Hay rumores sobre…
... que una banda pirata vegana, y otra de maestros pizzeros están enfrentados en el East Blue.
[Común] [Pasado] La Cereza del Pastel
Ubben Sangrenegra
Vali D. Rolson
Día 21 de Invierno del año 723

La madrugada en Shimotsuki estaba fresca y tranquila, el ambiente impregnado de una serenidad que contrastaba con la adrenalina que aún corría por las venas del moreno de blancos cabellos. Ubben, el bribón de ojos dorados, no había esperado que la noche terminara de forma tan agitada. Al salir del bar tras aquella pelea, había logrado escabullirse con habilidad por los callejones, rompiendo una ventana para asegurarse de que sus perseguidores no pudieran seguirle el paso.

Cuando finalmente llegó a la posada, el reloj marcaba cerca de las seis de la mañana. Estaba exhausto, pero la visión del viejo dueño del lugar le recibió con una energía inesperada. El anciano, lejos de mostrar sorpresa o preocupación por la llegada tan temprana del peliblanco, sonrió con entusiasmo y lo invitó a esperar antes de subir a su habitación. —Acabo de preparar el desayuno para los huéspedes —dijo el viejo con una voz cargada de hospitalidad y orgullo. Antes de que Ubben pudiera declinar, el anciano desapareció en la cocina y regresó con una enorme bandeja repleta de manjares que hicieron brillar los ojos dorados del bribón.

Ubben se sentó y, sin pensarlo dos veces, se entregó al festín. El aroma del arroz cocido a la perfección, los jugosos trozos de pollo asado, y la sopa de pescado que exhalaba un vapor fragante lo envolvieron en un cálido abrazo. Cada bocado era un recordatorio de lo mucho que había extrañado una buena comida, algo que rara vez encontraba en los puertos donde se veía obligado a esconderse. Saboreaba cada grano de arroz y cada sorbo de la sopa, sintiendo cómo el calor de los alimentos lo relajaba y reconfortaba después de la noche turbulenta.

El tiempo pasó volando mientras comía, y tras una hora de devorar lo que más parecía un banquete que un desayuno, Ubben sintió una paz momentánea. Pero esta tranquilidad no duró mucho. Pronto, una inquietud conocida empezó a crecer en su interior; la necesidad de calmar sus nervios con algo de tabaco. Se levantó de la mesa, su cuerpo aún algo pesado por el cansancio y el exceso de comida, y se dirigió a la recepción. Allí estaba el anciano, ocupado preparando una tetera con gestos meticulosos. Al notar la presencia de Ubben, levantó la mirada y sonrió amablemente. —¿Todo en orden, joven? —preguntó con una calidez que parecía inquebrantable.

Ubben asintió, agradecido por la hospitalidad. —Todo en orden, muchas gracias por la comida, estaba realmente exquisita. Lavaré la vajilla mientras tanto— dijo, aunque ya sabía que el anciano probablemente se negaría a aceptar cualquier ayuda. Sin querer molestar más al viejo, Ubben salió de la posada en silencio, sintiendo el aire fresco de la mañana acariciar su rostro. Con movimientos automáticos, sacó de su bolsillo una pequeña bolsa oscura llena de tabaco y hierbas aromáticas. Rasgó una hoja de su libreta de papel fino y alargado, rellenándola con la mezcla de tabaco y hierbas. Luego, con destreza, tomó un cartoncillo y lo dobló en forma de "W" para crear un filtro improvisado. Encendió una cerilla frotándola contra su tricornio y prendió el cigarrillo, aspirando profundamente mientras exhalaba lentamente el humo, dejando que la mezcla de tabaco y hierbas calmara sus nervios alterados.

Mientras observaba la noche estrellada, su mente divagaba entre pensamientos de su última escapatoria y la próxima jugada. Necesitaba mantenerse un paso adelante, siempre alerta, siempre listo para cualquier eventualidad. En medio de su meditación, el sonido de una voz femenina proveniente del salón principal de la posada captó su atención. Ubben entrecerró los ojos, agudizando sus sentidos. Estaba levemente mareado por las copas de la taberna y el agotamiento de la noche, pero algo en la voz de la mujer lo hizo enderezarse, sus reflejos activándose de inmediato. Los radares del peliblanco se encendieron, y sintió un cosquilleo en la nuca, una advertencia sutil que su instinto había desarrollado a lo largo de los años. Con una última calada al cigarrillo, se giró con sigilo hacia la puerta. Las primeras luces del alba comenzaban a teñir el cielo de un azul tenue, y el peliblanco era conciente que debía descansar... pero antes de eso, tenía que saber quién era la mujer en el salón cuya voz le llamó la atención.
#1
Akari
Aka
Aquella mañana, Akari como todos los días se levantaba temprano (alrededor de las 5:30am) aun oscuro a ayudar a sus padres con los preparativos para el día, como lo era guardar los panes al cual ella mas tarde iría a entregar y atender a los pocos clientes que compraban el pan temprano, la hora donde siempre se amontonaba la gente era eso de las 6:00am cuando la mayoría de los panes estaban calientes y crujientes por lo que le tocaba ayudar de ley a sus padres para poder ir un poco mas rápido esa panadería había si do fundada por sus abuelos y luego heredada por sus padres, con el tiempo mejorando las recetas, después de media hora tocaba ya a ir a dejar los pedidos que habían sido solicitados y pagado el día anterior, la mayoría de estas personas le dejaban propinas aunque uno que otra no pero igualmente agradecía de corazón todo, Por ultimo llego a la posada de un señor bastante amable que casi a diario les hacia pedido y saludo con mucha amabilidad al señor. 

-Buenos días señor! -dijo entrando con un sonrisa mientras se acercaba hasta donde se encontraba- aquí esta su pedido diario -dijo con alegría mientras entregaba la caja en las manos del señor que aun se encontraba caliente- espero desayune bien y tenga un buen día -dijo mientras le hacia una leve reverencia antes de darse la media vueltas y al fin con los brazos vacíos caminar hasta la salida de aquel lugar, ahora todo lo que tenia que hacer era volver a la pastelería y ayudar a sus padres hasta el atardecer.-
#2
Ubben Sangrenegra
Vali D. Rolson
El bribón de ojos dorados deslizó suavemente la puerta, apenas lo suficiente para asomarse y observar furtivamente el interior del salón donde se escuchaba la voz alegre de aquella mujer. De estatura relativamente baja, más baja que él sin duda, lucía un cabello largo y oscuro que caía en suaves ondas sobre sus hombros. Su piel era tersa y clara, y vestía de manera casual, con un top bastante revelador y un blusón, que dejaba a la vista su prominente busto. Ubben no pudo evitar morderse el labio inferior ante la vista. La figura de la joven era realmente atractiva a sus ojos dorados; una cintura fina que se ceñía a unos jeans de tiro alto, destacando unas anchas caderas que hacían que el bribón se sintiera tentado a observarla un poco más.

Las palabras de la muchacha, la forma en que se expresaba con alegría mientras entregaba lo que parecía ser un pedido de pan al dueño de la posada, revelaban que se trataba de alguien de buen ánimo y probablemente sin muchas preocupaciones en la vida. Eso le interesaba a Ubben; las personas despreocupadas eran las más divertidas para jugar. —¿Quiero jugar?— se preguntó a sí mismo en voz baja con una sonrisa traviesa, ajustándose el tricornio sobre su cabello blanco. —Por supuesto que quiero jugar...— murmuró para sí, decidido a seguir adelante con su travieso plan.

Con un ágil salto, Ubben se aferró a la cornisa del techo y, aprovechando su gran destreza y habilidades acrobáticas, se impulsó hasta la parte superior del edificio. Desde allí, cruzó rápidamente el techo en dirección a la puerta principal, moviéndose con la agilidad y el sigilo de un felino cazador. La adrenalina le recorría el cuerpo, y su mente se llenaba de ideas de cómo orquestar la perfecta primera impresión. Al llegar al borde del tejado, Ubben saltó sin ninguna preocupación, cayendo justo frente a la puerta. Esperó unos segundos, con el oído atento al sonido de los pasos acercándose desde el interior, mientras frotaba fuertemente sus pomulos para fingir rubor. Cuando escuchó que se aproximaban a la salida, abrió la puerta y entró sin mirar, simulando estar distraído y provocando así un choque frontal intencionado.

El impacto fue tal como lo había planeado. La joven de cabellos oscuros perdió momentáneamente el equilibrio, y Ubben, en un movimiento calculado y preciso, se lanzó hacia ella, sosteniéndola por la cintura y la espalda para evitar su caída. Su tacto firme pero cuidadoso la sujetó con seguridad, y por un instante, el tiempo pareció detenerse mientras la sostenía en sus brazos. El bribón de ojos dorados dejó que su mirada descendiera hacia los labios rosados de la chica, notando cómo temblaban ligeramente de sorpresa. Luego, elevó su mirada lentamente, deslizándola desde su rostro hasta encontrarse con los ojos achinados y color avellana de ella, que lo observaban con un mezcla de desconcierto y curiosidad.

¿Estás bien?— preguntó Ubben, adoptando su mejor expresión de preocupación, mientras sus mejillas portaban el rubor que recientemente había causado al frotar sus mejillas y pómulos. Era un actor nato cuando se trataba de conseguir lo que deseaba, y en ese momento, la chica era una distracción demasiado tentadora como para dejarla pasar. —Lo lamento mucho, venía perdido en mis pensamientos— añadió con voz apenada, mientras se incorporaba lentamente, sin soltar aún la cintura y la espalda de la joven, asegurándose de que el contacto entre ellos se mantuviera un poco más de lo necesario.

Al finalizar el movimiento, Ubben se encontró cara a cara con ella, tan cerca que podía sentir el calor de su respiración contra su piel. Sus pechos casi se tocaban, y él podía percibir el sutil aroma floral que emanaba de su cabello. Se tomó un breve momento para estudiar su rostro, buscando en sus ojos avellana o en su expresión cualquier señal de lo que pudiera estar pensando en ese instante. —Lo siento, perdón— dijo finalmente, liberándola de su agarre con una aparente torpeza y dando un paso atrás rápidamente, como si se sintiera realmente avergonzado. Todo era parte de su meticuloso plan para entablar una conexión con la chica de voz melodiosa que había captado su atención. —Soy Hyagül— (Se pronuncia Yiagoll) se presentó con uno de los muchos alias que usaba con frecuencia, extendiendo su mano en dirección a la joven en un gesto amistoso, manteniendo su rostro levemente sonrojado.

Ubben mantenía su sonrisa afable y sus ojos dorados fijos en los de ella, esperando con paciencia su respuesta, mientras en su mente continuaba elaborando los siguientes movimientos de su sutil juego de seducción y manipulación. Sabía que, para alguien como él, cada interacción era una oportunidad, y estaba dispuesto a explorar hasta dónde podía llegar con esta nueva y fascinante jugada, y más aún, descubrir que beneficio podía obtener de aquella niña de bien.
#3
Akari
Aka
La joven tenía en mente volver a la pastelería y seguir con su día a día, un poco distraída choco con el joven, está se sorprendió un poco y emitió un leve sonido de asombro haciendo que este se sonroje levemente, perdiendo un poco el equilibrio sintió una mano en su cintura evitando que cayera. 

-Gra-gracias...-dijo tartamudeando un poco mientras alzaba la mirada para ver contra quien había chocado, miro sus ojos dorados intensos y su rostro, no se le hacia conocido, noto después como este bajo un poco la mirada pero estaba sorprendida un poco por el choque, sus labios temblaban levemente de la sorpresa y volviendo a la realidad cuando esté le hablo- si..estoy bien -dijo en voz baja y avergonzada mientras se enderezaba un poco y adoptaba una posición firme notando la diferencia de altura- no te preocupes...yo igual venía distraída..-noto lo cerca que estaban el uno del otro, estando muy nerviosa de la cercanía escucho su perdon y rato después este la solto y dando un paso hacia atras- Tranquilo...yo igualmente lo siento mucho...este..como te llamas? -pregunto y ante esto este se presento como Hyagül- mucho gusto en conocerlo yo me llamo Akari -solto un suspiro para luego sonreir.

Realmente lo que había pasado hace unos minutos atrás le había sorprendido pero ahora ya estaba más tranquila, no había pasado a mayores y ambos estaban bien, era lo más importante para la joven en ese momento.
#4
Ubben Sangrenegra
Vali D. Rolson
El bribón de ojos dorados sintió cómo su ego se acrecentaba con cada paso de su plan que se cumplía a la perfección. Su fingida timidez, acompañada de la firmeza con la que había sujetado a Akari, le daba un aire de caballerosidad que no era más que una fachada bien orquestada. A esto se sumaba su elección cuidadosa de palabras, junto con una mirada detenida y provocadora que se clavaba en lugares sutilmente coquetos... Una rápida ojeada a los labios, seguida de una mirada profunda a los ojos. Eso fue todo lo que necesitó para conseguir que aquella chica de oscuros cabellos y carnosos labios rosados titubease en sus respuestas. Su tímido y tartamudeante "Gra-gracias" fue una victoria para el chico de blancos cabellos y ojos dorados, pero Ubben sabía que una pequeña victoria no garantizaba ganar la guerra.

Cuando escuchó a la mujer presentarse como Akari, su mente se lanzó a la acción, como un depredador acechando a su presa. Clavó su mirada en los ojos de la chica, ladeando levemente la cabeza en un gesto que denotaba curiosidad. —Luz radiante...— musitó, refiriéndose al significado del nombre "Akari". —Un nombre realmente bello, si me lo permites— comentó, con las mejillas aún falsamente ruborizadas, mientras movía su mirada lentamente entre sus labios y ojos. Luego, sacudió la cabeza suavemente, fingiendo volver en sí, y añadió con una falsa timidez —El gusto es mío, Akari.— El bribón era un maestro en estas situaciones, y su actuación era impecable.

Mientras hablaba, Ubben alzó la vista al cielo nocturno, observando cómo los primeros rayos del sol comenzaban a teñir el horizonte, anunciando el amanecer. Volvió su atención a Akari y, con una expresión de interés genuino, preguntó —¿Te alojas aquí o vives en la isla?— su tono cargado de curiosidad mientras ajustaba la solapa de su camisa de manera casual, exponiendo su cuello con la intención de mostrar su mandíbula bien delineada. Sabía que, visto desde abajo, su cuello y mandíbula tomaban un aspecto estilizado y atractivo, una herramienta más en su arsenal de seducción. —Yo me estoy alojando aquí desde ayer... y no había tenido la suerte de toparme contigo— añadió, con una voz suave y una mirada que ocultaba un leve toque de seducción.

Akari parecía ligeramente sorprendida por su acercamiento, pero no lo suficientemente incómoda como para alejarse. Ubben notó esto y decidió seguir adelante con su juego. Retrocedió un paso, saliendo por completo de la puerta de la posada, como si le diera espacio. —Perdón, ibas de salida. No quiero importunar— dijo con una sonrisa amable, haciendo un gesto para permitirle pasar. Pero, por supuesto, el bribón tenía más en mente. Sabía que las tabernas aún estarían llenas de borrachos, y eso le proporcionaba una excusa perfecta para prolongar su conversación con Akari. —¿Vas a algún lugar cercano?— preguntó con un tono de voz cuidadoso, como si su única preocupación fuera su bienestar. —Si gustas, puedo acompañarte, para que no vayas a tener problemas con algún borracho amanecido o algo similar.

Ubben la observó atentamente, esperando su respuesta. Su propuesta estaba cuidadosamente diseñada para parecer un gesto de caballerosidad, pero en realidad era una táctica para quedarse cerca de ella. Quería ver cómo reaccionaba, si aceptaría su compañía o si lo rechazaría con cortesía. Cualquiera que fuera su respuesta, él estaba listo para adaptarse y cambiar su enfoque. En el juego del engaño, la flexibilidad y la rapidez mental eran sus mejores aliados, y Ubben era un maestro en ambas. Mientras esperaba la reacción de Akari, su mente ya estaba trabajando en los próximos pasos. Si ella aceptaba, aprovecharía la oportunidad para seguir desarrollando su conexión, empleando su habilidad para captar detalles y adaptar su comportamiento a lo que percibía como sus intereses y emociones. Si lo rechazaba, simplemente buscaría una nueva manera de insertarse en su vida. 

Después de todo, para un bribón de ojos dorados como él, cada interacción era una oportunidad para avanzar en su juego de seducción y manipulación. Y Akari, con su belleza y encanto despreocupado, era una pieza interesante en su tablero, una que él estaba dispuesto a explorar con toda la astucia y el ingenio que había perfeccionado a lo largo de los años.
#5
Akari
Aka
Esta noto como la miraba profundamente a los ojos haciendo que desviara la mirada nerviosa del contacto visual entre ambos, no sabia que decir asi que simplemente agarro su camisón y te tapo un poco mas con este, al menos cuando este la sujeto por la espalda no sintió sus alas. 
-luz radiante..-susurro el significado de su nombre, ya lo sabia con anterioridad pero nadie hasta ahora lo había dicho frente a ella- gracias...aunque admito que  Hyagül es un nombre muy curioso...nunca lo había escuchado -dijo volviendo a mirar al joven, observando sus ojos dorados que le llamaban la atención.- 

El cielo empezaba a aclararse ahora la mente de la joven volaba hacia los libros que había leído sobre romance, realmente parecía una escena sacada de esos libros, reacciono con la pregunta de el- a-ah?...si vivo en la isla -miro como este se acomodaba su camiseta viendo su marcada mandíbula, algo bastante atractivo que hizo que la joven se pusiera un poco roja- en-entiendo -tartamudeó cuando este explico que se alojaba en ese lugar desde el día anterior- ya decía yo porque su rostro no me era conocido...-trago un poco de saliva después de hablar y empezó a acomodar su pelo detrás de su oreja.- 

Noto como este dio un paso mas casi saliendo por completo del lugar y este negó con la cabeza ante lo dicho por este- Tranquilo...no debes disculparte. Supongo que ambos estábamos distraídos -dijo son una leve sonrisa en su rostro, ya pensaba irse pero este hablo- si, vivo en una panadería no muy lejos de aquí, y no es necesario que me acompañe, aquí todos me conocen y se que no me harían daño -dijo con confianza- si tiene tiempo podría acompañarme, aunque como dije nunca me harían daño en esta isla -sonrió con amabilidad explicando para luego ver el cielo, pensaba rechazarlo pero no seria mal algo de compañía ya que a esa hora es muy solitario.- 

Esta volvió a observarlo pero esta de vez disimuladamente de pies a cabeza viendo su forma de vestir, parecía de un pirata aunque por ahora se veía un buen tipo, igualmente como dicen. No hay que juzgar un libro por su portada.
#6
Ubben Sangrenegra
Vali D. Rolson
Al ver cómo Akari se cubría un poco más con su camisón, el peliblanco celebró en silenciosamente en su cabeza. Había superado las primeras barreras de la confianza, y su mirada debió ser lo suficientemente intensa como para provocar un deje de vergüenza y nerviosismo en la joven. Al menos, eso era lo que interpretaba el bribón de ojos dorados. Las reacciones de Akari eran tan tímidas e inocentes que incluso llegó a sentir un leve atisbo de culpa por jugar con ella de esa manera. Sin embargo, la tentación de seguir adelante era demasiado fuerte. —Es un nombre del North Blue— afirmó Ubben, respondiendo a los comentarios de la chica sobre lo curioso que le parecía el nombre con el que se había presentado. Al parecer, no lo había escuchado antes, lo cual jugaba a su favor.

Akari continuó hablando, mencionando que vivía en la isla. Mientras lo hacía, su rostro se enrojeció ligeramente al ajustarse la camisa, un movimiento que no fue más que una hábil artimaña del peliblanco para dirigir la atención de la joven hacia su cuello y mandíbula, destacando su perfil desde un ángulo ventajoso para él. Sin darse cuenta, Akari se estaba enredando en las redes que Ubben había tendido con sutileza y precisión. Su plan avanzaba sin problemas, y las tímidas tartamudeos de la chica solo confirmaban lo bien que lo estaba haciendo. El bribón de blancos cabellos y tez morena sonrió con tímidamente, dejando escapar una leve risita ante las palabras de Akari cuando ella mencionó que su rostro no le resultaba familiar. Aquel comentario fue como una puerta abierta para él, una oportunidad perfecta que no pensaba desaprovechar. Con la precisión de un francotirador, disparó directo al corazón...

Bueno... al menos yo, después de esto, dudo olvidar el tuyo— dijo Ubben, con un tono que parecía tímido mientras desviaba la mirada brevemente, girando el rostro hacia un lado en una simulación de vergüenza. Este gesto, aunque calculado, marcó de nuevo su cuello y mandíbula de manera seductora, antes de que lentamente volviera a mirar a Akari y retrocediera un paso. La chica, siempre comprensiva, afirmó que ambos estaban distraídos, lo cual era comprensible desde su perspectiva. Sin embargo, el peliblanco siempre estuvo consciente de cada uno de sus movimientos. La sonrisa que se dibujaba en su rostro era magnética, pero, para su sorpresa, fue rechazado cortésmente. Por un momento, pensó que el juego había terminado cuando Akari dijo que no necesitaba compañía, mencionando que todos en la isla la conocían. Sin embargo, una pausa pequeña le dio pie a una respuesta positiva que lo tomó por sorpresa, ya que había pocas cosas que Ubben respetara tanto como el consentimiento.

Oh, entiendo, en ese caso... ¿tú me protegerás a mí?— bromeó el chico de blancos cabellos y ojos dorados antes de añadir. —Digo, todos te conocen, y yo soy un mero aparecido en la isla.— Ubben emprendió el camino junto a ella. Mientras caminaban, observaba atentamente sus expresiones, la forma de su rostro, sus facciones y cada detalle. Para un observador casual, podría parecer que estaba embelesado con ella, como si fuera un enamorado. Sin embargo, nada estaba más lejos de la realidad. El bribón de ojos dorados y blancos cabellos solo estaba analizando sus reacciones para saber exactamente qué decir en cada momento, para mantener el control de la situación.

Señorita Akari, ¿mencionó vivir en una panadería, no?— preguntó curioso, clavando sus dorados luceros en la chica de oscuros cabellos y luego desviando la mirada hacia las finas y delicadas manos de la mujer. —Tus manos son tan finas y pulcras que jamás hubiese imaginado que fueran tu herramienta de trabajo.— Luego de decir esto, fingió pasmarse por un segundo, girando su rostro en la dirección opuesta a la chica como si estuviera avergonzado por el descarado elogio que había dejado escapar. El peliblanco llevó sus manos al rostro durante un segundo y disimuladamente frotó sus pómulos de nuevo para acentuar el falso rubor en los mismos.

Lo siento, señorita. A veces me cuesta controlar mi lengua; se mueve más rápido de lo que pienso— dijo mientras volvía a mirarla. Las palabras eran calmadas y parecían sinceramente avergonzadas, pero el énfasis en su dificultad para controlar su lengua tenía un leve tinte lascivo, casi imperceptible, diseñado para implantar la idea de cómo se sentiría el suave tacto de su lengua contra la de ella, o mejor aún, contra su cuello. —¿No le pasa a usted que a veces le cuesta controlar su lengua, y habla sin pensarlo dos veces?— preguntó el peliblanco, manteniendo la falsa vergüenza en el rostro, intentando disimular aún más la insinuación que buscaba implantar.
#7
Akari
Aka
Aquella joven creía cada palabra y acción realizaba por el joven, no veia mas haya de alguien amable con el que habia chocado y por azares del destino conocido ahora bajo el nombre de Hyagül, esta aun siendo bastante timida se sonrojaba cuando veia la marcada mandibula de el, realmente era atractivo con esos profundos ojos dorados y pelo blanco, ademas de que no se veia muy mayor que ella.

-North blue?..bueno nunca eh salido de aquí por lo que no conozco mas haya de aquí por lógica -dijo hablando con nerviosismo, no podía pensar bien se sentía un poco acorralada solamente con la mirada del joven, igualmente está era incapaz de mentir, le atraía? Claro que sí pero tampoco lo diría tan directamente, aunque el siguiente flechazo fue cuando dijo que su rostro no le era familia y el le dijo que no seguramente no se olvidaría el de ella.

-bueno..a no ser que tengas una buena memoria se que no me vas a olvidar, yo tampoco creo que olvide tu rostro...-susurro para si misma aunque sentia que el si la habia escuchado, pero trato de disimular un poco, aunque tenía un leve rubor en sus mejillas y de volteó mirar a otro lado mientras tapaba la cara tratando calmarse- y no te protegería, la gente aqui no es hostil, reciben a todos con los brazos abiertos -dijo mientras debajo de tapar su rostro y mirando nuevamente al chico mientras ya habia empezado a caminar hacia el trabajo de la joven, aun faltaban unos minutos de caminata, seria un viaje bastante cort,o, esta siguió el camino en silencio hasta que su acompañante volvio a hablar.-

-si, soy panadera oh se podría decir cocinera?...bueno ambas -sonrio con orgullo- aprendí de la mejor...mi mamá realmente cocina muy rico -luego de esto el la elogio por sus tan cuidadas manos- bu-bueno...también tocó el violín por lo que cuido muy manos, pero también ayudo en la preparación de los panes y postres -dijo algo nerviosa mientras ya veia su panadería a los lejos y este se disculpo por lo dicho anteriormente - n-no me molesta, y si, me pasa mucho que hablo sin pensarlo..sucede que a diario, pero me considero alguien muy honesta y solamente digo la verdad, no te pasa a ti que dices cosas sin sentido y luego cuando lo piensas te sientes avergonzado? -dijo oara luego señalar la pasteleria que esta cada vez mas cerca- esa es la pastelería de mi familia.
#8
Ubben Sangrenegra
Vali D. Rolson
El ambiente tranquilo de la caminata parecía un escenario perfecto para el juego calculado del peliblanco. Cada paso que daba junto a Akari era una coreografía estudiada, sus dorados ojos siempre atentos a cada pequeño gesto o cambio en las expresiones de la chica, en busqueda de cualquier llave que le permitiese abrir alguna puerta de posibilidades. Ubben sabía que la atracción se construía en los detalles más sutiles, tal  cómo su mirada se movía entre los ojos y los labios de Akari, o el cómo sus palabras eran una mezcla precisa de simpatía y tentación.

Por su parte, Akari parecía no notar la manipulación que se tejía en cada palabra del bribón. Su rostro se encendía en un tímido rubor cada vez que sus ojos se encontraban con los del moreno de blancos cabellos, y eso solo alimentaba más el juego del astuto bribón. Sabía que, aunque la conversación era casual, su control sobre la situación aumentaba con cada intercambio. —Oh, entiendo...— murmuró Ubben suavemente cuando Akari mencionó que nunca había salido de Shimotsuki. No podía evitar sentir una pizca de genuina sorpresa. Para alguien que había pasado la última década navegando de un lugar a otro, el concepto de quedarse tanto tiempo en un solo lugar le resultaba casi extraño. —Yo soy navegante— añadió rápidamente, permitiéndose una sonrisa mientras achinaba ligeramente los ojos —Si algún día quieres salir a conocer alguna isla, podría llevarte y traerte de vuelta.

El ofrecimiento fue hecho con una aparente espontaneidad, pero el peliblanco ya había calculado la posible reacción de Akari. Cuando ella confesó que tampoco creía olvidar su rostro, su reacción fue teatralmente perfecta, abrió los ojos como si estuviera genuinamente sorprendido, aunque por dentro ya saboreaba la pequeña victoria que eso representaba. La vergüenza que Akari intentaba esconder al voltear su rostro solo confirmó que había caído más profundamente en la red que él había tendido. —Bueno, en este caso, podría decirse que fui yo quien te recibió con los brazos abiertos, ¿no?— bromeó el bribón, refiriéndose al "accidental" choque que los había unido esa misma noche.

Akari no parecía molesta, incluso cuando la conversación se desviaba hacia temas más personales. El bribón, siempre atento, notó su reacción cuando ella mencionó que tocaba el violín. —¿Tocas violín?— preguntó, fingiendo entusiasmo genuino —Yo canto y toco guitarra.— No era del todo mentira, pero en ese momento, cualquier verdad era solo una herramienta más en su estrategia. Cada palabra que soltaba estaba cuidadosamente diseñada para mantener a Akari interesada, para que ella no tuviera tiempo de cuestionar si estaba siendo manipulada.

El juego de palabras sobre su "falta de control de su lengua" había sido recibido con una confesión que le daba aún más poder, pues a Akari no le molestaba su franqueza. Ubben sonrió para sí mismo. Estaba caminando por terreno seguro. Pero cuando ella mencionó que la pastelería estaba cerca, el peliblanco supo que se le acababa el tiempo. Necesitaba prolongar la interacción de alguna manera. —Ya que tú crees que no podrás olvidarme, permíteme confesar...— Ubben se detuvo en seco, girándose hacia Akari y mirándola fijamente a los ojos. La intensidad de su mirada parecía querer atravesarla, leer cada pensamiento que ella pudiera tener en ese momento. —¿Cómo podría yo olvidar el tuyo?— Sus palabras fueron suaves, pero cargadas de significado. Ubben giró ligeramente el rostro, como si estuviera fingiendo una vergüenza que no sentía en absoluto. —Literalmente, estaba perdido en mis pensamientos, y cuando reaccioné te tenía entre mis brazos, perdido en tus ojos...— Continuó su relato, llenándolo de una teatralidad mil veces practicada —A la luz de la luna, tus ojos parecen verdaderas piscinas de miel oscura.

Mientras hablaba, sujetó su propio brazo, un gesto de falsa vergüenza, antes de soltar una pequeña risa que parecía más propia de un protagonista romántico. —Fue como en una novela...— El bribón hizo una pausa, observando el efecto de sus palabras en la chica antes de continuar —Ambos caminábamos tranquilamente, y de la nada chocamos. Ubben gesticulaba mientras hablaba, sus manos moviéndose en el aire para añadir profundidad a su relato. —Antes de darme cuenta, te estaba sujetando por la cintura, y en el momento en que nuestras miradas se cruzaron, mi corazón aceleró... como si fuera a salirse del pecho.

Sus palabras se deslizaban como miel, y mientras hablaba, el bribón aprovechó el momento para tomar delicadamente la mano de Akari. Sus ojos dorados se fijaron en la mano que sostenía, admirando su suavidad y calidez. —Me gustaría creer que realmente no vas a olvidar mi rostro— murmuró finalmente, alzando la mirada de nuevo hacia sus ojos —Pero sería extraño, ¿no?
#9
Akari
Aka
Está seguía su camino hacia la pastelería para ayudar de nuevo a su familia, un que ahora acompañada de un chico bastante guapo que había conocido por un choque, está mientras caminaba lo miraba y se sonrojaba levemente cuando el también la miraba y sus ojos se encontraban, sentía que de cierta forma la estaba coqueteando y eso era mas que obvio. 

Luego el hablo sobre que era un navegante sorprendiendo un poco, aunque eso era común ya que técnicamente vivía en una isla, cuando esté le dijo de que si algún día quisiera conocer alguna isla el podría llevar de ida y vuelta por lo que solamente sonrió y asintió con la cabeza.

-literalmente si me recibiste con los brazos abiertos -dijo riéndose un poco mientras recordaba el choque y como este la sujetó y la salvo de algún golpe en la cabeza o espalda-  y si..tocó un poco pero aún sigo aprendiendo, mi papá me lo regaló -este menciono que cantaba y tocaba la guitarra- eso es realmente grandioso, algun dia deberias tocar y cantar para mi Hyugül -sonrio mientras lo miraba y acomodaba un mechón de su pelo detrás de su oreja.- 

Ya estaban en una poca distancia de su destino por lo que justo cuando ya iba a decir que hasta hay podía acompañarla este empezó a hablar, está se sonrojo mucho por las cosas que este decía que incluso sujeto su mano poniéndola más nerviosa y roja de la vergüenza, no sabía que decir por lo que se quedó en silencio. 

-y-yo...-dijo tratando de pronunciar alguna palabra pero solamente trago saliva y trato de calmarse- porque...porque le pa-pareceria extraño que yo ol-olvide su rostro? -dijo con bastante tartamudeo, no sabía que más decir, realmente fue como un flechazo en el pecho las palabras que este dijo hacia ella.- yo diría que no es extraño no olvidar el rostro de alguien que le cae bien..o no?
#10


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