Hay rumores sobre…
... que existe una isla del East Blue donde una tribu rinde culto a un volcán.
Tema cerrado 
[Autonarrada T1] La Elección del Comienzo.
Byron
Hizashi
Verano Dia 6 y 7 del 724


Las calmadas olas del mar del este arropaban el barco con sumo cuidado y mimo, quedaban pocos minutos para que el barco volviese a puerto, y esta era su curiosa forma de despedirse de aquel navío y aquellos hombres, que tras cumplir su misión, decidieron de forma noble, llevarlo de vuelta a casa. Sentado sobre una de las barandillas de la cubierta Byron disfrutaba la ligera brisa oceánica con el ondear de su violeta cabello al viento, observando desde allí lo que eran los restos de aquella trifulca anteriormente vivida. Tenían que ser cautos nada más poner los pies en tierra firme, después de todo, no sería de extrañar que estuviesen alerta, por mucho que se hubiesen llevado a aquel tipo del parche como principal sospechoso y parecieran a salvo, podría irse de la lengua y contar todo acerca del contrato del motín.

Lo veía nítido y claro, como aún había un pequeño grupo de personas en la bahía, reunidos por la conmoción, y unos cuantos hombres uniformados con las galas de los guardias de la ciudad rondaban la escena y preguntaban a los civiles. Los miembros de aquel organismo de seguridad estaban trabajando conjuntamente para entender los motivos que llevaron a aquel suceso, desde luego era una estampa cargada con un aura de justicia, era fácil verse seducido por él, seguramente gracias a este suceso algunos se llenarían de valor para entrar en aquellas filas, sin darse cuenta de que se estaban privando del mayor privilegio que podía otorgarte el mundo: La libertad.

El pequeño, pero brusco movimiento que provocó el barco en el que se encontraba, al ver cedido su avance por llegar a su destino y atracar en el puerto le hizo apartar la vista de aquella escena, ya no tenían tiempo para planear, solo los quedaba actuar. Lo último que observó, fue como varios de aquellos sujetos fijaban su mirada en aquella embarcación, con un sentimiento confuso en su semblante, era normal, seguramente lo último que esperaban era ver a ese barco amarrarse al puerto como si nada hubiese pasado. No tardarían en ponerse en marcha para hacer preguntas, así que había que ser rápido y sobre todo eficaz.

Dejó su improvisado asiento para dirigirse al centro de la cubierta, con el maletín con el dinero en una de sus manos, con la preciada tarjeta bien guardada en su bolsillo trasero y con el firme pensamiento de que esa tarjeta y la información que esta podría proporcionarle, era el verdadero pago por sus anteriores acciones.

Vio al resto del grupo allí, desde el Lobo con sus singulares posees que los hombres que habían prometido unirse a él celebraban e intentaban imitar, el panda disfrutando su bambú, el mestizo pelirrojo y la deliciosa rubia que hacía poco se los había unido, pues era ella quien se encontraba manejando el barco. El resto de hombres aunque dolidos por el asesinato de sus compañeros, desprendían tranquilidad a pesar de encontrarse con el rostro cabizbajo, aquella pesadilla por fin había terminado y en cuestión de escasas horas estaría disfrutando una cena caliente con sus seres queridos. Byron no pudo evitar colocar su mano sobre el hombro de uno de estos, acompañado el gesto con una pequeña caricia de comprensión, aquel hombre cayó en lágrimas ante este acto.

- Disfruta tu vida como un regalo del destino.- Dijo firmemente aun mostrándose empático, mientras aquel hombre asentía convencido y limpiaba las lágrimas que brotaban de sus ojos con la manga que cubría su antebrazo.

El atardecer ya presidía la escena, no tardaría más de quince minutos en caer, miró a sus compañeros improvisados, juzgando sus rostros se podía notar que todos sabían que hacer. Colocando su mano en el centro con una creciente sonrisa en el rostro, los miró por última vez, y estos, entendiendo su intención, colocaron también las suyas, haciendo un último choque comunitario como celebración, uniéndose incluso aquellos trabajadores que estaban deseosos de volver a sus casas. Increíblemente, la escena estaba teñida con los sutiles matices que podías encontrar en un hogar.

- Espero que nos volvamos a ver chicos.- Dijo apartándose lentamente de ellos aun portando aquella sincera sonrisa en el semblante.

Puso pie en aquel embarcadero, la sobra proyectada por el barco debido al atardecer invadía este, provocando que a unos cinco metros de distancia, las caras de los aun pocos presentes se tornase borrosa y difícil de identificar. Definitivamente aquella situación le convenía, el destino que guiaba su camino le estaba mostrando apoyo en aquel momento, y sin cuestionarse mucho la situación caminó lentamente por aquella superficie de madera carcomida por el salitre del mar. Uno de los trabajadores que allí se encontraban se interpuso en su camino, con una pregunta directa, pero un sentimiento de incredulidad enturbiaba sus ojos, no lo tomó a mal, pues él simplemente estaba haciendo su trabajo.

- ¿Qué ha sucedido? ¿Por qué habéis vuelto?- Dijo envuelto en dudas.

- Tranquilo, todo ha salido bien, no ha habido más bajas que las que aquel loco provocó. El resto responderá tus preguntas, por ahora es más importante darle un sitio cómodo en el que descansar a aquellos que perdieron su vida e informar a sus familiares más cercanos.- Dijo apartándolo y siguiendo su camino, conocía su carismático carácter y que debido a la situación y su propuesta, su sentido de la responsabilidad le haría intentar dar un descanso justo a esos hombres.

Continuó su camino sin ningún impedimento mientras este hombre subía a la embarcación con apremio, ¿habría alguien importante para él en aquel barco? No sería raro, viendo el ahínco con el que subía las escaleras de mano. Un grupo más llegó por su frente, liderados por un guardia que claramente portaba mayor rango, parecían ser aquellos hombres que vio desde el barco buscando pistas que explicasen aquel suceso. Con un aura intimidante no tardaron hacer preguntas para intentar amedrentarlo, Byron era conocedor de las circunstancias, y sabía que dijese lo que dijese, no tenían motivos para llevarlo, así que seguro de sí mismo respondió sin temer el resultado.

- Muchacho, ¿¡Por qué se provocó aquel ataque?! ¡Estáis con el hombre del parche? - Su tono de voz era grueso y áspero, típico de alguien que había vivido en sus carnes situaciones más traumáticas que las de hoy!

- Si piensa que intentaría rebanar el brazo de un compañero, igual es que está lejos de llegar al punto que necesita su investigación, señor. Los trabajadores que hemos salvado responderán sus preguntas, ahora, si usted me lo permite, me marcho al lugar donde me hospedo, ha sido un día largo, y sobre todo duro, creo que me he ganado el descanso.- Dijo poniéndole una mano sobre el pecho y apartándolo ligeramente.

Antes de marcharse, aquel hombre agarró aquel brazo que el muchacho había utilizado, y lo miró fijamente, apretando con intención de no dejarlo escapar. Tras unos segundos soltó, entendiendo que no tenía ningún motivo para retenerlo allí.

Caminó por aquel lugar en el que habían sucedido aquellos actos, ya había entrado la noche sutilmente, y la muchedumbre se había dispersado en su mayoría, aún quedaba alguno que otro hablando sobre la situación. No quiso darle importancia y siguió su camino hacia la posada en la que había dormido el día anterior y que aquel hombre trajeado le había mostrado. Una extraña sensación de satisfacción arropó su pecho al abandonar aquella ubicación y transitar las rocosas calles de aquel reino, ahora si, todo había acabado y su trabajo había llegado a su fin.

Llegó sin dificultad al establecimiento deseado, no se había encontrado a mucho gentío por las calles, estaban casi vacías, probablemente por el miedo de sufrir otro ataque inesperado, en aquellos momentos para el ciudadano medio era mejor prevenir que curar. Las cálidas luces que salían de aquel edificio le brindaron calma, y con la maleta cargada al hombro abrió sus puertas, dirigiéndose directamente al mostrador y dejando caer con una de sus manos las monedas exactas para pagar el precio de una noche. La recepcionista las contó, sin hacer preguntas y le otorgó la llave de la habitación, en aquella interacción, las palabras sobraron por completo. Simplemente un pequeño gesto para dar las gracias, y una reverencia por parte de la anciana mujer, fue más que suficiente, antes de que se diese cuenta Byron ya le había dado la espalda, llave en mano, para subir a su habitación.

Se desplomó en la cama, cansado, totalmente devastado y con una fuerte pesadez en sus ojos, descansando con su pecho sobre la cama y la almohada mal puesta en su cara más que en su cuello. Por un momento lo había olvidado, e iba a dejarse envolver por el sueño, pero la tranquilidad y calma que lo invadían le hicieron ponerse a pensar en lo sucedido.

Lo había conseguido, había sufrido algún que otro percance, pero el trabajo estaba hecho, con el dinero que se encontraba en el maletín por fin podría comprar un barco. No pudo evitar que la emoción surgiese en su cansada alma, por fin podría comenzar su viaje de formalmente como pirata, por fin iba a poder labrarse el nombre que ansiaba su ego. Sonrió para sí, mientras llevaba su mano al bolsillo trasero de su pantalón, y con movimientos torpes y pesados sacaba de él la tarjeta que había conseguido. Una elegante tarjeta negra con una pluma blanca en su centro, simbolizaba su conocimiento del próximo movimiento en Logue Town, definitivamente formaría parte de él. Aún recordaba las palabras que intercambió con aquel tipo en ese casino de poca monta en Kilombo, cumpliría sus palabras, se alzaría en el bajo mundo antes de que acabase el verano. En cuanto volviese allí, con los 14.500.000 millones ahorrados, el moverse no sería un problema, tendría por fin un barco y se uniría a Drake, a Vesper, y al resto con los que formaría su tripulación. Con esto en mente cayó dormido, dejando caer sobre la cama la tarjeta a no poder aguantarla más por el cansancio.

Unos fuertes golpes a su puerta lo despertaron, ¿quién sería? No tenía ningún conocido allí, ojalá fuese Airgird cayendo a sus encantos surgió en su mente por unos instantes, pero no era posible. Desperezándose agarró la tarjeta de su cama y la volvió a guardar en el mismo lugar, con los repetidos golpes sonando de fondo. Un fuerte y profundo bostezo salió de su boca antes de atender al enajenado que tocaba a la puerta.

- Ya va, ya va, joder, vaya forma de despertar a alguien.- Dijo mientras se movía hasta la puerta limpiando lentamente las legañas de sus ojos.

Al abrir, ante él se encontraba parte del grupo que le hizo preguntas en el embarcadero. Tres concretamente, uno de ellos el que estuvo al mando de aquella investigación. Sonrió antes las juzgantes miradas de aquellos hombres, al parecer encontraron algo que lo convirtieron en un sospechoso, claramente ya no estaba tan a salvo como él pensaba. Con un leve gesto los hizo pasar, sentándose el importante en la silla que se encontraba en la sala de forma intimidante, y los otros dos custodiando la puerta que cerraron tras entrar. Byron acompañó estos movimientos sentándose lentamente en la cama, donde se encontraba reposando su espada en unos de los laterales, nunca se sabía como podía acabar una situación así.

- No andaremos con rodeos, después de hablar con los trabajadores ninguno se puso en vuestra contra, pero hay algo que no entendemos, por más que le demos vueltas.- Dijo con su voz característica.- Muchacho, ¿por qué volvisteis? Y sobre todo, ¿dónde está el cargamento que llevabais? No desapareció por arte de magia, ¿verdad? - Lo miró con una mirada afilada, capaz de cortar el propio aire.

- Sinceramente, no sé de qué me hablas.- Masculló Byron de forma poco convincente.- Volvimos porque según los trabajadores el zarpar fue forzado y aún no estaba todo listo, con las reservas que teníamos hubiésemos muerto en el mar en pocos días.- Intentó argumentar, pero podía notar las garras de la justicia ceñirse sobre su cuello.

- Nos ocultas algo, lo sabemos, tus declaraciones no cuadran... Sabía que tenía que haberte atrapado ayer...- Sus acompañantes sacaron sus armas de sus fundas, empuñándolas contra Byron, acercándose lentamente.- Te vienes con nosotros, quedas arrestado por...

No terminó de acabar la frase, y Byron agarró su espada y el maletín que reposaba junto a ella, y con un rápido movimiento desarmó al guardia que tenía más cerca, y con una gran destreza, atravesó con la punta de su filo el hombro de este, que cayó al suelo por el dolor con un alarido. Raudo se dirigió a la ventana que tenía a sus espaldas, seguido por el otro guardia raso, que en cuanto lo tuvo cerca empuñó su espada contra el muchacho de ojos violetas. Este respondió esquivando su corte de forma apurada a pesar de su agilidad, unos cabellos violetas fueron cortados, y con el maletín cerrado golpeó su sien con toda su fuerza en el momento que se recuperaba de aquel movimiento, todo mientras aquel que los lideraba se levantaba de la silla con intención de acercarse. El hombre cayó, y antes de que pudiese adelantarse atravesó son su espada el gemelo de este para que no pudiese levantarse, mientras miraba de forma intimidante a aquel líder.

Esto le hizo entender que no sería una batalla fácil para él, y se acercó de forma más precavida, intentando leer el próximo movimiento. Byron le sonrió de forma burlona, y le sacó la lengua, tenía muy claro cuál era su siguiente acción, escapar de allí. Agarró una de las cortinas que adornaban la ventana y con un fuerte impulso saltó por esta, rompiendo el cristal que estas tenían, y sirviéndose de aquella cortina a modo de liana para amortiguar mejor la caída de unos tres metros que tenía delante.

- ¡Aquí te quedas!- Dijo antes de salir.

Tuvo la suerte de caer en el pequeño tejadillo de madera que se encontraba en la entrada de la posada, la caída no fue tan alta como pensó, más bien se redujo a la mitad. Dos guardias rasos que se encontraban custodiándola miraron a Byron estupefactos, que son un gesto confiado en el rostro, se sirvió de su desconcierto para saltar desde la poca altura que le quedaba, y al caer ejecutar su técnica "Segunda Rotación Solar", golpeando a ambos con un corte circular y horizontal, cortando en sus rodilladas por su posición al amortiguar la caída, haciéndolos despromarse gritando de dolor, pero sin aun haber matado a nadie. Se llevaban las manos estupefactas a sus heridas sangrantes mientras aquel caballero que los lideraba miraba impávido desde la ventana.

Sin prestarle atención, envainó su espada y corrió hacia la playa bajo su atenta mirada, no tenía tiempo de ocuparse de aquel tipo.

Escabulléndose como una rata entre las calles de aquella inmensa ciudad, Byron llegó a la playa con su maletín al hombro. No había sido tarea fácil, la guardia había multiplicado sus numeros, y tuvo que tomar varios caminos alternos para no verse inmiscuido en más problemas bélicos. Para su desgracia, cuando llegó ante él se encontraba aquel honorable caballero, como si hubiese visto sus intenciones desde un inicio, esta vez sin subordinados que lo acompañasen, probablemente no quería poner en juego más vidas al darse cuenta de que aquellos hombres no eran rivales para él. Con la respiración agitada Byron cesó su avance, y dejó su maleta sobre la cálida arena del lugar, sabía que aquel enfrentamiento no iba a ser como el resto.

- No soy más que un rango superior a aquellos hombres, pero estaban a mi cargo.- Dijo seriamente mientras blandía su espada con determinación. - Sé que estoy más que capacitado para derrotarte muchacho, ya no hay interrogatorio que te salve, espero que estés listo para fallecer sobre esta playa.- Y raudo se lanzó a por él.

La diferencia de fuerza era clara, los tajos que este caballero hacía levantaban la arena con facilidad, pero también lo era la superioridad de Byron en cuanto a velocidad, que esquivaba los golpes sin mayores problemas. Cuando sus aceros chocaban, podía notar su potencia en el vibrar de estos, definitivamente aquel hombre era un reto, tenía que andarse con ojo si no quería salir mal parado. Byron retrocedió por unos instantes para después volver a acercarse de imprevisto, con su "Primera Rotación Solar" buscando desarmarlo, aquel hombre trastabilló, pero soportó el golpe sin dejar caer su espada, y pudo protegerse del siguiente corte que el Solarian lanzó a duras penas.

Podía notar que aquel hombre se sentía superior, esto provocaba en Byron un sentimiento de desagrado, ¿cómo siquiera podía compararse? De todas formas, era él quien estaba guiando el combate, medio jugando con él, pues cuanto más tiempo combatiesen, con más fuerza el Sol bendeciría su espada.

Otro pesado movimiento por aquel caballero, este, le hizo un corte en la mejilla que sangraba sin cesar, dejando caer un rastro de sangre que cubría su rostro. Con velocidad se abrió paso entre sus movimientos dándole un corte en el vientre, como forma de respuesta, poco a poco la diferencia de reflejos y velocidad se hacía más dispareja, y los ojos del muchacho cargaban con un ligero fulgor dorado, que probablemente solo pudiese percibir él mirándose al espejo.

Dejó de atacar, siendo consciente de su victoria, solo dejando pasar los minutos, defendiéndose de sus acometidas, cada vez más raudo, cada vez más diferencia. Incluso los pocos cortes que había recibido parecían dejar de sangrar, emanando de ellos una ligera luz mística y cálida, en el próximo ataque lo dejaría acabaría con él. Por fin su alma se había llenado con tal bendición, y el golpe de su espada lo haría no poder levantarse. Aquel líder mostraba su frustración con el rostro, al no entender por qué, a diferencia del resto de hombres con los que había combatido, la diferencia de cualidades en vez de disminuir, aumentaba. Byron volvió a alejarse rápidamente, y envainó su espada, sabía que aquel combate había llegado a su fin.

- Has perdido, dejame marcharme, no he matado a nadie y no tienes las pruebas necesarias como para encarcelarme.- Dijo confiado.

Aquel terco hombre, ignorando sus palabras, acompañó su siguiente golpe con un grito, parecía querer darle más poder a aquel cansado tajo con la fuerza de sus pulmones. Byron agachó la cabeza, y se colocó en posición defensiva, esperando el momento justo, para contraatacar con toda la energía que el sol le había otorgado. Una resplandeciente hoja salió de su funda y paró el débil golpe, y con un rápido movimiento, descargó toda su energía, usando su técnica "Reflejo del Eclipse". Aquel caballero cayó a sus pies, como si su misma alma hubiese sido cortada, respirando a duras penas. Volvió a envainar, y agarró su preciado maletín dejándolo atrás adentrándose más en la playa.

Según rumores y habladurías, siempre podías encontrar a un hombre en las playas de las islas más grandes, un hombre capaz de llevarte a cualquier sitio en tiempo récord por el precio de 200.000 berries, con su pequeña y peculiar embarcación. Ante sus ojos lo encontró, las habladurías eran ciertas, y un fornido hombre trajeado se encontraba allí, fumándose un pitillo en su pequeño carro náutico. Sin tiempo para ilusionarse, se acercó a él con 200.000 berries en mano, aquel hombre le sonrió mientras apagaba el resto del cigarro con un pisotón, listo para trabajar.

- A Kilombo, lo más rápido que puedas.- Dijo poniendo el dinero en su mano.

Por fin lo había logrado, sentándose en el peculiar navío, y poniéndose en marcha, solo pensaba en que por fin, podría surcar los mares con su tripulación.

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#1
Moderador Kinemon
Moderador Freelance
Ya no dejan a uno dormir tranquilo en su posada, que gentuza... te digo una cosa, Byron, eso en Wano no pasa. Piénsatelo. 

AVENTURA COMPLETADA

Al user Byron por una T1 se le entrega:
  • Experiencia: De 962,00 a 992,00 [+30]
  • Nikas: De 7 a 8 [+1]
  • Berries: De 15.800.000 a 16.000.000 [+200.000]
  • Reputación: De 15 a 20 (+5 Negativa) [+5]

Un cordial saludo,

Kinemon.
#2
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