercándome un poco más, hasta estar a dos metros de él. La distancia que me separa es suficiente para sentir la tensión en el aire, un tira y afloja entre el deseo y el miedo.- La voz antes de entrar en el sueño pedía reunirlas, y por lo que veo serás mi primera prueba para conseguirla. Verás, aquí en esta Ciénaga me siento.. como en casa en cierta manera. Este terreno, responde a mis órdenes, como si fuera su dueño, como si fuera parte de mí. Mira.

Me agacho a la tierra lodosa y pongo una mano en ella. De mi mano, en un instante, sale un torrente de barro formando un círculo al rededor mío y alcanzando hasta los 4 metros de radio, envolviendo a Zev, árboles, setas y plantas de al rededor.

-¿Ves? Toda esta zona responde a mis deseos.-digo poniéndome de nuevo de pie- Y eso me hace preguntarme, ¿porqué me enviarían aquí?. Pero a lo mejor tú tienes respuestas del porqué, en este sueño, en esta prueba.

Resumen

Personaje
#4
Kael
El Fantasma del Mar
Antes de Continuar


El rugido lejano de la ciénaga me acompaña mientras intento buscar el camino entre el barro y los árboles. La niebla me envuelve y envuelve a Zev, quien sigue en su postura impasible. Mis palabras flotan en el aire denso, y con cada frase que pronuncio, busco tender un hilo de distracción que le mantenga cautivo. La bolsa de canicas sigue hablando, brillando con su misteriosa luz y atrayéndome más que cualquier otra cosa en este lugar.

-¿Sabías que las canicas tienen su propia historia? - empiezo, comenzando a girar en torno a él, asegurándome de mantener su atención en mis palabras y no en mis movimientos. - En las tierras de los sueños, cada esfera guarda un poder diferente. Hay leyendas de que esas canicas pueden despertar el pasado y abrir portales a nuevas realidades, ¿no es fascinante?

Mientras me muevo sigilosamente, mi conexión con el barro se intensifica. El suelo responde a mi llamado, queriendo cooperar en esta sutil danza de intervención. Si me concentro, puedo sentir cómo el lodo tiembla sutilmente, preparándose para actuar a mi señal. Intentando atrapar a Zev en la telaraña de curiosidad que tejo con mis palabras, parece interesado en la historia que relato mientras sigue observándome con esos ojos ámbar, que destilan una mezcla de desafío y cautela.

- Ya sé que no parezco alguien que pueda comprender el poder de un sueño, pero la verdad es que mis visiones a menudo me llevan más allá de lo que imagino - sigo hablando, dejando que el ritmo de mis palabras invite a Zev a perderse en mis relatos. - Los sueños tienen la habilidad de alterar nuestra percepción de la realidad. Por eso, cada movimiento aquí parece tan importante, cada pequeña elección puede llevarnos a una nueva aventura. Es el único lugar en el que puedo reunirme con mi mujer después de todo, así que cuando uno aprende a atesorar esos momentos, acaba haciéndose con el control de lo que sueña.
El lodo comienza a moverse más rápidamente, fluyendo a mis órdenes, se crea una especie de tentáculo de barro a la espalda de Zev, muy pegado a la pierna más cercana a su bolsa, y hago que el tentáculo vaya lentamente acercándose a la bolsa colgada de la cadera de Zev. Cada vez que aparto la vista hacia otro lado, el barro se desliza más cerca, sigiloso como una sombra que saca ventaja del descuido de su portador.

-He aprendido que los verdaderos guerreros son también grandes oyentes. Tienes un aire enigmático, Zev, y eso es algo que los que están perdidos en sus propias historias aprecian. Dicen que aquellos con cicatrices llevan consigo las huellas de sus triunfos y fracasos - continúo, intentando desviar su mirada profunda hacia el misterio de mis palabras, especialmente por el brillo que parece salir de la bolsa.
Las palabras fluyen involuntariamente mientras la bolsa, un tesoro en la bruma, se vuelve el centro de mi atención. Con cada frase, voy acercando lentamente el lodo hacia el objetivo, justo al alcance de mi poder. Espacio echo a espacio, como un acercamiento suave, donde el tiempo parece alargarse mientras espero la oportunidad adecuada.

- A veces, incluso en la soledad de la Ciénaga del Delirio, uno puede encontrarse rodeado de amigos. Los insectos, las luces de las luciérnagas, hasta el murmullo del agua nos pueden enseñar lecciones de lealtad y poder. Te interesa la lección de la lealtad, Zev, ¿verdad? Los lazos forman una estructura tan sólida como las cicatrices que llevas en tu piel.- Mientras termino esta línea, el lodo, conducido por mi voluntad, se desliza ágilmente por el lado de la bolsa, entreabriendo su cierre con delicadeza y colándose dentro. Con un rápido movimiento de mi mano disimulando estar apartando algún insecto, invoco un tirón, y el barro absorbe su canica y sale de la bolsa. Su concentración se mantiene en mí, embelesado por el relato que le he tejido.

- A veces, lo que parece robado es solo un reconocimiento del verdadero valor de lo que poseemos - concluyo, con una sonrisa burlona que permanece oculta entre las sombras, mientras el lodo regresa a su forma original, la canica en mi poder, que se va deslizando hacia a mí por la capa más baja del barro que he creado, imperceptible para el ojo no muy atento . - Espero que puedas contarnos tu historia algún día, Zev. Hasta entonces, cuídate.
Mientras me alejo, me llevo el círculo de barro a mi al rededor conmigo, pero en vez de tenerlo en un círculo al rededor mío hago una línea recta y ancha entre Zev y yo por si intenta perseguirme poder retrasarle. En caso de poder irme, me alejo lo suficiente para que la bruma se cierra detrás de mí, dejando a Zev atrapado en el eco de mis palabras, sin la más mínima sospecha de lo que realmente ha ocurrido. 

Resumen

Personaje
#5
Kael
El Fantasma del Mar
Off Importante


El aire se espesa a medida que sigo avanzando por la ciénaga. La niebla se desliza alrededor de los troncos de los árboles, camuflando los caminos y las trampas que el terreno pone a mis pies. El suelo blando se siente como un ser vivo, sus susurros y crujidos crean una melodía inquietante que acompaña mis pasos. Ahora tengo en mi poder una de las canicas de Zev, resplandeciendo tenues destellos en su interior, como si estuviera viva. Esta puede ser mi llave para descubrir más sobre este lugar enigmático.

Mientras me adentro más, la niebla se espesa y se convierte en un océano gris que me envuelve. Cada paso parece un desafío, y no puedo evitar sentirme como un explorador en un territorio desconocido. La idea de encontrar a otros aquí me anima, no solo por la posibilidad de sobrevivir, sino por el deseo de compartir sus historias, sus vivencias. La soledad ha sido una compañera constante, y en un lugar tan intrigante como este, la promesa de conexión es tentadora.

Con cada movimiento, estoy afinando mis sentidos. Siento la vibración de la tierra bajo mis pies, el canto lejano de las criaturas del pantano me llama a adentrarme más. Los árboles que me rodean parecen susurrar secretos, y la luz tenue que se filtra a través de la niebla me impulsa a seguir explorando.

Mis pensamientos danzan entre las posibilidades que se abren ante mí: quizás haya otras pruebas por esta ciénaga. La idea de tener más pruebas, aunque sea temporal este sueño, me daba esperanza de poder conseguir el resto que proponía la voz del sueño.

Continúo mi camino, siguiendo un sendero que parece apenas visible entre el barro arrugado. La canica en mi bolsillo emite pequeños destellos a medida que me muevo, como si estuviera guiándome. Hay algo en el aire que palpita con la promesa de descubrimientos por venir, un eco de risas y susurros que, aunque lejanos, me hacen sentir menos solo.

Decido permanecer un momento más, escuchando atentamente los ecos de la ciénaga. Quizás no está destinado a ser un encuentro inmediato, y la incertidumbre continúa siendo parte de esta travesía. Mientras la niebla me envuelve, dejo que mis pensamientos fluyan, pensando en cuántas historias aún están esperando ser descubiertas en esta tierra mágica y desconcertante.
Inventario

Personaje
#6
Zath Elion Vhal
Zev el Fiero
Todo había ocurrido demasiado deprisa y Zev no se había enterado de que aquel hombre que parecía controlar el barro le había quitado la canica. Zev había estado atrapado en su propio sueño, intercalando imágenes que le explicaban lo que debía hacer; recolectar dichas canicas, recuerdos sobre su pasado, sus combates y aquella figura arrebatándole su canica. La vorágine que tenía lugar en su mente no le permitió moverse, ni actuar, no entendía cual era la realidad y le llevó largo y tendido despertar de aquel trance.

Para cuando lo hizo ya recordaba quien era, y en los próximos instantes pudo cuadrar que había soñado, cual era su propósito y que era lo que había sucedido realmente. Ahora se sentía como un estúpido, le habían robado y ni siquiera había opuesto resistencia.

- "Maldición" - pensó

Allí no quedaba nadie, o al menos no que pudiese ver o percibir. Así, decidió irse en busca de canicas; de respuestas. Desconocía lo que le podía pasar, o cual era el propósito real de toda esta prueba, pero debía moverse para tratar de sobrevivir.

El paso era lento, el barro, la osucridad y la neblina hacían que pareciese que aún seguía soñando; pero no, no podía ser. Ya sentía el frío, que le penetraba el pelaje y olía la humedad sucia en el ambiente. El barro le obligaba a arrastrar los pies cuando se olvidaba de hacer más fuerza de la necesaria para caminar y la poca visibilidad hacía necesario entrecerrar los ojos para hacer mejor foco e intentar percibir como salir de allí.

Vagaría lo que fuese necesario para encontrar un camino nuevo que le sacase de aquel lugar. Mientras tanto, le perseguía el recuerdo de aquel hombre robándole la canica sin oposición. Hacía tiempo que no se sentía como cuando pertenecía al amo, sin vida propia, siendo solo un mero títere de alguien y obedeciendo sin pensar. Lo peor de todo era eso, sentirse de nuevo esclavo; y no dueño de su propio destino; sentirse a merced de otros, de los acontecimientos y de las vicisitudes de desconocidos cuyos intereses, motivaciones y objetivos distaban mucho de ser éticos o morales.
#7


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