Alguien dijo una vez...
Iro
Luego os escribo que ahora no os puedo escribir.
[Común] [C-Pasado] Deudas y deudores
Shy
"Shy"
Cuando muchos piensan en los cazadores de recompensas, imaginan a intrépidos aventureros que resuelven entuertos y salvan a la damisela en apuros. Llegan con su pícara sonrisa, acaban con el horrendo criminal y se marchan con una jugosa recompensa entre manos.

Esta no era una de esas aventuras. En esta ocasión, se enfrentaba a una situación demasiado común, de la que no hablaban las canciones. Una lacrimógena historia sobre un orfebre que no llegaba a fin de mes y se había endeudado con unos cuantos usureros del East Blue. Un tipo honesto, desde luego, que, abrumado por los matones, se había dado a la fuga. Cobrar una deuda, no salvar a la princesa.

Shy tampoco era uno de esos aventureros. Ni demasiado sonriente, claro que no. Y, para mayor detrimento de la buena fama de su profesión, era uno de esos matones destinados a cobrar deudas de la gente honesta. Sacudió la cabeza. Ame no estaría orgullosa. Ella vivió convencida del bien que hacía la Marina. Pero para Shy, aquello ya no era una opción.

El lacónico cazador fijó su mirada en el retrato del fugitivo. Habría agradecido algo más de pericia en el dibujo, ciertamente. Podía ser cualquiera. Shy tuvo que sacudir la cabeza para dejar de fijarse en las imperfecciones del esbozo y centrarse en su búsqueda. Quizás su mayor error fue no montar una academia de arte en vez de dedicarse a las recompensas. Pero las deudas no se pagaban solas. Había más de un agujero que tapar, y los bolsillos de Shy estaban bastante vacíos.

Aquel trabajo le había llevado a un lugar no demasiado lejano a su natal Loguetown, una isla conocida como Demontooth. Shy atravesó el embarcadero hasta llegar a una pequeña plaza, donde el pescado y demás mercaderías se exponían para su venta al por menor. El cazador agradeció que no estuviera muy concurrida.

Volvió a mirar el retrato de su objetivo antes de guardárselo en su kimono. No le sería muy útil con un trazo tan impreciso. Además, su escasa experiencia persiguiendo recompensas le había revelado que la estrategia de "¿Ha visto usted a este hombre?" solo complicaba más las cosas.

Decidió adentrarse en una tasca junto al astillero, un lugar de reunión para cansados marineros que, más bien escasos de júbilo, pasaban la tarde bebiendo en silencio. Los más animados se limitaban a cuchichear o, como mucho, a arrojar con desgana unos dados sobre la mesa, esperando que el juego les reportarse mayores beneficios que la pesca. En otras palabras, Rin había encontrado un lugar que casaba a la perfección con su apagado estado de ánimo.

Se sentó junto a la barra y examinó los rostros a su alrededor. Nada. Habría suplicado para sus adentros, incluso habría llegado a encomendarse a cualquier deidad que existiera, con tal de encontrarlo ahogando sus penas en aquel antro. Un orfebre honesto, sí, pero también uno que sabía dónde irían a buscarlo.

"Té negro" pidió al siniestro hombre detrás de la barra, cerrando inmediatamente la boca antes de poder pedirlo por favor. Su escasa aptitud para la comunicación iba a ponerle bastante más difícil completar el encargo.

Le sirvieron una jarra con un mejunje que se parecía al té únicamente en el calor que desprendía. Shy dio un par de sorbos antes de examinar la sala; no obstante, el camarero carraspeó antes de poder observar ningún rostro. Shy se dio la vuelta y rascó su bolsillo. Sacó una solitaria moneda de bronce que había encontrado abandonada en la bodega del navío en el que había venido. Adiós a su almuerzo. Seguía siendo pobre como las ratas.

Volvió a voltearse con su humeante pichel. Alguien tenía que saber algo.
#1
Hyun Yeon
Tsubaki no Ken
Un día más en aquella isla. Otra vez dando vueltas sin rumbo fijo, debatiéndome en un bucle de procrastinación. Sabía lo que tenía que hacer. Sabía cuáles eran mis dos opciones y que, en realidad, no había decisión que tomar. Solamente una de ellas era válida. Entonces, ¿por qué seguía dándole vueltas? Mi familia me necesitaba, tenía que conseguir el dinero con el que cubrir la deuda de mi padre. Confiaban en mí para ello. Tal vez no fuesen los mejores parientes. Durante años habían mantenido escaso contacto conmigo, después de que dejase el dojo familiar para dedicarme a la medicina y solo habían retomado un contacto más directo cuando me necesitaron. Pero seguían siendo mi familia y les quería.

Técnicamente, ya me había registrado como cazador de recompensas. Ya podía trabajar y buscar nuevas maneras de obtener ingresos. Sin embargo, todos los contratos que había encontrado eran... cuestionables. Entregar a mi antiguo jefe había sido un acto de justicia; había resultado ser un criminal que negociaba con piratas. En cambio, ahora me encontraba con que la mayoría de trabajos eran relacionados con capturar ladrones, deudores fugados o infractores menores de la ley que habían empeorado su captura al huir. No eran la clase de trabajos con los que me sentía cómodo. No todos los ladrones o deudores merecían las duras penas que establecía la ley. Bien sabía el caso de mi padre como deudor.

Observé el papel que tenía en mi mano. "Nombre: Lepo Roso. Se busca solo vivo." El texto iba acompañado de un dibujo pobre que dificultaba un poco identificar a la presa. Un hombre que podría estar entre los treinta o los cincuenta, de complexión que podía ser delgada o atlética y que tenía una calva. Poco más aclaraba. Podía ser casi cualquiera. Suspiré. Lo peor era que el pobre diablo era solo un deudor. Por lo que había podido enterarse, era solo un pobre diablo que le debía dinero a las personas equivocadas. Gente poderosa e implacable. No muy diferente a mi padre.

Sabía que tenía que romper el ciclo de excusas y empezar a trabajar. A falta de una idea mejor, me dirigí al mismo local en que había estado tras mi primera llegada a la isla, una taberna marinera junto al astillero. Sería un sitio tan bueno o malo como cualquier otro y, al menos, ya conocía al camarero. No estaba muy lejos, así que llegué tras un corto paseo a buena zancada.

El ambiente era calmado y silencioso aquella tarde. Ni los parroquianos ni los marineros de fuera parecían estar de ánimos para romper la serena atmosfera del local. Al entrar me dirigí a la barra, donde un hombre joven alto como muy pocos y delgado como menos se sentaba junto a una jarra humeante con un olor poco agradable. Me senté a una educada butaca de él y dirigí una sonrisa amable a Juro, el camarero - Buenas, Juro. Buena tarde, ¿no? - el hombre le respondió encogiéndose de hombros - Una tarde más, chaval. ¿Qué va a ser hoy? - apoyé el papel en la mesa junto con unas cuantas de mis últimas monedas - Café y un favor. ¿Has visto a esta persona?
#2
Shy
"Shy"
Cuando se abrió la puerta de aquel antro, Shy estaba dando un largo trago del pichel. El ruido normalmente le habría perturbado, pero había aprendido a no manifestar síntomas de ansiedad o nerviosismo en público, puesto que podían dejar en entredicho su capacidad como cazador y le impedirían ser tomado en serio por aquellos a los que perseguía. Levantó su mirada de gesto impertérrito y observó al joven de aspecto inocente que atravesaba las puertas. Si bien a ojos inexpertos uno solo llegaría a la conclusión de que era quizás demasiado joven para ingresar en una taberna de mala muerte como aquella, Shy había aprendido que esa clase de personas solían ser las peores, las que, cubiertas de barro y sangre, siempre acababan por obtener la victoria en todo lo que se proponían.

No. Había algo más. Una chispa de idealismo, interpretó Shy, que normalmente no era nada hábil para leer a la gente. En este caso no le fue difícil. Le recordaba a alguien. Alguien que iluminaba todas las estancias en las que entraba, por quien merecía la pena luchar. Alguien inspirador.

El joven se sentó junto a él y charló con el camarero, como si este fuera un viejo conocido. Shy hizo todo lo posible por que no pareciera que le estaba mirando mucho, pero aquel joven ciertamente imantaba su mirada. Y aquella atracción se incrementó exponencialmente cuando colocó sobre la mesa un papel. Uno exactamente igual al que llevaba encima. Si la expresión del cazador viudo no fuera tan impertérrita, probablemente habría abierto mucho los ojos. 

"¡Que tío!" pensó. "Yo no me he atrevido a enseñar esta recompensa en absoluto, y viene aquí y la pasea por delante de todos como si no le preocupase nada en absoluto. ¿Es otro cazador de recompensas?"

Shy se enderezó en el asiento y observó el boceto del tipo al que también andaba persiguiendo. En otra ocasión, se habría escabullido para llegar primero a la recompensa, pero había algo en el aura que rodeaba a aquel tipo que le hacía pensar que una solución diplomática sería bastante más conveniente que iniciar una competición por ver quién lo capturaba antes. Pero... ¿Cómo negociar? Tan pronto como abriera la boca, la ansiedad le carcomería y sus intenciones quedarían reveladas. Pensó en qué podía decir, mil expresiones distintas fluyeron por su cabeza, y cien actitudes. Algunas incluso calcadas de novelas baratas sobre cazadores de recompensas míticos. ¿Imponente? ¿Indiferente? ¿Seductor? ¿Asertivo? ¿Amistoso? Mierda, si esperaba más, el tipo se marcharía. Ahora o nunca.

-Ehhh... ¿Buscas a ese? -preguntó, en el tono más neutro e inexpresivo posible. Inmediatamente después, se arrepintió de hablar y miró a la barra.

¡Mierda! ¿Eso era todo lo que se le ocurría? Si no estuviera bajo la atenta mirada del camarero y de este joven, se habría golpeado la cabeza. Diantres, tenía que practicar esto de conversar en público. Con actitudes como aquella, no iba a llegar a ninguna parte, desde luego. Reparó en que el camarero también le estaba taladrando con la mirada. Sí. Entre muchas otras cosas, también había quedado como un extranjero listillo. 

"East Blue, trágame" dijo Shy para sus adentros.
#3
Hyun Yeon
Tsubaki no Ken
Una voz interrumpió mi conversación con el camarero. El chaval de mi lado, al que había visto bebiendo aquella bebida de olor infame me había hablado. Al momento, desvió la mirada y la clavó en la barra como si pretendiera perforar la madera con la mirada. Si bien al principio me sentí un poco extrañado y perturbado por la interacción, no era mi primer rodeo. Siempre he sido social y dado a conocer gente y antes o después conoces a personas introvertidas. Parecía que en este caso, el pobre hombre era bastante vergonzoso. Con una sonrisa, dije - Juro, ponnos algo de picar. ¿Cacahuetes, por ejemplo? - me giré hacia el chico y le tendí la mano con una sonrisa -Mi nombre es Hyun. Sí, estoy buscando a esta persona. ¿Sabes algo de este hombre? Cualquier cosa podría serme de gran ayuda.

Mientras Juro nos ponía los cacahuetes, echaba algún vistazo al cartel. Por su gesto diría que estaba dándole vueltas a la cabeza. Casi podía oler el humo de su cerebro quemándose. Entonces chasqueó la lengua y dijo - Diablos, sí. Estuvo aquí hace tres días. Se le veía desesperado y con prisas por desaparecer. Me pidió una cerveza y me preguntó dónde podía comprar comida y suministros - las palabras de Juro fueron una inesperada alegría y un mazazo al mismo tiempo. Si me hubiera decidido antes a cazarle, el rastro hubiese estado más fresco - ¿A dónde lo mandaste? - pregunté de vuelta - A la carnicería de Odoro, cerca del cuartel.

Ya tenía una pista que seguir, pero antes... me giré hacia el chico y le observé de reojo. ¿Conocería al hombre del cartel, o tendría otro interés? No parecía un simple local, su aspecto era... bohemio, cuanto menos. Casi diría que probablemente era otro viajero. Esperé pacientemente a ver si tenía algo más que decir antes de salir del local.
#4
Shy
"Shy"
Hosco. Apocado. Medroso. Tímido. Imbécil. Shy enumeró en su cabeza todas las cosas que aquel chaval, que se había presentado como Hyun, podía pensar de él, y una vez contó con dos docenas de apelativos, repitió la lista de nuevo. Diablos, se estaba pinchando las yemas de los dedos con su aguja de combate. El cazador se dijo que no le pasaba esto con nadie, ¿por qué ahora? Al menos en otras ocasiones podía mantener la dignidad con su rostro impertérrito.

-Shy... -se presentó, comentando su apodo con una vocecita apenas. Nunca había tenido un vozarrón atronador, pero ahora su capacidad de expresión se había vuelto hasta más silenciosa.

Antes de que pudiera añadir algún detalle de importancia, como su recompensa, el hecho de que era un orfebre honesto o que estaba bajo las órdenes de un usurero poco razonable, el camarero interrumpió para dar algunos datos más de la caza, lo que hizo que las palabras de Shy se quedasen atascadas en su garganta, encadenadas por su introversión.

El tal Hyun parecía dispuesto a encaminarse al lugar. No supo si estaba siguiéndole, aún cautivado, o cumpliendo su parte del contrato, pero también se levantó. Decidió tratar de no parecer demasiado amilanado o hechizado por el joven.

-Iré contigo -dijo, arrastrando las dos míseras palabras para dar lugar a la forma más hosca de decir esa conjunción de fonemas. Shy quisó clavarse las agujas inmediatamente después. Con él no había término medio.

En fin, no había tiempo que perder. Enarcó la ceja y movió su cabeza en dirección a la puerta de la tasca, tratando de expresar, mediante la gesticulación, que podía ser el momento de marcharse.
#5


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