¿Sabías que…?
... un concepto de isla Yotsuba está inspirado en los juegos de Pokemon de tercera generación.
[Común][Pasado] Una historia para contar
Octojin
El terror blanco
2 de Primavera del año 723, Isla Kilombo.
Tras días de navegación y la escasez que solo el mar abierto puede ofrecer, Octojin sintió un alivio profundo al avistar Isla Kilombo. Su cuerpo, musculoso y curtido por las corrientes marinas, emergió del agua con la gracia innata de su especie, los gyojin. Al acercarse al muelle de Rostock, sus pasos resonaban sobre la madera húmeda, haciendo que cada tabla crujiese bajo el peso de su formidable figura.

A su alrededor, los ojos de los transeúntes no podían ocultar su sorpresa —algunos con temor, otros con curiosidad— al ver a un gyojin caminar entre ellos. Octojin, acostumbrado a las miradas, no les prestó atención. Su estómago rugía más fuerte que cualquier murmullo de desconfianza, y su enfoque estaba fijado en una sola cosa: encontrar una taberna donde pudiera saciar su apetito sin enfrentarse a las complicaciones usuales que surgían por su raza.

Al caminar por el pueblo, Octojin percibió el bullicio típico de un puerto en plena actividad. Pescadores discutiendo sobre sus capturas, vendedores pregonando lo fresco de sus productos y, no muy lejos, la discordante armonía de una pelea entre dos humanos. El gyojin optó por ignorar el altercado; los conflictos humanos en tierra firme eran distracciones innecesarias cuando su misión era tan clara.

Siguiendo el camino que ascendía ligeramente hacia el centro de la isla, Octojin buscaba signos de una taberna. Su instinto le decía que cerca de la base de la marina podría haber un lugar que sirviera a trabajadores y forasteros sin muchas preguntas. Al fin y al cabo, los marinos a menudo se encontraban lejos de casa y apreciaban un lugar donde la compañía era tan efímera como sus estancias.

La pequeña meseta en el centro de la isla ofrecía una vista panorámica del lugar. A lo lejos, el gran faro del norte destacaba contra el cielo, un guardián solitario en los acantilados. Pero más cercano a él, un establecimiento con un letrero que prometía comida y bebida captó su atención.

"El Kraken Amistoso" decía el letrero, con una imagen caricaturesca de un kraken levantando una jarra de cerveza. Octojin se aproximó, aumentando sus esperanzas en encontrar lo que tanto ansiaba con cada paso. Al entrar, el aroma a comida recién preparada y el murmullo de conversaciones casuales lo envolvieron como una bienvenida.

El interior de la taberna era rústico pero acogedor. Vigas de madera oscura sostenían el techo y varias lámparas colgaban, proporcionando una luz cálida y suave. Octojin se acercó al mostrador, donde un hombre robusto y con un delantal manchado lo miró con sorpresa inicial, que rápidamente se transformó en una sonrisa comercial.

—Bienvenido a El Kraken Amistoso, ¿qué le sirvo? —preguntó el tabernero, con una voz extremadamente ronca pero con una sonrisa que lucía amigable.

—Una buena cantidad de vuestra mejor comida y algo para beber que refresque la garganta de un viajero cansado —respondió Octojin con un tono firme pero cortés.

—Por supuesto, toma asiento donde gustes y en un momento te traigo algo que seguro te hará sentir mejor —aseguró el hombre, señalando hacia las mesas libres cerca de una ventana.

Octojin eligió una mesa en una esquina, donde podría ver toda la taberna sin ser el centro de atención. Mientras esperaba, su mente no pudo evitar reflexionar sobre la hospitalidad inesperada que había encontrado en ese pequeño rincón de Isla Kilombo. Quizás, después de todo, no todas las tierras eran tan hostiles a los forasteros como temía. Al sentir el vigor renovado por la perspectiva de un buen alimento, se prometió a sí mismo que, mientras pudiera, seguiría explorando este mundo vasto y a veces sorprendentemente acogedor.
#1
Baltazar Bonez
Dr.Bonez
Hace un tiempo ya que Bonez se encontraba en Kilombo, disfrutando de la ciudad de Rostock la cual parecía ser muy cálida y pacífica, con un paisaje bastante frondoso y lleno de flora y fauna incluso dentro de las áreas cercanas a las ciudades, haciendo que fuera un lugar bastante llamativo para poder visitar por el nivel de crecimiento de su población e industria.

Por aún parte, el chico de piel ceniza había sufrido algunos cuantos percances en cuanto al viaje que había hecho de desde logetown para poder arribar  a aquella isla ya que tuvo que hacer un trato con un capitán de un navío de mercaderes el cual no paraba de cantar en las noches en donde ese emborrachan hasta perder la conciencia, eso sin contar las tomaentas co  las que se habían encontrado y una pelea entre reyes del mar que casi había hecho que sus vidas finalizarán en el fondo de los blues.

No obstante para su suerte el ya se encontraba a en aquel lugar, aprovechando de haver lo que hacia mejor, lo cual era estafar a ladrones y estafadores locales, los cuales eran los mejores blancos para Bonez ya que sabía que no podían dar aviso a las autoridades por razones obvias. Claro, sin contar que era moralmente correcto y que nadie parecería sentirse indignado si la gente se hacia con la información de que aquel hombre estaba aprovechándose ladrones y pandilleros, es más,  verían a aquella extraño y aterrador chico de piel negruzco y ojos rojizos de una manera mucho mejor.

Fue después de unas cuantas semanas que el destino de Binez se conectaría con el de aquel Gyojin que llegaba nadando al puerto de la ciudad, en donde su mirada se cruzo con dos hombres que parecían discutir en medio del puerto. Y a pesar de que para el.solo fuera una simple pelea común y corriente de dos humanos envueltos en un altercado, sería la razón lor la cual ambos se encontrarían en aquel bar.

Joder, no lo encuentro por ningún lado. Ese idiota se escabullo entre los callejones cerca de la zona pesquera. Dijo uno de los hombres que parecía agitado después de una persecución con Bonez.

¡Te dije que tuvieras cuidado!  Ahora no tenemos el dinero y el jefe llega con el próximo embarque mañana.

¿Y que querías que hiciera? Esta a solo en el barco y de la.nada ese tipo que parecía salido del inframundo  apareció y se robo la bolsa con dinero antes de que pudiera ponerla en un lugar seguro. ¡Eras tu el que estaba emborrachandose en la bodega, no creas que no te vi! 

Los dos tipos parecían estar dispuestos a entablarse en una pelea antes de que un tercer hombre de cabellos largos y barba de chivo les separara. 

Ya basta de quejas, el daño ya esta hecho así que en ves de pelearse como niños pequeños será mejor que vayan a la zona por donde escapó, no debe estar muy lejos. Dice aquel hombre alto antes de que se dividieron para buscar a ese hombre de apariencia peculiar 


Lugar - El Kraken amistoso

Bonez se entraba dichoso de la facilidad con la cual había logrado robar aquella bolsa de dinero.de aquellos esclavistas, sabía bien que solo no podría hacerle frente a un grupo de gente tan asquerosamwnte desagradable pero por lo menos  podía joderlos económicamente aprovechándose de lo distraídos que estaban en el.momento en el que había escapado con aquella bolsa llena de berrys.

El pirata se encontraba en una esquina cerca de la barra del bar fumando de su larga pipa de tabaco mientras que habia pedido que le trajeran una costosa botella de ron añejo que estaba bebiendo para celebrar aquella victoria personal.  La gente del bar parecos mirarle con recelo por aquella apariencia extraña y sombría, lo cual parecía no importarle demasiado ya que estaba acostumbrado a las miradas y gestos de desagrado por parte de civiles.

Que buen día Ewa, no hay nada mejor que una botella de ron después de un trabajo bien hecho. Dijo con una sonrisa de satisfacción mientras que volvía a bajar otro trago de aquel ron por su garganta y contaba parte del botin conseguido. 

Fue en ese momento en el que el destino de ese gigantesco Gyojin y Bonez se entrelazaron, ya que Octojin había elegido sentarse en una mesa que daba a un ventanal cerca de donde el se encontraba sentado, haciendo que el pirata sonriera al ver como el Gyojin atraía las miradas de la gente que parecía tener la misma reacción que habían tenido con el. No sabía si era el alcohol lo que le hizo decidir hablar con el o simplemente te aquella sensación de camaradería de ser seres demasiado extraños para el gusto de los locales, pero al momento en el que cruzo miradas con el gigantesco gyojin, Bonez no pudo más que levantar su vaso como.unnsaludo cordial al recién llegado.

Vaya, no es algo de todos los días ver un Gyojin en esta isla dice simplemente como una manera de quebrar el hielo.
#2
Octojin
El terror blanco
Octojin, con la mirada fija en el plato que le habían servido, se sentía ligeramente decepcionado. La comida era sorprendentemente mediocre, lo cual no era algo de lo que pudiese quejarse abiertamente, dado que no esperaba manjares, pero después de días de nadar en el océano y consumir lo que encontraba, esperaba algo más... sustancioso. La carne estaba cocida a un punto donde había perdido cualquier jugo y sabor, y los vegetales, aunque frescos, carecían de cualquier aliño o especia que los hiciera destacar.

Se los comería con evidente resignación, porque, al fin y al cabo, necesitaba llenar su estómago. Sin embargo, la bebida fue lo peor. Apenas el líquido tocó su lengua, un sabor amargo y fuerte lo hizo fruncir el ceño. "Horrible", pensó mientras la tragaba. Pero, sediento como estaba, decidió apurarse y terminó la jarra de un solo trago. Como si de un jarabe horrendo se tratase. Al fin y al cabo, no tenía que estar bueno para saciar su sed, pero se esperaba algo más aceptable, la verdad.

Entre bocado y bocado, su mente divagaba sobre las muchas historias del mar que había vivido, algunas casi imposibles de creer. Desde encuentros con criaturas gigantes hasta barcos fantasma que desaparecían en medio de la neblina. Todo parecía tan lejano ahora, en aquella pequeña isla que no le ofrecía más que miradas curiosas y comida sin sabor.

Se rascó la cabeza a la par que miraba por la ventana, fijando su atención en cómo unos niños jugaban a tirarle piedras a un árbol. Ninguno destacaba por su puntería, pero era curioso como se felicitaban entre ellos cuando estaban a punto de golpear el árbol. Parecían muy amigos, la verdad. Aquel sentimiento humano de amistad no dejaba de producirle un pequeño ardor en el estómago al gyojin. Siempre se hablaba de ello en las tierras del mar. Un humano nunca sería tu amigo si no había un interés de por medio, y cuando deje de haberlo se irá o, peor aún, te traicionará. Siempre había oído esa frase y otras yendo en la misma línea de gente mucho más experimentada en la superficie que él. Y, aunque al principio pensó que podían ser burdas exageraciones, pronto se dio cuenta de que arriba en la superficie, el dinero y el interés era mucho mayor que en el mar. Y el escualo no terminaba de entenderlo. Aunque tarde o temprano sabía que lo haría.

Fue en ese momento cuando escuchó una voz rompiendo el silencio de su reflexión e interrumpiendo esta. Alzó la vista y se encontró con un extraño individuo, que destacó de inmediato por su piel grisácea y tatuajes oscuros. "No es algo que veas todos los días", pensó para sí mismo. La ropa del hombre, adornada con calaveras y huesos, junto con su sombrero de copa decorado con una pluma roja, le daba un aire entre esotérico y peligroso. Un tipo que no pasaría desapercibido en casi ningún sitio. Y que quizá llamaba la atención por alguna razón.

—Tampoco es común ver a alguien como tú —respondió Octojin, mirándolo de arriba abajo con cierta cautela. A pesar de su curiosidad, no se fiaba del todo de esa extraña presencia.

Tras unos segundos, decidió ser cortés. No tenía sentido enemistarse con nadie, especialmente cuando aún estaba comiendo y en un ambiente tan desenfadado como aquél. La gente pese a que no dejaba de mirarle, estaba continuamente lanzando carcajadas y comentarios a gran volumen. Se lo estaban pasando bien, y una pelea, ya fuese verbal o física, estropearía la sensación de aquellos humanos.

—¿Quién eres tú? —preguntó, mientras levantaba la mano para pedir otro par de platos de comida. Con el hambre que tenía, no podía darse el lujo de ser selectivo.

A pesar del poco sabor de la comida, Octojin sabía que necesitaba llenarse para recuperar fuerzas. Y no había visto ningún otro restaurante cerca, aunque lo cierto es que no había perdido mucho el tiempo en buscarlo. Esperaba al menos que cambiando de comida, fuese algo más apetecible o, en su defecto, estuviese mejor aliñado. Si la carne no era buena, era tan sencillo como aliñarla en exceso, pero en aquel lugar parecían no conocer ese truco. Lo cierto era que ir a peor, era difícil. Aunque nada es imposible…
#3
Baltazar Bonez
Dr.Bonez
Bonez había estado observando por un tiempo a aquel gyojin desde que había entrado al establecimiento. Y es que no era difícil llevarse las miradas de la gente del bar al medir mas que el promedio de gente que se encontraba en aquel lugar, sumado claramente a la corpulencia de su cuerpo hacia que fuera bastante difícil de ignorar. No obstante, por su parte Bonez había solidarizado al momento en el que le vio recibir aquella comida preparada por la señora Magdalene, la  esposa del dueño, ya que a pesar de tener un amor por la cocina, era bastante mala en ello. La cara de decepción en el rostro del Gyojin era suficiente para saber que tenia la misma opinión que gran parte de la gente que había comido en ese lugar, era casi como si fuera comida de hospital, sin contar que la señora parecia ser una fiel enemiga de cualquier tipo de condimentos. 

Al momento en el que se dirigió a el pudo ver como lentamente la cabeza del Gyojin le miraba fijamente con esos ojos negruzcos y esos dientes afilados que podrían ser la pesadilla de cualquier marinero en medio del mar. Este le contesto con una respuesta que era bastante logica, "Tampoco es común ver alguien como tu." Lo cual era cierto,  ya que si no fuera por que el se encontraba en el bar en aquellos momentos, seguramente seria el quien estaría acaparando las miradas por aquella piel negruzca que contrastaban con sus ojos rojizos, asi que ante la respuesta Bonez solamente asintió lentamente. Pues es verdad, creo que tal vez sea incluso mas extraño  que ver a un gyojin como usted, pero al parecer es quien se esta llevando todas las miradas. Sin ofender de ninguna manera, claro esta ewa. dice  antes de que su mirada se quedara fija en aquel plato de comida insipida y de aspecto palido, que ya habia tenido el disgusto de conocer de primera mano.

Veo que desgraciadamente te topaste con el dia en el que cocina la Sra.Magdalene. La señora no esta muy bien de la vista y no es muy amante de los condimentos, si te puedo dar un consejo si quedas con hambre, di que hay un bicho o un cabello en el plato y pide que te lo cambie por el estofado de carne con frijoles rojos,  es la receta preferida del viejo "Rojo" Hagger, el dueño de este lugar. Es su receta favorita y siempre esta en el menú, lo mejor es que es delicioso y sobretodo, no esta cocinado por Magdalene, solo como consejo ewa. 

Dice como una sugerencia de buena voluntad antes de que el recién llegado le preguntara quien era, a lo cual Bonez simplemente alzo su sombrero de copa como un gesto de presentación y con una leve reverencia de cabeza. Mi nombre es Baltazar Bonez, pero normalmente me conocen como "Dr.Bonez". dice antes de fumar un poco mas del tabaco que habia en su pipa antes de darle otro trago a su vaso con ron añejo. Por cierto ¿podria saber cual es su nombre a todo esto?
#4
Octojin
El terror blanco
Octojin escuchó las palabras del humano con atención. La sugerencia que le daba sobre la comida era bastante directa, y considerando lo triste que había sido su primer bocado, no necesitaba mucho convencimiento para seguir el consejo. Tras un breve silencio, en el que observó el plato insípido frente a él, decidió que bien valía la pena intentarlo. Con un lento y seco movimiento, desplazó con el brazo derecho el plato que tenía enfrente y lo dejó al borde de la mesa, dando a entender que no quería más de aquella bazofia llamada comida.

— Gracias por el consejo, Dr.Bonez.— Dijo mientras quitaba la mueca de disgusto que le había salido tras mover el plato.

Con el mismo gesto serio, Octojin llamó al camarero, quien se acercó con cierta cautela. Las miradas que seguían clavadas en el gyojin no habían desaparecido del todo, pero ahora parecían más curiosas que asustadas.

— Hay un bicho en mi plato — Dijo con voz firme, pero sin sonar demasiado brusco —. Aunque creo que el bicho le aportaría algo de sabor. Mejor tráeme el estofado de carne con frijoles rojos, a ver si está algo mejor.

El camarero asintió rápidamente y se retiró sin más preguntas. Mientras tanto, Octojin volvió a dirigir su mirada hacia Bonez, agradecido por la intervención. Lo había sacado de una comida miserable, al menos, y por lo que había entendido, el estofado tenía que ser mucho mejor. Que no es que fuese algo difícil visto lo visto.

— Mi nombre es Octojin — se presentó con tono respetuoso —, es un placer conocerte, Dr. Bonez.

El humano, con su sombrero de copa y su aire despreocupado, no dejaba de parecerle curioso. Octojin no solía encontrar personas tan dispuestas a hablarle de buenas a primeras, y mucho menos a darle consejos en un tono amigable. El hecho de que Bonez le hubiera ayudado a salir del mal paso con la comida, sin pedir nada a cambio, hizo que le cayera un poco mejor.

No era algo en lo que hubiese reparado mucho en su pasado, pero cada vez más, en el día a día, se daba cuenta de que quien le hablaba de la nada, tenía mucho valor. No había más que fijarse en el restaurante. Quizá podía haber, sin contar personal, entre quince y veinte personas. Todas, desde la seguridad de la lejanía, no dejaban de mirar al tiburón. Sin embargo, solo una de ellas había tenido el valor para hablarle. Cada vez más, el habitante del mar valoraba esas pequeñas conversaciones que quizá, sin él saberlo, hacían que no se volviese loco. Pese a que no le gustaba el contacto con otros seres, especialmente con los humanos, era estrictamente necesario para mantener la cordura.

Poco después, el estofado llegó. No era un manjar digno de la realeza, pero ciertamente estaba a años luz de la triste y descolorida comida que la Sra. Magdalene le había servido antes. Al probarlo, Octojin asintió satisfecho, agradeciendo nuevamente a Bonez con un gesto. Aunque éste tuvo que esperar cuatro cucharadas más para escuchar al gyojin.

— Tienes razón, esto es mucho mejor. Gracias por el consejo, humano — Habló con la boca llena de gratitud y algo de carne.

Mientras comía, Octojin se sintió más relajado. Las miradas en su dirección ya no le incomodaban tanto, pues se había acostumbrado a ellas. Aunque seguía siendo el centro de atención en aquel bar, lo cierto era que, gracias a Bonez, había comenzado a sentir que el lugar no era tan hostil como había pensado al principio.

— Dime, Bonez... — Preguntó entre bocados — ¿Qué te trae a esta isla? No pareces el típico viajero, y tampoco pareces muy afín a estos lugares. Me despiertas cierta curiosidad.

Y sí, la curiosidad del gyojin se despertó. Aunque no era muy dado a las conversaciones largas, la calma del ambiente y la actitud tranquila de Bonez lo hacían sentir que, al menos por aquella vez, podía darse el lujo de intercambiar algunas palabras más. Al menos durante lo que durase la comida. Que por otro lado, iba a ser un rato. A penas le quedaba un tercio del plato y le hizo un evidente movimiento al camarero, señalando su plato y la bebida para que éste le sirviese una ronda más.

— ¿Quieres algo de beber? A la próxima invito yo —le comentó a Bonez mientras se terminaba su jarra, esperando que le sirviesen de nuevo.
#5
Baltazar Bonez
Dr.Bonez
Podia ver claramente la cara de asco que ponía aquel Gyojin, y no era para menos. Normalmente la comida de la  señora Magdalene no era apreciada por ningún  pirata que llegaba a ese lugar, así que poder evitarle ese mal trago al Gyojin era lo menos que podía hacer, viendo como llamaba al camarero y pedía que le cambiaran el plato por el estpfado de carne. Bonez sabía que no le harían problemas a Octojin, por el simple hecho de que el gyojin podría destruir el lugar y todos los que se encontraban ahí si es que lo deseaba, así que al momento en el que mesero se acercó para saber que es lo que quería el Gyojin, este solo asintió sin intención de negarse a la petición, marchando a toda prisa antes de que ese tipo le arrancará la cabeza de un mordisco.

Ante el agradecimiento del gigante, Bonez solo hace un ademán de cabeza, ya que por lo menos con el estofado tendría algo sabroso y sazonado, no era nada del otro mundo pero si era una comida que se podía disfrutar, haciendo que al momento de presentarse, el gyojin le diera su nombre a lo cual Bonez responde sacándose su sombrero de copa brevemente antes de hacer una leve reverencia de cabeza.  Es un gusto señor Octojin.

La respuesta de Bonez fue breve , pero solamente porque quería darle tiempo al Gyojin  que parecía estar disfrutando mucho más del estofado quencualquiera de las cosas que preparara la señora, dando varias grandes cucharadas a a la comida antes de decidir volver a agradecerle.

No es nada Ewa. No quería que te tortures más intentando tragar esa comida, realmente no vale la pena. Dice antes se que el gyojin le pregunte que es lo que hacia en aquel lugar, ya que era un lugar bastante tranquilo, en el cual normalmente no ocurría demasiado. Soy solo un caminate, un viajero que anda en búsqueda de información. Dijo en una breve descripción de si mismo, ya que aún debía mantener sus intenciones en secreto por miedo de que aquella bruja tuviera conexiones con algunos piratas de ese lugar, ya que nunca se sabía quien podía caer en su maldición.

¿Y que hay de ti? Es curioso que un gyojin venga  esta isla, sobretodo para venir a comer la comida de la vieja Magda. Dice mientras que veía como el gyojin le pedía otra ronda al camarero antes de que le fuera a invitar una ronda.

Pues claro, cuando me termine mi botella estaré feliz de aceptarle ese regalo. Dice antes de darle otro trago más a su vaso, haciendo un leve gesto de gusto al beber aquel shot de ron que bajaba por su garganta.
#6
Octojin
El terror blanco
Octojin se sintió visiblemente aliviado cuando el camarero accedió a cambiarle el plato sin ningún tipo de resistencia. No vio ningún gesto raro ni una cara de desagrado en el camarero, simplemente accedió a su petición, algo que agradeció. No era el momento de ponerse a pelear por un plato de comida. La comida anterior había sido, en una palabra, desastrosa. Pero ahora, con el estofado de carne, las cosas eran muy diferentes. Aunque no era un manjar excepcional, era mucho mejor de lo que había tenido antes, y eso era suficiente para que el gyojin disfrutara de cada bocado que daba. Su apetito era insaciable, y las grandes cucharadas que se llevaba a la boca lo demostraban.

Entre bocado y bocado, Octojin observaba a Bonez con algo de curiosidad. El hombre de aspecto misterioso le había ayudado a evitar una experiencia culinaria horrible, y aunque su presentación había sido breve, algo en su actitud lo hacía interesante. Cuando Bonez se presentó con una reverencia y se refirió a sí mismo como un "viajero en busca de información", Octojin no pudo evitar preguntarse qué tipo de información podría estar buscando alguien como él en un lugar tan tranquilo.

—Un caminante, ¿eh? —dijo Octojin, entre bocado y bocado. A pesar de su naturaleza desconfiada, no sentía que Bonez representara una amenaza, al menos no en ese momento. Tal vez fuera porque él mismo sabía lo que era viajar de un lugar a otro, buscando algo sin saber realmente qué.

Cuando Bonez le preguntó qué hacía un gyojin como él en aquella isla, Octojin se encogió de hombros. No era la primera vez que recibía esa pregunta, y sabía que no sería la última.

—Simplemente, me gano la vida cazando maleantes y haciendo algunos trabajos de carpintería por aquí y allá —respondió, con su voz profunda resonando en la taberna. Dio otro gran bocado al estofado antes de continuar—. Esta isla es solo una parada más. Un sitio para descansar y comer algo... aunque he tenido mejor suerte con la comida después de tu consejo.

Mientras hablaba, Octojin notaba cómo su cuerpo se relajaba poco a poco. El ambiente en la taberna no era tenso, y aunque algunos clientes seguían lanzándole miradas de curiosidad o miedo, ya no se sentía incómodo. Solía pasarle siempre lo mismo, cuando pasaba un tiempo prudencial, quizá diez o quince minutos, las miradas de curiosidad perdían mucha importancia para él. En su mundo, estar rodeado de humanos era lo habitual, y ya había aprendido a ignorar la mayoría de las miradas desconfiadas.

—¿Y tú? —preguntó Octojin mientras levantaba una ceja y dejaba el plato vacío a un lado—. ¿Qué tipo de información buscas? Siempre hay algo más detrás de un simple viajero.

Octojin no esperaba una respuesta directa. Sabía que Bonez no parecía el tipo de persona que revelaría todos sus secretos de inmediato, pero la curiosidad estaba ahí. Mientras esperaba la respuesta, levantó la mano para llamar al camarero de nuevo y pedir otra ronda para ambos. Octojin le dirigió una sonrisa amistosa a Bonez y prosiguió su conversación.

—Bueno, ya que me ayudaste con la comida y has aceptado, lo mínimo que puedo hacer es invitarte a una bebida más fuerte. Cuando te acabes la botella, aquí la tendrás.

La compañía de Bonez resultaba interesante, pero también desconcertante. A pesar de su naturaleza calmada y tranquila, había algo en el hombre que hacía que Octojin mantuviera sus sentidos alerta. ¿Qué sería? Quizá podía tener que ver con su naturalidad a la hora de hablar con él. Aquello era raro, pero quizá igual de raro que aquél hombre. De cualquier manera, solo había una manera de averiguar qué era lo que el humano escondía, y era que él se lo dijese. Si no quería, el tiburón tampoco le forzaría. A fin de cuentas lo que el humano tuviese que hacer, no era su guerra.

El escualo balanceó la jarra que le habían puesto delante, la desplazó en círculos y se la llevó hasta la altura de la nariz, donde tranquilamente inspiró un par de veces para oler aquél alcohol. No era nada del otro mundo, pero era un ritual que le gustaba hacer antes de beber. Oler formaba parte de su instinto, y antes de comer o beber solía hacerlo. Tras ello, dió un par de sorbos pequeños en la jarra y, cuando pudo degustarlo bien, se lo bebió de una única sentada. El alcohol pasó por su gaznate y dejó una estela de calor a través de él. Aquello le sacó una sonrisa al habitante del mar. Ya podría decir que había acabado de comer.

—¿Has estado alguna vez bajo el agua? —preguntó Octojin de repente, rompiendo el silencio con una pregunta que, a su parecer, era natural viniendo de un gyojin. Sonrió levemente, mostrando sus afilados dientes—. Es un mundo completamente diferente al de la superficie.

Era una forma de cambiar de tema, una manera de ver cómo reaccionaría Bonez ante algo que parecía ajeno a su estilo de vida. Mientras esperaba la respuesta, Octojin continuaba observando al hombre, curioso por descubrir qué otras capas se escondían detrás de su tranquila fachada.
#7
Baltazar Bonez
Dr.Bonez
Se notaba claramente en el rostro del Gyojin que no se podía comparar la habilidad culinaria de aquellos  dos platos, era cosa de ver al tiburón, el cual daba unas cuantiosas cucharadas las cuales trataba como si nada. Por su parte Bonez solo se concentro en darle otra bocanada a su cigarrillo antes de quedar mirando al Gyojin de reojo.

¡Pues vieras que casualidades el encontrarme a un cazador en estos lugares!. Dice como si hubiera encontrado a un paisano. Pues como buen cazador y caminante, necesito información adecuada antes de que la presa quiera escapar y para poder conseguir a quien estoy buscando. Dice con cierto aire ambiguo en la manera en la que omitia información, después de todo nunca se sabía cuando podrían estar escuchando.

Después de escuchar que ademas de cazador es  carpintero, Bonez no pudo evitar soltar una risa. Ewawawawa!, vaya. Lo bueno es que puedes matarlos y después construirles un bonito sarcófago con tus habilidades manuales. Dice entrando más en confianza con aquel gyojin con el que había conectado, todo gracias a  una mala comida.


Hehehe, pues hay varios lugares por aquí; comida; bares; burdeles; apuestas y boxeo clandestino. Pero claro, es porque la vida nocturna y con bohemia es lo mío ewa. Yo vengo de la noche.  Dice sonriendo con sus ojos rojizos brillando.

Busco a un traficante de niños-soldados, chicos raptados para ser entrenados como mercenarios, ya sabes...el tipo de basura que todos creen que merece ser castigado. ¡Ah y por cierto ewa!    Si hay otra ronda va por cuenta mía. Dice antes de escuchar la pregunta de Octojin "¿Has estado alguna vez bajo el agua?".


Bonez se quedó más serio en el momento de escuchar la pregunta, recordando el incidente en  donde casi muere ahogado. Si lo que quieres saber es si puedo hundirme en el agua y nadar si es necesario. No tengo problema. Ahora, es diferente el agua cristalina que la nebulosa y oscura agua del pantano de Fantasmagoria, esa esconde muchos secretos, ewa.
#8
Octojin
El terror blanco
Octojin sonrió mientras escuchaba al humano hablar sobre su peculiar estilo de vida nocturno y bohemio. El gyojin, aún saboreando el estofado, no pudo evitar notar el aire enigmático y algo irónico con el que Bonez se refería a su trabajo como cazador. El comentario sobre construir sarcófagos con sus habilidades de carpintero hizo que Octojin soltase una risa suave, algo raro en él, pero se estaba sintiendo más cómodo con la presencia del humano de lo que realmente cabía esperar en un primer momento.

—Claro... no lo había pensado de esa manera, pero sí, supongo que podría hacerlos —respondió Octojin, mirando a Bonez mientras daba una nueva cucharada del estofado—. Aunque prefiero atraparlos antes de tener que hacerles una caja de madera, al fin y al cabo no podría cobrársela.

El gyojin, aunque generalmente taciturno, estaba encontrando una conexión extraña con Dr. Bonez. Ambos, a su manera, compartían un tipo de vida al margen de la sociedad convencional, y aunque los métodos y las motivaciones eran diferentes, había algo en común en esa vida de cazador, de alguien que busca justicia, aunque esta sea en formas poco ortodoxas.

Cuando el humano mencionó su objetivo de capturar a un traficante de niños-soldados, la expresión de Octojin cambió, volviéndose más seria. Había visto muchas cosas en su vida, muchas injusticias, pero el tráfico de niños era algo que le provocaba una rabia profunda. Y el tiburón estaba seguro de que no solo en él, sino que aquello estaba mal visto por todo el mundo. Unas acciones rotundamente deplorables que para nada podría compartir nadie que no estuviera estrechamente relacionado con ese mundo. Sabía que existían monstruos en el mundo, pero la idea de alguien esclavizando a niños para convertirlos en máquinas de guerra era intolerable.

—Ese tipo de gente... no merece ni siquiera una tumba —murmuró Octojin con la mandíbula apretada, mientras dejaba su cuchara a un lado por un momento. El ambiente en su alrededor parecía haberse cargado de una energía tensa, pero el gyojin logró mantener la calma—. Si necesitas ayuda para dar con él, puedo echar una mano. Al fin y al cabo, compartimos el objetivo de hacer desaparecer a la basura. Y no se me ocurre una más grande que ese al que mencionas.

El comentario de Bonez sobre la vida nocturna le hizo levantar una ceja. Isla Kilombo era un lugar lleno de oscuridad y secretos —como casi todos los que el escualo había visitado—, y ahora parecía que el humano también estaba lleno de ellos. El gyojin no estaba completamente seguro de lo que Bonez buscaba más allá de su presa actual, pero había algo intrigante en él, algo que lo hacía querer seguir escuchando.

Cuando Octojin preguntó si el humano había estado alguna vez bajo el agua, la respuesta seria y casi sombría del humano lo tomó por sorpresa. Aquello no se lo esperaba, así que dejó correr el reloj durante unos segundos antes de proseguir. ¿Qué sería aquél secreto que el tipo parecía guardar? El gyojin había hecho la pregunta por mera curiosidad, tal vez pensando en su propio mundo bajo el mar, un lugar donde el agua era cristalina y llena de vida. Pero la respuesta de Bonez, que hablaba de un pantano oscuro y lleno de secretos, le dio a entender que la experiencia de nadar no siempre era tan simple como lo era para él. La referencia al pantano de Fantasmagoria evocaba imágenes de aguas traicioneras y peligrosas, un lugar donde incluso los más valientes podrían perderse para siempre. Aquello hizo reflexionar al habitante del mar, entendiendo que quizá el agua no significaba para todos igual, de la misma manera que la superficie no lo hacía. La mente era tremendamente caprichosa en muchas cuestiones. Una de ella, era la memoria. Un simple mal hecho, o una mala experiencia, podía nublar por completo lo que pensabas de de un sitio, o la percepción que tenías de ello. Lo mismo pasaba con las personas, aunque aquello se asemejaba más a una montaña rusa de emociones que cada día estaban en un punto distinto. O al menos así era para el tiburón. Quizá su carácter, su poco don de gentes y la forma de vida que había adoptado tuviesen que ver.

—El mar puede ser traicionero, pero nada se compara con esas aguas turbias que mencionas —respondió Octojin, empleando un tono de voz bastante más bajo, cerca del susurro—. No me gustaría enfrentarme a algo así. Pero si alguna vez quieres experimentar la tranquilidad de las profundidades, estaré encantado de llevarte. Nada mejor que la calma del océano para despejar la mente.

El gyojin se recostó en su silla, permitiendo que el ambiente del bar se asentara entre ellos. Observó cómo Bonez se encendía otro cigarrillo, reflejando la llama de éste en sus ojos rojizos, que brillaban en la penumbra del local. Era un hombre extraño, y aunque no estaba completamente seguro de qué hacía allí o qué lo movía realmente, algo en él le inspiraba respeto. Tal vez era su manera de hablar con honestidad, o su forma de enfrentar los peligros del mundo con una sonrisa. En cualquier caso, Octojin sentía que había encontrado un aliado en él, alguien que podría caminar a su lado en las sombras de isla Kilombo.

—Entonces, ¿qué más sabes de este traficante? —preguntó Octojin, volviendo al tema que más le preocupaba—. Si está en esta isla, tarde o temprano lo encontraremos. No hace mucho que he llegado pero creo que podemos empezar por dónde todos los rumores se extienden: El puerto.
#9
Baltazar Bonez
Dr.Bonez
El ambiente se había  vuelto armonico, con una conversación relajada y distendida sobre sus aspiraciones y objetivos en la vida. De verdad la habia sorpre dijo aquel gyojin, ya que las apariencias podían llevar a malinterpretaciones  de quien era el en realidad. Lo mismo pasaba con el, normalmente era visto como un monstruo, un fenómeno que seguramente no traería buen augurio a cualquiera que le dirigiera la palabra, por eso parecia que gran parte de los presentes parecían intentar ignorar al chico de piel ceniza y al gigantesco Gyojin los cuales eran más difíciles de ignorar que un elefante rosado en aquel lugar tan tranquilo.

Pues podría ser una forma elegante de presentar a los muertos, ya que como cazador, cada vez que me piden pruebas de que la presa fue cazada me piden algo con lo que podrían identificarlo. Ponerlos en un ataúd sería mostrarlos como si estuvieran en bandejas de.plata, seguro.el.clientw apreciaría el gesto. Obviamente Bonez lo decía más para bromear con Octojin que para
una charla de negocios o algo así en cuanto al tema de los ataúdes.

Una suave sonrisa se formó en la cara de Bonez, ya que aquel desprecio que se podía ver en la cara de Octojin es la que el tenia cada vez que se encontraba con aquellos esclavistas. Eran gente realmente despreciables, el pozo septico de lo que se puede llamar un pirata, siendo una de las razones por la cual el se había convertido en un cazador de esclavistas.

Vaya amigo, justo cuando no creía que me podías caer mejor. Dice en una leve risa cómplice antes de darle otra bocanada a su cigarro el cual pasaba habilidosamente entre sus dedos de un extremo a otro, mirando fijamente los ojos negruzco de Octojin antes de decidir abrirse el costado de su chaqueta para sacar del bolsillo interior de esta la fotografía de un hombre quense encontraba en la popa de un barco.  
[Imagen: TYghJq7.jpeg]
Se notaba que no se había dado cuenta de que le habían tomado aquella fotografía, siendo un hombre robusto de cara cuadrada y cara tosca. Se podía ver la experiencia de años en la cara de ese hombre que tenía su pelo hacia atrás y un grueso mostacho cubría su labio superior. Ese monstruo era un verdadero problema, un sanguinario y demente. No sabía si de verdad Octojin quería unirse a la cacería o solo intentaba hacer conversación de sobremesa. Aún así, puso la imagen sobre la mesa del Gyojin para que pudieran verla con mayor facilidad.

Este es Kuger Hanselmann, un ex Marine que fue expulsado por tener problemas mentales y de ira. Era un soldado destacado que subió de rango rápidamente gracias a la habilidad que tenía con armas y combate cuerpo a cuerpo, es un amante de la guerra. Una vez que la marina po expulsará se unió a una tripulación pirata en donde asesino a su capitán y vicecapitan para quedarse con el barco y los piratas que no se atrevieron a enfrentarlo. 

Ahora es el líder de los "Wyverns" un grupo pirata que incita guerras y conflictos en naciones extranjeras con niños soldados que entrenan quebrandoles el  espíritu y tranformandolos en maquinas de matar.
Su ceño se frunció ya que habia sentido de primera mano esos abusos cuando fue secuestrado por su tripulación. Azotes; hambre; torturas y golpistas eran el pan de cada día. Logrando escapar por  antes de que su aventura pirata comenzará en el puerto de Logetown.
Es una verdadera mierda humana, pero es bastante inteligente como peligroso. Así que no se le debe subestimar en ningún momento.

El ahora no está en la isla, pero como buen cazador soy paciente y me tomo mi tiempo para poder hacer que el.conejo salga de la madriguera. Dice antes de beber el resto de su vaso de ron.
Ahora se encuentra negociando un acuerdo para un mayor número de  armas con un contrabandista en la isla de Dawn. Sin embargo, parte de la tripulación está aquí con niños los cuales controlar y un buen poco de recursos. Seguramente si algún incidente se presenta, no dudara en venir a Kilombo en busca de los culpables decir con una sonrisa se oreja a oreja .
#10


Salto de foro:


Usuarios navegando en este tema: 1 invitado(s)