¿Sabías que…?
Si muero aquí, será porque no estaba destinado a llegar más lejos.
[C-Pasado] El lobo y la gata en un manantial [Priv. Alexander]
Anmitsu Uguisu
Mitsu- Silencio Nocturno
30 de Primavera (Hace un año)

Mitsu se encontraba en las idílicas islas Gecko, específicamente en la pequeña Isla Manantial, un refugio de lujo donde la naturaleza parecía entrelazar su esencia con la del alma humana. Era un lugar donde el tiempo se detenía, como si los caprichos del mundo exterior no tuvieran cabida entre esas palmeras altivas que se mecían delicadamente al ritmo de la brisa marina. El aire estaba impregnado del aroma dulce de las flores exóticas que florecían sin temor, entrelazándose con la densa vegetación que crecía a su alrededor, como si cada hoja y cada pétalo quisieran contarle a Mitsu su propia historia de vida.

Frente a ella, el océano se extendía como un lienzo interminable, pintado con tonos que danzaban entre azules profundos y verdes esmeralda, un espectáculo que despierta la admiración de cualquiera. Las olas rompían suavemente contra la orilla, un sonido rítmico que parecía murmurar secretos ancestrales cada vez que se retiraban, dejando tras de sí un suave abrazo de espuma blanca y cristales de sal. Mitsu sintió que cada una de esas olas traía consigo ecos de su pasado, recuerdos de días soleados en los que navegaba junto a su madre, cuando el cielo se desperezaba en un azul radiante y la brisa traía consigo risas que ahora parecían lejanas, como susurros de un tiempo que ya no volvería.

Sentada en una hamaca, envuelta en el abrazo suave de la tela que la mecía con delicadeza, la brisa la acariciaba con ternura. Cada inhalación la llenaba de la fragancia marina y floral que la rodeaba, pero también de un profundo anhelo que se asentaba en su pecho, un peso ligero que, a veces, se tornaba denso. Habían pasado ya un par de años desde que su madre partió de este mundo, dejándola con el eco de sus enseñanzas y el legado de su amor. Aunque el dolor se había dulcificado con el tiempo, había un secreto anidado en su corazón, un vínculo de sangre con Anko que resonaba en cada latido. Sin embargo, ese día, rodeada de la tranquilidad desbordante de la Isla Manantial, Mitsu solo anhelaba uno de esos momentos de desconexión y paz que el lugar prometía.

El sol comenzaba a descender en el horizonte, tiñendo el cielo con matices de naranja y púrpura, un espectáculo que parecía pintado por un artista celestial. Mitsu se sumergió en el paisaje, dejando que el momento la envolviera. Cerró los ojos y se dejó llevar, permitiendo que el sonido del océano y el susurro del viento le devolvieran algo de la calma que había buscado tanto tiempo. En ese instante, fue como si las memorias de su madre se entrelazaran con el murmullo de las olas, regalándole fragmentos de sabiduría, instantes de risa y momentos de ternura que iluminaban la neblina de su tristeza.

Después de un rato, Mitsu decidió caminar por la playa, sintiendo la arena tibia entre sus dedos descalzos. Cada paso la acercaba más a la serenidad que tanto necesitaba. Se detuvo frente al océano, dejando que las pequeñas olas acariciasen sus pies, sintiendo cómo el frío del agua contrastaba con el calor del sol que acariciaba su piel. En ese instante, sus pensamientos se volvían más claros, libres de la carga del pasado. - Quizás este sea el lugar donde puedo honrar su memoria, donde las enseñanzas de mi madre resuenan con cada ola- pensó mientras sonreía, como si finalmente encontrara la forma de mantener viva esa conexión.
#1
Alexander Bathory
Doc
Las islas geko habían sido un buen sitio para reiniciar mi vida en el último año, aquellas islas siempre ofrecían trabajo, Syrup siempre tenía gente trabajadora, Kolima solía estar más aislada por lo que ir ocasionalmente era bueno para mantener clientes mientras que manantial bueno era manantial no había mucho que hacer en una isla spa por lo que era lo que menos frecuentaba por trabajo; mi clínica se encontraba en la isla de Syrup la cual se había convertido en un hogar para mi luego de escapar de la marina, poco a poco había logrado aclientar me un poco como un médico de la localidad ganando algo de renombre antes de conseguir un mecenas en un noble de la región lo que había causado un boom en mi reputación en la isla
 
Para mi suerte en aquella ocasión el día había sido tranquilo por lo cual había podido escapar de mi clínica para entrenar un poco en el patio trasero de la misma, para ser más concreto me encontraba golpeando un viejo árbol con mis palmas y garras, algo que había hecho durante tanto tiempo en mi estadía en la isla que había causado que una sección del mismo perdiera su corteza por completo mientras que otras mostraban claras marcas de mis garras –No es suficiente- dije con voz calmada mientras veía mis palmas envueltas en vendajes –aun no lo logro después de tanto… Hasshoken- si hubiera logrado dominar aquel estilo, la forma agresiva en que podía controlar múltiples oponentes aquel día en que lo perdí todo hubiera sido diferente, aquel día de mi pasado no hubiera perdido mi honor, mi orgullo y la mitad de mi alma antes de decir con una voz leve casi apenas audible –Mai…- como si se tratara de un juramento solemne
 
No estoy seguro de cuando estuve reflexionando sobre mi debilidad cuando una voz llamo mi atención a mis espaldas diciéndome –señor Alexander, llego una carta para usted- haciendo que girara a ver a una mujer ya entrada en años vestida como una enfermera –Gracias Elena- dije con calma mientras tomaba mi abrigo poniéndomelo de vuelta –de quien es la carta?- pregunte con calma a lo cual ella pareció mostrarse algo nerviosa –es uno de los regalos del señor Tolgrim- con solo escuchar ello no pude evitar dejar escapar un suspiro, el señor Tolgrim era mi mecenas desde que había salvado la vida de su hijo de una enfermedad pero sus regalos solían ser bastante exagerados o incluso extravagantes a veces, su ultimo regalo había sido una serie de máquinas para un hospital, el problema que no podía instalarles en un sitio tan pequeña como mi clínica haciendo que las rechazara y mejor las donara a uno de los hospitales de la región
 
-¿de que se trata esta vez?- pregunte algo cansado a Elena mientras me daba la carta abriéndole usando mis garras para cortar el sobre notando una clase de tarjeta antes que riera por un segundo –una pase de un año a uno de los complejos vip de la isla manantial- era quizá uno de los regalos más interesante que me había dado Tolgrim –¿lo quieres Elena?- pregunte con calma ofreciéndole la tarjeta –no, me gustaría pero no, usted se esfuerza demasiado tiene que cuidar más su salud y ¡ese! Mal habito no ayuda- dijo enfatizando en el ese en el momento que me vio sacando mi cajetilla de mi abrigo –bien, bien, entiendo, supongo que iré un par de días- dije antes de sonreír un poco –pero ni sueñes que dejare de fumar es más fácil secar el mar- Me asegure de dejar todo en orden en la clínica con Elena a cargo de la misma antes de dirigirme al puerto a tomar el siguiente barco a la isla manantial, por suerte parecía que había habido un barco con un transborde en Syrup aquel día que saldría a la isla manantial posteriormente el cual logre tomar en aquella ocasión
#2


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