¿Sabías que…?
... existe una isla en el East Blue donde el Sherif es la ley.
[Diario] [D - Pasado] El camino del loto. Parte 1.
Gautama D. Lovecraft
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~ EL CAMINO DEL LOTO ~
Parte 1


~ En una isla de alguna parte. Templo Gautama.
~ Año 666.


De entre las infinitas historias que conviven en este basto mundo, la que se cuenta a continuación se remonta desde un verdadero inicio inconcluso pero del que a día de hoy, el protagonista está enormemente agradecido de que haya sido así. No tuvo los más lujuriosos cuidados, la cama más cómoda o la comida más suculenta, pero si que creció en un entorno que hasta el que más prejuicios prolifera, estaría encantado de haber experimentado.

Todo se remontó hace casi 60 años, cuando al maestro fue llevado un calmado retoño que dormía plácidamente, a primera hora de la mañana, envuelto en una sábana y portando una pequeña carta en su interior, en ella, podía leerse con dificultad un nombre, pues la tinta de aquel papel se encontraba corrida debido al rocío de la madrugada y, aunque no se pudiera leer correctamente y en su totalidad, la D. y Lovecraft aún quedaban legibles.

El maestro, por respeto a aquella inofensiva criatura desamparada, la rebautizó como Gautama D. Lovecraft, algo que por tradición ya solía hacer con los huérfanos que de vez en cuando aparecían a las puertas del templo.

Gautama fue el maestro primigenio con el poder de la iluminación, el progenitor de la filosofía que se adopta en el templo, y hasta ahora, le primero y el único en manifestar la forma divina, según los dibujos tallados que se encontraban por cada una de las estancias del templo, así como los escritos de la biblioteca.

Desde aquel entonces, una de los muchos trabajos de los hermanos, ha sido darle forma al presente para desentrañar todo lo relativo al maestro Gautama, especialmente su poder para que no caiga en mala manos y regrese a cualquiera de sus descendientes elegidos, pero en la actualidad por desgracia, aún no se sabe nada. Sin embargo, desde hace varias generaciones, el templo vive de las donaciones de la marina para subsistir, y este mismo, ofrece a algunos de los hermanos más capacitados para servir al cuerpo para que, entre otras cosas, salgan también de las inmediaciones y puedan de alguna forma recabar información que ayude a las investigaciones de sus otros hermanos.

No obstante, tanto el maestro, como el resto de sus pupilos, saben que la marina es un mal necesario por el que deben de pasar para seguir manteniéndose con los pocos recursos que aún mantienen, ya que guardan con esta pocas similitudes en cuestiones de ética, formas, conductas y sobre todo justicia, pero, ¿Acaso cualquiera que viva lejos del camino de la iluminación no dictan sus acciones lejos de la doctrina del templo? Es por ello que, esa tolerancia acabó cediendo hacia un favor mutuo del que ambas partes acaban por beneficiarse.

Lovecraft creció adoptando la doctrina que el maestro y sus pupilos más directos enseñaban día a día al resto, una filosofía asceta dedicada a alcanzar la iluminación del ser, de vivir en el aquí y en el ahora, de cultivar el cuerpo y la mente, empatizar con cada ser vivo y defender la integridad de la existencia. Es difícil de encajar cuando la marina discrepa de ciertos medios para alcanzar fines parecidos, no obstante, uno de los objetivos de la filosofía es hacerla llegar cada día a más gente, y popularizarla entre la marina es también una tarea de los hermanos que se alistan en el cuerpo.

Por ello, Lovecraft con un talento persistente en el trabajo y la concepción de uno mismo, forjó su vida abrazando cada una de las doctrinas marcadas por sus hermanos y su maestro, su particular dedicación y empeño, lo llevaron a ser un miembro respetado de su comunidad, y con el paso de los años, ganó enteros para instruir a nuevos hermanos y coger responsabilidades de mayor calado en el templo. Sus labores, comenzaron a ser bien vistas por el maestro, con el cual, comenzó a afianzarse una relación mucho más consistente y cercana, pues la semilla de la constancia sobre la línea marcada de la filosofía del templo, acabó germinando en obtener la gracia y la confianza del maestro.

Entre otras tareas, el D. acabó sobresaliendo en la instrucción, desarrollo y entrenamiento del arte marcial del templo, el Te, la disciplina marcial heredada tras generaciones por el primer maestro Gautama. El Te ha sido una importante marca característica de todos los hermanos, transmitido fielmente siguiendo los escritos y las prácticas del maestro primigenio, Lovecraft lo aprendió una vez alcanzó una madurez validada por el maestro actual, y lo adquirió como todos a través de él, pues solo el maestro estaba en las facultades aptas para transmitir estos conocimientos marciales. Lovecraft, que ya apuntaba maneras en desenvolverse fisicamente con un talento excepcional, logró asimilar los conceptos básicos, medios y avanzados del Te. Su disciplina y trabajo, fueron esenciales para el dominio del arte en todas sus formas, y las largas jornadas de entrenamiento lograron que florezca en él, un hermano ejemplar y curtido en el cuerpo a cuerpo, noble pero implacable.

A lo largo de su vida, agradeció cada una de las enseñanzas que aprendió en aquel entorno tan idílico, creció en valores desde bien joven, y con el paso del tiempo, su buen hacer acabó por recompensarle siendo uno de los pilares y hermanos más fundamentales del templo. Lovecraft, aún sabiendo su posición, aprovechó para dedicarse plenamente a los nuevos hermanos, se convirtió en pupilo directo del maestro, y su ayuda en la transmisión del Te era de vital importancia en cada uno de las lecciones diarias que el maestro hacía.

Aquel joven huérfano, con esfuerzo y trabajo consigo mismo, tocó techo en el templo, y al igual que muchos a lo largo de la historia, como en su día también pidió el maestro, solicitó El Retiro. El Retiro solo podía ser consentido a un máximo de 3 pupilos a lo largo del mandato de cada maestro, y el actual, viendo la esbelta flor de loto en la que se convirtió Lovecraft, dio con gusto su segundo consentimiento para que este, tomase un nuevo pero duro camino en aras de convertirse en un mejor hermano, puliendo cada uno de sus talentos para seguir encontrándose así mismo, en medio de la naturaleza. Y así fue como, a la edad de 50 años, Gautama D. Lovecraft, recogió sus ropas y salió del templo. 

Su objetivo, su ser.
#1


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