Marvolath
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15-09-2024, 02:19 PM
(Última modificación: 24-09-2024, 02:52 AM por Marvolath.
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1 de Otoño del 694
El Verano terminó, y el Otoño comenzó, como cada año. Ya había pasado un mes desde la cosecha de las naranjas amargas, últimas en ser cosechadas, y las calles se llenaban con el olor dulzón de la mermelada y otras confituras que se hacían para sacar algún provecho de las naranjas que no se habían podido vender. Los días y las noches se hacían cada vez más frescos, y el viento comenzaba a soplar con más fuerza, llevándose el aire asfixiante de las Llanuras Hediondas. Las calles se llenaban lentamente de vida, pues el pueblo festejaba ahora que todo estaba cosechado y vendido, y aún quedaban semanas para la cosecha del arroz.Para los habitantes de una modesta mansión en la periferia también el Otoño comenzaba como cada año, pero no como para el resto. La pareja que formaba la familia Awel había comprado la vieja mansión 15 años atrás. Él era un médico, ella, cultivaba la tierra. Lo más sorprendente de la pareja no era que hubiesen decidido establecerse en el East Blue siendo originarios de una tierra más allá del Red Line, sino su tamaño. O el de ella, para ser más precisos.
Si bien el médico era un humano normal, bien parecido y en forma, ella era... pequeña. Pero no como esa vecina que te pide que le alcances lo que está encima de la estantería. Muy pequeña, como un gato pequeño. También muy bien parecida, dicho sea de paso. Todos los que los vieron se extrañaron, y no entendían como dos personas tan diferentes podían haber llegado a unirse. Pero todos los que los conocieron entendieron pronto que les unía un amor tan profundo como todos los mares, tan fuerte como todas las montañas, y tan elevado como todas las nubes y lo que hay más arriba.
Pronto se integraron en la comunidad, siendo queridos y respetados por todos. Los medicamentos que él preparaba con los ingredientes que ella cultivaba ayudaron en gran medida a la ciudad, y ésta les colmaba de regalos en agradecimiento. Y, cuando parecía que la dicha de la joven pareja no podía aumentar más, recibieron la feliz noticia: ella estaba esperando un niño.
El Verano terminó, y el Otoño comenzó, como cada año. El primer rayo de luz del primer día se coló por un ventanal de la mansión y dio la bienvenida a Marvolath al mundo, un pequeño Kobito de ojos y pelo oscuro. Pero el fugaz rayo de luz duró tan poco como la inocencia del pequeño, pues una nube oscura se llevó la luz, y con ella se fue la vida de la madre.
El padre, que probó todas las técnicas conocidas y, en su desesperación, algunas nuevas; y que usó todos los recursos que tenía a su alcance, no fue capaz de salvarla. La única vida que allí quedaba era la de su hijo, como si hubiese tomado la de ella para ocupar su lugar en el mundo. Un asesino, una deuda a saldar.
Los pasteles recubiertos de mermelada de naranja y otros regalos que habían traído los vecinos a medida que se acercaba el gran día llenaban la mansión de un olor dulzón que, al terminar el Verano y comenzar el Otoño, recordarían la amargura de aquel día.
Continúa en Deuda