¿Sabías que…?
... existe la leyenda de una antigua serpiente gigante que surcaba el East Blue.
[Común] [C-Pasado] ¡Contra los malos!
Lemon Stone
MVP
Había ganado el premio gordo: unas vacaciones completamente pagadas en la Isla Momobami. Como se burló de los perdedores tuvo que salir corriendo deprisa del casino, así que no tuvo tiempo de escuchar las instrucciones. No tenía idea de que la gente de escasos recursos fuera tan temperamental, tan sensible ante la derrota. En parte lo entendía, es decir, ¿cuántos de ellos podían costearse unas vacaciones de lujo en la Isla Momobami? Perder una oportunidad así les debía doler bastante… La próxima vez se burlaría menos, se prometió a sí mismo.
 
Se llevó una sorpresa cuando vio que el crucero de lujo que esperaba era, en realidad, un pequeño barco de madera manejado por un capitán gordo y barbudo. Como el hombre también fumaba puros, de esos gordos y que echan mucho humo, se hicieron buenos amigos durante el viaje. Como miembro adscrito al Ejército Revolucionario podía relacionarse con gente de orígenes humildes, con gente sin dinero. ¿Cómo es que había tan pocos revolucionarios en el Mar del Este cuando ofrecía tantos beneficios? Bueno, declararle la guerra al Gobierno Mundial y querer quemar banderas tenía sus riesgos.
 
Luego de unas cuantas horas, Lemon arribó en la Isla Momobami. Ante sus ojos se alzaban todo tipo de árboles. Algunos eran de troncos anchos y pocas ramas; otros, delgados y frondosos. También había flores de todos colores, ofreciendo un paisaje pintoresco y onírico. Lemon imaginaba que se hospedaría en un hotel rústico repleto de la más hermosa naturaleza de la isla, atendido por unas atractivas jóvenes de piel nívea y ojos turquesas. Ilusionado, siguió al guía turístico y se adentró en el bosque.
 
Después de descubrir que los árboles eran más que solo árboles y que las flores eran más que solo flores, es decir, había especies y cada uno tenía un nombre propio, Lemon llegó a un pequeño poblado. Le gustaron los árboles con cara de Simón, aunque el guía turístico insistía en que su nombre científico era Quercus robur. ¿Qué clase de retrasado hablaría un idioma tan difícil de pronunciar? Era un nombre inútil en la práctica. En cambio, Simón reflejaba personalidad y entusiasmo, como los árboles del bosque.
 
Entró con un puro en la boca al primer bar que vio e ignoró las “malas vibras” del interior, limitándose a caminar de frente a la barra y cualquier cerveza negra que hubiera disponible.
 
-Este no es el lugar adecuado para alguien como tú -dijo el barrendero, un hombre delgado y de aspecto somnoliento.
 
-¿Crees que me dan miedo esos hombres altos y fornidos que portan bates y cuchillos y que no dejan de mirarme? La Causa me protege, compañero -respondió Lemon y bebió de su cerveza, provocando a la sospechosa clientela con su actitud arrogante e indiferente.
#1
Hyun Yeon
Tsubaki no Ken
Me encontraba en la Bahía de los Olvidados, el único punto civilizado de este infierno verde llamado Momobami. Al dejar atrás Cozia, el navío que me llevaba de vuelta a Rostock se había encontrado con una tormenta inesperada que había dañado las velas. Sin repuestos, el capitán se había visto obligado a buscar refugio en el puerto más cercano para comprar recambios y reparar daños menores. Las reparaciones no debían tardar demasiado, en principio para la mañana siguiente deberíamos estar partiendo, pero hasta entonces tenía tiempo muerto.

Antes mencionaba que esta isla era un infierno verde. ¿Por qué? Porque es una inmensa selva llena de animales grandes, fuertes y muy hostiles. Tras el fallido safari de Cozia no quería más malas experiencias, así que había decidido quedarme en el puerto. Por azares de la vida, o porque el destino tiene un retorcido sentido del humor, en esta isla también se llevaban a cabo safaris para ricachones. Por lo demás, solo había gente que se ganaba la vida con esos safaris y marineros. No había demasiadas cosas a que dedicar mi tiempo libre, así que tras terminar de explorar el puerto, había terminado en una taberna marinera bebiendo una cerveza aguada mientras leía un libro sobre navegación. Hacía tiempo que había desarrollado algo de interés en ampliar mis conocimientos y especializarme en más cosas que la medicina.

Cuando llevaba un rato largo, no sabría decir si media hora o más, el ruido de una serie de murmullos me distrajo de mi lectura. Parecía que algo estaba molestando a los otros clientes. Molesto, alcé la mirada y presté atención a las conversaciones para saber qué estaba ocurriendo - ...paseándose por aquí con esas pintas, restregándonos su dinero por la cara. Son todos iguales - las conversaciones mostraban una animadversión general hacia un hombre alto y corpulento con un traje más caro que todas mis pertenencias juntas. Lo más extraño del rico, que evidentemente no parecía saber dónde se había metido, era la máscara que llevaba, con forma de corazón anatómicamente correcto. Nunca entenderé por qué la gente dibuja los corazones con forma de culo. No se parecen en nada a uno real. Algo que me sorprendió enormemente fue que el tipo en cuestión era capaz de fumar y beber a través de la máscara. ¿Sería por el tejido? A lo mejor era hecha a medida y había pedido poder beber a través de ella.

Mientras el hombre bebía, varios marineros se levantaron de sus asientos. Suspiré cansado y cerré el libro. ¿Iba a buscarme problemas? Sí, Hyun del pasado, fuiste a buscarte problemas. Por mucho que aquel tipo estuviese siendo incauto y buscándose ser atracado, robado o atacado por borrachos, eso no significaba que se lo mereciera realmente. Su único fallo era su falta de percepción. O su exceso de orgullo, en aquel momento no tenía claro cual de las dos. Me acerqué por detrás a los marineros y le apoyé al más adelantado de ellos la mano en el hombro - Creo que no quieres hac... - no llegué a terminar la frase. Me pillaron desprevenido, lo reconozco aunque me duela en el orgullo. Tal vez fue la cerveza, tal vez que simplemente no lo vi venir, pero el caso es que una botella impactó en mi cara. La sangre ardió en mis venas por la rabia, pero traté de mantener la calma - Os voy a dar el beneficio de la duda y asumir que simplemente sois idiotas. Volved a vuestra mesa y no tendremos problemas.
#2
Lemon Stone
MVP
Tenía la sensación de que algo estaba a punto de estallar.
 
 Bebió sin mucho agrado la cerveza aguachenta que le dio el tabernero. Si de verdad quería luchar por los pobres, debía aparentar apropiadamente sus gustos. Sus desagradables gustos. No estaba ahí para juzgar el aburrido estilo de vida de esa gente ni montar un escándalo, pues deseaba disfrutar sus merecidas vacaciones. Afirma conocer a la perfección cada página del MANUAL, pero “a veces” solo se le olvida, así que inventa códigos que calcen con la Causa (como las vacaciones).
 
Lemon sintió algo raro en el ambiente, algo diferente. No era el efecto de la cerveza, apenas estaba acabándose la primera. Un sonido seco capturó su atención, pues no debió haberlo oído entre tanto bullicio. Se giró como si un hada lo llamase. Entonces vio la escena en la que todo seguidor de la Causa debe intervenir: un muchacho delgado y enano siendo molestado por un montón de extras experimentados en parecer rudos.
 
Se levantó, alejándose de la cerveza a medida que avanzaba hacia el grupo de marineros. El muchacho movía los labios, pero Lemon estaba más interesado en agarrar la silla más cercana y estamparla contra la espalda del que había lanzado la botella (en realidad no sabía a quién le había dado). La silla estalló en pedazos y el marinero cayó al suelo sobre su rodilla, quejándose del dolor. Entonces, Lemon le apretó con una fuerte tenaza el trapecio, clavando sus dedos en él.
 
-¿Qué le están haciendo al Flaco? Entiendan que esto de andar de matones ya pasó de moda, así es como asustaban a mis abuelos cuando todo esto era campo. Actualícense, por favor. -Lemon se detuvo unos segundos para estudiar las miradas furiosas de los marineros; al parecer no entendían lo que estaba diciendo-. Como sea, pídanle perdón al Flaco y haremos como si nada de…
 
Uno de los marineros se abalanzó sobre Lemon, empujándolo y rompiendo la tenaza que lastimaba a su compañero. Acabó sobre las mesas, gente alejándose a toda prisa de la pelea. Entre tanto grito no podía oír lo que el tabernero gritaba, además tenía que enfrentarse al gordo de metro noventa.
 
-¡Ponte a salvo, compañero! ¡Yo me ocupo de estos abusadores! -le gritó al Flaco, el muchacho delgado y de aspecto sereno.
#3


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