Alguien dijo una vez...
Rizzo, el Bardo
No es que cante mal, es que no saben escuchar.
[Común] [C - Pasado] Encuentro con olor a pino
Shiro
Ninguno
Día 21 de Primavera del año 724

La brisa fría de la madrugada traía consigo el aroma penetrante de madera recién cortada, mientras el repiqueteo de los hachas sonaban de fondo como una melodía ritual, marcando el ritmo de vida de los habitantes de Isla Kolima. Shiro una vez más se encontraba en su cruzada personal de encontrar a Nanako y descubrir el por qué los había traicionado. El dolor que sentía en el pecho cada vez que recordaba a la joven solo era superado cuando las imágenes de su amigo Hayato aparecían en sus sueños.

-¡Ya basta! - se recriminó mentalmente así mismo el muchacho obligándose a dejar de pensar tan negativamente.

Sus recientes viajes le habían hecho conocer a gente nueva que le habían descubierto que no todo el mundo actúa de forma tan cruel como en su lugar de nacimiento. Seguramente el joven espadachín hubiese acabado completamente retraído y solo, desconfiando hasta de su propia sombra si no hubiese conocido a gente como Lance y Juuken. Estos habían sido una gran prueba de eso mismo. No solo se molestaron en ayudarle cuando era un completo desconocido, sino que se habían mostrado amables y cercanos con él, haciendo que se sintiera cómodo entre otros humanos otra vez.

Eso no es que lo hubiesen convertido ahora en una bestia social ni mucho menos. La suciedad del mundo seguía ahí incluso a simple vista. No había que hurgar mucho para terminar encontrando cosas oscuras en cualquier sitio, hecho que constató y que lo había hecho quedarse en la isla tras comprobar que nadie sabía nada de Nanako. Aparentemente el el pueblo era un remanso de tranquilidad, llena de gente trabajadora que se dedicaba sobre todo a ser leñadores, pero mientras buscaba información sobre la joven había terminado enterándose de que habían empezado una serie de pequeños robos por el lugar y Shiro quería saber donde se escondían… y no precisamente para atraparlos, sino para dar con su guarida y hacerse con el botín recaudado.

Según los rumores una vez habían visto a un grupo de tres personas internarse el bosque tras uno de los robos, pero el joven espadachín era más que consciente que con su sentido de la orientación lo más probable es que terminase perdiéndose. Tenía en mente algunos recursos que podía usar si eso le pasase, pero prefería no correr ningún riesgo innecesario y por eso se dirigía a la taberna del pueblo. Si soltabas unas cuantas monedas extras el mesero era dado a hablar demás, así que había pensado en ir al establecimiento a ver si conseguía algo de provecho.

-Espero llegar a la primera esta vez - pensó el muchacho mientras caminaba bajo la atenta mirada de algunos viandantes.

Su pelo blanco junto a su mirada azul verdosa hacían de él una persona peculiar allá donde fuese, rasgos que contrastan a la perfección con su habitual ropa oscura. Aunque eso era algo a lo que el joven ya estaba acostumbrado… Y al fin y al cabo como alguno de sus conocidos había demostrado podía ser aún peor. Podría tener los ojos carmesíes.
#1
Bizvan
-
* Cada vez se ve más pequeño. *pensó el joven mientras veía a un barco zarpando entre las olas.

Llegar a la zona céntrica debería ser sencillo si lograba recordar las indicaciones que le habían dado, sin embargo ¿que haría después? Era una pregunta que había rondado en su cabeza durante varias horas. Esa era la razón por la cual miraba hacia el mar en busca de un poco de inspiración.

- Ahhhhh, no tiene caso tratar de pensar tan a futuro. -finalmente exclamó con un tono de molestia en su voz.

Se dió media vuelta y comenzó a caminar hacia donde creía recordar que debería dirigirse.

Disfrutó de la tranquilidad ofrecida por la temprana hora, aunque no pudo evitar frotar sus brazos para hacerlos entrar en calor. El aroma de los árboles, acompañado de del ocasional sonido de algún ave de la zona, le hicieron pensar que aquel lugar no parecía ser un mal sitio para vivir, aunque claro, esto solo era su opinión, sería difícil imaginarse que pensarían los habitantes de aquí ante la idea de un nuevo lugareño.

* ¿Sería mejor solo conseguir dinero y marcharme a otro lugar? *ahí estaba de nuevo, no tenía idea de que hacer a continuación. Era difícil imaginar un nuevo inicio, cuando no tenía muy claro que es lo que quería hacer en primer lugar.

* ¿Qué es lo que más quiero en este momento? *pensó mientras se detenía unos minutos para cerrar su ojo y ayudar a su cabeza a imaginar algo.- Un arma. -abrió el ojo con asombro al percatarse que aquello no fue algo que pensó, sino que salió de su boca sin haberse percatado.

Con algo de molestia miró a su alrededor por si alguien lo había escuchado, pues aquello no debería ser algo común de escuchar. Para su fortuna, parecía que nadie se encontraba cerca suyo en aquel momento.

Suspiró aliviado, lo que menos quería en este momento era levantar sospechas innecesarias, no obstante, no pudo evitar admitir que se sentía bastante incómodo al no llevar consigo un arma.

* Me pregunto si habrá alguna forma de conseguir una por aquí. *pensó mientras llevaba inconsciente la mano a la cintura donde solía llevar guardar la pistola. Una sonrisa amarga se formó en el rostro del tuerto al percatarse de cómo su forma de pensar había cambiado totalmente. Apretó los puños con molestia al saber que no podía hacer nada al respecto por el momento, y simplemente reanudó con su andar.

* Comida. *si bien aún no sentía la necesidad de alimentarse, tarde o temprano se vería en la necesidad de comer algo. Con eso en mente se propuso tratar de mejorar su estado de ánimo viendo que opciones había por ahí para comer.

Poco a poco comenzó a ver personas caminar por los alrededores, ninguno parecía reparar demasiado en la presencia del joven, y simplemente continuaban con normalidad sus actividades cotidianas, aquello tranquilizó de cierta forma al chico.

Repentinamente lo notó, ¿había girado en la esquina correcta? Estaba seguro de recordar las indicaciones, pero ahora se sentía un poco perdido. Miró a su alrededor en búsqueda de algún edificio de referencia que pudiera recordar, pero definitivamente había llegado a otra parte completamente diferente.

Suspiró con pesar, contempló sus opciones y tras unos minutos en los que esperó en vano ver nuevamente a algún lugareño para pedir indicaciones, decidió simplemente seguir avanzando mientras exploraba el lugar en búsqueda de cualquier local abierto a esta hora.

No pudo evitar reírse de sí mismo por su mala memoria, tristemente esta no sería la última vez que le jugaría una mala broma, y en más de una ocasión esto fue la causa de situaciones bastantes molestas y desagradables.
#2
Shiro
Ninguno
Tras dar varias vueltas por el pueblo, al joven Shiro le hubiese encantado decir que al final había encontrado su destino… pero tristemente no fue así. Su indudable capacidad para perderse se manifestó una vez más, dejándolo igual que cómo había empezado. Al joven espadachín no le gustaba tener que estar preguntando constantemente allá por donde iba, aunque dada la situación iba a tener que ir acostumbrándose a hacerlo y al fin y al cabo no siempre le había salido mal. El peliblanco así había conocido a Lance y Juuken sin ir más lejos, por lo que tras resignarse a seguir buscando él solo como un tonto se acercó a un chico que había por allí. El joven iba a paso ligero, parecía sumido en sus propios pensamientos, por lo que Shiro apresuró el suyo propio hasta alcanzarlo.

-Perdona, ¿tienes un momento? - preguntó el espadachín ya una vez a su altura. Más de cerca pudo observar que el joven tenía un parche tapándole un ojo, hecho que le suscitó curiosidad. -¿Lo habrá perdido en alguna pelea? - pensó para sí mismo Shiro.

Quizás el joven podía serle de más utilidad a Shiro que para indicarle el camino hacia la taberna donde esperaba encontrar información… aunque todavía estaba por ver si iba a ser de ayuda para eso primero. Cada cosa a su tiempo. - ¿Sabes dónde está el “El Hacha & El Roble”? Me he enterado de que allí puedo preguntar sobre los robos que están sucediendo en el pueblo - preguntó al mismo tiempo que le dejaba entrever algo de información para comprobar si el chico sabía algo del tema. Si tenía mucha suerte quizás hasta se libraba de tener que ir a la taberna a gastar monedas.

- Por cierto, me llamo Shiro - terminaría presentándose el espadachín de forma amable si el castaño le hacía caso ofreciéndole un apretón de manos. Con un poco de suerte el parche significa que el chico era un tipo al que no le costaba meterse en problemas y quizás encontrase un aliado con el que llevar a cabo su plan de hacerse con el botín de los ladrones… Eso si es que no era uno de ellos, aunque de momento solo le queda esperar.
#3
Bizvan
-
Dió un rápido vistazo a los locales que había por allí y por allá, pero ninguno parecía que vendiera alimento, aunque esto solo lo concluyó al utilizar su nariz en búsqueda de algún aroma agradable.

Uno de los edificios parecía ser una tienda de armas, por lo que instintivamente caminó hacia su dirección, pero al acercarse a inspeccionar se dió cuenta que en realidad era una tienda de herramientas, principalmente enfocada en la tala de árboles, las hachas colgadas y otras herramientas de corte causaron esa pequeña confusión en el joven.

* Supongo que de momento no se puede hacer nada al respecto, en ese caso veamos, ¿a cual lugar debería entrar primero? *pensó mientras se rascaba la mejilla con un poco de incomodidad visible en su expresión. Sabía a qué se debía esa molestia que sentía, sin que se percatara de en qué momento ocurrió, su mente solo podía estar tranquila al saber que tenía un arma consigo. Después de tanto tiempo en el que siempre llevó algún tipo de arma entre sus manos.

Esas cosas de frío metal evitaron que lo mataran solo porque era un poco bueno con ellas, día a día el llevar un arma consigo le brindaba una oportunidad de seguir vivo. No solo eso, montar y desmontar armas en el taller de aquel lugar, preparar munición nueva, reparar o mejor dicho tratar de reparar equipo dañado, entre otros trabajos menores, eran otra cosa más con que poder distraerse y algo que agradecía en aquel entonces.

Su situación actual era para él como estar desnudo, expuesto e indefenso. Una pequeña risa se le escapó al chico cuando se percató de lo débil que era en realidad.

Repentinamente una voz que provenía de tras suyo captó su atención. Al mirar de qué se trataba, vio a un joven de cabello blanco que rápidamente le preguntó si conocía la ubicación de un bar con un nombre bastante sencillo de recordar para la mayoría, además de mencionar un tema de interés para el tuerto, y por último pero no menos importante, el joven se presentó ofreciendo su mano en espera de un saludo.

Antes de decir cualquier cosa, el chico concluyó que sería grosero dejar a la otra parte con el brazo colgando, por lo cual le devolvió el saludo con un ligero apretón de manos (esto principalmente a su propia fuerza y no por otra razón, aunque claro, no tendría forma de saber que pensaría la otra persona de esto).

Por un momento dudó de como continuar con el saludo, pero para evitar una situación extraña se presentó- Biz… -aquello fue más como un susurro, por lo que dejó el apretón de manos y palmeó su pecho pocas veces como si tratara de tragarse algo, a la vez que aclaraba su garganta.- Una disculpa, soy Bizvan, y lo siento, pero prácticamente acabo de llegar a este lugar, es la primera vez que escucho sobre robos. -expresó tratando de actuar con normalidad, pues ahora lo que menos quería era que el peli blanco pensara que los robos eran cosa suya o que algún lugareño llegara a esa conclusión.

Ladrones, en el momento que escuchó aquello, pensó que era desafortunado para las personas de este lugar tener que afrontar la pérdida de sus cosas, aunque algo comenzó a rondar por su mente al pensar un poco más en lo dicho por el albino.

- Shi… Shiryu ¿cierto?, espero no parecer una molestia y que no tomes mis palabras a mal, pero ¿Tienes planeado ir solo en búsqueda de esos sujetos? No trato de cuestionar tus habilidades, pero me resulta complicado imaginar que los hombres de aquí, leñadores acostumbrados a talar y llevar árboles día con día se vean intimidados por simples ladrones, puede que sean un grupo grande o estén bien armados. Si te parece bien puedo ayudarte con… -antes de poder terminar con su oración, los oídos del tuerto captaron varias voces que poco a poco comenzaron a aumentar su volumen como si algo los altera.

De pronto se escuchó un gritó a lo lejos, seguido de un alboroto.

- Oye amigo, si tenemos suerte y vamos en esa dirección puede que encontremos algo. -mencionó Biz al mismo tiempo que señalaba un callejón.

Si tenían suerte y el callejón no resultaba ser un laberinto, puede que los dos consiguieran ver que estaba ocurriendo.

Otra opción podría ser evitar los callejones y rodear siguiendo el ruido, aunque no sabía si esta ruta tomaría más tiempo.

¿Serían los ladrones mencionados por Shiro? ¿Una simple pelea de borrachos? ¿Algún otro evento había surgido? ¿Llegarían a tiempo para ver qué estaba ocurriendo o para cuando llegaran las cosas se habrían empezado a calmar?
#4
Shiro
Ninguno
El saludo de Shiro fue bien recibido por el tal Bizvan, el cual tras presentarse como pudo informó que no pertenecía al lugar ni que tampoco había oído hablar de los robos. Eso torcía los planes del joven pirata y no sabía muy bien cómo continuar a continuación, ya que a simple vista se le antojaban dos formas de proceder. Estaba claro que seguir solo era una pérdida de tiempo, volvería a perderse como las llaves de casa cuando ibas a salir, o eso decían. Él tampoco había tenido una casa como tal, pero era una expresión que había escuchado por ahí. Y luego estaba la otra opción de proseguir con el joven, el cual seguía hablando dando su opinión sobre el grupo de ladrones tras demostrar que no se había molestado en escuchar bien su nombre.

El espadachín estuvo tentado de interrumpir al otro joven llamándolo por el primer nombre que se le viniese a la cabeza mientras se despedía de él diligentemente. Shiro dudaba de que el tal Bizvan le fuese de alguna utilidad. Ya encontraría alguien que encajase mejor con sus planes, pero entonces antes de que el peliblanco pudiese decir nada Bizvan se quedó a medias de su discurso como si hubiese adivinado sus intenciones.

Shiro no tardó en averiguar qué era lo que había interrumpido al otro chico, ya que tras quedarse los dos en silencio llegó a los oídos del espadachín un grito lejano. Al muchacho no es que le gustase meterse en problemas ajenos ni mucho menos, pero dada la situación en la que necesitaba encontrar a los delincuentes de la isla hizo una excepción.

-Está bien, vamos - contestó el joven tras sopesarlo un segundo. El sonido provenía del callejón colindante y el peliblanco ya había pasado por otros parecidos por el lugar. No es que fuesen muy anchos, cabían cuatro personas a lo sumo juntas, pero no tenían un recorrido tortuoso. Por lo que había averiguado el joven esos callejones daba a las traseras de las casas colindantes, donde la gente del pueblo tenía por costumbre dejar bolsas con desperdicios para tirarlos más tarde. Al muchacho no le gustaban esas callejuelas porque no olían especialmente bien, pero dada la situación se internó en él esperando a que el joven del parche lo acompañase.

El callejón por suerte resultó ser como los otros: estrecho, mal iluminado y apestoso, pero también prácticamente una línea recta que tenía salidas laterales para salir a las calles principales; es decir no había pérdida. A cada paso el griterío fue tomando forma y el joven espadachín a pesar de que no entendía muy bien qué decían las voces, pudo descifrar que al menos eran tres personas. Parecía que se encontraban tras una de las calles laterales, por lo que avanzando lo más silenciosamente posible avanzó hasta alcanzar la esquina donde debían dichas personas. El joven se asomó poco a poco, dejando ver lo justo y necesario para ver, esperando que la suerte lo acompañase y no lo vieran a él.

-¡Ya os lo he dicho! - gritaba una mujer de pelo cobrizo arrodillada a una pareja de hombres que se encontraban de espaldas a donde se encontraba Shiro. - Si lo supies… - la respuesta nunca terminó de salir de su boca, puesto que uno de los hombres la cortó de golpe de un bofetón que la quedó tirada de lado en el suelo.

-No queremos más mentiras Kairi - dijo el otro tipo, el que no la había golpeado. -Si no nos dices lo que queremos te tendremos que llevar a Bones… y ya sabes lo que le encanta hacer a ese loco con muchachitas como tú - dijo con un tono de voz suave pero cargada con una clara intención de intimidarla mientras se agachaba a su lado para acariciarle un mechón de pelo.

Shiro no sabía si aquellos tipos eran los ladrones y le importaba un comino la muchacha. Cada uno tenía que aprender a buscarse la vida por sí mismo como llevaba haciendo él toda la vida. Además si eran los tipos que estaban buscando podría ser una oportunidad de oro para seguirlos hasta donde estuviera el tal Bones. Quizás era la guarida que tanto ansiaba… aunque había que esperar a cómo reaccionaría Bizvan si es que lo había acompañado.
#5
Bizvan
-
* Valla, Shory no dudó ni un segundo en acudir a auxiliar a un completo desconocido, ahora lo que pienso mencionó que buscaba a los responsables de los robos, ¿Será un marine? Aunque no me parece que lleve un uniforme, puede que sea alguna clase de trabajo encubierto o podría tratarse de un aspirante buscando impresionar a alguien. *pensó Biz unos instantes antes de comenzar a seguir al peli blanco.

El callejón resultó ser más oscuro de lo que aparentaba desde el exterior, y de igual forma el aroma húmedo mezclado con basura y otras cosas malolientes invadieron su nariz.* Carajo, en ese momento desearía estar resfriado para no tener que respirar nada de esto, en especial el olor de la caca. *una parte del joven deseaba tapar su nariz, sin embargo no lo hizo por un simple motivo, le estaba costando un poco seguir el paso del albino, por lo que solo se limitó en evitar pisar los ocasionales pastelillos en el piso a la vez que procuraba mantenerse cerca del otro joven.

A pesar de solo haber una pequeña diferencia de segundos, Shiro se encontraba un poco delante del tuerto avanzando con paso inmutable.* Mierda, realmente mi condición física es una burla. *utilizando la manga de su ropa limpió las gotas de sudor que empezaban a formarse en su frente.* En definitiva tengo que arreglar ese problema cuánto antes. *no pudo evitar mirar nuevamente a su compañero temporal. Si bien la ropa del joven no dejaba ver bien su cuerpo,estaba claro que ese chico se había preocupado por preparar su cuerpo para situaciones con mayor demanda física.

Más pronto que tarde, Shiro comenzó a aminorar su avance y empezó a moverse con mayor discreción, por su parte el tuerto aprovechó este momento para recuperar un poco el aliento, no es como si estuviera jadeando sin control, pero si uno prestaba atención notaría que su respiración era un poco agitada.

Con su respiración regresando a la normalidad, el tuerto se percató de las voces a la vuelta de la esquina. Shiro comenzó a tratar de observar que estaba ocurriendo, a causa de lo estrecho del callejón, Bizvan no podría fisgonear sin terminar empujando al chico o si había mucha mala suerte hasta podría terminar exponiéndolo, aunque parecía haber el espacio suficiente para que el tuerto saliera aunque claro, su cuerpo rozaría bastante al del albino, cosa que podría llamar la atención. Con eso en mente solo se concentró en tratar de escuchar lo que las otras personas discutían.

* Una mujer, dos hombres, ¿eso fue una bofetada? Bones, que nombre tan gracioso. *Biz miró con atención la espalda del peli blanco, pero no notó que este presentara signos de intervenir.

- Te dije que era una pérdida de tiempo. -expresó con un tono de molestia el otro sujeto mientras sacaba un cigarrillo y lo prendía con un cerillo. Tras dar una larga calada al cigarrillo, se acercó a la joven y sujetando sus mejillas con fuerza la obligó a girar su rostro para hacer contacto visual.- Tienes valor, y no me gusta eso. -declaró mientras se quitaba el cigarrillo de los labios y comenzaba a acercarlo hacia uno de los ojos de la chica, quien al ver esto comenzó a gimotear y tratar forcejear.

- ¡Oye maldito loco que crees que haces! -se apresuró su compañero a levantar la voz con algo de alarma.

- No me gusta, ella sabe dónde está, pero se hace la valiente, puedo verlo en sus ojos y no soporto eso. Si no quiere decirnos me da igual, pero le haré saber que le pasa a aquellos que se sienten valientes.

- No me refiero a eso cara de perro, sabes que al jefe no le gustan las chicas con cicatrices…

El sujetó del cigarro, se detuvo sin decir nada, para acto seguido soltar a la joven y ponerse de pie. Su expresión era de enojo y el color rojo de su cara delataba que algo lo había enojado rápidamente.

- Dilo de nuevo, te reto. -su voz temblorosa podría hacer pensar que tenía miedo, pero parecía que el sujeto estaba haciendo un esfuerzo por reprimir su volumen de voz.- Vamos, llámame perro de nuevo. -su mano se dirigió hacia su espalda.

- Deja esa mierda de una vez novato. No tengo el mismo nivel de paciencia con los hombres, pero si quieres seguir no tengo problemas.

* Todo eso suena interesante, pero sería mejor si pudiera ver algo. *pensó Biz esbozando una pequeña sonrisa.* Me pregunto si esa tal… ammm… si esa chica habrá escapado aprovechando está situación.

Después de unos segundos que se habrán sentido como horas para cierta persona, el sujeto del cigarrillo dejó escapar el humo por la nariz con un resoplido. Dejó de sujetar aquello que mantenía oculto entre su ropa.- No olvidaré esto.

Sin decir más, este hombre comenzó a alejarse, pasando justo a un costado del callejón, aunque su estado de ánimo pareció ayudar a que su visión solo se enfocara en aquello que tenía delante suyo.

El otro hombre solo suspiró y nuevamente fijó su atención en Kairi, quien todo ese tiempo había tratado de buscar una oportunidad para escapar, pero quizás la interacción de los individuos la había paralizado o simplemente sabía que si corría era probable que está vez el otro sujeto la matara utilizando eso como excusa.

Antes de poder pensar en otra cosa, la mano del sujeto la tomó del cabello y comenzó a llevarla a rastras, haciéndola soltar quejidos de dolor mientras trataba de liberarse arañado la mano de su captor y pataleaba, aunque esto no cambió nada.

- ¡Deja a Kairi! -se escuchó un grito bastante joven. Para luego pasar corriendo mientras empuñaba un cuchillo de cocina.

El hombre alertado por el grito solo se limitó a girarse, ver al niño correr con el arma en sus manos hacia su dirección, y cuando el infante estuvo lo suficientemente cerca, lanzó una patada sin piedad a la boca de su estómago que lo arrojó unos pocos metros. La chica comenzó a suplicar que no hicieran nada más con el niño, e incluso afirmó que caminaría por cuenta propia y sin poner más resistencia si dejaba al niño en paz.

De esa forma ambos comenzaron a alejarse mientras el niño trataba de ponerse en pie en vano mientras tosía y lloraba.
#6
Shiro
Ninguno
Los segundos transcurrieron a la par que las amenazas iban en aumento. Si ya de por sí la situación había comenzado a ponerse incómoda para Shiro porque Bizvan se había agazapado sobre él para asomarse también, no tardó en acrecentarse cuando el tipo que instantes antes había pegado a la chica comenzó a amenazarla con quemarle un ojo con el cigarrillo que se había prendido.

- Ese hijo de puta sí que sabe amedrentar a alguien - pensó el espadachín mientras observaba la escena.

Normalmente al joven todas estas situaciones solían darle un poco igual. No le importaba un  comino lo que le pasase a nadie que no fuese él o su círculo más cercano… pero ver como la escena estaba continuando había conseguido removerle las tripas un poco para su sorpresa. No sabía si esto se debía a las aventuras que el chico estaba viviendo desde que había partido desde su isla natal o si era debido a las personas y las relaciones que estaba formando por el camino lo que estaba cambiándole… pero el caso es que para su asombro se vio así mismo algo molesto por la situación.

- No seas tonto… Así no conseguirás nada - pensó para sí mismo convenciéndose en que no hacer nada era el camino más sencillo para conseguir su objetivo.

Al revés nadie hubiese ido a ayudarlo, es más, no había mejor prueba que no todo el mundo era un alma gentil como Akari. Solo había que observar cómo el tuerto ni se inmutaba mientras todo pasaba. - Mente fría y céntrate en lo que tienes que hacer - siguió calmándose mientras por acto reflejo echaba mano del colgante que siempre llevaba consigo.

Por suerte, el joven no tuvo que seguir aguantando las ganas de intervenir, puesto que los tipos comenzaron a reñir entre ellos. Shiro había visto un montón de tipos así en las bandas de la Gray Terminal. Gente que trabaja junta por conveniencia, pero que no dudaría en darse una puñalada trapera si tuvieran ocasión. Por extraño que fuera la situación terminó de calmar al espadachín, no porque hubiesen dejado a la chica de lado momentáneamente, sino porque adentrarse en el ámbito de los bajos fondos le hacía sentirse como en casa y de ese modo ya volvía a estar tranquilo cuando el grandullón se giró en la dirección de los jóvenes dispuesto a salir del callejón.

El espadachín escondió la cabeza y se pegó a la pared tanto como pudo mientras sujetaba fuertemente el mango de una de sus espadas, listo para atacar al tipo nada más hiciese contacto visual con ellos. Si conseguía acabar con el primero antes de que el segundo se diera cuenta tendríamos una gran oportunidad de salir victoriosos al plantear una pelea dos contra uno… si es que el tuerto peleaba claro, aunque una vez más la suerte acudió al peliblanco y el grandullón iba tan enfadado que ni veía. Pasó por al lado de los chicos con la vista fija al frente mientras farfullaba en voz baja caminando con paso firme en la dirección contraria por la que la pareja se había adentrado al callejón.

Ante ellos se presentaba la disyuntiva de aprovechar que el tipo grande estaba dándoles la espalda para acabar con él o de dejarlo marchar y centrarnos en el que quedaba, pero una vez más los sucesos eligieron por Shiro y apareció un niño que estropeó la ocasión de poder algo. Este no llamó la atención del que se marchaba, pero sí que puso en alerta al que quedaba con la chica, el cual en algún momento había agarrado a esta del pelo y se disponía a llevársela a rastras por la otra salida del callejón. Shiro se asomó en el momento justo que el jovencito recibía una patada que le despegó los pies del suelo. Eso tenía que doler, pero el momento de tensión había activado la adrenalina en el cuerpo del espadachín y había entrado en el estado de trance que le embargaba en esas situaciones.

Analizó la situación y rápidamente descartó ayudar al joven. Seguramente tendría información de Kairi, pero no tenía por qué tenerla ni de los tipos que se la llevaban ni del lugar al que iban; así que su decisión se decantó por esperar unos segundos, los justos para no perder a la pareja que se marchaba, y salir de su escondite para marchar tras de ellos. Era la oportunidad que estaba esperando y no quería perderlos de vista, ya que si lo hacía no solo no los encontraría; sino que volvería a terminar perdido por el pueblo dando vueltas. Necesitaba contacto visual para saber a donde llevaban a la chica y no había tiempo que perder.

- Atiende tú al chico si quieres, yo voy tras ellos - dijo al tuerto rápidamente antes de marchar tras la pareja a una distancia prudencial. No sabía si el tuerto vendría con él o se quedaría con el muchacho, pero tampoco tenía tiempo ni de comprobarlo ni de preguntarle. El tiempo apremiaba y jugaba en su contra. A cada paso que daban era un paso más lejano de saber su destino.

Esta vez fue más la estructura urbana y su disposición que la suerte la que ayudó a Shiro a no perder su objetivo y tras unos minutos de caminata se dirigieron hacia la zona comercial del pueblo y se adentraron en un establecimiento. La zona no tenía para nada mala pinta. No se veía nada sospechoso por el alrededor, pero aún así donde habían entrado estaba claro.

- Retales Masao - leyó en voz alta el cartelito que colgaba sobre la puerta del local. Shiro nunca había tenido que comprar tela ni nada de eso. De coser se ocupaba Chieko cuando estaba viva, pero tenía pinta de que hoy se iba a enterar de como era una por dentro. - ¿Vamos? - le diría al tuerto si es que lo había seguido antes de adentrarse, sino lo haría solo.

Nada más pasar por el umbral de la puerta un fuerte aroma a piel sin curtir inundó las fosas nasales del espadachín haciéndole arrugar el gesto. Hacía mucho que el peliblanco no olía nada tan desagradable, pero hizo de tripas corazón y se adentró aún más encaminándose hacia el mostrador. Tras este se encontraba un hombre fornido, de brazos gruesos como troncos y unas cejas tan pobladas que le sobresalían por los lados de la cabeza. Este se encontraba sentado fumando de una enorme pipa y simplemente se limitó en girarse hacia los recién llegados mientras enarcaba una ceja a modo de interrogante. A simple vista no se veía ni a la chica ni al otro tipo, pero Shiro vio una puerta tras el tipo que parecía dar a una especie de taller.

- ¿Dónde estarán? - pensó el joven mientras observaba el local en busca de alguna pista.
#7
Bizvan
-
El peli blanco decidió que era hora de salir, por lo que el castaño se puso de pie y de igual forma dejó aquel maloliente callejón.

Lo primero que vió fue al niño tirado en el piso, su llanto se había detenido y ahora solo permanecía tirado.

-  ¿Eh? - fue lo único que alcanzó a exclamar Bizvan ante el comentario de Shiro sobre atender al pequeño, pues antes de mencionar cualquier cosa sobre su falta de habilidades médicas, Shiro ya había comenzado a seguir al hombre.

- Diablos, la marina si que tiene los nervios de acero. -se dijo a sí mismo al mismo tiempo que se arrodillaba aún costado del niño.- Hey, ammm, ¿Estás bien?... Supongo. -no hubo respuesta, el tuerto movió su cabeza para confirmar que la figura de Shiro aún era visible, por fortuna al verse obligado a ser cauteloso con sus pasos, le daría la oportunidad de alcanzarlo si actuaba rápido.

Ya que no hubo respuesta auditiva, Biz procedió a mover un poco al pequeño, pero nuevamente no ocurrió nada. Sin otra opción, giró el pequeño cuerpo para que este quedará recostado sobre su espalda. Parecía muerto, aunque al mirar con atención era posible notar cómo su pecho subía y bajaba.- Okay, que respires es un buen indicio, lo siento amigo, pero la verdad no tengo idea de que poder hacer para ayudarte, así que como mínimo te quitaré de en medio del paso.

Sin otra opción disponible, se limitó a solamente dejar el pequeño cuerpo recargado sobre la pared de uno de los edificios. Al principio pensó en dejar alguna clase de nota, por desgracia no tenía nada con que poder escribir, por un momento la idea de utilizar el cuchillo del piso para pincharse el dedo y dejar una mensaje con sangre cruzó su cabeza, pero al tenerlo en sus manos notó de inmediato que el objeto apenas y tenía filo, por lo que desistió de eso. Con algo de suerte algún lugareño lo encontraría, aunque no había visto a nadie desde hace un rato, ¿Algo estaría causando esto?.

Para este punto, la figura del albino ya había desaparecido del campo visual de Bizvan.- Carajo espero poder encontrar a Shiro sin muchas complicaciones. -se dijo nuevamente para sí mismo mientras se ponía de pie para empezar a buscar al marine.

La búsqueda tomó más de lo que le hubiera agradado e incluso llegó a pensar que hasta ahí había llegado está pequeña búsqueda, sin embargo el distintivo tono de cabello de Shiro fue de bastante ayuda para encontrarlo. Sin perder más tiempo se apresuró a alcanzar al joven, quien parecía estar mirando el letrero de alguno de los negocios de la zona comercial. Este pareció notar la presencia de Biz, pues dió la indicación de entrar.

* Siento que estoy olvidando algo, ¿Si mencioné que prácticamente soy inútil si no tengo una pistola en las manos? Sí, debí haberlo mencionado en algún momento, no creo que pueda olvidar un dato tan importante. *aquel pensamiento cruzó por su mente, aunque rápidamente dejó eso de lado y se adentró en el local unos cuantos segundos después del espadachín.

En el momento que la puerta se cerró detrás suyo, un peculiar aroma se hizo presente. Una pequeña arcada se le escapó y trató con todas sus fuerzas en suprimir las otras que venían.

Miró de reojo al espadachín, y su expresión de desagrado le confirmó que el aroma era malo, aunque este parecía poder tolerarlo mejor que el tuerto, pues comenzó a dirigirse al mostrador donde un sujeto con cara de pocos amigos no dejaba de mirarlos como si tratara de descubrir qué asuntos tenían ahí, aunque lo que llamó su atención de inmediato era la pipa del hombre.

Una vez que Biz creyó que había logrado controlar las ganas de vomitar, comenzó a caminar detrás de Shiro, seguramente se acostumbraría al olor tarde o temprano. Dió dos pasos y sintió como su boca comenzaba a salivar en gran cantidad, las arcadas aumentaron, dió otros pocos pasos más y sus ojos comenzaron a lagrimear. Su avance se ralentizó y su expresión cambió para mal.

El hombre parecía encontrar un poco divertido la situación de Bizvan, aunque más pronto que tarde pareció notar lo que estaba a punto de pasar

- ¡Hey tu el del parche! -exclamó con molestia a la vez que golpeaba el mostrador con su puño para tratar de llamar la atención de Biz, para luego continuar.- ¡Lárgate de inmediato antes que yo te… -el sonido de Bizvan vomitando sin contenerse lo interrumpió.- Hijo de puta, voy a limpiar el piso contigo. -gruñó el hombre mientras salía del mostrador con clara intención de ir a molerlo a golpes.- Y tú no te muevas. -soltó con enojó cuando pasó a un lado de Shiro

Biz alzó su mirada al mismo tiempo que tosía y se limpiaba la boca con el antebrazo.

* Oh mierda, parece que ahora tengo toda su atención. *pensó mientras retrocedía unos pocos pasos sin dejar de toser, aunque sin perder de vista al hombre.

Este parecía ser un buen momento para su compañero, pues el hombre le daba la espalda, si era discreto podría escabullirse en búsqueda del ladrón o bien hacer cualquier otra acción que considera mejor.
#8


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