Hay rumores sobre…
... que existe una isla del East Blue donde una tribu rinde culto a un volcán.
[Común] [C-Pasado] Mapache Herido [Priv. Rocket]
Anko
Médica Despiadada
20 de Primavera del 721

Entre los enormes árboles selváticos, la temperatura templada del ambiente y en un fino camino de tierra, se encontraba transitando la joven Anko, una aspirante decidida a formar parte de las fuerzas militares anti-piratería del mundo, la Marina. El sonido de la suela de sus botines chocando con la tierra y rocas del suelo dejaban escuchar un sonido tranquilizador y relajante. Normalmente, no suele salir mucho de la Villa Shimotsuki, lugar en donde se encontraba ubicada aquella estructura que podía llamar hogar, pero esta vez era un tanto especial, pues sus salidas no siempre son de paseo.

Sus ojos se movían de lado a lado, explorando aquel ambiente familiar en busca de algunas plantas medicinales que solían crecer en esa zona. Si bien no era una fanática completa de la medicina herbolaria, no podía negar que era una solución fácil y barata a enfermedades comunes y tradicionales. Desde que decidió ya hace años convertirse en médico para honrar la memoria de su madre, parte de su tiempo era invertido en la lectura profunda y detallada de los libros de medicina que su madre poseía en una estantería dentro de su recámara.

La información en esos libros no sólo eran datos de la medicina química, sino también de la natural. A pesar de que sus recursos monetarios le permitían conseguir y experimentar con químicos para fabricar medicamentos, ella prefería ir practicando y puliendo su habilidad de la mano con la medicina naturista. Y como todo, las primeras veces no siempre salen bien, aún con sus años de práctica, seguía cometiendo errores, y era algo normal, pues no tenía de la enseñanza de un superior más allá de algunos libros y escritos de su madre, y claro, algunos recuerdos de su madre fabricando medicamentos y atendiendo a sus pacientes.

Después de tantas prácticas, era de esperarse que los ingredientes empezarán a escasear dentro de sus reservas, y esa era la razón por la que se encontraba recolectando nuevos recursos pata continuar con sus prácticas. Anko se detenía por breves momentos en algunos puntos estratégicos de la zona selvática de DemonTooth, usando sus manos para mover y buscar entre la hierba los ingredientes que buscaba con tanta prisa. Su mente tenía conocimiento de la fauna que habitaba el lugar, si bien no era peligrosa, siempre de tiene que andar con cuidado, la naturaleza puede ser un enemigo bastante poderoso, por eso, su atención también era levemente desviada hacia las zonas circundantes de su búsqueda, buscando no molestar a algún animal.
#1
Rocket Raccoon
Rocket
Les podría narrar esta suculenta historia que vengo dándole vueltas en mi mente desde hace ya un tiempo considerable. O podría simplemente obviarla y comenzar a escribir sobre como hay una pequeña criatura herida en medio de la selva, luchando segundo a segundo por mantenerse un día más en este infierno de mundo en el cual le había tocado vivir. Pero creo que esto último sería bastante aburrido, la verdad... así que sí, les narraré un ligero cuento.

Estamos presenciando una noche más, como cualquiera otra. El fiel y leal satélite que nos viene a saludar desde las alturas cada vez que la cálida luz va desapareciendo para así hacer lugar al frío oscuro. Algunas alimañas comienzan a su actividad, protegidas por el umbral siniestro y sombrío que les otorga la oscuridad de la cual, gracias a siglos y siglos, han sido capaz de hacerla su más fiel compañera y aliada. Una de ellas las podemos visualizar en medio de una de tantas calles de equis ciudad que se te pueda venir a la mente. Un amigo de la noche, y también amigo de lo ajeno... y sí, estamos hablando de un mapache. Pero no de un mapache cualquiera, no. 

Un ruido en la lejanía era el detonante que hacía que un par de ojos girasen a ver que sucedía, en aquella dirección que por consiguiente debía de salir de su habitación, para así poder apreciar con desconcierto que era lo que sucedía fuera de su hogar. El sonido de una lata de aluminio, quizás, ¿podría ser el basurero afuera de su casa?, ¿Quién estaría revisándolo a estas altas horas de la noche? Podría esa ser una de las mil y una preguntas que se me había ocurrido para aquella persona que se había levantado de su sofá y que ahora miraba alarmado como una pequeña criatura peluda irrumpía en su más que merecido descanso luego de un arduo día de trabajo.

[Imagen: mgPYmsh.jpg]
Un sucio y despreciable mapache estaba hurgando en su basurero y tenía todo hecho un desastre.
Pero en calidad, esta no es la historia que les venía a contar. Solo estaba aburrido y mis ambas manos comenzaron a transcribir lo que mi mente estaba procesando, palabra a palabra, sin dejar casi nada afuera de la misma. Ya que este mapache del cual les hablaba, pues sí es un mamífero cualquiera, común y corriente, como lo había descrito antes, una alimaña.

La verdadera historia en realidad estaba por ser contada. Ya que en medio de aquella enorme y extensa zona selvática, una chica de cabello castaño se encontraría con uno de estos, heridos de gravedad y con la respiración entre cortada. Las heridas que tenía, pues ella que practicaba medicina, quizás les podría indicar mejor que yo con lo referente en ese aspecto, pero por lo menos les puedo describir el aspecto de este animal, que en realidad, no era tan animal, esto lo descubriría la chica una vez lograse reanimar al pequeñín, claro, si su benevolente corazón le motivaba a realizar esa tarea, quizás y prefería dejar al animal ahí tirado.

El pequeño tendría bastantes heridas y cicatrices en lo largo de todos sus dedos y también en sus brazos. La muchacha, si empleaba una observación más detallada, se podría dar cuenta de que dichas heridas no habían sido causadas por una lucha con otra bestia del entorno, ya que no parecían ser provocadas por colmillos ni garras. De hecho, si había practicado el abrir la carne con alguno de sus cuchillos de cocina, vería que los cortes son más o menos parecidos, eso sí, mucho más limpios. El resto del cuerpo a simple viste parecía mantenerse intacto. De igual forma, se apreciaba claramente como la perdida de sangre era la que había hecho que la pequeña criatura se desmayara en el lugar. Quién sabe cuanto tiempo llevaría ahí. ¿Sería esta chica un ángel enviado para su salvación, creían los mapaches en ángeles?
#2
Anko
Médica Despiadada
El sonido de las hierbas siendo destrozadas bajo la fuerza de las pisadas de Anko podía delatar su posición fácilmente, al menos para alguien que estuviera entrenado con habilidades de escucha y orientación, pero afortunadamente, esto no era un ambiente de guerra o combate, solo se trataba de una joven médica buscando recursos para continuar con sus prácticas con hierbas medicinales. O eso se podría creer, ya que la chica no estaba sola. Mientras sus manos movían y apartaban las plantas que no le servirían, una figura animal se pudo notar entre la maleza, parecía no moverse en lo absoluto y tampoco se había percatado de la presencia de Anko, pues aquello se encontraba inconsciente.

Un sentimiento enorme de curiosidad inundó por completo el cuerpo de la espadachina, obligándola a acercarse lo suficiente como para poder darse cuenta que aquella figura se trataba de un pequeño mapache de pelaje marrón grisáceo. Pero aquel animalito no se encontraba panza arriba echando una siesta, el pequeño estaba herido con múltiples cortes en sus dedos y brazos. Los ojos de Anko se abrieron sorprendidos por lo que estaba presenciando, rápidamente se acercó a él mapache en el momento que pudo notar también las manchas de sangre en la hierba debajo de él. Aquellos cortes parecían efectuados por alguien hábil usando algún filo, recordando como se veían los cortes de su Katana cuando entrenaba.

Aparentemente, el pequeño animal no se había herido peleando con la fauna salvaje de DemonTooth, algo más había pasado, pero Anko no podría saberlo, después de todo, aquel animal no podía hablar… ¿oh sí? La primera acción de la aspirante a marine fue llevar sus dedos índice y medio descubiertos por la forma de su guante hasta el cuello peludo del mapache, tentando suavemente, buscando su arteria carótida para poder sentir su pulso sanguíneo. Afortunadamente, el mapache seguía vivo, pues su pulso era palpable, pero no por ello se encontraba en perfecta salud, pues este pulso era leve, por lo que tenía que actuar de inmediato.

Rápidamente, la peli marrón llevó sus manos hasta un pequeño bolso de brazo que portaba con ella, en donde iba colocando las plantas ya recolectadas, pero aquel bolso también portaba un pequeño botiquín de primeros auxilios. Sus manos trabajaron de forma hábil para abrirlo y empezar con su trabajo. Empezando por limpiar y desinfectar las heridas generadas en el pequeño cuerpo del mapache, seguido de la colocación de una pomada que ayudaría a la piel del animalito a sanar. Anko estuvo por varios minutos atendiendo al mapache, colocando vendas de tela para proteger la herida ya tratada. La chica llevó su antebrazo cubierto por la manga de su gabardina a su frente para limpiar el sudor que ahí estaba, suspirando cuando vio que el animal había sido atendido, de esa forma, no podría perder más sangre.

Pero no podía dejarlo ahí tirado a la deriva, pues algún animal de la fauna local podría aprovechar la posición tan vulnerable del mapache para llenarse el estómago. Con sumo cuidado, su diestra se colocó detrás del cuello del animal, levantando suavemente su cabeza a la aprobación que su zurda levantaba el cuerpo por la parte trasera de las rodillas. No podía negarlo, aquel mapachito pesaba bastante y dificultaba en gran medida su avance rápido, pero estaba decidida a sacarlo de ahí y llevarlo hasta su casa para dejarlo descansar y recuperarse. Por suerte, el teniente Koshiro, padre de Anko, no se encontraba en la casa esos días, por lo que no habría problema de llevarlo ahí. Fue así, que el andar de la joven comenzó, su posición no estaba muy lejos de Villa Shimotsuku, así que sería cuestión de minutos de esfuerzo el llegar a su destino.
#3
Rocket Raccoon
Rocket
Ahí estaban uno en frente del otro. Pero que más hubiese querido que este encuentro entre una humana practicante de la medicina y un mapache parlanchín hubiese sido de otra forma. Porque no un encuentro casual en alguna plaza o parque de la ciudad. Quizás los dos frecuentasen alguna de las tantas tabernas o locales del lugar, y se pudiese dar ese encuentro fortuito y para nada planeado por entidades cósmicas que mueven todo a su placer. Bueno, la chica parecía ser alguien con bastantes estudios y también dada a las largas lecturas que ofrecería una enorme novela y también pilas y pilas de enciclopedias. Eran sus lentes lo que me hacían creer aquello, quizás. Pero estoy jugando un poco con el metarol que nos proporciona este maravilloso sistema, y ahora mismo escribo como narrador que lo ve desde afuera y no como un personaje de dentro de la historia, así que esta libertad me la puedo dar.

La chica, intrigada por la pequeña criatura, acudiría rápidamente a su rescate. Primeramente, cerciorándose de que aún conservara su existir en este mundo. Al llevar sus dedos al cuello del mapache, si notaria que seguía con vida. Pero algo más quizás llamaría su atención. En la parte de atrás de su cuello, podía apreciar claramente otra gran cicatriz, de hecho, había varias rodeando un punto en particular. Esto se hacía bastante claro, ya que parecía que en dicho lugar no le creía pelo al pequeño ser, dejando a simple vista aquellas ''heridas''. Si la joven Anko intentaba sumar dos más dos en su mente, daría con la deducción rápida de que estoy fue provocado por manos expertas, algún tipo de cirugía se le había hecho a este animal. A partir de aquí, la muchacha seguiría con sus labores de primeros auxilios, logrando así realizar un buen trabajo. El mapache, por otro lado, seguía sumido en su profundo inconsciencia.

En algún otro momento me habría molestado por la forma en la que esta humana había decidido llevar a esta peluda criatura hasta su hogar. Pero bueno, que se podía esperar de esta especie que siempre se cree superior a las demás criaturas que habitan este mundo. Lo dejaré pasar, y porque bueno... esta si es una información que no puedo tomar como metarol para usarla a posterior, ya que ahora sí, entra la narración como el personaje que protagoniza esta historia, claro, junto con la médico.

-¡AHHHHGGR!- Un potente y agudo grito se escucharía fuertemente en la habitación donde me encontraba despertando. Pero no fue por la sorpresa de despertar en un lugar totalmente desconocido, ni tampoco lo había sido por la cantidad de fuertes dolores que sentía en todo mi cuerpo, y sobre todo en mis extremidades superiores, las cuales pude observar que habían sido totalmente tratadas. Nada que ver. El producto de tal grito había sido provocado por una serie de pesadillas algo grotescas que había estado teniendo durante todo este tiempo que había estado dormido, por no decir desmayado. Me miré con atención los vendajes que tenía en mis brazos, era un trabajo muy bien realizado.

'No otra vez no....' No quería volver a lugar de donde había logrado escapar, y eso fue lo primero que se me vino a la mente al ver estos vendajes. Pero esta sensación se quitó rápido, al mirar el lugar donde estaba. No parecía ser parte de aquel lugar que parecía más una prisión para animales y demás. Esto parecía un hogar.
#4
Anko
Médica Despiadada
La revisión de Anko fue bastante exhaustiva y dedicada en la labor de curar al mapache que se encontraba el en suelo. Durante esta revisión, sus ojos se percataron de aquella cicatriz detrás de su cuello, y según los libros que había tenido la oportunidad de leer, esta cicatriz parecía haber sido de alguna operación quirúrgica de antes, realizada por alguien experto en el tema. Esto dejó la pizca de curiosidad en la mente de la chica, quien después de eso, continuó con su tratamiento de forma normal.

Anko se movió por los árboles de la isla con el animalito en brazos, pesado, pero esto no impedía su movilidad, solo reducía su velocidad. Algunas personas miraban a la espadachina con curiosidad, no era la primera vez que llevaba un animalito herido a su casa, pero si la primera vez que ese animalito era un mapache, un animal algo fuera de serie dentro de DemonTooth. Como ya se mencionó, la casa de Anko estaba sola, por lo que no sería problema resguardar a Rocket ahí hasta su recuperación. Con sumo cuidado, la joven depositó el cuerpo de Rocket en un cómodo sofá de la sala de estar. Ya estaba a salvo por ahora.

Posteriormente, dejaría su bolso con lo recolectado en una mesita que servía como división para los dos asientos, ella solo se sentó en otro sofá, ubicado frente al que estaba siendo ocupado por el mapache. Cruzó una pierna sobre la otra y llevó su mano derecha hasta el interior de su gabardina, rebuscando en sus bolsillos interiores aquella caja de cartón con cigarros en su interior, tomó uno y colocó el extremo de este entre sus labios. Justo en ese momento se detuvo y recordó que no estaba sola, talvez el humo grisáceo del tabaco quemado podría fastidiar al mapache inconsciente en su sofá. Como practicante de la medicina, conocía muy bien los males que producía el fumar, no sólo al fumador, sino también a aquellos que podrían aspirar el humo.

La chica dio un leve suspiro por la boca, seguramente el Teniente Koshiro ya estuviera regañándola si la viera fumando, pero tampoco podía evitarlo al haberlo probado a tan temprana edad cuando unos marines borrachos; compañeros de su padre, vieron buena idea darle uno, como cuando un padre borracho deja probar de su bebida a su hijo pequeño. Nuevamente, tomó aquel tubo de papel y lo colocó de nuevo en la caja de cartón, guardándola otra vez en su gabardina, ella pretendía levantarse y preparar algo para su propio consumo, pero un potente y agudo grito la interrumpió. Su mirada rápidamente se clavó en frente, justo en ese mismo mapache que había ayudado momentos antes, el cual ya se encontraba despertando de su profundo sueño, visiblemente asustado por algo, algo que Anko desconocía en ese momento.

La peli marrón esperó a que el mapache se despabilara un poco, seguramente estaría confundido por despertar en un lugar totalmente desconocido para él. — Ya despertaste… —. Diría la espadachina a Rocket, claro, como si estuviera hablando con otra persona. Había escuchado sobre la raza mink, animales de forma humanoide con la capacidad de hablar, pero aún desconocía si el mapache que había curado, era uno. — Debes estar hambriento… Talvez deba preparar algo de comer… No tengo comida para mapaches… ¿Qué comen los mapaches? —. Su tono de voz llevaba curiosidad mientras tocaba su barbilla y pensaba, aún sin conocer la capacidad del pequeño Rocket.
#5
Rocket Raccoon
Rocket
El lugar del que hablamos nunca fue tocado por la luz natural y cálida que ofrecía la gran estrella de magma y lava que cubría las islas de este vasto mundo con su cariñoso abraso del calor con el cual sus infinitos brazos llegaban a tocar cada superficie posible. En cambio, las criaturas que ahí vivían... si bueno, estaban vivas por lo menos, lo único que lograban ver cuando no todo estaba a oscuras, era el brillo artificial que ofrecían unas lámparas situadas a lo largo de unos interminables pasillos, los cuales también eran fríos y ásperos a la vista de los ahí presentes. Pero esta luz, por lo menos, los dejaba verse los unos a los otros, decenas y decenas de prisioneros variopintos que simplemente esperaban ahí el momento que unas manos los tomaran.

Quizás estén pensando en una guardería o en un recinto de animal, y que dichas manos que venían por ellos eran para llevárselos a un hogar, donde podrían vivir felizmente sus días. Pero no, esto es todo lo contrario, y para nada es una historia bonita, pero es una historia que será contada en otro momento. Este era el tipo de pesadillas que atormentaban a la pequeña criatura que ahora veía la habitación donde se encontraba, extrañada del lugar, parecía que era la primera vez que presenciaba un entorno como este. Era cálido y en cierto modo afable. El mueble donde lo habían dejado, era acolchonado, cómodo. 'Malditos barrotes' Pensaba, mientras su respiración comenzaba a desacelerar para que entrase la calma.

Una voz hizo eco en mi sentido auditivo. El tono femenino no me era ajeno, en aquel lugar también había de estos seres con pechos más grandes que el sexo masculino. Eran las que nos trataban un poco mejor, pero aun así, igualmente también eran unas malparidas, al igual que todos los machos, que lo eran aún más. 

Giré para mirarla, parecía una humana común y corriente, como los pocos que había visto. 'Ay.... me vio gritando como una señorita, qué verga va a pensar'. Mire los vendajes que cubrían mis brazos, y la observe a ella. -Fuiste...- Una mueca de dolor se hizo presente, apenas intenté formular una oración entera. -Joder- Me retorcí un poco por el dolor, lo sentía en la garganta, así que llevé mis manos a ella... las cuales también me dolían infinitamente. -tsk- Chasqueaba los dientes -Joder-, en señal de molestia. Eso sí podía hacerlo. Había dejado de mirarla a ella, solo recordaba a pocas su cabello marrón, pero no mucho más. Me volví a tirar a la cama, o al mueble... no sé. La cosa es que no tenía muchas energías para entablar conversación, eso creía. 

Volví a posar mi vista sobre ella, y le levanté el pulgar, haciéndole saber que estaba bien. En más de una ocasión vi a mis captores hacer este tipo de señas, quizás me acostumbre. 

'¿Mapache?' No sabía muy bien que era lo que decía. 'Quizás sea un maldito animal, algo así había visto en uno de tantos libros... supongo que eso es lo que soy'. Pero la palabra comida sí me era conocida, y mis dos ojeras se levantaron en punta nada más escucharla. -Gracias.- Quizás una sonrisa se dibujaría en mi hocico. -Joder- ¿Sabría sonreír? ¿La señorita sabría que eso era una sonrisa? -Pez- Me parecía vergonzoso el tener que hablar de esta forma, -Joder- pero de momento no podía hacer más que eso.
#6
Anko
Médica Despiadada
Una sensación leve de impresión llegó al cuerpo de la joven cuando el animal que había ayudado empezó a hablar, no dijo mucho, pero hablaba palabras humanas con total naturalidad, lo cual sólo significaba una cosa, aquel mapache, se trataba de un Mink o algún derivado de la raza. Esto era un poco emocionante para Anko, pues nunca había tenido la fortuna de ver uno, sabiendo de ellos gracias a libros y por la voz de otros que sí los habían visto de primera cuenta. Su pulgar levantado era un gesto muy usado para afirmar algo sin tener que pronunciar palabra alguna, y cuando Rocket usó aquel gesto, la chica no pudo evitar preguntarse porqué, pues no habían hablado aún, talvez sólo sea en agradecimiento por haberlo ayudado.

— ¿Pescado? —. Los dedos de Anko subían y bajaban en su barbilla mientras escuchaba lo poco que dijo el mapache. — Tengo algo de pescado, supongo debería prepararlo —. Tenía que admitir que su fuerte no era principalmente la cocina, muchas veces que lo llegó a intentar, terminaba con un plato mediocre y mal cocinado, muchas veces dejándolo muy crudo o muy cosido. Para buena suerte del pequeño Rocket, su habilidad en la cocina ya había mejorado, no alcanzaba la maestría que poseía su madre u otros cocineros del mundo, pero sus preparaciones eran comestibles. Incluso su padre tenía mejor sazón que ella, y tampoco era un cocinero experto.

Con un leve suspiro, la chica se puso de pie para dirigirse a la cocina de su hogar. De forma lenta y sutil, retiró de su cuerpo aquella gabardina marrón y la dejó en el respaldo del mismo sofá donde estaba sentada momentos atrás, obvio no iba a cocinar con aquello puesto, capaz y una pequeña chispa podría prender fuego aquella prenda de manga larga y terminar por incendiar toda su casa. — Bueno… Ya que puedes hablar, supongo podremos comunicarnos de mejor manera… Soy Anko. ¿Tienes un nombre? ¿Qué fue lo que te sucedió para terminar así? — La última pregunta se refería exactamente a sus heridas que ella misma curó. Anko no sabía aún que el mapache tenía dificultades para mantener una conversación por el momento, pero su reacción curiosa es normal en las personas.

La espadachina preferiría mantenerse por breves momentos en la sala, esperando alguna respuesta por parte de Rocket antes de moverse a la cocina y preparar la comida que le prometió.
#7
Rocket Raccoon
Rocket
Cientos y cientos de imágenes pasaban por mi mente. Me encontraba ahí echado, mirando al techo de aquel enorme salón donde me había dejado la amable chica de cabello marrón. Creo haber visto a otras humanas como ella, parecía ser algo común que el sexo femenino de dicha raza, llevase el pelo de su cabeza más largo que el de los varones. No sabía si era un detalle importante a recordar, pero sin duda alguna, era algo que me llamó la atención siendo tan pequeño en aquel lugar. Y no solo imágenes de las muchachas eran las que pasaban por mi mente, también recordaba otras muchas, pero eran muy aterradoras e intentaba quitarme aquello de mi mente. Esperaba que el olor a pescado me diera hambre, y me quitase esos pensamientos, pero de momento era algo que iba a esperar.

Entonces me comencé a impacientar con mi manera de hablar. Si sabía como hacerlo, y lo hacía bastante bien. Pero en estos instantes me dolía el querer hacerlo, por lo que me limitaba en gran medida. Comencé a carraspear en mi garganta, a hacer sonidos leves y quizás algo molestos para la chica, si es que estaba escuchando. La escuché diciendo 'pescado'. Así que asentí con mi cabeza. ¿Se dibujaría una sonrisa en mi hocico? No lo sé, pero si pelé los dientes, dejándolos ver. 

-A ver, a ver... Sí, parece que si joder eh- Intente reincorporarme para quedar sentado frente a Anko, quien la escuche haciendo un par de movimientos, pero no había divisado del todo su actuar. Por más que intentase, aún no podía controlar bien mi cuerpo, el dolor al intentarlo iba más allá de lo imaginable. -¿Vives sola? Creo que, hehe... estoy jodido joder eh- Intente bromear, animar el lugar. -Ah mira, ya hablo bien joder eh- Volví a carraspear la garganta. -Parece que esta cosa funciono jajaja joder eh- Volvía a hacer carraspear mi garganta. -Ah ah, disculpa. ¿Te molesta el sonido?- Me había quedado de nuevo mirando hacia el techo, acostado. Pero gire la cabeza para mirarla. -¿Dónde están mis modales, pues? Jajajaja, no tengo joder eh- Algo de dolor volvía a mí, que se hacía notable al entrecerrar mis ojos, haciendo una leve mueca de dolor. -Rocket, así me llamaba esa gente. Y tú dices que soy un mapache, así que seré un Rocket Mapache, supongo. Joder eh.-

Intente nuevamente ponerme sentado, y tras unos segundos de largo sufrimiento, lo había logrado. Mire mis partes, estaban al aire. -¿Eh... tienes algo para taparme ahí, joder eh?- Me tapé mis bolas con la ayuda de mis manos. ¿Se podría sonrojar un mapache? A ver, de que estaba avergonzado, lo estaba. Pero no contaba con un espejo o algo así, de hecho, nunca me mire en un espejo. Así que esa pregunta solo la podría responder la amable humana que tenía en frente. -¿No te creerás que me atacó un enorme oso, verdad? Joder eh-
#8
Anko
Médica Despiadada
Por el sonido que Rocket generaba con su garganta cada vez que quería hablar, se podría decir que le costaba hacerlo en ese momento. La dificultad que estaba experimentando para intentar pronunciar alguna oración era muy notable, esto hizo que la curiosidad llegara nuevamente hasta la espadachina, talvez se debía a su estado, era lo más probable, pero la chica no quería descartar nada. — No vivo sola… Vivo junto a mi padre, pero él no está aquí por ahora… —. Anko negó con la cabeza cuando Rocket le cuestionó sobre sí le molestaba el sonido que estaba generando, sí bien, sí era un ruido molesto, Anko no tenía problemas en que el pequeño mapache se adaptara por medio de esos carraspeos para poder hablar mejor.

— Rocket… Es un nombre algo extraño, sí me preguntas… —. Ella estaba acostumbrada a escuchar nombres totalmente diferentes, pero el mundo es enorme, y no se puede esperar que todo sea igual o similar a lo que veía habitualmente. Anko no respondió directamente a la segunda pregunta de Rocket, simplemente colocó sus dedos en su barbilla antes de despojarse de su gabardina marrón y lanzará hacía el mapache con cuidado, sin verse muy agresiva. — Es lo que tengo a la mano por ahora, no la vayas a llenar mucho de pelo, es mi favorita… —. Pronunció con un tono burlón antes de moverse de ahí con dirección a la cocina de la casa.

Su primera acción dentro de la cocina fue abrir el refrigerador que ahí se encontraba, su mirada buscó con detenimiento el tan ansiado manjar del mar y cuando porfín lo ubicó, lo tomó y lo hizo abandonar aquella cama de aire helado. — Bien… Hace tiempo que no hago esto… —. Susurró para ella misma mientras tronaba sus nudillos usando de apoyo su otra mano. Sin dudarlo, la chica empezó con su preparación, empezando por limpiar el pescado de todas sus escamas, pues siempre resultaban problemáticas a la hora de su preparación. Posteriormente, su mano empuñó uno de los cuchillos para cortar con destreza marcada, parecía que era la única parte de preparar platillos que se le daba muy bien, y no era para menos, su entrenamiento con las espadas le otorgaba esa habilidad, pero algo era obvio, sus cortes eran más agresivos que los d en cocinero experimentado.

Cuando el proceso de limpia y corte estaba completado, sólo faltaba lo más importante, la cocción. Cuestión de minutos fue suficiente para que el aceite se calentara dentro de una sartén metálica y el aroma del pescado cocinado no se hizo esperar cuando Anko echó los filetes en aquel líquido hirviendo. Al ser pesado, debía tener cuidado con los tiempos de cocción, pues dejarlo muy crudo podría ser peligroso para algún ser vivo, pero dejarlo muy cocinado le generaba un mal sabor. Cuando consideró que estaba listo, fue fácil hacer un emplatado sencillo, con los filetes distribuidos por el largo del plato de vidrio acompañado de algunas verduras; cortadas con la misma agresividad que los filetes.

— ¡La comida está lista! Espero te guste, aunque si no te gusta, igual te lo comes, pues ya lo hice jeje —. Dijo la peli marrón con su clásico tono burlón en su voz. Sus manos colocaron cuidadosamente el plato en la mesa del comedor, a varios pasos de la sala de estar.
#9
Rocket Raccoon
Rocket
Ahí seguía en frente de aquella chica, sentado en un sillón enorme, en una casa que no era la mía. Porque no tengo casa, jeje. Mis manos seguían en la posición donde debían de estar, cubriendo mis bolitas. ¿Pero por qué me daba cierto reparo el siquiera pensar que tenía mis partes nobles al aire? ¿Por qué simplemente no las dejaba libres y las exhibía sin ningún tipo de pudor ni vergüenza? Pues no lo sé, sinceramente no lo sé. Me parecía que era lo correcto, quizás, no lo sé. Pero sí me avergonzaba el hecho de estar desnudo en frente de esta dama. Era un sentimiento algo extraño, no lo sabría explicar. Es cierto que donde estaba, nunca vi a un solo humano mostrar más de lo debido, casi siempre, o siempre mejor dicho, llevaban batas largas y holgadas que les cubría todo el cuerpo. De hecho, esta chica llevaba una prenda algo parecida. Pero yo creía ser un animal, eso fue lo que creía con el pasar de los años allá dentro. Y ahora que estoy aquí afuera, noto que tengo comportamientos más humanos que de bestias salvajes.

-¿Y tu papá no se enoja si te ve con un novio? Joder, eh.- Las palabras salieron de mi boca sin pensar demasiado. ¿Por qué hice esa broma? Ni idea... Supongo que el nerviosismo me traicionó. He tenido muy poco contacto social con los humanos, más allá de esos hijos de puta que jugaban conmigo, tratando de ver si entendía palabras o gestos como si fuera una simple mascota. Quizás sentí la necesidad de romper el hielo, de aliviar un poco la tensión del momento. Estaba desnudo frente a una chica, una situación incómoda por decir lo menos, y esa pequeña broma parecía, en mi mente, una forma de relajarme. Pero no, todo lo contrario. Apenas las palabras dejaron mis labios, la incomodidad se intensificó. No le había prestado mucha atención a sus palabras, creo que dijo algo sobre mi nombre y también sobre el artículo que me daba para poder cubrirme. -Si si, gracias joder eh- 

No sabía exactamente donde meterme, de hecho trate de mirar a otra parte, esperando que algún ángel bajase del cielo y me salvase la vida. Pero ahora recordaba, esta chica era ese ángel que me había rescatado. Así que ya no tenía más balas de ángeles que me rescataran, estaba solo ahí frente a ella, nervioso. Mi vista dio con un librero enorme que había en el salón, y sin pensarlo mucho, porque no estaba en ese momento para pensar. Me levanté del mueble y comencé a caminar hacia los libros. Por suerte, eso quería pensar... la chica se dirigió hacia la cocina.

Pasaron un par de segundos y, poco a poco, el alivio comenzó a instalarse en mí. Sin mucho pensar, agarré uno de los libros que estaban a mano, cualquier libro al azar, y me dejé caer en un sillón cercano que, a simple vista, parecía bastante cómodo. Apenas apoyé mis pequeñas y peludas nalgas en el suave acolchado, una sensación inesperada de confort inundó mis sentidos. Era como si el mundo entero se hubiera detenido por un instante solo para darme ese respiro. Nunca había experimentado algo tan lujoso, tan placentero. 'Qué bien viven estos cabrones', pensé mientras mis dedos rozaban la cubierta del libro sin prestarle demasiada atención. La diferencia entre mi vida y la de estas personas era abismal. ¿Cómo podía ser que dos seres en el mismo planeta vivieran de formas tan diametralmente opuestas? Mientras me hundía un poco más en el sillón, casi me sentía culpable por disfrutar de algo que jamás me había pertenecido.

Para cuando la comida ya estaba lista y la chica entraba a la sala para colocar los platos ya servidos, me encontraría totalmente desmayado en aquel sillón. Bueno, tampoco desmayado, simplemente me había quedado dormido por lo cómodo y placentero del mueble. Se podía apreciar una pequeña gota de saliva recorriendo mi hocico hasta caer en la gabardina.

-¡Ah sii si! ¡Comida! Joder eh ¡Si si!- Me desperté alterado al escuchar su voz. Pero una nueva sensación llenaba mis sentidos, nuevamente impactante. Venía de ese plato que traía en las manos, definitivamente era eso. Me acerqué rápido para ver que se trataba. Recordé que había mencionado algo de un pescado, los había visto anteriormente, pero nunca como comida. Tenía el plato en frente de mí, pero algo me decía que debía de esperar a comerlo. Parecía estar inseguro, sí... como un perrito esperando a que su dueño le diera permiso. -Huele jodidamente bien esta verga, Anko... joder eh-. Casi ni la miraba, quizás algo de la vergüenza de antes volvía a mí. Mis ojos estaban pendientes en todo momento del plato con el pescado.
#10


Salto de foro:


Usuarios navegando en este tema: 2 invitado(s)