Hay rumores sobre…
... que una banda pirata vegana, y otra de maestros pizzeros están enfrentados en el East Blue.
[Común] [Pasado] Extraño comiendo en la Isla Kilombo
Jun Gunslinger
Nagaredama
Con las palabras en la boca y la rapidez de una comadreja escurridiza, Jun se escabulló y encontró refugio detrás de unos barriles de madera apilados junto a la taberna, muy cerquita de aquel grupo de desconocidos que, hasta hace un momento, no eran más que testigos de su infortunio. Desde allí asomó apenas la cabeza para echar un ojo, y entonces pudo ver a Drake, el gigante de brazos inusualmente largos, moviéndose con una calma que contrastaba enormemente con la urgencia de la situación. Jun asumió de inmediato que el muchacho iba a dejarla a merced de sus perseguidores pero, en lugar de eso, lo vio levantar su brazo enorme y hacer señas a los hombres que la buscaban. Su corazón latió con nerviosismo al pensar que podría estar delatando su ubicación, mas al ver la dirección en la que señalaba comprendió que, en realidad, los estaba despistando. Drake apuntaba hacia una calle diferente, alejando a los perseguidores de su rastro.

La sorpresa iluminó sus ojos amatista. ¿Por qué la estaba ayudando?

Jun estaba acostumbrada a la desconfianza e indiferencia de los demás. En su mundo, no se hacían favores sin esperar algo a cambio. La empatía y la amabilidad eran gestos que no solía demostrar, ni tampoco esperaba recibir. Sus experiencias la habían moldeado para ser cautelosa y desconfiada, siempre lista para defenderse, pero rara vez para fiarse de los demás. Sin embargo, allí estaba este desconocido de semblante cansado pero honesto, que había decidido interceder por ella sin pedirle nada a cambio. Probablemente, si los papeles estuviesen invertidos, Jun no se habría molestado en interceder ni en levantar un dedo en favor del otro. No se metía en asuntos ajenos si no tenía un buen motivo para ello, es decir, obtener algún tipo de beneficio.

Mientras observaba, notó que los otros dos jóvenes tampoco hicieron ningún movimiento para delatarla. El albino se limitó a observar la confusión que Drake estaba sembrando entre los perseguidores, mientras que el de ojos violáceos, Byron, simplemente aprobó con un gesto de su mano, como si todo esto fuera parte de un plan no verbalizado. Jun frunció el ceño, confundida por la inesperada muestra de camaradería. No entendía por qué ninguno de ellos la había vendido. ¿Qué ganaban con ayudarla?

A pesar de que no era una muchacha acostumbrada a la empatía ni a la gentileza, sí era agradecida, en especial con aquellos que desinteresadamente le ayudaban, y tenía un código propio que le exigía devolver los favores recibidos. Odiaba sentirse en deuda.

Cuando creyó que el peligro había pasado, decidió que era seguro salir de su escondite y seguir al grupo de tres que había reingresado en la taberna. Se sacudió el polvo de la ropa y ajustó el bolso contra su cuerpo, cerciorándose de que todo estuviera en orden y de que sus perseguidores no la habían visto, antes de empujar la puerta de madera. Al ingresar a la taberna, el aroma de la comida la envolvió de inmediato, y su estómago gruñó recordándole que no había ingerido nada en toda la mañana.

Con la vista logró ubicar al trío a la distancia, ya sentados en una mesa, y se acercó. Arrastró una silla con un movimiento firme, provocando un leve chirrido en el suelo de madera, y sin esperar invitación alguna se sentó entre ellos, interrumpiendo la conversación que habían comenzado. Jun sabía que la gratitud no era algo que se diera por sentado, y ella tenía una manera particular de demostrarla. Con un gesto decidido y tal vez algo brusco, estampó su mano sobre la mesa y, al levantar la palma, reveló una pila de monedas doradas y relucientes. Eran parte de su botín del día, algo que no solía compartir con nadie. Pero esta vez era diferente.

Yo invito —sonrió, quitándose la capucha y descubriendo su largo y trenzado cabello azul—. Me llamo Jun —dijo inmediatamente después, dirigiendo una mirada significativa a Drake Longspan, que acompañó con un guiño de ojo. Su deuda era principalmente con él, pero estaba dispuesta a compartir con todos.
#11
Drake Longspan
[...]

Drake Longspan dejó escapar un largo suspiro mientras acomodaba su pesado cuerpo en la silla. La taberna, con su ambiente cálido y modesto, era un refugio temporal, un lugar donde las preocupaciones parecían disiparse, aunque solo fuera por un rato. Al observar a Byron, quien aún parecía algo abochornado por el incidente de colgarse de su brazo, no pudo evitar esbozar una carcajada bastante sonora. El muchacho, aunque excéntrico, tenía una energía curiosa que le recordaba a sí mismo en días más despreocupados, cuando la vida no era una constante lucha por sobrevivir o pelear por un plato de comida.

— Rorororohahaha. Está todo bien.

Le caía bien.

Con un leve movimiento de su mano, el humano de los brazos largos señaló hacia Byron, como si quisiera restar importancia a lo ocurrido. No era la primera vez que alguien se mostraba intrigado por sus brazos anormalmente largos, pero a diferencia de otros encuentros, este le pareció más genuino, menos cargado de prejuicios o malas intenciones.

No te preocupes, chico. No soy de esos que se toman las cosas demasiado en serio, al final estamos aquí de paso. — dijo, con su voz profunda resonando con una calma que parecía haberse convertido en su sello distintivo — Además, si cada vez que alguien me tocara el brazo tuviera que soltar un sermón, no haría otra cosa en todo el día. Y si me pelease no daría a basto con las facturas médicas.

Cuando Lance Turner habló, su tono era reflexivo, casi como si estuviera más sumido en sus propios pensamientos que en la conversación. Drake notó la curiosidad en sus ojos, especialmente cuando sus miradas se cruzaron. Las ojeras de Drake, testigos silenciosos de noches inquietas, de combates y días de trabajo extenuante, no pasaron desapercibidas. Sin embargo, en lugar de incomodarse, Drake decidió enfrentar la pregunta de Lance con la misma honestidad que solía aplicar a su trabajo.

Sueños... — repitió, dejando que la palabra flotara en el aire por un momento mientras inclinaba la cabeza hacia un lado, pensativo — La verdad, no pienso mucho en eso últimamente. Tal vez porque cuando tienes que luchar para conseguir la próxima comida o un techo bajo el que dormir, los sueños se convierten en un lujo, algo que solo puedes permitirte cuando todo lo demás está en orden.

Drake Longspan hizo una pausa, sus ojos se perdieron en el Bentō frente a él. La vida de un carpintero errante no ofrecía muchas oportunidades para el lujo, pero había aprendido a valorar las pequeñas cosas, como una comida caliente, o un momento de paz en una taberna como aquella. Miró de reojo a Lance Turner y a Byron, luego devolvió la mirada al plato.

Me preocupa cenar hoy, no lo que haya después de esta vida.

Y así se colocó el primer trozo de atún en la boca. Tras masticarlo y saborearlo con cara de placer durante unos segundos, se cruza de brazos de manera casi cómica, llegando con sus dedos a tocarse la espalda. La imagen sería similar a una camisa de fuerza en un manicomio.

Pero si tuviera que decir algo... — continuó, mientras giraba lentamente una pieza de aquel pescado con sus dedos largos y hábiles — Supongo que sería encontrar un lugar que pueda llamar hogar. Un sitio donde no tenga que estar siempre al borde del abismo, donde pueda levantar un taller y hacer algo más que construir muebles baratos. Me gustaría poder crear algo que dure, algo que la gente pueda mirar y decir: "Eso lo hizo Drake Longspan". Como dije, todos vamos a morir, pero lo que hacemos en vida, lo que dejamos aquí... Es lo que importa.

El silencio que siguió a sus palabras fue pesado, cargado de significados no expresados, la imagen de sus padres pasó por su cabeza. Drake no era un hombre de muchas palabras, pero las pocas que compartía siempre llevaban consigo el peso de su experiencia, y por alguna razón, decidió compartir parte de su carga. Sabía que, al igual que él, Lance, Byron y Jun tenían sus propios sueños, sus propias luchas, y que en aquel momento, todos estaban unidos por una especie de camaradería no planeada, un entendimiento tácito de que la vida podía ser dura, pero que también ofrecía momentos de conexión inesperada.

Jun Gunslinger había sido una sorpresa. Cuando la vio entrar en la taberna y tomar asiento sin pedir permiso, Drake notó algo diferente en ella. Su gesto al dejar caer las monedas sobre la mesa fue tan firme como su determinación. Estaba claro que era una chica que no aceptaba deudas, ni siquiera cuando se trataba de algo tan sencillo como desviar a un grupo de perseguidores.

Yo invito — dijo ella con una sonrisa que no alcanzaba a borrar del todo la desconfianza en sus ojos amatista.

Drake tomó una de las monedas, sintiendo su frío metal entre los dedos. No era la primera vez que alguien le ofrecía dinero por un favor, pero esta vez se trataba de algo más. En Jun, vio un reflejo de sí mismo, alguien que había aprendido a sobrevivir en un mundo que no siempre era amable, alguien que había sido moldeado por la necesidad y la soledad. Pero, a diferencia de muchos, ella había decidido devolver el favor, mostrando que todavía tenía un código, un sentido de honor que respetaba, aunque fuera en su propia forma.

Gracias, Jun — dijo finalmente, lanzando la moneda al aire y dejando por un tiempo esta sobre la barra con un gesto que indicaba que no buscaba más que lo que ya tenía — No lo hice por esto, pero aprecio el gesto.

Drake Longpsan se acomodó en la silla y guardó la moneda en el bolsillo, sintiendo cómo el ambiente se volvía más relajado, más íntimo. Aunque eran cuatro desconocidos reunidos por el azar, había una conexión emergente, algo que no podía explicarse solo con palabras. Fue entonces cuando decidió devolver la pregunta a sus compañeros, curioso por saber qué era lo que realmente buscaban en sus vidas. 

Pero ahora que estamos aquí... — comenzó, dirigiendo su mirada primero a Byron, luego a Lance, y finalmente a Jun¿Qué es lo que os mueve? ¿Qué buscáis en este mundo? Porque, seamos sinceros, no estamos aquí solo por el Bentō de atún, ¿verdad?

Su tono era sereno, más no severo. Había en sus palabras una invitación a abrirse, a compartir algo más que una comida en una taberna. Drake no era un héroe, ni pretendía serlo, pero entendía que la vida no era solo sobrevivir, sino encontrar algo, lo que fuera, que hiciera que todo valiera la pena. Y, en ese momento, rodeado de personas que, al igual que él, cargaban con sus propios sueños y cicatrices, Drake sintió que tal vez, solo tal vez, habían encontrado un pequeño respiro en medio de la tormenta.

Mientras esperaba las respuestas de sus compañeros, tomó un sorbo de su bebida, dejando que el calor del alcohol se mezclara con la calidez del ambiente. A veces, pensó, los momentos más importantes eran los que se compartían en silencio, en la compañía de aquellos que entendían, aunque solo fuera por un instante, lo que significaba buscar algo más allá de la mera supervivencia.
#12
Byron
Que me lo otorguen
Esperando la comida, mientras se discutían temas banales, Lance medio recostado en su asiento lanzó un comentario que cambio el tono de la misma conversación. Igual era impresión de Byron, pero en sus calmadas palabras podía sentirse cierto aire melancólico, como si este tipo de momentos fuesen los que llenasen la vida del peliblanco, el relacionarse con diferentes tipos de personas. En parte el muchacho comprendía este sentimiento, aunque en su vida no hubiese compartido tantos individuos, no cambiaría por nada ninguno de ellos, estos con su encuentro dejaron una huella en él que había provocado que Byron fuese la persona que era hoy en día. Tras su primera apreciación de la escena, hizo dos preguntas, las cuales dejaron pensativo al muchacho.

Siendo sinceros, Byron nunca había pensado de forma seria cuál era su objetivo o cuál era su sueño. El ansia de libertad y descubrimiento podía ser uno de ellos si, pero honestamente, era superficial, sin personalidad, todo el mundo quería algo así, era un sentimiento noble, pero le faltaba definición, definir quien era Byron. Comenzó a sumergirse más en sus pensamientos, buscando como contestar esa pregunta.

Como siempre tuvo dentro de él un ansia, un pequeño sentimiento que no podía describir, el por qué de aquella curiosidad por descubrir, por conocer, ¿qué era lo que realmente quería? ¿Qué motivaba a Byron a querer descubrir más y más? Por un breve instante fue consciente, igual no quería admitirlo pues dejaba ver su lado más ególatra, pero él se sentía alguien distinto, no se conformaba con los placeres comunes y terrenales, quería la grandeza, el ser reconocido. Quería descubrir ese lugar, para ser él quien lo descubrió. Quería ser tener ese conocimiento, para usarlo en su beneficio y ser diferencial al resto. En parte, el mundo giraba en una competición de quien dejaría la huella más grande en el mundo.

Drake contestó seriamente, de una forma mucho más realista, no dejándose llevar por la grandilocuencia de unos tontos deseos, siendo mucho más práctico. Casi confirmando de forma indirecta las suposiciones que hizo Byron sobre él anteriormente, sus declaraciones prácticamente gritaban que su pasado no había sido una vida de color rosa, el muchacho entendía aquello, tampoco es que para él hubiese sido fácil, aunque en términos diferentes. Inesperadamente, tras una breve pausa en la que parecía cuestionar sus anteriores comentarios, y con una cara de pensar dos veces sus siguientes palabras para hacer una buena elección de estas, deshizo su pequeño nudo en la garganta dejándose llevar por su niño interior.

- Dejar huella eh, te comprendo Drake.- Dijo dando un trago del espeso vino que ocupaba su jarra.- Contestando yo a esa pregunta... ¡Quiero la libertad, quiero viajar por el mundo y descubrir cosas que solo yo haya visto!- Golpeó la mesa con fuerza al emocionarse de más.- Sí... Esa sería una forma de aplacar el ansia de curiosidad que hay en mí, pero hay un motivo todavía más importante... ¡Poder decir que yo lo he descubierto y tú no! - Señaló a Lance con una mano haciéndole partícipe de su teatrillo, mientras que con la sobrante elevaba al cielo su jarra. - La única forma de justificar y demostrar tu existencia es, dejando una marca imborrable, yo seré inmortal participando en mitos y leyendas de las épocas futuras.

Se vio interrumpido por la aparición de aquella chica que compartía su mismo color de ojos. Y golpeando con fuerza la mesa del establecimiento dejo sobre esta unas monedas para pagar las consumiciones, quería invitarnos como agradecimiento, aunque se podía ver claramente que se había quedado prendada de Drake. Miró a Lance, y entendiendo como debía sentirse ante aquel batacazo emocional, hizo un gesto a la camarera para que sirviese otra ronda, quizás podría ahogar sus penas en alcohol, y después de todo aquello al final iba a salirle gratis a él también, así que había que echarle un poco de morro.

La chica, Jun, se unió a la velada, quitando su capucha dejo ver las largas trenzas azules que llevaba como peinado. Definitivamente era una cara bonita, aunque sus afilados colmillos extrañaban al zagal, no sabía que una persona podía tener esa clase de incisivos. Hizo una extraña mueca mirándolos fijamente, frunciendo el ceño como concentración, llegando a ser hasta descortés de forma no intencional, simplemente llamaban demasiado la atención de aquel chico que poco o nada conocía sobre las diferentes razas del mundo que habitaban.

La comida se sirvió, todos parecían estar muertos de hambre y devorar, increíblemente Byron también lo hizo, teniendo en cuenta que prácticamente acababa de comerse un plato de estofado. El primero en echar un bocado fue Lance, más Drake el primero en terminar, tremendo estómago tenían aquellos dos. Y mientras Byron masticaba intentando seguir el ritmo, Drake volvió a abrir la conversación, dando a entender que ese pequeño encuentro podía tratarse podría tratarse de algún tipo de "comida de negocios".

Byron chasqueó la lengua decepcionado consigo mismo, ni siquiera se había dado cuenta, la preciosa oportunidad que le estaba brindando el destino y él no la vio hasta que esa misma oportunidad se mencionó a sí misma sutilmente. Aun así, era comprensible que no se hubiese dado cuenta, aún estaba un poco aturdido por la absurda situación que había vivido esa mañana. Rio irónicamente mientras llevaba su mano a su rostro golpeando su frente, como la idea entrando en su cabeza, seguidamente incorporándose apoyando sus palmas sobre la mesa les dijo a los presentes como una amplia sonrisa.

- ¡Tengo pensado ir a Logue Town y partir para dejar huella en este mundo! ¿¡Por qué no venís conmigo y surcáis los mares bajo mi bandera?!- Preguntó ilusionado, dejándose llevar.
#13
Lance Turner
Shirogami
La pequeña reunión estaba tornándose bastante cálida y casi afectuosa. Parecía como si nos hubiésemos conocido tiempo atrás y esta se tratase de una reunión para ponernos al día de la vida de cada uno. Se sentía bien, aunque extrañaba al pequeño Juuken por aquí, haciendo preguntas como una metralleta sin cesar. Parecía mentira, pero me había acostumbrado al pequeñín y su manera de ser.

Drake se mostraba bastante más maduro que la mayoría, respondiendo a Byron que se relajase por el asunto de toquetear sus brazos. Era gracioso, porque la camarera de aquel bar seguía observando a Byron desde lejos, pendiente de si estaba bien atendido y tratando de memorizar su rostro. Si ella supiese cómo toqueteó al brazos largos, podría terminar teniendo un ataque real de celos.

Me gustó mucho una frase que dijo Drake, “Al final estamos aquí de paso”. Era una frase que había escuchado muchas veces en mi infancia, de boca de mis padres, pero había estado almacenada en un rincón perdido de mi memoria hasta ahora. Sacar a la luz dicha frase me hizo sentir una auténtica corazonada, al tiempo que me daba cierta tranquilidad la compañía de Drake.
- Sueños… - Dijo el muchacho con un tono reflexivo antes de continuar hablando.

Dicho tono, estaba afín al tono que tenía mi pregunta, pero su continuación se alejaba del espíritu de esta. Su respuesta me dejó algo cortado, aunque lo hizo con bastante madurez. Su estilo de vida actual no estaba para ese tipo de cosas.
- Ya veo… - Contesté en un tono más serio del habitual.

No podía replicarle nada, pues por un lado, me dolía la respuesta. Entendía que tenía su parte de razón, pero también me sonaba a las palabras de alguien que se ha rendido ante sus objetivos. Nunca es motivo de celebración escuchar algo así. Por otro lado, es comprensible que no todo el mundo está hecho para desvivirse por los sueños. Implicaba jugarse mucho, y antes de lanzarse a ellos, tienes que estar muy mentalizado, pues te estás jugando como mínimo, tu vida.

Levanté la mano para indicar a otro camarero que no tuviese sus ojos derretidos observando a Byron y pedí una bebida bien cargada de ron. El ambiente era bastante más serio tratado este punto con ese tono, sin embargo, también era respetable y no había que mostrar otra cosa que respeto.

No obstante, para mi sorpresa, Drake añadió otra frase que me impactó más aún.
- Me preocupa cenar hoy, no lo que haya después de esta vida.

Cada vez que añadía algo más en ese tono, sus palabras pesaban más sobre la mesa. Me daba la impresión de ser alguien que se había rendido definitivamente a sus sueños, y esas ojeras que hablaban por sí solas, parecían ir contando ya la razón detrás de todo.

Él se centró en comer, y un silencio absoluto inundó la mesa. Me sentía un poco mal por haber planteado la pregunta que sacó este ambiente, pero estaba seguro que Drake tampoco se sentiría bien. Byron observaba en silencio también. Así que suspiré largo y hondo antes de retomar la conversación, cuando llegó mi bebida. La agradecí, y justo cuando iba a darle un trago Drake retomó la palabra.
- Pero si tuviera que decir algo… - Dijo mientras parecía jugar con el atún entre sus manos, provocando una pequeña chispa en mi interior. Ese pero significaba una esperanza, sin duda.

Un hogar, su verdadero sueño era ese, un sitio al que llamar hogar y donde sentirse querido, bien recibido en todo momento, un refugio de paz y amor para protegerse y sanarse tras todo lo sufrido. Una vida sin sobresaltos, dedicándose a su pasión, el taller, construir cosas verdaderamente significativas con sus propias manos, no modelos estándar de muebles. Este hombre quería sentir la paz, al mismo tiempo que quería dejar un legado para el mundo, para la historia, o para la humanidad.

Este hombretón se había abierto en canal para nosotros, debía elegir bien mis palabras para corresponder su sinceridad. No obstante, Byron fue más rápido al tomar la palabra, manifestando estar de acuerdo con Drake.

Tras un buen trago a su copa, decidió dar un paso y contestar él a la pregunta. Le respondió con muchísimo entusiasmo sobre la libertad y viajar en el mundo, descubrir cosas que sólo él logre hacerlas. Fue tal su emoción, que terminó golpeando la mesa, algo que me sobresaltó un poco al estar aún afectado por las anteriores palabras de Drake. Si quería enganchar mi atención a su discurso, acababa de conseguirlo.
- Sí... Esa sería una forma de aplacar el ansia de curiosidad que hay en mí, pero hay un motivo todavía más importante... – Continuó generándome auténtica curiosidad, hasta que terminó por apuntarme con su dedo índice. - ¡Poder decir que yo lo he descubierto y tú no!

Reaccioné riéndome un poco, alzando las manos como señal de rendición para seguirle un poco el juego en su discurso. Levantó su jarra hacia arriba mientras continuaba su discurso con mucho más entusiasmo y determinación.
- La única forma de justificar y demostrar tu existencia es, dejando una marca imborrable, yo seré inmortal participando en mitos y leyendas de las épocas futuras.

Ahora, definitivamente había dejado que de verdad hablase su corazón, y para corresponderlo me levanté con orgullo, levantando mi vaso hasta brindar con la jarra de Byron.
- ¡Así se habla! – Exclamé para animarle más aún en su convicción.

Realmente podía subrayar cada palabra que había dicho, pero al mismo tiempo, discrepaba un poco en el modo de decirlo. Quizá sea por la diferencia de edad, o simplemente, no somos iguales al completo. Pero no podía negar que me hacía feliz ver a otra persona tan firme en su determinación.

Un sonido de impacto seco, con algo metálico me sobresaltó, provocando que se me cayese un poco de alcohol al suelo. Era la joven de antes, encapuchada, que venía directa a soltar esas monedas declarando que ella invitaba.
- ¡¡DIOS!! ¡¡QUE SUSTO ME HAS DADO!! – Le grité casi con cierto enojo por el susto que me había dado. Aunque al instante me di cuenta de la situación y me reí a carcajadas para suavizarlo. – Cualquier día de estos alguien me terminará matando de un susto jajajaja.

Era curioso que no la hubiese detectado. Seguramente se debía a lo concentrado que estaba ante la conversación que habíamos tenido, pero sin yo saberlo todavía, era muy probable que en realidad se debiese a sus habilidades robando indiscriminadamente. Sin embargo, Drake no pareció haberse visto afectado por el susto, quizá por no estar brindando como loco por el discurso de Byron. Su confesión aún estaba reciente, y de seguro que para él era mucho más vital que para nosotros.

Él había mirado una de las monedas de Jun, reflexivo, para después agradecerle la invitación. Lo curioso es que luego se metió la moneda en el bolsillo, no sabía cómo iba a reaccionar Jun ante esto, pero el cambio de tema que hizo Drake provocó que el ambiente volviese a cambiar un poco al que había antes. Su pregunta era sencilla, devolver el punto en cuestión, y Byron fue el primero en volver a tomar la palabra. Me estaba recordando a Juuken en esto de no dejarme responder a veces cuando quería, pero ese muchacho ya me estaba acostumbrando a ello.
- ¡Tengo pensado ir a Logue Town y partir para dejar huella en este mundo! – Exclamó cargado de ilusión. - ¿¡Por qué no venís conmigo y surcáis los mares bajo mi bandera?! - Preguntó dejándose llevar por la emoción que tenía aún en su interior.

Ante esto, empecé a reírme un poco. No por reírme de él o su propuesta, si no por contagiarme de su buen ánimo y entusiasmo. Le di dos pequeñas palmadas en la espalda de forma amistosa y tomé entonces la palabra.
- Me encanta tu actitud, Byron. Debes ir a por tus sueños, y espero que algún día llegues a lograr todo lo que has gritado antes… - Dejé un poco ese tono tan amistoso y poniendo mis brazos cruzados le miré con una sonrisa algo pícara. – Pero para tu desgracia, creo que somos rivales de sueño… no voy a poder acompañarte en tus aventuras…

Di un trago a la bebida antes de continuar hablando mientras disfrutaba un poco de su reacción mientras me reía un poco.
- Aunque oye, estás invitado a unirte a mis aventuras jajaja. – Le respondí devolviéndole el ofrecimiento que acababa de hacerme para hacerle rabiar un poco de broma. Miré entonces a Drake y Jun con una mirada menos bromista, sabiendo que ellos no estarían reaccionando igual que el joven Byron. – Y la oferta también os la tiendo a vosotros. Cualquier persona es bienvenida, el objetivo es que todos logremos cumplir nuestros sueños. – Concluí la invitación acompañada de una risa pequeña.

Dejé esta vez la bebida en la mesa y vi entonces que la camarera me había traído otra bebida que no había pedido, pero no iba a quejarme tampoco. La dejé al lado de la otra y miré fijamente a Drake.
- Si te soy sincero, entiendo muy bien lo que has dicho, es totalmente respetable… Yo soy como este chiquillo – Dije señalando a Byron riéndome un poco. – Aunque quizá menos alocado, pero sinceramente… prefiero lanzarme a por esto, que seguir viviendo una vida en la cual me encierro dentro de una aburrida rutina que no me llena para nada… necesito explorar el mundo, y conocer a cientos de personas interesantes.

Cogí la bebida nuevamente tras esta frase y la alcé levemente en el centro de la mesa, iniciando un brindis improvisado.
- Gente como vosotros, no los hubiese conocido en mi isla natal, formando parte de unos bandidos que asaltan a ricos y viven sólo para emborracharse. Brindo por conoceros hoy, y por conocer a más personas como vosotros en mi vida.
#14
Jun Gunslinger
Nagaredama
El susto que Lance se llevó al verla fue casi cómico para Jun, pero no lo suficiente como para arrancarle una risa. En lugar de eso, mantuvo su habitual expresión despreocupada mientras tomaba asiento junto a él. Reconocía que su entrada en la conversación había sido ruidosa y un poco brusca, pero así era ella.

Observó cómo Drake, el gigante de brazos largos, tomaba solo una de todas las monedas que había dejado sobre la mesa. "Qué austero", pensó, mirandolo con una mezcla de curiosidad y desconcierto. No solía toparse con gente poco ambiciosa, pero no hizo ningún comentario al respecto. Simplemente se encogió de hombros, apartando la mirada como si el dinero ya no le importara. El grupo parecía haberla aceptado en la mesa, y para ella eso era suficiente. Si alguno de los otros quería tomar o utilizar las monedas para pagar la cuenta, no se opondría. Después de todo, ellos le habían dado algo más valioso: una oportunidad de escapar. Y lo mejor era que aún conservaba la parte más suculenta de su botín.

Mientras los jovenes conversaban, levantó el brazo para llamar a la camarera, que la observaba desde la distancia. Sin usar palabras y con un simple gesto de su mano, logró hacerle entender que quería una cerveza. Decidió que se merecía un momento de pausa, una pequeña tregua en su vida de constante caos y movimiento.

Sus ojos volvieron a centrarse en el grupo. Observó con atención cada vez que uno de los jóvenes tomaba la palabra y, aunque se había unido a una conversación ya iniciada, no se tardó mucho en entender cual era el tópico.

La propuesta de Byron logró capturar su atención al instante. Ese muchacho, con sus ojos violáceos llenos de entusiasmo e ilusión, hablaba con una pasión que despertó una chispa de interés en la Gunslinger. Al oírle hablar sobre surcar los mares bajo su bandera, Jun no pudo evitar imaginarse a sí misma en alta mar, con el viento acariciándole el rostro y revolviéndole el cabello, buscando aventuras más allá del horizonte. La idea de unirse a él era tentadora, pero su instinto la haría ser cautelosa. Jun sabía que los sueños, por muy grandes que fueran, podían convertirse en cadenas si uno no tenía cuidado. Le pasó más de una vez.

Sería Lance el primero en responder, con una risa animada y una palmada amistosa en la espalda de Byron. Amablemente rechazó la oferta del muchacho, pero lo hizo de una manera que no cerraba puertas a nadie. Invitó a Byron a seguir su propio camino, y de la misma forma extendió su propuesta hacia Drake y Jun. La peliazul esbozó una pícara sonrisa torcida. Pensó que, tal vez, por dispar que fuera aquel grupo, podría tener potencial y ser algo más que una simple compañía pasajera.

Jun afiló la mirada. Tomó una moneda y jugó con ella entre sus dedos, y se reclinó en el asiento mientras escuchaba las palabras que el albino pronunciaba hacia Drake. Eso que le dijo, ella lo podía entender; conocía bien la sensación de sentirse enjaulada, presa de la monotonía de vivir en un lugar que no ofrecía más que días repetitivos y sin emoción. Aunque hacia lo posible por encontrar nuevas experiencias, aventuras y diversión, su espíritu rebelde se encontraba constantemente chocando contra las paredes de la rutina.

Sabía lo que era soñar con la libertad, con la posibilidad de escapar y explorar el mundo sin restricciones. Su sueño no era muy pretencioso. Solo deseaba surcar los mares, conocer el mundo y disfrutar de todo lo que este pudiera ofrecerle. El poder, la riqueza, la fama, todas esas cosas que un pirata podría anhelar para ella eran secundarias. Vivir cómodamente y hacer lo que quisiera sería suficiente para mantenerla feliz. Jun solo deseaba ser libre.

La camarera finalmente llegó con la cerveza, y Jun la tomó en la zurda después de agradecer con un ligero asentimiento de cabeza. Bebió un sorbo largo, dejando que el amargo sabor del alcohol le refrescara la boca y la mente. 

A medida que avanzaba la conversación, Jun se daba cuenta de que, a pesar de sus diferencias, todos en esa mesa parecían compartir algo fundamental: un deseo inquebrantable de libertad. Con la bebida en mano, decidió que era su momento de intervenir. No acostumbraba a hablar mucho sobre sus propios deseos o planes, pero la ocasión requería un enfoque diferente. Si quería salir de Isla Kilombo, necesitaba más que su propia astucia; necesitaba aliados. Sus ojos se afilaron, revelando la decisión que estaba tomando en ese preciso momento. No le interesaba tanto quién compartiera sus sueños o sus motivaciones. Lo único que le importaba era salir de esa jaula y lanzarse a la aventura.

Bueno —dijo, su voz cortando el aire con una claridad que haría que todos la miraran—. A mi no me importa quién tenga los sueños más grandes o las ambiciones más nobles. No estoy aquí para decidir qué bandera seguir. Lo que me gustaría saber, es algo mucho más simple y directo.

Jun se inclinó para enfocar su mirada en Byron y Lance, y se cruzó de brazos mostrando una expresión desafiante.

¿Quién de los dos tiene un barco? —preguntó, sin rodeos—. No me malinterpreten —continuó después, observando las reacciones en los rostros de los tres jóvenes. Sabía que a veces su forma de hablar podía caer mal—. No estoy diciendo que no me importen sus sueños. Pero si tuviera que tomar una decisión, quiero saber primero si podríamos empezar a movernos, y que no están hablando solo por hablar.

La muchacha dejó que sus palabras calaran hondo y se asentaran, mientras le daba otro sorbo a su cerveza y pintaba un bigote de espuma en su labio superior. Si iban a formar un grupo o algo así, necesitaba que fuera sobre bases sólidas. También necesitaba un barco, y, obviamente, gente dispuesta a navegar hacia lo desconocido. Llevaba años esperando, más que lista para dar el siguiente paso, pero solo lo haría siempre y cuando alguno de ellos estuviera dispuesto a llevarla más allá del horizonte que había conocido hasta ahora.

Así que, ¿quién lo tiene? —repitió, sus ojos amatista destellando con una intensidad que no admitía evasivas.
#15
Drake Longspan
[...]
Jugueteaba con sus dedos vendados en la mesa mientras escuchaba los sueños ajenos; era catártico, agradable, pero no dejaba de ser eso, sueños. Utopías alejadas de la realidad, algo que contrastaba con las limitaciones de su presente. A Drake Longspan los sueños le funcionaban para tener aspiraciones, superar obstáculos o quizá plantearse un futuro donde no esté en lo más bajo de los estratos sociales. Era un don nadie, aunque deseaba no serlo. Tampoco quería fama, solo hacer algo en este mar que le había abandonado hace años. ¿Por qué tendría derecho a soñar? Lo había perdido casi todo, menos a él mismo.

¡Tengo pensado ir a Logue Town y partir para dejar huella en este mundo! ¿¡Por qué no venís conmigo y surcáis los mares bajo mi bandera?!

Aunque oye, estás invitado a unirte a mis aventuras jajaja.

Drake Longspan levantó su copa siguiendo el brindis de Lance Turner; gracias a su brazo, quedaba muy por encima de la del resto, así que tuvo que doblarlo para estar a la altura del grupo.

«Dejar algo en el mundo, llevarme algo conmigo.»

El chico parecía inmerso en sus propios pensamientos; sin duda, la oferta de ambos era peculiar. ¿Pero realmente la merecía? ¿Merecía ser libre? ¿Él? ¿Alguien que apenas pudo apoyar a lo que más amaba? Con la bebida en su mano, intercalaba miradas de cortesía entre los tres presentes, intentando integrarse en aquel dispar grupo.

En Byron Nikkei veía la imprudencia, la vida y sus colores vivos, las ganas de brillar. Pero algo le decía que aquel cuerpo frágil no era tan joven como aparentaba; si algo sabía Drake Longspan tras tanta pelea, es que las verdaderas cicatrices las cargamos por dentro. Y ahí es donde él quería llegar.

En Lance Turner, entusiasmo y confianza, quizás demasiada; de hecho, no sabría decir quién saldría perdiendo si lo comparaba con Byron Nikkei; parecían almas gemelas. Sí, se habían declarado su rivalidad, pero parecía más una pelea de hermanos que un reto real. La comisura de sus labios se elevó levemente al darse cuenta.

No se percató de que Jun Gunslinger había pedido una cerveza, y menos mal, porque habría pedido otra si la llega a pillar en ronda. En su propia jaula personal, lo gratis era suficiente recompensa.
Entonces, aquella humana-gyojin, con la lengua más afilada que sus dientes, dijo las palabras mágicas:

¿Quién de los dos tiene un barco? No me malinterpreten...

La perspicacia de la pregunta, o la estupidez de la misma — (Por el amor de Suzaku, eran piratas) — hizo que Drake Longspan girase su rostro a toda velocidad hacia Jun Gunslinger. El extraño comentario, sumado a un bigote hecho de espuma cervecera en ella, le hizo reírse de manera casi inaudible, sacándolo de su trance personal.

Entonces, sus ojos amatista se cruzaron con los rubíes de Drake. Destellaban mientras seguía hablando; era una mirada con un brillo vítreo, cristalina... Sincera.

Ella había tomado una decisión y estaba poniendo en situación a los dos capitanes, los tanteaba mientras Drake Longspan la miraba fijamente. El carpintero era meticuloso con sus herramientas, y siempre seguía el mismo principio para encontrar las cosas. Simplemente se basaba en saber qué buscar y dónde. A veces, todo era cuestión de recordar lo que realmente importaba, hasta que tu mirada se clavaba en ello.

[...]

Sintió su corazón acelerarse; bombeaba la misma adrenalina que cuando le tocaba combatir, pero no era miedo ni preocupación, esta vez era otra cosa. Iba a hacerlo, iba a unirse a una tripulación, y lo iba a hacer ahora mismo. Miró una última vez su cerveza y la levantó en alto.

No tengo un barco. En mi caso, mi vida no ha estado enfocada en las grandes aventuras ni en la búsqueda de fama. Lo que tengo ahora es el resultado de una vida de dificultades y pérdidas — dijo con un tono grave que reflejaba la realidad de su pasado. —  Mis padres murieron cuando yo era joven, y eso me enseñó a ser autosuficiente, a confiar en mis propias habilidades en lugar de buscar sueños grandiosos que pueden llevar a desilusiones. Mi enfoque ha sido más práctico: asegurarme de sobrevivir y construir algo con mis propias manos, o romperlo a golpes.

«¿Qué mierda estás diciendo?»

Entiendo que cada uno de nosotros tiene sus propias motivaciones y sueños.

«Para, maldita sea, para.»

Con una última sonrisa de complicidad, Drake tomó un sorbo de su bebida y dejó caer el vaso boca abajo sobre la mesa, recogiendo uno de los berries de la mesa de Jun Gunslinger.

Si sale cara, me uniré a una de las tripulaciones; no me importa cuál, eso es cosa vuestra, pueden pelear por ello si quieren. — Drake Longspan hizo girar la moneda por su canto frente a ellos. — Pero si sale cruz, y no tienen un barco, me pagarán los materiales para que os construya uno, si quieren mis brazos, claro. Luego, me quedaré aquí, hasta que yo lo decida. Ah... Y guardaran sus rencillas para el Nuevo Mundo.

El muchacho lanzó la moneda hasta casi el techo de la taberna; el tiempo pareció pararse en ese mismo instante. Tenía clara su decisión... ¿O era la bebida quien hablaba por él? ¿O simplemente se estaba viendo reflejado en los ojos de aquella chica de dientes afilados?

Cuando la moneda aún estaba en el aire, bajó su mirada sutilmente antes de estirar sus dos brazos hasta la moneda, cayendo esta sobre su palma derecha y tapando el resultado con su mano izquierda.

Levantándose de su asiento, y aprovechando la ventaja de altura, colocó su ojo dentro de la mano para observar el resultado.

Oh... Ha salido cruz — dijo mordiendo su lengua, fingiendo lástima. — Pero todavía pueden contratarme si lo desean.

Cuando bajó su brazo, cambió la moneda de palma de manera disimulada, haciendo que esta cayese por la cara contraria. Un pequeño truco de manos del que seguramente alguien experimentado en el robo pudo haberse percatado. La moneda se mostraba en cruz, pero realmente había salido cara. Dejándose caer en la silla, pidió otra cerveza.

El viaje no es lo mío, pero valoro las experiencias que ustedes buscan. Puedo ayudar en lo que pueda a los tres desde aquí, pero no puedo seguir una ruta que no encaja con mi realidad.

Su rostro no mostraba orgullo ni felicidad por lo que acababa de hacer.

Simplemente no quería perder nada más.
#16
Lance Turner
Shirogami
- ¿Quién de los dos tiene un barco? – Preguntó la joven sin tapujos algunos, aunque posteriormente explayase un poco más la razón tras dicha pregunta.

La joven de cabellos azules había comenzado a tomar voz por primera vez en mucho rato. No parecía haber querido actuar hasta ahora, seguramente para estudiar primero nuestras respuestas y gestos. Aunque también es posible que estuviese esperando a refrescar un poco su garganta antes, ya que hasta hacía un momento, parecía estar sedienta.

Su pregunta era mucho más razonable de lo que esperaba de alguien que, a primera instancia, me pareció mucho más impulsiva y alocada. Era agradable darse cuenta de ello, no obstante, su pregunta me dejaba en jaque. Miré antes al joven Byron para ver si respondía, sospechando que él tampoco tendría un barco, y tras unos segundos decidí dar yo el primero en tomar la palabra.

Para mi sorpresa, poco antes de hacerlo, había comenzado a hablar Drake. No era algo que estuviese previsto para mi, así que me sorprendió mucho que tomase la voz cantante. Él claramente tampoco disponía de un barco, y era lo normal, lo raro sería tener uno en realidad. A pesar de su rápida respuesta ante la pregunta de Jun, él había elegido continuar por otro lado, abrirse a nosotros.
- Está claro que tienes mucho que soltar ahí dentro, grandullón. – Pensé a medida que nos contaba cosas que había tenido que superar en su vida.

No era alguien privilegiado desde su infancia, y había aprendido a ganarse las cosas por su cuenta. Seguramente es por ello que valoraría al detalle cualquier cosa vital. Pero su sonrisa previa a dar un trago captó mi curiosidad, algo había en la cabeza de este hombre tan interesante. Sin mediar palabra, recogió una moneda más de la mesa. Sorprendido al verle coger otra decidí no interrumpir, y esperar a que hablase él.

Una apuesta. Había decidido, de manera unilateral, que la suerte sería la que decidiese su destino, y también en parte el nuestro. De ser cara, se uniría a cualquier tripulación de las nuestras. Si salía cruz, quería que le pagásemos los materiales para hacer uno, además de guardar nuestras rencillas hasta el Nuevo Mundo. Este último punto no me preocupaba, no parecía que Byron y yo fuésemos a enfrentarnos más allá de alguna discusión tonta y sin valor, pero su primera condición en el caso de salir cruz, era mucho más vital. No disponía de ese dinero, y en caso de que eso fuese a hacerse, él no se movería hasta que quisiera. No pensaba aceptar dicha propuesta, aunque pudiese ser lógica desde su punto de vista.

Sin siquiera esperar nuestra aceptación, la lanzó lo bastante alta como para casi alcanzar el techo. A pesar de no haber aceptado la propuesta, me generaba curiosidad saber el resultado.
- Cruz… - Pensé cuando vi el resultado caer en la mesa. 

Acto seguido, declaró que, aunque valoraba nuestras inquietudes, y se ofrecía a ayudar, no podía seguir una aventura que no encajase con él. Esto me hizo extrañarme, pues en el caso de que eso fuese así, no tendría sentido alguno la apuesta. Además, parecía demasiado tranquilo tras haberse jugado su destino, con lo que actué con templanza recordando claramente que la apuesta no había sido aceptada.

Me reincorporé un poco en la silla para alcanzar la moneda de la mesa y le di la vuelta, mostrando la cara de dicha moneda con una pequeña sonrisa en mi rostro.
- Lo siento, pero el azar o la suerte, no escribirán mi destino. – Dije para justificar de algún modo mi moneda con una respuesta ingeniosa que captase aún más su interés. – Dicho esto, es totalmente normal lo que dices, lanzarse al mar sin estar seguro, o sin casar completamente con los demás compañeros, puede ser el error más grande que cometa una persona.

Volví mi mirada a Jun, queriendo ahora responder a su anterior pregunta. Había quedado un poco opacada ante este pequeño show de la moneda, pero merecía ser respondida, sin duda, ya que era algo clave.
- En cuanto a lo que preguntaste antes, Jun… en realidad, es una pregunta muy buena… y debo confesarte que mi respuesta es un no. – Dejé un breve silencio que no alcanzaba dos segundos y clavé mi mirada en ella con una sonrisa ladeada. – O mejor dicho, aún no. Pero pienso marcharme de esta isla con uno, no sé si me explico.

Acababa de confesar mi clara intención de robar un barco. Era algo estúpido por mi parte, por lo general, no tenía mucho que ofrecerme mostrarme así. Sin embargo, su pregunta era un dardo directo a un punto débil que tenía, y quizá mi única salvación era contar mi alocada idea.
- Mi buen amigo, y segundo al mando, es un navegante de cuidado, con lo que podemos decir que nuestra auténtica aventura empezará en unas semanas, cuando tengamos todo listo. – Concluí para posteriormente dar un buen trago a mi bebida.

Aunque no era buena idea delatar mis ideas, no creo que estas personas sean de las que vayan con el cuento a las autoridades. Y de ser así, simplemente son palabras, ningún crimen ha sido cometido todavía, y menos aún tendrían pruebas de mis declaraciones. Llegaría el día en el que esas coas me tuviesen que preocupar, pero por el momento, me había asegurado de mantener un perfil bajo.

Terminé mi bebida de un último trago y levanté la mano hacia la camarera, indicándole que nos pusiera una nueva ronda de bebidas para todos. Estábamos entrando aún más en una conversación interesante, por lo que necesitábamos más antes de seguir.
- Ahora, quisiera preguntaros yo… ¿Hasta qué punto daríais todo por un sueño? – Pregunté mirando a Drake, para luego redirigir mi mirada a Jun. – O por una persona querida… - Para finalmente continuar mirando a Byron. - ¿Por qué o quién, daríais vuestra vida?

Al hacer este tipo de preguntas, se podían obtener dos cosas. En primer lugar, averiguar más sobre el resto, claramente. Pero en segundo lugar, también permite que los demás sepan de ti, de tus inquietudes o intereses. Nos estábamos conociendo casi a marchas forzadas en un único rato, y al mismo tiempo, todo salía fluído. Quizá el alcohol tuviese parte de culpa, pero quizá la razón no sea esa, y vaya más allá de cualquier componente natural que nos afectase. Quizá, son las almas las que están dirigiendo este baile de información, conectándose las unas con las otras a toda prisa como si el tiempo estuviese corriendo en una improvisada cuenta atrás.
#17
Byron
Que me lo otorguen
Byron bridaba lleno de euforia y alegría ante el alegato realizado, las medio alabanzas que el peliblanco le lanzaba, no hacían más que hinchar el pecho y ego del muchacho, que casi vertía el contenido de su bebida al celebrar haciendo aspavientos con tanto ahínco. Por un momento, el chico se sintió como cuando el resto de ciudadanos de su pequeño pueblo en Skypie comentaban sobre sus increíbles alas y bello rostro, como enorgullecidos se deshacían en elogios ante él. Y eso, no podía negar que le encantaba, reforzaba su convicción y su ego interior, aunque no tardarían en bajarlo de su nube.

A pesar de los ánimos, Lance se negó ante su propuesta, dejándolo de piedra, fue un sentimiento similar a cuando una dama le rechazaba después de haberle estado dándole coba. Ocultó su pequeño enfado tras su encharcada copa, acabando de un trago el poco contenido que no había derramado de este, mientras escuchaba atentamente como Lance lo definía como rival. Ante esto hubo dos pensamientos, en parte le agradó que alguien lo considerase un rival, alguien con quien medirse y disputarse el destino del mundo, por otro lado, algo más oculto que no mostró tras su máscara social, una pequeña repugnancia, pues aquel hombre había tenido la osadía de compararse con él. El ego que Byron portaba sobre sus hombros, aunque oculto, era más grande de lo que cualquiera de los presentes podía imaginar.

Irrumpiendo en aquella escena de rivalidad y felicidad casual, Jun, la chica de afilados colmillos hizo una pregunta que, a juzgar por la rápida mirada de complicidad que Lance le dedicó, había dejado a ambos en fuera de juego, provocando que pusiese los pies en el suelo, más si cabe que el rechazo de su recién autonombrado rival. La pregunta fue tan buena, que por un momento dejó a Byron en blanco, haciéndole caer sudores fríos por la frente y haciéndole intentar volver a beber del recipiente que acababa de terminar.

- Creo que ha tocado hueso compañero.- La mano de Byron temblaba ante la vergüenza que le estaba haciendo pasar la chica con una simple pregunta. Aunque eso no hizo más que aumentar la curiosidad que sentía por aquella mujer, era rápida, perspicaz y eso siempre venía bien a una tripulación, o eso le había contado. Por un momento Byron sintió aquel comentario como una forma elegante de rechazar la propuesta.

El hombre con el que compartía la pregunta, quiso tomar la palabra, Byron estaba interesado en ver como saldría del apuro en el que la chica de cabellos azules les había metido.

Aquella curiosidad fue interrumpida, con los comentarios del brazos largos que anteriormente lo había maravillado. Fue bastante claro dando su opinión sobre la oferta que ambos individuos con ínfulas de grandes piratas le hicieron, no tenían ni barco y ya se percibían como piratas capaces, y por el momento no era así. Mascullando sobre su pasado, dejando ver la vida díficil que había tenido al perder a sus padres, Byron no pudo evitar sentirse identificado, por desgracia aquel ser de alas negras aun le provocaba pesadillas. Con un infantil juego, propuso dar su respuesta ante tales ofertas, aunque a juzgar por el tono que ofrecía con sus palabras, claramente no estaba muy convencido.

Salió cruz, y Byron no pudo evitar pedir otra bebida, que inmediatamente la soltera señora que servía en el establecimiento puso en sus propias manos, acercándose de más, aprovechando para tocar sus manos mientras lo miraba con unos tiernos ojos. Otra mueca extraña por parte del Solarian, esta vez sin ocultar sus intenciones de forma cortés, acompañando el rechazo ofrecido por su rostro con velos aspaviento de manos para que se largara. No pareció quedarle claro juzgando su mirada. Con el escalofrío que esta provocó, dio un fuerte trago a la bebida, el alcohol poco a poco parecía hacerle efecto.

Viendo el rechazo con aquel juego de moneda, Byron suspiró y volvió a sentarse, quedándose casi tirado en la silla, observando el techo de madera de aquella taberna. Definitivamente, aquella isla parecía odiarlo, había encontrado tres sujetos interesantes, y cada uno de ellos le había rechazado, daba igual la forma, aquello era como una losa cayendo sobre el ego del muchacho, desde luego era mucho más sencillo cortejar damiselas. Tirado sobre su asiento, movía ligeramente su mano en formas circulares, con hastío ante la situación, girando el ron que se encontraba en su jarra.

Lance intervino en la conversación dando su punto de vista, y en resumidas palabras, las aspiraciones de Drake no parecían convencerlo para que se uniese a él, dejando ver su lado selectivo y ambición, no le valía cualquiera y podría decirse que retiró su oferta. Después contestó al la pregunta realizada por Jun, con el estúpido plan que tenía de robar un barco, precisamente en aquella isla, que contaba con una maldita base de la marina, desde luego el apelativo que le dio anteriormente le iba que ni pintado.

Otro duro golpe recibió, al escuchar a Lance hablar como ya tenía un segundo al mando, encima navegante. Iban uno a cero en la mente del Solarian, no podía dejar que aquel tipo se le adelantase, y quizás por el alcohol en sangre, y todo sea dicho, por su mala costumbre se picó con el tipo de peliblanco. Claramente la competición ya había empezado para él y desde luego no quería perder. Lo miró atentamente, fijándose en cada detalle de aquel hombre que en parte le fascinaba, de no ser así no hubiese llamado la atención del chico, sentía una conexión extraña, no como para seguirle, pero sí que lo veía como un digno rival. A pesar de molestarlo en un inicio, lo valoró, al verlo alguien con fuertes convicciones.

- Creo que antes no me entendiste...- Dijo dejando la jarra sobre la mesa que ocupaban. - Mis antiguas declaraciones no se tratan de sueños realmente... Son una realidad.- Mostrando algo de su ego oculto con sus palabras.- Da igual que no quieras que el destino dirija tu vida como dijiste antes, todo ya está escrito... Te veo alguien capaz y desde luego, serás grande Lance, pero...- Hizo una pausa dramática, haciendo esperar a todos lo que el chico de belleza sin igual tenía que decir.- Yo soy el que al final se alzará, puedes intentarlo, pero ya está decidido, no hay que dar la vida cuando has nacido para ello. Los que tienen que esforzarse en su objetivo son otros, vosotros sois de los míos, gente con talento... Por desgracia para ti, querido Lance, compartes objetivos, así que el fracaso es inevitable...- Lo miraba fijamente, con serenidad, como si sus palabras cargasen la misma verdad del mundo. - ¡Compitamos de forma honorable! ¡Te has ganado mi aprecio! ¡Juguémonos el mundo! ¡Será divertido! Sobre todo para mí, que ya sé el resultado JAJAJAJA.- La carcajada que soltó se escuchó en todos los rincones de la taberna.
#18
Jun Gunslinger
Nagaredama
Aunque la pregunta de Jun no estaba intencionada hacia Drake, él sería el primero en tomar la iniciativa y responder. La joven deslizó el púrpura de su mirada para fijarse de refilón en el emisor, antes de volver a acomodarse con el cuerpo perpendicular a la silla. Lo escuchó hablar brevemente sobre su vida y experiencias pasadas, las cuales le mostraron un reflejo borroso de su propia vivencia.

Observó atenta como el muchacho vaciaba su vaso y lo dejaba en la mesa, boca abajo, antes de retirar una moneda más de la pila. Sonrió ante sus palabras; Drake era un constructor de barcos.

La moneda giró en el aire, mostrando su anverso y reverso, hasta que regresó a manos del gigante. Había salido cruz, o al menos eso fue lo que él dijo a los demás. Pero Jun llegó a notar el pequeño desliz que revelaría su truco y, al darse cuenta, no pudo evitar que sus labios se curvaran. Camufló la risa detrás de un resoplido, y desvió la mirada. Probablemente ni Lance ni Byron se percataron de lo que Drake acababa de hacer; mas ella no diría nada al respecto.

Parece que aquí hay alguien que sabe cómo hacer que la suerte juegue a su favor —pensó, estirando su cuerpo hacia adelante para apoyar un codo en la mesa y recargar en la mano su mentón—. ¿O será, en realidad, que solo te gusta que otros piensen que no la tienes, Drake?

No podía evitar sentir una especie de fascinación por ese hombre que ante una buena propuesta parecía tan decidido a quedarse atrás y, al mismo tiempo, tan tentado por algo más grande.

Mientras escuchaba el resto de la conversación, los dedos de su diestra tamborilearon sobre la madera con un ritmo constante, inquieto, y su pierna se movió con impaciencia, como si tuviera un resorte en el cuerpo. Lance intercambió algunas palabras con Drake y luego respondió con una negativa a la pregunta de Jun, respecto al barco. No tenía uno, pero en el uso de sus palabras dejaba entrever que contaba con un plan para conseguirlo pronto. Dijo disponer de un navegante -a chequear, aunque no era un dato menor-, y hasta se atrevió a anunciar una fecha estimada para zarpar. 

Jun chasqueó los dientes. Daba igual lo que pudiera decir; si no había barco, entonces no había nada. 

La taberna zumbaba animada con el ruido de las voces y las risas, el tintineo de los cristales y el crujir de las tablas bajo los pies de los clientes. Lance pidió otra ronda de bebidas antes de lanzar una nueva cuestión sobre la mesa, que al llegar a oídos de Jun la haría endurecer la expresión, frunciendo el ceño, mientras bebía de su vaso. ¿Qué clase de pregunta era esa? Por su sueño lo daría todo, por poco que tuviera... aunque había ciertas cosas que no estaba dispuesta a negociar.

Mi vida no la daría por nadie... pero renunciaría a cualquier cosa con tal de conservar el mayor de los tesoros, que es mi libertad —contestó sinceramente, sin tener que demorarse demasiado en elaborar la respuesta—. Espero tengan suerte con sus aventuras. Si no hay barco, a mi de nada me sirven las propuestas —resolvió, deslizando la mirada entre Lance y Byron—. Podemos volver a hablar cuando tengan uno... o cuando lo construyas —finalizaría posando sus ojos amatista sobre Drake y esbozando, solo para él, una pequeña sonrisa.

La joven se bebió en seco lo que quedaba de cerveza, y soltó un suspiro refrescante y placentero mientras posaba el vaso en la mesa. Ya había pagado su deuda, bebido su cervecita, y realmente no tenía nada más que hacer allí. La silla se arrastró hacia atrás, chirreando sin cuidado, mas la Hafugyo se detuvo justo antes de ponerse en pie. Su mente giraba con ideas locas, como siempre, pero esta vez se había quedado anclado en ella un interés genuino en esa facha de “no tengo sueños ni pertenezco a ningún sitio” de Drake. Un poco lo entendía, pero no del todo. Ya había demostrado que ella era más de saltar primero y preguntar después, de lanzar una granada y ver qué pasaba.

Y como no se aguantó, eso fue precisamente lo que hizo antes de retirarse.

¿Sabes? —dijo, girando el cuerpo hacia él y dedicándole una mirada desafiante, mientras Byron le respondía a Lance y de sus palabras comenzaba a nacer una rivalidad incipiente—. Todo este rollo de “no me importan las aventuras, no busco sueños grandiosos, el viaje no es lo mío, bla bla bla” suena a que te has contado esa historia tantas veces que casi te la crees. Pero yo no me la trago. Después de todo, acabas de apostar tu futuro a una moneda, como si en el fondo quisieras que alguien te dé un empujón.

¡Qué atrevimiento! Hablarle así a un muchacho que acababa de conocer, del que poco o nada sabía y que hasta entonces no había hecho más que tener buenos gestos hacia ella. Pero Jun era así; le gustaba pinchar a las personas, medirlas, calibrarlas, provocar una reacción. No se contentaba con tantear la superficie; quería ver que había debajo, y sabía -no, estaba segura- de que Drake Longspan guardaba mucho más detrás de esa mirada cansada y su actitud gentil y desinteresada. Construir cosas para los demás y observar desde la distancia cómo otros se lanzan a la aventura.... ah, si sabía de eso. ¡Y qué aburrido es ser la persona que siempre espera en el puerto mientras otros hacen historia recorriendo los mares!

Creía entender lo que pasaba con él: alguien atrapado entre el deseo de ir en busca de más y el miedo a hacerlo. Fingir que no se quiere nada, que uno está bien en su rincón, ocupado en sus cositas, porque así no hace falta enfrentarse al miedo de perder otra vez. Y era precisamente porque a su corta edad Jun había perdido todo lo que alguna vez amo, que ya no sentía ningún temor. De las peores experiencias había aprendido que cuando lo pierdes todo y no tienes nada, hasta el miedo se te quita.

No tenía ni idea de si sus palabras tendrían algún efecto, pero no importaba. Si el muchacho se molestaba por lo dicho, le daba igual, y si acaso necesitaba un empujón, bueno, con gusto ella se lo daría. La realidad era que ambos merecían algo mejor que eso.

Ahora debo irme —anunció, ya de pie, afirmando el bolso de piel a su cadera—. Gracias por no sapear ahí afuera. Si algún día necesitan a un fabricante de armas, municiones y explosivos para sus aventuras de piratas, pueden buscarme. En el pueblo mucha gente me conoce, así que bastará con preguntar.
#19
Drake Longspan
[...]
Si el mundo llegara a cambiar
Llévame a la época en la que no sabía nada
Cuando no sabía nada
Para que mis recuerdos no se desvanezcan.

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— Ahora, quisiera preguntaros yo… ¿Hasta qué punto daríais todo por un sueño? O por una persona querida… ¿Por qué o quién, daríais vuestra vida?

La conversación, el alcohol y los juegos de azar habían pasado a un segundo plano. Le daba igual quien tuviera un barco, incluso si había dinero de por medio. El dueto de piratas amigos y a la vez no seguían con su trifulca de egos. ¿Jugarse el mundo? Drake Longspan dudaba de si realmente entendían el peso de aquellas palabras. A lo mejor Byron Nikkei llevaba ropa extra larga porque la vida le quedaba grande y quería rellenar huecos existenciales.

A Drake no podría importarle menos, estaba en su propio duelo a muerte.

El chico miraba a Jun Gunslinger mientras hablaba, sintiendo cada palabra como un golpe que intentaba disfrazar con una sonrisa extraña, camuflando sus labios bajo la jarra de cerveza. Sus ojos, por un momento, perdieron el color rubí que los caracterizaba, remarcando más sus ojeras que su brillo. Había recibido puñetazos, patadas, mordiscos y palizas. Pero sin duda, la palabra era capaz de sanar y dañar a unos niveles muy por encima de su resistencia física. Los ojos de aquella chica Hafugyo tenían algo que quemaba y calmaba al mismo tiempo, un brillo que hablaba de historias y secretos no contados.

Una voluntad desmesurada, como la chispa de quien sabe que la libertad es su único tesoro. Cuando le sonrió, vió un desafío que iba a aceptar... Y cuando se levantó, una promesa de una tormenta capaz de hundir el mayor de los navíos del East Blue.

Por suerte para Drake Longspan, el sabía repararlos, o eso creía. Le mantuvo la mirada lo que pudo, le siguió el desafío, aún sabiendo que había perdido la batalla.

Así que no te tragas mi historia... — murmuró, dejando la moneda girar entre sus dedos, ahora con menos destreza. La dejó caer sobre la mesa, y esta vez sin mirarla o manipularla.

Se levantó lentamente, como si el peso de sus propios pensamientos le costara cargar. No era el alcohol, el aguante de aquel grandullón era considerable dentro de su fisionomía.

Quizás solo soy bueno construyendo barcos para que otros zarpen, mientras yo me quedo atrás... Pero eso no significa que no me importe quien zarpa en ellos.

Creía entender lo que pasaba con ella: rebelde, siempre evitando ataduras por el miedo a quedarse sola. Quería gritarle al mundo, pero el mundo no estaba dispuesto a escucharla. Al igual que él, ella también perdió todo lo que alguna vez amó. Fingía que no necesitaba a nadie, pero sus ojos no sabían mentir, siempre fingiendo estar ocupada en sus cositas, porque así no hace falta pararse a pensar en como recuperar lo que alguna vez perdió, por miedo a saber y tener que aceptar que quizás era imposible. Drake lo sabía bien, porque a su corta edad había perdido todo lo que alguna vez amó. De las peores experiencias había aprendido que cuando lo pierdes todo y no tienes nada, no dejarse ayudar era parte su forma de expresar el miedo a volver a perderlo todo. A no cumplir sus sueños.

Por eso aceptó una de sus monedas, sabía que su orgullo y voluntad era algo todavía más grande qué su vida, y no iba a ser el quien coarte su valor por intentar hacer algo que el brazos largos nunca consiguió. No podía negárselo.

Entendió porque le había ayudado.

Desvió la mirada, recogiendo su chaleco negro con un ademán tranquilo, aunque sus palabras tenían un filo que antes no había mostrado, y su mirada estaba ligeramente más cansada que antes.

Gracias por la oferta. Espero que consigas lo que buscas...

Mientras observaba que recogía su bolso, algo en su interior gritaba. Si se hubieran conocido unos años atrás, quizás la historia podría haber sido diferente, cuando aún no sabía como funcionaban las cosas, estaba seguro de que no estaría huyendo de aquella taberna. No estaba molesto, estaba herido. Su corazón latía a una velocidad más rápida que sus pensamientos, esa necesidad que había acallado hace tanto, de aventura, de algo más. El humano de brazos largos quería darse un golpe seco en el pecho para que parase de una vez, pero no lo conseguiría.

En otra ocasión, habría muerto por quienes quería. La culpa del superviviente.
En otra ocasión, habría sacrificado todo por sus sueños. Esos que se reflejaron aquella noche en un color amatista.
Ojalá hubiese conseguido el valor de responder eso a los dos truhanes que seguían con su pelea amistosa.

Sin esperar más, se giró, dispuesto a marcharse, dejando una sensación agridulce flotando en el aire. Aunque su despedida no fue dura, tampoco había calidez en sus pasos.

Si siguen por aquí, nos vemos por la isla, gracias por compartir vuestra historia.

Resistió hasta la salida, caminando en la misma dirección hacia donde había enviado a los perseguidores de Jun Gunslinger. Y cuando se alejó lo suficiente, su alma llovió en silencio.
#20


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