Alguien dijo una vez...
Monkey D. Luffy
Digamos que hay un pedazo de carne. Los piratas tendrían un banquete y se lo comerían, pero los héroes lo compartirían con otras personas. ¡Yo quiero toda la carne!
[Común] [C-Pasado] Dos hermanas [Priv. Anko]
Anmitsu Uguisu
Mitsu- Silencio Nocturno
Mitsu se sintió un tanto abrumada por las palabras de su hermana Anko y el ambiente en la taberna que las rodeaba. Aquel momento, que en apariencia era ligero y lleno de bromas, era apenas un reflejo superficial de las profundidades que ambas llevaban dentro. «Cocinera oficial», resonó en su mente. La idea de que su hermana la viera en un papel tan importante y, en cierto modo, recreativo, le resultaba a la vez halagador y aterrador. La imagen de una cocina bulliciosa, con ingredientes esparcidos por todas partes y el aroma de especias elevándose en el aire, danzó fugazmente en su imaginación, solo para desvanecerse de inmediato con la preocupación de no cumplir las expectativas.

Con un suave suspiro, Mitsu contempló a Anko. La mirada burlona y retadora de su hermana era tan familiar como desafiante. "Algún día deberías cocinarme algo", habían sido sus palabras, pero en realidad, el eco de esas palabras en la mente de Mitsu sugería algo más profundo. ¿Era realmente un reto? ¿O quizás una invitación a abrirse, a conectar a través de algo que ambos apreciaban, como la comida? Sin embargo, la mayor parte de su vida, ella había tenido que lidiar con la imagen de ser solo una sombra. 

 Se preguntó si Anko realmente entendía lo que significaba para ella tratar de encontrar su camino entre las expectativas ajenas y su temor a decepcionar. La fragilidad que la caracterizaba, esa sensación constante de ser una hoja llevada por el viento, jugó nuevamente en su corazón. Como si leyera su mente, Anko le dirigió una mirada que, aunque divertida en la superficie, intentaba alcanzar una comprensión más profunda, un atisbo de la empatía que le ofrecía sin pronunciar palabra alguna.

En el instante en que el mesero se acercó a su mesa, Mitsu sintió que el aire se despejaba un poco. El joven parecía un rayo de sol en medio de sus inquietudes, y el saludo amable que le dispensó le hizo querer sonreír, aunque solo logró una leve curvatura en sus labios, más por cortesía que por confianza. Su timidez, esa compañera constante que la mantenía a la sombra, se desvaneció, aunque solo un poco, gracias a la familiaridad del entorno. Los lugares conocidos, aquellos en los que no tenía que esconderse detrás de su propia inseguridad, siempre eran un consuelo.

Cuando Anko pidió ron, lo primero que sintió fue un escalofrío de desagrado. La idea de beber la ponía nerviosa. Desde siempre había preferido evitar las intoxicaciones y el caos que bien sabía que podían acompañar a una noche de excesos. En cambio, su corazón latió con más fuerza al escuchar el tono desafiante de su hermana. “Ya me rechazaste el cigarro, un trago no podrás rechazarlo, ¿verdad?”. Era una invitación disfrazada de broma, pero para Mitsu esa era una línea delgada. Parte de ella quería aceptar el desafío y sin embargo, otra parte de su mente le gritaba que se apartara, que no se adentrara en las aguas turbulentas que no sabía manejar.

Sin embargo, había cosas que la vida le había enseñado, incluso con su dulzura y fragilidad como escudo. Sabía que la clave para establecer un vínculo era la apertura. Así que, respirando profundamente, Mitsu intentó organizar sus pensamientos, luchando con la tentación de ceder. Sería como dar un paso hacia adelante y, quizás, solo quizás, dejar de ser un reflejo de la sombra que había sido durante años.

Mitsu miró a Anko, esa hermana que parecía tan segura de sí misma, tan capaz. Se sintió impulsada a corresponder a ese reto, no tanto por la bebida sino por la conexión que implícitamente se establecía en medio de la ligereza. - Está bien, Anko... Nyan...- dijo, su voz suave pero decidida - puedo probar un poco… solo para que puedas ver que también puedo ser parte de esto... Nyan- Avisó su disposición a salir de su caparazón y explorar no solo la vida de la taberna y sus exuberancias, sino también el lazo que tenía con Anko, un lazo que necesitaba ser fortalecido bajo su propia voluntad.
#11
Anko
Médica Despiadada
Luego de solicitar al mesero la botella completa de Ron, Anko pudo notar aquel leve destello de duda en su hermana. No la conocía del todo, pero presentía que, como toda persona, prefería mantenerse alejada de los vicios, sin importar su grado de peligrosidad. Diferente a Anko, si bien no frecuentaba vicios en extremo peligrosos, no decía que no a una buena bebida alcohólica cada cierto tiempo o por motivos de festejo, y claro, el maldito cigarro que, por una u otra razón, no podía dejar de consumir.

Muy pronto, aquella duda pareció abandonar el cuerpo de Mitsu cuando ella aceptó beber junto a ella, decidida a formar parte de aquella valentía que caracterizaba a los Uguisu. Una sonrisa triunfante se dibujó en el rostro de la marine de cabellos marrones, se sentía emocionada por compartir un trago con la Jujin, lo cual podría parecer extraño al conocerla ese mismo día, pero aquellas conexiones que la sangre produce entre la familia no se pueden ignorar, como bien dicen: “La sangre llama”. — ¡Bien! Como ya dije, el ron más leve que tenga, ¡Por favor! —. Repetiría la joven al mesero amigo de Mitsu antes de volver a enfocar su mirada en la chica gato.

— Talvez me estoy adelantando un poco… pero… ¿Qué haremos después de esto? —. A pesar de no especifica qué se refería exactamente, Anko creía que había dejado en claro su duda. ¿Qué pasaría con las hermanas luego de aquel encuentro? Ella creía firmemente que ambas chicas podrían empezar a establecer lazos entre ellas, aquel encuentro, solo podría ser el comienzo de una profunda relación de hermanas. Mitsu ya no estaba sola, pues ahora, Anko estaba ahí, queriendo apoyarla cuanto pudiera, en las buenas y en las malas. En parte, ella se sentía algo molesta con Koshiro, teniendo que ocupar el espacio que a él le correspondía, pero como al mayor, también sentía esas ganas de querer proteger a su hermana.

— Espero que, como yo, tú también tengas en mente el frecuentarnos. Me importa poco lo que piense papá sobre esto, nosotras debemos estar juntas y comunicadas —. La determinación era palpable en el tono de voz de la marine, aun cuando estaba hablando bajo, sólo para ser escuchada por la otra marine. Pues nadie más tenía que enterarse de sus problemas, problemas que ellas mismas debían lidiar y resolver.
#12


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