Alguien dijo una vez...
Rizzo, el Bardo
No es que cante mal, es que no saben escuchar.
[Aventura] T2, Asalto al ballenero.
MC duck
Pato
Oykot era una isla esplendorosa, hasta en los pequeños detalles, muchos de sus tejados y fachadas tenían decoraciones o emotivas referencias al océano que tanto les había dado, pues la grasa de ballena y otros bienes de la pesca los habían convertido es su esplendor, los colores azules claros o oscuros daban un indicio de que tipo de tiendas se trataban, de sus extraños y lujosos bienes, especias o incluso artilugios que se habían encontrado en islas alejadas de este mar. Sus gentes vestían hermosas telas amplias y cómodas que los hacían ver como un hermoso pueblo mediterraneo. Esplendorosos mercados donde compraban y vendían pescado de todo tipo, donde cocineros expertos compraban y cocinaban para lujosos restaurantes o incluso para la familia real de Oykot.

Lujos… que están fuera de vuestro alcance, pobretones mugrosos.

Tras cruzar un puente de madera desvencijado,  sin duda habréis llegado a la zona este de la ciudad, una con edificios de chabolas de madera mal alineadas que se extendían infinitas que se comían cualquier hermosa vista, sus gentes, de sucios y zarrapastrosas telas seguramente no solían ver la ducha que no fuera el mar, los que vestían mejor, con prendas de cuero viejas, eran los más peligrosos, enarbolaban cuchillos con miradas afiladas, ladrones, matones, contrabandistas, a saber… Pero lo que mas habitaba esta zona eran los marineros, los cazadores de ballena, los pesqueros, los tripulantes de los más ricos, ellos eran los que habían levantado esta isla, ellos eran los que salían a cazar las ballenas que enriquecieron a los comerciantes, pescaban el pescado que vendían en sus tiendas, comían en restaurantes, ya pesar de todo estaban en antros malolientes con paja con olor a orín.

Solo les quedaba una cosa en esta vida, su barco ballenero, los pocos que podían poseer uno, lo tenían resguardado, viven en ellos como si fuera su casa, era su vida, su mundo. Algunos habían nacido a bordo de un barco ballenero y esperaban morir también en uno. Era obvio que miraban a los extraños y extranjeros con caras fétidas y malhumoradas. Nunca sabes cuando alguien quiere robarte tu mundo.

Uno de los mejores lugares para gente como vosotros podría ser un local mugriento cualquiera, con paja por todo el suelo, fuerte olor a meados, con gente inconsciente en las esquina por beber demasiado, que por tener no tenían ni pantalones, un pintoresco lugar donde se vendía alcohol rebajado con agua (o esperemos que sea agua), económico para cualquier bolcillo, a marineros, ciudadanos y extranjeros por igual, el cual localmente llamaban "meados".

-¡UN MEADO POR AQUÍ!- gritaba un viejo marinero, mucho mejor vestido que otros, pero con extraña mirada detras de enormes ojeras que le daban cierto aspecto de lunatico a punto de contar su batallita de la semana- Ya os lo podéis imaginar... Estábamos zarpando, cuando de repente... ¡Apareció! El señor de la costa, teníamos a nuestro mejor arponero a punto de lanzar su arpón ...
-tome su meado.
sirvió una arpía de un solo ojo que podía pasar por hombre promedio
-¡Gracias preciosa! y si, lo lanzo con todas sus fuerzas... ¡Pero con tan mala suerte... ¡Que rebotó!- unas risas se escucharon- Si, si, vosotros reíros, pero a él se lo comió primero, sucio rey marino del infierno... casi destrozo completamente el barco, menos mal que pudimos volver, para fondearlo y repararlo.
- shi viejho, yia podhemosh, vollver a la mar ... hip...prontho.

Que buenas noticias para todos.
#1
Balagus
-
Personaje

El oni, tan grande que, aun sentado, debía encorvarse para caber en tan lamentable y hediondo antro, se tapaba los ojos con la mano y apoyaba al mismo tiempo el peso de su cabeza sobre ella, soltando un gruñido exasperado de tanto en tanto. Tenía en la mesa frente a él, ridículamente pequeña en comparación a su altura, una jarra del denominado “meado” que, al igual que la de su compañero y “capitán”, había sustraído a unos marineros inconscientes que no lograron terminárselo. Sólo necesitó probar un sorbo de ella para saber que preferiría beber las aguas contaminadas por diarrea de jabalí antes que volver a acercarse aquella porquería a los labios.
 
Muchos eran los calificativos que a Balagus se le estaban pasando por la cabeza para describir a Silver. Todos y cada uno de ellos iban de “inútil cantamañanas” para abajo, pero sabía que debía callar. Al fin y al cabo, él tampoco había conseguido hacer nada para mejorar su situación.
 
El grito de un marinero de una mesa céntrica sacó al gigantón de sus lúgubres pensamientos, haciéndole mostrar varios de sus dientes en un hosco gruñido más fuerte de lo normal. Con profundo desagrado y desgana, alzó la cabeza y se retiró la mano lo justo y necesario para poder ver con un ojo. Con la frustración que se le estaba acumulando, estaba a media excusa de montar una pelea en aquel mismo intento de taberna.
 
Sin embargo, la historia empezó a interesarle lo suficiente como para quitarse la mano por completo y prestar toda su atención. “¿Un ballenero atacado por un rey marino tan cerca de la costa? Si está fondeado para repararse, será vulnerable, especialmente justo cuando hayan terminado…”
 
Con un pesado revés de su enorme manaza, sacudió a su compañero de un palmeo en el hombro, y señaló con la cabeza al grupillo.
#2
Silver
-
Personaje


El capitán se removió en su asiento, incómodo y descontento. No era solo el hedor penetrante a orín que impregnaba el aire del antro, ni la vista de la paja sucia esparcida por el suelo, sino el hecho de estar allí en primer lugar. Era un hombre que había luchado, literalmente, para alcanzar una posición más alta, para dejar atrás las tabernas de mala muerte y codearse con la clase de gente que bebía buen ron en jarras limpias, no esta bazofia rebajada con lo que uno solo podía esperar que fuese agua. No era especialmente sofisticado, pero tenía estándares, y ese lugar era un insulto a todos ellos.

Con un gesto despectivo, sacó su petaca del cinturón y le dio un largo trago. El licor fuerte y familiar le calmó los nervios, aunque no mitigó su disgusto por el entorno. Observó de reojo a Balagus, que parecía tan disgustado como él, aunque por motivos diferentes. El gigante no había sido diseñado para entornos reducidos ni para situaciones que requerían paciencia, y su frustración era palpable.

El grito del marinero contando su historia captó la atención de ambos, y el pirata, siempre alerta a cualquier oportunidad que se presentara, afinó el oído. Cuando Balagus le dio ese palmeo, que para cualquiera menos resistente habría sido un golpe devastador, su capitán ya estaba prestando atención al relato del ballenero. Una sonrisa astuta comenzó a formarse en sus labios.

Esto es oro puro —murmuró para sí mismo, viendo la situación como una oportunidad inesperada.

Se inclinó hacia adelante, con la mirada encendida por la posibilidad de un buen botín y una salida estratégica. Era el tipo de ocasión que podía transformar la fortuna de dos piratas caídos en desgracia.

Balagus, creo que es hora de que pongamos manos a la obra —dijo, en un tono que apenas contenía su emoción—. Vamos a vender nuestros servicios.

Sin esperar respuesta, el capitán se levantó de su asiento, con la confianza de alguien que sabe exactamente lo que está haciendo, avanzó hacia el grupo de marineros que rodeaban al narrador.

Señores —dijo, su voz clara y resonante cortando el ruido del lugar—, parece que tienen un pequeño problema con un rey marino. Y nosotros, casualmente, somos expertos en solucionar ese tipo de... inconvenientes.

Hizo un gesto hacia Balagus, quien, con su tamaño imponente y su expresión dura, era la perfecta imagen de un cazador de monstruos.

Mi amigo es más fuerte que cualquier arponero que puedan encontrar, y yo, bueno, sé manejar un barco como si fuese una extensión de mi mismo. Además, tenemos experiencia en la caza de criaturas aún más temibles que la que describen. Si necesitan a alguien que sepa cómo lidiar con un monstruo así, no encontrarán a nadie mejor.

Observó las reacciones de los hombres, midiendo sus respuestas. Sabía que tenía que ser persuasivo, pero también sabía que, en el fondo, estos hombres no tenían muchas opciones. Si querían recuperar su ballenero y mantenerlo a flote, necesitarían ayuda.

Podemos hablar de los detalles, pero estoy seguro de que podemos llegar a un acuerdo que los beneficiará. Y a nosotros también, por supuesto —añadió con una sonrisa astuta—. Después de todo, todos queremos lo mismo: seguir navegando y llenando nuestros bolsillos.

El pirata se cruzó de brazos, dejando que su oferta flotara en el aire, mientras miraba a los balleneros, desafiándolos a encontrar una mejor opción que ellos dos. Sabía que, con un poco de suerte y mucha labia, podrían salir de ese antro con un trabajo en las manos, un botín en el horizonte y, tal vez, incluso un barco bajo sus pies.
#3
Marvolath
Marvolath
Personaje


Aquella taberna, a la que generosamente llamaremos así por no aumentar la lista de cualidades desagradables que poseía aquel lugar, era un atentado contra todo lo que un viajero cansado podría desear. El incesante ruido de las conversaciones embotaban la mente, el calor y el olor eran tan intensos que llenaban la boca y escocían los ojos, y la única alternativa que servían no podía llamarse veneno, pues éste daba muertes más apacibles.

Un kobito, que aún siendo alto para los estándares de su raza no era más alto que un niño, se encontraba aprisionado entre un grupo de marineros sudorosos y ebrios que se habían sentado junto a él, sin reparar en su presencia. Con su tamaño y fuerza no le habría costado empujarlos, y ellos tampoco habrían podido ofrecer mucha resistencia. 

Pero, ¿a dónde iría? Llevaba días buscando trabajo en la isla, pero en las zonas pobres lo único que conseguía eran aburridas heridas de balleneros torpes que no tenían un Berri que pagarle, y las zonas nobles no querían saber nada de un extraño con ropas desgastadas. Como si de una respuesta a sus pensamientos se tratase, una brisa de aire, agradable por lo fresco pero aborrecible por los nuevos olores que traía, le llegó por la espalda.

El marinero de grandes dimensiones sobre el que se apoyaba -- en contra de su voluntad, todo sea dicho -- se había movido para escuchar a alguien que se dirigía a los parroquianos como si estuviese en un escenario. Aprovechó la oportunidad para escurrirse, y quedó de pie allí mismo, escuchando aunque fuera por distraerse un momento. Aquél insensato hablaba de cazar a un Rey del mar. Y ese es era su tipo de cliente preferido: suficientemente audaces como para conseguir dinero, y suficientemente estúpidos como para salir mal parados.

Adecentó sus ropas lo mejor que pudo, alisando por aquí, abrochando allá, limpiando esa mancha de aspecto desagradable. Esperó una oportunidad de intervenir, repasando mentalmente sus frases en busca de la que mejor podría convencer a estos pobres desgraciados. Quizá apoyarle si el cliente no parecía convencido, o abordarle con la clásica introducción. Esta era su oportunidad de conseguir trabajo y, con suerte, de salir de esta ciudad de mala muerte.
#4
MC duck
Pato
Nota importante:


La interrupción del joven, hizo que el viejo marinero se volviera para mirarlos, no había caído en ellos por mera conveniencia, pero ahora que el joven los presentaba, miro algo intimidado al enorme Balagus, pero solo algo.

—Puag… ya tenemos un Piojin en la tripulación, y también tenemos un tipo "grande"... Pero a ver qué podemos sacar. JHON! Échale un ojo al Piojin, a ver si lo vale.

Balagus entonces sería acosado por un hombre viejo que casi parecía comido hasta los huesos, pero cuya característica más resaltable, era un ojo sin vida que parecía mirarlo, y si, por alguna razón el viejo examinaba a Balagus con su ojo malo, no con el bueno, lo que podía causar gran incomodidad.

Jon el tuerto


—Ese es JOHN el tuerto, tiene una gran vista con su ojo malo, a veces… ve el futuro.

Jony el tuerto, término de examinar a Balagus, y escupió a un lado, aparentemente nada impresionado.

No es buen arponero, aunque los he visto peores, pero… - entonces, el ojo ciego giro en una dirección diferente de su ojo bueno, mirando a Marvolath- tienen un hombre pequeño.
—Buah! ¿Tenéis un hombre pequeño? Si vais con el contratados.
—Viejo, tenemos que hablar.
Si un momento, caballeros, tengo que hablar con Jhony.

El tuerto y el viejo loco se alejaron del trío de aventureros para hablar escondidas, una buena oportunidad para que hableis entre los 3, o para intentar escuchar a escondidas la conversación entre marineros.

Solo con sentido agudo oído o justificante rolero


Tras una breve charla entre ambos, los viejos marineros se vuelven para hablar nuevamente, con el trío de aventureros.

—Yo soy Vieho, contramaestre del "Death of hopes", no os puedo contratar, pero puedo hablar bien de vosotros al capitán. Si, nos vendría muy bien las cualidades del pequeño. Entonces ¿Os venís?

Vieho
#5
Silver
-
Observó atentamente cómo los dos viejos marineros se alejaban para discutir, y su instinto le advirtió de inmediato que había algo más en juego que solo un trabajo. Ninguno de los marineros inspiraban especial confianza, pero la forma en que se alejaban y la manera en que miraban de reojo a su grupo le daba aún más mala espina. Se inclinó ligeramente hacia adelante, tomando un sorbo lento y calculado de su petaca mientras sus ojos no perdían detalle de cada gesto y expresión.

Balagus, esto huele a problemas... y no del tipo que me gusta —murmuró para que solo su compañero pudiera escucharlo. La mirada del gigante, severa y cargada de frustración, le dejó claro que compartían la misma opinión.

El capitán esperó el momento justo antes de deslizarse disimuladamente hacia una posición más cercana, aprovechando el ruido del local y la distracción de los demás. No sería el mejor espía del mundo, pero tenía suficiente práctica como para captar lo importante. Se apoyó contra una columna y aguzó el oído, tratando de filtrar las palabras que le llegaban entre los murmullos y el bullicio general.

"Problemas... seguro quieren robar el barco... el pequeño para reparar el barco... peor de los casos... cebo."

Una media sonrisa asomó en su rostro. Los viejos desconfiaban, y con razón, pero también estaban lo suficientemente desesperados como para ofrecerles una oportunidad. Sabía que no podía confiar en ellos, pero esto era justo lo que necesitaba. Si lograban subir a ese barco, las cosas podrían cambiar a su favor muy rápidamente.

Volvió sobre sus pasos con la misma discreción y tomó posición junto a Balagus, manteniendo una expresión impasible mientras su mente trabajaba rápido.

Van a intentar algo en cuanto nos alejemos de la costa, pero están desesperados. Necesitan al pequeño más de lo que están dispuestos a admitir —comentó en voz baja, con la mirada fija en la jarra de alcohol aguado frente a él—. Tendremos que ser más listos que ellos, como siempre. Y cuando llegue el momento... ya veremos quién se la juega a quién.

Antes de que pudiera seguir, notó la figura del mediano que había estado escuchando la conversación. Silver le lanzó una mirada de reconocimiento, sabiendo que también podría haber captado la situación. El pequeño parecía tener agallas, y en un negocio como ese, era justo lo que necesitaba a su lado.

—dijo, dirigiéndose a Marvolath con una sonrisa torcida—, pareces el tipo de persona que se mete en los líos adecuados. Me gusta. ¿Qué te parece unirte a nosotros para este trabajo? No te prometo que acabes ileso, pero las aventuras están garantizadas... y si jugamos bien nuestras cartas, puede que terminemos muy bien parados.

La propuesta no necesitaba muchas florituras. El capitán había aprendido hace mucho tiempo que aquellos que valían la pena sabían identificar una buena oferta cuando la veían, y el pequeño parecía encajar en esa categoría.

Al cabo de unos instantes, los dos marineros volvieron con una propuesta formal. Vieho, que se presentó como el contramaestre del "Death of Hopes", les ofreció la oportunidad que habían estado esperando.

El capitán cruzó los brazos y se permitió unos segundos de silencio, lo justo para hacerles sentir que la decisión no era tan fácil para él, aunque en realidad ya estaba listo para aceptar.

Parece que tenemos un trato —dijo finalmente, extendiendo la mano hacia Vieho con una sonrisa confiada—. Llévanos con tu capitán, y veremos cómo va esto.

Resumen

Inventario
#6
Marvolath
Marvolath
Inventario


"Parecen no estar muy convencidos de las cualidades del cliente. Nota: evaluar más tarde su potencial y determinar la viabilidad de una relación a largo plazo. Podrían estar fingiendo falta de interés para obtener un mejor precio o qui..."

— ... tienen un hombre pequeño

La extraña mirada y una frase que sabía se refería a él lo sacaron de su tren de pensamiento. Esto era nuevo: siempre había sido él el que esperaba el momento apropiado para tomar la iniciativa. Buscó entre su repertorio de discursos algún plan que pudiera adaptar a la situación. Fue en vano. Para su suerte, el resto de actores estaban lo suficientemente ocupados desempeñando sus papeles que no le prestaron más atención. Observó en silencio, con la mirada analítica con la que se estudia a un paciente, cómo se desenvolvía la situación, buscando de nuevo un momento apropiado para intervenir.

El que parecía que se convertiría en su nuevo capitán temporal hablaba con su compañero como si él no estuviera. No estaba seguro de si por falta de atención o de precaución, pero le convenía. Finalmente llegó su momento de actuar aunque, nuevamente, sin que él se lo propusiera.

 —dijo, dirigiéndose a Marvolath con una sonrisa torcida—, pareces el tipo de persona que se mete en los líos adecuados. Me gusta. ¿Qué te parece unirte a nosotros para este trabajo? No te prometo que acabes ileso, pero las aventuras están garantizadas... y si jugamos bien nuestras cartas, puede que terminemos muy bien parados.

Aprovechó la cercanía para analizarlo nuevamente. Físicamente parecía apto, y no se había desenvuelto mal al obtener información. El grandullón debería de ser suficiente para cubrirle en caso de peligro.

Marvolath Ddawel — respondió, con un ligero tartamudeo en la D, tan ensayado que él mismo lo creíaMédico. Y sí, me apunto. Ya he terminado con mis funciones en esta ciudad y buscaba una tripulación que requiriese de mis servicios.

Hablaba con una neutralidad exasperante, como si le aburriese tanto que pudiera dar un largo bostezo en cualquier momento. Pero sus ojos estaban fijos en los del capitán, serios, implicados, y sin un ápice de duda. No buscaba aventuras, pero sabía que traían consigo tesoros y pacientes.

Resumen
#7
Balagus
-
El oni se incorporó detrás de su capitán, prácticamente agachando la cabeza por la escasa altura de la sala. Ni siquiera trató de intervenir en la conversación, pues conocía bien la destreza de Silver para enredar a los demás en sus palabras, pero sí reparó de reojo en la pequeña figura que había permanecido sentada a mi lado, disimulada por la enorme diferencia de tamaños, acercándose con cautela. Tensó la mano derecha, en una reacción casi instintiva, preparándose para desenganchar su enorme hacha de guerra de las correas de su espalda, en caso de que aquel pequeño ser decidiera interferir por su cuenta.
 
El gesto se le arrugó más si cabía cuando les pusieron como condición el que un anciano decrépito y casi ciego tuviera que analizarle. No pudo, ni quiso, contener una mueca de hostilidad enseñando los dientes y colmillos con un leve gruñido, herido en su orgullo por las dudas que los marineros profesaban hacia él, y más aún cuando el viejo senil dio su veredicto. Sólo la presencia de su capitán pareció ser la única contención posible para el mal humor del gigantón, que volvió a recuperar un gesto más neutral.
 
“Es para conseguir un barco. Todo es para conseguir un barco…” Se repitió mentalmente para calmarse.
 
Finalmente, y tras mencionar al recién llegado también, ambos marineros se retiraron para hablar entre ellos. El descontento volvió a aflorar en el permanentemente fruncido rostro de Balagus, que tornó sus ojos hacia su capitán. Sus palabras, en realidad, sólo eran un bonito complemento a lo que ya se temía, y su propia mirada ya expresaba perfectamente su opinión. Un mero vistazo a los decididos ojos Silver, así como al trago que dio a su petaca, le dio a entender cuál era su próximo movimiento.
 
El oni se conformó con esperar en su sitio, vigilando con recelo tanto al pequeñajo como a los balleneros, y listo para iniciar el plan de emergencia si alguno hacía algo que le disgustase lo más mínimo.
 
- Todavía no he conocido hombre que sea más listo que mi hacha. – Contestó Balagus a su capitán, con una voz tan queda que casi parecían más de sus guturales gruñidos, en cuanto este regresó y le puso al corriente.
 
El hombre pequeño, que resultó llamarse Marvolath, aceptó la propuesta de Silver sin casi discutir, con un tono de voz que sólo consiguió irritar más al oni. “Amigo, no sabes lo rápido que vas a lamentar esa decisión…”
 
Y entonces, retornaron los otros dos marineros, y el trató se cerró al fin. Fue el único momento en el que Balagus se permitió sonreír. Un gesto que solía dar más inquietud y temor que camaradería, dado su característico y antinatural rostro.
 
- En pie, piltrafa. – Se dirigió a Marvolath, mientras se levantaba él junto con su capitán. – Por fin puedo abandonar este vomitivo agujero de meados. -

Resumen

Inventario
#8
MC duck
Pato
Vieho sonrió ampliamente con sus dientes amarillentos antes de que su sonrisa se le congelará al mirar el gesto de Balagus, esa sonrisa…
—Si… se le nota contento. ¿Tú qué opinas Jhon?
Jonas retrocedió un paso alejándose de Balagus y su grupo un poco más.
—Opino lo mismo… pero desde aquí.

Vieho y Jonei guiaron a los aventureros fuera del tugurio de mala muerte, siendo a sorprendidos por una brisa marina libre de orines, pero cargada con una extraña niebla que venía desde el mar, era muy ligera, pero se volvía algo densa en la dirección a la que iban, el puerto este.

Aunque puerto… no es la palabra correcta ¿Embarcadero tal vez? La mayoría de embarcaciones parecerían botes donde solo cabría un Balagus, y a duras penas, algunos eran un poco más grandes como para dos Balagus, pero ya está. Un pescador, uno de esos que seguramente lleva pescando en estas aguas toda su vida, que se les cruzó, les anunció como advertencia.
—Es un mal día, navegar con esta bruma es peligroso.
—Yo veo perfectamente
—Gracias por el aviso…- y en cuanto se alejaron de él un poco- novatos, pescan dos días y ya creen que saben navegar.

La niebla no era lo bastante densa para no poder ver, el barco al que se acercaban, el cual fondeba En la zona más alejada, y por tanto más profunda del embarcadero, y este si era un digno barco, viejo, con el barniz carcomido por el sol, con las velas raídas en algunas zonas, como si esas velas no se hubieran cambiado en años. Aunque había hueco para dos cañones, no había ninguno a la vista, como si los hubieran retirado.
Aunque posiblemente lo que más llamará la atención fuera un hombre viejo y Enjuto, con largos cabellos blancos, de horribles puntas y con aspecto algo húmedo, que mostraba un pomposo sombrero, vestía una sucia, raída y aún así elegante chaqueta de capitán, y alguna joya en sus dedos.
Dado que el barco no se daba a lujo alguno, y sus tripulantes, que verías más adelantes eran tan lastimosos y deprimentes como los viejos que os acompañaban, daría la impresión de que el tipo se creía más de lo que realmente era, e intentaba aparentarlo.

—ah… ya tiene cara de malas pulgas otra vez… - Vieho se volvió a los jóvenes- ese es el capitán Scarface… si, es un nombre estúpido, pero por favor, no os riais delante de él, haced como que suena legendario o yo que se… si pregunta, estuvimos todo el día contratando gente. No en el bar…

Cuando finalmente ascendieron la pasarela, el capitán negaba con la cabeza.
—Ni intentes mentirme, hueles a ese tugurio de mierda
—He… lo siento capitán.
—¿Y supongo que has traído a estos de ese lugar apestoso?
—Uno es bajito.
—Ya, cegato-jon, lo he visto venir hacia aquí moviendo sus piernitas, y al grandullón, y a este joven… carne fresca, me gusta, hace falta en este barco para echar a patadas a los carcamales inútiles como vosotros dos …  ¡A SUS PUESTOS!

Vieho y Jonathan salieron corriendo y erguidos como si les hubieran dado un latigazo. Mientras el capitán miraba a los nuevos posibles tripulantes, como si los evaluará, de la misma forma vosotros podiais evaluarlo mas a cerca que antes, pero seguramente no os daría mejor impresión.

capitán Scarface


—Bien, soy el capitán del "Death of hopes", el magnifico capitán ... Scarface- miró uno a uno, con ojo crítico, como si buscara el mínimo gesto de risa- Si entráis en mi tripulación, solo hay dos reglas... la primera; abandonad toda esperanza, todo sueño que tengáis, renunciad, al formar parte de este navío maldito, dad por muerto vuestro espíritu, pasareis el resto de vuestras vidas en esta pesadilla, trabajar aquí es lo mas bajo a lo que podéis aspirar, y vuestras almas están condenadas por la maldición de este navío.
Que capitán mas … inspirador. Sin duda era un gran animador de festividades.
-Segunda regla, yo soy la ley y dios en este barco ¿se entiende? si os mando a fregar, fregáis, si os mando a coser velas, coséis, si os estáis muriendo en el suelo desangrándoos y os digo que os levantéis ¡POR MIS COJONES! ... os levantáis.
Vale, era uno de esos... capitanes mandones a los que ni su puta madre quiso al parirlo, seguro que Balagus ya esta afilando el hacha en su cabeza en estos momentos. el capitán rebajo nuevamente el tono de voz, volvió a ser calmado y tranquilo, al decir.
-Nombre y oficio… de uno en uno, por favor.
Indiferentemente del turno, iría examinando uno a uno por la mejor manera de sacarles provecho. 

-¿Cocinero? das bastante miedo.... ¡Me gusta! Espantaras a los gorrones de la cocina, hablando de eso, aun no tenemos cena, ve a la cocina y pilla algunas ratas de la despensa, antes de que nos la vacíen.
En este barco no le hacen ascos a nada ¿verdad?
- ¿Navegante?- hizo un gesto algo hosco- Ya tenemos a ese Piojin ... pero esta mas viejo que... ¡bah! friega la cubierta, Serás aprendiz de marinero, ya te ascenderé cuando el otro la palme.
Pese a las promesas de futuro ascenso, limpiar cubiertas puede que no fuera de tu agrado. O a lo mejor te viene mejor no enfadar al capitán en harás de tu supuesto Plan.
-¿Medico? meh... no creo en la medicina, ya tenemos un homeópata en la tripulación, además te trajeron para reparar el barco... personas barcos, supongo que es lo mismo ¡A la bodega! a reparar el casco.
Tantos años de carrera y dedicación al estudio de la medicina, para que tu primer paciente sea un barco...
-¡Cuanto antes mejor! A ver si de una vez podemos zarpar. Que sin ballenas nos moriremos de hambre.

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#9
Marvolath
Marvolath
"En pie... piltrafa." - pensó con molestia - "Ya estaba de pie, maldito 'TIPO GRANDE'" - añadió para sí mismo, imitando la voz grave de Balagus con burla.

Pero no todos tenían la suerte de contar con educación, y dado que entre sus prioridades no estaba comprobar si era rival para aquel dúo, prefirió dejarlo pasar. Cogió su bastón y corrió para situarse al lado del capitán que se alejaba, dejándolo en medio de la formación. Aprovechando la distancia que les separaba de los marineros dio unos tironcitos de la chaqueta para atraer su atención y susurrarle con el mismo tono de neutralidad y la misma mirada totalmente seria, directa a los ojos.

- Sería extraño que alguien de tu tripulación no supiera al menos sus nombres, y quizá algún detalle que pueda ser relevante. Probablemente médico. ¿Tienes alguna enfermedad diagnosticada o síntomas que pudiesen?


Más adelante...

La bienvenida del capitán no pudo impresionarle menos. No sería la primera tripulación con sentido del humor a la que se unía, y sabía que era una pequeña molestia que debía soportar temporalmente. Y mucho menos sería lo peor que había hecho ni el peor barco en que había estado. Incluso tenía cierto encanto, como una de esas "Casas del terror" que disfrutaban los nobles pomposos.

-Nombre y oficio… de uno en uno, por favor.
- Marvolath, médico.
- ¿Medico? meh... no creo en la medicina, ya tenemos un homeópata en la tripulación, además te trajeron para reparar el barco... personas barcos, supongo que es lo mismo ¡A la bodega! a reparar el casco.
- ¿Un... homeópata? - realizó un rápido análisis superficial al capitán, deteniéndose lo necesario en la cicatriz - Entiendo. Me gustaría compartir opiniones con mi colega, cuando la ocasión lo disponga.

Hizo una ligera inclinación de cabeza con un saludo con el sombrero, dando a entender que se dispondría a realizar la tarea encomendada. Recorrió la cubierta y la bodega, tratando de aplicar su experiencia en análisis y diagnosis médica para estudiar los daños del navío y cómo podría repararse. Por supuesto, resultó una tarea sumamente inútil, pero al menos parecía que hacía algo y podía estudiar a la tripulación real. Y el mal estado que presentaba sólo podía ser resultado de una gran habilidad, fuera para amargar la existencia o para equivocarse.

Finalmente, cuando ya no le quedó esquina que revisar y no queriendo llamar la atención más de lo necesario, se acercó a uno de los marineros que ya estaba trabajando en el barco y le imitó lo mejor que pudo.

Resumen
#10


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