Hay rumores sobre…
... que en cierta isla del East Blue, hubo hasta hace poco tiempo un reino muy prospero y poderoso, pero que desapareció de la faz de la tierra en apenas un día.
Tema cerrado 
Como sirena en el mar
Ubben Sangrenegra
Vali D. Rolson
El escape había sido un éxito rotundo. Ubben, con su habitual astucia, se había tomado el tiempo de conocer los intrincados callejones de la ciudad, una tarea que le resultó posible gracias a su insomnio provocado por la araña que había encontrado en la esquina de su habitación. Cada callejón y giro estaba marcado con leves señales que él mismo había dejado, pequeñas indicaciones que se volvían cruciales en su huida. Era una táctica que el bribón de ojos dorados había perfeccionado a lo largo de sus peripecias... trazar rutas de escape detalladas en cada nueva isla que pisaba, anticipando el inevitable reconocimiento y persecución por parte de la marina.

Al llegar al puerto de Rostock, Ubben se dirigió rápidamente hacia su barco, cargando a Asradi sobre su espalda. Su objetivo era sacar el barco del puerto antes de que los matones de los bajos fondos pudieran destruir su embarcación en represalia por el altercado en el bar. Una vez en la Tartana, el barco de su propiedad, depositó a Asradi sobre un barril de provisiones con cuidado y miró a Gavyn, quien había estado huyendo junto a ellos. -¿Puedes ir a buscar nuestras pertenencias a la posada, por favor? Volando debería ser más fácil- dijo Ubben mientras sacaba la llave de la habitación alquilada de su bolsillo y se la pasaba al rubio ángel. Gavyn asintió con una sonrisa y emprendió el vuelo, dejando a Ubben y Asradi solos en el barco.

Ubben volvió al muelle con rapidez y comenzó a desatar los cabos que mantenían a la Tartana asegurada. Sudoroso y fatigado por haber corrido con Asradi en su espalda quedaban las tareas más pesadas antes de zarpar, pero no había teimpo que perder. Después de soltar la tartana del muelle tocó enrollar la cadena del ancla con esfuerzo. Una vez terminó con el ancla se dirigió hacia la sirena y le levantó con delicadeza, para llevarle a la cabina de navegación. La acomodó en un asiento antes de girar el timón y salir a ajustar las velas. -Mantén el timón en esa posición, por favor- pidió Ubben, su tono mezclado con la urgencia del momento mientras corría para desatar cabos y organizar las velas. La Tartana comenzó a moverse lentamente hacia el mar abierto.

Al regresar a la cabina, Ubben miró a Asradi con una mezcla de agotamiento y satisfacción. La embarcación se alejaba de las aguas del puerto sin problemas, y Ubben dejó escapar un suspiro de alivio. -¡Wooo! ¡Trabajo en equipo!- exclamó, ofreciendo su puño para un choque amistoso con Asradi, mientras recuperaba el aliento. -¿Al menos no tuvimos que pagar la cuenta, no?- añadió, riendo y dejándose caer en un asiento frente a Asradi, al otro lado del timón. -No nos alejaremos mucho, tal vez un kilómetro o un poco más.- comentó, girando la vista hacia la proa del barco mientras corregía levemente el rumbo.

-Es una extraña forma de conocernos, ¿no? Primero una patada, luego un pato... básicamente dos patadas...- bromeó Ubben, con una sonrisa tonta en el rostro. Su mirada se dirigió de nuevo al horizonte mientras ajustaba el rumbo, disfrutando del momento de tranquilidad después del caos. Al cabo de unos 20 minutos de navegar ya estaban a una distancia prudente, y a la vista el Faro de Rostock, donde se reunirían con el grupo en un par de horas.
#1
Asradi
Völva
Sin prácticamente poder reaccionar, porque en eses momentos todavía estaba un poco bajo los efectos de aquel extraño gas, Asradi se había visto cargada sobre la espalda de Ubben, al cual se sujetó por los hombros mientras este corría, sorteando callejones y más gente que dirigían sus miradas hacia ellos. La sirena se había ido espabilando durante el trayecto. El problema era que levantaba todavía más miradas a medida que iba siendo cargada por el chico de tez morena. Básicamente, porque en esa carrera, su falda se movía. Y su cola terminaba expuesta del todo, al tener que flexionarla un tanto para que Ubben no se tropezase con ella.

¡Mira eso! — Señalaban.

¡Tiene cola de pez! ¡Es un monstruo!

El rostro de la sirena se refugió un poco más contra el cuerpo del varón, apretando los dientes con una mezcla de rabia e impotencia. No abrió la boca para absolutamente nada durante el trayecto. La situación era incómoda y peligrosa al mismo tiempo, pero Ubben logró sortear las calles hasta llegar al puerto.

La dejó en un barril de provisiones, con extremo cuidado, mientras él desataba las amarras de aquel barco.

Ubben, espera. No sé si es buena idea que vaya con vosotros. — Alzó levemente la voz para dejarse escuchar, pero el chico seguía con lo suyo, incluyendo el recoger del ancla.

Ubben. — Llamó una vez más, cuando él la cargó, ahora, hacia el interior. La pelinegra suspiró. — Puedo “caminar”, oye. — No correr, pero la menos podía desplazarse medianamente de manera decente, aunque curiosa. Aunque entendía que era un momento de premura.

Cuando la sentó, ahora, delante del timón, Asradi solo suspiró con algo de resignación, pero hizo lo que le dijo. Manteniendo el timón y, por ende, el rumbo marcado. En los cortos momentos en los que estuvo a solas, mientras Ubben ponía a punto el barco, ella se mantuvo pensando. No parecían ser mala gente. Incluso la habían sacado de aquel tumulto cuando podían haberla dejado allí sin más. Aunque sí era verdad que no sabía lo que sucedería ahora. O cuales serían las intenciones de ellos.

Finalmente, se quedó frente a frente con el moreno, al cual le miró con una mezcla de seriedad y cierto agradecimiento en su mirada.

Es extraña, sí, pero te has arriesgado mucho. — Frunció ahora el ceño, de manera inevitable. — Nos han visto correr por medio pueblo. — Más bien era que habían visto que se trataba de una sirena. O un monstruo, en otros casos.

De todas formas, se mordisqueó un tanto el labio inferior.

Siento no habéroslo dicho. — Le reconcomía un poco eso, pero había primado por la inicial cautela. — Pero no sabía si podía confiar en vosotros. — De hecho, todavía no estaba completamente segura.
#2
Ubben Sangrenegra
Vali D. Rolson
Durante el frenético trayecto de escape, Ubben estaba tan concentrado en tomar la ruta más rápida hacia el puerto que ignoró por completo los gritos y las miradas curiosas de los transeúntes que señalaban en dirección a Asradi. Su mente estaba absorbida por el único objetivo de llegar al barco lo antes posible, sin detenerse a considerar cómo su presencia estaba llamando la atención. Aunque a Ubben no le solía importar mucho lo que pensaran los demás, no tenía idea de cuánto podía afectar esto a la sirena de cabellos negros. En su mente, la prioridad era escapar sin ser detectado, y cualquier distracción podría costarle caro.

Una vez a bordo de la Tartana, Ubben operaba casi en piloto automático. La única preocupación en su mente era zarpar cuanto antes para evitar que los capos de los bajos fondos descubrieran que él también estaba involucrado en el incidente en el bar. Aunque la situación en la que se encontraba era, en cierto modo, una mera coincidencia, no podía permitirse arriesgarse. Mientras escuchaba a lo lejos la voz de Asradi mencionando algo sobre "ir con vosotros," Ubben estaba tan absorto en sus pensamientos que no prestó atención a sus palabras. Era evidente que ni siquiera había procesado el contenido de sus comentarios.

Solo cuando levantó a Asradi por segunda vez y ella le aseguró que podía caminar, Ubben reaccionó mínimamente. A pesar de su reconocimiento tardío, no se detuvo ni se disculpó; prefería mantener la apariencia de que seguía actuando en piloto automático antes que admitir que había actuado sin pensar o que se había equivocado. Ya en altamar, cuando Asradi respondió a sus palabras, Ubben no pudo evitar reírse. -Eso no fue tan arriesgado, tenías que haberme visto ayer escapando de la marina en el puerto- comentó sin pensar en que se estaba delatando a sí mismo. Luego añadió -Sí, nos vieron... Pero bueno, al menos yo tenía que zarpar hoy mismo de esa isla...- Fue en ese momento que se dio cuenta de que había revelado demasiado sobre sí mismo. Sin embargo, ya era demasiado tarde para retractarse; tarde o temprano, alguien descubriría su rostro en un cartel de "Se Busca."

Al observar a la sirena mordiendo su labio inferior, Ubben no pudo evitar sentir una punzada de lástima. La situación le recordaba sus primeros años de fuga, cuando enfrentaba solo las persecuciones de la marina. Después de todo, llevaba más de una década evadiendo a las fuerzas de la ley en el East Blue. -No te disculpes... no eres la única que tiene secretos- dijo el peliblanco, levantándose para ajustar la dirección del timón con cuidado. Metió la mano en los bolsillos de su abrigo y sacó un arrugado papel, que ofreció a Asradi. -Ni siquiera soy culpable de lo que se me acusa... Pero necesitaban un chivo expiatorio- añadió, encogiéndose de hombros. El papel era su propio cartel de "Se Busca," que había arrancado de un tablón de anuncios en la posada donde se había alojado la noche anterior junto con Gavyn.

Wanted


Miró a Asradi, sin estar seguro de cómo reaccionaría. -Ya estamos a buena distancia, soltaré el ancla... No debería ser tan profundo el mar aquí.- Comentó, tratando de mantener la calma. Con una patada, soltó el ancla, que se extendió mucho más en profundidad comparado con el puerto donde estaban anclados, pero la cadena fue lo suficientemente larga como para tocar fondo. Luego, con la misma tranquilidad, recogió las velas y se acercó a donde estaba Asradi. -En un par de horas deberíamos reunirnos con el resto en el Faro de Rostock, así que tenemos un pequeño momento para relajarnos.- Dijo el bribón de ojos dorados, dirigiéndose a uno de los laterales del barco para atar una cuerda a un cabo y arrojarla al mar. -En lo personal, necesito refrescarme un poco. Con permiso- comentó sin más, mientras se quitaba el tricornio, el abrigo, la chaquetilla y la camisa. También se deshizo de los zapatos y, con una sonrisa en el rostro, saltó al mar.

Aunque pudiera parecer una actitud infantil, era una forma de invitar a Asradi a relajarse y sentirse más cómoda. Habían pasado un buen tiempo en tierra desde que se conocieron, sin contar que ella ya llevaba un rato con Airgid y Hammond. Ubben estaba consciente de que la situación no debía ser fácil o comoda para la sirena, teniendo que ser cargada para escapar, especialmente si no estaba familiarizada con ellos. Por eso, intentó llevar la conversación a un lugar donde ella pudiera estar libre de cualquier impedimento... Después de todo, el grupo le había agradado, y ceder un poco de control en ésta situación, no sonaba tan mal.
#3
Asradi
Völva
No pudo evitar esbozar una sonrisa al imaginarse a Ubben huyendo. Vale, no era un situación quizás agradable, sobre todo si iba la marina detrás tuya. Pero tal y como él lo narraba, le había hecho un tanto de gracia. Como que la situación se destensaba un poco. De todas maneras, sí se sorprendió un poco cuando Ubben se abrió un poco más con ella. Asradi le escuchó en silencio, sin interrumpirle. Y no pudo evitar sentir una punzada de lástima e indignación al mismo tiempo. No por el cartel de Se Busca que, ahora, el chico le enseñaba, arrugado.

Un chivo expiatorio. Eso lo había visto más veces de lo que le gustaría. Finalmente, le dedicó una sonrisa un tanto más suave.

No te preocupes, me has demostrado que eres buena gente. Al menos de momento. — Hizo una mueca un poco más seria, antes de echarse a reír de manera suave. — Los carteles de Se Busca son solo eso, papeles. No cuentan el verdadero ser de una persona.

Aunque sí era verdad que algunos sí tenían merecidos eses panfletos repartidos por el gobierno y la Marina. Ubben le parecía un buen tipo, dentro de lo que cabía. Al final, ¿quién estaba exento de pecado? Permaneció sentada, todavía con el papel de Se Busca que Ubben le había dado para que lo mirase. Asradi lo dobló con sumo cuidado antes de volver a entregárselo a su dueño.

Ten cuidado con las corrientes. — Le advirtió, cuando el moreno dijo que iría a soltar el ancla. Al fin y al cabo, todavía tendrían que esperar a que los demás llegasen. Y esperaba que llegasen y lo hiciesen sanos y salvos.

No pudo evitar mirar unos momentos hacia el mar, y luego hacia el pueblo. De momento todo parecía tranquilo.

¿Ellos se encargarán de los víveres? — Preguntó, refiriéndose a los demás. De hecho, se levantó del asiento y dió unos cuantos saltitos graciosos para moverse por la cubierta del barco.

Pero Ubben tenía razón, tenían un par de horas para relajarse. De hecho, se quedó unos momentos pensativa mientras el varón se quitaba parte de las ropas, zapatos inclusive.

¿Qué estás...? — No terminó la frase para cuando el chico se lanzó de cabeza al mar. Asradi se asomó por la borda, viéndole flotar en la superficie, disfrutando de las suaves olas. Le dió envidia, claramente, pero también le miró con una sonrisa entretenida.

Ten cuidado, no se te coman los tiburones. — Bromeó antes de seguirle el juego.

Acto seguido, se quitó las prendas que Galhard le había regalado, antes de haberse encontrado con todo este grupo, y las dejó cuidadosamente sobre un barril del barco. Así que solo se quedó visible con su cola de sirena y con la parte superior de lo que pudiese ser un bikini de tela más fuerte que cubría esa anatomía femenina en su pecho.

Sin más, se lanzó al agua, donde se sintió totalmente a gusto. Incluso nadó y buceó un par de veces alrededor de Ubben, antes de asomar la cabeza por la superficie, dejando que las olas les meciesen.

Se le notaba libre y relajada en medio del mar. Era su elemento, al fin y al cabo. Su cola de tiburón agitándose muy suavemente bajo el agua.

Podríamos pescar algo. Y yo podría reabastecerme de algas medicinales si hay por la zona. — Le propuso, meciéndose por las olas de manera suave. — En cuanto a lo de reunirnos, es en casa de Airgid. Deberíamos dejar el barco en la costa cercana y luego desembarcar. Creo que recuerdo el camino hacia donde vive ella. — Añadió.
#4
Ubben Sangrenegra
Vali D. Rolson
La sirena de cabellos oscuros había catalogado al peliblanco como una buena persona... ¿Tan fácil había sido ganar su confianza, o se trataba de un truco para que el bribón de ojos dorados bajara la guardia? A Ubben no le molestaba quedarse en el lado de la buena estima de quienes le rodeaban; de hecho, lo prefería. Sin embargo, ni siquiera bajo tales circunstancias solía bajar la guardia. Su naturaleza desconfiada le impedía hacerlo, pues jamás daba puntada sin hilo y siempre tenía un motivo oculto tras cada acción. -Gracias... la gente no suele verlo así- respondió con calma, mientras tomaba de nuevo el cartel que Asradi le había devuelto.

Cuando la sirena le advirtió sobre tener cuidado con las corrientes marinas, Ubben simplemente levantó el pulgar en señal de aprobación y siguió con lo suyo, sin perder la concentración. Mientras bajaba el ancla para asegurar el barco, observó de reojo a la sirena, que lo seguía a la cubierta dando pequeños saltitos que, a su pesar, resultaban bastante divertidos de ver. -No te rías... no te rías...- se repetía mentalmente, mientras ajustaba las velas. -Ni idea, la verdad...- comentó distraídamente, lanzando una cuerda recién atada a un cabo hacia el mar. -Tengo comida para una semana, y alcanza para dos personas... pero habrá que hacer algo al respecto.-

Cuando Ubben se lanzó al agua, sintió de inmediato el choque del frío contra su cuerpo acalorado. Sus músculos se contrajeron por un segundo antes de relajarse nuevamente. No solía saltar al mar de esta manera; cada paso que daba al conocer a alguien nuevo formaba parte de un intrincado entramado de mentiras y acciones calculadas para mantener el control de la situación en todo momento, incluso cuando aparentaba ceder ese control, como ahora, sumergiéndose en el agua. Al salir a la superficie para tomar aire, escuchó a Asradi bromear. -Yo veo al tiburón en cubierta- respondió con una sonrisa pícara, invitándola a unirse a él en el agua. Sin embargo, su expresión cambió a una de sorpresa cuando la sirena se alejó de la borda, aunque esta sorpresa no duró mucho, ya que Asradi saltó de repente, cayendo cerca de él en el agua.

Jamás había tenido la oportunidad de ver a una sirena de cerca, y ahora, con Asradi nadando a su alrededor, no podía apartar los ojos de ella. La sirena le rodeó, nadando y buceando con una gracia natural, su presencia en el agua era majestuosa, casi hipnotizante. La mujer que había ocultado su rostro durante todo el trayecto hacia el puerto ahora irradiaba libertad en su elemento, mostrando una faceta completamente distinta de sí misma. -Oh no... un tiburón me tiene rodeado- bromeó Ubben, levantando las manos en señal de falsa alarma mientras se dejaba mecer por la suave marea, simulando pánico.

La curiosidad comenzó a devorar a Ubben. Había escuchado innumerables historias sobre la velocidad de las sirenas en el agua y la belleza de sus movimientos, y ahora tenía la oportunidad de verlo de primera mano. Mientras Asradi continuaba rodeándole con su cola de tiburón, el peliblanco se sumergió levemente, abriendo los ojos bajo el agua para observarla en su elemento. No era alguien acostumbrado a bucear y no podía aguantar la respiración por mucho tiempo, pero estaba dispuesto a esforzarse para descubrir si los rumores eran ciertos.

No tardó en maravillarse. La agilidad y elegancia con la que Asradi se movía en el agua eran algo nunca antes visto por él. Los oscuros cabellos de la sirena se ondulaban con el agua, contrastando con la luz del sol que se filtraba a través de la superficie, creando un espectáculo visual impresionante. A sus ojos, Asradi no solo era una criatura fascinante por su naturaleza, sino también una belleza cautivadora, aunque no de forma romántica, sinó alguien agradable de observar, lo que hacía la escena aún más entretenida para él. Sin embargo, la necesidad de oxígeno pronto lo obligó a regresar a la superficie, jadeando ligeramente.

Al salir del agua, escuchó a la sirena proponerle pescar y reabastecerse, una sugerencia que consideró sensata. -Pues estamos en tu terreno; no sé cómo podría ayudarte, pero si tú me guías, haré lo que pueda- respondió Ubben con una sonrisa, recuperando el aliento. -Y sí, creo que deberíamos encallar el bote en la costa alrededor del faro, antes de dirigirnos a la casa de la rubia.-

Ubben intentaba mantener la conversación fluida, pero tenía tantas preguntas para la sirena que algunas escaparon de su boca antes de poder detenerlas, ignorando por completo el filtro mental que solía usar para no perder la compostura ni el control de la situación. -¿Puedes hablar bajo el agua?- preguntó con una mezcla de curiosidad y asombro, y sin esperar respuesta añadió -¿Si yo hablo bajo el agua, tú me escuchas normal o como gritos ahogados?- Se detuvo en seco, consciente de que estaba bombardeando a Asradi con preguntas, y se disculpó rápidamente. -Perdón, me pudo la curiosidad, eres la primera sirena que conozco...- Nadó un poco más, disfrutando del agradable balanceo del mar mientras observaba el cielo. Luego giró el rostro en busca de Asradi y comentó -Entonces, ¿cómo pescaremos?-
#5
Asradi
Völva
Estaba disfrutando ahora bajo el agua, pues era su elemento. Y después de estar varias horas en tierra lo agradecía incluso. Dió un par de vueltas alrededor de él antes de subir de nuevo hacia la superficie, asomando la cabeza y parte de la clavícula, mientras se mantenía a flote, moviendo suavemente la cola de tiburón en el proceso. Sonrió a Ubben cuando le dijo de ayudarla, pero no estaba segura de cuánto aguantaría el chico la respiración. Las algas que solía utilizar estaban bastante profundas.

Primero busquemos las algas. Luego la pesca. — Asradi miró un poco a su alrededor.

No estaban tampoco tan lejos de la costa, así que ese era un buen lugar. Se volvió a zambullir un par de minutos, a nado rápido, solo para echar un vistazo de la zona bajo el agua. Se movía con agilidad y rapidez en el océano, por lo que no le resultaba complicado. En eses instantes Ubben solo podría distinguir una sombra yendo de un lado para otro. Al menos hasta que volvió a emerger.

Hay un lecho de algas y musgo marino a unos veinte metros de profundidad. — Le informó. — Puedo llevarte si logras aguantar la respiración. — Ella se encargaría de llevarlo rápidamente y regresarlo de vuelta a la superficie también con la misma premura en cuanto lo necesitase.

Y, sino, sería ella misma quien le pasase aire, lo consideraba algo natural. Pero al menos cuatro manos trabajaban mejor y más rápido que dos.

Estaba esperando a que Ubben le respondiese alguna de esas propuestas, pero la sirena parpadeó ligeramente cuando el chico moreno le vino con otras preguntas. A ver, vale, podía entender que tuviese esa curiosidad. Incluso, luego del desconcierto inicial, no pudo evitar una risita divertida. Sí, el tipo le resultaba majo y todo. Se notaba que no tenía muchos filtros, por no decir ninguno. Y eso, en cierta manera, le agradaba. Prefería la gente sincera, de esas que te soltaban una bofetada verbal bien dicha, a las que andaban con medias tintas.

Sí, puedo hablar bajo el agua, también comunicarme con los peces y la mayoría de especies marinas. — Le dijo, con paciencia, aunque luego se quedó un tanto pensativa ante su siguiente pregunta. — No estoy segura, ¿los humanos podéis hablar bajo el agua sin ahogaros o sin que os entre agua? — No era una burla, era una pregunta totalmente genuina. — Quizás podríamos probar, si quieres.

No se negaba a experimentar con eso, la verdad.

De todas maneras, cuando él se disculpó, Asradi negó con la cabeza, con una suave sonrisa divertida.

No te preocupes, es normal tener curiosidad. — Ella misma, si estuviese en su lugar, también haría preguntas. — De hecho, yo también me pregunto muchas veces como es la vida en la superficie.

Le guiñó un ojo, con cierta confianza.

Primero vayamos a por esas algas, luego cuando las subamos al barco, nos hacemos con unas redes para pescar. — Miró a Ubben, con más pillería. ¿Se atrevería a bucear tan profundo?
#6
Ubben Sangrenegra
Vali D. Rolson
La sirena se movía con tal libertad y gracia en su medio que Ubben, por primera vez en mucho tiempo, decidió soltar el juego de poder y dejarse llevar. Aquel dominio del agua era algo que él jamás podría igualar, y el peliblanco se dio cuenta de que no tenía sentido intentar mantener el control en una situación donde no había peligro alguno para él. A veces... solo en contadas ocasiones, no todo se trataba de estrategia y manipulación. Por unos minutos, dejó a un lado su desconfianza habitual y se entregó a la experiencia.

Entendido, primero las algas –dijo el moreno de cabellos blancos, mientras hundía la cara en el agua, tratando de vislumbrar el fondo del lecho marino. Pero la profundidad era tal que no lograba ver más allá de unos pocos metros. En ese momento, como una flecha, la sirena pasó a su lado en dirección a las profundidades, desplazándose a una velocidad que Ubben solo podría soñar con alcanzar. En cuestión de segundos, Asradi ya era solo una sombra oscura que se desvanecía en el vasto océano, dejando a Ubben perplejo y admirado. Sus ojos intentaban seguirla, pero a menudo la perdían de vista mientras ella se movía ágilmente entre las algas y rocas del fondo. La sorpresa de Ubben fue tal que, sin darse cuenta, expulsó todo el aire de sus pulmones, quedándose sin aliento. Rápidamente, subió a la superficie para respirar. Una vez con la cabeza fuera del agua, vio a Asradi aparecer a su lado y escuchó a la sirena de oscuros cabellos explicarle que había algas útiles a unos veinte metros de profundidad. 

Mmmm... soy capaz de aguantar la respiración sin problema hasta cuatro minutos; no preguntes cómo lo descubrí, no es una historia bonita –comentó, mitad en broma, mitad en serio. Luego, pensativo, añadió –Lo más profundo que he estado sumergido ha sido a unos diez metros, no fue nada muy terrible.– Soltó una risa ligera, consciente del peligro que implicaba para el cuerpo humano el adentrarse demasiado en las profundides del basto oceano de forma despreocupada. –Pero supongo que si voy contigo estaré seguro, ¿no? Si me desmayo, tú me sacas del agua –dijo con una sonrisa pícara, sintiendo una mezcla de nerviosismo y emoción al depender de la sirena.

Luego de ello fue la verborrea de ubben, y las preguntas del peliblanco habían provocado una breve expresión de sorpresa en el rostro de Asradi, o tal vez fue desconcierto, no estaba seguro, pero sintió un pequeño escalofrío recorriendo su espalda, mientras pensaba rápidamente en cómo podría haber metido la pata. –¿La cagué? ¿Le falté el respeto? ¿Cómo soluciono esto? ¿Y si intenta ahogarme?– Su mente corría a mil por hora, sobreanalizando cada posible consecuencia de sus palabras. Pero entonces, la sirena soltó una pequeña risa, y el bribón de ojos dorados sintió que la tensión se desvanecía.

¿¡Puedes hablar con los peces!?– gritó, fascinado, con un brillo en los ojos que reflejaba al niño curioso que aún habitaba en su interior, oculto entre los traumas y circunstancias que le habían obligado a madurar rápidamente. –Podemos hacer sonido bajo el agua, pero no sé si se entenderá como tal...– respondió con una mezcla de fascinación y curiosidad genuina. Sin pensarlo demasiado, propuso entusiasmado luego de escuchar a la sirena estar dispuesta a descubrirlo –¡Probemos!- Sin esperar más, Ubben se sumergió de nuevo y gritó bajo el agua –¿HOOOOLAAAA, ME ENTIENDES?– No sabía qué esperar, pero estaba ansioso por descubrir cómo reaccionaría Asradi. Ubben emergió riendo, sintiéndose más relajado y divertido que en mucho tiempo.

Asradi comprendía la curiosidad de Ubben y confesó también sentir un gran interés por la vida en la superficie. Le dedicó un guiño juguetón que hizo que el corazón del peliblanco diera un vuelco inesperado saltandose un latido, incluso se sonrojó ligeramente, sorprendido de que la sirena hubiese dado el guiño, pues solía ser él quien jugaba de esa forma con la gente, no al revés. –Bueno, entonces ya no tienes excusa para no venir con nosotros – dijo Ubben con una sonrisa, todavía con las mejillas ligeramente coloradas. –Hammond y Airgid vienen conmigo –afirmó con seguridad, antes de añadir –Entre los tres te defenderemos de la escoria humana.– Las palabras salieron con facilidad, pues para él, el esclavismo era uno de los pocos límites que evitaba cruzar a no ser que realmente no tuviese otra opción a la que recurrir. Por suerte, con su experiencia en los bajos fondos podría identificar fácilmente a quienes debía evitar.

La pelinegra volvió a señalar las algas, y Ubben asintió, decidido. –Dame un segundo, en ese caso necesito hacer algo antes de sumergirme. –Nadó rápidamente hacia la cuerda que había lanzado al agua, usándola para acercarse al barco y subir a la cubierta. Una vez a bordo, se quitó la ropa empapada y corrió hacia el camarote para cambiarse por un pantaloncillo corto con muchos bolsillos, ideal para moverse con mayor agilidad en el agua. Además, se equipó con unos goggles que había robado en su paso por el puerto de DemonThoot y se aseguró de llevar una funda de cuero en el antebrazo, donde guardó sus Senbon, por si acaso. –¡Estoy listo! –gritó Ubben desde la cubierta, antes de correr y lanzarse al agua con un salto lleno de energía y emoción. Se sentía increíblemente vivo.

Bueno, tú me guías –dijo el bribón de blancos cabellos, sujetándose sin dudar por los hombros de Asradi. No se le ocurría otra forma en la que ella pudiera llevarlo, así que se aferró a ella con confianza. –Solo dame unos segundos– pidió, comenzando a respirar profundo y constante, preparándose para la inmersión. Tras unas cuantas respiraciones controladas, tomó una última inhalación profunda y asintió con la cabeza, indicando que estaba listo para la aventura que les esperaba en las profundidades del océano.
#7
Asradi
Völva
¿Ubben quería probar lo de hablar bajo el agua? La sirena le miró no muy convencida, pero también había un ligero deje de curiosidad que se imprimía en su mirada azul, ahora clara como el océano. Se sumergió ligeramente cuando él lo hizo, y ambos se quedaron mirando el uno al otro bajo el agua. Asradi permaneció expectante. Y cuando algunas burbujas salieron de entre los labios de Ubben, no pudo evitar una risa. Alzó un dedo, el pulgar concretamente, antes de que él emergiese.

Sí le había escuchado y medio entendido. No era tan claro como si fuese un habitante del mar, con el cuerpo ya adaptado para ello, pero había servido.

Pues sí te he escuchado. Un poco raro, pero sí. — Le sonrió divertida por la situación que se había generado. Al final, quizás no era tan malo acompañar a ese grupo. Airgid le caía bien, y tanto Hammond como Ubben parecían buena gente. Cada uno con sus cosas, obviamente. Ella también tenía lo suyo.

De hecho, cuando él le dijo que le protegerían, se le dibujó una sonrisa suave. Tierna incluso. Eso era muy caballeroso por parte de Ubben, bonito, quizás.

Te lo agradezco, aunque sé defenderme. — Sí era verdad que en tierra tendría más problemas para moverse, pero no estaba indefensa del todo. Aún así, era de agradecer la preocupación y el interés de Ubben. — Aunque no todos los humanos son escoria.

Era consciente de eso, no iba a ser injusta y meter a todos en el mismo saco. Al fin y al cabo, ellos parecían buena gente. Y antes de ellos, Galhard había sido extremadamente amable y solícito con ella. Cuando Ubben dijo que necesitaba regresar al barco, Asradi asintió y esperó en el agua. Se sumergió unas cuantas veces más, dos o tres, solo para comprobar que no había peligro. Había unos cuantos peces por la zona, pero no había depredadores. No quería tener una situación peligrosa en el mar con Ubben cerca.

El chico no tardó demasiado, ahora equipado para sumergirse, con unas gafas de buceo y unos pantalones con algún que otro bolsillo.

¿Preparado? — Preguntó, después de haberle dado el tiempo que él le solicitó para tomar aire y acompasar la respiración.

Solo cuando Ubben le dió el visto bueno, sujeto a sus hombros, fue que Asradi se sumergió con él. Primero lentamente y luego fue avanzando a buen ritmo. No iba a toda la velocidad de la que era capaz, consciente de que el cuerpo del humano tendría que habituarse poco a poco. Y, aún así, seguía buceando más rápido que uno promedio. A medida que descendían, podían ver la cantidad de peces que se refugiaban en las zonas de roca del lecho marino de esa zona, los corales y otras criaturas que vivían allí. Asradi miró un momento por encima de su hombro, solo para comprobar que Ubben estaba bien. Le sonrió levemente.

Están cerca. — Le indicó, señalando una gran roca donde un jardín de algas marrones y verdes se mecían de manera suave e hipnótica, a merced de la corriente marina. Tenían colores brillantes y también servían de refugio para crustáceos y peces pequeños. Sin dudarlo, la sirena le llevó hasta allí. — Puedes explorar si quieres, me quedaré cerca tuya.

Asradi le sonrió, mientras sacaba un cuchillo que había tomado antes de tirarse y comenzaba a hacerse con el musgo que estaba bien pegado en la roca.
#8
Ubben Sangrenegra
Vali D. Rolson
El bribón de ojos dorados sintió una inexplicable felicidad cuando Asradi confirmó que había logrado entenderle bajo el agua, a pesar de hacer hincapié en que su voz sonaba extraña. Ubben no pudo evitar sonreír con la genuina alegría de un niño pequeño. En el poco tiempo que había pasado con la pelinegra, no la había visto sonreír tanto como lo hacía ahora, sumergida en su elemento natural. Aunque entendía de alguna manera la razón, había algo que le resultaba peculiar y casi fascinante en cómo el agua parecía darle vida. Con una leve sonrisa, la sirena agradeció su ofrecimiento de protección y aseguró que sabía defenderse bien por sí sola. Ubben, con una mirada que combinaba picardía y seriedad, replicó —No lo pongo en duda, querida, pero mientras tú te encargas de lo que tengas enfrente, nosotros te cubrimos la espalda— Su tono era firme pero amigable, tratando de mostrar que su intención no era dudar de las capacidades de Asradi, sino sugerir que trabajar en equipo siempre era más seguro.

Ubben nunca se había considerado un héroe o alguien especialmente altruista. Su propuesta de defender a Asradi no provenía de un deseo de ser protector o caballeroso, sino más bien de una fría lógica de supervivencia, pues viajando juntos, las probabilidades de sobrevivir ante enemigos numerosos o poderosos aumentaban considerablemente. —Si te soy sincero, guapa, aquellos que no son escoria son solo la excepción que confirma la regla... al menos a mi vista— añadió con una sonrisa apagada en su rostro, reflejando una mezcla de cinismo y resignación. Para él, la "naturaleza humana" era un ciclo constante de pisotear al más débil para escalar, algo en lo que él mismo se había especializado a lo largo de los años. En cierto modo, se veía a sí mismo como parte de esa misma escoria que tanto despreciaba.

Cuando el peliblanco estuvo listo, la sirena de cola de tiburón comenzó a descender a una velocidad moderada, claramente consciente de los efectos de la presión del agua en el cuerpo humano. A medida que descendían a una buena velocidad hacia los casi veinte metros, Ubben sintió cómo la presión del océano aumentaba a su alrededor, apretando su pecho y oídos. Notó cómo Asradi lo observaba atentamente durante el descenso, probablemente para asegurarse de que permaneciera consciente. Ante su mirada atenta, Ubben le dedicó una sonrisa, queriendo demostrar que estaba bien.

Al llegar a una gran roca cubierta de algas, la voz de Asradi resonó claramente en sus oídos, señalando la ubicación de las algas que buscaban. Ubben asintió mientras la sirena lo sostenía sobre sus hombros, acercándolo a la enorme piedra repleta de vegetación marina. Al observar más detenidamente, su mente imaginativa empezó a volar... La forma irregular del pedrusco y el hecho de que estuviera en medio del océano lo hicieron pensar en un meteorito, lanzado por algún gigante colosal a modo de ataque devastador. Sacudió la cabeza para despejar esos pensamientos, volviendo a la realidad al escuchar a la sirena de cabellos negros indicarle que podía explorar a su antojo, mientras ella se quedaba cerca por si necesitaba ayuda.

Ubben asintió de nuevo y, con un rápido movimiento, sacó dos de sus fieles agujas de combate, tomándolas como si fueran palillos chinos. Comenzó a cortar los tallos de las algas con una precisión inusitada; las Senbon, aunque pequeñas, eran sorprendentemente afiladas, y el peliblanco las manejaba con la destreza de un maestro. Mientras se concentraba en recolectar las algas, Asradi usaba un cuchillo para raspar el musgo de la piedra. Los segundos se transformaron en minutos mientras ambos trabajaban en silencio, inmersos en su tarea submarina.

Sin embargo, Ubben pronto sintió la creciente urgencia de aire en sus pulmones. Una sensación familiar pero inquietante comenzó a asentarse en su pecho, y la necesidad de respirar se volvió imposible de ignorar. Con movimientos rápidos, hizo señas a Asradi, indicando su falta de oxígeno y la necesidad de subir a la superficie. A pesar de la prisa, una sonrisa se asomó en sus labios al ver que había cumplido su parte del trabajo, sus bolsillos estaban llenos de algas y otras se enredaban alrededor de su torso como enredaderas submarinas.
#9
Asradi
Völva
Durante el descenso se había asegurado de que fuese cómodo y seguro para Ubben, y le dejó a sus anchas una vez llegaron al lugar correcto y que ella había elegido para comenzar a recolectar. Por fortuna, no necesitaba grandes cantidades, pero nunca estaba mal tener un poco de sobra para cualquier emergencia que pudiese surgir. Sabía qué recolectar, así que lo hizo con premura.

De todas maneras, no le quitaba la atención de encima a Ubben. Para cuando el chico se acercó a ella, indicándole que necesitaba tomar aire, Asradi asintió y guardó el cuchillo en la mochila, junto con las hierbas marinas que había logrado recolectar. También vió las que el moreno había conseguido, y le sonrió en consecuencia.

Era hora de regresar. No quería que Ubben se le muriese ahí por falta de aire.

Le hizo un gesto para que se sujetase y, en cuanto lo hizo y ella se aseguró de que todo estaba bien, comenzó nuevamente el ascenso. A la misma velocidad con la cual antes había descendido, por el tema de la presión. Quería creer que les daría tiempo. Y, en todo caso, si de repente Ubben perdía aire y no era capaz de aguantar, se lo proporcionaría de otra manera.

Fuese como fuese, le ayudó a asomar a la superficie y ella sonrió al fin, mirándole.

¿Estás bien? Tómate tu tiempo si lo necesitas. Era una buena profundidad y quizás tu cuerpo necesite volver a habituarse. — Ella estaría a su lado por si necesitaba donde apoyarse.

O por si llegase a marearse por algún motivo. Pero habían conseguido suficientes algas y musgo medicinal como para que pudiese hacer una buena cantidad de medicamentos.

El vaivén de las olas, suaves, les mecía y estaban relativamente cerca del barco según Asradi había emergido con el moreno.

De hecho, le volvió a dedicar una sonrisa dulce.

Lo has hecho muy bien. — Era un halago en toda regla. Y, para ella, había sido de gran ayuda.

En cuanto Ubben se recuperase, podrían subir de nuevo al barco a dejar las algas, para que se secasen al sol e ir a por las redes para pescar.
#10
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