¿Sabías que…?
...oficialmente el aniversario del manga One Piece es el 22 de Julio, dado que ese día en el año 1997 fue cuando se publico el primer capitulo.
[Aventura] [A-Presente] Regañar al soldado Bryan [Tier 3]
Hyun Yeon
Tsubaki no Ken

Los últimos días en el cuartel han sido... revueltos, como mínimo. La mitad de la tropa ha recibido órdenes de doblar el número de patrullas, la otra mitad está trabajando en limpiar y adecentar todo el cuartel. Aquí y allá de habla de que se avecina alguna clase de inspección, revista de tropas o visita de alguien importante. Por suerte, por tu rango te has librado de pertenecer al grupo de desafortunados que ha estado limpiando letrinas o fregando suelos, pero no de tener que dirigir más patrullas de lo habitual. También has escuchado que ha habido un número inusualmente grande de redadas.

Es por la mañana. Estás pasando revista a tu pelotón y pasándoles las órdenes que te han llegado por parte de tus superiores. Algunos "afortunados" tienen que ir a limpiar unas pintadas en el muro del cuartel. A ti te toca guardia en la puerta del arsenal. O te tocaba, pues cuando estás en mitad de las intrucciones, un mensajero se aproxima corriendo y se cuadra ante ti - Disculpe la interrupción, sargento. La Teniente Orphelia le convoca en la sala de exposiciones A-3. También ha dicho que ordene a su pelotón preparar su equipo de combate y aguardar en el patio - ante estas palabras, hay algunos murmullos emocionados entre los reclutas. La mayoría son chavales más jóvenes que tú, bastante verdes, que nunca han visto acción de combate real. Uno de los "veteranos" (un soldado raso llamado Joe) carraspea de manera audible para acallar las conversaciones.

Una vez acabes con tu pelotón y te dirijas al lugar (asumiendo que quieras obedecer la orden de tu superior, si te sientes rebelde puedes ignorar esta segunda parte de la narración), te encontrarás con la teniente Orphelia, una mujer ancha de hombros con el rostro deformado por una quemadura y pelo corto oscuro. En la sala aguardan también un pequeño grupo de cuatro soldados de rango similar al tuyo, una mezcla de suboficiales y sargentos. Por último, puedes ver a alguien que no es marine o que al menos no lleva uniforme, un mink león vestido con una gabardina vieja beige, gafas de sol gastadas y un sombrero fedora mejor cuidado que el resto de su atuendo. Una vez estáis todos reunidos, la teniente se vuelve hacia vosotros y tus compañeros se apresuran a cuadrarse - Buenos días, líderes de pelotón. Se os ha convocado por una emergencia que requiere de vuestros hombres. Tal vez algunos de vosotros hayáis escuchado rumores sobre las razones detrás del aumento de actividad de nuestra base. No dudo que a ninguno se le ha escapado que algo se cuece tras las bambalinas - mientras da su discurso, se pasea frente a vosotros, mirándoos a cada uno a los ojos - Lo cierto es que es así. Próximamente Loguetown recibirá un ilustre visitante de Grand Line y el mando central del East Blue nos ha ordenado preparar todo para su llegada. Para ello, el archipiélago debe ser purgado de indeseables. Hasta ahora nos habíamos visto obligados a tolerar la presencia de alguna escoria menor para centrarnos en amenazas reales, pero es hora de limpiar nuestra casa. Eso nos lleva a las redadas que hemos realizado en las últimas semanas.

El mink se aproxima a un proyector y procede a poner una serie de diapositivas. En la primera, podéis ver un mapa del archipiélago en el que alguien ha dibujado una serie de líneas rojas con números asignados, todas en torno a una pequeña isla al norte de Loguetown. Sin detenerse, Orphelia señala el lugar el cuestión - Esta es Punta Verde, un pedazo de tierra infernal que a duras penas merece el nombre de isla. Durante la marea alta, aproximadamente tres cuartas partes de la isla quedan sumergidas por el mar y el lugar se convierte en una suerte de marisma. Durante la marea baja, es un terreno lodoso lleno de charcos, vegetación baja y arenas movedizas. ¿Por qué nos interesa? Por una banda - hace un gesto y el mink pasa de diapositiva a una foto de un hombre poco agraciado, de rostro demacrado con marcas de viruela y una cresta punk roja. Tiene una sonrisa demente y ojos oscuros - La banda pirata del capitán Montazano, alias "Mad Mon". Un pirata de poca monta que intentaba cruzar a Grand Line. La segunda escuadra naval arrinconó su navío, pero nuestro amigo Montazano decidió encallar su barco, más pequeño que nuestros buques de guerra, en Punta Verde. Ha convertido el lodazal en su fortaleza personal. Nuestros barcos no pueden aproximarse sin arriesgarse en aguas tan poco profundas y un desembarco sería... una mala idea. La capitana había ordenado mantener el asedio naval, cañonearlos y dejar que los maten el hambre y la enfermedad. Al menos hasta que hubiera un motín y se rindiesen. Eso fue hasta que cierto genio con arena por cerebro y más estupidez que coraje, el comandante Bryan, decidiese contravenir las órdenes y desembarcar con una compañía entera en Punta Verde. Ahora ese idiota está atrapado en ese terreno infernal y bajo fuego enemigo. Más allá de que sea un idiota, no podemos abandonar a nuestra gente. Estas son vuestras órdenes. Reunid a vuestros pelotones, partid al puerto y embarcad en la Solemnidad Serena, nuestro navío más ligero. Navegad a punta verde y organizad la evacuación del pelotón de Bryan. También tenéis órdenes de arrestar a ese imbécil, asumiendo que siga vivo. La capitana decidirá su destino una vez esté en el cuartel - Orphelia suspira y añade - no quiero heroicidades. Espero que nadie siga la estela de Bryan o me aseguraré de patear personalmente su culo de camino a los calabozos. Si surge la oportunidad de arrestar a Montazano o a miembros de su banda, hacedlo, pero la prioridad es minimizar nuestras bajas y evacuar a la compañía de Bryan. Salvo que haya alguna duda, retírense a cumplir las órdenes. Descansen - con esas últimas palabras, tus compañeros relajan su postura. Menuda os ha caído, ¿no? Pasar de hacer aburridas guardias a iniciar una operación de rescate arriesgada en un terreno muy poco favorable. No sé si esto es buena o mala suerte, pero si algo tengo claro es que al menos no será un día aburrido.

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#1
Takahiro
La saeta verde
Personaje


El sol apenas había salido por el horizonte de las cosas de Loguetown, cuando la grabación de una trompeta sonó con fuerza por los altavoces de cuartel de la marina del G-31. Se trataba de un día menos calurosos que los anteriores, con un nivel de humedad bastante bajo. Los reclutas y algunos soldados rasos ya se encontraban en formación, con su uniforme bien puesto y algunas lagañas que no se habían marchado durante la ducha matinal.

—¡Ya sabéis cual es la misión de hoy! —alzó la voz el peliverde, que por su posición como sargento le habían asignado un grupo de marines para realizar tareas—. Primero, desayunad y luego… ¡os toca dejar este lugar tan limpio y pulcro como los recuerdos de vuestra primera novia, ¿estamos?

—¡Señor, sí, señor! —gritaron al unísono.

—¡Pues al lío!

No había mucho tiempo para el desayuno, apenas unos quince minutos desde que se sentaron en la mesa, casi cronometrados con reloj de la cantina. Un suboficial se encargaba de ello. Los soldados limpiaban la puerta de la guardia del arsenal, que estaba cerrada con llave para que no ocurriera ninguna desgracia. Takahiro, como buen líder, les ayudaba a limpiarlo. Iba vestido con su atuendo típico, que mezclaba la cultura wanense con la de arabasta. ¿La excusa? Que no quería manchar el uniforme, ya que solo tenía dos y uno se encontraba en la lavandería.

—No hace falta que os canséis tanto, muchachos —les dijo el sargento—. Que mientras antes acabéis antes os envían a otro lado. Tenéis que aprender a dosificar el trabajo, que quien mucho abarca poco aprieta.

No tenía ganas de que le enviaran a limpiar otra sección del cuartel. Una cosa es que estuvieran motivados, pero otra era querer trabajar de más. A él no le gustaba liderar, pero era lo que le tocaba en aquel momento.

Entonces, un marine apareció con un mensaje para Taka: había ido citado por la Teniente Ophelia, seguramente para alguna incursión con algunos de sus hombres. El marine chasqueó la lengua, pensando en que era la primera vez que haría algo de eso sin su equipo de siempre —Atlas, Ray, Camile, Masa y Octojin—, no obstante, era consciente que no iba a tener la suerte de estar continuamente con los mismos. Así que, mandó a sus hombres volver al barracón para organizarse, mientras que él se iba a la sala de exposiciones.

—Os quiero en media hora en el patio, ¿entendido? —alzó la voz—. El Soldado Raso Joe queda al mando en mi ausencia.

—¡Sí, mi sargento!

—¡Rompan filas!

* * * * *


No se demoró mucho en llegar a la sala exposiciones, pero intuyó que los invitados ya se encontraban dentro al no haber nadie fuera. Golpeó la puerta con el nudillo un par de veces y entró. En su interior había marines de diverso rango, desde oficiales hasta sargentos. Ojeó para ver si alguno de sus amigos estaba por casualidad, pero no fue así.

«¡Ostras, un león bípedo! ¿Será un zoan o un miembro de la tribu mink?», pensó para sus adentros.

La explicación de la misión había quedado clara, sin embargo, tenía muchas dudas al respecto. ¿Cómo un comandante no era capaz de capturar a un triste pirata que no había estado en el Grand Line? ¿Qué clase de pirata será ese Montazano? ¿Será Bryan un traidor? Todas preguntas sin una respuesta clara.

—¡Por cierto, señor! —alzó la voz el peliverde, sin saber si llamarla señora—. ¿No cree que seria mejor, en lugar de acercarnos con el navío ligero, aprovechar la subida de la maría para adentrarnos en aquella isla con un bote? —preguntó en cuanto terminó de hablar—. De madrugada la marea suele tener siempre una subida considerable. Sería el momento ideal para adentrarse en la isla con un bote e ir en busca del comandante Bryan y traerlo de vuelta junto a sus hombres. Un grupo pequeño, formado por tres o cuatro marines que sepan desenvolverse bien en lugares hostiles. Creo que sería lo idóneo, señor —hizo una pausa—. Con una buena comunicación por den den mushi sería suficiente.

No sabía como respondería a su pregunta, así que mantuvo un porte sereno y recto, mirando a los ojos al felino bípedo que tenía frente a él. Tras su respuesta, iría con su pelotón, el cual estaba esperando en el patio. Nada más llegar se pusieron firmes, a lo que el peliverde les mandó descansar. Les daría la información necesaria, ni más ni menos, ya que muchas veces es mejor omitir información para evitar preguntas indiscretas.

Datos e inventario
#2
Hyun Yeon
Tsubaki no Ken
Orphelia te mira fijamente y dice - Es señora, sargento - su corrección es firme, pero sin acritud - y descuide, asumía que se acercarían en bote. Un navío ligero les permitirá aproximarse mucho antes de pasar a los botes. El entorno de Punta Verde es traicionero. Tratar de desembarcar con un barco grande, por ligero que sea, podría resultar en lo mismo que ha ocurrido con el navío de Montazano. Con respecto a tu plan... - se aproxima al proyector y pone una diapositiva de un mapa de Punta Verde durante la marea alta - no es mala idea, pero probablemente necesitéis más que cuatro personas. Pero me adelanto a los acontecimientos. No sabemos con detalle la situación en que se encuentra Bryan. Por lo que sabemos por su oficial de comunicaciones, están atrapados en un parche de tierra y asediados por la gente de Montazano. Cuando han intentado avanzar, han sido recibidos por fuego de fusil desde el barco encallado. Cuando intentaron reposicionarse, la gente de Montazano usó alguna clase de vehículos para hostigarles y mantenerles en el sitio. El caso es que dejo a vuestro buen juicio las decisiones a tomar una vez estéis en Punta Verde - te das cuenta de que la teniente parece cansada. Tiene ojeras y parece estar haciendo un esfuerzo por mantener el tipo sin bostezar.

Cuando parece que os van a dar la orden de retiraros, el mink león tose nada discretamente - Si me permite, teniente Orphelia, creo que el sargento... - ves cómo se acerca unos papeles y levanta las gafas de sol, mostrando unos ojos dorados - Kenshin ha mostrado una iniciativa y capacidad de valorar la situación táctica que merece una muestra de confianza. Sugiero darle el mando de la operación - en el momento en que pronuncia estas palabras, tus otros compañeros reaccionan atónitos. Particularmente un hombre rubio, que por sus galones deduces que es suboficial, te dirige una mirada de resentimiento. No parece que le haya gustado que sugieran que un inferior jerárquico sea puesto sobre él - Es una medida poco ortodoxa, agente Palemane, pero como diga. Delego en su experiencia - el gesto de cansancio de Orphelia da a entender que prefiere darle la razón y no discutir - Está bien, sargento Kenshin. Estará al mando de la operación como jefe de compañía y tendrá la oportunidad de probar su plan, pero deberá llevarse los cinco pelotones en el barco. Si su plan fracasa, el suboficial Kovacs tomará el mando y los usará para iniciar la evacuación mediante procedimientos estándar, fuego de cobertura y bombardeo naval.

Parece que han decidido meterte en camisa de cinco varas como... ¿castigo? ¿premio? por aportar una idea. La parte buena es que tendrás la oportunidad de lucir tus habilidades para el mando. Quién sabe, si esto sale bien, tal vez hasta te ganes alguna condecoración o un ascenso. Por ahora, te toca organizar el plan y dirigir las tropas. La teniente te tiende un documento en el que salen los detalles de los recursos de que dispones. Además de tu pelotón, cada uno de los otros cuatro soldados llamados lidera su propio pelotón de entre quince y veinte personas. Entre los cinco sumáis ochenta soldados. A eso se suma el Solemnidad Serena, una corbeta de dieciocho cañones.

En el patio te encuentras con que tus hombres están listos y ansiosos por entrar en acción. En concreto, el soldado raso Joe está tan emocionado que estás seguro de que al cuadrarse se ha hecho daño en la frente con la mano. Poco después se os suman los otros cuatro pelotones, con lo que os acabáis juntando un grupo numerosos en el patio. Desde las murallas del cuartel, algunos vigías os observan con curiosidad. Probablemente seréis lo más emocionante que estos pobres diablos vean en toda su ronda de hoy. Por otro lado, sus aburridas rutinas los mantendrán lejos del peligro, a diferencia de tu compañía.

Una vez la compañía improvisada está lista, el suboficial Kovacs se te acerca. Dirías que está tragándose su orgullo y le cuesta pronunciar las siguientes palabras - Las tropas están listas, jefe de compañía. Esperamos sus órdenes.


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#3
Takahiro
La saeta verde
La idea de Takahiro no fue mal recibida, al contrario pareció gustarle, sin embargo, la teniente Orphelia parecía que ya tenía el plan de acción para rescatar al comandante Bryan y su grupo decidido. Además, que la mujer parecía no tener muchas ganas de continuar con la reunión. Su aspecto denotaba cansancio, quizá demasiado, pero aquello no quitaba que fuera una mujer bastante atractiva, pese a tener una quemadura en el rostro. Quizá era cosa de Takahiro, pero en cada mujer encontraba algo bello en lo que fijarse. ¿Falto de amor femenino? Era una posibilidad, pero su superior tenía algo que le resultaba curioso.

«La erótica del poder», pensó para sus adentros, buscando una explicación.

El peliverde, simplemente, asintió con la cabeza y se llevó los pocos informes en papel que les habían entregado durante la reunión. Tenía que poner a sus hombres manos a la obra, darle directrices y llevarlos al navío que iban a preparar. Sin embargo, mientras estaba aproximándose a la puerta para salir, escuchó su nombre. Eso le hizo pararse de golpe y girar la cabeza hacia la izquierda. No podía creer lo que estaba sucediendo, aquel hombre- león le había propuesto como líder de la comitiva de rescate. Ante aquello, muchos de los marines clavaron su mirada sobre él, haciendo que se encogiera de hombros. ¿En serio iba a liderar un asalto y un rescate en un islote? Pues parecía ser que sí. Aquella era, seguramente, la primera vez que hacía algo como eso, pues en el resto de sus misiones el peso del liderazgo y la toma de decisiones recaía sobre su amigo Ray.

Su corazón comenzó a latir con fuerza, mientras tragaba saliva. No sabía si estaba emocionado o si se encontraba temeroso por aquello, pero tenía que hacerlo bien o tendría que soportar a la Oni burlarse de él durante semanas. Eso, y que del éxito de la misión dependía la vida de varios marines, que era lo realmente importante.

—¡Dígame, señora! —le dijo, girándose completamente y haciendo el saludo militar—. ¡A sus órdenes! ¡Lo haré lo mejor posible para capturar al pirata y rescatar al comandante y su comitiva!

Si la mirada del suboficial Kovacs hubiera sido un puñal, seguramente Takahiro estaría muerto sobre el suelo de la sala de exposiciones. No lo conocía mucho, pero había oído rumores de que era un marine muy del estilo del teniente comandante Shawn, estricto en las formas y con una metodología bastante rígida. En cambio, el peliverde era todo lo contrario, creía en la espontaneidad de los individuos, la flexibilidad, y en el caos dentro del órden.

—No se preocupe —en la cara del sargento se dibujó una sonrisa—. Todos somos un equipo, si trabajamos juntos sin tonterías es más que probable que consigamos cumplir la misión con éxito.

Dicho aquello, con el permiso de sus superiores, salió de allí en dirección al patio. Sus hombres aguardaban ansiosos, pues muchos de ellos era la primera vez que tenían una misión real.

—Está bien —dijo, pensando en quien podía llevarse—. A la isla vendrán conmigo el suboficial Kovacs, que será mi mano derecha en esta empresa. El soldado raso Joe, que será mi mano izquierda. Y los otros dos miembros los decidiré cuando estemos en el barco, que me gustaría leerme algunos informes sobre vuestras capacidades. Seremos un total de cinco personas —aclaró, con tono firme y claro—. También quiero los informes de Kovacs y Joe.  Por cierto, si vamos a meteros en territorio enemigo, lo mejor es que intentéis llevar una ropa con la que estéis cómodos, así que llevaosla en una bolsa aparte. ¡Rompan filas!

El camino al puerto se hizo rápido y la corbeta ya estaba esperándolos para zarpar. Una vez arriba, cogería los informes y escogería a los dos mejores entre todos. Realmente el sargento de cabellos verdosos necesitaba a una persona que supiera leer a la perfección mapas topográficos y a alguien con buena capacidad ofensiva a media y larga distancia.

—¡Perfecto, Kovacs! —le dijo, sonriente—. ¡Muchas gracias! Nos reuniremos en la sala de reuniones en cinco minutos. Reúne al equipo.

Una vez estuvieran todos reunidos observarían el mapa y el punto dónde fue visto o localizado por última vez el batallón. Tras eso, dispondría al equipo de cinco con un den den mushi cada uno y aprovecharían la marea alta para subir al bote y acercarse.

Resumen
#4
Hyun Yeon
Tsubaki no Ken
Una vez en la Solemnidad Serena, navegando hacia Punta Verde, te diriges al camarote principal a examinar los documentos que te han entregado en mayor detalle. No hay mucha información sobre Punta Verde más allá de un croquis más bien vago que incluye la posición del navío encallado de Montazano y del campamento de Bryan en unas ruinas, así como una marcas que muestran aproximadamente las zonas que quedan inundadas durante la marea alta. Un informe sobre el islote te da datos más concretos sobre lo que puedes encontrarte: al parecer, las ruinas que Bryan ha usado para guarecerse contra los disparos de la tripulación pirata son los restos de un antiguo faro. En un pasado el suelo del islote era más estable, pero a medida el mar ganó terreno dañó los cimientos y finalmente fue abandonado cuando fue evidente que la estructura iba a venirse abajo. Además, aunque el mapa no lo detalla, el informe aclara que hay bastante vegetación halófila, es decir, resistente a la gran salinidad del suelo de la isla, principalmente hierbas altas como juncos.

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Luego revisas los informes de tu compañía. Es una tarea larga y a ratos un poco pesada, pero tienes tiempo hasta la marea alta. Mientras estás en medio de tu trabajo te van llegando avisos a medida se producen novedades, como cuando llegáis a las inmediaciones de Punta Verde o cuando el oficial de comunicaciones te indica que los dos navíos de guerra de la Marina han indicado con las banderas de señales que mantendrán la posición. En cualquier caso, acabas encontrando a un soldado raso, Albert, que se ha destacado por su habilidad como tirador. Se le ha dado un permiso especial para recibir del arsenal un fusil de precisión en lugar de la carabina reglamentaria. Para el quinto miembro de tu unidad encuentras varios candidatos: no tienes mapas topográficos que alguien pueda aprovechar realmente, pero hay tres personas que podrían suplir la falta de datos con sus habilidades. Una es la recluta Jolly Jolie, que aunque tiene un historial de servicio corto, ha estudiado náutica y tiene experiencia como timonel. No necesitáis a alguien con grandes habilidades para llevar un bote hasta la isla, pero probablemente tenga el set de habilidades que buscabas. Otra opción es el soldado Samuil, un oni con el historial de servicio más largo de toda la compañía. Se le describe como un veterano hábil en distancias cortas y medias que prefiere un cuchillo de combate y una pistola a la carabina marine, rápido de pensamiento y de acción. El motivo por el que alguien así sigue siendo un soldado raso, por lo que lees, es por su falta de disciplina y temperamento explosivo. Su actitud ha rallado a menudo la insubordinación y consta en su historial que ha sido sancionado oficialmente media docena de veces. Por último, tienes al recluta Hugo. No hay mucho en su informe que llame la atención de primeras, de hecho hubieras descartado al momento su expediente si no fuera porque tiene instrucción médica y una de sus pocas acciones de servicio ha sido en un ambiente y condiciones similares, un rescate a un pequeño navío naufragado en una marisma.

Una vez has escogido a tus acompañantes y llega la siguiente marea alta, hacia la tarde, os preparáis para el desembarco. Desde cubierta puedes ver Punta Verde: en la marea alta parece poco más que un conjunto de islotes pequeños cubiertos de vegetación, con el navío pirata encallado en medio. Los restos del faro son apenas visibles en la distancia, aunque puedes ver una pequeña columna de humo salir de entre los muros derruidos. Si no fuese por lo que te han explicado y lo que has leído, casi hasta podrías haberte planteado aproximarte con la corbeta. Sin embargo, hasta con el bajo calado de vuestra corbeta sería peligroso aventurarse en aguas tan superficiales. Mientras ves el islote, te das cuenta de hasta qué punto ha sido irracional y dañina la acción del comandante Bryan. Punta Verde es tan pequeño que desde el momento en que los marines hicieron tierra, iniciar un bombardeo naval contra Montazano habría implicado poner en peligro a la compañía de Bryan. Si el comandante se hubiera limitado a iniciar un bombardeo, los piratas hubiesen sido aniquilados sin pérdidas de vidas. Se te antoja extraño que alguien de su rango no hubiera visto venir el resultado de sus acciones.

Tus soldados bajan el bote y ponéis rumbo a Punta Verde. La primera mitad del recorrido no muestra problemas, todo parece estar tranquilo en el islote. Cuando empezáis a ver ya los estrechos canales que se han formado y que dividen el lugar, escucháis un sonido de mal agüero: una detonación. A unos ocho metros a estribor y tres a popa de vuestro bote se levanta una columna de agua - ¡Fuego enemigo! - alerta Kovacs. Escucháis el disparo de dos cañones más y otros dos proyectiles impactan contra el mar a una distancia segura pero inquietante de vosotros. Estáis demasiado lejos y sois un objetivo demasiado pequeño como para que puedan hacer blanco fácilmente, pero no deja de ser una situación peligrosa. Un tiro afortunado os mandaría a pique y probablemente heriría de gravedad a alguno. ¿Qué harás?

#5
Takahiro
La saeta verde
El Solemnidad Serena surcaba con delicadeza la poca distancia que había entre Loguetown y las marismas de Punta Verde en la que se encontraba la banda pirata del capitán Montazano, tratando en la medida de lo posible no llamar la atención. Aquella situación sacaba de quicio a Takahiro, que dudaba de sobremanera de sus dotes de liderazgo. Sentado sobre un incómodo sillón de la sala de mando del navío, suspiraba cada pocos segundos, observando los informes que le habían entregado. Era una labor que le desagradaba con todas sus fuerzas. Él nunca había sido una persona que estuviera cómoda sentada en un escritorio, nunca se había visto haciendo una labor como aquella, pero allí estaba, irónicamente saltándose la jerarquía de la marina y comandando una expedición de captura y rescate.

«Céntrate, Takahiro. Si sale bien podrás restregárselo en la cara a Camille», pensó para sus adentros, tratando de automotivarse.

El peliverde volvió a suspirar, pero ya tenía más o menos claro entre quienes iba a escoger a los dos miembros restantes de entre los que tenía disponibles. El cuarto miembro de su pequeño escuadrón, sin dar lugar a dudas, iba a ser un soldado llamado Albert, un tirador experto con permiso para llevar armamento de largo alcance. El espadachín detestaba con toda su alma a los artilleros, pero era muy consciente de la ventaja táctica que podía darte tener uno dentro de su equipo. Sólo esperaba que no le disparara por error durante la empresa que se avecinaba. Y en quinto y último lugar, pese a que sabía que podía ser arriesgado, escogió al Soldado Raso Samuil, un sujeto cuya conducta que dictaba mucho de la que se pide de un marine. Según el informe era desobediente, desafiante y muy retador, sin embargo, su experiencia era probable que le fuera de utilidad.

«Creo que así estará bien», pensó, a sabiendas de que había dejado a fuera a personas que podían serle de utilidad.

El tiempo que había estado pensando y barajando opciones se le hizo eterno. Había imaginado en su mente distintas formaciones con las que poder llevar a cabo la misión. ¿Sería la que había escogido la correcta? Era difícil saberlo, mas no podía dudar de su criterio. En su planteamiento no estaba la posibilidad de salir heridos de allí, sin embargo, tenía un mal presentimiento. ¿Y si eran atacados y necesitaban ayuda médica? ¿Y si los que estaban allí atrapados necesitaban asistencia médica? No había pensado en ello hasta ese preciso instante.

—En ese caso… —dijo para sí mismo en voz baja, llevando la cabeza hacia el escritorio, dando un pequeño golpe con la cabeza tras otro para pensar—. Lo mejor es que prescinda de Samuil e incorpore a Jolly o a Hugo —musitó en voz tan baja que podía confundirse con un susurro.

Se encontraban llegando a la zona en la que tenían que desembarcar en bote, cuando tomó la decisión. Había dado la orden de que le dejaran solo y únicamente le avisaran si ocurría algo importante. Una vez ya lo tuvo más o menos claro, llamó a todos a la cubierta del barco.

—Ha sido una decisión complicada, ya que entre todos vosotros hay miembros que tenéis habilidades que puede ser de muchísima utilidad—dijo en voz alta, mostrando mucha seguridad en sus palabras—. Sin embargo, tras leer vuestros expedientes y analizar las habilidades de cada uno, los últimos dos miembros del escuadrón de rescate son: el Soldado Raso Albert, cuyas habilidades a media y larga distancia entiendo que son imprescindibles, y el recluta Hugo, cuyo expediente indica que ha ya ha estado en una misión parecida y, además, también tiene conocimientos médicos de campo por si fuera necesario —hizo una breve pausa, mirando a cada uno de los miembros—. El plan ya lo sabéis: adentrarnos en las marismas y encontrar al batallón del comandante Bryan para ponerlos a salvo. Si tenemos la oportunidad de capturar al capitán Mostazano y su gente lo haremos. Pero es prioridad encontrar en primer lugar a nuestros compañeros, ¿entendido? Así que preparad vuestro inventario, que en poco tiempo empieza la fiesta.

Con el ocaso de la tarde, en una estampa preciosa en la que el sol parecía estar siendo engullido por el inmenso mar del este, el peliverde se subió en un bote de remos y puso rumbo a las marismas. El camino estaba siendo bastante sereno, sin apenas contratiempos, cuando de pronto una explosión agitó el bote de un lado al otro. Aquella detonación procedía del lado derecho del barco. Había sido lejos, pero lo suficiente como para que el pánico cundiera levemente en el bote.

—¡Remad con brío! —alzó la voz Takahiro, mientras le entregaba su den den Mushi a Kovacs—. Virad levemente hacia estribor y luego continuad recto hasta tocar tierra —tras ordenar aquello, el espadachín se posición en la parte trasera del bote, para luego desenfundar a Samidare y a Tenshi por si tuviera que parar algún proyectil—. Yo me encargo de defendernos si se acercan demasiado. Entretanto, Kovacs, dile al Solemnidad Serena que abra fuego de cobertura en dirección al lugar de donde proceden los cañonazos.

Si todo salía bien, llegarían a tierra y podrían comenzar la misión, aunque no con la discreción que hubiera esperado. Una vez desembarcados, trataría de buscar la ruta más corta hacia el faro en el que se encontraba Bryan.

Resumen
#6
Hyun Yeon
Tsubaki no Ken
Ordenar a tu gente hacer virar el bote ha sido una buena idea. Al encararos hacia el navío encallado de Montazano, os habéis convertido en un blanco más pequeño. Si ya antes les era difícil acertaros con sus imprecisos cañones, ahora se ha vuelto una tarea casi imposible. Sin embargo, la clave reside en el "casi". Con cada bala de cañón que cae cerca vuestra y sacude el mar, la inquietud de tu pequeño grupo aumenta. Puedes escuchar la respiración entrecortada de Hugo mientras sujeta el timón, musitando alguna clase de oración. Albert está agarrando el remo tan fuerte que sus nudillos se han puesto blancos y Joe tiene pequeños espasmos cada vez que un cañón dispara. Kovacs grita órdenes por el den den mushi para hacerse oír por encima del ruido del oleaje y de las balas rompiendo la superficie del mar. Entonces, obedeciendo tus órdenes, los cañones de la Solemnidad Serena responden en una ráfaga perfectamente coordinada. Como navío ligero, el reducido número de cañones supone una limitada potencia de fuego, pero la intención da resultados. No alcanzas a ver los daños provocados, pero después de que una bala hiciera blanco en el costado del barco pirata, los cañones enemigos comienzan a disparar contra la corbeta.

Tras unos tensos minutos, con las balas de cañón de ambos barcos cortando el aire por encima de vuestras cabezas, llegáis hasta Punta Verde. Hugo da un sonoro suspiro de alivio que se convierte en una risa nerviosa y Joe suelta una retahíla de tacos contra los piratas. Entonces, el den den mushi empieza a hablar. La voz que suena al otro lado te resulta ligeramente familiar, crees que es el oficial de comunicaciones - Aquí Solemnidad Serena. Jefe de compañía, nos vemos obligados a retirarnos fuera del alcance de los cañones enemigos para evitar daños mayores. Nos mantenemos a la espera de órdenes.

- Pues hasta aquí llega nuestro apoyo naval, por ahora al menos - comenta con voz sombría Kovacs - ¿Y ahora qué? Podemos continuar a pie o entrar en los canales con el bote. Personalmente, no me gustaría que los piratas nos pillasen en un espacio reducido como este.

- Permiso para hablar, jefe de compañía - dice Hugo. Si le das permiso, te dirá - durante la marea alta, un suelo como este es traicionero. No sabemos qué partes del islote tienen tierra firme y en cuales nos vamos a topar con terreno embarrado, o peor, arenas movedizas. Sugiero continuar en el bote.

En algún lugar del islote comienzas a escuchar un sonido que no reconoces pero que resulta poco tranquilizador. Un sonido rítmico, ronco y grave como de un petardeo o un rugido de alguna clase de bestia. Al ruido le responden otros dos similares. No sabes qué es ese sonido, pero probablemente sea mejor ponerse en marcha antes de averiguarlo por las malas.
#7
Takahiro
La saeta verde
Fueron unos minutos bastantes intensos, en los que el miedo y la tensión parecían que se estaban apoderando de cada miembro de aquel improvisado escuadrón marine. En primer lugar, los cañones volando por encima de sus cabezas, que parecía que fueran a acabar con ellos sin dejarles, tan siquiera, pisar tierra. Ante eso, Takahiro no estaba nervioso. No era la primera vez que se veía obligado a desviar una bala de cañón usando sus espadas, aunque era probable que alguno de sus nuevos compañeros no estuviera al tanto de sus habilidades. Al acabar aquel pequeño infierno, pudo ver como alguno de los marines suspiraban de alivio, aunque su vista se posó sobre Kovacs. Algo le decía que no estaba conforme con las pocas decisiones que había tomado el peliverde, lo que le hacía plantearse si había hecho bien en llevarlo con ellos o no. Era un marine orgulloso por lo que podía ver a simple vista, y estar al mando de alguien inferior a él en la jerarquía, era probable que no fuera de su gusto.
 
Ante el comentario de Kovacs, Takahiro iba a responder, pero Hugo, cuya experiencia era lo que le había llevado a estar ahí, pidió permiso para hablar.
 
Adelante, recluta —le dijo Takahiro, escuchando con atención—. Efectivamente —añadió una vez lo escuchó—. Una marisma cuando se llena de agua es inestable, algo así como si fueran arenas movedizas pero peor, porque te hundes más rápidamente —hizo una pausa—. Lo más lógico es navegar por los canales hasta dar con un terreno más sólido, y a partir de ahí caminar hasta el faro.
 
Fue en ese momento, cuando en algún rincón de Punta Verde, no muy lejos de ellos, se escuchó un sonido extraño. Takahiro levantó la mano, haciendo una seña con la palma para que todos se callasen.
 
—Soldado Raso, Albert —dijo Takahiro—. Usa alguna de tus armas e inspecciona la zona con alguna de sus miras. No sé cuanto alcance eres capaz de tener, pero nos puede servir para ver a qué velocidad podemos movernos. Creo que somos mejores en tierra firme que sobre un bote. 
 
Tras ello, continuarían en el bote hasta poder llegar a un sitio en el que poder desembarcar, mientras más cerca del faro derruido mejor. Entretanto, se fijaría en los movimientos y los gestos de Kovacs, ya que algo le decía que iba a intentar tomar la voz de mando más pronto que tarde. 
 
#8
Hyun Yeon
Tsubaki no Ken
Los marines empiezan a remar adentrándose en el canal. Con los infernales sonidos de petardeo de fondo disminuyendo y aumentando de intensidad (¿o tal vez acercándose y alejándose?), pero siempre constantes, navegáis rodeados de largas hierbas duras y puntiagudas de color verde pálido. Si te interesa la botánica o has leído sobre la vegetación de la zona, probablemente las identifiques como una clase de junco halófilo. En primavera da flor, pero dado que estáis en verano os habéis perdido la oportunidad de ver el islote florecido.

En cualquier caso, Albert obedece tus órdenes con un "sí, señor" y empieza a preparar su fusil de precisión. Ves cómo acopla la mira, se levanta sobre el bote para ver por encima de las hierbas y empieza a otear los alrededores. Kovacs asume su puesto en el remo mientras el tirador vigila los alrededores. Al principio no dice nada, salvo por breves comentarios para indicar la dirección en que navegar los canales para llegar a las ruinas. Sin embargo, tras un par de minutos articuló con los labios sin hablar algo que parecía ser un "qué cojones..." y se agachó rápidamente - He visto qué es lo que hace el ruido. Los piratas están recorriendo el islote en vehículos terrestres a motor. Los vehículos parecen... improvisados, a falta de una palabra mejor. No tengo claro cómo se están moviendo sin hundirse en el barro.

Las noticias suenan preocupantes, pero la situación toma un tono de alarma cuando de repente uno de esos sonidos, que ahora sabes que son de un motor (probablemente improvisado o cochambroso) aumenta de intensidad y se dirige en vuestra dirección. Veis los juncos moverse y en apenas un instante un enorme coche oxidado con orugas de tanque y con una ametralladora acoplada salta por encima vuestra y aterriza ruidosamente entre las hierbas al otro lado del canal. No veis bien dónde ha caído, pero su destino es bastante evidente por el sonido de chatarra que escucháis, los trozos de metal volando en diferentes direcciones y el sonido de succión de la tierra acuosa. Escucháis los gritos y palabrotas de los piratas y, a continuación, disparos en vuestra dirección. Hay dos problemas: ellos no os ven, pero vosotros a ellos tampoco, así que disparan a lo loco sin un objetivo claro. Una lluvia de balas cruza el canal, muchas de ellas con trayectorias muy peligrosas para vuestra integridad física. Es posible que tú salgas bien parado, pero tal vez quieras cubrir a tus hombres.

Lluvia de balas: 60 de daño perforante  (ignora 40 puntos de defensiva pasiva). Puedes escoger cubrir con tu defensa (sea simplemente interponiéndote o usando alguna técnica que te lo permita) a tus compañeros, pero cada compañero que protejas aumenta en 20 puntos el daño dirigido contra ti. Si, tras mitigaciones, recibes al menos 50 puntos de daño, tendrás una [hemorragia leve]. Si es de 80 puntos o más, será una [hemorragia media]. Si es de 100 puntos, será una [hemorragia grave].

#9
Takahiro
La saeta verde
El bote de remos avanzaba con lentitud y seguridad sobre aquellas aguas cuya tranquilidad parecían un espejismo en mitad del desierto, pues no muy lejos de allí se podía escuchar pequeños estruendos en la inmensidad de la nada. A elevar la mirada, la marisma parecía extenderse como si fuera un laberinto encantado, que cambiaba de forma con cada metro que recorrían sobre aquellos canales abiertamente sinuosos con la viva intención de hacerles perder el rumbo.

Sin embargo, para su suerte la marea ya estaba bajando, mas tenían que continuar esperando a encontrar un terreno que pudieran pisar para no morir enterrados en ella. Sólo la idea de ser absorbido por la tierra era un pensamiento que acongojaba al peliverde, que había escuchado multitud de historias en sus años viviendo en Arabasta. Podía decirse que era una pesadilla recurrente en sus sueños cuando era un niño inocente; aunque aquello era algo que tan solo sabía él.

«Que mal presentimiento acabo de tener», pensó, sintiendo un pequeño escalofrío que le recorría la espalda alta, haciendo que moviera las escápulas de dentro hacia afuera.

El Soldado Raso Albert atendió a su petición, haciendo que Kovacs tomara su lugar en los remos. Era impresionante verle ajustar la mira del arma con tanta profesionalidad, apoyando la culata sobre su escápula y observando todos los alrededores.

Dinos, ¿qué ocurre? —le preguntó Taka, alzando una ceja con incertidumbre. Tras su respuesta, la cara de sorpresa del peliverde fue notoria—. O tienen un método muy ingenioso —le respondió—. O cabe la posibilidad que este islote esté formado por rocas impermeable recubierto de estratos que sí absorben el agua, es decir, que la capa superior sea fangosa, pero lo que hay debajo sea roca dura y sin poros. No sé si sabéis a lo que me refiero.

Takahiro no era un estudioso, ya que odiaba tener que leer libros y memorizarlo porque sí, pero era de capaz de recodar alguna de las lecciones que Arthur, su profesor particular, le había dado en el pasado; y más si eran interesantes.

Fue en ese momento, cuando su fino oído le alertó de algo que no le gustaba: los piratas se estaban acercando. Centró su atención hacia donde procedían los ruidos por si trataban de rodearlos de alguna manera. Sin embargo, contra todo pronóstico, un vehículo más cerca de un desguace que de una carretera saltó sobre ellos. Durante un instante el peliverde rezó por que cayeran mal y se ahogaran en la tierra, pero no fue así. Instintivamente, el marine se giró hacia donde se supone que había caído aquel vehículo, aún con la mano sobre la empuñadura de su espada.

Estad atentos —les dijo—. Y no dejéis de remar. Soldado Albert, usted prepárese para lo que pueda ocurrir.

Se escucharon palabras malsonantes, tanto que podrían hacer desmayar a la más repipi y pija de las ancianas. La boca de aquellos piratas merecía ser avadas con lejía dos veces al día. Nunca había escuchado expresiones como aquellas, aunque debía reconocer que eran insultos ingeniosos. De pronto, disparos.

El espadachín desenfundó sus armas y se preparó, atento a cualquier proyectil que pudiera cernirse sobre ellos. Sin más dilación, realizando movimientos fluidos con sus espadas, trató de desviar todas las balas posibles para que no dieran a ninguno de sus compañeros, esperando que no cundiera el pánico y Albert contratacara de alguna forma. Tenía un fusil de largo alcance, algo podría hacer.

Flujo Metálico
ESP102
ESPADACHíN
Defensiva Activa
Tier 1
1/8/2024
15
Costo de Energía
1
Enfriamiento
Usando su arma el usuario trazara unos movimientos rápidos buscando desviar las ofensivas en su contra, mitigando parte de su daño. En el caso de que la ofensiva sea utilizando proyectiles y se Mitige todo el daño, el usuario podra desviar dicha ofensiva hacia un nuevo objetivo dentro del alcance restante de la ofensiva y recibiendo el nuevo objetivo todo el daño.
Defensa Pasiva + [FUEx2] de Daño Mitigado


Sus movimientos eran rápidos y ágiles, logrando desviar casi todos los proyectiles. Pero ahí residía el problema, en que le fue imposible desviarlo todo. Una de las balas que desvió con Samidare tomó un ángulo que rozó su hombro, haciéndole una herida bastante fea. Durante un instante, debido a la adrenalina del momento no notó nada, pero cuando la lluvia de proyectiles cesó notó el dolor atravesándole el cuerpo.

¿Estáis bien? —les preguntó, tratando de mostrar una sonrisa que relajara al resto—. No os preocupéis. Estando yo aquí no os pasará nada. Pero estad atentos —les dijo, mientras la sangre le brotaba levemente por el brazo. Era más escandaloso por el color rojizo del plasma sanguíneo que por el daño en sí, aunque era bastante doloroso—. Si alguien tiene alguna habilidad para desviar proyectiles que deje de remar y esté atento. Albert, tú continúa vigilando. Los otros dos continuad remando y busquemos poder pisar la maldita tierra firme.

De llegar a tierra firme, comprobaría de alguna manera que pueden pisarla y pondrían rumbo al maldito faro. No obstante, Takahiro tenía el presentimiento de que no iban a poder marcharse de allí sin luchar contra la banda pirata.

Números y cosas
#10


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