Alguien dijo una vez...
Crocodile
Los sueños son algo que solo las personas con poder pueden hacer realidad.
Tema cerrado 
[C-Pasado] Bestias en el mar, bestias en la selva
Octojin
El terror blanco
En el claro de la selva que había servido como su efímero refugio, Octojin se esforzaba por mantener la calma a pesar del dolor y la debilidad que le asediaban. El gyojin se concentró en su respiración, intentando ignorar el malestar que la infusión provocaba en su estómago. A pesar de los temblores y la fiebre, la sensación de que su cuerpo comenzaba lentamente a liberarse de la toxina lo llenaba de un tenue alivio.

Se sentía ligeramente mejor después de haber expulsado parte de las toxinas —y de los frutos que había ingerido unas horas antes—, pero se sintió aún mejor cuando Asradi se acercó a él y puso la palma de su mano sobre su mejilla. En ese momento cerró los ojos y se sintió en armonía. Hacía mucho tiempo que nadie tocaba su cuerpo si no era con malas intenciones, y que Asradi hubiese decidido hacerlo, era algo que sin duda le vino fenomenal. Suspiró cuando la sirena quitó la mano y volvió a abrir los ojos, dándose cuenta de cual era la cruda realidad.

De pronto, un fuerte graznido cortó el aire, seguido de un golpe súbito y ruidoso cerca de donde se encontraban. Octojin giró su cabeza con esfuerzo, justo a tiempo para ver una sombra grande que pasaba rozando la copa de los árboles. Las aves, claramente agitadas por su presencia o tal vez atraídas por el olor a sangre, comenzaban a ser más osadas.

El agua que Asradi había preparado para él se encontraba ahora esparcida por el suelo, el recipiente había sido volcado por el aleteo cercano de uno de esos pájaros gigantes. La mirada del tiburón se endureció al darse cuenta de la vulnerabilidad de su posición. No podían quedarse allí, expuestos y con recursos menguantes. La urgencia de la situación lo impulsó a actuar a pesar de su estado debilitado.

—Tenemos que buscar resguardo— dijo Octojin con su voz ronca pero firme—. Algún sitio más protegido... una cueva, quizás, o cualquier lugar menos abierto que esto.

El gyojin se forzó a levantarse, apoyándose en un árbol cercano para estabilizarse. Cada movimiento era un esfuerzo, pero la necesidad de seguridad era más fuerte que su dolor. Observó los alrededores, buscando cualquier indicio de un refugio natural que pudieran usar. Sabía que el movimiento sería riesgoso en su estado, pero también era consciente de que quedarse era una garantía de enfrentar más ataques de las criaturas aladas.

Con paso inseguro pero decidido, Octojin empezó a recoger los pocos suministros que aún podían salvarse del campamento destrozado. Guardó lo esencial en la mochila que Asradi había dejado a un lado, consciente de que cada segundo que pasaban allí era un segundo en el que su situación se volvía más peligrosa.

Miró hacia el cielo, observando cómo las aves comenzaban a descender en espirales más cerradas, sus siluetas oscurecían brevemente el sol de la mañana. Era solo cuestión de tiempo antes de que decidieran atacar de nuevo. El gyojin ajustó la mochila sobre su hombro, listo para moverse tan rápido como su cuerpo herido lo permitiera, no sin antes tener un par de amagos de vomitar, pero algo en su cuerpo decidió que no era el momento.

—Vamos— dijo con urgencia, dando un paso hacia lo desconocido del denso follaje, esperando que Asradi le siguiera. La posibilidad de encontrar un refugio seguro parecía delgada, pero no había alternativa. Octojin sabía que cada paso que daba era un paso hacia su recuperación o hacia un peligro aún mayor, pero no podía permitirse el lujo de no intentarlo. Era un luchador, y aunque el enemigo ahora era invisible y silencioso, estaba determinado a enfrentarlo con la misma tenacidad con la que había enfrentado a todos los desafíos de su vida.

Si Asradi no le contradecía, iría en dirección contraria hacia la que vino, intentando evitar las bestias que le habían causado aquél dolor. También intentaría ir por el camino con más árboles tapando el cielo, de aquella manera se evitaría volver a pasar un mal rato con las aves. Aunque su caminar no era muy ágil, estaba en condiciones de andar y correr al trote. Seguramente no por mucho tiempo, pero ya habría tiempo para descansar cuando estuviesen a salvo.
#11
Asradi
Völva
No solo fue el graznido la que la sobresaltó, haciéndole fruncir el ceño y quedándose más en guardia. Sino también un topetazo no demasiado lejos de donde se encontraban. ¿Había más cosas de esas cerca? Asradi chasqueó la lengua en un gesto de disconformidad, y volvió al lado de Octojin. El campamento seguía más o menos en pie. Bueno, todo lo que había quedado en pie tras el hecho de que el gyojin hubiese aterrizado antes, cuál bólido, en él. Pero el agua se había esparcido, así como otros utensilios, debido al aleteo de aquellas aves.

Lo peor de todo es que Octojin tenía razón. Debían buscar un lugar más guarecido, así que se apresuró a resguardar las cosas en su mochila, con la ayuda del gyojin.

He visto antes una cueva río arriba. — Le dijo, vigilándole también. Él todavía estaba convaleciente. Y no le hizo mucha gracia que, después de recoger todo, él cargase con la mochila. Asradi suspiró. — No sé si está ocupada o no, pero ahora mismo es el refugio más cercano que tenemos.

Tendrían que atravesar la espesura pero, si seguían el río, no se perderían. Además, al estar cerca del agua podrian detenerse, si era necesario, para refrescar la piel de Octojin, a causa de su fiebre. Eso era lo que más le preocupaba a la sirena ahora mismo.

Iba a protestar al respecto, pero el graznido de las aves, cada vez más cerca, le hizo desistir.

Está bien. — Podría adelantarse, pero lo que hizo fue quedarse al lado de Octojin. Incluso apoyó una mano en su costado a modo de apoyo. Más para él que para ella, en realidad. Lo notaba tambaleante, pero no le dejaría caer. Aún a pesar de la diferencia de complexión y tamaño entre él y ella. — Ve poco a poco, y si necesitas detenerte, hazlo.

Le miró con un deje de severidad. Esperaba que no fuese terriblemente terco con eso. Pero también entendía la situación.

Poco a poco comenzaron a adentrarse hacia la espesura de la selva, dejando atrás el campamento y, con suerte, las aves que les habían estado sobrevolando, hambrientas. Pero tampoco sabían qué podrían encontrarse a medida que avanzasen hacia el follaje. Los árboles eran cada vez más altos, creando claroscuros. Los sonidos de las cercanías tenían totalmente alerta a Asradi.

El curso del río no estaba demasiado lejos, podrían escuchar el murmullo refrescante del agua desde ahí. Aprovecharía, también, para reabastecerse de la misma una vez llegasen y continuar tratando a Octojin, aunque fuese de camino. De hecho, iba pendiente de la herida de él, que no se le abriese más. Por fortuna, las gasas limpias todavía aguantarían un buen rato.
#12
Octojin
El terror blanco
Con el caminar tambaleante, Octojin seguía el paso de Asradi, quien había tomado el mando de la situación en busca de un refugio más seguro. Había asegurado que conocía una cueva cerca, asi que iban hacha allí. La cercanía del río les proporcionaba un sonido tranquilizador y constante, un contraste con el susurro ominoso de las aves que, por el momento, parecían haberse alejado algo, quizá fruto de que no podían identificar a los dos habitantes del mar. Mientras avanzaban, la frescura del agua se convirtió en un aliado vital, y Octojin no desaprovechaba ninguna oportunidad para hacer una pequeña parada y mojarse la cara y el pecho, intentando calmar la fiebre que aún le consumía. Lo cierto es que lo consiguió, ya que cada vez que su cuerpo entraba en contacto con el agua, la sensación era más que agradable y su cuerpo iba encontrando una temperatura más común.

A medida que se acercaban a la cueva mencionada por Asradi, el entorno se tornaba más sombrío. Los árboles, altos y densos, tejían una cubierta casi impenetrable que dejaba pasar solo algunos rayos de luz, creando un mosaico de luces y sombras sobre el suelo del bosque. El ambiente se cargaba con el olor a tierra húmeda y vida silvestre, un recordatorio constante de que no estaban solos en aquel lugar remoto.

Asradi decidió poner su mano en la espalda del gyojin. Algo que sin duda le ayudaba a seguir el ritmo y no caer rendido por sus continuos tambaleos. Cada cierta distancia Octojin cruzaba miradas con la sirena, intentando que sintiese que estaba algo mejor, aunque decidió no cruzar palabra para ahorrar energía.

Finalmente, llegaron a la entrada de la cueva. Oculta parcialmente por la maleza y unas rocas dispersas, la abertura parecía invitarlos a un mundo diferente, un santuario lejos de las amenazas del cielo abierto. Sin embargo, su resguardo prometedor estaba ya ocupado. Una enorme bestia dormía justo en el umbral, su cuerpo era una amalgama peculiar de varios animales: tenía la cabeza de un oso con una boca llena de dientes afilados, los ojos cerrados revelaban una mezcla de párpados escamosos. Su torso era grueso y musculoso, cubierto de un pelaje espeso que se mezclaba con manchas de piel escamosa. Sus patas delanteras eran fuertes y acababan en garras como las de un águila, mientras que las traseras parecían las de un lobo, dándole un aspecto feroz y a la vez extraño. La cola, larga y flexible, se enrollaba a su alrededor, con espinas visibles que se erizaban incluso en su sueño. Aquella bestia parecía sacada de una fábula.

Mientras Octojin observaba con cautela a la criatura, el silencio del lugar se rompió por el sonido del agua corriente y el crujir ocasional de las ramas bajo el peso de la fauna oculta. Los graznidos de las aves habían cesado, quizás desviados por un nuevo interés o disuadidos por la presencia de la bestia en la cueva.

Aprovechando la proximidad del río, Octojin se acercó a la orilla y sumergió sus brazos en el agua fría, intentando aliviar el ardor de su fiebre. Luego, se sentó en una roca grande, mirando hacia la cueva y la bestia que bloqueaba su entrada.

—Asradi, necesitamos un plan,—dijo con firmeza—quizá luchar contra esa bestia no sea lo más inteligente dado mi estado, pero no podemos quedarnos aquí expuestos. Si es necesario, estoy dispuesto a enfrentarla para asegurar nuestro refugio. El primer golpe se lo comerá, está dormido. Quizá si es lo suficientemente fuerte…

Su propuesta reflejaba un valor que, bajo otras circunstancias, podría haber sido considerado temerario. Sin embargo, en aquel momento, era una muestra de su resolución y su deseo de proteger no solo su propia vida sino también la de su inesperada compañera en aquel lugar implacable.

El escualo se caracterizaba más por sus agallas que por su inteligencia en el campo de batalla. Lo tendrías que tumbar cinco veces antes de que se rindiera, y probablemente no lo haría hasta estar inconsciente. Quizá esa forma de actuar fuese totalmente en contra de la sirena. Aunque quizá ella se defendiese bien en el campo de batalla. La cosa es que de no entrar allí y estar a resguardo, el tiburón no podría descansar tranquilamente. Aunque… ¿qué habría en aquella cueva? ¿La curiosidad mataría a los habitantes del mar? ¿O los premiaría? En cualquier caso, solo quedaba esperar a que la sirena decidiese.
#13
Asradi
Völva
Personaje


De vez en cuando sus pasos eran más lentos, y también se había detenido en alguna ocasión para permitir que Octojin se refrescase y fuese poco a poco. Ya se habían adentrado en la espesura, dejando atrás a las gigantescas aves. Por ese lado, no era algo tan malo, después de todo. Pero a medida que se adentraban, se escuchaban más sonidos. Cercanos, lejanos. No estaba segura. Podían estar siendo vigilados y no percatarse de si estaban rodeados o no. La sirena aceleró el paso todo lo posible, mientras los sonidos de la selva atravesaban cualquier follaje. Fuese como fuese, no se había apartado de Octojin. No porque tuviese miedo de sus alrededores, aunque no era imbécil. Sino más bien para ofrecerle un silencioso apoyo al gyojin tiburón.

Estamos cerca. — Musitó, reconociendo aquella ruta como la que había tomado el día anterior.

Lo que no se esperó fue que la cueva estuviese ocupada. Precisamente por esa cosa. Los ojos de Asradi se abrieron de par en par, contemplando a la durmiente bestia. Era enorme, y se encontraba justo en el umbral de la gruta en la que ella había planeado llevar al gyojin tiburón para que descansase.

No recuerdo que estuviese ahí la última vez... — Quizás simplemente no le había coincidido de verle.

En silencio, la sirena analizó a aquella criatura. Era como una amalgama extraña de varias. Pero era más bien su tamaño y las zarpas peligrosas lo que le tenían en una posición cautelosa. Incluso, casi por inercia, se arrimó un poco más a Octojin.

Estoy de acuerdo. — Se mordisqueó el labio inferior, pensativa. Necesitaban un plan, y lo necesitaban ya. Y el que Octojin le proponía era arriesgado. No solo para ella, sino también para él, quien era el que estaba en peores condiciones.

Asradi echó un nuevo vistazo a la majestuosa, pero peligrosa, criatura, la cual permanecía dormida al menos por el momento. Todavía no estaba segura. No parecía muy dispuesta a que el gyojin se arriesgase de esa manera. No tal y como estaba.

Aún así, tomó aire. ¿Tenían más opciones? No.

El tiempo apremiaba, ella no conocía de más refugios por la zona. Y él necesitaba descansar cuanto antes. Era arriesgado, pero...

Los ojos azules de la sirena se posaron sobre los de Octojin, con una resolución y una seguridad apabullantes.

Siento tener que pedirte esto, pero nos tocará enfrentarnos a esa cosa. — En verdad detestaba poner en más apuros, tal y como estaba, a Octojin, pero no quedaba de otra. — Yo te apoyaré. Aprovechemos que está dormido, como has dicho, para asestar el primer golpe.

No sabían si podrían vencerle, pero llegados a ese punto, tenían que arriesgarse.

Asradi retrocedió solo un par de pasos. No por miedo o por cobardía, sino para ponerse en una posición estratégica. Tomó aire unos segundos. ¿Octojin había dicho más fuerza? Bien, se la otorgaría. Solo tenía que entrar unos momentos en trance.

De repente, un cántico empezó a resonar, proveniente de los labios de la sirena. Era, como decían las leyendas, una voz embriagante y atractiva para cualquiera que la escuchase. Y, en este caso, inspiradora. A medida que su voz se alzaba, su concentración en la melodía iba tomando más auge. No era un canto delicado. Era fuerte, poderoso, en alguna antigüa lengua de los mares más norteños. Ese mismo cántico envolvería a Octojin de forma inspiradora. El gyojin sentiría no solo más fuerte, sino también más ligero, mientras la sirena mantuviese ese grado de concentración y voluntad en su canto.

La visión era totalmente hipnótica. Los ojos azules brillantes, reflejando la profundidad y la fuerza del océano. Era una visión peligrosa y hermosa al mismo tiempo. Las escamas plateadas de la cola parecían recibir los pocos rayos de sol que se colaban entre el espeso follaje de los árboles, haciéndolas brillar de manera sutil. Y Asradi con los brazos entreabiertos, semi extendidos hacia el gyojin tiburón. Como si fuese alguna especie de guía otorgándole su bendición.

Técnicas usadas


#14
Octojin
El terror blanco
Personaje


Impulsado por el canto poderoso y embriagador de Asradi, Octojin sintió una oleada de vigor y confianza invadir su ser. Cada nota del canto de la sirena parecía fluir a través de él, infundiéndole una fuerza que superaba el dolor y la debilidad de su estado anterior. Era como si cada palabra cantada en aquella lengua antigua y potente se transformara en una oleada de energía que purificaba y revitalizaba su cuerpo.

Con la mirada fija en la enorme bestia que bloqueaba la entrada de la cueva, Octojin evaluó rápidamente la situación. La criatura, un ente formidable que parecía una fusión grotesca de varios depredadores, descansaba con sus enormes zarpas extendidas y su respiración rítmica y pesada creaba pequeñas ráfagas de viento. Su pelaje era un mosaico de tonos oscuros y sus músculos se marcaban bajo la piel con cada respiración, indicando la potencia latente en su ser.

Aprovechando el elemento sorpresa, Octojin se lanzó hacia delante con una velocidad sorprendente para su estado, cerrando la distancia entre él y la bestia en unos pocos y decididos pasos. Aunque aún debilitado, el apoyo de Asradi le otorgaba una fortaleza casi mítica. Con un rugido que rivalizaba con el de cualquier bestia de la isla, Octojin concentró toda su fuerza en un solo y poderoso golpe dirigido a la cabeza del monstruo.

Wanto Giri
KGY301
GYOJIN KARATE
Ofensiva
Tier 3
32
Costo de Energía
2
Enfriamiento
15 Fuerza
Un impacto ascendente en que el usuario buscará trazar un gancho mientras golpea el vapor que rodea a su objetivo para elevarlo por los aires del impacto causando [Empuje] hacia arriba un máximo de 10 metros con el fin de dejarlo expuesto mientras cae.
Golpe Básico CaC + [FUEx2,4] de [Daño contundente]


El impacto resonó a través del claro como el trueno de una tormenta violenta. La bestia fue lanzada hacia atrás por la fuerza del golpe, su cuerpo pesado se arrastró por la tierra y las pequeñas piedras a su paso, dejando tras de sí un surco en el suelo y un hilo de sangre que manchaba la flora local. Despertando bruscamente de su letargo, la criatura soltó un gruñido bajo y doloroso, sacudiendo su cabeza en un intento de reorientarse.

Retrocediendo hacia Asradi, Octojin se preparó para la inevitable respuesta de la bestia. Aunque su acción había sido impulsiva y tal vez imprudente dadas sus condiciones, su instinto protector hacia la sirena y la adrenalina del momento lo mantenían alerta y listo para enfrentar cualquier acometida.

—Tu canto... es como el poder de las olas —comentó Octojin, todavía sintiendo el eco de la melodía en su mente—. ¿Cómo lo haces? Eres una caja de sorpresas, Asradi.

Mientras conversaban brevemente, el silencio repentino en los árboles alrededor de ellos se hizo evidente. Los pájaros, quizás intimidados por el conflicto o simplemente desplazados por otras preocupaciones, habían desaparecido o se habían alejado lo suficiente como para que sus graznidos ya no llenaran el aire. Este cambio sutil añadió una capa de tensión al ambiente, concentrando toda la atención en la inminente reacción de la bestia.

Octojin, utilizando la cercanía del río, se agachó para enfriar su rostro y cuello con agua fresca, intentando mantener la calma y la claridad en medio del peligro. Fijándose su mirada en la entrada de la cueva, donde la bestia comenzaba a recuperarse.

—Debemos estar listos para luchar si es necesario. No parece que vaya a dejarnos pasar fácilmente —dijo, evaluando sus opciones y el estado de su propia recuperación—. Pero si logramos superar esto, tal vez encontremos el descanso que tanto necesitamos dentro de esa cueva.

Datos


Stats
#15
Asradi
Völva
Había hecho efecto de alguna manera. Durante el canto, Asradi aún así contemplaba lo que estaba sucediendo, pero su cabeza estaba sumida en aquella melodía, concentrada única y exclusivamente en ello. El golpe que Octojin le había dedicado a la criatura había sido considerable, teniendo también en cuenta el estado en el que el gyojin se encontraba. Aún así, había un deje de preocupación en la sirena, quien tomó aire suavemente, para luego exhalarlo cuando, tras ganar un precioso tiempo para pensar, dejó de cantar.

La interrupción de Octojin, al cual asintió de manera suave y sonrió de la misma manera, había roto su concentración, pero no le culpaba al respecto.

Mi canto... Nuestro poder, Octojin, viene de lo más profundo y antigüo del océano. Es un don que nos han dado. — A los habitantes del mar. Cada sirena, al fin y al cabo, tenía su propio ritmo, su propia entonación. Las de ella eran viejas, fuertes y cargadas de significado.

Aunque su voz era hermosa cuando cantaba, no era excesivamente delicada. Había ímpetu, había algo que la sacudía, que la agitaba, como si los espíritus de los mares se sumasen a ese trance.

Comprobó unos momentos que el gyojin estuviese bien, dentro de su estado. Por fortuna había podido refrescarse un momento en el río en lo que la criatura todavía estaba media confusa.

Yo no tengo la fuerza de un gyojin, no físicamente hablando. — Le explicó, intercambiando brevemente miradas entre él y la entrada de la cueva. Los ojos azules se le habían afilado, señal de que estaba en guardia. No deseaba que aquella bestia les pillase desprevenidos.

Finalmente, su mirada sí que se posó en Octojin.

Pero puedo fortalecerte a ti. Puedo “inspirarte”. — Se le dibujó una sonrisa sutil.

El silencio se había hecho después de eso. Las aves habían huído al escuchar todo el tumulto, la pelea de ambas bestias.

No podemos darle pie a que se recupere. Cuanto antes caiga... Antes podrás descansar. — Era el mayor aliciente que podía darle en ese momento.

Le puso una mano en el hombro, a modo de mutuo apoyo.

Yo seguiré aquí. No te dejaré solo. — Era una promesa.

Se escuchó un gruñido seco de fondo. La especie de quimera comenzaba a espabilarse, buscando a quien le había dado aquel golpe.

Ve. — Animó.

Ella no perdió tiempo, retomando el canto anterior. El mismo que había utilizado para fortalecer e inspirar a Octojin, sumergiendo a ambos en ese arrullo de antaño. De secretos marinos.

Y, a ella, de nuevo en aquel trance.

Técnicas usadas
#16
Octojin
El terror blanco
La sirena respondió a las preguntas del escualo con una gran sinceridad. Ella era consciente de que físicamente era inferior a otros seres del mar, como podía ser él mismo, sin embargo, tenía un don en el canto. Tal y como ella dijo, podía inspirar a los suyos con elegantes cantos procedentes de lenguas muertas que solo algunos agraciados con ese don podían recordar.

Lo cierto era que su habilidad lucía increíble. Minutos antes le había salvado la vida y ahora le estaba dando la energía que físicamente no tenía. La sirena, estaba sumamente concentrada en la pelea que estaban teniendo, y abogó por continuar peleando cuanto antes, ya que su enemigo, la bestia con características de varios animales, aún estaba confusa.

Inspirado nuevamente por el canto de Asradi, Octojin sintió cómo una energía poderosa fluía a través de su cuerpo, sus músculos se tensaron y su mente se enfocó con una claridad asombrosa. Mientras Asradi cantaba, sus palabras reverberaban en el aire, evocando imágenes de los antiguos y profundos océanos que formaban parte de su herencia. No solo sentía el vigor rejuvenecedor; su conexión con la sirena se intensificaba, sintiéndose atraído por la fuerza y la belleza del canto que parecía darle vida nueva. No pudo evitar quedarse embobado los primeros segundos ante lo que estaba viendo.

Siendo un habitante del mar, Octojin había oído cantar a más de una sirena, pero en ninguna ocasión sintió lo que estaba sintiendo allí. Eran cantos que evocaban otras épocas, que contaban una historia, o incluso hechos únicamente por ocio. Pero jamás había sentido algo como aquello. Que un canto fuese capaz de cambiarte el ánimo era algo que podía entender. Pero que te embriagase de ese espíritu, te dotase de esa energía y sirviese para enfocar una batalla con ventaja, era algo que había visto allí por primera vez.

En medio de esa reconfortante melodía, el tiburón notó un cambio físico sorprendente en sí mismo. Sus ojos, que siempre habían reflejado las profundidades azules del mar, ahora brillaban con un rojo intenso, y sus iris se hacían más pequeños, adaptándose para una visión más aguda y enfocada, preparándolo para el combate inminente. Aquello era fruto del olor a sangre que le estaba llegando. El golpe a la bestia había sido tan contundente que había creado un pequeño camino de sangre a medida que la bestia se iba desplazando hacia la cueva.

Sed de Sangre
U82001
ÚNICA
Pasiva Racial
Tier
Los tiburones tienen un instinto predador que se agudiza al oler o saborear sangre. Para Octojin, este instinto se manifiesta de manera aún más intensa, alimentando su fuerza y ferocidad en combate cuando está en presencia de sangre fresca. Al ver/oler/saborear sangre en un radio de 40m el Gyojin obtiene un bono de +5 Fuerza y +5 Agilidad. Además, sus ojos se tornan rojos y su iris se vuelve más pequeño.


Con determinación, se dirigió hacia la bestia que comenzaba a recuperar la conciencia. Sus movimientos eran rápidos y precisos, cada paso impulsado por el ritmo del canto de Asradi. La criatura, aún aturdida por el primer golpe, intentó levantarse y enfrentarse a Octojin, pero estaba claramente desorientada.

Octojin aprovechó este momento de debilidad, contrayendo su pierna derecha y concentrando en ella una fuerza bruta que no habría imaginado posible en su estado previo. Su pierna produjo un impacto directo y poderoso, impactando contra el costado de la bestia, que gruñía de dolor y sorpresa. El golpe fue tan fuerte que la criatura fue desplazada varios metros hacia atrás, dejando un nuevo rastro de sangre sobre la tierra y las hojas.

Rechazo Indiscriminado
VAN302
VANGUARDIA
Físico
Tier 3
36
Costo de Energía
2
Enfriamiento
Vanguardia I - 15 Fuerza
El usuario irá contrayendo su pierna o brazo concentrando toda la fuerza que pueda en ellos, con el fin de liberar un directo y poderoso impacto contra su objetivo llegando provocar un [Empuje] por los aires hasta 15 metros. Cada Turno que canalice la distancia aumentará otros 10 metros y su daño aumenta en 30 por cada Turno. Esta técnica se podrá [Canalizar] un máximo de 3 Turnos.
Golpe Básico CaC + [FUEx2,2] de [Daño Contundente]


Sin embargo, la bestia era formidable y se recuperó rápidamente, lanzando un contraataque que Octojin apenas logró esquivar. El intercambio de golpes continuó, con la bestia totalmente decidida a ganar. Sus garras empezaron a moverse con una agilidad envidiable, y sus movimientos, erráticos, eran complicados de predecir. El tiburón adoptó una pose defensiva y fue amortiguando el impacto de cada golpe que la bestia soltaba, sin embargo hubo uno que impactó de lleno en
su pecho que lo hizo tambalear, pero su determinación no flaqueó.

Con un rugido que resonó por toda la cueva, el escualo reunió todas sus fuerzas para un segundo golpe devastador. Inspirado de nuevo por el canto de Asradi, su golpe final impactó con tal dureza que la bestia cayó al suelo, inconsciente, con un último gruñido que se apagó en la oscuridad de la cueva.

Impacto Directo
COM101
COMBATIENTE
Físico
Tier 1
15
Costo de Energía
1
Enfriamiento
Combatiente I 5 Fuerza
El usuario encarará de frente a su adversario propinándole un poderoso impacto directo con alguna de sus extremidades.
Golpe Básico CaC + [FUEx1,9] de [Daño contundente]


Jadeante, Octojin se volvió hacia Asradi. Sus ojos todavía estaban brillando con un fuego interno. Se acercó a ella, con la respiración todavía pesada por el esfuerzo, y posó su palma de la mano derecha sobre el hombro de la sirena, haciéndole ver que ya había acabado. Aunque se podría tirar horas escuchando la canción que la sirena estaba cantando.

—Tu canto... es más poderoso de lo que las palabras pueden describir. Eres realmente magnífica. Sin tu canto no podría haberle dado ni el primer golpe —dijo, denotando con su voz admiración y un profundo respeto.

Aunque su cuerpo aún resonaba con la energía del combate, Octojin sabía que sin la inspiración de Asradi, el resultado podría haber sido muy diferente. Se sentía agradecido y más conectado con la sirena, consciente de que su presencia había cambiado el curso de la batalla. Juntos, se prepararon para enfrentar cualquier otro desafío que pudiera presentarse en la cueva, sabiendo que podían contar el uno con el otro. Aunque en su fuero interno, el tiburón esperaba que la cueva les diese una tregua de unas horas en las que poder descansar. La batalla le había dejado exhausto, aunque se esforzaría porque la sirena no viese su estado real. Después de todo, el orgullo de un habitante del mar estaba por encima de casi cualquier cosa.

Datos


Stats
#17
Asradi
Völva
El influjo de su canto se esparcía por el lugar, dotando a Octojin de esa fuerza que, ahora mismo, le faltaba a causa del veneno y la fiebre. A pesar de eso, Asradi estaba preocupada. Le molestaba en sobremanera tener que forzar así al gyojin, pero en una situación como aquella, no les quedaba más remedio. Era eso o ser pasto de aquella bestia. Pero ellos también eran depredadores, de otro tipo de territorio, pero lo eran. A pesar de estar concentrada cantando, no pudo evitar contemplar con admiración como, efectivamente, la fuerza bruta de Octojin daban rienda suelta a sus instintos más primarios. Hasta ella también llegó el aroma de la sangre, haciendo que sus pupilas se afilasen, pero nada más que eso.

La quimera cayó del brutal golpe que el gyojin le otorgó. Y, poco a poco, la voz de Asradi fue apagándose momentáneamente, dejando esa vibración sutil en el aire durante unos pocos segundos más. Cuando sintió la mano de Octojin en el hombro, la sirena le sonrió de manera suave. Había un aire de orgullo en su mirada, hacia él y hacia ella misma. Elevó, por igual, una de sus manos y la posó sobre la del otro tiburón.

Ahora tienes que descansar. — Miró por inercia hacia la cueva. Y comprobar que la gruta estuviese vacía.

Fue ella misma la que se adelantó con cautela. No podía arriesgar más a Octojin en su estado. Contuvo ligeramente el aliento cuando se asomó hacia el umbral. La luz se colaba parcialmente y Asradi oteó el interior en el más completo de los silencios. Tras una exhaustiva visual, la chica pareció suspirar con alivio.

Está vacía. Hay algunos restos de esqueletos, pero servirá para que te recuperes. — No le importaba mucho el aroma rancio, aunque no era el mejor. Podía encargarse ella misma de retirar los restos de huesos hacia el exterior.

Luego miró hacia la bestia caída. Había partes de las que no estaba segura, pero...

Al menos tendremos una buena cena. — Una sonrisa se esbozó en los labios de Asradi, guiñándole un ojo a su acompañante. Al cual no tardó en vigilar para que se acomodase en el interior.

Una vez lo hiciese, lo primero que comprobó fue su temperatura. Algo había bajado, aunque estaba segura de que el esfuerzo no lo habría ayudado demasiado.

Reuniré algunas ramas para hacer una hoguera. — Tenía que preparar una nueva infusión, hervir más algas para realizar la pasta antiséptica con la que limpiarle nuevamente la herida y regresar al río cercano para aprovisionarse con agua dulce.

Tú intenta dormir lo más que puedas. De momento estamos seguros. — Le dijo, también para tranquilizarle.
#18
Octojin
El terror blanco
Octojin se sentía completamente agotado, el peso de su cuerpo incrementaba con cada paso que daba hacia la cueva que Asradi había asegurado estaría vacía. Aunque la fiebre había bajado, su cuerpo parecía estar hecho de plomo, cada movimiento era un esfuerzo titánico. El influjo del canto de Asradi lo había ayudado a reunir la energía suficiente para enfrentar a la bestia, pero ahora que la adrenalina se disipaba, su cansancio lo abrumaba aún más. Empezaba a notar los músculos entumecidos y sobrecargados, algo que no era propio en él. Parecía que, pese a todo, el cansancio también llegaba al escualo.

Siguiendo a la sirena, el gyojin se adentró en la cueva. Las piernas le iban fallando a cada ciertos pasos, pero no iba a ser él quien cayese al suelo, y menos delante de aquella sirena. El orgullo era sin duda algo que al habitante del mar le crecía por momentos. Una vez se adentraron en la cueva, la oscuridad de hizo sobre ellos. El aire fresco y el olor a tierra húmeda se mezclaban con un aroma levemente rancio, probablemente debido a los restos óseos esparcidos en su interior. A pesar del estado en que se encontraba, no pudo evitar esbozar una tenue sonrisa al comentario de Asradi sobre tener una buena cena. Eso le recordó que, a pesar de todo, aún había cosas sencillas por las que valía la pena luchar.

Con cuidado, se dejó caer en un rincón algo más seco de la gruta, sintiendo la roca fría contra su espalda. Observó cómo Asradi se movía con determinación y gracia, preocupada por él pero también segura de sus acciones. La vio salir de la cueva para reunir lo necesario para una hoguera y preparar más remedios para él. La confianza que emanaba la sirena le daba un consuelo inmenso; no estaba solo en esto. Y no solo eso, sino que estaba bien acompañado. El gyojin se preguntó si lo que le había dicho aquella sirena sería cierto. ¿Tendría un espíritu aventurero tan grande? ¿O realmente estaría allí por otra razón? Aquello no importaba mucho, pero sí que generaba cierta confusión en el tiburón, que estaba gratamente sorprendido por haber encontrado allí a alguien de los suyos y que encima tuviese tantas virtudes.

Cuando Asradi le pidió que intentara dormir, Octojin asintió levemente. Cerró los ojos, intentando dejar de lado el dolor y el cansancio que inundaban su cuerpo. Los sonidos suaves de la naturaleza y el murmullo lejano del río cercano se mezclaban con el recuerdo del canto de Asradi, creando una melodía tranquilizadora que poco a poco lo iba llevando hacia la tranquilidad, y de esta iba cayendo en el sueño.

Un leve goteo constante dentro de la cueva producía un ruido que para el tiburón era sumamente relajante. Intentó entretenerse buscando un patrón, el gyojin agudizó el oído durante unos segundos, pero lo cierto es que o él era completamente arrítmico o no había ningún patrón. Las gotas caían con constancia pero sin rapidez. Con sonoridad pero sin ritmo. A fin de cuentas, solo era un acto de la naturaleza.

El gyojin sabía que, por ahora, estaba en buenas manos. La presencia de Asradi, con su fuerza y sabiduría, le proporcionaba una sensación de seguridad que no había sentido en mucho tiempo. Mientras la oscuridad del sueño lo envolvía, su último momento consciente fue un agradecimiento silencioso hacia la sirena que había decidido ayudarlo en su hora de necesidad. Se permitió relajarse completamente, confiando en que ella lo cuidaría y sabiendo que realmente estaba a salvo. Y si había algún problema, seguro que la sirena le despertaba antes de que fuera demasiado tarde.
#19
Asradi
Völva
Asradi se quedó en la gruta, con Octojin, al menos hasta que se hubo quedado dormido. No fue algo demasiado complicado ni tardío, teniendo en cuenta que, aunque su orgullo le impidiese mostrarlo, estaba agotado. Los venenos eran peligrosos y ahora la prioridad era que lo expulsase de su cuerpo. Le dió una caricia en la frente, muy leve, cuando el gyojin se durmió. Y tras asegurarse que su respiración era limpia, a pesar de todo, se decidió a salir de la cueva.

Había muchas cosas que hacer. Y el tiempo corría contrarreloj.

Lo primero que hizo fue ir a por agua dulce y fresca. No estaba el río demasiado lejos, así que no le llevó mucho tiempo. Eso sí, estaba siendo todo lo cautelosa posible, pues no le apetecía tener un encontronazo con alguna bestia como la que habían encontrado ante la cueva. O como aquellas aves. Rellenó de agua los dos odres hechos con piel y luego volvió a donde había dejado a Octojin. Intentó, y procuró, ser lo más silenciosa posible, e ir borrando, más o menos, parte de su rastro. Comprobó que el grandullón continuaba durmiendo, así que le dejó estar. Cuanto más descansase, mejor era para su cuerpo en todos los sentidos.

Ella procuró hacer el menor ruido posible. Juntó ramas cercanas e hizo una hoguera en el exterior de la gruta, para que el humo no se adentrase. Una vez con el fuego crepitando, puso a hervir parte del agua que había conseguido, mientras también ponía a secar las algas que guardaba entre sus cosas. El calor del fuego ayudaría. Y, esperaba, también ahuyentase a cualquier animal que se atreviese a acercarse a fisgonear.

Cuando el agua comenzó a hervir, separó el recipiente del fuego y echó las hierbas necesarias para que infusionase. Sí, sabía a rayos. Ella misma lo sabía porque lo había probado en su día. Así comprobaba que ciertas cosas eran efectivas. Pero era un buen remedio y un buen lavativo para ese tipo de casos. Mientras el té reposaba y lo dejaba enfriar (le sería mejor tomarlo frío o del tiempo que recién caliente), se afanó con las algas. Separó las partes más tiernas y con ellas comenzó a preparar el mejunje que solía tener para limpiar y desinfectar heridas. Las algas también absorberían cualquier toxina que pudiese haber quedado rezumando de nuevo en la piel escamosa.

Cuando lo tuvo listo, se acercó a Octojin, y fue despojándole de las telas anteriores para dejar la herida del pecho a la vista. Parecía tener un mejor tono, al menos, así que por ese lado le tranquilizó.

Mientras volvía a aplicarle aquel ungüento, la sirena tarareaba muy suavemente, casi en un susurro, algún tipo de melodía. Era tranquilizadora e invitaba al descanso. No quería despertar a Octojin sino, más bien, hacer que su reposo fuese calmado.

Así estuvo, tratándole durante todo el tiempo en que el gyojin permaneció dormido. Solo cuando hubo terminado, se separó un poco de él para dejarle descansar como era debido. Ella se mantendría allí, a la espera.
#20
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